Venezuela: Una nueva asociación con los pulpos del petróleo


El gobierno de Chávez está a punto de culminar la renegociación de los contratos con las petroleras, que habían sido firmados por la administración anterior, en la década del ’90, cuando los precios internacionales eran una tercera o cuarta parte de los que rigen en la actualidad. Chávez amenazó a las compañías con la pérdida de sus concesiones -una producción de 500.000 barriles de petróleo diarios- si no aceptaban los cambios antes del 31 de diciembre.


 


De las 32 compañías comprendidas en la renegociación, 22 (las de menores dimensiones) aceptaron las modificaciones ya hace varias semanas. La negociación se prolongó, en cambio, con las mayores petroleras internacionales. De acuerdo a las últimas noticias, Total (Francia), ENI (Italia), Chevron-Texaco, Shell y la British Petroleum aceptaron la conversión de sus contratos. La única empresa que se negó a hacerlo, la Exxon, acaba de vender sus operaciones en Venezuela a Repsol. Aunque los detalles de los contratos todavía deben ser precisados, los convenios de concesión vigentes dejarán el lugar a empresas mixtas, en las que PDVSA tendrá por lo menos una participación del 51 por ciento. Las regalías pasarán del 1 por ciento al 30 por ciento y la tasa impositiva pasaría a ubicarse en 50 por ciento en lugar de 34%. Asimismo, se implementará una serie de normas restrictivas de los gastos que las empresas están habilitadas a deducir de impuestos.


 


El cotejo de los términos entre los viejos y nuevos contratos da una idea de las espectaculares ganancias “extras” que venían embolsando las petroleras. Los contratos firmados en el anterior contexto económico internacional tenían como referencia un precio del barril de 10 ó 15 dólares. Chávez se ha sumado, incluso tardíamente, a una onda que ya fue iniciada por otros gobiernos. “La realidad es que en los años recientes, las petroleras han perdido poder en el mercado con relación a los países con reservas de hidrocarburos, y el gobierno de Chávez está haciendo lo mismo que otros en el mundo, desde Rusia a África del Norte” (The Economist, 12/11). El semanario inglés agrega que la clase de combinaciones que fue resistida por las petroleras en Venezuela, es la que estas mismas corporaciones “aceptan de buen grado en otras partes del mundo” (ídem).


 


Las petroleras que han cedido a las pretensiones gubernamentales han recibido, como contrapartida, una serie de concesiones. Los viejos contratos vencían a lo sumo dentro de 7 años. Con los nuevos contratos, las petroleras se aseguran 40 años de explotación y, por sobre todo, la disponibilidad de enormes reservas; ganan acceso a otros negocios como el del gas licuado y obtienen luz verde para explorar la cuenca del Orinoco, donde están concentradas las principales reservas de petróleo pesado del mundo.


 


Una de las empresas que más fogonearon estos acuerdos es Repsol, que ha cerrado convenios estratégicos que supondrán la ampliación de la producción de la petrolera en un 60 por ciento. Los acuerdos contemplan la entrada de Repsol en el principal proyecto venezolano de Gas Natural (GNL) e incluye su desembarco en la cuenca del Orínoco con un megaproyecto. Para esta última inversión. Repsol se asociaría a la estadounidense Chevron-Texaco con la cual acaba de firmar una carta de intención. Si el acuerdo con los españoles fue exhibido por alguno de sus partidarios, como un paso para independizar a Venezuela de la órbita norteamericana, la asociación nombrada sirve para desinflar esta expectativa. Por otra parte, el capital financiero norteamericano controla, a través de la Bolsa, el 70% de las acciones de Repsol.


 


Estos acuerdos ponen al desnudo que el proyecto de “emancipación” latinoamericana a través de la asociación de PDVSA con otras empresas petroleras estatales, no es más que un proyecto de entrega a los pulpos internacionales de las enormes reservas de gas y petróleo de América Latina, en especial en Perú, Bolivia y la plataforma del Atlántico. Es lo que pretende hacer Kirchner con Enarsa: asociarla con los pulpos mediante la concesión del Mar Argentino y descomunales subsidios.


 


Es lo que intentará hacer Evo Morales en Bolivia: “refundar” YPFB para disimular la entrega de las gigantescas reservas bolivianas mediante acuerdos de asociación.


 


En oposición a esta variante nacionalista de concesiones a los pulpos petroleros, planteamos la nacionalización sin pago de los hidrocarburos de América Latina y la formación sobre esta base de una Petrosur bajo gestión obrera y campesina.


 

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