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Ucrania: las novedades del frente militar y sus posibles desarrollos (II)

Ucrania: las novedades del frente militar y sus posibles desarrollos (II)

Recientemente, Putin en persona ordenó la creación de una zona colchón en toda la frontera norte con Ucrania. Naturalmente, habrá que ver hasta qué punto esto se debe tomar literalmente, ya que estamos hablando de ampliar en aproximadamente 800 km la línea del frente, que ya tiene 1200km y, por lo tanto, ello implica la puesta en combate de una importante reserva de tropas y equipo.

Ciertamente, habrá que ver si se está ante una ofensiva masiva en el norte, cuando dichas reservas se podrían desplegar en el frente de Donetsk para acometer una ofensiva decisiva o si, por el contrario, se trata simplemente de avances puntuales y limitados, como el que se observa actualmente en Sumy, con la finalidad de distraer tropas ucranianas, mientras se encara una ofensiva profunda en el este al inicio del próximo verano. 

Por lo pronto, la actualidad de los combates indica que en Donetsk el avance ruso es amplio y por varios vectores. “El ejército ruso tomó 18 asentamientos, casi 200 km², en 7 días” (Bild, 31/5). Según el medio alemán, las tropas rusas están demostrando el avance más activo en las regiones de la Donetsk, Járkov y Sumy. 

De acuerdo a los expertos de la publicación germana (fanáticos pro-ucranianos), el ejército ucraniano no puede frenar la ofensiva debido a una grave escasez de personal. Eso quiere decir que Ucrania recluta en una cantidad menor a las bajas que procesa. Además, el periódico teutón refiere que la superioridad numérica de Rusia en infantería está teniendo un impacto cada vez más notorio en la situación en el frente.

El medio ucraniano Deep State (3/5), con contratos con la Dirección General de Inteligencia del ejército ucraniano (GUR), fue más allá, pues reportó que, durante la ofensiva de mayo, el ejército ruso ocupó la mayor superficie de territorio ucraniano este año: 449 km², un poco más del equivalente a dos ciudades de Buenos Aires. 

De acuerdo al informe, la mayor pérdida de territorio se produjo en la zona de avance de las tropas rusas en la carretera Pokrovsk-Konstantinovka, donde se ocuparon unos 200 kilómetros cuadrados (un verdadero colapso táctico superior a cualquier lugar del frente), así como en la operación ofensiva en la región de Sumy, donde a finales de mes se perdieron al menos 110 kilómetros cuadrados. Estas dos áreas representan el 70% de toda la pérdida de tierras. Y estas cifras no toman en cuenta la recuperación de las posiciones que Ucrania ocupaba en Kursk.

A esto habría que agregarle que Rusia efectivamente llegó al límite de la frontera administrativa de Donetsk al oeste de Pokrovsk y, finalmente, luego del ingreso de varios grupos de reconocimiento y sabotaje, el ejército ruso cruzó hacia el óblast de Dnipropetrovsk y ocupó posiciones fortificadas, tras lo cual, fuentes del Ministerio de Defensa ruso anunciaron la creación de una zona colchón en esta nueva provincia ucraniana. 

Más allá de que Ucrania desmienta esta situación, el New York Times (12/6) reconoce que "las tropas rusas comenzaron a entrar en la región de Dnipropetrovsk el fin de semana pasado". Allí, se describe que lo esperable es que las fuerzas rusas tomen Novopavlovka, ubicada en una colina estratégicamente ventajosa, y luego avancen hacia el norte hasta Mezhovaya, lo cual permitiría a Rusia crear una zona de amortiguamiento de aproximadamente 10 kilómetros de profundidad para proteger los flancos de su grupo en Donetsk, allanando a su vez el camino para una nueva ofensiva en Pokrovsk.

Habrá que ver cómo se desarrollan los acontecimientos en esta nueva dirección de Dnipro y en la de Sumy, las cuales de momento tienen un desenvolvimiento incipiente. Porque si bien desarrollarlas puede implicar un desvío de recursos desde Donetsk, lo cierto es que los rusos se encontraron con dos puntos débiles de la defensa ucraniana, que pueden ser efectivamente profundizados. 

La provisión de armamento

Estos avances en el frente están relacionados a que Rusia viene ganando la guerra industrial de producción armamentística, ya que está por delante de la Otan en su conjunto en algunos aspectos cruciales. Concretamente, “Rusia produce anualmente más de 1.400 misiles balísticos Iskander y 500 misiles de crucero Kh-101” (The Economist, 9/5). Además, el medio londinense informa que se están produciendo “entre 1.500 y 2.000 tanques y 3.000 otros vehículos blindados de combate. 

Asimismo, Rusia sigue manteniendo una ventaja en la producción de munición de artillería, donde produce en 3 meses lo mismo que toda la Otan en un año. Pero también se produjo una ventaja en el arma que es la estrella de la guerra, porque hace tiempo que “Rusia ha tomado la delantera en la carrera de los drones, superando a Kiev en la fabricación y uso de drones FPV de mediano alcance y variantes de fibra óptica que han cambiado la forma de toda la línea del frente de 1.200 km” (The Times, 23/5).

Esa superioridad sobre el terreno también se empieza a manifestar con fuerza en el aire. "Ucrania está experimentando una creciente escasez de sistemas de defensa aérea Patriot, pero la nueva administración de la Casa Blanca no muestra ningún deseo de suministrarlos" (Washington Post, 26/5). 

Sin embargo, claro está, esa superioridad rusa todavía no alcanza para acometer un avance de tipo estratégico, dado que todavía hay un importantísimo despliegue de drones ucranianos, terreno fortificado y minado, lo cual, sumado a la provisión de inteligencia estadounidense en tiempo real, dificulta los avances para las tropas del Kremlin. 

Por otro lado, los actuales y devastadores ataques aéreos rusos, que no deberían ser tomados como la respuesta a los ataques a la aviación estratégica rusa, ponen de manifiesto la posibilidad latente del colapso de la defensa antiaérea ucraniana y, con ello, la oportunidad de que la fuerza aérea rusa desarrolle acciones en profundidad en el territorio ucraniano, lo cual contribuiría decisivamente al colapso de Kiev.  

Para colmo de males para Ucrania, el 8 de junio Zelensky salió a quejarse de que 20 mil misiles antiaéreos que EEUU habría comprometido para Kiev, finalmente terminaron recalando en “Medio Oriente”. En aparente compensación (dado que el gobierno sionista apoya a Ucrania y muchos agentes del Mossad intervienen en el terreno en su favor), Israel anunció a través de su embajador en Kiev, que le transferiría a Ucrania dos sistemas Patriots. 

Al tratarse de baterías de 1990, no está claro si estarán operativas o si serán para utilización de repuestos de otros sistemas en servicio. Sin embargo, lo que sí está claro es que este nuevo envío de armamento de Israel a Ucrania, deja en offside la impostura de ciertos “izquierdistas” que apoyan a Ucrania y emparentan esa lucha contra Rusia, con la lucha de la resistencia palestina contra el genocidio sionista.  

Y la saga de noticias negativas para Kiev no queda ahí, porque recientemente también “Ucrania se quejó de que China ayuda a Rusia a producir drones” (Politico, 3/6). La publicación recogió declaraciones de Oleg Aleksandrov, portavoz del Servicio de Inteligencia Exterior de Ucrania, quien dijo que los "fabricantes chinos les suministran (a Rusia) equipos, electrónica, sistemas de navegación, ópticos y de telemetría, motores, microcircuitos, módulos de procesador, sistemas de campo de antena, placas de control y navegación". 

Anteriormente, Zelensky había declarado que China había dejado de vender sus vehículos aéreos no tripulados Mavic, populares en el frente, a Ucrania, pero que seguía abasteciendo a Rusia. Sin embargo, esto omite que el Mavic de la firma DJI opera profusamente en el ejército ucraniano.

El reclutamiento y la moral de combate

Respecto a la moral de combate, la cuestión aparece extremadamente clara. Desde el bando ucraniano se registran por fuentes independientes ucranianas aproximadamente cien mil deserciones solo en lo que va de 2025 (que también son bajas). Asimismo, como se está viendo ahora en Sumy con el avance del ejército ruso, la población civil rehúsa evacuar los poblados, no porque esté esperando la llegada de las tropas rusas, sino porque la evacuación los pone bajo la mira de las oficinas de reclutamiento.  

Por otro lado, el intento del régimen de Kiev de reforzar las filas del ejército ucraniano con jóvenes ha fracasado (Wall Street Journal, 25/5).El medio estadounidense informa que el programa “Contrato 18-24” atrae a muy pocos jóvenes.  Desde su lanzamiento en febrero, “solo unas 500 personas se han unido a las Fuerzas Armadas de Ucrania”. 

Y, tras este fracaso en movilizar a los jóvenes, la Rada (parlamento ucraniano) acaba de habilitar el reclutamiento de hombres mayores de 60 años, cuando ya el promedio de edad de las tropas de Kiev supera holgadamente los 45 años. 

En este contexto de cientos de miles de bajas ucranianas, no es de extrañar que “un sentimiento de agotamiento y frustración se extiende en las Fuerzas Armadas de Ucrania por la falta de perspectivas de poner fin a la guerra” (Financial Times, 25/5). La publicación, indica que la moral se está debilitando tanto entre los oficiales experimentados como entre los soldados recién movilizados. Que éstos no ven ninguna perspectiva de que terminen los combates y “temen que sus vidas se estén sacrificando en vano”.

El reclutamiento mensual ruso, a partir de suculentas sumas de dinero que se paga a los movilizados, es notablemente superior a las bajas. Ello sirve para tener una progresiva superioridad, pero no para volcar una fuerza masiva capaz de dar un golpe definitorio ahora cuando el frente de la Otan manifiesta importantes divisiones desde la llegada de Trump a la Casa Blanca. 

Es claro que el régimen de Putin no quiere recurrir a una nueva movilización, no solo porque se pondría en cuestión la capacidad de armar e instruir a esas tropas, sino, fundamentalmente, por el temor a una revuelta social contra la guerra. Del mismo modo, ese temor se cristaliza en los avances lentos, lo cual morigera las pérdidas, pero, al mismo tiempo, no genera el suficiente apoyo popular, dado que no resulta atractiva una guerra donde se traban combates de una o dos semanas por un poblado de pocas edificaciones que finalmente queda hecho escombros.

Así las cosas, habrá que analizar hasta qué punto puede prosperar la próxima ofensiva rusa de verano en el este ucraniano. Como fuere, solo podemos pronosticar la intensificación de los combates, la destrucción y la muerte mutua. 

Abajo la guerra imperialista.

https://revistaedm.com/edm-25-06-22/la-nueva-escalada-de-la-guerra-en-ucrania-y-sus-razones/

Recientemente, Putin en persona ordenó la creación de una zona colchón en toda la frontera norte con Ucrania. Naturalmente, habrá que ver hasta qué punto esto se debe tomar literalmente, ya que estamos hablando de ampliar en aproximadamente 800 km la línea del frente, que ya tiene 1200km y, por lo tanto, ello implica la puesta en combate de una importante reserva de tropas y equipo.

Ciertamente, habrá que ver si se está ante una ofensiva masiva en el norte, cuando dichas reservas se podrían desplegar en el frente de Donetsk para acometer una ofensiva decisiva o si, por el contrario, se trata simplemente de avances puntuales y limitados, como el que se observa actualmente en Sumy, con la finalidad de distraer tropas ucranianas, mientras se encara una ofensiva profunda en el este al inicio del próximo verano. 

Por lo pronto, la actualidad de los combates indica que en Donetsk el avance ruso es amplio y por varios vectores. “El ejército ruso tomó 18 asentamientos, casi 200 km², en 7 días” (Bild, 31/5). Según el medio alemán, las tropas rusas están demostrando el avance más activo en las regiones de la Donetsk, Járkov y Sumy. 

De acuerdo a los expertos de la publicación germana (fanáticos pro-ucranianos), el ejército ucraniano no puede frenar la ofensiva debido a una grave escasez de personal. Eso quiere decir que Ucrania recluta en una cantidad menor a las bajas que procesa. Además, el periódico teutón refiere que la superioridad numérica de Rusia en infantería está teniendo un impacto cada vez más notorio en la situación en el frente.

El medio ucraniano Deep State (3/5), con contratos con la Dirección General de Inteligencia del ejército ucraniano (GUR), fue más allá, pues reportó que, durante la ofensiva de mayo, el ejército ruso ocupó la mayor superficie de territorio ucraniano este año: 449 km², un poco más del equivalente a dos ciudades de Buenos Aires. 

De acuerdo al informe, la mayor pérdida de territorio se produjo en la zona de avance de las tropas rusas en la carretera Pokrovsk-Konstantinovka, donde se ocuparon unos 200 kilómetros cuadrados (un verdadero colapso táctico superior a cualquier lugar del frente), así como en la operación ofensiva en la región de Sumy, donde a finales de mes se perdieron al menos 110 kilómetros cuadrados. Estas dos áreas representan el 70% de toda la pérdida de tierras. Y estas cifras no toman en cuenta la recuperación de las posiciones que Ucrania ocupaba en Kursk.

A esto habría que agregarle que Rusia efectivamente llegó al límite de la frontera administrativa de Donetsk al oeste de Pokrovsk y, finalmente, luego del ingreso de varios grupos de reconocimiento y sabotaje, el ejército ruso cruzó hacia el óblast de Dnipropetrovsk y ocupó posiciones fortificadas, tras lo cual, fuentes del Ministerio de Defensa ruso anunciaron la creación de una zona colchón en esta nueva provincia ucraniana. 

Más allá de que Ucrania desmienta esta situación, el New York Times (12/6) reconoce que «las tropas rusas comenzaron a entrar en la región de Dnipropetrovsk el fin de semana pasado». Allí, se describe que lo esperable es que las fuerzas rusas tomen Novopavlovka, ubicada en una colina estratégicamente ventajosa, y luego avancen hacia el norte hasta Mezhovaya, lo cual permitiría a Rusia crear una zona de amortiguamiento de aproximadamente 10 kilómetros de profundidad para proteger los flancos de su grupo en Donetsk, allanando a su vez el camino para una nueva ofensiva en Pokrovsk.

Habrá que ver cómo se desarrollan los acontecimientos en esta nueva dirección de Dnipro y en la de Sumy, las cuales de momento tienen un desenvolvimiento incipiente. Porque si bien desarrollarlas puede implicar un desvío de recursos desde Donetsk, lo cierto es que los rusos se encontraron con dos puntos débiles de la defensa ucraniana, que pueden ser efectivamente profundizados. 

La provisión de armamento

Estos avances en el frente están relacionados a que Rusia viene ganando la guerra industrial de producción armamentística, ya que está por delante de la Otan en su conjunto en algunos aspectos cruciales. Concretamente, “Rusia produce anualmente más de 1.400 misiles balísticos Iskander y 500 misiles de crucero Kh-101” (The Economist, 9/5). Además, el medio londinense informa que se están produciendo “entre 1.500 y 2.000 tanques y 3.000 otros vehículos blindados de combate. 

Asimismo, Rusia sigue manteniendo una ventaja en la producción de munición de artillería, donde produce en 3 meses lo mismo que toda la Otan en un año. Pero también se produjo una ventaja en el arma que es la estrella de la guerra, porque hace tiempo que “Rusia ha tomado la delantera en la carrera de los drones, superando a Kiev en la fabricación y uso de drones FPV de mediano alcance y variantes de fibra óptica que han cambiado la forma de toda la línea del frente de 1.200 km” (The Times, 23/5).

Esa superioridad sobre el terreno también se empieza a manifestar con fuerza en el aire. «Ucrania está experimentando una creciente escasez de sistemas de defensa aérea Patriot, pero la nueva administración de la Casa Blanca no muestra ningún deseo de suministrarlos» (Washington Post, 26/5). 

Sin embargo, claro está, esa superioridad rusa todavía no alcanza para acometer un avance de tipo estratégico, dado que todavía hay un importantísimo despliegue de drones ucranianos, terreno fortificado y minado, lo cual, sumado a la provisión de inteligencia estadounidense en tiempo real, dificulta los avances para las tropas del Kremlin. 

Por otro lado, los actuales y devastadores ataques aéreos rusos, que no deberían ser tomados como la respuesta a los ataques a la aviación estratégica rusa, ponen de manifiesto la posibilidad latente del colapso de la defensa antiaérea ucraniana y, con ello, la oportunidad de que la fuerza aérea rusa desarrolle acciones en profundidad en el territorio ucraniano, lo cual contribuiría decisivamente al colapso de Kiev.  

Para colmo de males para Ucrania, el 8 de junio Zelensky salió a quejarse de que 20 mil misiles antiaéreos que EEUU habría comprometido para Kiev, finalmente terminaron recalando en “Medio Oriente”. En aparente compensación (dado que el gobierno sionista apoya a Ucrania y muchos agentes del Mossad intervienen en el terreno en su favor), Israel anunció a través de su embajador en Kiev, que le transferiría a Ucrania dos sistemas Patriots. 

Al tratarse de baterías de 1990, no está claro si estarán operativas o si serán para utilización de repuestos de otros sistemas en servicio. Sin embargo, lo que sí está claro es que este nuevo envío de armamento de Israel a Ucrania, deja en offside la impostura de ciertos “izquierdistas” que apoyan a Ucrania y emparentan esa lucha contra Rusia, con la lucha de la resistencia palestina contra el genocidio sionista.  

Y la saga de noticias negativas para Kiev no queda ahí, porque recientemente también “Ucrania se quejó de que China ayuda a Rusia a producir drones” (Politico, 3/6). La publicación recogió declaraciones de Oleg Aleksandrov, portavoz del Servicio de Inteligencia Exterior de Ucrania, quien dijo que los «fabricantes chinos les suministran (a Rusia) equipos, electrónica, sistemas de navegación, ópticos y de telemetría, motores, microcircuitos, módulos de procesador, sistemas de campo de antena, placas de control y navegación». 

Anteriormente, Zelensky había declarado que China había dejado de vender sus vehículos aéreos no tripulados Mavic, populares en el frente, a Ucrania, pero que seguía abasteciendo a Rusia. Sin embargo, esto omite que el Mavic de la firma DJI opera profusamente en el ejército ucraniano.

El reclutamiento y la moral de combate

Respecto a la moral de combate, la cuestión aparece extremadamente clara. Desde el bando ucraniano se registran por fuentes independientes ucranianas aproximadamente cien mil deserciones solo en lo que va de 2025 (que también son bajas). Asimismo, como se está viendo ahora en Sumy con el avance del ejército ruso, la población civil rehúsa evacuar los poblados, no porque esté esperando la llegada de las tropas rusas, sino porque la evacuación los pone bajo la mira de las oficinas de reclutamiento.  

Por otro lado, el intento del régimen de Kiev de reforzar las filas del ejército ucraniano con jóvenes ha fracasado (Wall Street Journal, 25/5).El medio estadounidense informa que el programa “Contrato 18-24” atrae a muy pocos jóvenes.  Desde su lanzamiento en febrero, “solo unas 500 personas se han unido a las Fuerzas Armadas de Ucrania”. 

Y, tras este fracaso en movilizar a los jóvenes, la Rada (parlamento ucraniano) acaba de habilitar el reclutamiento de hombres mayores de 60 años, cuando ya el promedio de edad de las tropas de Kiev supera holgadamente los 45 años. 

En este contexto de cientos de miles de bajas ucranianas, no es de extrañar que “un sentimiento de agotamiento y frustración se extiende en las Fuerzas Armadas de Ucrania por la falta de perspectivas de poner fin a la guerra” (Financial Times, 25/5). La publicación, indica que la moral se está debilitando tanto entre los oficiales experimentados como entre los soldados recién movilizados. Que éstos no ven ninguna perspectiva de que terminen los combates y “temen que sus vidas se estén sacrificando en vano”.

El reclutamiento mensual ruso, a partir de suculentas sumas de dinero que se paga a los movilizados, es notablemente superior a las bajas. Ello sirve para tener una progresiva superioridad, pero no para volcar una fuerza masiva capaz de dar un golpe definitorio ahora cuando el frente de la Otan manifiesta importantes divisiones desde la llegada de Trump a la Casa Blanca. 

Es claro que el régimen de Putin no quiere recurrir a una nueva movilización, no solo porque se pondría en cuestión la capacidad de armar e instruir a esas tropas, sino, fundamentalmente, por el temor a una revuelta social contra la guerra. Del mismo modo, ese temor se cristaliza en los avances lentos, lo cual morigera las pérdidas, pero, al mismo tiempo, no genera el suficiente apoyo popular, dado que no resulta atractiva una guerra donde se traban combates de una o dos semanas por un poblado de pocas edificaciones que finalmente queda hecho escombros.

Así las cosas, habrá que analizar hasta qué punto puede prosperar la próxima ofensiva rusa de verano en el este ucraniano. Como fuere, solo podemos pronosticar la intensificación de los combates, la destrucción y la muerte mutua. 

Abajo la guerra imperialista.

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