“Tina Modotti”

“TINA MODOTTI”. PINO CACUCCI. EDITORIAL CIRCE. BARCELONA. 1992″


El nombre de Tina Modotti está ligado a grandes acontecimientos de la primera parte del siglo. Como artista de la fotografía, su aporte en ese campo fue equivalente al que desarrolló, en el ámbito de la pintura, el muralismo mexicano. Pero su nombre está asociado, principalmente, al derrotero de los partidos comunistas latinoamericanos y a varias de sus principales figuras. Sobre esta base, el periodista italiano Pino Cacucci investigó su vida y logró un revelador testimonio del papel criminal del stalinismo.


 


Tina Modotti creció en San Francisco, en los albores del siglo. Hija de obreros italianos, su belleza fascina a quienes la rodean y le abre las puertas de Hollywood. Tras una breve trayectoria en el cine, se vuelca por completo a indagar en el joven arte de la fotografía. Junto a su maestro y amante, Edward Weston, llega al México posrevolucionario, donde artistas de todos los campos vuelven de las filas de los ejércitos guerrilleros y dan vida a escuelas improvisadas y talleres callejeros. En ese clima, Tina convierte su interés por las cuestiones sociales en pasión política, e ingresa en el PC mexicano.


 


El PCM—entonces el más importante de América latina— refleja intensamente en su interior la lucha entre bolchevismo y stalinismo. Luego de la expulsión de Trotsky de la URSS, Stalin se lanzará a la “depuración” de los PP.CC. de todo el mundo, a través del envío de gendarmes instruidos para liquidar a todo elemento crítico del "centro” burocrático. En México, ese papel será jugado por el agente stalinista Vittorio Vidali.


 


Entre los elementos que éste perseguirá, se encuentra el gran muralista Diego Rivera, con quien Una comparte numerosas luchas y movilizaciones políticas. Los depositarios de la “moral” staliniana considerarán al arte de Rivera “alejado de la capacidad receptiva del pueblo”. En 1929, Rivera es expulsado del PCM por su adhesión a la Oposición de Izquierda. En 1928, Tina conoce —y se enamora— de Julio Antonio Mella, fundador del PC Cubano y exiliado en México. Luchador incansable, Mella admira a Trotsky y es crítico de la orientación del Comintem. El siniestro Victorio Codovilla inicia una campaña denigratoria de Mella, para impedir que éste sea elegido como delegado latinoamericano ante la Internacional. Asesinado a la salida de una reunión, Mella muere en los brazos de Tina. El libro de Cacucci descarta que el crimen fuese obra de la dictadura de Machado, y confirma la sospecha de que el verdugo de Mella fue Vittorio Vidali, agente de la NKVD en México. Sobre la filiación de Mella en la lucha política de esos años, Cacucci aporta un detalle significativo: “una de las fotografías de Tina, destinada quizás a ser la más famosa, es la que retrata la máquina de escribir de Mella. En la izquierda superior derecha se pueden leer unos fragmentos de frases en el papel insertó en el rodillo, que hacen pensar en su ensayo sobre la inspiración artística. Tina manda a estampar esta misma cita en el cartel anunciador de su exposición. Pero cuando debe mandar una copia para que se la publiquen en el Mexican Folkways, Tina bo-rrará cuidadosamente toda la frase. Lo que estaba escribiendo Mella cuando ella hizo la foto no era otra cosa que un fragmento tomado de un libro de Trotsky sobre la relación entre arte y técnica moderna…”.


 


El crimen de Mella marca un punto de inflexión en la vida de Tina, que se somete por completo a los dictados del aparato stalinista: así, aprobará la expulsión de Rivera del PCM y romperá relaciones con Fnda Kahlo. Pero esta sujeción liquidará también a Tin a como artista revolución aria, para dar paso a una gris funcionaría del Comintem.


 


En el episodio más confuso de su vida, Tina se unirá sentimentalmente al enemigo y probable verdugo de Mella, Vittorio Vidali (¿No era consciente Modotti del papel criminal de este último? ¿O lo justificó en nombre de la “defensa del Partido”, tras la cual numerosos intelectuales y militantes revolucionarios se doblegaron ante el stalinismo y justificaron sus crímenes?).


 


Expulsada de México, Tina viaja a Moscú con Vidali, y conocerá el clima opresivo que se abate sobre el arte: escritores y poetas se arriesgan a la deportación cuando no aportan las imágenes apologéticas exigidas flor el aparato stalinista. Al estallar la Guerra Civil española, Tina se traslada a este país con Vidali, transformado ahora en “comandante Carlos Contreras”. A través de la figura de éste, Cacucci retrata certeramente el carácter de la “ayuda” staliniana a la revolución española: la instalación de un aparato de exterminio sobre los elementos críticos del Comintem. Contreras-Vidali tuvo, precisamente, activa participación en el más oprobioso de los crímenes stalinianos en España: el asesinato de Andrés Nin, dirigente del centrista Partido Obrero de Unificación Marxista, que mantenía discusiones políticas con Trotsky y estaba vinculado a la Oposición de Izquierda.


 


Luego de la tragedia de España, Tina regresa a México: sacudida por el asesinato de Trotsky, rompe finalmente con el PC, con “Stalin y su banda de asesinos, que han transformado a la palabra comunista en un insulto”. Su muerte ocurre muy poco tiempo después de esta ruptura, y en circunstancias oscuras: Cacucci esgrime la hipótesis de un nuevo “ajuste de cuentas” staliniano: Tina se retira descompuesta de una fiesta organizada por el poeta stalinista Pablo Neruda (entonces cónsul chileno en México) y muere de un paro cardíaco a bordo de un taxi que la conducía a su casa. En 1947, y en idénticas circunstancias —observa Cacucci— moriría en México el revolucionario Víctor Serge. (El autor señala que, en aquellos años, el sindicato de taxistas mexicano era dirigido por los stalinistas, que solían utilizarlo como "fuerza de choque” en sus “operaciones políticas”). A modo de epílogo, el libro de Cacucci cierra con un poema de Neruda homenajeando ‘a Tina Modotti”. Según Cacucci, el vate movió su pluma por encargo del aparato, para aventar los crecientes rumores que responsabilizaban al stalinismo de la muerte de Tina.


 


A través de una figura secundaria, Cacucci describe la acción devastadora del stalinismo sobre el movimiento obrero y la intelectualidad revolucionarios de los años ‘30: exterminó a parte de ellos, y volcó a otra porción en el escepticismo y la desmoralización. Es importante retomar estos testimonios históricos, para entender que el derrumbe completo de este aparato —acontecido cincuenta años después— despeja el camino de los trabajadores hacia su emancipación.

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