Buscar
Close this search box.

David Lynch: maestro del surrealismo social en el cine

David Lynch: maestro del surrealismo social en el cine

“Creemos que entendemos las reglas cuando nos convertimos en adultos, pero lo que realmente experimentamos es un estrechamiento de la imaginación” (David Lynch)

El miércoles 16 de enero, en la ciudad de Los Ángeles, California, Estados Unidos, a cinco días de cumplir los setenta y nueve años, falleció, a causa de complicaciones respiratorias, el guionista y director, David Keith Lynch, pionero en el surrealismo y el onirismo.

Nacido en Montana, su juventud y adolescencia la transitó en California del Norte. Él mismo reflexiona en el libro Olson, Gree (2008): “Mi juventud era un mundo de ensueño, esos aviones zumbando, cielos azules, vallas de estacas, césped verde, cerezos. La América central como se suponía que era. Pero luego, en el cerezo, había una brea que rezumaba, parte de ella negra, parte de ella amarilla, y había millones y millones de hormigas rojas corriendo por todo el árbol. Así que ves, hay un mundo hermoso y solo miras un poco más de cerca y todo son hormigas rojas”.

Asiduo visitante de las salas de cine, donde adopta la admiración de realizadores como Stanley Kubrik (1956: The King; 1957: Paths of Glory; 1960: Espartaco), Jaques Tati (1953: Las Vacaciones del Sr. Hulot; 1967: Playtime), Ingmar Bergman (1961: Fresas Salvajes; 1961: El Manantial de la Doncella; 1962: Como un Espejo) y Werner Herzog (1968: Señales de Vida; 1970: También los Enanos Empezaron Pequeños). Exponentes y maestros del séptimo arte que le presentaron e impulsaron a Lynch para sumergirse en sus obras y tomar, tanto al surrealismo como el dadaísmo como herramienta principal para desarrollar sus creaciones.

A los treinta y un años, luego de presentar cortometrajes, estrena su primer largo. Una de sus mayores obras: Eraserhad (Cabeza  Borradora). La historia de un joven obrero industrial (la imagen de Henry Spencer con la cabellera batida y los pelos parados fue ilustración de los afiches publicitarios, recordable inclusive hasta el día de hoy) quien de forma inesperada es anoticiado que es padre de un bebé no humano. Desde ese momento, se describe la convivencia, sus vivencias cotidianas, que superan largamente lo cotidiano, jugando con un soñar despierto.

Utilizando el simbolismo, la obra trabajada en blanco y negro, dice mucho sin hablarlo, sin expresarlo en palabras. Comenzando por el contexto donde se desarrollan los hechos: la carrera espacial, principalmente entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Recordar que mientras se estrenaba el film ya habían pasado dos décadas del despegue del primer cohete al espacio, un satélite artificial fabricado por los rusos (Sputnik 1). Mismo tiempo pasado del envío del primer animal a orbitar la tierra (perra Laika), 14 años del viaje de Yuri Gagarin (URSS) en el espacio, 12 años del mismo desplazamiento de Valentina Tereshkova, y seis de la llegada del Apolo 11 (EEUU) y el caminar de Neil Armstrong por el satélite natural de la tierra (la luna). Para aquellos años donde la frase más escuchada era “Es un pequeño paso para el hombre, pero un gran paso para la humanidad”, la imaginación de invasiones extraterrestres ganaba espacio en los medios.

Un planeta baldío, describiendo los nuevos tiempos, que de buenos tienen poco (para no decir nada), y la alienante modernidad. La propia casa, donde sobrevive el protagonista tiene un importante agujero en el cielo raso, resultante de un antiguo bombardeo. Y convive junto al radiador, que debería proveerlo de calor, pero la imagen del artefacto es tan gris, y sus cañerías entrecruzadas, dan la impresión de todo lo contrario. Pero a la vez, es su ancla que lo mantiene en la realidad, en la vida, en el día a día, a partir de la fuga de una mujer, que se encuentra en el interior de dicho calefactor.

La relación con su pareja es un guiño al realizador sueco Ingmar Bergman con “Un Verano con Mónica” (1953), donde dos jóvenes deciden renunciar a sus apáticas vidas y viajar en barco a un archipiélago. En las dos obras cinéfilas, con veinticuatro años de diferencia una de otra, desarrollan un fuerte mensaje de liberación. Tanto desde sus personajes renunciando a todo por una nueva vida, a sus trabajos como los mandatos familiares y sociales. Una crítica social. Pero también una liberación a la hora de mostrar imágenes tabúes en el séptimo arte de aquel entonces. Desnudos y escenas eróticas, que pueden ser analizadas como una liberación de los realizadores. No es casual que el largometraje de Bergman haya sido catalogado, por críticos de cine de Estado Unidos como "Mónica: la historia de una chica mala". Las palabras "traviesa y diecinueve" llenaban los carteles: "¡El diablo la controla por radar!" buscando así limitar esta nueva forma de desarrollar cine, con alto alcance de espectadores a nivel mundial.

El drama artístico de Bergman no podría estar más lejos de lo que actualmente se clasifica como pornografía. Sin embargo, se puede intuir por qué algunos espectadores en la década de 1950 no podían ver más allá de las curvas desnudas de Andersson (...) “A principios de la década de los 50, las películas importadas eran la única esperanza que tenía la mayoría de los cinéfilos estadounidenses o británicos de ver un destello de piel desnuda. Para verlas debían acudir a algún cine independiente... a menos que, claro está, recibieran una invitación para asistir a un show privado para solteros o a una presentación burlesque” (BBC, 24/03/2014).

“…aunque algunos han intentado explicar “Erasehead” como visión de pesadilla de Lynch sobre los peligros de la vida o como un panfleto a favor o en contra del aborto, es un testimonio del poder y la pureza de su visión que, incluso después de todos estos años, todavía no se pueda reducir simplemente a un montón de temas de conversación. “Explicar” “Erasehead” sería como cortar un tambor para ver qué hace el ruido puede que obtengas la respuesta, pero tendes a arruinar el tambor en el proceso. Afortunadamente, este es un tambor que debería seguir haciendo ruido durante las próximas décadas” (revista digital Robert-Ebert, 16/09/2014).

En 1980, con la producción de Mel Brooks, se presenta El Hombre Elefante. Nuevamente David Lynch toma el tema de las deformidades corporales de los seres humanos. No se debe dejar de lado que él mismo sufrió en su adolescencia dificultades en las piernas. Pero este caso es fuera de lo común.

Sobre la base de dos libros homónimos, el film retrata un hecho real. La vida de Joseph Merrick, un joven londinense, que en pleno siglo XIX debe sobrevivir bajo las afecciones de una extraña enfermedad que le provocan importantes protuberancias tanto en su rostro como todo el cuerpo, atravesada por las segregaciones sociales. Nominada al premio Oscar (1981) como mejor película, describe cómo la sociedad de aquel entonces (que también podría ser tomado con la actual, poco ha cambiado) se aleja ante lo extraño. Pero a la vez el lazo, el salvavidas de la dignidad humana, del propio Merrick, como un médico amigo que lo comienza a atender, para investigar los causales de dicha enfermedad, y buscar su cura.

“Es cierto que mi forma es muy extraña (…) Si yo pudiese crearme a mí mismo de nuevo procuraría no fallar en complacerlos. Si yo pudiese alcanzar de polo a polo o abarcar el océano con mis brazos, pediría que se me midiese por mi alma. La mente es la medida del hombre” poema y discurso del protagonista, brindado a un importante grupo de personas. Parte del film, mostrando cómo la humanidad del “distinto” supera a una población que busca encerrarlo, ocultarlo, y porque no, pensar en matarlo.

“En los Hermanos Karamozov, Dostoievski dice: “La igualdad radica en la dignidad moral humana… seamos hermanos primero, que sobrevenga la hermandad, y recién entonces tendrán lugar el justo compartir de bienes entre hermanos” (…) El problema querido Fidor, es que vivimos en un mundo donde una minoría muy poderosa prefiere matar, y hasta morir (porque la catástrofe que están detonando en el planeta vendría por ellos también, aunque se tapen los ojos), antes que hermanarse con la humanidad.(…) Ese es el quid de este tiempo: si vamos aceptar mansamente el destino al cual nos condenan unos pocos, o si estamos dispuestos a hacer algo al respecto” (El Cohete a la Luna, 04/10/2020).

A más de 130 años de la muerte del joven Joseph Carey Merrick, se desconocen las causas patológicas que provocaron sus complejas deformaciones físicas. Inclusive sus muestras epidérmicas terminaron desapareciendo en la Segunda Guerra Mundial. Como si se hubiese querido decir “Que no quede nada del espécimen”.

Años más tarde llegará a pantalla grande Dune. A quien le suene el nombre por una película estrenada hace poco tiempo no es casual: es la remake (2021). Producida por el italiano Dino De Laurentiis, sobre la novela de ciencia ficción, que lleva el mismo nombre, de Frank Herbert. La película describe la conquista del planeta Arrankis, también conocido como Dune. El único astro donde se encuentra el Malange, un producto esencial para el combustible de las naves espaciales.

El largometraje ha cosechado muchas críticas negativas, por la forma de ser filmado, que provocaba un producto “difícil de enganchar al público”, en un contexto ochentoso, donde Luckas copaba las taquillas con La Guerra de las Galaxias, es indiscutible que la temática que trata Dune supera el simple juego de ciencia ficción y de batallas interestelares. Es un claro mensaje, y exposición del avance del imperialismo en nuestro mundo, mediante guerras y masacres en busca de nuevos mercados. Tranquilamente demostrable hoy, donde el Malange puede ser reemplazado por la extracción indiscriminada del Litio, utilizado para las baterías de los teléfonos celulares, por parte de las naciones poderosas, por sobre tierras de países oprimidos, como inclusive el caso de Argentina. Un claro mensaje contra la opresión colonialista, y la necesidad de resistencia de los pueblos.

Entrevistado por la publicación norteamericana Omni Magazin, en plena década de 1980, a poco de presentarse el film, el autor del libro afirmó que: “Concebí una novela larga, toda la trilogía como libro sobre las convulsiones mesiánicas que periódicamente nos sobreviven. Demagogos, fanáticos, estafadores, los espectadores inocentes y no tan inocentes, todos iban a tener un papel en el drama. Esto surge de mi teoría que los superhéroes son desastrosos para la humanidad. Incluso si encontramos un héroe real (lo que sea), les mortales falibles eventualmente se apoderarán de la estructura de poder que siempre surge alrededor de tal líder. La observación personal me ha convencido de que en el área de poder de la política y economía y, en su consecuencia lógica, la guerra, la gente tiende a ceder toda capacidad de su toma de decisiones a cualquier líder que pueda envolverse en el tejido mítico de la sociedad (…) Si hay análogos en Dune de los eventos de hoy: corrupción y soborno en los lugares más altos, fuerzas policiales enteras perdidas ante el crimen organizado, agencias reguladoras asumidas por personas que se supone que deben regular, la escasez que de agua es una analogía exacta de la escasez de petróleo…”.

La película se presenta en una contexto mundial marcado por avance de la Guerra Fría, la Segunda Crisis del Petróleo (iniciada en 1973), causas y renuncias de integrantes, y del propio gobierno norteamericano, presidido por Richard Nixon (8 de agosto de 1974) por hechos de fraude y sobornos.

Terciopelo Azul (Blue Velvet) estrenada en 1986 es una de sus obras maestras. Catalogada como película de culto, por importantes analistas y críticos del séptimo arte a nivel global, al romper con las normas vigentes para realizar cine. El film describe un caso policial. Con esta película Lynch comienza una larga trayectoria por el cine policial negro. En un estado de USA, un crimen, la búsqueda del asesino, el trasfondo social, cultural y amoroso. Del día a día de una población común, de gente común y de un crimen “común”.

“La película es una exploración de las capas ocultas bajo la fachada de la vida idílica en un pequeño pueblo. Lynch utiliza símbolos como los insectos bajo el césped perfecto y la violencia detrás de las cortinas para mostrar que incluso en los lugares más tranquilos puede haber corrupción y oscuridad. Con la inocencia de personajes como Sandy, dejando claro que el mal siempre debe ser enfrentado, pero no siempre sin consecuencias (…) Con su mensaje ambiguo y su atmósfera inquietante, la película sigue siendo un análisis fascinante de la dualidad humana y los secretos que yacen debajo de la superficie de la normalidad” (Abando Moviez, 17/01).

Continuando con la temática policial oscura, en la década de los 90 dirige dos temporadas de una de las series más vistas en la historia de la televisión mundial: Twin Peaks. Emitida, en sus inicios por la cadena ABC. Relata una historia conocida. Un agente del FBI, Dale Cooper, enviado a un pueblo ficticio, donde su principal ingreso son los talleres mareros, Twin Peaks, dentro del estado de Washington, para investigar el crimen de una joven estudiante, Laura Palmer. Tal es la popularidad del relato por entregas, que miles y miles de televidentes paraban sus actividades cotidianas, de forma diaria, en el conocido partime para ver las nuevas entregas. Sus fans han definido el 24 de febrero (fecha de estreno) como el “Día de Twin Peaks”. Producciones más actuales llevan su sello, con secuencias oníricas, misterios intrincados y tramas no lineales. Creaciones como Los Soprano, Lost, Breaking Bad y Stranger Things, mantienen este método (no) tradicional de relato televisivo.

Mark Frost, creador de la serie, junto a David Lynch, afirma, en una entrevista brindada a la revista Variety (08/04/2024), que la revelación del asesino fue muy rápida “…la cadena nos puso literalmente una pistola en la cabeza. Según recuerdo, iban a dejar de mandarnos dinero si no lo hacíamos. Lo querían justo al arrancar la segunda temporada. Pero David siempre decía “No deberíamos resolver el misterio nunca, debería seguir siempre” (…) Podríamos haber ido fácilmente por todo el resto de la temporada enganchando con esas dinámicas de trama. Pero todavía era 1992 y todavía era televisión generalista, y simplemente tuvieron la última palabra (…) Otro elemento era que durante el invierno y primera de la temporada dos, comenzó la guerra de Irak y, que yo recuerde, nos reemplazaron seis semanas de ocho. Eso fue un gran detrimento para mantener nuestra audiencia en lo que empezamos a construir la historia (“El Regreso”)”.

Para 1997 dirige Lost Highway (Carretera Perdida). Un thriller psicológico, donde misterio y buen jazz hacen una dupla que expande lo hasta ese momento conocido. Superando los límites del relato policial negro, para introducir materiales de otro lenguaje cinéfilo, que también manejó: la ciencia ficción.

Su obra, que puede ser analizada también como homenaje al surrealismo de Luis Buñuel, con personajes que aparecen y desaparecen de la nada, de forma mágica, o que se repiten en lugares disímiles y muy lejanos. Con el acompañamiento del misterio hitchcockiano, agrupa a criminales, mafiosos y personajes del común, haciendo un fresco crítico social.

Con la llegada del 2000 continuó realizando algunos largometrajes y cortos, que en su gran mayoría giraron por la misma temática policial, detectivesca, lúgubre y con una gran carga de análisis y denuncia social. En muchas de ellas, siendo tanto director como actor.

Jugando continuamente entre los sueños y la realidad fue creando obras de renombrada popularidad, y excelente creatividad. Llevando a la pantalla temáticas presentes en lo cotidiano, en el día de día de un barrio o un lugar de trabajo, demostrando así que son muy pocas las diferencias entre las barriadas norteamericanas y las argentinas. Y por sobre todas las cosas, dejando abierta la puerta de la reflexión, para el espectador: que sea “el que está mirando” quien saque sus conclusiones. 

Pese a negar una conexión entre sus películas y mensajes políticos o sociales, consultado por un medio electrónico cultural español (Ethic, marzo 2014) afirmó que “En la televisión solo oyes hablar de la crisis financiera y del gobierno norteamericano, pero la conciencia es más importante que todo, porque la vida misma, es lo que somos. Lo importante es cultivar la mente”. Y termina agregando que “…el ser humano es una criatura fantástica, solo necesita conocer, cultivar y desarrollar su enorme potencial”.

Gracias maestro por tu arte, hasta siempre.

“Creemos que entendemos las reglas cuando nos convertimos en adultos, pero lo que realmente experimentamos es un estrechamiento de la imaginación” (David Lynch)

El miércoles 16 de enero, en la ciudad de Los Ángeles, California, Estados Unidos, a cinco días de cumplir los setenta y nueve años, falleció, a causa de complicaciones respiratorias, el guionista y director, David Keith Lynch, pionero en el surrealismo y el onirismo.

Nacido en Montana, su juventud y adolescencia la transitó en California del Norte. Él mismo reflexiona en el libro Olson, Gree (2008): “Mi juventud era un mundo de ensueño, esos aviones zumbando, cielos azules, vallas de estacas, césped verde, cerezos. La América central como se suponía que era. Pero luego, en el cerezo, había una brea que rezumaba, parte de ella negra, parte de ella amarilla, y había millones y millones de hormigas rojas corriendo por todo el árbol. Así que ves, hay un mundo hermoso y solo miras un poco más de cerca y todo son hormigas rojas”.

Asiduo visitante de las salas de cine, donde adopta la admiración de realizadores como Stanley Kubrik (1956: The King; 1957: Paths of Glory; 1960: Espartaco), Jaques Tati (1953: Las Vacaciones del Sr. Hulot; 1967: Playtime), Ingmar Bergman (1961: Fresas Salvajes; 1961: El Manantial de la Doncella; 1962: Como un Espejo) y Werner Herzog (1968: Señales de Vida; 1970: También los Enanos Empezaron Pequeños). Exponentes y maestros del séptimo arte que le presentaron e impulsaron a Lynch para sumergirse en sus obras y tomar, tanto al surrealismo como el dadaísmo como herramienta principal para desarrollar sus creaciones.

A los treinta y un años, luego de presentar cortometrajes, estrena su primer largo. Una de sus mayores obras: Eraserhad (Cabeza  Borradora). La historia de un joven obrero industrial (la imagen de Henry Spencer con la cabellera batida y los pelos parados fue ilustración de los afiches publicitarios, recordable inclusive hasta el día de hoy) quien de forma inesperada es anoticiado que es padre de un bebé no humano. Desde ese momento, se describe la convivencia, sus vivencias cotidianas, que superan largamente lo cotidiano, jugando con un soñar despierto.

Utilizando el simbolismo, la obra trabajada en blanco y negro, dice mucho sin hablarlo, sin expresarlo en palabras. Comenzando por el contexto donde se desarrollan los hechos: la carrera espacial, principalmente entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Recordar que mientras se estrenaba el film ya habían pasado dos décadas del despegue del primer cohete al espacio, un satélite artificial fabricado por los rusos (Sputnik 1). Mismo tiempo pasado del envío del primer animal a orbitar la tierra (perra Laika), 14 años del viaje de Yuri Gagarin (URSS) en el espacio, 12 años del mismo desplazamiento de Valentina Tereshkova, y seis de la llegada del Apolo 11 (EEUU) y el caminar de Neil Armstrong por el satélite natural de la tierra (la luna). Para aquellos años donde la frase más escuchada era “Es un pequeño paso para el hombre, pero un gran paso para la humanidad”, la imaginación de invasiones extraterrestres ganaba espacio en los medios.

Un planeta baldío, describiendo los nuevos tiempos, que de buenos tienen poco (para no decir nada), y la alienante modernidad. La propia casa, donde sobrevive el protagonista tiene un importante agujero en el cielo raso, resultante de un antiguo bombardeo. Y convive junto al radiador, que debería proveerlo de calor, pero la imagen del artefacto es tan gris, y sus cañerías entrecruzadas, dan la impresión de todo lo contrario. Pero a la vez, es su ancla que lo mantiene en la realidad, en la vida, en el día a día, a partir de la fuga de una mujer, que se encuentra en el interior de dicho calefactor.

La relación con su pareja es un guiño al realizador sueco Ingmar Bergman con “Un Verano con Mónica” (1953), donde dos jóvenes deciden renunciar a sus apáticas vidas y viajar en barco a un archipiélago. En las dos obras cinéfilas, con veinticuatro años de diferencia una de otra, desarrollan un fuerte mensaje de liberación. Tanto desde sus personajes renunciando a todo por una nueva vida, a sus trabajos como los mandatos familiares y sociales. Una crítica social. Pero también una liberación a la hora de mostrar imágenes tabúes en el séptimo arte de aquel entonces. Desnudos y escenas eróticas, que pueden ser analizadas como una liberación de los realizadores. No es casual que el largometraje de Bergman haya sido catalogado, por críticos de cine de Estado Unidos como “Mónica: la historia de una chica mala”. Las palabras “traviesa y diecinueve” llenaban los carteles: “¡El diablo la controla por radar!” buscando así limitar esta nueva forma de desarrollar cine, con alto alcance de espectadores a nivel mundial.

El drama artístico de Bergman no podría estar más lejos de lo que actualmente se clasifica como pornografía. Sin embargo, se puede intuir por qué algunos espectadores en la década de 1950 no podían ver más allá de las curvas desnudas de Andersson (…) “A principios de la década de los 50, las películas importadas eran la única esperanza que tenía la mayoría de los cinéfilos estadounidenses o británicos de ver un destello de piel desnuda. Para verlas debían acudir a algún cine independiente… a menos que, claro está, recibieran una invitación para asistir a un show privado para solteros o a una presentación burlesque” (BBC, 24/03/2014).

“…aunque algunos han intentado explicar “Erasehead” como visión de pesadilla de Lynch sobre los peligros de la vida o como un panfleto a favor o en contra del aborto, es un testimonio del poder y la pureza de su visión que, incluso después de todos estos años, todavía no se pueda reducir simplemente a un montón de temas de conversación. “Explicar” “Erasehead” sería como cortar un tambor para ver qué hace el ruido puede que obtengas la respuesta, pero tendes a arruinar el tambor en el proceso. Afortunadamente, este es un tambor que debería seguir haciendo ruido durante las próximas décadas” (revista digital Robert-Ebert, 16/09/2014).

En 1980, con la producción de Mel Brooks, se presenta El Hombre Elefante. Nuevamente David Lynch toma el tema de las deformidades corporales de los seres humanos. No se debe dejar de lado que él mismo sufrió en su adolescencia dificultades en las piernas. Pero este caso es fuera de lo común.

Sobre la base de dos libros homónimos, el film retrata un hecho real. La vida de Joseph Merrick, un joven londinense, que en pleno siglo XIX debe sobrevivir bajo las afecciones de una extraña enfermedad que le provocan importantes protuberancias tanto en su rostro como todo el cuerpo, atravesada por las segregaciones sociales. Nominada al premio Oscar (1981) como mejor película, describe cómo la sociedad de aquel entonces (que también podría ser tomado con la actual, poco ha cambiado) se aleja ante lo extraño. Pero a la vez el lazo, el salvavidas de la dignidad humana, del propio Merrick, como un médico amigo que lo comienza a atender, para investigar los causales de dicha enfermedad, y buscar su cura.

“Es cierto que mi forma es muy extraña (…) Si yo pudiese crearme a mí mismo de nuevo procuraría no fallar en complacerlos. Si yo pudiese alcanzar de polo a polo o abarcar el océano con mis brazos, pediría que se me midiese por mi alma. La mente es la medida del hombre” poema y discurso del protagonista, brindado a un importante grupo de personas. Parte del film, mostrando cómo la humanidad del “distinto” supera a una población que busca encerrarlo, ocultarlo, y porque no, pensar en matarlo.

“En los Hermanos Karamozov, Dostoievski dice: “La igualdad radica en la dignidad moral humana… seamos hermanos primero, que sobrevenga la hermandad, y recién entonces tendrán lugar el justo compartir de bienes entre hermanos” (…) El problema querido Fidor, es que vivimos en un mundo donde una minoría muy poderosa prefiere matar, y hasta morir (porque la catástrofe que están detonando en el planeta vendría por ellos también, aunque se tapen los ojos), antes que hermanarse con la humanidad.(…) Ese es el quid de este tiempo: si vamos aceptar mansamente el destino al cual nos condenan unos pocos, o si estamos dispuestos a hacer algo al respecto” (El Cohete a la Luna, 04/10/2020).

A más de 130 años de la muerte del joven Joseph Carey Merrick, se desconocen las causas patológicas que provocaron sus complejas deformaciones físicas. Inclusive sus muestras epidérmicas terminaron desapareciendo en la Segunda Guerra Mundial. Como si se hubiese querido decir “Que no quede nada del espécimen”.

Años más tarde llegará a pantalla grande Dune. A quien le suene el nombre por una película estrenada hace poco tiempo no es casual: es la remake (2021). Producida por el italiano Dino De Laurentiis, sobre la novela de ciencia ficción, que lleva el mismo nombre, de Frank Herbert. La película describe la conquista del planeta Arrankis, también conocido como Dune. El único astro donde se encuentra el Malange, un producto esencial para el combustible de las naves espaciales.

El largometraje ha cosechado muchas críticas negativas, por la forma de ser filmado, que provocaba un producto “difícil de enganchar al público”, en un contexto ochentoso, donde Luckas copaba las taquillas con La Guerra de las Galaxias, es indiscutible que la temática que trata Dune supera el simple juego de ciencia ficción y de batallas interestelares. Es un claro mensaje, y exposición del avance del imperialismo en nuestro mundo, mediante guerras y masacres en busca de nuevos mercados. Tranquilamente demostrable hoy, donde el Malange puede ser reemplazado por la extracción indiscriminada del Litio, utilizado para las baterías de los teléfonos celulares, por parte de las naciones poderosas, por sobre tierras de países oprimidos, como inclusive el caso de Argentina. Un claro mensaje contra la opresión colonialista, y la necesidad de resistencia de los pueblos.

Entrevistado por la publicación norteamericana Omni Magazin, en plena década de 1980, a poco de presentarse el film, el autor del libro afirmó que: “Concebí una novela larga, toda la trilogía como libro sobre las convulsiones mesiánicas que periódicamente nos sobreviven. Demagogos, fanáticos, estafadores, los espectadores inocentes y no tan inocentes, todos iban a tener un papel en el drama. Esto surge de mi teoría que los superhéroes son desastrosos para la humanidad. Incluso si encontramos un héroe real (lo que sea), les mortales falibles eventualmente se apoderarán de la estructura de poder que siempre surge alrededor de tal líder. La observación personal me ha convencido de que en el área de poder de la política y economía y, en su consecuencia lógica, la guerra, la gente tiende a ceder toda capacidad de su toma de decisiones a cualquier líder que pueda envolverse en el tejido mítico de la sociedad (…) Si hay análogos en Dune de los eventos de hoy: corrupción y soborno en los lugares más altos, fuerzas policiales enteras perdidas ante el crimen organizado, agencias reguladoras asumidas por personas que se supone que deben regular, la escasez que de agua es una analogía exacta de la escasez de petróleo…”.

La película se presenta en una contexto mundial marcado por avance de la Guerra Fría, la Segunda Crisis del Petróleo (iniciada en 1973), causas y renuncias de integrantes, y del propio gobierno norteamericano, presidido por Richard Nixon (8 de agosto de 1974) por hechos de fraude y sobornos.

Terciopelo Azul (Blue Velvet) estrenada en 1986 es una de sus obras maestras. Catalogada como película de culto, por importantes analistas y críticos del séptimo arte a nivel global, al romper con las normas vigentes para realizar cine. El film describe un caso policial. Con esta película Lynch comienza una larga trayectoria por el cine policial negro. En un estado de USA, un crimen, la búsqueda del asesino, el trasfondo social, cultural y amoroso. Del día a día de una población común, de gente común y de un crimen “común”.

“La película es una exploración de las capas ocultas bajo la fachada de la vida idílica en un pequeño pueblo. Lynch utiliza símbolos como los insectos bajo el césped perfecto y la violencia detrás de las cortinas para mostrar que incluso en los lugares más tranquilos puede haber corrupción y oscuridad. Con la inocencia de personajes como Sandy, dejando claro que el mal siempre debe ser enfrentado, pero no siempre sin consecuencias (…) Con su mensaje ambiguo y su atmósfera inquietante, la película sigue siendo un análisis fascinante de la dualidad humana y los secretos que yacen debajo de la superficie de la normalidad” (Abando Moviez, 17/01).

Continuando con la temática policial oscura, en la década de los 90 dirige dos temporadas de una de las series más vistas en la historia de la televisión mundial: Twin Peaks. Emitida, en sus inicios por la cadena ABC. Relata una historia conocida. Un agente del FBI, Dale Cooper, enviado a un pueblo ficticio, donde su principal ingreso son los talleres mareros, Twin Peaks, dentro del estado de Washington, para investigar el crimen de una joven estudiante, Laura Palmer. Tal es la popularidad del relato por entregas, que miles y miles de televidentes paraban sus actividades cotidianas, de forma diaria, en el conocido partime para ver las nuevas entregas. Sus fans han definido el 24 de febrero (fecha de estreno) como el “Día de Twin Peaks”. Producciones más actuales llevan su sello, con secuencias oníricas, misterios intrincados y tramas no lineales. Creaciones como Los Soprano, Lost, Breaking Bad y Stranger Things, mantienen este método (no) tradicional de relato televisivo.

Mark Frost, creador de la serie, junto a David Lynch, afirma, en una entrevista brindada a la revista Variety (08/04/2024), que la revelación del asesino fue muy rápida “…la cadena nos puso literalmente una pistola en la cabeza. Según recuerdo, iban a dejar de mandarnos dinero si no lo hacíamos. Lo querían justo al arrancar la segunda temporada. Pero David siempre decía “No deberíamos resolver el misterio nunca, debería seguir siempre” (…) Podríamos haber ido fácilmente por todo el resto de la temporada enganchando con esas dinámicas de trama. Pero todavía era 1992 y todavía era televisión generalista, y simplemente tuvieron la última palabra (…) Otro elemento era que durante el invierno y primera de la temporada dos, comenzó la guerra de Irak y, que yo recuerde, nos reemplazaron seis semanas de ocho. Eso fue un gran detrimento para mantener nuestra audiencia en lo que empezamos a construir la historia (“El Regreso”)”.

Para 1997 dirige Lost Highway (Carretera Perdida). Un thriller psicológico, donde misterio y buen jazz hacen una dupla que expande lo hasta ese momento conocido. Superando los límites del relato policial negro, para introducir materiales de otro lenguaje cinéfilo, que también manejó: la ciencia ficción.

Su obra, que puede ser analizada también como homenaje al surrealismo de Luis Buñuel, con personajes que aparecen y desaparecen de la nada, de forma mágica, o que se repiten en lugares disímiles y muy lejanos. Con el acompañamiento del misterio hitchcockiano, agrupa a criminales, mafiosos y personajes del común, haciendo un fresco crítico social.

Con la llegada del 2000 continuó realizando algunos largometrajes y cortos, que en su gran mayoría giraron por la misma temática policial, detectivesca, lúgubre y con una gran carga de análisis y denuncia social. En muchas de ellas, siendo tanto director como actor.

Jugando continuamente entre los sueños y la realidad fue creando obras de renombrada popularidad, y excelente creatividad. Llevando a la pantalla temáticas presentes en lo cotidiano, en el día de día de un barrio o un lugar de trabajo, demostrando así que son muy pocas las diferencias entre las barriadas norteamericanas y las argentinas. Y por sobre todas las cosas, dejando abierta la puerta de la reflexión, para el espectador: que sea “el que está mirando” quien saque sus conclusiones. 

Pese a negar una conexión entre sus películas y mensajes políticos o sociales, consultado por un medio electrónico cultural español (Ethic, marzo 2014) afirmó que “En la televisión solo oyes hablar de la crisis financiera y del gobierno norteamericano, pero la conciencia es más importante que todo, porque la vida misma, es lo que somos. Lo importante es cultivar la mente”. Y termina agregando que “…el ser humano es una criatura fantástica, solo necesita conocer, cultivar y desarrollar su enorme potencial”.

Gracias maestro por tu arte, hasta siempre.

Temas relacionados:

Artículos relacionados