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Antecedentes y vigencia del planteo de la huelga política de masas de Rosa Luxemburgo

Antecedentes y vigencia del planteo de la huelga política de masas de Rosa Luxemburgo

La reedición reciente del libro de Rosa Luxemburgo, “Huelga de Masas, Partido y Sindicatos”, un clásico poco publicado, se hace en un momento político oportuno. No solo en la Argentina, sino en gran parte del mundo obrero y de la izquierda, se debaten problemas allí desarrollados: acción directa de las masas trabajadoras o parlamentarismo, la necesidad de unir las luchas económicas a las políticas, reforma o revolución, la estrategia de la clase obrera. Tiene una importante vigencia actual.

Rosa Luxemburgo escribió el libro en 1906, luego de haber vivido política (y físicamente) las jornadas de la revolución rusa de 1905. Al salir de la cárcel volcó importantes consideraciones tácticas y estratégicas, en un texto que se transformó en un alegado contra la política de colaboración de clases y el conservadurismo de las direcciones sindicales y la socialdemocracia alemana. No insistiremos sobre este aspecto, que ya ha sido desarrollado por otros trabajos que hemos ido publicando en esta revista. Rosa Luxemburgo, se transformó en la gran apologista del proceso que abría la revolución rusa de 1905 la etapa de la revolución socialista mundial, en un mundo que marchaba aceleradamente hacia la guerra mundial imperialista.

Pero las ideas de la Huelga General, de la necesidad de impulsar la acción directa superando la “vieja” táctica parlamentarista, no le surgió solo de las conclusiones de la revolución fallida de 1905.

La huelga de masas en Bélgica

Rosa estudió el poderoso estallido huelguístico que se desenvolvió en Bélgica en 1902. Un combativo proletariado socialista ya había desarrollado importantes huelgas generales en 1892/93, reclamando –entre otras demandas- el sufragio universal. El gobierno terminó otorgando, entonces, un sufragio calificado, haciendo una diferenciación social que otorgaba más diputados (con menos votos) a los representantes burgueses que a los proletarios. Aún así, entraron alrededor de una treintena de diputados socialistas al parlamento, en las elecciones de 1894. Pero el sistema electoral era antidemocrático.

En 1902, saliendo de una crisis económica, hubo una ola de huelgas “salvajes” por reclamos económicos en Bélgica, gobernada por una monarquía con un ministerio del partido clerical. Las huelgas se combinaron con escándalos políticos y rápidamente resurgió como bandera de lucha el reclamo del sufragio universal (un hombre, un voto). La dirección del Partido Socialdemócrata se orientó a formar un bloque común con los liberales burgueses, para que fuera votado un proyecto en el parlamento. Para ello, realizó concesiones políticas importantes. Por ejemplo, renunció a plantear el voto femenino. Se pedía el sufragio universal solo para los hombres. La dirección socialdemócrata decía que renunciaba voluntariamente a reclamar el voto femenino, para no asustar a sus aliados burgueses e incluso sumar diputados clericales. Planteaba que una vez conquistado el sufragio para los varones, se encararía, con tiempo, en una segunda etapa, la lucha por el voto femenino. Se justificaba, también, diciendo que las mujeres eran muy atrasadas y que su ingreso al padrón electoral le daría más aire a las corrientes clericales y conservadoras, contrarias al socialismo. Deberían pasar, por una etapa previa, de formación política, de penetración de las ideas socialistas, afirmaban. (Cabe acotar, que los clericales terminaron postulando el voto femenino, colocándose demagógicamente, a la izquierda de la socialdemocracia, empeñada en el frente parlamentario con los liberales). La socialdemocracia renunciaba a organizar a las mujeres en la lucha por sus derechos, para hacerlas evolucionar políticamente contra el estado burgués y el capital.

Rosa Luxemburgo criticó esta claudicación. También habían renunciado los socialdemócratas, dirigidos por Emile Vandervelde, a plantear la lucha por la abolición de la Monarquía y la instauración de la República.

Espontáneamente, con el antecedente de las huelgas generales de 1892 y 1893, comienza a desarrollarse una Huelga General, el 14 de abril de 1902, con base en las cuencas mineras y las ciudades portuarias. Las movilizaciones y los choques callejeros entre la policía y los piquetes huelguistas se multiplicaban con detenidos, heridos y muertos. Los liberales burgueses se empeñan en reclamar el levantamiento de la misma y la “moderación” y el cese de la “violencia” a los piqueteros. La socialdemocracia deja correr la huelga, pero su eje sigue centrado en la búsqueda de votos parlamentarios para aprobar la ley sufragista. Pero no lo consigue, la ley es rechazada. Inmediatamente, ese mismo día, Vandervelde y la socialdemocracia llaman a levantar la huelga general, provocando un desconcierto y desmoralización en las filas obreras en lucha. El 20 de abril la huelga general termina. El Partido Socialdemócrata, en contra de la resistencia de los obreros huelguistas, convoca a levantar la huelga. 

La dirección socialdemócrata confía que el rey convoque a elecciones generales anticipadas, donde espera ganar más diputados para volver a intentar la aprobación parlamentaria. Pero el rey convoca a elecciones parciales, donde los clericales vuelven a ganar.

El rechazo parlamentario, hacía más importante el desarrollo y la profundización de la Huelga General, llamando a todo el pueblo a acompañar esta lucha frente a un parlamento y una monarquía contrarias a los trabajadores y a los principios elementales de la democracia política. Esta fue la posición de Rosa Luxemburgo: “La derrota belga es, por lo tanto, obra de los liberales. La alianza con los liberales, se basaba desde un principio en un compromiso, que hizo de los socialistas un instrumento voluble. Gracias a la alianza, los socialistas se convirtieron en un medio dentro del terrible drama de las últimas semanas en Bélgica, mediante el cual los liberales encadenaron a los proletarios, hasta que los condujeron a la derrota”.

La socialdemocracia había constituido una especie de Frente Popular con los liberales que frenaba la acción directa, la Huelga General, para subordinarla a los manejos parlamentaristas. La socialdemocracia perdía su independencia política sumándose a un “frente democrático” con los liberales.

Rosa era implacable en sus conclusiones: la huelga general no había sido querida por la dirección socialdemócrata empeñada en una política parlamentarista; habiendo estallado la misma, no fue guiada con decisión por esa dirección que la veía contrapuesta a la alianza con la burguesía liberal que propugnaba. Esta política había llevado a una derrota al movimiento obrero.

Vandervelde, por el contrario, consideraba que la derrota era producto de la “inmadurez social” que todavía no había arribado al voto para dotar de mayoría parlamentaria a la socialdemocracia. Hacía falta más tiempo de “organización y educación” para convencer al pueblo por el voto a la socialdemocracia. Para el líder socialdemócrata la Huelga General había querido apresurar esa “evolución” política y social, con medidas aventureras. Rosa Luxemburgo planteaba que incluso la lucha por obtener reformas en la arena parlamentaria, planteaba la necesidad de la acción directa y la huelga general política de masas. El desarrollo de la huelga política de masas lleva en sí misma el fantasma de la revolución: “Y la huelga general quedó sin efecto, porque tras ella no amenazaba el libre desarrollo del movimiento popular, el fantasma de la revolución” (Rosa Luxemburgo, “El experimento belga”). 

El estallido de la Huelga General en Bélgica, detonó una ola de solidaridad internacional y de entusiasmo en las filas socialistas y obreras de toda Europa. Su derrota, fue aprovechada por la derecha socialdemócrata, con Vandervelde a la cabeza, para una campaña contra la Huelga General, tildándola de una táctica aventurera y anarquista, insistiendo en el desarrollo unilateral de la educación y organización de las masas para votar y obtener mayorías en el parlamento.

La revolución rusa de 1905 

La revolución rusa de 1905 volvió a la palestra la importancia de las Huelgas Políticas de Masas. Rosa Luxemburgo reseñó en su libro de 1906 esta grandiosa experiencia. Dejamos el lector para que lea e investigue sus conclusiones en “Huelga de Masas, Partido y Sindicatos”.

En el V Congreso del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia (POSDR), realizado en junio de 1907 en el exilio de Londres, Rosa participó como delegada representante de la Socialdemocracia polaca. Luego de su ruptura en el II Congreso esta había vuelto a unificarse en el seno del POSDR. También recibió un mandato de la socialdemocracia alemana. Apoyó abiertamente las posiciones de Lenin en su lucha contra los mencheviques y reivindicó la Huelga General como instrumento estratégico de lucha de las masas. Se opuso –tanto para Rusia, como para Alemania- a la alianza estratégica con la burguesía liberal.

El planteamiento de la Huelga General en la Alemania de 1910

A inicios de 1910, las luchas de las masas en Alemania estaban en pleno ascenso. Había huelgas y protestas por reivindicaciones sociales y contra el desarrollo imperialista (y sus presupuestos de apoyo al Ejército y la Marina imperial), mezcladas con escándalos políticos y de corrupción. Pero en Prusia, el principal estado de la Alemania imperial, las masas se agitaban y movilizaban contra el antidemocrático sistema electoral de “tres clases”. Una propuesta de reforma reaccionaria del gobierno fue presentada en febrero, originando una ola de indignación popular con Asambleas, Huelgas y Manifestaciones callejeras. Las luchas sociales -por salarios y la disminución de la jornada laboral- eran fuertemente reprimidas (protocolos de prohibición de manifestaciones a lo Bullrich actual en Argentina, uso de armas contra los manifestantes, cárceles). El sistema electoral daba una mayoría antidemocrática a los latifundistas (junkers), nobles, burguesía y restringía la representación de los trabajadores. Este régimen electoral venía de las “concesiones” obtenidas en la revolución de 1848. Ahora, se reclamaba el sufragio universal (un hombre, un voto).

Rosa Luxemburgo se entusiasmo, reconociendo que se estaba transformando la lucha de clases, que el “desarrollo” imperialista estaba llevando a una agudización de la lucha de clases, como ella (y Lenin) venían pronosticando: “Por primera vez en Alemania, hemos obtenido por fin un vital movimiento de masas. Por primera vez, hemos ido más allá de las simples formas parlamentarias de lucha…” (Rosa Luxemburgo, “¿Desfallecer o luchar?”).

La ola de huelgas y manifestaciones -que atraía también a sectores de la clase media- iba en pleno desarrollo. La situación confluía hacia la Huelga General y eso es lo que reclama Rosa Luxemburgo a la dirección de los sindicatos y del partido socialdemócrata. Explicaba que las manifestaciones de masas no pueden mantenerse, artificialmente, en el mismo nivel: o se profundizan o retroceden. 

Presionado por el clima de agitación obrera, las direcciones socialdemócratas terminaron lanzando un Llamamiento para organizar manifestaciones de masas para el 16 de enero contra el sistema electoral prusiano de “tres clases”. El tono enérgico del Llamamiento y declaraciones paralelas daban la impresión de que se habían decidido a ir a una lucha frontal. Las manifestaciones del 16 fueron masivas y combativas. El diario oficial del Partido Socialdemócrata (Vorwärtz) así lo transmitía. Pero… mientras la ola de protesta crecía, las direcciones sindicales y partidarias socialdemócratas, reunidas secretamente, habían decidido enfrentarlas y desmovilizarlas, bloquear el desarrollo natural en marcha hacia la Huelga General. Un fuerte trabajo de desmoralización de la lucha de masas.

Rosa Luxemburgo se opuso firmemente a este curso antirevolucionario. Escribió artículos donde planteaba la necesidad de avanzar hacia la Huelga General e incluso planteando levantar el reclamo de la lucha por la República. Estos artículos fueron censurados, no se permitió su publicación porque iban en contra de la orientación de freno que estaban llevando adelante las direcciones socialdemócratas. Kautsky, dirigente del Partido y de la II Internacional, trato –colocándose en el Centro-de conciliar entre el ala derecha y la izquierda, cuya portavoz más destacada era Rosa Luxemburgo. Le pidió a esta que borrara de su artículo la referencia a la lucha por la República, para no chocar con la monarquía del Kaiser y no facilitar “acciones legales” de esta contra la socialdemocracia. Rosa, en un primer momento, aceptó. Para ella no se trataba solo de lucha de principios, estaba dispuesta a dar un paso adelante en el movimiento real que mantenerse en una estéril oposición principista. Pero Kautsky también le pidió que retirase de su artículo el llamado a avanzar y organizar la Huelga General. Rosa rechazó esta presión y allí se inició en forma más abierta su ruptura política con Kautsky y el centrismo que capitulaba frente a la derecha conservadora de la burocracia sindical. Le respondió a Kautsky que no se trataba solamente “de describir las luchas revolucionarias y su curso exterior a través de abstracciones teóricas, por así decirlo a través de la nada, de esbozar un esquema general, sino más bien de aportar consignas a la práctica, que utilizando el máximo de energía revolucionaria del proletariado, pudiesen impulsar mejor y más rápidamente la situación” (Rosa Luxemburgo, “Teoría y Práctica”). ¡Y después hay quienes dicen que Rosa Luxemburgo era “espontaneista”!

La “vieja táctica” parlamentarista terminó conduciendo a una impasse al movimiento de lucha de los trabajadores. El gobierno retiró su proyecto de reforma reaccionaria, pero no se consiguió derogar el reaccionario y antidemocrático sistema de voto de “las tres clases”. Recién la revolución de 1918 que tiró abajo al Kaiser e instauró la República impuso el sufragio universal. Esta fue contenida y reprimida (asesinaron en enero de 1919 a Rosa Luxemburgo que pregonaba la lucha por una república soviética) pero como un subproducto se logró la derogación del sistema de “las tres clases”.

Actualidad de la Huelga de Masas

La lucha contra la jubilación privada en Uruguay

En Uruguay rige -desde hace más de 20 años- un régimen de jubilación privada (AFAP), en detrimento de los ingresos de los trabajadores jubilados y en beneficio de los bancos y aseguradoras. El gobierno del Partido Blanco (Lacalle Pou) a través de la LUC (Ley de Urgente Consideración) impuso –dentro de un paquete de leyes antiobreras y reaccionarias- nuevos ataques contra la jubilación de los trabajadores (extendía el plazo de retiro, etc.). Una parte de la oposición centroizquierdista apoyó estas reformas reaccionarias, para darle “gobernabilidad” al gobierno antiobrero. La LUC es un antecedente de la “Ley de Bases” que se hizo aprobar Milei –también con el apoyo de gran parte de las bancadas “opositoras”- con un plan “motosierra” contra el pueblo trabajador. Como se ve: ¡nada original!

Una parte de los sindicatos y las organizaciones de los jubilados uruguayos iniciaron una campaña (actos, marchas) por la derogación de los artículos de la LUC que disminuían sus haberes jubilatorios y alargaban las edades para el retiro. Esto con el ninguneo del centroizquierdista FA (Frente Amplio), incluyendo al Partido Comunista que actúa peor que la vieja socialdemocracia. Finalmente un Congreso del PIT-CNT (la central obrera) decidió, por mayoría, apoyar la lucha por la derogación de las leyes antijubilatorias, impulsando la convocatoria a un Plebiscito. En lugar de un Plan de Lucha con medidas de acción directa se planteaba juntar firmas por un Plebiscito donde el conjunto de la población iba a decidir si se habilitaba la derogación de las normas antijubilatorias. Se colocaba a definición de TODOS los votantes si los trabajadores se pueden o no jubilar dignamente. La lucha obrera –con la que se consiguieron TODAS las conquistas de los trabajadores, se deja de lado por la subordinación al sufragio universal y al parlamento. Con este criterio los sindicatos no deberían existir en forma autónoma e independiente para defender los derechos de los trabajadores: el parlamento debiera llegar a reemplazarlos, según la visión de la burguesía. 

Con todo y dada la desorganización existente en la vanguardia y el bloqueo burocrático, la campaña por el Plebiscito abrió una oportunidad de organización y movilización. Se necesitaba 400 mil adhesiones corroboradas. La campaña fue saboteada por la dirección del FA, pero aún así se consiguió llegar a las firmas necesarias, habilitando la realización del Plebiscito. Pero la dirección del FA (incluido, especialmente, el fallecido ex presidente José Mujica) se empeñaron en convocar a votar en contra, haciendo causa común con los partidos burgueses y el gobierno. El voto por la derogación obtuvo ¡un millón de votos!: el 40% de la votación. La oposición del FA a apoyar el SI a la derogación en el plebiscito fue argumentada de que así se “asustaba” al electorado en la simultánea elección presidencial. Prometiendo que después de asumir un gobierno del FA se tomarían medidas para morigerar el ataque contra los jubilados.

El FA ganó la elección presidencial pero en seis meses de gobierno no ha adoptado ninguna medida a favor de los jubilados. El 1° de mayo, en el acto del PIT-CNT, se escucharon discursos reclamando derogar las leyes antijubilatorias. Autoridades y dirigentes del FA salieron a “protestar” contra estos reclamos obreros, porque debilitaban “al gobierno popular”.

La fuerza de los trabajadores está en su organización y movilización. El sufragio universal es usado en estos casos como arma contra la organización obrera. Hay que recuperar las conquistas previsionales derogadas por la burguesía y eso solo se hará con una política de lucha, de acción directa y llegado el caso de Huelga General.

Cómo derrotar a Meloni y su ofensiva antiobrera

El año pasado se registró en Italia un gran paro general –el más importante en mucho tiempo- con demostraciones y actos que reunieron a más de medio millón de trabajadores. Las columnas obreras reclamaban la profundización de las medidas de fuerza para derrotar los ataques del gobierno fascistoide de Meloni. Pero… las burocracias de la CGIL y demás centrales obreras, no continuaron con un Plan de Lucha, sino que adhirieron a una “iniciativa” de partidos de centroizquierda que planteaba la convocatoria de un Plebiscito. Se sustituye la acción directa de las masas trabajadoras por el sufragio universal de todas las clases. 

Meses juntando firmas (la CGIL informa más de 4 millones), el Plebiscito se realizará el próximo 8 y 9 de junio (junto a elecciones locales) sobre 5 puntos relacionados con la ley de empleo (montos indemnizatorios, reincorporación de despedidos, etc.). Los graves problemas de la clase trabajadora (deterioro salarial, etc.) no figuran. Pero la experiencia ha demostrado que anteriores plebiscitos sobre vigencia o no de conquistas obreras (escala móvil de salarios, etc.) han sido perdidosos para los trabajadores.

Las burocracias sindicales rechazan las luchas de acción directa y se subordinan a la presión parlamentaria o plebiscitaria, llevando a los trabajadores a la frustración y desmoralización. Es necesario retomar el camino de Rosa Luxemburgo: acción directa, Huelga General.

Fuera Milei: Plan de Lucha y Huelga General

El gobierno de Milei, lleva adelante una ofensiva general contra las conquistas y condiciones de vida de las masas trabajadoras y explotadas. Y lo hace con métodos antidemocráticos y autoritarios a través de Decretos. El parlamento argentino que le aprobó una Ley de Bases que le dio bandera libre para llevar adelante estos ataques, llegó a votar -en pocas circunstancias- medidas mínimas a favor de los derechos de los jubilados y del presupuesto para las Universidades Públicas. Pero Milei las vetó y desconoció. Y el parlamento dominado por la oposición burguesa no insistió en ponerlas en vigencia respondiendo a las demandas populares y usando sus prerrogativas de soberanía. No se puede enfrentar este ataque contra el pueblo trabajador con un parlamento cómplice. No será metiendo algunos diputados de izquierda más en el Congreso, que pararemos la ofensiva de la motosierra mileista. Es necesario profundizar la acción directa de las masas trabajadoras, es necesario confluir en un Plan de Lucha y la Huelga General. Por la defensa de las condiciones de vida del pueblo trabajador: ¡Fuera Milei!

La burocracia sindical peronista lanza de vez en cuando alguna medida aislada. Y se encarga de explicitar que es aislada, que busca el “diálogo” con el gobierno del hambre y la represión. Lo que envalentona al gobierno a seguir adelante con impunidad sus ataques a los trabajadores. Se trata de una burocracia sindical colaboracionista que traba y desarticula la resistencia de los trabajadores. 

La época de las reformas bajo el régimen capitalista (8 horas de trabajo, jubilaciones, etc.) ha pasado. Estamos ahora en un época de contrarreformas donde el Capital pretende descargar su crisis sobre las masas trabajadoras quitando las conquistas que había otorgado en otra época. Las conquistas-“reformas” siempre fueron arrancadas por la lucha de los trabajadores, con los métodos de la acción directa, llegando a la Huelga General. Vamos a frenar las contrarreformas explotadoras del capitalismo con el mismo método: con la acción directa y la Huelga General. Un desarrollo de esta tendencia de lucha de las masas planteará la urgencia de la Revolución Socialista y del Gobierno de los Trabajadores.

La reedición reciente del libro de Rosa Luxemburgo, “Huelga de Masas, Partido y Sindicatos”, un clásico poco publicado, se hace en un momento político oportuno. No solo en la Argentina, sino en gran parte del mundo obrero y de la izquierda, se debaten problemas allí desarrollados: acción directa de las masas trabajadoras o parlamentarismo, la necesidad de unir las luchas económicas a las políticas, reforma o revolución, la estrategia de la clase obrera. Tiene una importante vigencia actual.

Rosa Luxemburgo escribió el libro en 1906, luego de haber vivido política (y físicamente) las jornadas de la revolución rusa de 1905. Al salir de la cárcel volcó importantes consideraciones tácticas y estratégicas, en un texto que se transformó en un alegado contra la política de colaboración de clases y el conservadurismo de las direcciones sindicales y la socialdemocracia alemana. No insistiremos sobre este aspecto, que ya ha sido desarrollado por otros trabajos que hemos ido publicando en esta revista. Rosa Luxemburgo, se transformó en la gran apologista del proceso que abría la revolución rusa de 1905 la etapa de la revolución socialista mundial, en un mundo que marchaba aceleradamente hacia la guerra mundial imperialista.

Pero las ideas de la Huelga General, de la necesidad de impulsar la acción directa superando la “vieja” táctica parlamentarista, no le surgió solo de las conclusiones de la revolución fallida de 1905.

La huelga de masas en Bélgica

Rosa estudió el poderoso estallido huelguístico que se desenvolvió en Bélgica en 1902. Un combativo proletariado socialista ya había desarrollado importantes huelgas generales en 1892/93, reclamando –entre otras demandas- el sufragio universal. El gobierno terminó otorgando, entonces, un sufragio calificado, haciendo una diferenciación social que otorgaba más diputados (con menos votos) a los representantes burgueses que a los proletarios. Aún así, entraron alrededor de una treintena de diputados socialistas al parlamento, en las elecciones de 1894. Pero el sistema electoral era antidemocrático.

En 1902, saliendo de una crisis económica, hubo una ola de huelgas “salvajes” por reclamos económicos en Bélgica, gobernada por una monarquía con un ministerio del partido clerical. Las huelgas se combinaron con escándalos políticos y rápidamente resurgió como bandera de lucha el reclamo del sufragio universal (un hombre, un voto). La dirección del Partido Socialdemócrata se orientó a formar un bloque común con los liberales burgueses, para que fuera votado un proyecto en el parlamento. Para ello, realizó concesiones políticas importantes. Por ejemplo, renunció a plantear el voto femenino. Se pedía el sufragio universal solo para los hombres. La dirección socialdemócrata decía que renunciaba voluntariamente a reclamar el voto femenino, para no asustar a sus aliados burgueses e incluso sumar diputados clericales. Planteaba que una vez conquistado el sufragio para los varones, se encararía, con tiempo, en una segunda etapa, la lucha por el voto femenino. Se justificaba, también, diciendo que las mujeres eran muy atrasadas y que su ingreso al padrón electoral le daría más aire a las corrientes clericales y conservadoras, contrarias al socialismo. Deberían pasar, por una etapa previa, de formación política, de penetración de las ideas socialistas, afirmaban. (Cabe acotar, que los clericales terminaron postulando el voto femenino, colocándose demagógicamente, a la izquierda de la socialdemocracia, empeñada en el frente parlamentario con los liberales). La socialdemocracia renunciaba a organizar a las mujeres en la lucha por sus derechos, para hacerlas evolucionar políticamente contra el estado burgués y el capital.

Rosa Luxemburgo criticó esta claudicación. También habían renunciado los socialdemócratas, dirigidos por Emile Vandervelde, a plantear la lucha por la abolición de la Monarquía y la instauración de la República.

Espontáneamente, con el antecedente de las huelgas generales de 1892 y 1893, comienza a desarrollarse una Huelga General, el 14 de abril de 1902, con base en las cuencas mineras y las ciudades portuarias. Las movilizaciones y los choques callejeros entre la policía y los piquetes huelguistas se multiplicaban con detenidos, heridos y muertos. Los liberales burgueses se empeñan en reclamar el levantamiento de la misma y la “moderación” y el cese de la “violencia” a los piqueteros. La socialdemocracia deja correr la huelga, pero su eje sigue centrado en la búsqueda de votos parlamentarios para aprobar la ley sufragista. Pero no lo consigue, la ley es rechazada. Inmediatamente, ese mismo día, Vandervelde y la socialdemocracia llaman a levantar la huelga general, provocando un desconcierto y desmoralización en las filas obreras en lucha. El 20 de abril la huelga general termina. El Partido Socialdemócrata, en contra de la resistencia de los obreros huelguistas, convoca a levantar la huelga. 

La dirección socialdemócrata confía que el rey convoque a elecciones generales anticipadas, donde espera ganar más diputados para volver a intentar la aprobación parlamentaria. Pero el rey convoca a elecciones parciales, donde los clericales vuelven a ganar.

El rechazo parlamentario, hacía más importante el desarrollo y la profundización de la Huelga General, llamando a todo el pueblo a acompañar esta lucha frente a un parlamento y una monarquía contrarias a los trabajadores y a los principios elementales de la democracia política. Esta fue la posición de Rosa Luxemburgo: “La derrota belga es, por lo tanto, obra de los liberales. La alianza con los liberales, se basaba desde un principio en un compromiso, que hizo de los socialistas un instrumento voluble. Gracias a la alianza, los socialistas se convirtieron en un medio dentro del terrible drama de las últimas semanas en Bélgica, mediante el cual los liberales encadenaron a los proletarios, hasta que los condujeron a la derrota”.

La socialdemocracia había constituido una especie de Frente Popular con los liberales que frenaba la acción directa, la Huelga General, para subordinarla a los manejos parlamentaristas. La socialdemocracia perdía su independencia política sumándose a un “frente democrático” con los liberales.

Rosa era implacable en sus conclusiones: la huelga general no había sido querida por la dirección socialdemócrata empeñada en una política parlamentarista; habiendo estallado la misma, no fue guiada con decisión por esa dirección que la veía contrapuesta a la alianza con la burguesía liberal que propugnaba. Esta política había llevado a una derrota al movimiento obrero.

Vandervelde, por el contrario, consideraba que la derrota era producto de la “inmadurez social” que todavía no había arribado al voto para dotar de mayoría parlamentaria a la socialdemocracia. Hacía falta más tiempo de “organización y educación” para convencer al pueblo por el voto a la socialdemocracia. Para el líder socialdemócrata la Huelga General había querido apresurar esa “evolución” política y social, con medidas aventureras. Rosa Luxemburgo planteaba que incluso la lucha por obtener reformas en la arena parlamentaria, planteaba la necesidad de la acción directa y la huelga general política de masas. El desarrollo de la huelga política de masas lleva en sí misma el fantasma de la revolución: “Y la huelga general quedó sin efecto, porque tras ella no amenazaba el libre desarrollo del movimiento popular, el fantasma de la revolución” (Rosa Luxemburgo, “El experimento belga”). 

El estallido de la Huelga General en Bélgica, detonó una ola de solidaridad internacional y de entusiasmo en las filas socialistas y obreras de toda Europa. Su derrota, fue aprovechada por la derecha socialdemócrata, con Vandervelde a la cabeza, para una campaña contra la Huelga General, tildándola de una táctica aventurera y anarquista, insistiendo en el desarrollo unilateral de la educación y organización de las masas para votar y obtener mayorías en el parlamento.

La revolución rusa de 1905 

La revolución rusa de 1905 volvió a la palestra la importancia de las Huelgas Políticas de Masas. Rosa Luxemburgo reseñó en su libro de 1906 esta grandiosa experiencia. Dejamos el lector para que lea e investigue sus conclusiones en “Huelga de Masas, Partido y Sindicatos”.

En el V Congreso del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia (POSDR), realizado en junio de 1907 en el exilio de Londres, Rosa participó como delegada representante de la Socialdemocracia polaca. Luego de su ruptura en el II Congreso esta había vuelto a unificarse en el seno del POSDR. También recibió un mandato de la socialdemocracia alemana. Apoyó abiertamente las posiciones de Lenin en su lucha contra los mencheviques y reivindicó la Huelga General como instrumento estratégico de lucha de las masas. Se opuso –tanto para Rusia, como para Alemania- a la alianza estratégica con la burguesía liberal.

El planteamiento de la Huelga General en la Alemania de 1910

A inicios de 1910, las luchas de las masas en Alemania estaban en pleno ascenso. Había huelgas y protestas por reivindicaciones sociales y contra el desarrollo imperialista (y sus presupuestos de apoyo al Ejército y la Marina imperial), mezcladas con escándalos políticos y de corrupción. Pero en Prusia, el principal estado de la Alemania imperial, las masas se agitaban y movilizaban contra el antidemocrático sistema electoral de “tres clases”. Una propuesta de reforma reaccionaria del gobierno fue presentada en febrero, originando una ola de indignación popular con Asambleas, Huelgas y Manifestaciones callejeras. Las luchas sociales -por salarios y la disminución de la jornada laboral- eran fuertemente reprimidas (protocolos de prohibición de manifestaciones a lo Bullrich actual en Argentina, uso de armas contra los manifestantes, cárceles). El sistema electoral daba una mayoría antidemocrática a los latifundistas (junkers), nobles, burguesía y restringía la representación de los trabajadores. Este régimen electoral venía de las “concesiones” obtenidas en la revolución de 1848. Ahora, se reclamaba el sufragio universal (un hombre, un voto).

Rosa Luxemburgo se entusiasmo, reconociendo que se estaba transformando la lucha de clases, que el “desarrollo” imperialista estaba llevando a una agudización de la lucha de clases, como ella (y Lenin) venían pronosticando: “Por primera vez en Alemania, hemos obtenido por fin un vital movimiento de masas. Por primera vez, hemos ido más allá de las simples formas parlamentarias de lucha…” (Rosa Luxemburgo, “¿Desfallecer o luchar?”).

La ola de huelgas y manifestaciones -que atraía también a sectores de la clase media- iba en pleno desarrollo. La situación confluía hacia la Huelga General y eso es lo que reclama Rosa Luxemburgo a la dirección de los sindicatos y del partido socialdemócrata. Explicaba que las manifestaciones de masas no pueden mantenerse, artificialmente, en el mismo nivel: o se profundizan o retroceden. 

Presionado por el clima de agitación obrera, las direcciones socialdemócratas terminaron lanzando un Llamamiento para organizar manifestaciones de masas para el 16 de enero contra el sistema electoral prusiano de “tres clases”. El tono enérgico del Llamamiento y declaraciones paralelas daban la impresión de que se habían decidido a ir a una lucha frontal. Las manifestaciones del 16 fueron masivas y combativas. El diario oficial del Partido Socialdemócrata (Vorwärtz) así lo transmitía. Pero… mientras la ola de protesta crecía, las direcciones sindicales y partidarias socialdemócratas, reunidas secretamente, habían decidido enfrentarlas y desmovilizarlas, bloquear el desarrollo natural en marcha hacia la Huelga General. Un fuerte trabajo de desmoralización de la lucha de masas.

Rosa Luxemburgo se opuso firmemente a este curso antirevolucionario. Escribió artículos donde planteaba la necesidad de avanzar hacia la Huelga General e incluso planteando levantar el reclamo de la lucha por la República. Estos artículos fueron censurados, no se permitió su publicación porque iban en contra de la orientación de freno que estaban llevando adelante las direcciones socialdemócratas. Kautsky, dirigente del Partido y de la II Internacional, trato –colocándose en el Centro-de conciliar entre el ala derecha y la izquierda, cuya portavoz más destacada era Rosa Luxemburgo. Le pidió a esta que borrara de su artículo la referencia a la lucha por la República, para no chocar con la monarquía del Kaiser y no facilitar “acciones legales” de esta contra la socialdemocracia. Rosa, en un primer momento, aceptó. Para ella no se trataba solo de lucha de principios, estaba dispuesta a dar un paso adelante en el movimiento real que mantenerse en una estéril oposición principista. Pero Kautsky también le pidió que retirase de su artículo el llamado a avanzar y organizar la Huelga General. Rosa rechazó esta presión y allí se inició en forma más abierta su ruptura política con Kautsky y el centrismo que capitulaba frente a la derecha conservadora de la burocracia sindical. Le respondió a Kautsky que no se trataba solamente “de describir las luchas revolucionarias y su curso exterior a través de abstracciones teóricas, por así decirlo a través de la nada, de esbozar un esquema general, sino más bien de aportar consignas a la práctica, que utilizando el máximo de energía revolucionaria del proletariado, pudiesen impulsar mejor y más rápidamente la situación” (Rosa Luxemburgo, “Teoría y Práctica”). ¡Y después hay quienes dicen que Rosa Luxemburgo era “espontaneista”!

La “vieja táctica” parlamentarista terminó conduciendo a una impasse al movimiento de lucha de los trabajadores. El gobierno retiró su proyecto de reforma reaccionaria, pero no se consiguió derogar el reaccionario y antidemocrático sistema de voto de “las tres clases”. Recién la revolución de 1918 que tiró abajo al Kaiser e instauró la República impuso el sufragio universal. Esta fue contenida y reprimida (asesinaron en enero de 1919 a Rosa Luxemburgo que pregonaba la lucha por una república soviética) pero como un subproducto se logró la derogación del sistema de “las tres clases”.

Actualidad de la Huelga de Masas

La lucha contra la jubilación privada en Uruguay

En Uruguay rige -desde hace más de 20 años- un régimen de jubilación privada (AFAP), en detrimento de los ingresos de los trabajadores jubilados y en beneficio de los bancos y aseguradoras. El gobierno del Partido Blanco (Lacalle Pou) a través de la LUC (Ley de Urgente Consideración) impuso –dentro de un paquete de leyes antiobreras y reaccionarias- nuevos ataques contra la jubilación de los trabajadores (extendía el plazo de retiro, etc.). Una parte de la oposición centroizquierdista apoyó estas reformas reaccionarias, para darle “gobernabilidad” al gobierno antiobrero. La LUC es un antecedente de la “Ley de Bases” que se hizo aprobar Milei –también con el apoyo de gran parte de las bancadas “opositoras”- con un plan “motosierra” contra el pueblo trabajador. Como se ve: ¡nada original!

Una parte de los sindicatos y las organizaciones de los jubilados uruguayos iniciaron una campaña (actos, marchas) por la derogación de los artículos de la LUC que disminuían sus haberes jubilatorios y alargaban las edades para el retiro. Esto con el ninguneo del centroizquierdista FA (Frente Amplio), incluyendo al Partido Comunista que actúa peor que la vieja socialdemocracia. Finalmente un Congreso del PIT-CNT (la central obrera) decidió, por mayoría, apoyar la lucha por la derogación de las leyes antijubilatorias, impulsando la convocatoria a un Plebiscito. En lugar de un Plan de Lucha con medidas de acción directa se planteaba juntar firmas por un Plebiscito donde el conjunto de la población iba a decidir si se habilitaba la derogación de las normas antijubilatorias. Se colocaba a definición de TODOS los votantes si los trabajadores se pueden o no jubilar dignamente. La lucha obrera –con la que se consiguieron TODAS las conquistas de los trabajadores, se deja de lado por la subordinación al sufragio universal y al parlamento. Con este criterio los sindicatos no deberían existir en forma autónoma e independiente para defender los derechos de los trabajadores: el parlamento debiera llegar a reemplazarlos, según la visión de la burguesía. 

Con todo y dada la desorganización existente en la vanguardia y el bloqueo burocrático, la campaña por el Plebiscito abrió una oportunidad de organización y movilización. Se necesitaba 400 mil adhesiones corroboradas. La campaña fue saboteada por la dirección del FA, pero aún así se consiguió llegar a las firmas necesarias, habilitando la realización del Plebiscito. Pero la dirección del FA (incluido, especialmente, el fallecido ex presidente José Mujica) se empeñaron en convocar a votar en contra, haciendo causa común con los partidos burgueses y el gobierno. El voto por la derogación obtuvo ¡un millón de votos!: el 40% de la votación. La oposición del FA a apoyar el SI a la derogación en el plebiscito fue argumentada de que así se “asustaba” al electorado en la simultánea elección presidencial. Prometiendo que después de asumir un gobierno del FA se tomarían medidas para morigerar el ataque contra los jubilados.

El FA ganó la elección presidencial pero en seis meses de gobierno no ha adoptado ninguna medida a favor de los jubilados. El 1° de mayo, en el acto del PIT-CNT, se escucharon discursos reclamando derogar las leyes antijubilatorias. Autoridades y dirigentes del FA salieron a “protestar” contra estos reclamos obreros, porque debilitaban “al gobierno popular”.

La fuerza de los trabajadores está en su organización y movilización. El sufragio universal es usado en estos casos como arma contra la organización obrera. Hay que recuperar las conquistas previsionales derogadas por la burguesía y eso solo se hará con una política de lucha, de acción directa y llegado el caso de Huelga General.

Cómo derrotar a Meloni y su ofensiva antiobrera

El año pasado se registró en Italia un gran paro general –el más importante en mucho tiempo- con demostraciones y actos que reunieron a más de medio millón de trabajadores. Las columnas obreras reclamaban la profundización de las medidas de fuerza para derrotar los ataques del gobierno fascistoide de Meloni. Pero… las burocracias de la CGIL y demás centrales obreras, no continuaron con un Plan de Lucha, sino que adhirieron a una “iniciativa” de partidos de centroizquierda que planteaba la convocatoria de un Plebiscito. Se sustituye la acción directa de las masas trabajadoras por el sufragio universal de todas las clases. 

Meses juntando firmas (la CGIL informa más de 4 millones), el Plebiscito se realizará el próximo 8 y 9 de junio (junto a elecciones locales) sobre 5 puntos relacionados con la ley de empleo (montos indemnizatorios, reincorporación de despedidos, etc.). Los graves problemas de la clase trabajadora (deterioro salarial, etc.) no figuran. Pero la experiencia ha demostrado que anteriores plebiscitos sobre vigencia o no de conquistas obreras (escala móvil de salarios, etc.) han sido perdidosos para los trabajadores.

Las burocracias sindicales rechazan las luchas de acción directa y se subordinan a la presión parlamentaria o plebiscitaria, llevando a los trabajadores a la frustración y desmoralización. Es necesario retomar el camino de Rosa Luxemburgo: acción directa, Huelga General.

Fuera Milei: Plan de Lucha y Huelga General

El gobierno de Milei, lleva adelante una ofensiva general contra las conquistas y condiciones de vida de las masas trabajadoras y explotadas. Y lo hace con métodos antidemocráticos y autoritarios a través de Decretos. El parlamento argentino que le aprobó una Ley de Bases que le dio bandera libre para llevar adelante estos ataques, llegó a votar -en pocas circunstancias- medidas mínimas a favor de los derechos de los jubilados y del presupuesto para las Universidades Públicas. Pero Milei las vetó y desconoció. Y el parlamento dominado por la oposición burguesa no insistió en ponerlas en vigencia respondiendo a las demandas populares y usando sus prerrogativas de soberanía. No se puede enfrentar este ataque contra el pueblo trabajador con un parlamento cómplice. No será metiendo algunos diputados de izquierda más en el Congreso, que pararemos la ofensiva de la motosierra mileista. Es necesario profundizar la acción directa de las masas trabajadoras, es necesario confluir en un Plan de Lucha y la Huelga General. Por la defensa de las condiciones de vida del pueblo trabajador: ¡Fuera Milei!

La burocracia sindical peronista lanza de vez en cuando alguna medida aislada. Y se encarga de explicitar que es aislada, que busca el “diálogo” con el gobierno del hambre y la represión. Lo que envalentona al gobierno a seguir adelante con impunidad sus ataques a los trabajadores. Se trata de una burocracia sindical colaboracionista que traba y desarticula la resistencia de los trabajadores. 

La época de las reformas bajo el régimen capitalista (8 horas de trabajo, jubilaciones, etc.) ha pasado. Estamos ahora en un época de contrarreformas donde el Capital pretende descargar su crisis sobre las masas trabajadoras quitando las conquistas que había otorgado en otra época. Las conquistas-“reformas” siempre fueron arrancadas por la lucha de los trabajadores, con los métodos de la acción directa, llegando a la Huelga General. Vamos a frenar las contrarreformas explotadoras del capitalismo con el mismo método: con la acción directa y la Huelga General. Un desarrollo de esta tendencia de lucha de las masas planteará la urgencia de la Revolución Socialista y del Gobierno de los Trabajadores.

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