La entronización de Xi Jinping representa una ruptura con el régimen vigente desde los tiempos en que se inició la apertura china y que disponía un máximo de dos mandatos de 5 años. El refuerzo de las tendencias bonapartistas apunta a consolidar un sistema de poder personal que permite al presidente actuar de árbitro frente a las crecientes tensiones internas y externas que atraviesa el país y que vienen sacudiendo a la elite dirigente china y sus estructuras de poder, empezando por el propio PCCH.

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