Convenio metalmecánico


El sindicato le abre el camino al gobierno anti-obrero de PRODI


El convenio colectivo de los metalmecánicos firmado por la Fiom-FIM-Uilm (los sindicatos de la categoría de la CGIL-CISL-UIL1), representa para la Fiom el punto de llegada de un largo camino de carácter político desarrollado sobre la espalda de los trabajadores. No casualmente, mientras se lo presentó exteriormente como un buen acuerdo sindical, en la discusión del comité central se lo justificaba con argumentos y razonamientos exquisitamente pre electorales. Luego del acuerdo previo entre Federmecanica y FIM-UILM2, que la Fiom se había negado a firmar, y a pocos meses de las elecciones, la categoría más importante de la CGIL reconquista el centro de la escena y se candidatea para asumir un rol político tratando de modificar los equilibrios internos en el principal sindicato italiano. Es decir, pasar de la vieja polarización entre la mayoría de Epifani (demócratas de izquierda) (DS) y la izquierda sindical de Patta (cercano a los comunistas italianos y portavoz de la izquierda sindical de “Lavoro Societá”), hacia un nuevo modelo en el cual, redimensionados los componentes políticos, se afirme la centralidad de una categoría guiada por exponentes de la ex mayoría (Rinaldini, izquierda DS) y de Lavoro Societá (Cremaschi, PRC, líder de la Red 28 de Abril), que renuncia al rol de “cuarta confederación” pero a cambio aspira al reconocimiento de “corazón” de la CGIL. En una fase en la que ésta se prepara a ejercer una presión lobbista frente a Prodi (y a darle una cobertura por izquierda). La Fiom, dentro de la CGIL se hace cortejar por la DS y por el Partido de la Refundación Comunista (PRC). Es emblemático el hecho de que Bertinotti haya garantizado una candidatura segura al secretariado nacional de la Fiom -en otras palabras, el portavoz de la Fiom en el Parlamento. Y que haya logrado también la probable sustitución de Patta en el secretariado nacional de la CGIL por un afiliado a Refundación.

 


De esta manera, la burguesía italiana, la burocracia sindical y la Unione preparan una mediación entre ellos con el fin de controlar los probables impactos sociales de la política antiobrera de Prodi. Un operativo que no se limita a la propia CGIL: Sevino Pezzotta, secretario general de la CSIL, el segundo sindicato italiano (de matriz católica), será candidato en las elecciones por indicación directa de Prodi. Epifani aparece entonces, ante el proceso electoral, como dirigente de una CGIL fuerte y reunificada, capaz de contener las fuerzas centrípetas de Patta y Rinaldini a cambio de un reconocimiento de sus roles.

 


En este cuadro, el asunto de los metalmecánicos representó una moneda de cambio entre la CGIL y la Fiom. La firma del convenio permite a Epifani reanudar una relación unitaria con CSIL y UIL, condición necesaria para meter mano a una reforma de los convenios nacionales, y para relanzar el diálogo con la burguesía italiana, que apunta a relanzar sobre esa reforma la competitividad de un país con las tasas de crecimiento más bajas de Europa. “Una gestión compartida y eficiente de las relaciones de trabajo es una de las condiciones fundamentales para el relanzamiento de la competitividad del sistema productivo metalmecánico y técnico”, recita el acuerdo suscrito por la Fiom.

 


Ante los ojos de los trabajadores la firma es presentada como un triunfo: aumentos salariales promedio de 100 euros (superiores, se dice, a la inflación programada, es decir decidida por el gobierno) y un freno a ulteriores formas de flexibilidad, sujetas obligatoriamente a tratativas por planta. Pero en realidad, bajo la fuerza de un complejo sistema (un tantum, un alargamiento de la duración del contrato a seis meses y el escalonamiento de su entrada en vigencia), los aumentos reales medios estarán comprendidos entre los 50 y 60 euros brutos (37 a 45 netos). Un aumento ridículo abaratado con una pérdida de derechos a través de la extensión de contratos de aprendizaje (con períodos determinados de hasta 60 meses en el nivel 5 y con derechos reducidos) y la introducción de horarios plurisemanales. Es decir, la posibilidad para la empresa de aumentar el horario desde 40 a 48 horas semanales (dos horas más por cinco días o el sábado laborable con una bonificación del 15% en vez del 50%) hasta las ocho semanas. Es verdad que la adopción de estos instrumentos está subordinada a la contratación empresaria, pero es igualmente cierto que al menos formalmente el sindicato no puede decir “no”, sino solamente discutir cómo aplicarlos. Sobre todo esto desvía la lucha contra la flexibilidad al terreno más desfavorable para los trabajadores, teniendo en cuenta que la mayoría de las empresas son pequeñas y frecuentemente no tienen representación sindical.

 


Los trabajadores han comprendido, y la tensión en las fábricas, mientras están por comenzar las asambleas y el referéndum-confirmatorio, es alta. Luego de un año de huelgas y, sobre todo, luego de las arduas luchas del último mes (regiones enteras paralizadas por cortes de calles, rutas y vías férreas), se esperaban resultados reales. La repentina frenada asumida por el sindicato (y ratificada con entusiasmo por Bertinotti) produjo malestar y en algunos casos rechazos que la burocracia sindical tiene dificultad en contener. Por esto los resultados del referéndum de mediados de febrero representan una prueba importante. Bruno Manganaro, dirigente de Progetto Comunista y secretario de la Fiom de Génova, emitió un voto negativo en el comité central de la Fiom y estamos preparando la campaña por un voto negativo en el referéndum. Es probable que a pesar de esto el convenio se confirme. De todas formas, es una oportunidad preciosa para intervenir en la crisis que se está produciendo entre los partidos de izquierda y su base social obrera, con una campaña nacional que tiene un fuerte significado político. Es también un test sobre nuestra capacidad de dirigirnos a sectores de las masas y de echar raíces en la clase obrera.

 


1) CGIL (Confederación General Italiana del Trabajo), CISL (Confederación Italiana de Sindicatos de Trabajadores), UIL (Unión Italiana del Trabajo). Centrales sindicales italianas.




2) Federmeccanica, Federación Sindical de la Industria Metalmecánica (empresarios). FIOM, Federación de empleados y obreros metalúrgicos. UILM, Unión Italiana de Metalmecánicos


 

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