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Acerca del libro Contra el Estado de Israel. Historia de la oposición judía al sionismo de Yakov Rabkin

Acerca del libro Contra el Estado de Israel. Historia de la oposición judía al sionismo de Yakov Rabkin

Es importante comenzar el comentario acerca de esta obra transcribiendo el elogio de Noam Chomski, quien señala : “Un libro extremadamente interesante y valioso” y de Abraham Burg, ex presidente de la organización sionista mundial y ex presidente de la Knesset (parlamento israelí): “Definir a Israel como Estado judío es explosivo. El fin de la empresa sionista está a la vuelta de la esquina”.

El autor de esta obra no es socialista; fue catedrático de Historia en la Universidad de Montreal y de Yale y la de Johns Hopkins en Estados Unidos y de las universidades Louis Pasteur y Paris-Dauphine en Francia y ha escrito artículos en diversos diarios del mundo sobre el sionismo.

El racismo congénito del sionismo

Rabkin expresa que “Según una reciente revisión historiográfica entre los expertos israelíes existe un consenso según el cual el sionismo fue concebido en Europa por: “utopistas empeñados en la colonización agrícola, al modo de los Boers en Sudáfrica o de los pieds noires de Argelia [argelinos de origen francés que residían en Argelia desde la colonización francesa en  el siglo XIX]. Militarmente bien equipadas(…) las organizaciones militares y paramilitares que rechazaron a los ejércitos árabes(…) recibieron  o se arrogaron como misión  la de “limpiar” las regiones conquistadas de sus habitantes palestinos(…)Las casas y las aldeas árabes, así vaciadas de su población, son entregadas en prioridad a los inmigrantes judíos originarios de los países árabes, cuyo sueño mesiánico de ‘retorno al Sion’ se desvanecerá muy rápido(…) ante la expropiación sistemática”.

Muchos antisemitas, a fines del siglo XIX apoyaban la instauración de un estado judío en Palestina. Una obra reciente sobre la historia de Palestina bajo el mandato británico destaca la ayuda que le prestaron al sionismo los antisemitas en el seno de la administración colonial  en Londres y en Jerusalén, como “los esfuerzos de los líderes sionistas por cultivar  cuidadosamente el mito del complot judío mundial”(Segev Tom,The seventh million:the israelis and the holocaust). 

Otra plantea a su vez que “Lazos conceptuales entre sionismo y antisemitismo se remontan a la historia europea común donde toman sus raíces tambien el colonialismo y la discriminación racial”(Anidjar, Gil, Los árabes: Una historia del enemigo).

Rabkin expresa la irracionalidad y la urgencia con la que los sionistas trasladaban judíos europeos a Palestina con la finalidad de desplazar a los pobladores originarios árabes superándolos numéricamente, para así expulsarlos de sus tierras y cita que “Hubo un amontonamiento indiscriminado de inmigrantes, (…).Se impuso una estampida artificial, además de la natural, empujando a decenas de miles de judíos, que no tenían que venir a Israel en este momento, y que no hubiesen venido sin una provocación o un engatusamiento excesivo. Kibbutz Galuyot [la operación  sionista para estimular a la inmigración de judíos después de 1948] proclamó además, que los judíos no debieran querer vivir en ninguna otra parte más que en el Estado judío, y que los judíos que no levantaran campamento y se dirigiesen a Israel, estaban defraudando a su pueblo… Necesitábamos la mayor cantidad de judíos adicionales en la menor cantidad de tiempo posible a fin de desalentar a los árabes a intentarlo por segunda vez”.  Como dice otro autor sobre este operativo, “Al duplicar nuestro número de 700.000 a un millón 400 mil en tres años, sin considerar la calidad del nuevo material humano, o el efecto en la estructura económica y productiva del país, para no mencionar la moral, no hubo garantías  de un incremento óptimo de la fuerza”.(Samuel Maurice,Level sunlight)

La pureza racial y la perfección  de quienes poblarían Israel fue una preocupación de quienes dirigían la migración a Israel, aun antes de la creación del Estado sionista. El autor de esta obra cita que “Szneer Zalman Bychowski, medico y sionista de Varsovia llamaba a crear ‘un material humano sano’ para la edificación de la nueva nación(…) y exhortaba a los sionistas a entender que hay que considerar al matrimonio como un acto social del cual depende el porvenir de la raza, y no como un acto dual que sigue el llamado del corazón”. A nadie llamaría la atención si se hubiera atribuído  a Josef  Mengele esta afirmación, pero referida a los arios.

“Otro médico y futuro  jefe del departamento de higiene en el Hospital Hadasa de Jerusalén , escribe que ‘en la lucha  entre naciones, en la clandestina lucha cultural de una nación contra otra, vencerá el que  asegure  el mejoramiento de la raza en el nombre del  valor biológico de su descendencia’”.

Rabkin denuncia sistemáticamente la naturaleza colonial de Israel. Por ejemplo, la determinación de preservar el carácter europeo de las colonias sionistas en Palestina y de la sociedad israelí más tarde, proviene de una profunda convicción  de los fundadores del sionismo de su “misión civilizadora”. Un ejemplo de este discurso colonial que cita el libro plantea “Trataremos de hacer en Oriente Medio lo que los ingleses hicieron en la India. Nuestra intención es llegar a  Palestina como representantes de la cultura y llevar las fronteras morales de Europa hasta el río Eufrates”.

Yakov Rabkin denuncia que si bien la derecha sionista fue muy a fondo en la preparación y ejecución de la limpieza étnica y el desplazamiento de cientos de miles de palestinos , la llamada izquierda sionista no se quedó atrás.

Ariel Jabotinski, uno de los exponentes de la derecha fascista del sionismo, y fundador de la Legión Judía en la Primera Guerra Mundial “propone al gobierno británico utilizar a las unidades judías [de la mencionada Legión] en un posible conflicto en Abisinia en 1935. Promete utilizar a 100.000 hombres de diferentes países y ponerlos a disposición de Gran Bretaña, señalando que él había organizado la formación militar en todas las grandes aglomeraciones  judías del continente. Jabotinski obtiene el apoyo de  diversos gobiernos, entre ellos el de Polonia para una formación  de la infantería y el de Italia para la formación de la marina militar en Curtavecchia” y el autor añade: “ Pero el acento sobre la fuerza no era menos fuerte entre los sionistas socialistas. El padre de Ariel Sharon, colono socialista ofreció a su hijo para su bar-mitzvá un puñal cincelado del Caucaso”, un presente fuera de los habituales en la celebración de los trece años de los varones, que en este caso representa simbólicamente la guerra, según manifiesta el autor. Téngase presente que el año en que Jabotinski recibía esta ayuda italiana, Mussolini estaba en el poder.

“Albert Einstein, entre otros humanistas judíos denuncia en 1935 al movimiento de jóvenes Betar calificándolo de un peligro tan grande para nuestra juventud como lo es el hitlerismo para la juventud alemana” de acuerdo a una transcripción realizada por el autor. Cabe señalar que el Betar es el antecedente del Herut, partido derechista de Menahem Beguin, antecesor a su vez del partido derechista actual, Likud, que forma parte del gobierno presidido por Netanyahu.

El autor, continúa dando datos históricos rigurosos: “a comienzos del siglo XX  se organiza la primera formación armada judía en Tierra Santa, Hashomer [El Guardián], también conocido  como grupos de conquista, sus miembros cometen diversos actos de violencia contra los árabes y fuerzan a los colonos judíos a sustituir a sus obreros árabes por judíos”. El autor señala que después de la primera guerra mundial Hashomer se integró a la Haganá creada en 1920. Y agrega que “Después de  la declaración del estado de Israel se lo verá a Shojat, fundador de la Hashomer entre los dirigentes de la policía israelí”.

Rabkin cita al historiador Benny Morris: “La ideología y la práctica sionista eran necesaria y esencialmente expansionistas. A fin de hacer del sionismo una realidad había que organizar y armar grupos de colonos a Palestina. Cada colonia que se implantaba se daba cuenta de una manera muy aguda de su aislamiento y de su vulnerabilidad por lo que buscaba naturalmente establecer otras colonias alrededor de ella. Esto hacía a la colonia original ‘más segura’ pero las nuevas colonias se convertían  así en la línea del frente y tenia la necesidad de nuevas colonias a fin de defenderlas”. Esta era la lógica del sionismo. Avasallar y desplazar a los palestinos sobre la base de colonias respaldadas por grupos armados terroristas del sionismo. Este método, lejos de haberse abandonado, constituye la base actual del desplazamiento étnico.     

Rabkin hace referencia a la violencia contra los árabes por parte de los sionistas: “A comienzos del siglo XXI la violencia ya no se limita al servicio militar sino que es parte de la vida cotidiana de los colonos en los territorios donde los nacional-religiosos constituyen el núcleo ideológico. Ellos extienden su postura de fuerza primero a los civiles árabes y más tarde a todos aquellos que consideran un obstáculo  a la retención permanente de los territorios. Es así como periodistas y observadores internacionales han sido atacados en los callejones de Hebrón, y en otras zonas  en los territorios, por adolescentes nacional-religiosos en atuendos de judío practicante”.

La responsabilidad sionista en impedir que miles de judíos europeos y alemanes se salvaran del genocidio es denunciada en este libro: “En 1938, a raíz de la Noche de Cristal, [pogrom masivo organizado por los nazis] que desencadenó la violencia física en contra de los judíos en Alemania, Ben Gurion habría dicho: ‘Si yo sabía que se podía salvar a todos los niños judíos haciéndolos pasar a Inglaterra o bien enviar solamente a la mitad de ellos a Palestina, yo escogería esta segunda opción, porque lo que está en juego no es solamente la suerte de estos niños, sino el destino histórico del pueblo judío’. “Fiel a esta visión, Ben Gurion(….) se opone(….) a la creación de un organismo oficial competente y dotado de recursos para las operaciones de salvamento, así como a la utilización , para esas mismas operaciones, de los fondos  reunidos por las organizaciones sionistas. Deja de incitar también a los judíos norteamericanos a que recolecten fondos que serian destinados a ese fin.”

El autor revela más datos “Luego  de una visita a las comunidades judías de Europa antes de la Segunda Guerra Mundial, el rabino Morris Lazaron, proveniente del judaísmo reformista estadounidense, protesta contra la tendencia a concentrar el financiamiento en los proyectos de Palestina, en detrimento  de los esfuerzos de salvación de los judíos que hacen frente a la amenaza nazi en Europa.” Moris Ernst, activista de los derechos humanos norteamericano, cercano a Roosevelt, que había gestionado la emigración de judíos alemanes a Estados Unidos para evitar su exterminio da cuenta del rechazo de los sionistas yankis a esa gestión: “informé a  los amigos sionistas de la iniciativa de la Casa Blanca. Se los aseguro, fui echado de las casa de esos amigos que me decían: ‘Morris, esto es una traición; estás  dañando al movimiento sionista’. ‘Puede ser que lo dañe -respondí- pero estoy más  interesado en encontrar asilo para medio millón de  un millón  de oprimidos en todo el mundo’”.

La responsabilidad del sionismo en la muerte de millones de judíos en manos de la garra nazi es elocuente, mostrada por una acumulación de testimonios lapidaria. Pero esto no es todo: “Diversas fuentes acusan al movimiento sionista de practicar la ‘selección’, es decir admitir en Palestina únicamente a los que desde el punto de vista político o económico  activamente a la empresa sionista”. El término selección  que utilizan los críticos  es particularmente fuerte por las asociaciones que contiene: al momento de descender de los trenes en los campos de exterminio los SS seleccionaban a los que podrían, por un tiempo contribuir a la economía del Reich, mientras los no seleccionados eran inmediatamente enviados a las cámaras de gas. Es en este contexto en que se cita una declaración hecha en 1938  por Jaim Wizmann, futuro presidente de Israel: “Palestina no puede absorber a los judíos de Europa. Nosotros deseamos que se nos una lo mejor de la juventud. Queremos únicamente gente instruida en Palestina a fin de enriquecer la cultura. Los demás judíos deben permanecer ahí donde están  y hacer frente a la suerte que les espera. Esos millones de judíos no son más que el polvo en las ruedas de la historia, y pueden dejarse llevar por el viento. No queremos que inunden Palestina. No queremos que Tel-Aviv se convierta en otro gueto pobre”. Un año antes Weizzmann se había expresado en términos similares: “Los viejos desaparecerán, tendrán que esperar su suerte. Ellos no tienen importancia, ni económica ni moral. Los viejos deben reconciliarse con su suerte”.    

Por donde se lo analice el sionismo es una postura política, que al ser colonialista y racista, ha adoptado una dosis despreciable de inhumanidad, que ha afectado incluso a millones de judíos concurrentemente con el genocidio hitleriano. Esta característica de origen, se manifiesta en forma sistemática  en el genocidio al que someten al pueblo palestino.

El autor también hace referencia a la confusión deliberada realizada por los sionistas que identifica la crítica al sionismo con antisemitismo, usando este criterio para reprimir a los anti sionistas y mandarlos a la cárcel: “La confusión entre críticas al estado de Israel y antisemitismo se propagó hacia la esfera legal. Un tribunal francés inculpó por antisemitismo a Edgar Morin, judío octogenario y filosofo de renombre, quien había protestado, en el periódico Le Monde, contra los abusos del ejercito israelí durante la Intifada Al -Aqsa. El cineasta israelí Eyal Sivan fue acusado de antisemitismo por haber hecho un film, Ruta 181, sobre el conflicto de Oriente Medio. Aun Charles Enderlin, quien se había mudado a Israel hace décadas por sus convicciones sionistas, fue acusado de antisemitismo por haber documentado para la Television France 2 la represión en los territorios ocupados. Pascal Boniface, politólogo universitario destacado, también pasó por antisemita al haber publicado el libro cuyo titulo pregunta ¿Está permitido criticar a Israel?” Se trata de un argumento cuyo uso es muy actual y que se ha transformado en una herramienta de persecución a los defensores del pueblo palestino en todo el mundo, incluso en Argentina.

Yakov Rabkin hace referencia al hecho de que es la derecha mundial y estadounidense la que apoya al Estado sionista:  “El miedo al árabe se encuentra  ya no solo en Tel-Aviv, sino también en Manhattan, Roma y París. Es así como Israel, fundado expresamente en la separación étnica, encuentra admiración en la derecha, incluso en la derecha antisemita que aprueba la sustitución  del judío cabizbajo e introspectivo por el sionista musculoso y arrojado. Aparte de la  derecha cristiana fundamentalista, que tiene sus razones teológicas para apoyar a Israel, miles de voluntarios europeos y estadounidenses  -no judíos- afluyen a las bases de Tsahal [fuerzas armadas de Israel] para contribuir a un ejército, que, según ellos constituye la primera línea de defensa contra ‘los nuevos bárbaros’ que están planeando invadir el occidente. Mientras que el diario Jerusalem Post publica una edición especial para  cristianos sionistas, ellos se moviizan para defender a Israel en las  universidades  estadounidenses”.

El libro también aborda y describe la oposición de sectores judíos religiosos ortodoxos a la existencia del Estado de Israel, cuya fundamentación parte de los textos sagrados de la Torá, cuyo análisis no esta incluido en este articulo, pero que también revela que hay franjas de judíos religiosos en el mundo y en la propia Israel que se oponen a la existencia de ese Estado, y que se han opuesto, según describe el libro, desde principios del siglo XX, cuando llegó la primera oleada colonizadora sionista.

Con todo, el libro de  Yakov Rabkin, publicado en 2008, constituye un aporte, una contribución desde el punto de vista de la clarificación necesaria y la lucha política contra el sionismo, y a la extensión de la lucha por la derrota del Estado de Israel y el triunfo del pueblo palestino.

Es importante comenzar el comentario acerca de esta obra transcribiendo el elogio de Noam Chomski, quien señala : “Un libro extremadamente interesante y valioso” y de Abraham Burg, ex presidente de la organización sionista mundial y ex presidente de la Knesset (parlamento israelí): “Definir a Israel como Estado judío es explosivo. El fin de la empresa sionista está a la vuelta de la esquina”.

El autor de esta obra no es socialista; fue catedrático de Historia en la Universidad de Montreal y de Yale y la de Johns Hopkins en Estados Unidos y de las universidades Louis Pasteur y Paris-Dauphine en Francia y ha escrito artículos en diversos diarios del mundo sobre el sionismo.

El racismo congénito del sionismo

Rabkin expresa que “Según una reciente revisión historiográfica entre los expertos israelíes existe un consenso según el cual el sionismo fue concebido en Europa por: “utopistas empeñados en la colonización agrícola, al modo de los Boers en Sudáfrica o de los pieds noires de Argelia [argelinos de origen francés que residían en Argelia desde la colonización francesa en  el siglo XIX]. Militarmente bien equipadas(…) las organizaciones militares y paramilitares que rechazaron a los ejércitos árabes(…) recibieron  o se arrogaron como misión  la de “limpiar” las regiones conquistadas de sus habitantes palestinos(…)Las casas y las aldeas árabes, así vaciadas de su población, son entregadas en prioridad a los inmigrantes judíos originarios de los países árabes, cuyo sueño mesiánico de ‘retorno al Sion’ se desvanecerá muy rápido(…) ante la expropiación sistemática”.

Muchos antisemitas, a fines del siglo XIX apoyaban la instauración de un estado judío en Palestina. Una obra reciente sobre la historia de Palestina bajo el mandato británico destaca la ayuda que le prestaron al sionismo los antisemitas en el seno de la administración colonial  en Londres y en Jerusalén, como “los esfuerzos de los líderes sionistas por cultivar  cuidadosamente el mito del complot judío mundial”(Segev Tom,The seventh million:the israelis and the holocaust). 

Otra plantea a su vez que “Lazos conceptuales entre sionismo y antisemitismo se remontan a la historia europea común donde toman sus raíces tambien el colonialismo y la discriminación racial”(Anidjar, Gil, Los árabes: Una historia del enemigo).

Rabkin expresa la irracionalidad y la urgencia con la que los sionistas trasladaban judíos europeos a Palestina con la finalidad de desplazar a los pobladores originarios árabes superándolos numéricamente, para así expulsarlos de sus tierras y cita que “Hubo un amontonamiento indiscriminado de inmigrantes, (…).Se impuso una estampida artificial, además de la natural, empujando a decenas de miles de judíos, que no tenían que venir a Israel en este momento, y que no hubiesen venido sin una provocación o un engatusamiento excesivo. Kibbutz Galuyot [la operación  sionista para estimular a la inmigración de judíos después de 1948] proclamó además, que los judíos no debieran querer vivir en ninguna otra parte más que en el Estado judío, y que los judíos que no levantaran campamento y se dirigiesen a Israel, estaban defraudando a su pueblo… Necesitábamos la mayor cantidad de judíos adicionales en la menor cantidad de tiempo posible a fin de desalentar a los árabes a intentarlo por segunda vez”.  Como dice otro autor sobre este operativo, “Al duplicar nuestro número de 700.000 a un millón 400 mil en tres años, sin considerar la calidad del nuevo material humano, o el efecto en la estructura económica y productiva del país, para no mencionar la moral, no hubo garantías  de un incremento óptimo de la fuerza”.(Samuel Maurice,Level sunlight)

La pureza racial y la perfección  de quienes poblarían Israel fue una preocupación de quienes dirigían la migración a Israel, aun antes de la creación del Estado sionista. El autor de esta obra cita que “Szneer Zalman Bychowski, medico y sionista de Varsovia llamaba a crear ‘un material humano sano’ para la edificación de la nueva nación(…) y exhortaba a los sionistas a entender que hay que considerar al matrimonio como un acto social del cual depende el porvenir de la raza, y no como un acto dual que sigue el llamado del corazón”. A nadie llamaría la atención si se hubiera atribuído  a Josef  Mengele esta afirmación, pero referida a los arios.

“Otro médico y futuro  jefe del departamento de higiene en el Hospital Hadasa de Jerusalén , escribe que ‘en la lucha  entre naciones, en la clandestina lucha cultural de una nación contra otra, vencerá el que  asegure  el mejoramiento de la raza en el nombre del  valor biológico de su descendencia’”.

Rabkin denuncia sistemáticamente la naturaleza colonial de Israel. Por ejemplo, la determinación de preservar el carácter europeo de las colonias sionistas en Palestina y de la sociedad israelí más tarde, proviene de una profunda convicción  de los fundadores del sionismo de su “misión civilizadora”. Un ejemplo de este discurso colonial que cita el libro plantea “Trataremos de hacer en Oriente Medio lo que los ingleses hicieron en la India. Nuestra intención es llegar a  Palestina como representantes de la cultura y llevar las fronteras morales de Europa hasta el río Eufrates”.

Yakov Rabkin denuncia que si bien la derecha sionista fue muy a fondo en la preparación y ejecución de la limpieza étnica y el desplazamiento de cientos de miles de palestinos , la llamada izquierda sionista no se quedó atrás.

Ariel Jabotinski, uno de los exponentes de la derecha fascista del sionismo, y fundador de la Legión Judía en la Primera Guerra Mundial “propone al gobierno británico utilizar a las unidades judías [de la mencionada Legión] en un posible conflicto en Abisinia en 1935. Promete utilizar a 100.000 hombres de diferentes países y ponerlos a disposición de Gran Bretaña, señalando que él había organizado la formación militar en todas las grandes aglomeraciones  judías del continente. Jabotinski obtiene el apoyo de  diversos gobiernos, entre ellos el de Polonia para una formación  de la infantería y el de Italia para la formación de la marina militar en Curtavecchia” y el autor añade: “ Pero el acento sobre la fuerza no era menos fuerte entre los sionistas socialistas. El padre de Ariel Sharon, colono socialista ofreció a su hijo para su bar-mitzvá un puñal cincelado del Caucaso”, un presente fuera de los habituales en la celebración de los trece años de los varones, que en este caso representa simbólicamente la guerra, según manifiesta el autor. Téngase presente que el año en que Jabotinski recibía esta ayuda italiana, Mussolini estaba en el poder.

“Albert Einstein, entre otros humanistas judíos denuncia en 1935 al movimiento de jóvenes Betar calificándolo de un peligro tan grande para nuestra juventud como lo es el hitlerismo para la juventud alemana” de acuerdo a una transcripción realizada por el autor. Cabe señalar que el Betar es el antecedente del Herut, partido derechista de Menahem Beguin, antecesor a su vez del partido derechista actual, Likud, que forma parte del gobierno presidido por Netanyahu.

El autor, continúa dando datos históricos rigurosos: “a comienzos del siglo XX  se organiza la primera formación armada judía en Tierra Santa, Hashomer [El Guardián], también conocido  como grupos de conquista, sus miembros cometen diversos actos de violencia contra los árabes y fuerzan a los colonos judíos a sustituir a sus obreros árabes por judíos”. El autor señala que después de la primera guerra mundial Hashomer se integró a la Haganá creada en 1920. Y agrega que “Después de  la declaración del estado de Israel se lo verá a Shojat, fundador de la Hashomer entre los dirigentes de la policía israelí”.

Rabkin cita al historiador Benny Morris: “La ideología y la práctica sionista eran necesaria y esencialmente expansionistas. A fin de hacer del sionismo una realidad había que organizar y armar grupos de colonos a Palestina. Cada colonia que se implantaba se daba cuenta de una manera muy aguda de su aislamiento y de su vulnerabilidad por lo que buscaba naturalmente establecer otras colonias alrededor de ella. Esto hacía a la colonia original ‘más segura’ pero las nuevas colonias se convertían  así en la línea del frente y tenia la necesidad de nuevas colonias a fin de defenderlas”. Esta era la lógica del sionismo. Avasallar y desplazar a los palestinos sobre la base de colonias respaldadas por grupos armados terroristas del sionismo. Este método, lejos de haberse abandonado, constituye la base actual del desplazamiento étnico.     

Rabkin hace referencia a la violencia contra los árabes por parte de los sionistas: “A comienzos del siglo XXI la violencia ya no se limita al servicio militar sino que es parte de la vida cotidiana de los colonos en los territorios donde los nacional-religiosos constituyen el núcleo ideológico. Ellos extienden su postura de fuerza primero a los civiles árabes y más tarde a todos aquellos que consideran un obstáculo  a la retención permanente de los territorios. Es así como periodistas y observadores internacionales han sido atacados en los callejones de Hebrón, y en otras zonas  en los territorios, por adolescentes nacional-religiosos en atuendos de judío practicante”.

La responsabilidad sionista en impedir que miles de judíos europeos y alemanes se salvaran del genocidio es denunciada en este libro: “En 1938, a raíz de la Noche de Cristal, [pogrom masivo organizado por los nazis] que desencadenó la violencia física en contra de los judíos en Alemania, Ben Gurion habría dicho: ‘Si yo sabía que se podía salvar a todos los niños judíos haciéndolos pasar a Inglaterra o bien enviar solamente a la mitad de ellos a Palestina, yo escogería esta segunda opción, porque lo que está en juego no es solamente la suerte de estos niños, sino el destino histórico del pueblo judío’. “Fiel a esta visión, Ben Gurion(….) se opone(….) a la creación de un organismo oficial competente y dotado de recursos para las operaciones de salvamento, así como a la utilización , para esas mismas operaciones, de los fondos  reunidos por las organizaciones sionistas. Deja de incitar también a los judíos norteamericanos a que recolecten fondos que serian destinados a ese fin.”

El autor revela más datos “Luego  de una visita a las comunidades judías de Europa antes de la Segunda Guerra Mundial, el rabino Morris Lazaron, proveniente del judaísmo reformista estadounidense, protesta contra la tendencia a concentrar el financiamiento en los proyectos de Palestina, en detrimento  de los esfuerzos de salvación de los judíos que hacen frente a la amenaza nazi en Europa.” Moris Ernst, activista de los derechos humanos norteamericano, cercano a Roosevelt, que había gestionado la emigración de judíos alemanes a Estados Unidos para evitar su exterminio da cuenta del rechazo de los sionistas yankis a esa gestión: “informé a  los amigos sionistas de la iniciativa de la Casa Blanca. Se los aseguro, fui echado de las casa de esos amigos que me decían: ‘Morris, esto es una traición; estás  dañando al movimiento sionista’. ‘Puede ser que lo dañe -respondí- pero estoy más  interesado en encontrar asilo para medio millón de  un millón  de oprimidos en todo el mundo’”.

La responsabilidad del sionismo en la muerte de millones de judíos en manos de la garra nazi es elocuente, mostrada por una acumulación de testimonios lapidaria. Pero esto no es todo: “Diversas fuentes acusan al movimiento sionista de practicar la ‘selección’, es decir admitir en Palestina únicamente a los que desde el punto de vista político o económico  activamente a la empresa sionista”. El término selección  que utilizan los críticos  es particularmente fuerte por las asociaciones que contiene: al momento de descender de los trenes en los campos de exterminio los SS seleccionaban a los que podrían, por un tiempo contribuir a la economía del Reich, mientras los no seleccionados eran inmediatamente enviados a las cámaras de gas. Es en este contexto en que se cita una declaración hecha en 1938  por Jaim Wizmann, futuro presidente de Israel: “Palestina no puede absorber a los judíos de Europa. Nosotros deseamos que se nos una lo mejor de la juventud. Queremos únicamente gente instruida en Palestina a fin de enriquecer la cultura. Los demás judíos deben permanecer ahí donde están  y hacer frente a la suerte que les espera. Esos millones de judíos no son más que el polvo en las ruedas de la historia, y pueden dejarse llevar por el viento. No queremos que inunden Palestina. No queremos que Tel-Aviv se convierta en otro gueto pobre”. Un año antes Weizzmann se había expresado en términos similares: “Los viejos desaparecerán, tendrán que esperar su suerte. Ellos no tienen importancia, ni económica ni moral. Los viejos deben reconciliarse con su suerte”.    

Por donde se lo analice el sionismo es una postura política, que al ser colonialista y racista, ha adoptado una dosis despreciable de inhumanidad, que ha afectado incluso a millones de judíos concurrentemente con el genocidio hitleriano. Esta característica de origen, se manifiesta en forma sistemática  en el genocidio al que someten al pueblo palestino.

El autor también hace referencia a la confusión deliberada realizada por los sionistas que identifica la crítica al sionismo con antisemitismo, usando este criterio para reprimir a los anti sionistas y mandarlos a la cárcel: “La confusión entre críticas al estado de Israel y antisemitismo se propagó hacia la esfera legal. Un tribunal francés inculpó por antisemitismo a Edgar Morin, judío octogenario y filosofo de renombre, quien había protestado, en el periódico Le Monde, contra los abusos del ejercito israelí durante la Intifada Al -Aqsa. El cineasta israelí Eyal Sivan fue acusado de antisemitismo por haber hecho un film, Ruta 181, sobre el conflicto de Oriente Medio. Aun Charles Enderlin, quien se había mudado a Israel hace décadas por sus convicciones sionistas, fue acusado de antisemitismo por haber documentado para la Television France 2 la represión en los territorios ocupados. Pascal Boniface, politólogo universitario destacado, también pasó por antisemita al haber publicado el libro cuyo titulo pregunta ¿Está permitido criticar a Israel?” Se trata de un argumento cuyo uso es muy actual y que se ha transformado en una herramienta de persecución a los defensores del pueblo palestino en todo el mundo, incluso en Argentina.

Yakov Rabkin hace referencia al hecho de que es la derecha mundial y estadounidense la que apoya al Estado sionista:  “El miedo al árabe se encuentra  ya no solo en Tel-Aviv, sino también en Manhattan, Roma y París. Es así como Israel, fundado expresamente en la separación étnica, encuentra admiración en la derecha, incluso en la derecha antisemita que aprueba la sustitución  del judío cabizbajo e introspectivo por el sionista musculoso y arrojado. Aparte de la  derecha cristiana fundamentalista, que tiene sus razones teológicas para apoyar a Israel, miles de voluntarios europeos y estadounidenses  -no judíos- afluyen a las bases de Tsahal [fuerzas armadas de Israel] para contribuir a un ejército, que, según ellos constituye la primera línea de defensa contra ‘los nuevos bárbaros’ que están planeando invadir el occidente. Mientras que el diario Jerusalem Post publica una edición especial para  cristianos sionistas, ellos se moviizan para defender a Israel en las  universidades  estadounidenses”.

El libro también aborda y describe la oposición de sectores judíos religiosos ortodoxos a la existencia del Estado de Israel, cuya fundamentación parte de los textos sagrados de la Torá, cuyo análisis no esta incluido en este articulo, pero que también revela que hay franjas de judíos religiosos en el mundo y en la propia Israel que se oponen a la existencia de ese Estado, y que se han opuesto, según describe el libro, desde principios del siglo XX, cuando llegó la primera oleada colonizadora sionista.

Con todo, el libro de  Yakov Rabkin, publicado en 2008, constituye un aporte, una contribución desde el punto de vista de la clarificación necesaria y la lucha política contra el sionismo, y a la extensión de la lucha por la derrota del Estado de Israel y el triunfo del pueblo palestino.

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