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A 100 años de la desbandada de las gallinas verdes

La Lucha contra el fascismo en Brasil

A continuación, reproducimos un fragmento de un capítulo del libro de Carlos Prado -reconocido historiador y profesor brasileño, especializado en el área de Teoría de la historia y de la historiografía marxista- “Historia del Trotskismo en Brasil” (1928 – 1936). 

En su trabajo, Prado destaca hechos salientes  en los cuales los trotskistas brasileños fueron protagonistas o tuvieron un rol importante en ese período. Se trata de una etapa de lucha política de relevancia, ya que por esos años ocurrieron las escaladas fascistas en Italia y Alemania. Prado analiza en su libro cómo actuaron las fuerzas de izquierda ante estos hechos de crucial importancia para la historia mundial.  

El capítulo 5 titulado “Los Trotskistas frente al fascismo y los frentes populares” nos parece de un gran valor para rescatar la lucha contra el Partido Integralista inspirado en el fascismo italiano y en colaboración con él. 

El capítulo comienza analizando el rol que jugó el Partido Comunista de URSS y la tercera internacional dirigidos por el estalinismo en el armado mundial. La caracterización elucubrada por el estalinismo caracterizando a la socialdemocracia como “social-fascista” fue la piedra de toque para las  capitulaciones y derrotas posteriores. En la X reunión del Ejecutivo de la Internacional Comunista se introdujo una premisa que impedía el frente único contra los fascistas, por el que tanto peleó Trotsky. Los epígonos de Stalin caracterizaban a la socialdemocracia como el ala moderada del fascismo, despojando así a un fenómeno altamente peligroso para la clase obrera de sus características particulares y momento histórico en el que se producía. La tesis estalinista le sirvió a Hitler para lograr su ascenso en 1933.  Ante la negativa del Partido Comunista Alemán de aliarse con la socialdemocracia con la intención de combatir a los fascistas, un frente único que en ese caso y para ese objetivo específico, podría haber frenado el avance del nazismo y evitado las catástrofes que ya conocemos. 

Prado caracteriza en forma pormenorizada el fenómeno fascista brasileño con sus particularidades y apoyos. Luego nos muestra el frente que lo combatió y como el trotskismo local se puso a la cabeza de la lucha contra el Partido Integralista. 

El 25 de junio de 1933 se fundó en San Pablo el Frente Único Antifascista (FUA) y entre sus principales promotores había partidos de izquierda trotskistas, sindicatos, figuras de izquierda y periódicos reconocidos. El Partido Comunista (estalinista) de Brasil no integró el frente. 

La convocatoria y las bases del frente fueron presentadas ahí mismo, simples y directas: Combatir al fascismo, educación laica y separación de la Iglesia del estado, libertad de pensamiento, reunión, asociación y prensa y formación de un bloque único de acción contra el fascismo. Tan concreto como efectivo. Prado describe la acción y el combate directo que promovió este frente y finalmente cómo terminó venciendo al fascismo local. 

El texto de Carlos Prado es de gran valor como aporte a la historia del trotskismo latinoamericano. Los pasajes que acá reproducimos tienen particular interés en momentos en que Milei o antes Bolsonaro se hicieron del gobierno.

Agradecemos al autor su permiso para publicar este fragmento.

Capítulo V: Los Trotskistas frente al Fascismo y los Frentes Populares 

El debate sobre el carácter del fascismo y la forma de combatirlo 

El enfrentamiento entre el fascismo y el antifascismo fue un elemento inevitable de la escena política internacional en la década de 1930. La crisis del liberalismo se intensificó tras la Primera Guerra Mundial y a lo largo de la década de 1920, culminando en el crack bursátil de Nueva York de 1929. La filosofía ilusionista del progreso se desmoronó como castillos de arena arrastrados por las olas del mar. El conflicto imperialista de la Primera Guerra Mundial y la consiguiente crisis de entreguerras alimentaron el auge de los regímenes autoritarios y revelaron la cara más macabra de la sociedad capitalista. Ante la crisis del modelo liberal, el movimiento fascista surgió como alternativa política y, especialmente tras la Marcha sobre Roma de Benito Mussolini en Italia, ganó adeptos y se extendió por toda Europa y más allá. Este proceso, que es más el desentrañamiento del mundo burgués que su ruptura, se hizo aún más complejo y feroz a partir de 1933 con el ascenso de Hitler en Alemania y la aparición del nazifascismo. 

A medida que crecía el movimiento fascista, también lo hacía la lucha antifascista, que recibió el apoyo de comunistas, socialistas y otras fuerzas democráticas. Dentro del movimiento comunista internacional, el debate sobre el fenómeno del fascismo empezó a tomar forma a mediados de la década de 1920. La cuestión era urgente y requería un planteamiento riguroso. Pero envuelto en disputas internas, el debate sobre el fascismo avanzó poco en el seno de la IC (Internacional Comunista). Sólo a partir de 1929 esta discusión se amplió y se consolidó con la tesis del socialfascismo. Esta posición sólo se solidificó tras la derrota de la Oposición Unificada durante el XV Congreso del Partido Bolchevique y la expulsión de Trotsky de la Unión Soviética, lo que hizo que el VI Congreso de la IC se celebrara sin la presencia de la oposición y que se aprobara la tesis del Tercer Periodo. 

Este fue el congreso en el que la dirección de la IC adoptó una orientación ultraizquierdista. Dando un giro profundo respecto a sus posiciones anteriores, apuntó a una profundización de la crisis del capitalismo y a una radicalización de las masas. Esta propuesta culminó en la adopción de una postura más agresiva por parte del movimiento comunista internacional, que se conoció como Clase contra Clase. No se trataba de un cambio superficial. Esta táctica se caracterizó por una revisión del frente único aprobado en 1921 durante el III Congreso de la IC.

Utilizando argumentos y análisis endebles, se llevó a cabo una profunda transformación. Los PC debían rechazar las alianzas e incluso colaboraciones puntuales con los partidos y movimientos socialistas, estableciendo un frente único de base, es decir, acuerdos sólo con los trabajadores socialistas, pero no con sus direcciones. En este congreso también se discutió la tesis del socialfascismo, pero no fue aprobada en su momento. Sin embargo, al año siguiente, en julio de 1929, las resoluciones del X Pleno del Comité Ejecutivo de la IC completaron el giro ultraizquierdista y aprobaron la tesis del fascismo social, garantizando el rechazo total de la política de frentes.(1)

En términos generales, las tesis del X Pleno recuperaban y mejoraban la interpretación forjada por Stalin en un texto publicado en Pravda en septiembre de 1924. En este breve artículo, el Secretario General señalaba que “el fascismo es la organización de choque de la burguesía, que goza del apoyo activo de la socialdemocracia. La socialdemocracia es, objetivamente, el ala moderada del fascismo”.(2) Partiendo de estas premisas, las tesis del X Pleno señalaron que la socialdemocracia y el fascismo eran dos formas de dominio burgués, aunque diferentes, que se estaban pareciendo cada vez más. Se afirmaba que, al defender el orden democrático y criticar al Estado soviético, los socialistas se acercaban al fascismo como garantes del dominio capitalista.

La tesis del socialfascismo despoja al fenómeno fascista de sus especificidades y particularidades históricas. Para el estalinismo, el Partido Laborista en Inglaterra y el bloque de izquierdas en Francia(3) eran equivalentes a la dictadura de Mussolini. Desde esta perspectiva, socialistas y fascistas no eran organizaciones antípodas, sino gemelas. Al hacer abstracción de las particularidades del fascismo, esta tesis también acabó subestimando la fuerza reaccionaria que ya se había consolidado en la Italia de Mussolini y se estaba fortaleciendo en Alemania. La tesis del fascismo social desempeñó un papel trágico en la historia del movimiento obrero, ya que contribuyó a allanar el camino para la victoria de los nazis en 1933, cuando los comunistas rechazaron la alianza con los socialistas.

En la dirección opuesta estaba Trotsky. Ya en 1928 lanzó sus primeras críticas a esta concepción: “Hay que distinguir que la socialdemocracia y el fascismo representan dos polos del frente burgués -se unen en momentos de peligro-, pero son polos”.(4) Para Trotsky, el fascismo surgió como resultado de una crisis económica y política del dominio burgués y, por lo tanto, se caracterizaba por el hecho de que siempre terminaba siendo un “estado de guerra civil de la sociedad capitalista contra el proletariado”.(5) Para Trotsky, el fascismo tenía un rasgo histórico muy específico. Fue el resultado de una profunda inestabilidad y crisis del mercado capitalista internacional, que impuso un estado autoritario y el fin de las libertades democráticas, despojando a la clase obrera de su derecho de asociación y representación política. El ascenso del fascismo representó, por tanto, el fin del compromiso y la negociación entre las clases. Por su parte, la socialdemocracia se presenta en ocasiones de estabilidad, cuando el capital pudo reproducirse dentro de la lógica parlamentaria y de los principios democráticos. Al menospreciar y borrar esta realidad histórica, Trotsky argumenta que “la dirección de la Comintern ha expurgado completamente las diferencias políticas entre la socialdemocracia y el fascismo, y, junto con esto, también la diferencia entre un período de guerra civil y un período de ‘normalización’ de la lucha de clases”.(6)

Pero la crítica de Trotsky no se detuvo allí. En el artículo “El tercer período de errores de la Internacional Comunista”(7) , de enero de 1930, Trotsky realiza un amplio análisis de la política estalinista al frente de la IC y presenta una aguda crítica a la táctica contra las alianzas con los socialistas. Reafirma la validez del frente único y señala que las alianzas circunstanciales con la socialdemocracia eran necesarias e inevitables, sobre todo para romper el aislamiento de los comunistas y penetrar en los sindicatos de masas. Por lo tanto, señala que equiparar a los reformistas con los fascistas y rechazar por principio cualquier alianza con estos movimientos y partidos fue un error político de primer orden. Todavía en este texto, añade que, frente al fascismo, sería inevitable un frente unido con los socialistas: “También será imposible evitar una alianza con los reformistas -no sólo con las masas socialdemócratas, sino también con sus dirigentes, o más bien con una parte de la dirección- en la lucha contra el fascismo”.(8) En otro texto, titulado “El peligro fascista se cierne sobre Alemania”, de septiembre de 1930, Trotsky era aún más claro: “Inevitablemente tendremos que llegar a acuerdos con diversas organizaciones y fracciones socialdemócratas contra el fascismo, poniendo condiciones precisas a sus dirigentes”.(9)

No cabía duda. Durante todo este período, antes y después de la victoria de Hitler en Alemania, Trotsky criticó repetidamente la tesis del fascismo social y defendió la validez de la tesis histórica del frente único, tal como fue presentada en 1921. Este concepto fue defendido por la oposición como la única forma de detener el nazi-fascismo en Alemania y también en otros países donde el peligro fascista estaba presente. Ya en febrero de 1933, en su Conferencia Plenaria, la OIE (Oposición de Izquierda Internacional) aprobó 11 condiciones para ingresar en la organización. La 8ª condición exigía: “Reconocimiento de la necesidad de una amplia política de frente único”.(10)

En este contexto, el fenómeno del fascismo fue una cuestión más que dio lugar a diferencias teóricas y tácticas entre estalinistas y trotskistas. Caracterizaban al fascismo de forma diferente y, por tanto, también discrepaban sobre la mejor forma de combatirlo. Las diferencias estaban ahí. Para la IC estalinizada, el fenómeno fascista no tenía particularidades históricas y podía describirse como una forma más de autoritarismo que no tenía especificidades teóricas ni tácticas. Sin identificar las peculiaridades del fenómeno fascista, la IC estableció que lo más urgente para el movimiento obrero no era luchar contra el fascismo, sino contra la guerra. La guerra se avecinaba. A principios de los años 30, los PCB, incluido el brasileño, discutían las posibilidades de que estallara una nueva guerra imperialista y la presentaban como la mayor amenaza para la clase obrera.(11) En Brasil, al mismo tiempo que el PCB destacaba el peligro de una nueva guerra mundial y todos los males que podría generar, minimizaba las fuerzas del fascismo. Esto queda claro cuando las tesis de la Primera Conferencia Nacional subestimaron la fuerza de Hitler en Alemania.(12) Desde esta perspectiva, la consigna para los estalinistas no era “contra el fascismo”, sino “contra la guerra”. La táctica no debía orientarse en torno a la lucha antifascista, sino a la lucha antibélica, de ahí la creación del Comité Antibélico.(13)

Por su parte, la OIE, bajo la dirección de Trotsky, insistió en una discusión teórico-conceptual más profunda para presentar las particularidades del fascismo. Para los oposicionistas, el fascismo no era sólo un régimen autoritario. Era un fenómeno particular que se caracterizaba como una dictadura parlamentaria, que instituía el cierre de las vías democráticas y la aplicación de métodos de guerra civil contra las fuerzas proletarias, amenazando la supervivencia de cualquier organización obrera. Sobre la base de esta caracterización de la naturaleza del fascismo, los trotskistas preconizaron la organización inmediata de todas las fuerzas de la clase obrera en torno a un frente único. Para Trotsky, en la lucha contra el fascismo, los socialistas estaban en el mismo lado de la trinchera. Por lo tanto, se trataba de establecer alianzas para luchar contra un enemigo común, sin perder la autonomía organizativa y programática de las organizaciones de oposición. 

La FUA contra el integralismo

Brasil no era ajeno a estos debates. A comienzos de la década de 1930, la caracterización del fascismo, la tesis del fascismo social y la táctica del frente único ya resonaban en las publicaciones obreras brasileñas. El tema se introducía a través de traducciones que presentaban discusiones teóricas y caracterizaban la escena internacional. Sin embargo, a pesar de esas publicaciones iníciales, el fascismo todavía aparecía como un tema distante, una cuestión restringida a la comunidad italiana de la ciudad de São Paulo.(14)  Sin embargo, la situación cambió con la fundación de la Acción Integralista Brasileña (AIB). La cuestión pasó a ser nacional. Entretanto, la organización de la lucha antifascista entró en la agenda de las organizaciones de izquierda brasileñas. La publicación del Manifiesto de Octubre, el 7 de octubre de 1932, marcó la fundación de la AIB. Se trataba de una organización política de inspiración fascista, que se estructuró a través de la coalición de varios pequeños grupos conservadores y reaccionarios, como la Ação Social Brasileira, la Legião Cearense do Trabalho, el Partido Nacional Sindicalista y la Ação Imperial Patrionovista. Para Hélgio Trindade, la AIB puede caracterizarse como un movimiento de masas de base ideológica nacionalista, antiliberal y anticomunista, muy próximo al fascismo italiano y alemán.(15)

Pero, ¿qué es el integralismo? ¿Qué significa la Sociedad Integral proclamada por la organización fascista? En el plano político, el integralismo expresa su rechazo a las partes, a lo particular y a lo diferente. Es una política que se opone a la representatividad de los partidos y a los regionalismos. El integralismo es partidario de los intereses nacionales y de una sociedad totalitaria y unitaria, en la que el individuo debe subordinarse y movilizarse, voluntaria y mesiánicamente, a los dictados del Estado, representado por un líder máximo.(16) En el Primer Congreso Nacional de la AIB, en 1934, Plínio Salgado fue elegido jefe supremo y perpetuo de los integralistas(17). Pero no actuó solo. Otros intelectuales desempeñaron un papel importante junto a él, como Gustavo Barroso y Miguel Reale.(18)

El crecimiento de la AIB fue rápido y asombroso. En poco tiempo, se transformó en un partido de masas, con sedes y militantes en varios estados. Este carácter nacional lo diferenciaba de los partidos oligárquicos que mantenían una influencia regional. El integralismo gozó de gran popularidad, especialmente entre las clases medias urbanas que, en un escenario de urbanización y modernización, buscaban representación política(19). Para movilizarse, la AIB apeló al universo simbólico y a una propaganda política eficaz. En sus acciones y mítines, era común el uso de banderas, pancartas, canciones, eslóganes, códigos y uniformes. Todo ello estaba vinculado a una mística disciplinada y jerarquizada.(20)

La respuesta de los trotskistas no se hizo esperar. Ante la aparición de la AIB en octubre de 1932 y la victoria de Hitler en Alemania en enero de 1933, la LC reaccionó. Inmediatamente comenzó a trabajar para formar un frente unido con todas las organizaciones obreras contra el fascismo. El antiguo militante FúlvioAbramo señala que, en enero de 1933, en una reunión del CE de la LC, «se aprobó la propuesta de lanzar una campaña para la creación de un Frente Único Antifascista»(21). Inmediatamente, se establecieron contactos con sindicatos, organizaciones políticas, incluidos estalinistas y anarquistas, y otros grupos y entidades de la sociedad civil que podían unir sus fuerzas en la lucha antifascista. Abramo añade que esta propuesta fue particularmente apoyada por Goffredo Rosini, miembro de la LC que había militado en el Partido Socialista Italiano y más tarde fundó el Partido Comunista junto a Antonio Gramsci y que, al llegar a Brasil, adoptó el programa oposicionista(22).

Es interesante observar que los trotskistas brasileños se familiarizaron rápidamente con el tema del fascismo. El relato de Abramo proporciona una importante revelación sobre esta cuestión. Señala que el problema de la lucha antifascista se tornó común entre los militantes de LC debido a la publicación, por la Editora Unitas, de Revolución y contrarrevolución en Alemania, de Trotsky, obra que reunía una serie de artículos sobre la situación alemana y el ascenso de Hitler. Fue en los principios teóricos expuestos en esos textos que los trotskistas se basaron para comprender el fenómeno fascista y desarrollar su crítica al PCB y a su política, así como para orientar la construcción de la FUA. Abramo añade que «el libro tuvo un fuerte impacto en la opinión de los antifascistas y es la guía fundamental de la política de la LC»(23). El lenguaje inconfundible y el análisis refinado de Trotsky proporcionaron la base teórica y programática para la discusión y construcción de la lucha antifascista. Es de notar que el PCB no avanzó durante este período en la evaluación del fascismo o del integralismo en Brasil. 

Después de las reuniones iníciales de enero de 1933, los trotskistas continuaron estableciendo contacto con diversas organizaciones obreras para construir el movimiento antifascista en Brasil. El Partido Socialista Brasileño (PSB) en São Paulo, partido recientemente fundado por lugartenientes que habían roto con Prestes y Vargas, fue la primera organización en aceptar la propuesta del frente único contra el fascismo. Al frente se unieron también importantes periodistas que trabajaban para el Diário da Noite y el Correio da Tarde. Abramo también aclara que fue Goffredo Rosini quien sugirió la creación de un periódico legal, abierto a la colaboración, para realizar propaganda antifascista a las masas(24). 

Nació “O Homem Livre” (El Hombre Libre). Un periódico con el objetivo de discutir y desenmascarar el fascismo. Su primera edición se publicó el 27 de mayo de 1933. En la portada figuraban los nombres de Geraldo Ferraz como redactor jefe y José Pérez como director general. Según Abramo, Ferraz asumió este papel porque no era miembro de la LCI y, por tanto, no era objetivo de la policía política de Vargas. Abramo añade también que él mismo era el secretario de la revista, responsable de reunir a los colaboradores y sus artículos, preparar la impresión del material y su distribución, además de otras tareas, como la búsqueda de anunciantes para financiar la publicación.(25)

Entre mayo de 1933 y febrero de 1934, se publicaron 22 números. Todos están disponibles digitalmente en los archivos de Cedem-Unesp, Amorj y Ael. Los números tenían cuatro, seis u ocho páginas y contenían alrededor de una docena de artículos. La mayoría de los textos eran denuncias y críticas al fascismo, caracterizándolo teóricamente e informando sobre el avance de la represión en Italia, Alemania y Brasil. También destacaba la calidad técnica de la publicación, que contaba con profesionales en plantilla, lo que garantizaba una buena maquetación e impresión del material.

“Contra el fascismo”. Así titulaba el editorial del primer número de O Homem Livre. Inmediatamente, el periódico indicaba que su objetivo era contrarrestar el fascismo propagandístico: 

Es contra el fascismo, cuya ideología medieval se presenta hoy con rasgos internacionalizantes, que debemos luchar. Es necesario mostrar a los incautos, a los ingenuos y a los “hipnotizados”, la vacuidad de su propaganda demagógica; los increíbles crímenes que se están cometiendo en Alemania contra la libertad y la humanidad; desacreditar la leyenda de una Italia “liberada”(26).

La lucha propagandística contra el fascismo era la línea política general que guiaba al periódico. Destaca el uso del verbo “desenmascarar”, que resaltaba el objetivo de quitar el velo místico de la propaganda fascista y revelar su verdadero rostro. Para Castro, O Homem Livre utilizó tres recursos para desmitificar el carácter de los fascismos italiano y alemán y de sus homólogos brasileños, los integralistas. En primer lugar, el periódico intentaba destacar la incompatibilidad entre lo que el fascismo prometía y lo que realmente conseguía. En segundo lugar, caracterizó al fascismo como un movimiento reaccionario y oscurantista, enemigo del movimiento obrero y todos los valores de la democracia y la libertad. Por último, utilizaba el humor, caricaturas, ilustraciones y artículos que ridiculizaban al fascismo en general y al integralismo en particular, especialmente a sus líderes Mussolini, Hitler y Plínio Salgado(27). Además de esta perspectiva política antifascista, que era el principal objetivo del periódico, también había artículos sobre ciencia, artes, literatura y cine. 

El trabajo de los trotskistas avanzó y el 25 de junio se fundó el Frente Único Antifascista (FUA). La reunión tuvo lugar en el Salón de la Legión Cívica el 5 de julio y fue dirigida por Francesco Frola, dirigente del PSB de São Paulo. Frola era de origen italiano y, desde mediados de la década de 1920, había trabajado junto a otros compañeros socialistas en la lucha antifascista, con la crítica a Mussolini como principal bandera. 

Otras organizaciones participaron en la fundación de la FUA y se unieron al frente. Los diversos grupos se dividieron en tres: los comunistas, representados por los trotskistas de la LC y la UTG; los socialistas del PSB, el Grêmio Universitario Socialista, el Partido Socialista Italiano, el Grupo Socialista Giacomo Matteotti y el Grupo Italia Libera; los lugartenientes de la Legião Cívica 5 de Julho y la Bandeira dos Dezoito. También se unieron los periódicos O Homem Livre (El Hombre Libre), A Rua (La Calle) y la revista O Socialismo (El Socialismo)(28). El frente único estaba formado por una diversidad de fuerzas políticas e ideológicas, desde los trotskistas a los tenentistas, pasando por los socialistas y la comunidad italiana. 

Aún faltaba el programa de la organización antifascista. Las bases para la constitución del frente fueron presentadas por Arístides Lobo:

a) Combate a las ideas, desarrollo y acción del fascismo;

b) reivindicación de la educación laica y de la separación de la Iglesia y el Estado; 

c) libertad de pensamiento, reunión, asociación y prensa;

d) formación de un bloque único de acción contra el fascismo. Todas las organizaciones antifascistas pueden pertenecer al Frente Único Antifascista, sin distinción de credo político o filosófico.(29)

Cabe señalar que el PCB, fiel a las directrices del frente único desde la base, rechazó la invitación y optó por no adherirse al FUA. La dirección del partido mantuvo una postura táctica de crítica a las organizaciones frentistas con socialistas y trotskistas. Sin embargo, en los últimos meses de 1933, el comité regional paulista del PCB, bajo la dirección de Hermínio Sacchetta, participó en reuniones y acciones de la FUA.

Los anarquistas tampoco se unieron formalmente, pero participaron esporádicamente en algunas acciones conjuntas. Durante la reunión fundacional de la FUA, los anarcosindicalistas expresaron su oposición a la formación de un frente único de organizaciones y abogaron por una liga formada por “individuos”.(30)  Posteriormente, la Fosp distribuyó un folleto titulado Contra la horda fascista, en el que explicaba su posición contraria a cualquier principio de autoridad y rechazaba el “frente único de fachada” por considerarlo una coalición con “compromisos partidistas”(31). Los anarcosindicalistas organizaron también el Comité Antifascista, que obedecía a los principios antijerárquicos exigidos por los libertarios. 

Formado el 25 de junio, la primera manifestación pública del FUA tuvo lugar al mes siguiente, el 14 de julio, en la sede de la Lega Lombarda(32).El acto cumplió la tarea de lanzar el Manifiesto del Frente Único Antifascista, que fue publicado posteriormente en O Homem Livre, n° 8, 17 de julio. Uno de los temas abordados por el manifiesto era la posibilidad del fascismo en Brasil. El argumento inicial era que Brasil no reunía las condiciones objetivas, ya que el movimiento obrero estaba atrasado y, por lo tanto, no sería una amenaza. Sin embargo, consideraba que el triunfo de una aventura fascista era perfectamente lógico, dado el carácter global de la economía capitalista y su crisis, lo que haría del fascismo una política global. Añadieron que el fascismo contaba con apoyo político y material en Italia y Alemania y, según el manifiesto, también contaba con el apoyo de la Iglesia Católica, a la que consideraba un aliado natural. También subrayaron que, dadas las condiciones económicas y políticas, la lucha contra el fascismo estaba a la orden del día. Por último, se reafirmaba la necesidad táctica de un frente unido.(33)

El número 14 del periódico A Luta de Classe, del 29 de julio de 1933, publicaba un breve informe sobre lo que denominaba el “gran mitin” de la Lega Lombarda. Según la publicación, la reunión fue presidida por Aristides Lobo y contó con la presencia de representantes de la Unión de Profesionales de la Conducción, la UTG, O Homem Livre, el Grupo Antifascista Italia Libera, A Rua, Brasil Novo y la LC, así como otros oradores sin vínculos con organizaciones. El informe también menciona un breve desencuentro entre un representante del PCB y un anarquista(34). Cabe destacar que, a pesar de no adherirse oficialmente a la FUA, los estalinistas y libertarios estuvieron presentes para acompañar el acto. La publicación también destacó la acción represiva de Vargas al afirmar que el mitin fue cerrado con una acción violenta de la policía, que realizó numerosas detenciones, entre ellas la de Lobo y Manuel Medeiros, secretario de la UTG(35). 

También en este número, A Luta de Classe publicó en su portada la Declaración de los Delegados Pertenecientes a la Oposición de Izquierda Internacional (bolcheviques-leninistas) para el Congreso de Lucha contra el Fascismo. En este documento se hace una breve historia del ascenso del fascismo en Europa y se advierte del peligro real que supone la victoria de Hitler en Alemania y el impulso fascista en otros países, así como la urgencia en organizar la resistencia: “El fascismo es un enemigo terrible. Para combatirlo se necesitan masas compactas de millones y decenas de millones de trabajadores bien organizados y bien dirigidos”(36). El documento también critica la IC post-1924 y la socialdemocracia y señala que la única salida para el movimiento antifascista era la organización del frente único.(37)

Después del mitin de lanzamiento, la FUA ya mostraba que tendría grandes dificultades para mantenerse activa(38). El frente pasó los meses de agosto, septiembre y octubre sin realizar ninguna nueva agitación. Durante este período, el trabajo de divulgación política del antifascismo se mantuvo sólo a través de O Homem Livre (El Hombre Libre), que criticaba y denunciaba el integralismo. En la segunda edición, el artículo sin firma Realidades Brasileiras (Realidades Brasileñas) explicaba la situación nacional y argumentaba que Brasil no estaba amenazado por una dictadura fascista: «La situación de Brasil no se parece en nada a la de Italia hace 13 años o a la de Alemania hoy (…)(39).

Para los trotskistas, el fascismo era la última salvaguarda del capitalismo y surgió como resultado de la crisis económica y la agudización de la lucha de clases. Sin embargo, señalaban que Brasil aún no reunía esas condiciones objetivas, especialmente debido al bajo nivel de organización de la clase obrera, por lo que sostenían que el fascismo brasileño tenía un carácter preventivo.(40) A pesar de destacar esta peculiaridad, las sucesivas ediciones de O Homem Livre no dejaron de alertar sobre el peligro del crecimiento de los integralistas.(41)

A partir de julio y en los meses siguientes, hubo un aumento de artículos sobre el movimiento fascista en Brasil y, en este sentido, podemos ver un esfuerzo de los trotskistas por intentar caracterizar mejor a la AIB, identificando sus particularidades. Un primer elemento señalado fue la fragilidad o deficiencia teórica del integralismo. Los trotskistas señalaron que “la característica del fascismo brasileño es de una sombría pobreza intelectual”. Los trotskistas también añadieron que la base teórica integralista era una simple rearticulación del fascismo italiano, y “no contenía una sola idea original, no planteaba un solo problema seriamente, ni siquiera en el campo burgués”.(42)

Los trotskistas argumentaron que era difícil discutir teóricamente el integralismo, porque ni siquiera había una base conceptual seria que pudiera ser cuestionada y desmitificada: “No hay orientación filosófica, social o política en la “doctrina” integralista”.(43)  En consecuencia, añadían, que las obras y discursos integralistas no eran más que “mosaicos de deshonestidad intelectual y declaraciones demagógicas”.(44) El lenguaje pobre, los argumentos débiles, la apelación moral y la mistificación de la realidad eran la base que sustentaba al fascismo brasileño. En cuanto al debate con los fascistas, concluían: “No se puede discutir seriamente con un integralista. Esa gente de camisa verde tiene un horror sacrosanto a la verdad. Ése es su trabajo, ésa es su función social: eludir la discusión honesta, mentir y mistificar”(45).

A pesar de todas estas dificultades para caracterizar la “doctrina”, los trotskistas señalaban que una referencia central en las obras y discursos de Plínio Salgado era “el hombre integral en la sociedad integral”(46). Cuando se les preguntaba qué significaba esto, señalaban que, para los integralistas, este “hombre integral” era el que llevaba a cabo sus “justas aspiraciones materiales, intelectuales y morales”. Sin embargo, los oposicionistas afirmaban que no existía una determinación clara sobre cómo esto sería posible. En cuanto a la “sociedad integral”, el discurso integralista señalaba que significaba “sociedad que funciona armoniosamente”. Una vez más, se hacía hincapié en la ausencia de una explicación concreta de esta sociedad integrada y armoniosa.(47) Utilizando un lenguaje poco denso o concreto, el fascismo apelaba a la moralidad. Este discurso genérico sonaba satisfactorio para los deseos inconsistentes de una clase media que ansiaba la afirmación política. 

Tratando de desmitificar este discurso abstracto, los trotskistas afirmaban que, para los integristas, se trataba de una sociedad que mantendría las clases sociales, sus antagonismos y contradicciones, pero que “por milagro”, obreros e industriales vivirían fraternalmente.(48)Pero esta «arquitectura milagrosa», subrayaban los oposicionistas, se forjaba mediante la represión y la violencia. Por lo tanto, en la sociedad integral, el obrero “ya no podrá pensar por sí mismo, ya no podrá afiliarse a sindicatos para defender sus pobres salarios, ya no podrá salir a la calle en manifestaciones partidistas”(49). Detrás del velo místico de la armonía social, la sociedad fascista se fundaría en la opresión, en el silenciamiento de la clase obrera. 

Siguiendo con la “doctrina” de la sociedad integral, los trotskistas señalaron otra flagrante incoherencia. Argumentaban que el fascismo era esencialmente centralizador y antifederalista, que no permitía particularidades regionales ni autonomías provinciales. El integralismo era una apología del estado único, cohesionado, totalitario y monopolizador.(50) Sin embargo, señalaban que Brasil tenía “una contradicción muy grave: el carácter heterogéneo y dispar de la pequeña burguesía brasileña, sin unidad de clase y sin solidaridad de intereses y comunidad de tradiciones verdaderamente nacionales”.(51) La pequeña burguesía era la clase que servía de base social al movimiento integralista. Pero en Brasil, dada de todas sus particularidades regionales, esta clase también tenía intereses y una historia peculiar, distinta en cada región. Como señalaban los trotskistas, “las aceitunas se ven obligadas a adaptarse en cada región o estado a los prejuicios y sentimientos de la pequeña burguesía provincial”.(52) Esto revelaba el oportunismo de Plínio Salgado y toda la fragilidad del discurso fascista que ya se estaba resquebrajando. 

La política estalinista también fue criticada en las páginas de O Homem Livre. La primacía de la lucha contra la guerra y el rechazo del frente único fueron abordados en el editorial del número 18, titulado ¿Contra la guerra o contra el fascismo? Se argumentaba que la tarea del fascismo era destruir las organizaciones independientes de la clase obrera suprimiendo las libertades democráticas más básicas. Señalaban que la democracia era indispensable para la clase obrera, porque era a través de sus organizaciones que sería posible luchar por la transformación de la sociedad burguesa. Sin dejar de reconocer los límites de la lógica parlamentaria y de las elecciones, sostenían que era a partir de ahí que la conquista del poder se hacía posible.

Así, se señalaba que la guerra imperialista era una de las trágicas consecuencias de las crisis y de las disputas de mercado. Por lo tanto, las guerras sólo dejarían de aparecer en el horizonte con la superación del modo de producción capitalista y, para luchar contra la dominación burguesa, eran necesarias las libertades democráticas, razón por la cual: “La tarea urgente a la que deben entregarse los que anhelan la emancipación del proletariado es la lucha contra el fascismo”(53). Es interesante notar que, en las páginas de O Homem Livre, el debate entre trotskistas y estalinistas no estaba abierto, pues el PCB no era mencionado directamente. Sin embargo, está claro que la FUA, dirigida mayoritariamente por trotskistas, disputaba el mismo terreno político con los estalinistas del Comité Antiguerra. 

El Hombre Libre fue también un instrumento de acción política. Tras el mitin público del 14 de julio, las organizaciones que formaban la FUA no organizaron nuevas acciones en los meses siguientes. El periódico exigió una reacción. En octubre, el número 16 de O Homem Livre publicó un artículo titulado O Dever das Organizações Revolucionárias (El deber de las organizaciones revolucionarias), que llamaba a las organizaciones a la acción: “Se ha hecho el Frente Único Antifascista. Es demasiado poco. No basta con adherirse formalmente al antifascismo. Las organizaciones adheridas deben tener actividad y una actividad común en un solo frente de batalla. No hay lugar para los débiles y cobardes”.(54) El trabajo de propaganda era fundamental, pero insuficiente. La lucha contra el fascismo tenía que tener lugar en las plazas y en las calles.

El llamamiento surtió efecto. La FUA volvió a salir a la luz pública el 14 de noviembre, cuando participó en un mitin en São Paulo, en la sede de la Asociación de las Clases Trabajadoras, que había sido promovido por el Centro Cultural Social, de influencia anarquista.(55) Esta actividad tuvo un carácter muy importante porque, además de contar con libertarios, socialistas y trotskistas, también contó con la participación de militantes del PCB. A pesar de la orientación contraria de la dirección nacional y de la IC, el Comité Regional de São Paulo (CR) del PCB, a través de Hermínio Sacchetta, estuvo presente en las reuniones preparatorias y participó en el mitin.(56)

Este mitin del 14 de noviembre fue el primero en ser atacado por los integristas. Los Camisas Verdes intentaron invadir el local para perturbar y disolver el mitin, pero fueron expulsados por los vigilantes antifascistas. Siguiendo el ejemplo italiano y alemán, los integralistas intentaron controlar los espacios públicos. Para ello crearon sus propias milicias armadas, uniformadas, jerarquizadas y entrenadas para combatir a sus adversarios políticos, especialmente a las organizaciones obreras antifascistas. Los antifascistas resistieron y la manifestación no se disolvió. Pero además de resistir a los fascistas, los miembros de la FUA fueron acosados por la policía. Al final de la manifestación, cuando regresaban a casa, un grupo de antifascistas fue atacado por la policía de Vargas, varios militantes fueron golpeados y otros detenidos.(57)

Ser antifascista es un acto de valentía política. La violencia integralista y policial, lejos de apagar los ánimos de los antifascistas, los impulsó a nuevas actividades. Mientras tanto, los integralistas preparaban una manifestación pública para mostrar fuerza y ocupar las calles. La marcha fue convocada para el 15 de diciembre e, inmediatamente, la FUA, junto con otras organizaciones, convocó una contramanifestación para la misma fecha. Tras hacerse pública la convocatoria antifascista, los integristas dieron marcha atrás y cancelaron la marcha. Pero la concentración que reunía a las organizaciones antifascistas se mantuvo y tuvo lugar en el Largo de São Paulo. Una vez más, participaron la FUA, los anarquistas y el CR São Paulo del PCB. Entre las resoluciones aprobadas estaba la convocatoria de un nuevo mitin para el 25 de enero de 1934, aniversario de la ciudad de São Paulo.(58)

El mitin convocado para el Largo da Concórdia resultó en un nuevo capítulo de violencia policial contra los antifascistas. Antes del inicio del acto, el lugar fue completamente tomado por la caballería de la Fuerza Pública, que impidió violentamente la realización de la manifestación. La represión no cesó. Al día siguiente, 26 de enero, cuando miembros de la FUA estaban reunidos en la sede de la UTG, el lugar fue allanado por la policía, que arrestó a todos los presentes, entre ellos Francesco Frola, Mário Pedrosa, Aristides Lobo y Fúlvio Abramo.(59) Según el relato de Abramo, la represión del acto, así como el asalto a la sede de la UTG, “revelaron los vínculos entre la policía paulista, el integralismo y los representantes del Fascio en São Paulo”.(60)

El CR paulista del PCB, que, a través de Hermínio Sacchetta, se había acercado a la FUA y había participado en los últimos mítines después de las turbulencias del 25 y 26 de enero, se distanció de las demás fuerzas políticas. Las relaciones se tensaron porque las organizaciones competían por el papel de dirigir las acciones y manifestaciones convocadas en noviembre, diciembre y enero. Además de este desgaste, el CC del PCB, con sede en Río de Janeiro, interfirió e imposibilitó la participación de la CR de São Paulo en un frente único con los trotskistas, socialistas y anarcosindicalistas.(61) O Homem Livre publicó un breve artículo titulado Coerência na Deserção (Coherencia en la deserción), en el que se argumentaba que las diferencias teóricas habían motivado la ruptura.(62)

Desde comienzos de 1934, las dificultades que enfrentaban las organizaciones que integraban el FUA se hicieron evidentes y, tras esta nueva ofensiva policial, el frente entró en decadencia. La publicación de O Homem Livre (El Hombre Libre) también tenía dificultades para mantenerse y el 24 de febrero se publicó su 22º y último número. La falta de recursos financieros, la acumulación de tareas y las detenciones culminaron en el cierre del periódico.(63)A partir de entonces, el FUA entró en un período de inestabilidad. El frente no se cerró oficialmente, se mantuvo, pero a lo largo de 1934 realizó pocas actividades públicas, entre las que destacan la manifestación del 1 de mayo y la contramanifestación del 7 de octubre contra los integristas. Mientras la FUA atravesaba dificultades, la LCI siguió trabajando para forjar la unidad política con las fuerzas obreras en el terreno sindical y electoral. Fue precisamente durante este periodo cuando, como vimos en el capítulo anterior, los trotskistas optaron por unirse a los sindicatos oficiales y buscaron construir un frente sindical único. De estas alianzas surgió un frente único electoral. De cara a las elecciones para la Asamblea Constituyente de São Paulo del 14 de octubre, la LCI intentó contactar con las organizaciones obreras para formar un frente electoral.(64) Una vez más, la dirección del PCB rechazó la propuesta, pero la alianza se materializó con el apoyo del PSB y el PSPB. Se formó entonces la Coalición Proletaria, un frente electoral único con el objetivo de lanzar candidatos obreros en las elecciones de São Paulo. 

En un editorial publicado en A Luta de Classe, nº 21, los trotskistas reafirmaron que el objetivo del frente único era reunir a todos los partidos u organizaciones que se definían como de tendencia socialista o proletaria: “El acuerdo debe tener un claro e inequívoco carácter de clase”(65). La coalición garantizaba a cada organización el derecho de anunciar su programa y su bandera con total libertad y sin restricciones. La LCI señalaba también que reconocía los límites de los partidos socialistas, pero que, aun así, era necesario dejar de lado el sectarismo para unir fuerzas y dialogar con estas tendencias obreras, con el fin de oponerse a los partidos burgueses.(66)

El editorial señalaba también que, dada la debilidad de todas las organizaciones obreras existentes en aquel momento, “ninguna de ellas podía pretender representar por sí sola a las vastas capas del proletariado brasileño”. Si cada partido entrase en la carrera electoral de forma fracturada y aislada, las desventajas de sus candidatos serían enormes “frente a las formidables máquinas políticas que son los grandes partidos burgueses”.(67) El frente debería reunir a las fuerzas obreras dispersas en torno a un programa definido y concentrar los votos, para evitar su dispersión en beneficio de los candidatos de los partidos burgueses. De este modo, la LCI presentó un programa de 42 puntos, que abarcaba reivindicaciones políticas y económicas.(68)El frente electoral eligió sólo un diputado, pero consiguió obtener un total de votos superior al de los candidatos de la AIB y del PCB, que no se habían unido a la coalición.(69)

En A Luta de Classe, nº 21, se publicó también una carta abierta a los militantes del Partido Comunista, firmada por Valter (Lobato). Esta breve carta es muy esclarecedora, pues resume en ocho puntos las diferencias y desacuerdos entre trotskistas y estalinistas en aquella época, en julio de 1934. Por su carácter sintético y didáctico, vale la pena transcribir aquí todos esos puntos: 1) revolución proletaria, de carácter permanente e internacional, y no socialismo en un solo país; 2) dictadura del proletariado y no del proletariado y los campesinos; 3) imposibilidad de que la pequeña burguesía actúe independientemente – dirección obrera; 4) incompatibilidad de la teoría del fascismo social con la concepción marxista de la lucha contra el fascismo; 5) carácter reaccionario de la lucha antibélica; 6) defensa de la Unión Soviética contra el enemigo capitalista exterior y contra la burocracia soviética interior; 7) contra el frente único sólo desde abajo; 8) trabajo en todas las organizaciones obreras de masas.(70)

Puede verse que los tres primeros puntos enumerados tratan de cuestiones estratégicas sobre el carácter de la revolución y su dirección. El punto seis trata de la espinosa cuestión de la Unión Soviética y su defensa. Los puntos restantes tratan de cuestiones tácticas, concretamente las relacionadas con el frente unido contra el fascismo. En aquel momento, ésta era la principal divergencia táctica entre los estalinistas y los trotskistas. En los meses anteriores, el periódico Vanguarda Estudantil, bajo la influencia del PCB, había publicado un artículo criticando a la FUA, en el que decía que era un frente único “farsa”. Los trotskistas respondieron que: “Como han demostrado todos los acontecimientos, nacional e internacionalmente (Alemania), sólo hay un frente único de engaño: el llamado ‘frente único por la base’ que inventaron los estalinistas”.(71)Según la LCI, la dirección del PCB no había celebrado ninguna manifestación antifascista y, por tanto, el «frente único para la base, en el lenguaje de los acontecimientos, sólo podía significar una cosa: engaño + traición + provocación + capitulación».(72)

En los últimos meses de 1934, los ánimos con los integristas también se caldearon y la táctica de las contramanifestaciones dio lugar a algunos conflictos violentos. La radicalización tomaba cuerpo en las manifestaciones públicas, especialmente debido a los desfiles integralistas, contra los cuales los antifascistas organizaron acciones. Las contramanifestaciones eran una táctica defensiva que buscaba impedir que los integralistas conquistaran el espacio público. Los enfrentamientos directos entre las organizaciones fueron recurrentes y el más importante y llamativo tuvo lugar en octubre de 1934. 

Para conmemorar el segundo aniversario de la organización, la AIB convocó una manifestación pública el 7 de octubre en la Praça de Sé, en el centro de São Paulo. Según Abramo, tan pronto como los integralistas anunciaron el evento, la dirección de la LCI, que estaba reunida en la sede de la UTG, decidió impedir la manifestación.(73) Sin embargo, es importante señalar que esta opción se encontró con resistencia interna. Aristides Lobo, Víctor de Azevedo Pinheiro, José Auto y Rachel de Queiroz, que también trabajaban para la LCI durante este periodo, no estaban de acuerdo con la confrontación armada. Sostenían que la contramanifestación era una acción aventurada y provocadora que pondría en peligro a los militantes y a toda la organización. En consecuencia, Lobo y los demás mencionados se mantuvieron críticos y no participaron en la contramanifestación. Lobo era el Secretario General de LCI y su posición suponía una importante fractura política en el grupo.

Las organizaciones de la FUA fueron contactadas y, bajo la dirección de militantes de la LCI y del PSB, comenzó la división del trabajo para combatir la manifestación integralista. Abramo también menciona, sin dar la fecha, que se celebró una reunión con varias organizaciones antifascistas para discutir la acción. Señala que se aprobó la propuesta de que la contramanifestación tendría lugar en el mismo lugar y a la misma hora que la manifestación integralista y tendría como objetivo disolverla.(74) Los antifascistas estaban preparados para un enfrentamiento directo. 

Abramo añade que militantes del PCB y anarquistas también participaron en estas reuniones preparatorias, pero sin someterse a la centralización. De este modo, se estableció un consenso para dividir las fuerzas en tres grandes posiciones: la primera ocupada por miembros del PSB, la segunda por estalinistas y la tercera por trotskistas y anarquistas.(75) Días antes del enfrentamiento, diversas organizaciones, entre ellas la FUA (LCI y PSB), el Comité Antiguerra (PCB) y el Comité Antifascista (Fosp) emitieron comunicados y publicaron manifiestos llamando a miembros, militantes y simpatizantes a asistir a la contramarcha. Desde la mañana del 7 de octubre, los militantes antifascistas ya circulaban por la plaza y se situaban en puntos estratégicos preestablecidos. A mediodía, el número de integristas en la zona era ya considerable. El enfrentamiento estalló hacia las 14.00hs y duró casi tres horas. Hubo un largo tiroteo y la contramanifestación consiguió dispersar e impedir el acto integralista. La huida de los fascistas pasó a ser llamada por las organizaciones obreras “la huida de los gallinas verdes”, en referencia al color de los uniformes de los fascistas. El periódico O Homem do Povo, bajo la influencia del PCB, publicó la semana siguiente un artículo titulado Un integralista no corre, vuela. También hay que señalar que el conflicto dejó muertos y heridos. Hubo siete muertos, entre ellos un antifascista (Décio Pinto de Oliveira), tres integralistas, dos policías y un guardia civil, y otras treinta personas resultaron heridas, entre ellas Mário Pedrosa.(76)

Hay dos autores que relataron con detalle el conflicto entre antifascistas e integralistas. El primero es Fúlvio Abramo, que en 1984 publicó la obra titulada 7 de octubre de 1934 – 50 anos no primeiro Cadernos Cemap, texto que fue reeditado en 2014 con el título A Revoada dos Galinhas Verdes: uma história da luta contra o fascismo no brasil, por la editorial Veneta. El otro relato es de Eduardo Maffei, que también publicó A batalha da Praça da Sé en 1984, por Philobiblion.(77) Como señala Castro: “Cada uno de ellos defiende la posición de la organización a la que pertenecía – LCI y PCB, respectivamente”.(78)

Así, cada autor presenta los argumentos reproducidos por sus organizaciones, sacando a la luz las disputas políticas existentes. Así, mientras Abramo valora el papel del FUA en la convocatoria y en la acción, Maffei, por su parte, destaca la actuación y la participación del PCB en la organización de la contramarcha. Se trata de dos relatos memorialistas llenos de intenciones políticas y olvidos intencionados, que deben ser analizados críticamente. En un artículo publicado en el periódico Vanguarda Socialista en 1945, Pedrosa presentó una versión conciliadora, argumentando que “ninguna organización o partido puede arrogarse el mérito de haber logrado por sí solo aquella formidable movilización de trabajadores”.(79) Las fuentes indican que la manifestación antifascista no fue dirigida ni convocada por una sola organización. La Batalla de Praça da Sé se convirtió en un hito de la lucha antifascista en Brasil y, como indican los textos de Abramo y Maffei, el acto penetró en la memoria de la izquierda brasileña y se convirtió en un gran símbolo de la lucha del proletariado, tanto que llegó a ser reivindicado por diferentes grupos. El éxito de la acción contra los integralistas se debió a la lucha de militantes de todas las tendencias políticas e ideológicas del proletariado. Más importante que identificar una dirección es subrayar que fue un acto en el que participaron todas las fuerzas antifascistas; trotskistas, estalinistas, socialistas y anarquistas. 

Incluso cuando el mitin integralista fue dispersado con éxito, las acciones de la FUA terminaron ahí. En los últimos meses de 1934, el escenario internacional comenzó a cambiar para los comunistas, pues la IC inició un proceso de revisión de las tesis del Tercer Período, allanando el camino para la formación de un frente amplio, tesis que se consolidó en el VII Congreso de la IC y se materializó en Brasil a través de la ANL.


Notas:

1 “La conclusión del Pleno es que es necesario fortalecer la lucha contra la socialdemocracia. El Pleno condena “el frente único en la cumbre”, confirma que la esencia del frente único consiste en incitar a los obreros socialistas a romper con su dirección.” BROUÉ, Pierre. Historia de la Internacional Comunista (1919-1943). São Paulo: Sundermann, 2007. t. 1. p. 619.

STALIN, J. La situación internacional. 1924. Disponible en: https://www.marxists.org/portugues/stalin/1924/09/20.htm Consultado el: 15 de julio de 2020.

3 Bloque de socialistas que, bajo el liderazgo de Edouard Herriot, estuvieron en el poder en Francia entre mayo de 1924 y abril de 1925. 

4 TROTSKY. Stalin, el gran organizador de derrotas: la Tercera Internacional después de Lenin. São Paulo: Sundermann, 2010. p. 175.

5 Ibidem.

6 Ibid. p. 174.

7 TROTSKY. El tercer período de los errores de la Internacional Comunista. The Militant, 8 de enero de 1930. Disponible en: https://www.marxists.org/portugues/trotsky/1930/01/08.htm. Consultado el: 15 de julio de 2020.

8 Ibid.

9 TROTSKY. El peligro fascista se cierne sobre Alemania. 1930. Disponible en: https://www.marxists.org/portugues/trotsky/1930/09/perigo.htm. Consultado el: 15 de julio de 2020.

10 MARIE, Jean-Jacques. Trotskismo. São Paulo: Perspectiva, 1990. p. 57

11 Las tesis aprobadas en la I Conferencia Nacional destacan el peligro de una nueva guerra: “En Europa, las tropas ya están siendo movilizadas en las fronteras. El horrible cuadro de la víspera de la guerra de 1914 ya se repite ampliado. Es la guerra. Esa guerra imperialista para la que todos los países del mundo capitalista se preparan desde hace tiempo.” CARONE, Edgard. EL PCB (1922 – 1943). São Paulo: Difel, 1982. v. 1. p. 164.

12 “En Alemania, donde el capitalismo ha puesto en el poder a sus más sanguinarios defensores – Hitler y sus compinches – comienza la descomposición, a pesar de que los dirigentes trotskistas habían ‘profetizado’ y deseado la existencia del hitlerismo por lo menos durante cincuenta años.” Ibidem. p. 163.

13 “Es necesario tener en cuenta el contenido real del estribillo de los dirigentes soviéticos de la época, ‘el peligro de guerra’. El pasaje es perceptible desde el VI Congreso, cuando, como en todo el período precedente la revolución era vista como la única forma de evitar la guerra. Poco a poco, empezó a sugerir que abstenerse de hacer la revolución era lo que evitaría la guerra”. BROUÉ, Pierre. Historia de la Internacional Comunista (1919-1943). São Paulo: Sundermann, 2007. t. 1. p. 666.

14 CASTRO, Ricardo Figueiredo de. O homem livre: um jornal a serviço da liberdade (1933-1934). 

Cadernos AEL: Trotskismo, Campinas, v. 12, n. 22/23, p. 63, 2005.

15 TRINDADE, Hélgio. Integralismo: o fascismo brasileiro na década de 30. São Paulo: Difel, 1974.

16 Ibidem. p. 105.

17 Plínio Salgado nació en São Bento do Sapucaí (SP) en 1985. Se licenció en periodismo y, en 1918, se inició en la política participando en el Partido Municipalista del Valle del Paraíba. En 1920, ya en São Paulo, trabajó en el Correio Paulistano, periódico del PRP. Durante este período, también se dedicó a actividades literarias y, en 1926, publicó la novela O estrangeiro, una obra modernista. Pronto se alineó con el movimiento Verde-Amarelo, una corriente nacionalista del modernismo. Al año siguiente, lanzó el movimiento Anta, que exaltaba a los indígenas. En 1928 fue elegido diputado del estado de São Paulo por el PRP y, en 1930, apoyó la candidatura de Júlio Prestes. Antes de terminar su mandato, viajó a Europa, donde quedó impresionado por el fascismo y Mussolini. En 1932, fundó la Sociedad de Estudios Políticos junto a intelectuales simpatizantes del fascismo y, meses más tarde, reunió a varias organizaciones para fundar la AIB. Tras el golpe de Vargas en noviembre de 1937, Plínio Salgado fue detenido y exiliado, regresando a Brasil con el retorno de la democracia en 1945, cuando reformuló la doctrina integralista y fundó el Partido de Representación Popular (PRP). En 1955 se presentó a las elecciones presidenciales y fue derrotado. También fue elegido diputado federal en 1958 por Paraná y en 1962 por São Paulo. En 1964, participó en la Marcha de la Familia con Dios por la Libertad y apoyó el golpe militar, uniéndose a Arena, partido por el que fue elegido para dos mandatos más en la Cámara Federal, en 1966 y 1970. Murió en 1975 en São Paulo». ABREU, Alzira Alves de (Coord.). et al. Diccionario Histórico Biográfico Brasileiro pós 1930. 2. ed. Rio de Janeiro: Editora FGV, 2001.

18 Gustavo Barroso fue abogado y periodista, autor de decenas de libros en diversas áreas del saber. En 1915, fue elegido diputado federal por el estado de Ceará y fue el representante brasileño en la Conferencia de Paz de Versalles. También fue presidente de la Academia Brasileña de Letras. Por su parte, Miguel Reale era abogado y fue secretario nacional de doctrina de la AIB, encargado de presentar la fundamentación teórica integralista. Escribió diversas obras apuntando  críticas al liberalismo y al comunismo en defensa del Estado Integral. 

19 Según cifras presentadas por Maio y Cytrynowicz, en 1935 los integralistas estaban organizados en 548 municipios, con 1.123 núcleos organizados y cerca de 400.000 militantes. MAIO, Marcos Chor; CYTRYNOWICS, Roney. AçãoIntegralista Brasileira: un movimiento fascista en Brasil (1932-38). En: FERREIRA, Jorge; DELGADO, Lucilia de A. N. O Brasil republicano. O tempo do nacional-estatismo: do inicio dos anos 1930 ao apogeu do Estado Novo: Segunda República (1930-1945). 9. ed. Rio de Janeiro: Civilização Brasileira, 2019. p. 38.

20 La decimoctava letra griega, sigma, se convirtió en el símbolo del movimiento porque significaba suma, integración. En este universo simbólico, también se destacan el saludo con el brazo derecho extendido y el grito de «Anauê», palabra de origen tupí que sería una especie de grito de guerra.

21 ABRAMO, Fúlvio. A revoada das galinhas verdes: umahistória da luta contra o fascismo no Brasil. São Paulo: Veneta, 2014. p. 29.

22 Ibidem.

23 Ibidem. p. 28.

24 Ibidem. p. 29.

25 Ibidem. p. 31.

26 CONTRA o fascismo. O homem livre, São Paulo, n. 1, p. 1, 27 de mayo de 1933.

27 CASTRO, Ricardo Figueiredo de. O homem livre: um jornal a serviço da liberdade (1933-1934). En: Cadernos AEL. Trotskismo. Campinas: IFCH/AEL, v. 12, n. 22/23, 2005. p. 72-73.

28 A CONSTITUIÇÃO da Frente Única Antifascista. O Homem Livre, São Paulo, n. 6, p. 1, 2 jul. 1933.

29 O COMÍCIO de 14 de Julho na Lega Lombarda. A Luta de Classe, Rio de Janeiro, n. 14, p. 1, 29 de julio de 1933.

30 “De las organizaciones presentes, sólo los anarquistas votaron en contra, declarando que se mantendrían al margen, y ello porque querían una liga antifascista formada por individuos de todas las corrientes, y no un frente único de organizaciones.” FREDERICO [MATHEUS, João]. Frente único de luta e frente único de tapação: (Respuesta a la Vanguardia Estudiantil). A Luta de Classe, Río de Janeiro, n. 21, p. 4, agosto de 1934.

31 CASTRO, Ricardo Figueiredo de. Contra a guerra ou contra o fascismo: as esquerdas brasileiras e o antifascismo: 1933-1935. 1999. Tesis (Doctorado en Historia) Universidad Federal Fluminense. Niterói, 1999. p. 222 (Anexo, documento 1).

32 Castro llama la atención sobre la fecha elegida para el lanzamiento público de la FUA: «La fecha conmemorativa de la Revolución Francesa mostraba la preocupación por la elección de una fecha simbólica para toda la izquierda, que no pudiera ser apropiada por ninguna de sus vertientes políticas, ya que las precedía. Por lo tanto, podía representar a todos y no sólo a los comunistas, «estalinistas» o «trotskistas». CASTRO, Ricardo Figueiredo de. El Frente Único Antifascista (FUA) y el antifascismo en Brasil (1933-1934). Topoi. Rio de Janeiro, v. 3, n. 5, dic. 2002. p. 362.

33 FRENTE ÚNICA ANTIFASCISTA. Manifiesto del Frente Único Antifascista al pueblo de Brasil. O HomemLivre, São Paulo, n. 8, p. 6, 17 de julio de 1933.

34 El mitin del 14 de julio en la Lega Lombarda. A Luta de Classe, Rio de Janeiro, n. 14, p. 1, 29 de julio de 1933.

35 Ibidem.

36 DECLARACIÓN de los delegados pertenecientes a la Oposición de Izquierda Internacional (bolcheviques-leninistas) para el congreso de lucha contra el fascismo. A Luta de Classe, Río de Janeiro, n. 14, p. 1, 29 de julio de 1933.

37 Ibid.

38 “Después de eso [mitin de la Lega Lombarda], hubo una gran pausa. Nuestros aliados, asustados por lo que había ocurrido, no asistieron a las reuniones de la FUA. Sólo los delegados de la Liga, la UTG y el ‘Hombre Libre’ respondieron a las circulares que se les enviaron. Pero eso no era suficiente para una actividad eficiente”. FREDERICO [MATHEUS, João]. Frente único de luta e frente único de tapação: (Respuesta a la Vanguardia Estudiantil). A Luta de Classe, Río de Janeiro, n. 21, p. 4, agosto de 1934. p. 4.

39 Realidades brasileñas. O Homem Livre, São Paulo, n. 2, p. 1, 3 de junio de 1933.

40 “Los magnates del capital aún no tienen necesidad orgánica del fascismo institucional, y sólo toleran a los milicianos verdes como medida preventiva.” El carácter preventivo del fascismo brasileño. O Homem Livre, São Paulo, n. 19, p. 2, 20 nov. 1933.

41 ¡La multitud integralista amenaza! O Homem Livre, São Paulo, n. 17, p. 1, 21 de octubre de 1933.

42 PIRAMA, J. Nabarafunda do fascismo brasileiro. O Homem Livre, São Paulo, n. 11, p. 2, 13 de agosto de 1933.

43 ¿QUÉ ES EL INTEGRALISMO? O Homem Livre, São Paulo, n. 8, p. 1, 17 de julio de 1933.

44 Ibid.

45 El carácter preventivo del fascismo brasileño. O Homem Livre, São Paulo, n. 19, p. 2, 20 de noviembre de 1933.

46 ¿QUÉ ES EL INTEGRALISMO? O Homem Livre, São Paulo, n. 8, p. 1, 17 de julio de 1933.

47 ibidem

48 ibidem

49 El carácter preventivo del fascismo brasileño. O Homem Livre, São Paulo, n. 19, p. 2, 20 nov. 1933.

50 La IDEOLOGÍA del integralismo y la pequeña burguesía regionalista. O Homem Livre, São Paulo, n. 21, p. 1, 3 ene. 1934.

51 ibidem.

52 ibidem. p. 1.

53 CONTRA a Guerra ou contra o Fascismo. O HomemLivre, São Paulo, n. 18, p. 1, 5 nov. 1933

54 PIRAJÁ, R. O dever das organizações revolucionarias. O HomemLivre, São Paulo, n. 16, p. 3, 9 de octubre de 1933.

55 RODRIGUES, André. Banderas negras contra camisas verdes: anarquismo y antifascismo en los periódicos. A Plebe y A Lanterna (1932-1935). Tempos Históricos, Marechal CândidoRondon, v. 21, p. 93-94, 2017.

56 ABRAMO, Fúlvio. A revoada dos galinhas verdes: uma história da luta contra o fascismo no Brasil. São Paulo: Veneta, 2014. p. 40.

57 A MANIFESTAÇÃO anti integralista do dia 14 de novembro. O Homem Livre, São Paulo, n. 19, p. 1, 20 nov. 1933.

58 EL COMITÉ del 15 de diciembre marcó una fecha importante en el movimiento antifascista. O HomemLivre, São Paulo, n. 21, p. 4, 3 de enero de 1934.

59 25 Y 26 DE ENERO. O HomemLivre, São Paulo, n. 22, p. 1-4, 24 de febrero de 1934.

60 ABRAMO, Fúlvio. A revoada dos galinhas verdes: uma historia da luta contra o fascismo no Brasil. São Paulo: Veneta, 2014. p. 40.

61 CASTRO, Ricardo Figueiredo de. El Frente Único Antifascista (FUA) y el antifascismo en Brasil (1933-1934). Topoi. Rio de Janeiro, v. 3, n. 5, dic. 2002. p. 363.

62 COERÊNCIA na deserção. O Homem Livre, São Paulo, nº 22, p. 1, 24 feb. 1934.

63 ABRAMO, Fúlvio. A revoada dos galinhas verdes: umahistória da luta contra o fascismo no Brasil. São Paulo: Veneta, 2014. p. 51.

64 “La LCI propone al Partido Socialista, al Partido Comunista, al Partido Socialista Proletario y a los elementos proletarios, con un programa definido, un acuerdo técnico-electoral para impedir que los votos de la segunda vuelta se dispersen inútilmente, en beneficio de los partidos burgueses. Hay que disciplinar al electorado proletario. Hay que canalizar los votos hacia una lista común, formada por los candidatos de los partidos proletarios ideológicamente afines.” COMITÉ CENTRAL DE LA LIGA COMUNISTA INTERNACIONALISTA. Al proletariado: la táctica electoral de los bolcheviques-leninistas. A Luta de Classe, Río de Janeiro, n. 21, p. 1, agosto de 1934.

65 Ibid.

66 “Si ahora, en las actuales circunstancias, nos negamos a formar un bloque electoral con los partidos de composición proletaria, aunque todavía ideológica y organizativamente pequeñoburgueses, y nos aislamos sectariamente, estaremos haciendo el juego a los partidos de la gran burguesía: estaremos contribuyendo a retrasar el proceso de desarrollo político de las masas” Ibidem. p. 2. 

67 Ibidem.

68 “El programa combinaba reivindicaciones económicas y políticas, proponiendo un plan de gobierno que incluía la necesidad de nacionalizar los servicios públicos, las compañías de seguros, la tierra, excepto la pequeña propiedad, y los bancos. Varios puntos estaban dedicados a la legislación social, bien reclamando nuevas prestaciones, bien exigiendo el cumplimiento inmediato de materias ya reguladas por el gobierno. El punto 16 se escribió en defensa de un sindicato único por industria y de la completa autonomía sindical». CAMPOS, Alzira Lobo de Arruda. «Tiempos de vivir”: disidentes comunistas en São Paulo (1931-1935). 1998. Tesis (Livre-docência em História) – Universidad Estatal de São Paulo. Franca, 1998. p. 248.

69 COGGIOLA, Osvaldo. El trotskismo en Brasil (1928-1964). En: MAZZEO, A. C.; LAGOA, M. I. (Org.). Corações vermelhos: os comunistas brasileiros no século XX. São Paulo: Cortez, 2003. p. 268.

70 VALTER, Lobato. Carta abierta a los miembros del Partido Comunista. A Luta de Classe, Río de Janeiro, n. 21, p. 3, agosto de 1934.

71 FREDERICO [MATHEUS, João]. Frente único de luta e frente único de tapação: (Respuesta a la Vanguardia Estudiantil). A Luta de Classe, Río de Janeiro, n. 21, p. 4, agosto de 1934.

72 Ibidem.

73 ABRAMO, Fúlvio. A revoada dos galinhas verdes: uma história da luta contra o fascismo no Brasil. São Paulo: Veneta, 2014. p. 63.

74 Ibidem. p. 64.

75 Ibidem. p. 66.

76 Ibidem.

77 MAFFEI, Eduardo. La Batalla de Praça da Sé. Rio de Janeiro: Philobiblion, 1984.

78 CASTRO, Ricardo Figueiredo de. El Frente Único Antifascista (FUA) y el antifascismo en Brasil (1933-1934). Topoi. Rio de Janeiro, v. 3, n. 5, dic. 2002. p. 375.

79 PEDROSA, Mário. Entrevista. Vanguarda Socialista, Rio de Janeiro, n. 7, p. 4, oct. 1945.

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