La izquierda en las elecciones norteamericanas


La mayor parte de la izquierda de Estados Unidos alternó su posición en las últimas elecciones entre el apoyo al demócrata Kerry y a otros más izquierdistas, como Ralph Nader o Leonard Peltier. Estuvo ausente incluso el esbozo de una candidatura o una campaña de propaganda electoral de clase, es decir que hiciera eje en la necesidad de un partido obrero independiente. Aunque se podría alegar que el hecho refleja un atraso político objetivo de las propias masas obreras, es necesario tener presente que en el comienzo de la campaña electoral ni siquiera la oposición burguesa creía que tenía alguna posibilidad de rivalizar en pie de igualdad con Bush.



Pero cuando el político demócrata Howard Dean se atrevió a cuestionar el criterio establecido, incluso el de los más izquierdistas, con una campaña contra Bush, quedó expuesto ante los ojos del país que la oposición al gobierno no sólo era masiva sino ‘sorprendentemente’ radicalizada. En Estados Unidos, todas las corrientes políticas establecidas se caracterizan por ir a la cola de las masas, en especial de las masas de la juventud.




Los partidarios del voto a Kerry no pudieron esgrimir ningún hecho que separara a Kerry de la política en curso en Irak. Kerry apeló, no a la crítica antibélica sino a la ofensa inflingida a la moral por el engaño oficial. Un exponente reconocido de esta izquierda, la revista The Nation, dejó, sin embargo, muy claramente expuestos los fundamentos reaccionarios de este apoyo a Kerry. En un editorial del 21/10/04 escribió: “Si Bush es derrotado, toda su presidencia adquirirá el aspecto de una aberración, un error ahora corregido…”. La preocupación, se ve, es absolver a la democracia imperialista y a la burguesía dominante de sus pecados y, por sobre todo, recuperar los equilibrios perdidos. Precisamente por esto la candidatura de Kerry era doblemente reaccionaria, ya que a la continuación de la guerra imperialista añadiría la ilusión, la ficción y la demagogia del pacifismo. En definitiva, para los pacifistas de los países imperialistas, lo cuestionable no es la guerra sino que pierda su carácter de recurso excepcional o alternativa de corto plazo. Al pequeño burgués, en definitiva, sólo le preocupa mantener la mesura… hasta que él mismo se convierte en desmesurado en las condiciones de revoluciones y contrarrevoluciones, de guerras y fascismos.




Los otros sectores de la izquierda apoyaron a candidatos que se oponían a la guerra de Bush, pero no a la guerra imperialista en tanto que tal, pues pedían que la ocupación de Irak pasara a la dirección de la ONU. Es lo que ocurre precisamente en Haití (lo que demuestra que Bush no ignora a sus críticos, incluso los más ‘extremos’), donde la ocupación, precisamente por esa razón, es apoyada por casi toda la izquierda latinoamericana.




Es que para los pacifistas norteamericanos también está en la agenda la “lucha contra el terrorismo”, como ocurre con el bertinottismo italiano. La habilidad residiría en colocarse en el justo medio y en evitar los ‘excesos’. Las sociedades imperialistas, parece decir esta gente, y ellos mismos, claro, toleran la violencia hasta un cierto punto.




Si en Estados Unidos la tarea de construir un partido obrero enfrenta obstáculos enormes, resulta más importante aquí que en cualquier otro país evitar que las energías o la simple atención de los trabajadores sean distraídas por planteo» o corrientes vulgarmente pacifistas, o sea hostiles a la lucha de clases. La lucha de clases es el punto de partido de la construcción de un partido obrero.


 

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