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"Por qué fracasó la democracia"

“Gran parte de la izquierda no pasó la prueba de la democracia”

Pablo Bonavena y Gabriel Solano debatieron en La Plata.

Esta charla debate se desarrollo en la Facultad de Humanidades de la UNLP el 21/04, organizada por la UJS La PLata

Pablo Bonavena:

Buenas tardes. Agradezco muchísimo la invitación a poder participar de la actividad. Con Gabriel nos conocemos hace varios años. Le comento sobre todo a la gente que no es de la facultad, o que es de carreras que no pasan por historia y sociología, que en esta casa de estudios tiene un lugar -y muy bien ganado- lo que se conoce como la historia reciente y, humildemente, yo también participo de ese tipo de espacio, ¿no? Tratando de explicar un fenómeno de lo que se llama la historia reciente que suele ocurrir en los últimos 50 años en general y un poco más para atrás también. Todos los que transitamos en esa área de la construcción del conocimiento siempre nos enfrentamos a un duro escollo que es la capacidad limitada para asumir el desafío de relatar y explicar, sobre todo cuando uno toma períodos un poco extensos, aun dentro de lo acotado de la historia reciente. Hablar por ejemplo de cuatro décadas es un desafío siempre difícil.

El primer comentario que quiero hacer sobre el libro es que brinda muchísima información y menciona montones de procesos. Yo inclusive trataba de recordar de qué se estaba olvidando. Y realmente tiene un nivel de extensión, la localización de observar qué hechos y qué personajes importantes. Así que realmente este es un trabajo que muestra una rica yuxtaposición, complementariedad, entre lo que es la historia reciente y también el debate político. Desde el punto de vista de esa reconstrucción realmente el libro tiene -a pesar de estar plagado de datos y explicaciones- una lectura muy amable, muy amena y eso es el primer elemento que me gustaría destacar como manera de difundir el libro. 

La calidad de exposición que tiene el libro, para los más viejos como yo en esta reunión, es interesante porque el libro en esa reconstrucción rememora y ordena muchísimos datos, muchísimos hechos, muchísimos procesos que a la gente más veterana nos permite acomodar la cabeza. Pero seguramente para los más jóvenes es importantísima la cantidad de información que el texto brinda. Fíjense ustedes que tal vez acá hay gente que, seguramente, en gran parte de estas décadas no había nacido aún. Entonces para la gente joven me parece también un instrumento muy interesante esta aplicación sólida que combina una muy buena historia reciente con elementos del debate político actual, con proyección, además. Creo que se resuelve fantásticamente.

Para hablar del contenido del libro quiero resaltar algunas cosas que me parecieron importantes. Y sobre todo para la gente más joven, allí me parece que hay un aporte muy interesante que es que todo el tiempo el libro se contrapone a los relatos. Cuando uno dice relato y se ha usado mucho eso para hablar, por ejemplo, de la teoría de los dos demonios aludida en el libro o la explicación que ha hecho sobre lo que ocurre en la realidad en el kirchnerismo. Siempre que hablamos de relatos hablamos de una construcción que tiene un estatus estatal. Que tiene una enorme presencia social. Cualquiera que recuerde la teoría de los dos demonios seguramente inmediatamente lo va a asociar a películas de cine, a sociólogos, sociólogas, historiadores, historiadoras, Conicet, un libro, cultura, arte. Una movilización del Estado, eso tiene una enorme instalación social. Por eso siempre es muy importante para los que tenemos incomodidad con este orden social, confrontarlo. El libro contrapone todo el tiempo las explicaciones a la circulación de esos relatos. Simplemente menciono alguno porque eso es una cosa recurrente en las páginas de todo el libro. Por ejemplo, hay una clara confrontación contra el relato que idealiza la figura de Alfonsín. Para la gente más joven, sobre todo, es habitual escuchar cómo circulan algunas veneraciones de Alfonsín como “el padre de la democracia” y muchas otras. Inclusive esto ha sido hasta expandido por el actual presidente y flamante renunciante a su candidatura, Alberto Fernández. Otra, también para citar algunos simplemente de este perfil “contrarrelato” del libro, pone en cuestión una diferenciación en el plano de la lucha política y también de la producción académica, tiene una enorme presencia social con fuerza de relato: aquellos que diferencian al menemismo del peronismo. Esto es una cuestión que tiene una extensión hacia la contraposición de lo que llama acá Gabriel la “teoría de los modelos”: una supuesta confrontación entre el modelo productivista y un modelo de raigambre neoliberal. El libro también encuentra para mi un momento muy rico cuando aparece este planteo.

Profundizando un poco hacia el contenido, a mi realmente la lectura del libro me pareció un muy grato encuentro. Porque efectivamente, si hay una tarea que me parece del punto de vista político, teórico… teórico cuando digo para la disputa política, que tiene que ver con enfrentar relatos ideológicos, que tienen tantas usinas desde el Estado. Yo creo que el libro es una excelente herramienta para intervenir, postulándose desde las primeras páginas, en este debate a los 40 años. Creo que toda la militancia y la gente con inquietudes de la injusticia social debe tratar de amplificar esa discusión sobre qué significan los 40 años de democracia. Porque en el nivel general, pero también en el nivel académico -y en el nivel académico con una presencia enorme- la conmemoración de los 40 años ya viene desde finales del año pasado en algunos hechos notables, se está extendiendo y no desde la perspectiva que, justamente, plantea el libro. Entonces creo que en tal sentido el libro, si ustedes quieren, cumple la función histórica, teórica y política.

Pero sobre todo también ahí le encuentro otra virtud. Porque el libro se va un poco más atrás de las cuatro décadas por supuesto buscando hechos, argumentos. Allí quería señalar justamente que esa lucha teórica contra los 40 años también hay que cruzarla con otra que, en la versión sobre todo del peronismo universitario, vienen juntas. Esto está cobrando fuerza, sobre todo a partir del mes de mayo va a tener una enorme presencia en el ámbito académico y también político y cultural general: los “50 años de la democracia”. Ustedes van a ver que 40 años de Alfonsín para acá y los otros son los 50 años del año ‘73. Por ejemplo, los primeros días de mayo hay un primer congreso de varias universidades para conmemorar lo que fue la apertura democrática, la vuelta en el año 73. Con un fuerte sesgo esa reivindicación camporista. Hay una agrupación que se llama la Cámpora… Cámpora ‘73, la vuelta de Perón. Ahí es muy interesante entonces tener en cuenta esas dos conmemoraciones que se juntan y el libro ofrece también algún argumento para discutir aquel 73. Creo que hay que confrontar esas dos iniciativas también conjuntamente, aunque tienen peso distinto, sobre todo es el peronismo el que impulsa los 50 años. Cosa que es fundamental también para la izquierda revolucionaria porque -esto se los comento por viejo y por haber estado en ese clima de apertura de puesta en vigencia del sistema democrático del 83- una de las imputaciones que se hacía a la izquierda, allá cuando asomaba el gobierno de Alfonsín, era que no había sabido aprovechar la democracia del 73. Y gran parte de los males que atravesaba la Argentina tenían que ver con eso. Les comento que la cultura político-intelectual, revolucionaria, rescatada en el libro justamente se inscribe con un cuestionamiento en aquel momento a lo que fue la instalación de la democracia en el regreso de Perón visto justamente como un intento de neutralización de la lucha obrera.

Entonces en el campo revolucionario, para el año 83 aproximadamente, se decía que había que aprovechar el espacio que se abría, no volver a repetir la oportunidad que era la democracia y sobre eso se proyectaban muchísimas esperanzas, de lo que algunos tematizaban o conceptualizaban -el libro alude específicamente a una corriente- por la “revolución democrática” y las posibilidades que ofrecía la democracia. El libro justamente plantea y coloca la restauración democrática del ‘73 en la página 51 dice: “fue una herramienta para contener y desviar el ascenso de las rebeliones populares”. Y ahí aparece inclusive la consigna (de la corriente política e intelectual que recupera el libro): tipificar la llegada de Perón como el “contracordobazo”. El libro también tiene utilidad, si ustedes quieren, para esa rememoración y valoración de la democracia con otro sentido que también nos acompaña a los 40 años.

Respecto a el por qué fracasó la democracia, indudablemente, el libro ofrece muchos elementos para demostrar en una preocupación… ustedes fíjense que les hablo desde el lugar chiquito donde transcurre una parte grande de mi vida, que es el ambiente de la sociología. Esto viene incluso mundialmente desde finales de los 90: el tema que se llamaba la “democracia desconectada”. Estoy pensando en algunos sociólogos mundialmente reconocidos, eso es una problemática que venía. El libro sobre el final inclusive identifica otros núcleos ideológicos y políticos que tal vez podrían coincidir con esta afirmación de que la democracia fracasó. No es una cosa que es de ahora y que no tiene otros tipos de usinas frecuentes. Pero bueno el libro enfatiza realmente montones de cosas para marcar esa situación que además están condensadas al final en el cierre en donde hay una reseña, que eso al lector le permite hacer un balance final muy ajustado, otro mérito del método de exposición del libro. Simple y rápidamente enumero algunas cosas que quiero enfatizar. La democracia fracasó, en el libro lo señala, yo lo digo con otras palabras porque ustedes fíjense -y esto era un elemento muy fuerte en la expectativa de los años 83- porque en democracia se mantuvo la pena de muerte:  justamente acá se brindan datos de alusiones a la presencia del gatillo fácil -esta es una de las formas la pena de muerte-, desaparecidos, muertos en represión, etcétera. Eso es un indicador porque justamente pone en cuestión toda la carga ideológica del republicanismo que acompañaba la apertura democrática allá en el año 83. También en aquella época se decía que la democracia era la vida y era la paz, y el libro también en ese recuento tan importante de hechos señala en la página 40 más teóricamente relaciona democracia y guerra, esa tensión. Pero tampoco se olvida de la intervención argentina en la guerra de Irak como fuerza avalada por el parlamento. O sea, la Argentina también estuvo en guerra en democracia cuando eso se plantea como un fenómeno típico, por ejemplo, de la dictadura militar o de las dictaduras, pensando en la guerra de las Malvinas.

Lo cierto es que las expectativas que había en el 83 sobre la democracia eran enormes. Yo les puedo asegurar que cuando uno lee en el libro y después repasa el resumen del libro sobre Por qué fracasó la democracia, yo les diría que, si uno lo relaciona con las expectativas del peligro, la situación todavía se torna mucho más dramática. Porque además de las promesas, por un lado, por otro estaban las expectativas de la vida, con arraigo popular. Ahí hay una muy buena caracterización de la multipartidaria, por ejemplo, justamente como política de contención. También la reposición de la democracia del 83 tutelada por el imperialismo…

Pero nuevamente en el 73 aparece la democracia como dispositivo para controlar el ascenso de la lucha de masas. Pero en el 73 también había expectativas de raigambre popular y también había expectativas incluso de la izquierda. Con dos manifestaciones muy importantes: una por ejemplo era la democracia sindical y las posibilidades de la democratización sindical. Por eso fue tan importante la fracasada la Ley Mucci del comienzo del alfonsinismo que era un mecanismo que contemplaba la presencia de las minorías en las elecciones sindicales, la democratización del ámbito sindical. Que había quedado muy estigmatizado por la denuncia sistemática de Alfonsín de la alianza militar-sindical en la campaña electoral en los primeros tramos de su gobierno. Entonces aparecía allí esa expectativa de aprovechar la democracia y el libro lo dice con toda crudeza: ocurrió exactamente lo contrario. Se mantuvo siempre esa argamasa de la burocracia sindical. También por ejemplo una de las proyecciones optimistas, fíjense ustedes, era la democratización universitaria. Que les quiero decir: que si uno contrasta el nivel de optimismo, de inclusión, lo que se proyectaba desde ese momento a lo que ocurre hoy… evidentemente todavía es más dramática esta debilidad. Gabriel para hablar de la crisis de la democracia esto lo emparenta con fuerza con la incapacidad para satisfacer las necesidades sociales fundamentales. También localiza por ejemplo la crisis de la democracia en la crisis de los partidos, en la primacía del poder judicial. Yo quiero enfatizar justamente que ese fracaso tiene que ver con las promesas y desilusiones de la democracia. Si uno tiene en cuenta las promesas y las desilusiones, el fracaso es como dice el libro, rotundo. Y yo les digo: si uno pudiera ir al clima de época, es peor aun, porque había en ello un optimismo que inclusive había arraigado en muchísima de la militancia revolucionaria. Y había pegado muchísimo esa idea de que ahora había que aprovechar la democracia en el 83 cosa que no se había hecho bien o no se había hecho en el 73.

Yo quiero profundizar, inclusive como lector al autor, que efectivamente el libro, por ejemplo en su página 338, plantea un eje que es muy rico para analizar el tema de la democracia, que es la tensión entre la democracia como un medio o como un fin. Este es un tema de vieja presencia en el campo revolucionario, también de la sociología, de paso le damos importancia a nuestra disciplina ¿no?, que tiene que ver justamente con esa tensión que fue procesada históricamente como la tensión entre la “ciudadanización como medio o como fin”. Que para el campo revolucionario esa tensión siempre fue cruzada por una preocupación que es la de no hacer de la táctica la estrategia. En todo caso la expansión de la ciudadanía como proceso de adquisición de derechos, por ejemplo políticos, ese tipo de conquista en realidad tenía que ser tomada como un medio para seguir desarrollando una articulación de ruptura con el orden social, y no como un fin en sí mismo. Ustedes saben que gran parte de la izquierda lo transformó inclusive como un fin en sí mismo y ese es un punto muy importante que cruza las páginas del libro. Y en tal sentido de esa tensión yo quiero hacer una observación: efectivamente uno puede decir que la democracia fracasó respecto de todos los ideales que propone esa argamasa ideológica que le da sustento, su fundamento, sus promesas. Y además de las ilusiones que todo el mundo tenía en aquel momento. Pero quiero hacer una advertencia que toma sentido en esa tensión, de ser un medio o un fin, a la que yo le asigno un mérito para la presencia de la democracia en estos 40 años, diría si voy al 73 lo mismo. Le pongo para ahorrar palabras este título “su capacidad contrainsurgente” y en tal sentido creo que es interesante también agregar a la discusión esta dimensión. Porque inclusive uno lo ve en el 73, el impacto que tiene la apertura en el movimiento de masas. Por supuesto en el 83 de esa democracia como bien se dice acá fue tutelada por la burguesía y el imperialismo. Con la función de la multipartidaria tratando de encauzar la crisis económica de la dictadura, que se agravó a la salida de la derrota de la guerra de las Malvinas.  La capacidad que tuvo la democracia para encauzar eso. También en el 2001 la recomposición, acá en el libro tiene por supuesto mucho peso, la presencia de lo que fue el 2001 en la crisis. Pero también de lo que es ese fenómeno que va a terminar en el breve plazo en el kirchnerismo, si nos paramos en el 2001. También en el 2017 en diciembre después de la famosa no sé cuántas toneladas de piedra, etcétera. Bueno ahí hay una tensión entre dos estrategias. Lo que era la política de una parte de la izquierda se le opuso a la Consigna a “hay 2019”, del kirchnerismo, pero que finalmente fue la que se impuso. Entonces allí, en ese punto de vista, yo le asigno a la democracia una cierta eficacia para ese tipo de control. Ahora lógicamente en el libro de esto tiene montones de datos para avalar lo que voy a decir. No solo la democracia, en proceso de cooptación permanente, agresivo. Ahí aparecen los planes sociales y por supuesto también la represión, no solamente el mecanismo democrático, sino que la conjugación de una serie de factores. Bueno en eso la democracia ha tenido eficacia, el fracaso tiene esa contraparte. Ha sido en ese sentido un problema. De ahí con esta pregunta cierro. Porque a mí me gusta hacer esa pregunta provocativa ¿Sería posible, en relación a lo que acabo de decir, otro sistema de gobierno con un 50% de pobreza? ¿Sería posible? Es una pregunta por supuesto especulativa. Pero creo que es fructífera para discutir porque justamente habla de que ahí se asienta la eficacia que sí mantiene la democracia, por supuesto al ritmo de la lucha de clases.  Porque además los problemas que le plantea la lucha de clases no se resuelven solo con el ejercicio del voto: está la represión, está la cooptación y muchos otros mecanismos… Pero en fin me parece que ahí hay un punto interesante que en realidad refuerza todo un planteo, pero que asoma al principio y al final con fuerza, que es hablar de democracia y clases sociales y del carácter de clase de esta democracia.

Miren realmente es un libro, no solo para leerlo, sino para militarlo en este marco de la necesidad del debate por los 40 años. Donde la burguesía va a intentar hacerse fuerte, por lo menos una parte, en esa reivindicación. Ustedes fíjense que es un instrumento de lucha muy importante contra el gobierno actual. Por ejemplo, el que goza la oposición, es el republicanismo. La mitad de las radios están hablando de las virtudes del republicanismo.

Y de paso también el libro sirve para ver lo que fue la democracia en el 73, el contra Cordobazo. Que en los festejos o la rememoración del peronismo vienen en paquete. Es un libro para leerlo, aprender, informarse y también para militar.

Muchas gracias por haberme dado la posibilidad de conversar con ustedes.

Gabriel Solano:

Buenas tardes a todas, a todos. Le agradezco especialmente a Pablo, que nos conocemos desde hace muchos años de lucha, de debates. Así que le agradezco que se haya prestado a esta presentación. Para empezar, algunas aclaraciones. Yo no me dedico a escribir libros, soy militante. Y con unos compañeras y compañeros y amigos, estábamos con ganas de escribir otra cosa, que era, bueno, que estuviera en relación más exactamente con este problema inflacionario de Argentina, peculiaridades económicas. Pero en un momento se me ocurrió que iba a ser un debate, esto en los 40 años, que de alguna manera todavía está recién en el inicio, porque los 40 años se van a cumplir en octubre y diciembre, posiblemente, los dos momentos más fuertes. Cuando fue la elección que en la que ganó Alfonsín y en diciembre por la asumida.

Tenemos que intervenir en este debate. Me parecía una necesidad, por cosas que después voy a comentarles. Entonces, me puse a pensar cómo sería nuestra intervención y me convencí de que había que hacerlo cuando se me ocurrió este título: ¿por qué fracasó la democracia? Se lo empecé a comentar a varias compañeras y compañeros y encontraba resultados diversos. Gente que me decía: “no, vos estás loco, van a pensar que estamos con la dictadura”. Y otros a los que les parecía bien, pero no había unanimidad, notaba un público dividido. Me quedé un poco más tranquilo cuando se me ocurrió una bajada, que es esto de radiografía del saqueo capitalista de la Argentina en los últimos 40 años porque quedaba claro que estaba atacando el capitalismo con este título. Y que, por lo tanto, aparte siendo uno del Partido Obrero, del Frente de Izquierda, colocarlo a uno en el terrero de la dictadura, era un poco forzado. Pero de todas maneras tenía cierta reserva. La única objeción que yo tenía al título es la que acaba de decir Pablo. Lo dije el otro día en una presentación, creo que en el J.V. González. Mi única objeción al título era la que hizo Pablo, que tiene un punto muy cierto: ¿por qué triunfó la democracia? Desde el punto de vista de objetivos de clase, para que no haya insurrecciones populares, en un contexto de pobreza: eso no se dio. Si ese es un objetivo de una democracia ¿Por qué decir que fracasó? Triunfó.

Sigo admitiendo unas críticas por derecha, no importa, pero tengo una crítica por la izquierda, que es que alguien venga a decir que triunfó, acá está quien lo dijo. Me hizo la crítica por la izquierda. ¿Qué respondería ante eso?

Si alguien viene y me dice, alguien que defiende la democracia en sentido capitalista, dice: “hemos triunfado, hemos cagado al pueblo argentino de hambre y no hubo una revolución”. Si este era tu objetivo, has visto que no fracasaste, pero confesale al pueblo argentino que tu objetivo era ese. Entonces, el debate lo llevamos a otros planos, ¿se entiende? El tipo que tiene que admitir, o la tipa, quien sea, que su objetivo era el de imponer intereses capitalistas contra nuestro pueblo y que hasta cierto punto se lograron bajo la vía de un régimen democrático.

Pero ya es otro debate. Y como ese debate no va a ser el mayoritario ya que difícilmente alguien venga a confesar que ese era su objetivo, entonces tenemos que partir, me parece más correcto, de lo que se presentó originalmente como una especie de contrato social de la democracia con el pueblo y que ese incumplimiento evidentemente se dio, y entender las raíces, los motivos, las causas de por qué eso ocurre. Hoy en el país, esto que afirma el título es difícil de rebatir, hasta hay clima de fracaso. Cristina Kirchner, la escuché hablar en algún lugar, y dijo, la democracia fracasó, no lo dijo en estos términos, pero más o menos lo dijo porque el poder lo tienen las corporaciones y no los gobiernos. Una explicación posible. Uno lo escucha a Milei y te dice que fracasó porque el populismo y la casta… cada uno sabe las explicaciones que ellos dan. Pero hay un clima de época que se abrió. Entonces el objetivo es intervenir en la política nacional. Y al intervenir, tratar de explicar nuestra comprensión más global. Antes de ir a temas locales, yo quiero hacer una aclaración que en el libro está, pero me gusta enfatizar: este libro también se demarca de una especie de relato que hoy está circulando en Argentina, no en el mundo… en Argentina, que afirma que Argentina es una calamidad, pero que el resto está bastante bien. El tema es que Argentina es una calamidad. Si esto fuese cierto, el problema de Argentina se va a solucionar. Porque ya va a venir el gobierno que enganche la locomotora, digamos, el vagón de Argentina a la locomotora mundial. Si el mundo va bien, Argentina finalmente también va a estar bien. ¿Nosotros somos tan tontos? Si ganamos el Mundial, alguna cosa tenemos a favor. Tenemos al Papa, ganamos un Mundial, no podemos quedar fuera de todo si el mundo anda bien.

Esa idea que muchos meten acá es una idea que no se corresponde con lo que pasa, ni se corresponde con lo que se discute en el mundo. Por ejemplo, en el mundo, acá va a aparecer un libro que todavía no pude leer, no lo conseguí, pero leí críticas al libro de quizás el periodista más importante del mundo, Martin Wolf, que escribe la editorial de Financial Times, que se llama: “La crisis de la democracia capitalista”. Pero el Wolf critica y dice que la crisis del capitalismo lleva a la crisis de la democracia. El mundo discute eso. El mundo no está discutiendo que el mundo está perfecto y que todo anda bien y que tenemos un país en el extremo sur que no se logra enganchar. El debate sobre la crisis de la democracia es un debate mundial. Es un debate que recorre América Latina, indudablemente también, y tuvimos la experiencia bolsonarista en Brasil. Entonces, es un debate internacional, es importante ver esto y ampliar la visión del análisis, porque en ese horizonte del análisis uno puede sacar conclusiones más adecuadas.

Ahora vamos a un par de temas que a mí me interesa mostrar. Esta es la democracia, el libro lo dice, esta es una democracia, la de la Argentina, que nace de una derrota. O si uno quiere de dos derrotas. La primera derrota es la que de una u otra manera la dictadura les impone a los trabajadores. Porque la dictadura vino a derrotar el ascenso del Cordobazo y en buena medida lo logra. El primer objetivo, que es hacerlo vía el peronismo, no camina o camina parcialmente porque, finalmente, el peronismo tiene que ser reemplazado por un gobierno militar, es decir, no logra todos sus objetivos y viene un golpe militar. Entonces, este es un tema al que le tenemos que dar una importancia: el objetivo original, que es desviar con un método democrático no se da, viene una dictadura y esa dictadura en buena medida logra evitar que la clase obrera tome el poder.

¿Por qué después de tantos años ustedes son los que son y no son más? Bueno, no es lineal la lucha de clases, hay triunfos y derrotas. Es una acumulación lenta de fuerzas. De repente vos acumulás una cantidad de fuerza, das una lucha y esa lucha la perdiste. Y bueno, tiene su consecuencia, no es gratuito. Acá impera también un problema de tipo internacional, desde ya, que tiene quizás más peso que los propios nacionales en relación a la lucha de clases en el mundo, qué pasó en la Unión Soviética, en China, todo eso tiene impacto.

Pero esa fue una derrota, y la segunda derrota es la de Malvinas. Porque la de Malvinas es una derrota. Fue una guerra, y si nosotros nos mantenemos, y nos vamos a mantener, en la idea que Argentina es un país semicolonial y, por lo tanto, un país que sufre una opresión imperialista y frente a esa opresión imperialista en esa guerra Argentina perdió.

Y al perder Argentina la democracia nace, por lo tanto, de la derrota de la dictadura y nace la derrota de Malvinas. Por eso, la parte de Alfonsín, que Pablo rescata. Alfonsín, llega a la presidencia porque es el primero en plantear la rendición frente al imperialismo. Y al plantear la rendición frente al imperialismo se convierte en el candidato del imperialismo. Y Alfonsín va a la elección del 83 como el candidato del imperialismo. Y el discurso democrático, ¿cómo se puede decir? Así medio universal, demagógico, que él expresaba, distinto al del peronismo, porque el peronismo no tenía esa invocación a la democracia en el mismo sentido que Alfonsín. Se correspondía con la época. En toda América Latina. Yo escucho muchas veces que acusan a la izquierda de ser bastante injustos con Alfonsín por el tema de la ley punto final. Dicen que es fácil criticar ahora, pero en ese momento estaban los milicos en los cuarteles y estaba la amenaza. Y uno escucha… porque hay un libro interesante de Trotsky, que se llama Terrorismo y comunismo, en el que él cuenta en un momento las boludeces que hicieron cuando tomaron al poder. Liberaron a los generales que eran absolutamente reaccionarios, asesinos, y los liberaron. Y después se arrepienten, diciendo ¿qué es lo que hicimos? Y ellos dijeron que, si juramentaban que no se alzaban contra la revolución, los dejaban libres. Yo así, gratis, lo juro, se iba armaba un ejército contrarrevolucionario, atacaron Rusia y generaron caos. Y Trotsky dice “qué boludos que fuimos” y para explicar por qué gente tan inteligente fue tan boluda dice que estaban insumidos en un clima de época revolucionario. Pensaban que la revolución lograba cambiar los espíritus hasta de los más jodidos. Entonces, si Trotsky y Lenin liberaron gente que no había que liberar, si Alfonsín libera alguno, bueno no seamos tan injustos con Alfonsín cuando somos tan condescendientes con Lenin y Trotsky. Yo a una determinada edad quiero ser más amigo de mis enemigos y más crítico de mis amigos, porque no me gusta ponerme en una condición cómoda. Entonces, bueno, admito eso, pero cuando uno va a ver la época te das cuenta de que no era así. El imperialismo norteamericano era partidario más de la democracia. ¿Y por qué? Porque la democracia le permitió desarmar la revolución sandinista. La democracia le permitió desarmar la revolución en El Salvador. La democracia le permitía cooptar hasta el final al PT brasilero, al Frente de Amplio Uruguayo. Es decir, que la línea dominante era eso.

Y por eso los intentos golpistas de Semana Santa, todos esos que se dieron, nunca estaba planteado realmente un golpe militar en el sentido que los milicos retomaran el poder, sino que lo que estaba planteado era cómo se preservaba un aparato militar. No estaba planteado que vuelva un gobierno militar. Aprovechándonos de una visión retrospectiva, viendo el diario del lunes, nos damos cuenta de que era una época en la que marchaban en este sentido.

 ¿Y por qué la democracia era el método más adecuado para eso? Porque la democracia capitalista presenta en su propia dinámica la posibilidad de esa cooptación. Mediante la asignación de cargos, por ejemplo. Cuando vas a una marcha al Ministerio de Desarrollo Social, son todos de izquierda los que están adentro. Hasta los conocemos, está la del Partido Comunista Revolucionario, se llama comunista y revolucionario. ¿Qué más querés?, el tipo es comunista y revolucionario, puede ser no comunista y revolucionario, o revolucionario y no comunista, las dos cosas a la vez. Están ahí adentro. La democracia permitió el ingreso de una capa social pequeño burguesa al Estado, con el objetivo supuestamente de ellos, que consideraba que desde el Estado se podía aplicar su programa transformador. Pero la Argentina que tenemos hoy, con 40 por ciento de pobreza, 50 por ciento de precarización laboral, desocupación así, te das cuenta de que no entraban en el Estado para eso. O si es que entraban para eso, no lo lograron y se quedaban adentro, recibiendo los beneficios de estar dentro del Estado.

Entonces, el problema de la democracia tiene esa característica peculiar, brinda esa forma y la democracia capitalista, porque alguien me dijo: está bien el título, pero hubiese sido más adecuado poner “¿por qué fracasó la democracia capitalista?”. Y yo decía, puede ser, pero arruinábamos el impacto publicitario. Capaz que tenía más, ¿cómo decir? exactitud científica, pero tenía menos impacto publicitario. ¿Y qué privilegiamos, el impacto publicitario o la posición científica? Y, el impacto publicitario en un sector, porque algo de provocador vale para intervenir en un debate público. Y después lo aclaramos. Porque también decía él que democracias hubo varias, porque había democracia esclavista. Hay democracia capitalista y puede haber democracia obrera. Entonces, la base social de la democracia condiciona la democracia. La democracia capitalista tiene como su estructura básica la explotación de la fuerza de trabajo. La propiedad privada de los medios de producción y la mayoría de la población privada de esta propiedad privada de los medios de producción, que actúa como si fuese una especie de productor libre, lo que te dice Milei, vos sos libre de cagarte de hambre.

Pero es una libertad muy peculiar, porque uno, al concepto de libertad no lo vincula con la libertad de morirse de hambre. Uno piensa en la libertad de ser libre de ir al cine o a ver una ópera. No es morirme de hambre, o aceptar el trabajo de 18 horas por 200 mangos. Este tipo de alternativas, uno no las va a llamar una alternativa libre, pero bueno, Milei llama “libre” a ese tipo de alternativa. Esas democracias capitalistas tienen conexiones muy particulares y no es lo mismo una democracia capitalista en el momento de ascenso del capitalismo que una democracia capitalista en el momento del capitalismo en descomposición.

Antes de ayer, tuve que ir a Mendoza a hacer la presentación del libro, y me puse a leer La Nación desde el celular. Y me llamó la atención un artículo de Gargarella, que no es trotskista ni socialista, sino que es constitucionalista, que habla de la crisis de la democracia. Y hace una crítica muy fuerte de la democracia tal cual existe hoy: la democracia actual es sólo votar. No hay revocabilidad en los cargos. Entonces, la democracia evidentemente bajo la forma capitalista es una forma muy condicionada de expresión de la soberanía popular. La cita de Lenin que está puesta al inicio es importante porque demuestra que la democracia capitalista nunca puede ser de otro modo que la que tenemos ahora, en tanto la estructura social está armada para que los trabajadores no puedan gobernar jamás. Para que se entienda, si vos laburas entre las 6 de la mañana y las 6 de la tarde y ganás 60.000 pesos, no podes ni siquiera tener datos en el celular, no podés leer los diarios, y cuando llegás a tu casa tenés que ver como hacés para pagar la luz. ¿Tenés los elementos necesarios para poder participar de un gobierno? No los tenés. La vida en esta sociedad está estructurada para que una pequeña minoría privilegiada pueda tener esa función de gobierno. Hoy estuvimos con algunos compañeros en Los Hornos, en una ocupación donde hay miles de familias. No hay electricidad ni para enchufar la heladera. Es evidente que a los compañeros que están ahí se les priva del conocimiento mínimo para un ejercicio de gobierno. Están estructurados sobre la base de la explotación de la mayoría de la población. Y ese hecho es un hecho importante que uno tiene que denunciar de la democracia capitalista, que es estructural.

Y esta democracia capitalista espectacular que tenemos en la Argentina se combina con el hecho de que se viene de la dictadura militar, la tenemos reciente, y se le opone a la dictadura militar, por eso en el libro se busca mostrar todos los elementos de continuidad visibles. Y estos elementos habría que aprendérselos porque son material de lucha política. Es decir, en tanto que la democracia es capitalista y el golpe militar es un golpe capitalista. El elemento de continuidad es más importante que el elemento de cambio. Y se demuestra, incluso en la arquitectura jurídica de la democracia, porque preserva las leyes más importantes, entre comillas, de la dictadura y entre comillas, porque no había un parlamento, en un sentido estricto. Entonces, uno tiene una ley de entidad financiera de la dictadura, el Código de gobierno de la dictadura, el régimen penal jurídico de la dictadura, la regulación de diligencias de gestión de la dictadura, la relación del Ministerio de Trabajo con los sindicatos de la dictadura, de Onganía, ya no de ahora, es todavía más para atrás. Entonces, hasta la arquitectura de la dictadura se mantuvo y eso no lo modificó ningún gobierno. Entonces, cuando uno hace la de línea continuidad en todo esto, lo que surge, que son los intereses de clase de la burguesía, lo que hemos explicado en las modificaciones del proceso político, no como algo exclusivo, porque habrá que tener en cuenta la lucha de clases, la lucha de clases modifica todo. En 2001, como la lucha de clases se intensificó, modificó mucho la situación política. Obligó a que menemistas como Kirchner se hagan nacionales y populares. La lucha de clases modifica hasta superestructuralmente las cosas.

Pero eso se planteó. Entonces, acá hay una lucha política muy fuerte que tenemos que dar con relación a cómo se entiende esto. En general, quien te pregunta, cuando uno va a los medios: ¿Usted qué propone?, ¿Cuál es la propuesta?, porque si esto no va, ¿cuál cosa si va? Entonces, muchos te dicen, escuchame no puede ser que esta democracia sirva para otra cosa: no. Como una especie de tarro, una democracia a la que le ponés etiquetas distintas, y se le puede poner etiqueta de capitalismo, etiqueta de socialismo, no. Eso fue un invento de una parte de la izquierda, que dijo bueno, a esta democracia la conquistamos y le metemos socialismo.

Pero esta democracia está estructurada sobre la base jurídica capitalista, la propiedad privada de los medios de producción está en la Constitución, que el pueblo no delibera ni gobierna sino a través de sus representantes está en la Constitución. Que hay división de los poderes del Estado está en la Constitución. Que el inmensa mayoría del funcionariado del Estado está al margen de la voluntad popular, está la Constitución. Entonces, no es que con esta democracia se puede hacer otra cosa. Y acá vale, digo porque dejó que nos acusen por lo que somos y no por lo que no somos, que nos acusen de leninistas, porque para tener otra democracia hay que destruir esta democracia. Es decir, para construir otro Estado, hay que destruir este Estado. No es que a este Estado y esta democracia se les pueda introducir un concepto de clase distinto. Eso es un punto muy importante en la lucha política que tenemos que dar.

Ahora bien, ¿cómo se ve el tipo de democracia? Por ejemplo, a mí me pareció interesante, estuve en Mar de Plata en el puerto hablando con los compañeros. El puerto de Mar de Plata está cruzado por el trabajo no registrado, el trabajo en negro es generalizado. ¿Qué haría un gobierno obrero, un gobierno de democracia obrera? Armamos Comisiones Internas, los laburantes hacen un relevamiento, y van al Ministerio de Trabajo del Estado Obrero, presentan el listado, quedan registrados todos los trabajadores que están en el municipio de Mar del Plata. A partir del convenio colectivo, que firma la cámara patronal con el sindicato. No hace falta el Ministerio de Trabajo con burócratas de Policía de Trabajo que no conocen nada. Las tareas que son propias de una burocracia pasan a ser asumidas por los productores de la riqueza social. Ustedes se dan cuenta que el discurso contra la casta política es el nuestro, porque la casta política es propia del Estado burgués. Un Estado obrero reemplaza la casta política porque las tareas propias del Estado pasan a ser crecientemente asumidas por los productores de la riqueza social.

Entonces, hay una lucha política para dar. Y este libro está planteado para debatir con los radicales, con los peronistas, con todos. Pero también con la izquierda. Es imposible si uno es un materialista en el sentido de que lo material prevalece, incluso sobre las ideas. Y las ideas tienen que darse desde lo material y no al revés. Que toda una práctica de 40 años de elecciones más o menos consecutivas, eso termina de una u otra manera también impactando en la izquierda. No puede ser menor. Es difícil una práctica de 40 años que cada dos años vas a elecciones y eso también hay que criticarlo. Entonces, como las elecciones todavía las maneja la pequeña burguesía o la opinión pública, los medios de comunicación que son manejados por las grandes empresas, cuando vos empezás a privilegiar una presentación electoral como si fuese el gran acontecimiento, digamos, o el hecho jerárquico desde el cual se ordena la vida política de un país y también se ordena la primacía dentro de la izquierda, eso tiene un impacto enorme.

A ver, dame un ejemplo, fácil. No voy a una marcha de Unidad Piquetera porque restan puntos. Ese tipo de cosas están presentes. Están claramente presentes en la izquierda. Uno tiene que ser consciente que es casi inevitable. Y si es casi inevitable y es consciente, al ser consciente, lo puede combatir. Ahí es donde nuestra denominación de libertad cobró vuelo, porque la libertad para los marxistas es como la necesidad hecha conciencia. Uno es consciente de la necesidad que tiene y ahí es libre. Tenemos que ser libres sabiendo los problemas reales que enfrentamos. Y de esa forma es un problema concreto. ¿Cómo lo enfrentamos? Incluso, planteando un discurso de acción directa de los trabajadores: fortaleciendo que hay que conquistar al pueblo en sus organizaciones populares. ¿Cómo hacemos una crítica a las elecciones en medio de un proceso electoral?, ¿cómo hacemos una crítica a las instituciones de la república burguesa, en la campaña electoral de abril?

Eso es un aspecto fundamental que uno tiene que ver. La izquierda no ha pasado la prueba de la democracia. Ahí está la parte que comparto con Pablo, puede decir el triunfo de la democracia. La parte en que esto fue armado para cortar a la izquierda, esa parte se salió con la suya. Ahora, ¿cuál es el problema que tienen? Es que se sale con la suya, pero a la vez, la base capitalista de la democracia la pone en crisis frente al pueblo, porque no logra satisfacer las necesidades, las expectativas que existen, bueno, presentan todo el tiempo nuevas oportunidades para intervenir. Y en esas nuevas posibilidades para intervenir, uno tiene que hacer esfuerzo y plantear un territorio de lucha política. Pero es un debate de fondo dentro de la izquierda argentina, latinoamericana y mundial. Ven que la izquierda se ha incorporado al capitalismo. Hay una corriente trotskista que se llama el secretariado unificado de la cuarta internacional, que hay que admitir un rasgo de sinceridad, hizo un congreso y dijo, sacamos de nuestro programa la dictadura del proletariado. Cuando vos hacés eso, lamentablemente, ya mucho antes lo habrías sacado de la práctica política.

La izquierda no ha superado esa instancia. Y no la supera en el momento en que el capitalismo uno ve que tiende nuevamente a las guerras de una manera muy clara. Esta guerra de Ucrania tiene implicancias realmente serias, no es una guerra aislada localizada. Se reúne la OTAN en Polonia y Biden dice que nuestro enemigo es China. Entonces en el momento en el cual la izquierda se pasa a la democracia, a la democracia capitalista, el capitalismo vuelve a plantear sus tendencias más retrogradas a la guerra, a la xenofobia, a formaciones de tipo fascistas, a crisis capitalistas muy fuertes, a salvar a los bancos recurriendo a órganos del Estado hambreando al pueblo. Entonces la izquierda se pasa en el momento en el cual tendría que reforzarse una tendencia revolucionaria. Tenemos que reforzar la construcción de la izquierda revolucionaria que haga una critica a la democracia, que es una crítica al capitalismo. Porque si ustedes me piden que les diga rápidamente ¿por qué fracasó la democracia? Es porque es capitalista. El fracaso de la democracia es el fracaso del capitalismo. Por eso la democracia no puede alumbrarse como régimen históricamente vital. Ustedes se dan cuenta que ahora la reforma previsional de Macron salió por decreto. El capítulo de la Reforma del 94 no estaba en el plan original del libro. Pero me di cuenta de que no podía faltar ese capítulo. Porque incluso en el plano institucional esto se demuestra. La reforma del 94 es una reforma bonapartista.

Entonces esto es lo que tenemos que ordenar. La idea es por supuesto dar una lucha política con este libro.


Pablo Bonavena es Docente Adjunto de Sociologia General en FaHCE de la UNLP.

Gabriel Solano es Dirigente Nacional del Partido Obrero y Precandidato presidencial por el Frente de Izquierda Unidad.

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