Mar del Plata: Crisis cumbre


¿Es verdad que la Cumbre de presidentes de América, realizada en Mar del Plata, fue una derrota política de Bush (“una visita desastrosa”, dijo The New York Times) o un renacimiento del nacionalismo latinoamericano?


Desde el punto de vista de los explotados del continente, nada cambió. A pesar del “renacimiento del nacionalismo latinoamericano” continúa la política de rebaja salarial, flexibilización, el pago de las deudas externas, y los ataques a las condiciones de vida y de trabajo de las masas laboriosas.


 


Una crisis cumbre


 


La cumbre de Mar del Plata reunió a los representantes de un conjunto de regímenes políticos en crisis.


Lula, que encabeza el gobierno de un partido en disolución. El presidente de Ecuador, donde la crisis política se ha profundizado con la victoria de la huelga petrolera de agosto pasado contra la Occidental Petroleum.


Nicaragua, donde el presidente Bolaños enfrenta, sino un juicio político, sí una segura derrota electoral. Estuvo Fox, cabeza de un gobierno masivamente repudiado en México. Eduardo Rodríguez, el presidente “interino” de Bolivia.


 


La crisis más importante, ni que decirlo, es la del propio régimen político norteamericano, como consecuencia del fracaso de la invasión a Irak. Lo que se manifestó en Mar del Plata fueron las divergencias acerca de con qué política hacer frente a la crisis continental.


 


“Antiterrorismo”


 


Los chisporroteos verbales de uno u otro presidente sirvieron para dejar en segundo plano los acuerdos fundamentales. El primero de ellos fue el compromiso con la “guerra antiterrorista” de Bush. La declaración aprobada en Mar del Plata dice que “tomaremos todas las medidas necesarias para prevenir y combatir el terrorismo y su financiación”.


 


No se trata de un acuerdo menor. Es que el rubro “antiterrorismo” significa la puesta en pie de un aparato represivo clandestino común -con chupaderos (cárceles secretas), secuestros-detenciones sin cargos ni presentación ante un juez), y con el uso sistemático de la tortura.


 


Algunos de los gobiernos, como el argentino, juegan aquí un papel clave. Argentina fue “felicitada” en el informe anual del Departamento de Estado por su “cooperación” en la vigilancia de la “triple frontera” (Argentina, Brasil, Paraguay). A la luz de los hechos que se conocieron con posterioridad a este informe (que los yanquis han establecido cárceles secretas y bases para operaciones “encubiertas” en una treintena de países), se desprende que una de esas instalaciones se encuentra en territorio argentino. La Administración Federal de Aviación de los Estados Unidos ha elevado a la categoría de “máxima seguridad” al aeropuerto de Ezeiza. El imperialismo “recategorizó” el aeropuerto porque ha logrado el control absoluto sobre los cielos argentinos y ha infiltrado hasta el tuétano a sus servicios de inteligencia.


 


Así ha pagado Kirchner el “apoyo” de Bush en la renegociación de la deuda externa.


 


No es el único. Brasil encabeza la ocupación de Haití. Uruguay acaba de aprobar -con el voto de los parlamentarios frenteamplistas- su participación en el “Operativo Unitas”, con la marina norteamericana. Paraguay, por su parte, acaba de-autorizar la instalación de una base aérea en su territorio, desde la cual los norteamericanos pueden intervenir en la “triple frontera”, en el sur de Brasil, en el norte argentino y, sobre todo, en Bolivia. Es decir que los países del Mercosur, presentados como el núcleo de la “resistencia” a Bush en la “cumbre” (“los cinco mosqueteros”, incluyéndose él también, de los que habló Chávez), están sólidamente incorporados a la política “antiterrorista” de Bush… incluso en momentos en que esa política es criticada en los propios Estados Unidos.


 


En este punto, la victoria política de Bush es indiscutible.


 


Bolivia


 


La crisis boliviana y las próximas elecciones en el país del Altiplano estuvieron en el centro de los debates de la cumbre. Argentina y Brasil se comprometieron de nuevo a intervenir activamente para que la victoria de Morales no afecte los principales intereses imperialistas en Bolivia.


 


Tanto Lula como Kirchner están particularmente interesados en la cuestión. El primero, por la participación de Petrobras en la explotación de los hidrocarburos bolivianos; el segundo, por la participación de Repsol (en la explotación) y de Techint (en la venta de tubos para las perforaciones). El 40% de las acciones de Petrobras está en manos privadas, y se cotiza en las bolsas de San Pablo y Nueva York; el 50% de las acciones de Repsol está en manos de fondos de inversión norteamericanos. Los mismos pulpos -Petrobras, Repsol y Techint- están asociados con la estatal PDVSA en la explotación del crudo venezolano.


 


Los intereses imperialistas en Bolivia no serán defendidos con la política (y el personal político) de Bush sino con la política (y el personal político) de los Lula, Kirchner y Chávez. Pero esto no es de ahora: así quedó de manifiesto en la insurrección de octubre de 2003.


 


Venezuela


 


Uno de los “condimentos” de la cumbre fue la presencia, en una misma sala, de Bush y Chávez, dos enemigos políticos declarados. Pero Venezuela es el principal proveedor de la reserva petrolera estratégica de EEUU.


 


El gobierno venezolano mantiene estrechas relaciones con el imperialismo europeo, como se ha manifestado en el respaldo de la UE a la venta de armas españolas a Venezuela, incluso ante la oposición del gobierno norteamericano. Repsol ha sido la primera petrolera internacional en aceptar la formación de una “empresa mixta” con la estatal PDVSA. También, mantiene estrechas relaciones con los aliados latinoamericanos de Bush, como el colombiano Alvaro Uribe. Venezuela y Colombia han firmado un “acuerdo antiterrorista” y han emprendido negocios petroleros comunes, como la construcción de un oeloducto entre el Pacífico colombiano y el Atlántico venezolano, que permitirá exportar crudo a China. La Chevron-Texaco participa en el gasoducto a ambos lados de la frontera de forma directa en Colombia; asociada a Repsol en Venezuela.


 


Las limitaciones insalvables del nacionalismo chavista se volvieron a poner en evidencia poco  después de la cumbre, con el compromiso venezolano de compra de bonos de la deuda a la Argentina… que utilizará los fondos que reciba para el pago de su deuda externa.


 


Disputas


 


Los choques alrededor del ALCA se transformaron en un fetiche que sirvió para ocultar la realidad de lo ocurrido en la cumbre. La negativa de Kirchner de incluir una mención al ALCA puso al desnudo la  negativa del norteamericano a respaldar al gobierno argentino en las negociaciones con el FMI.


 


Pero la burguesía argentina es favorable a una entrada al ALCA de Techint, el pulpo al que el gobierno considera el “modelo” de  la burguesía nacional, lo que viene reclamando desde hace rato la formación de un “ALCA siderúrgico”, que garantice a la siderurgia latinoamericana el acceso al mercado norteamericano, en detrimento de Europa y Asia. El propio Lula firmó con Bush una declaración pro-Alca inmediatamente después de la cumbre de Mar del Plata. Uruguay acaba de firmar un “tratado bilateral de inversiones” con Estados Unidos.


 


Decir que el Mercosur constituye una “alternativa” al Alca es una fantasía, salvo que el lugar del imperialismo yanqui lo ocupe el europeo.


 


Balance


 


La cumbre mostró la debilidad internacional de Bush. También fracasó Kirchner, que pretendía cobijarse en el ala del presidente yanqui para lograr alguna “ventaja” en su negociación con el FMI.


 


Pero, por sobre todo, la cumbre puso en evidencia las insuperables limitaciones del nacionalismo burgués y del centroizquierdismo que, en el cuadro de una crisis política excepcional del imperialismo dominante en la región, se revelan incapaces de dar una salida independiente al continente. Al contrario, pretenden aparecer -frente a las tendencias revolucionarias que agitan la región- como los garantes del orden imperialista.


 

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