La situación política en esta etapa de la guerra


POLÍTICA OBRERA Y LA GUERRA DE LAS MALVINAS

P.O. 330, págs 2, 3 y 4, 12/6/82


 


Las fragatas, destructores, acorazados, y portaaviones de la flota británica hundidos o seriamente averiados por la aviación argentina; el inmenso costo de la movilización militar del imperialismo en relación a su objetivo; así como la magnitud de la crisis internacional provocada por la crisis en el Atlántico Sur no reflejan solamente la importancia de cosas tales como la superioridad aérea, la cuestión del porte de los navíos de guerra o el valor crucial de la electrónica. Lo que se está expresando aquí es toda la inmensidad de la crisis política del imperialismo mundial. Es que la partida forzada de los dos tercios de la marina británica hacia una zona distante 17.000 km de su campo normal de operaciones -con el resultado obligado de ofrecer brechas militares fundamentales- está expresando el resquebrajamiento del orden político mundial del imperialismo, del cual la dictadura argentina era una pieza fundamental. Los ingleses tuvieron que mandar tan lejos sus portaaviones, porque el territorio continental argentino y la marina argentina habían dejado de ser el "portaaviones natural” del imperialismo mundial. Los gendarmes nativos del imperialismo en el Atlántico Sur se transformaron, repentinamente, con los aviones y cohetes que les entregó el imperialismo, en los enemigos militares del ejército imperialista. Y todo esto ha ocurrido por la simple razón de que seis años de implacable explotación y saqueo de la economía argentina por el gran capital internacional y sus agentes locales, así como la colosal impasse del conjunto de la burguesía argentina, minaron a tal punto las bases de la dictadura y del Estado burgués que la primera se vio obligada a emprender una aventura internacional contra uno de los imperialismos menores, que se ha transformado en una causa nacional del país sometido contra el imperialismo mundial. A término, o esta causa nacional acaba con la dictadura militar (ésta no es más que una criatura del imperialismo mundial) y con el régimen burgués (ningún sector de la burguesía nacional manifiesta la menor disposición de mantener la lucha contra el imperialismo hasta sus últimas consecuencias), o el Estado capitalista logra hacer frente a la enorme crisis planteada, y ello tendrá como consecuencia la liquidación de las reivindicaciones nacionales.


Ante la batalla final, continúa la capitulación de la dictadura


Las tropas británicas, a costa de las perdidas señaladas, rodean el bastión final de Puerto Argentino, El mando militar promete resistir y transformar esta batalla en decisiva.


¿Pero se adoptan los medios para alcanzar la victoria?


Se hace exactamente lo contrario. Durante dos meses, los voceros militares se turnaron en las páginas de los diarios, en la radio y la televisión, para asegurar que el emplazamiento en las islas del archipiélago era inexpugnable. Se estableció, así, el argumento para una política de ufanismo y de apaciguamiento del imperialismo, en lugar de expropiarlo, armar a la nación y aliarse militarmente con las naciones que sostienen nuestra causa.


Primero, en las Georgias del Sur, luego en las Malvinas, la tesis de la inexpugnabilidad se hizo pedazos. A costa de pérdidas inglesas, pero se hizo pedazos.


Ahora, ante la inminente batalla por Puerto Argentino, la política de apaciguamiento del imperialismo, de desmovilización de la nación y de desmoralización de los aliados potenciales prosigue.


Costa Méndez rechaza la ayuda militar de Cuba y de Venezuela. Explica que no tenemos diferencias “ideológicas”, es decir, de principios, con el imperialismo, por lo que no se justificaría empeñarse hasta destruirlo. Sostiene que debemos seguir integrando el sistema de alianzas del imperialismo, precisamente el sistema que se ha movilizado para aplastarnos como nación. Este planteo en medio de la guerra es el planteo de la traición. Lo comparte la inmensa mayoría de los funcionarios de la dictadura, de sus aliados políticos directos y de la Multipartidaria.


Pero en esta guerra hay un choque de principios -de lo contrario no se debió comenzarla. En última instancia, el principio que está en juego es el del derecho de una minoría de naciones burguesas imperialistas de explotar a la inmensa mayoría de las naciones burguesas oprimidas. Una victoria argentina en esta guerra es una victoria de la autodeterminación nacional, por tanto, de la abolición de toda forma de sometimiento nacional.


Los planteos de Costa Méndez en este momento crucial traducen los del conjunto de la dictadura. Se pretende ejercer una nueva presión sobre el imperialismo yanqui para que actúe de árbitro. Se hace "tercermundismo” oratorio para chantajear al opresor del norte. Miret y Mallea Gil se fueron a Nueva York a ofrecer el retiro argentino “sin humillación”.


¡Y esta gente tiene la responsabilidad de la, “batalla decisiva"!


Otra manifestación de la entrega de esta lucha, es la especie de que, pase lo que pase “ya hemos ganado”, pues “tenemos otra imagen internacional”. Se trata de cubrir una derrota provocada por la política de desmovilización y capitulación, con el recuento de los navíos ingleses hundidos. La debacle del imperialismo no puede justificar nunca la debacle de Argentina ante el imperialismo.


En lugar de traer la ayuda de América Latina, traen al Papa, y en lugar de movilizar a la nación en armas, se movilizan a Luján con plegarias. La dictadura capitula ante el agresor imperialista, porque no quiere romper los lazos estratégicos con él.


No a la “paz" con el imperialismo


La camarilla militar, los explotadores en su conjunto, los curas de todos los matices y los infaltables stalinistas, están usando a los soldados argentinos que cayeron en las Malvinas, y a los que aún deberán caer, como un monstruoso chantaje contra toda la población trabajadora, para que se acepte un arreglo con el imperialismo. A esto llaman conquistar la “paz”.


Así como no hemos asumido ninguna responsabilidad por la iniciación del conflicto por parte de la dictadura argentina (es decir, con los métodos y fines de clase de ésta), no se debe asumir ninguna responsabilidad con la paz imperialista que se está tramitando. Existen los medios para imponer la victoria' de la causa nacional -armamento del país, expropiación del imperialismo, reversión de las alianzas internacionales. Son la dictadura y la burguesía quienes han resuelto rechazar y sabotear estos métodos. Para ellos la “paz” con el imperialismo es fundamental, porque su interés decisivo es recomponer las relaciones políticas con aquél. ¿No están pagando, puntualmente, los intereses de la deuda externa?


La única paz válida, duradera y venturosa es la que se obtendrá aplastando al imperialismo en todos los terrenos. Los campeones eclesiástico-militar-stalinistas de la paz con el imperialismo son los perpetuadores de la guerra, porque perpetúan sus causas —la explotación de unas naciones por otras y la explotación del hombre por el hombre.


El que no quiere los medios no quiere los fines -quien no arma a la nación, ni rompe con el imperialismo, no quiere ni la victoria contra la flota.


El camelo de “seguiremos la guerra"


El fracaso de las últimas negociaciones en la ONU, esto a pesar de las enormes concesiones estratégicas de la dictadura (retiro de Argentina previo al retiro de la flota, plazo indefinido para negociar la soberanía, tutela del proceso por a Consejo de Seguridad, fuerza de paz compuesta por aliados del imperialismo), plantea la posibilidad de que se produzca la batalla de Puerto Argentino.


En lugar de tomar medidas que golpeen duramente al imperialismo y a todas sus relaciones internacionales, esto pal3 apoyar esa batalla y para permitir la continua hostilidad a 13 flota, los “olfas” de la dictadura amenazan con una guerra da cien años en caso de un retiro “humillante”.


Mentiras. No van a hacer mañana lo que se niegan a hacer hoy. No están trabajando ahora por la desmoralización d la nación, trayendo al Papa y apoyando al imperialismo, para plantear sobre esta base una guerra futura.


Las “amenazas” de guerras próximas y prolongadas constituyen el mensaje hipócrita y sutil de la voluntad de capitulación. No hay ninguna perspectiva antiimperialista detrás de esas posturas demagógicas. Lo que hay es un trabajo de propaganda para resignar a la nación con la derrota y, especialmente, con la necesidad de volver al redil mediante la negociación de un acuerdo. No debe descartarse que esté en marcha una maniobra de la camarilla militar para retirarse del gobierno con tina posición “patriótica”, lo que permitiría matar dos pájaros de un tiro: sacar al ejército del centro de la crisis política y responsabilizar a los civiles por la “paz" que se puede llegar a negociar.


La alianza angloyanqui se dobla pero no se rompe


Uno de los crímenes mayores de la dictadura militar es haber conducido la guerra en forma tan timorata, que el imperialismo yanqui nunca llegó a temer que se pudiera producir una confiscación de sus propiedades en Argentina o una reversión de las alianzas de ésta. Y es por esto que no se pudo explotar las diferencias entre yanquis e ingleses para debilitar a la flota. Con su línea de capitulación, la dictadura contribuyó a evitar que el frente imperialista se rompiera. Faltó aquí el “miedo” al comunismo que los yanquis sintieron cuando el imperialismo anglofrancés y el sionismo ocuparon el canal de Suez en 1956.


El gobierno de la Thatcher está obligado a registrar una victoria en las Malvinas, para mantenerse en el gobierno. Como éste fue uno de los objetivos principales del envío de la flota, está desplazando a los otros intereses generales del imperialismo mundial, que le dictan la conveniencia de una solución negociada que contemple el condominio con Argentina del Atlántico Sur.


Es por esto que el gobierno británico está chantajeando al norteamericano para que lo apoye en la ocupación indefinida del archipiélago.


Para los yanquis lo prioritario es reingresar como media-dores, directa o indirectamente. Por eso mandaron a Walters, presionan a los ingleses para que no bombardeen Comodoro, hicieron la ficción de abstenerse en la última votación en la ONU y, es muy probable (al menos así lo sugiere “Le Monde”) que hayan autorizado a Sudáfrica a vender material militar a Argentina con la finalidad de mantener a la dictadura en el circuito bélico imperialista.


Para los norteamericanos aún no estarían completamente maduras las condiciones para viabilizar su mediación. Quieren forzar aún más la mano dando vía libre a la batalla de Puerto Argentino. Lo que en todo caso se proponen es colocar a las Malvinas en manos de una fuerza de paz que, según Reagan ha dicho en Londres, integrarían Estados Unidos, Brasil y Jamaica (las Georgias del Sur y las Sandwich del Sur pasarían a la NATO).


Los yanquis en el golpe


Pero es altamente probable que los yanquis consideren que ya no hay condiciones para un arreglo del conflicto sin un claro cambio político en Argentina. La camarilla militar y las fuerzas armadas han quedado demasiado comprometidas por la crisis de las Malvinas, y por el conjunto del desastre social y económico del país, como para poder conducir una negociación cuyo fin último es recomponer la inserción de Argentina en el sistema imperialista.


El hecho de que la Multipartidaria se haya pronunciado por la “paz” la transforma en un socio válido del imperialismo. El viaje del Papa debería asegurar la efectivización de un GAN entre la Multi y una nueva cúpula militar, para poner en marcha la "institucionalización". La Multi ha dejado de ser el frente de la patronal nacional golpeada por la dictadura proimperialista, y tiende a transformarse en el frente de recambio de la democracia proimperialista ante una dictadura desgastada por sus choques imprevistos con el imperialismo.


El gran "argumento" del imperialismo son los cerca de 40.000 millones de deuda externa y la bancarrota de la burguesía nacional. Esta depende como nunca de la banca internacional, lo que quiere decir que el imperialismo tiene en sus manos el destino político de todos los planes de “institucionalización y que usará de ese poder para exigir el ajuste de los “excesos” anticolonialistas de la dictadura.


Se procesa el “Gran Acuerdo Nacional”


Bittel y Cañero ya tienen un plan para un gobierno compartido con la camarilla militar. Contín y la UCR están un poco distantes de esta perspectiva y se limitan a respaldar un gobierno de transición que ejecute una política de reactivación económica. El stalinismo quiere un convenio supraconstitucional con la dictadura.


Pero en este GAN, la preocupación fundamental no es solamente el viejo “salto al vacío” que provocaría la caída de la dictadura -no es sólo el temor de que los trabajadores puedan aprovechar las brechas democráticas. Ahora están presentes dos grandes cuestiones: la crisis de la política exterior y la crisis de las fuerzas armadas en el caso de una derrota militar.


Para lo primero, los partidas de la Multi ha han mostrado las cartas: tercermundismo retórico, que permita encubrir una salida de la cuestión de las Malvinas a lo canal de Panamá, o a lo Camp David, recomponiendo las relaciones con el imperialismo. Asimismo, siguiendo el ejemplo del “tercermundismo” brasileño, utilizar la diplomacia “equidistante” para mejor ocultar la total postración ante la banca internacional.


Para lo segundo, cerrar con toda rapidez la crisis de las Malvinas, de modo que la herida abierta no avive una crisis militar, y bajar la cortina sobre los seis años de dictadura.


Por sus planteos ante el conflicto abierto con el imperialismo, los partidos de la Multi representan una alternativa de recambio, conforme a los intereses de aquél. Ha bastado que se presente, de un modo claro, un enfrentamiento con el imperialismo, para que las tendencias proimperialistas de la democracia burguesa salgan a plena luz. Los planteos democráticos formales, que no pueden separarse de la cuestión decisiva de la liberación nacional en términos generales, están íntimamente ligados a ésta cuando hay una situación concreta de guerra con el imperialismo.


Un frente que aspire a la democracia política debe plantear, inevitablemente, su oposición a una solución negociada que comportará el condicionamiento de la soberanía; el desconocimiento o la revisión de la deuda externa; la nacionalización de la gran banca; la depuración de la camarilla militar y el armamento de la nación. Sobre bases diferentes no hay viabilidad para la democracia, y ésta se transforma en el arma demagógica del imperialismo para recomponer las relaciones de Argentina con el conjunto del sistema imperialista mundial.


Los intereses del proletariado


Por referencia a la gran manifestación del 30 de marzo, la ocupación de las Malvinas bloqueó el ascenso en desarrollo del proletariado. Desde el 2 de abril, por otra parte, la burocracia sindical, la Multi y el PC, se empeñaron para que las masas no se movilizaran con sus propios métodos y sus propios objetivos contra el imperialismo. No fue posible explotar, por esto, el giro dado por el ejército, para presionar a los sectores más golpeados de éste por la agresión imperialista, a un frente militar con los trabajadores.


Las direcciones obreras desmovilizaron a la clase y se han integrado al “acuerdo nacional” con la dictadura y con el propio imperialismo -pues plantean la paz negociada y la intocabilidad de los intereses económicos y políticos de éste en Argentina.         


El principal peligro ahora es que la clase obrera sea llevada a apoyar al polo burgués democratizante, que busca un compromiso con el imperialismo, y que ni siquiera quiere imponer la vigencia plena de las garantías democráticas, puesto ¡ que postula un gobierno de “transición".


Este polo burgués aún se mueve tras los bastidores, porque la guerra no ha concluido pero sus ajetreos son intensos porque puede ser llevado a ocupar el primer plano muy rápidamente. La Iglesia es uno de los más activos centros de este esquema.


La enormidad de la desocupación le priva de un impulso espontáneo de movilización a los trabajadores, pero la acentuación inevitable de la crisis económica, debido a la fantástica política inflacionaria que se está ejecutando, pondrá al proletariado ante un dilema de lucha o miseria inexorable. Esto se dará en un agudo cuadro de crisis política.


¿Cómo podría el proletariado retomar su perspectiva de ascenso y explotar la crisis con el imperialismo para elevar la lucha de las masas y conquistar la dirección del conjunto de los trabajadores?


1) Sigue siendo esencial orientar el impulso antiimperialista hacia los comités patrióticos en las fábricas, teniendo en vista, principalmente, el control sobre los beneficios capitalistas y la necesidad de unir a toda la zona circundante en manifestaciones por el entrenamiento y el armamento de la población. Hay que explicar a los oficiales y soldados que Puerto Argentino está políticamente perdido si no se adopta una política revolucionaria contra el imperialismo. Estos comités patrióticos deberán servir para organizar los cuerpos de delegados y las internas.


2) Se debe imponer el funcionamiento de hecho de los sindicatos, tomando como base la exigencia de que se movilicen contra el imperialismo y de que defiendan a los trabajadores contra la carestía y la desocupación que implementan Alemann y las patronales. En estrecha relación con esta tarea hay que reclamar el cese de las intervenciones, la plena libertad de organización política y sindical, la libertad de todos los presos y la vigencia de los derechos constitucionales.


3) La democracia formal e inconsecuente no puede conducir victoriosamente a la lucha contra el imperialismo, ni atenuar (no digamos eliminar) la miseria de las masas y la postración de la Nación. Un golpe “democrático" serviría, por el contrario, al imperialismo yanqui. La conquista de una democracia política efectiva está ligada a dos cuestiones: el armamento de los trabajadores y al aplastamiento del imperialismo. Es juntamente con estas dos reivindicaciones que debe plantearse la convocatoria de una Asamblea Constituyente Soberana. Sólo explotando la presente lucha contra el imperialismo para organizar y armar al proletariado podrá avanzarse hacia el derrocamiento de la dictadura militar.


4) La realización de estas reivindicaciones depende de que el proletariado no sea entrampado en el polo burgués en plena gestación. Se hace necesario poner en pie a las organizaciones de clase del proletariado y dar la batalla para echar a la burocracia sindical.


5) La acentuación del despertar antiimperialista; las divergencias inevitables entre la burguesía y pequeña burguesía, que resultarán del agravamiento de la crisis y de la derechización de la primera; la lucha a muerte contra el polo burgués; la puesta en pie del proletariado; deberán conjugarse con la táctica política de conformar un frente revolucionario antiimperialista.

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