La voluntad quebrada


La aparición de "La Voluntad", un libro que anuncia en su tapa "Una historia de la militancia revolucionaria en la Argentina 1966-1973", ha concitado el interés de muchos lectores, hasta convertirse en un éxito editorial. La promesa de sus autores -Anguita y Caparrós- en el subtítulo, sin duda, podía suscitar la curiosidad de muchos jóvenes, y aun de quienes vivimos como jóvenes aquellos años, con la expectativa de encontrar una "verdadera historia" que permitiera sacar un balance político, advertir errores, reconocer las diferentes situaciones entre aquel pasado y el presente, de modo de poder trazar una nueva perspectiva política.


 


Sin embargo, nada de esto queda satisfecho con la lectura de las 700 páginas que contiene la obra. Se puede afirmar que el libro de Anguita y Caparrós está más cerca de la novela histórica que de la historia, porque aunque contenga datos históricos y aun alguna investigación, el acento está puesto en la estructuración del relato, la buena pluma y en testimonios de protagonistas de aquellos años. Por el contrario, no han hecho uso de la ventaja que otorga poder mirar acontecimientos del pasado desde el presente, como cotejar los documentos de las organizaciones que protagonizaron los sucesos de mayor significación política simultáneamente, advertir los programas y propósitos políticos de cada uno y, entonces, colocar los testimonios de los protagonistas en su verdadera dimensión. Esto sí sería hacer historia; aunque los autores podrán esgrimir el argumento de que ellos han presentado sólo "una", lo que desde luego es otra concesión a la concepción posmoderna, negadora de la posibilidad del pensamiento científico.


 


La presentación a-valorativa de sucesos y testimonios es a todas luces el falso lugar de la "objetividad", que consiste en ocultar desde qué posición política presente se mira el pasado. En este punto, Anguita y Caparrós, más allá de los esfuerzos realizados en la recreación de época, están en deuda con los lectores, y desde ya podemos adelantar que el tomo II prometido, que contendrá del 73 al 78, como continuación del editado, adolecerá de los mismos defectos.


 


Lo que define el carácter del libro es la posición actual de los autores, claramente expresada por Caparrós en un reportaje otorgado a la revista "Brecha" (1), en la que, frente a la pregunta sobre la nostalgia que trasunta el libro, dice: "Creo que es la nostalgia de la pasión, de la pasión pública" y continúa, "Sí, una pasión que se añora. Pasado aquel tiempo, pasados los años, yo empecé a tener, y tengo hoy, una vida que me gusta, pero el estado de pasión en que vivimos en esos años no se repite. Hablábamos nada menos que de cambiar el mundo". La posición actual de los autores puede ser escribir libros, sobre cuando querían cambiar el mundo, con lo que según sus propias manifestaciones no la pasan tan mal, pero no logran encontrar en sí mismos, la motivación revolucionaria de su juventud en el presente.


 


La ideología dominante en el libro es, sin embargo, la misma que los autores tenían cuando militaban, pero desde la nostalgia, la derrota y la poltrona del intelectual escéptico, que se refugia en el individualismo ecléctico. Para Caparrós, la principal enseñanza que le dejó su experiencia militante de los setenta, fue la comprensión del "peligro de los valores absolutos" (2), porque "la existencia de valores absolutos crea una estructura que no puede sino fracasar" (ídem), de modo que no se obtiene el resultado final prometido "ya sea el paraíso o el camino al socialismo" (ídem), sino que "cualquier movimiento que funcione sobre este sistema de verdades absolutas está condenado a reproducir aquel mecanismo de poder contra el cual supuestamente se ha luchado" (ídem). Es decir que, según Caparrós, la lucha de su juventud apuntaba inconcientemente a la reproducción de la dictadura del capital, sea bajo la forma militar o democrática. No se entiende, entonces, su nostalgia y su pasión, aunque sí por qué perdió esta última y ahora, que el sistema que quería reproducir se ha salvado, tiene una vida que le gusta.


 


Si los militares demonizaron a los militantes revolucionarios y Sábato y Alfonsín lo reafirmaron con la teoría de los dos demonios, Caparrós inaugura otra teoría de la "maldición", según la cual toda organización que luche por el socialismo se transforma en su contrario. La mirada de Caparrós sobre el pasado está tan turbada, que no ha advertido la cantidad de triunfos que pueden encontrarse en la historia de la clase obrera contra la explotación capitalista, basados en su organización detrás de "verdades (que él llama) absolutas".


 


Los principales protagonistas de "La Voluntad" son los militantes de las organizaciones foquistas, a las que los autores estuvieron ligados: el ERP, los Montoneros, las FAR, las FAP, cuyo papel en la vida política de entonces no es debidamente caracterizado, y sólo se introduce una crítica a su concepción que pone en boca del Partido Comunista. Pero cualquier lector avisado podrá comprender que se trata de desacreditar la crítica utilizando una fuente tan desnaturalizada.


 


Por aquellos años, si se hubieran tomado la molestia de indagar la documentación, habrían encontrado textos con críticas al accionar foquista que no partían del pacifismo cómplice de los stalinistas, sino de un punto de vista de clase, como el siguiente, producido frente a la muerte del general Sánchez y el secuestro de Sallustro: "De cualquier manera, pocas veces un episodio terrorista tuvo características más sobresalientes de provocación. En realidad, la liquidación de Sánchez fue el elemento decisivo de reagrupamiento que utilizó Lanusse ante los golpes que le propinara el Mendozazo. La represión instrumentada por el atentado logró detener la agitación que empujaba hacia un paro nacional activo en solidaridad con todo Cuyo. La misma burocracia sindical se vio favorecida por el hecho, ya que le permitió controlar las enormes presiones provenientes incluso de regionales burocráticas, para que cesara la tregua fijada con el acuerdo de Perón" (3).


 


Las provocaciones de las organizaciones foquistas eran el complemento de su seguidismo a la política de Perón y de la burguesía en general, estructurada en el Gran Acuerdo Nacional. Esta política no era patrimonio exclusivo de las organizaciones de adscripción peronista; el ERPcon el fin de no colisionar con la burocracia sindical del peronismo combativo se negó sistemáticamente a la constitución de una corriente clasista a nivel nacional y a dar batalla contra el desvío electoral organizado por Lanusse y Perón, promoviendo candidaturas obreras. Esta política fue un factor de bloqueo a la evolución de la conciencia de clase de los trabajadores peronistas.


 


Los autores, al no adscribir a esta visión crítica de la política de aquellas organizaciones, caen en las lamentables expresiones de Caparrós sobre el peronismo en el reportaje dado a Brecha: "Lo que pasa es que el peronismo real no existe. El peronismo es una máquina infernal y maravillosa que consigue reproducirse a sí misma infinitamente". Esta manifestación de impotencia política es el producto de no haber buscado en la historia las claves de su derrota, lo cual la transforma en infinita.


 


Un capítulo, sin duda, decisivo del libro, es el que se refiere al Cordobazo y, una vez más, la selección de los testimonios no es la adecuada y no permite ver con claridad la naturaleza de un acontecimiento, sin duda, de gran relevancia histórica. Los acontecimientos contados desde un dirigente de Luz y Fuerza y un estudiante del ERP, están por lo menos fragmentados, cuando los grandes protagonistas de aquella jornada fueron los obreros mecánicos y metalúrgicos, y el peso organizativo recayó, fundamentalmente, en el cuerpo de delegados del SMATA, donde se estaba desarrollando el proceso político más rico del proletariado argentino, que culminaría con el triunfo de la lista Marrón integrada por sectores independientes, de la Intersindical (4), del peronismo de izquierda, de la 1º de Mayo (5) y de Vanguardia Obrera Mecánica (6) contra la burocracia de Elpidio Torres, el 29 de abril de 1972.


 


Si los autores habrían tomado los documentos de las agrupaciones que militaban en el gremio mecánico, hubieran podido advertir qué se discutía en la vanguardia obrera de esa época, como por ejemplo lo reflejaba Política Obrera del 3 de mayo de 1972, con motivo del balance de las elecciones entre los mecánicos: "En su primera etapa el Movimiento de Recuperación Sindical (MRS), embrión de la Lista Marrón, fue del dominio de la ultraizquierda; se reflejaba en ello la influencia fundamental de la directiva del Sitrac-Sitram.


 


"Dos hechos lograron dividir a la ultraizquierda y aislar a sus sectores más ultras: el balance de la derrota del Sitrac-Sitram y de la huelga municipal (aquí los ultras hicieron bloque con la burocracia), y la discusión sobre la lucha electoral en el SMATA. La defensa incondicional de los ultras a la pasividad del Sitrac-Sitram, en el momento de la disolución, y su negativa a la lucha electoral, a la que reputan de pacifista, separó por completo a la 1º de Mayo del bloque ultraizquierdista.


 


"La escisión de la ultraizquierda se operó al tiempo que el peronismo combativo y el MUCS (7) intentaban distintas variantes electorales, incluso con la burocracia, para evitar un compromiso con VOM y la 1º de Mayo. El peronismo combativo se rompió: un sector decidió ir al voto en blanco, en la línea de no quebrar la "unidad, solidaridad y organización" enfrentando a la burocracia. El fracaso de un frente con el oficialismo depurado de sus peores elementos obligó al MUCS y al restante sector peronista a considerar el frente con los sectores que se reclaman clasistas.


 


"Pero este proceso de realineamientos no fue mecánico, se produjo por medio de una importante polémica. La 1º de Mayo se negaba a considerar un frente que no repudiara a la Hora (8) y al ENA (9); los reformistas querían asegurar que la lista siguiera al bloque legalista (10)-Intersindical de la regional. Esta polémica estaba atenuada porque a pocos se les ocurrió que la lista podía triunfar.


 


"Vanguardia Obrera Mecánica intervino en la polémica rechazando el repudio a la Hora y al ENA porque ello hubiera imposibilitado un frente cuyo objetivo era derrotar a la burocracia y recuperar la democracia sindical como método para elaborar la definición política de la clase obrera. Al mismo tiempo pugnó por introducir en el programa planteos referidos a la independencia política del proletariado y por asegurar la preeminencia del bloque 1º de Mayo-Independientes-VOM, que se identificaba críticamente con la experiencia del Sitrac-Sitram, sobre el peronismo prolegalista y la Intersindical. Sobre la ultraizquierda y sobre el reformismo triunfó el frente único de combate.


 


"La hegemonía de los sectores que se reclaman clasistas es muy leve. Aún así, activistas de la 1º de Mayo afirman que aceptaron el frente por esta hegemonía. Se olvidan, sin embargo, que la hegemonía es de un frente que se reclama clasista, y no sólo de ellos. Cometen el error de creer que, a partir de ahora, no habrá que actuar con acuerdos con el reformismo, lo que, dentro de un correcto marco polémico, será inevitable. Omiten decir que la leve primacía clasista en la lista se obtuvo por medio de la polémica enmarcada en el frente único, y no por medio del ultimatismo sectario".


 


Estos son los debates ausentes en "La Voluntad": los que desarrollaban, en las luchas políticas, los protagonistas de mayor significación y en los que se encarnaban los programas políticos de los partidos: el peronismo, el PC, el maoísmo, el ERP, PO, etc.; cada uno procurando por diversas tácticas hacer progresar, en el seno de las masas, su pensamiento político.


 


La riqueza de estos debates como puede advertirse está íntimamente ligada a los desafíos políticos del presente para la militancia revolucionaria. Seguramente, a Anguita y Caparrós no se les escaparán las analogías posibles entre las luchas populares de entonces con el Santiagueñazo, el Cultralcazo, los cortes de ruta y otras luchas de nuestros días, y la necesidad de dar respuestas políticas a las masas, que luchan contra la política fondomonetarista de hambre y miseria, del gobierno peronista de Menem-Duhalde. Pero no pueden plantearse cuáles son esas respuestas porque tienen quebrada la voluntad; de lo contrario, comprenderían la necesidad de las masas de dotarse de una organización política propia, que rompa con los planteamientos políticos de la burguesía argentina y el imperialismo, es decir, acometer la tarea histórica de construir un partido obrero, el partido de la revolución proletaria, superando de este modo, la subordinación de los trabajadores a la burguesía a través del peronismo, y su destacamento en las filas obreras, la burocracia sindical, tanto oficialista de la CGT, como la opositora de la CTA y el MTA.


 


Un párrafo merece la crítica a "La Voluntad" realizada por Gustavo Coria, en la publicación Política y Teoría (11), que en lo fundamental trata de exaltar la conducta del PCR, que fue un entusiasta partidario del seguidismo a la política burguesa del peronismo, como los grupos foquistas que pretende criticar, con la salvedad que atesora en su historial la pesada carga de haber apoyado al gobierno de la Triple A, anticipo del terrorismo de Estado desatado posteriormente por la dictadura militar. El PCR, como Anguita y Caparrós, no aprendió nada de la historia, y por eso integró las listas del Frente Justicialista y llamó a votar a Menem (el gorila más proimperialista de los últimos años) y en el presente procura por todos los medios a su alcance que los trabajadores no tengan una política independiente, para que sigan encolumnados detrás del peronismo. Esta gente, después de exhibir este prontuario, pretende hacer teoría política planteando la necesidad de "… una política correcta de neutralización de la burguesía nacional" (ídem). Toda una impostura.


 


La reacción y la derecha podrán ver en las páginas de "La Voluntad" una afrenta, por el solo hecho de que los militantes del ERP, los montoneros, etc., aparecen con una dimensión humana, con una dignidad que aquellos no encontrarían en "sus guaridas asquerosas", pero también con sus pequeñas debilidades, sus miedos, es decir, con toda la complejidad que tienen las personas de carne y hueso. Esta virtud, sí, debemos reconocerle al libro, por lo que tiene de des-sacralizador; pero en homenaje a los militantes de entonces, que murieron en defensa de sus convicciones, los luchadores del presente tenemos la obligación de una visión crítica de la historia que protagonizaron.


 


 


Notas:


 


1. Brecha, 11/7/97.


2. Idem.


3. Política Obrera, 19/4/72.


4. Intersindical: agrupamiento sindical dirigido por Agustín Tosco.


5. Agrupación 1º de Mayo, respondía al PCR.


6. Vanguardia Obrera Mecánica, ligada a Política Obrera.


7. MUCS (Movimiento de Unidad y Coordinación Sindical), respondía al PC.


8. La Hora del Pueblo: acuerdo político conformado por el peronismo, el radicalismo, la democracia cristiana, el Mid y otros partidos patronales, para impulsar la salida electoral.


9. Encuentro Nacional de los Argentinos: bloque conformado por el Partido Comunista con algunos pequeños partidos patronales, como el de Oscar Alende.


10. Legalismo: tendencia sindical que respondía a Atilio López, dirigente de la UTA y futuro vicegobernador de Córdoba en 1973. Fue asesinado por la Triple A.


11. Política y Teoría, Nº 36, 8/10/97.


 

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