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Hace 80 años terminaba en el Pacífico

El fin de la Segunda Guerra Mundial y la amenaza del holocausto atómico

Hace 80 años terminaba en el Pacífico

El fin de la Segunda Guerra Mundial y la amenaza del holocausto atómico

El 1 y 2 de mayo de 1945, con el suicidio de Hitler y la toma de Berlín por parte del Ejército Rojo, finalizaba la segunda guerra mundial en territorio europeo. Esta continuaría unos meses más, hasta el 15 de agosto, en Asia y el Pacífico, contra Japón.

Al igual que Alemania, Japón entró tarde en el camino del desarrollo imperialista. Cuando empezó a seguir esta ruta, se encontró con que todo el mundo ya había sido conquistado, colonizado y repartido entre las potencias imperialistas europeas, principalmente Francia y Gran Bretaña (también Holanda, Bélgica, etc.). Japón es un archipiélago de más de 6000 islas (de las cuales solo 400 son habitables), con unos 380 mil km2 y una población de 65 millones de habitantes en 1930. No tiene materias primas, ni alimenticias, ni minerales, ni hidrocarburos en cantidad, para sostener a su población y desarrollo. El desarrollo capitalista, desde fines del siglo 19, fue tumultuosamente rápido y se transformó en una potencia imperialista. En 1910 se anexionó la península de Corea y en 1931 invadió la Manchuria china, en el Noreste, y también la anexionó estableciendo un estado títere (Manchukuo), que serviría de plataforma militar para nuevas guerras de conquistas.

La crisis económica imperialista empujaba a que las nuevas potencias imperialistas buscaran fuentes de materias primas, territorios para colonizar y mercados donde invertir en condiciones monopólicas ventajosas para explotar la mano de obra nativa. Pero las viejas potencias imperialistas, incluyendo la creciente presencia de los Estados Unidos en el Pacífico, no les daban lugar. Los choques comerciales y las intrigas diplomáticas, iban a ir pasando luego al plano militar. El Memorial Tanaka, un documento reservado, elaborado por el Estado Mayor nipón y entregado en 1927 al emperador Hirohito, bosquejaba el plan de desarrollo imperial de Japón, que pasaba por el dominio de China primero, para extenderse por Asia y veía como inevitable una guerra con los EEUU. 

Los yanquis se prepararon abiertamente contra ello: declararon un boicot de exportaciones de acero y de petróleo y otras medidas de guerra comercial (incluso marítimas) contra el Japón. 

Efectivamente, en 1937, Japón inicia una nueva invasión de China, lo que da inicio a la guerra entre ambos países. EEUU y Gran Bretaña, ayudan a la resistencia china. En 1940, ya iniciada la segunda guerra mundial en Europa, el emperador Hirohito firma el Pacto Tripartito con Mussolini e Hitler. La rápida derrota de Francia y el retroceso de Gran Bretaña, es aprovechado por Japón para atacar y extenderse sobre las colonias europeas en Asia (Indochina, etc.).

Pero, el alto mando nipón era consciente que el problema era la poderosa fuerza del imperialismo yanqui en el Pacífico. A fines de 1941, se produce el ataque “sorpresa” sobre la base aeronaval de Pearl Harbor, donde es destruida una parte de la flota norteamericana. Los japoneses querían consolidar sus conquistas en Asia y esperaban negociar un acuerdo con los EEUU.  Pero… era la oportunidad esperada por los yanquis para intervenir no solo para derrotar la expansión japonesa, sino también para desplazar el dominio de británicos, franceses, holandeses y otros imperialismos menores de la zona.

El poderío yanqui fue arrinconando a los japoneses. Ya a fines de 1944 su situación era desesperada, habían perdido casi toda su flota y gran parte de la fuerza aérea y se encontraban empantanados con la guerra en China y una creciente resistencia en las zonas conquistadas (Indochina, etc.). No contaban con petróleo y la movilidad de sus máquinas y tropas era cada vez más restringida. Japón se encontraba virtualmente sitiado por los submarinos y barcos yanquis que no permitían la entrada de vituallas. Crecientemente bombardeada, la situación social iba empeorando fronteras adentro. En febrero de 1945, el emperador recibe un informe reservado alertando del peligro de una revuelta revolucionaria. Varios jerarcas veían la perspectiva de la derrota militar y eran partidarios de iniciar negociaciones con los EEUU para finalizar la guerra. Estas fueron encaradas a través de Stalin.

La URSS y Japón 

La ofensiva militar imperialista japonesa tuvo como marco de fondo, un pacto de no agresión con la URSS en 1940. Como es sabido, para iniciar la guerra en Europa, Hitler estableció un pacto de no agresión con Stalin. Este se inició con el ataque nazi a Polonia, que fue simultáneamente invadida por la URSS. Polonia fue dividida entre nazis y stalinistas. Japón, también, para iniciar su aventura en China y Asia y atacar a EEUU, estableció un año después, un pacto de no agresión y neutralidad mutua con la URSS. Tenía las espaldas cubiertas para poder incursionar contra Pearl Harbor.

Ante la perspectiva de la derrota militar, el Mikado nipón pidió a Stalin que buscara el inicio de negociaciones con los “aliados”. Este lo gestiono; pero en la Conferencia de Postdam (julio 1945) se resuelve enviar una carta firmada por EEUU, Gran Bretaña y China, planteando la rendición incondicional de Japón, en forma terminante. La URSS no firma, porque Stalin aún tenía el tratado de no agresión con Japón. 

En la reunión anterior (Yalta, febrero 1945) entre Stalin, Roosevelt y Churchill, la URSS se había comprometido a que cerrada la guerra contra Alemania, atacaría a Japón en el norte de China, para aliviar el costo de guerra de los yanquis.

Pero el hecho de que el ejército soviético solo hubiera tomado Berlín, hacían que tanto Churchill (que en Potsdam ya fuera acompañado por el nuevo primer ministro electo, Clement Attlee, del Partido Laborista) y Truman (que reemplazaba al finado Roosevelt), vieran con aprensión la incursión militar de la URSS en China, Corea y, eventualmente Japón.

La bomba atómica

Desde 1942, los EEUU estaban trabajando en la invención de la bomba atómica. Invirtiendo un presupuesto supermillonario. En el transcurso de la Conferencia de Potsdam, Truman recibió un mensaje cifrado diciendo que la prueba final de la aplicabilidad de la bomba había superado lo esperado. Y anuncia a sus aliados de esta novedad y de que piensa aplicarla a Japón en caso de que este no acepte la rendición incondicional a la que había sido intimado.

El anuncio de Truman estaba dirigido no solo al emperador japonés, sino  también a su aliado Stalin. 

El 6 de agosto el Enola Gay, un pesado avión B29, deja caer sobre Hiroshima, una bomba de uranio 235: una bomba atómica, a la que se le dio personalidad propia (“Little Boy”),  que pesa cuatro toneladas y media. Como ya es sabido produjo en forma directa alrededor de 200 mil víctimas.

La URSS rompe su pacto con Japón y el 8 de agosto invade Manchuria, avanzando rápidamente, ocupando parte de Corea y varias islas. Esto acelera la decisión de Truman, ante el silencio del Mikado, de tirar, el 9 de agosto, una segunda bomba atómica (también personalizada con el nombre de “Fat Man”), de plutonio, sobre Nagasaki, con un resultado similar en materia de destrucción y víctimas. 

Con Hiroshima y Nagasaki, se presenta de cuerpo entero el diagnóstico de Rosa Luxemburgo: “Socialismo o Barbarie”. Al finalizar la segunda guerra mundial (que ya fue un periodo de barbarie capitalista con sus más de 80 millones de muertos, la Shoa contra los judíos, etc.) se proyecta una nueva era de terror y barbarie capitalista. Un antecedente en este sentido, es el bombardeo “convencional” de la ciudad alemana de Dresde. Durante tres días (13 al 15 de febrero de 1945, a menos de tres meses de la capitulación definitiva del régimen nazi) más de 1000 bombardeos yanquis y británicos tiraron más de 4000 toneladas de bombas incendiarias sobre esta ciudad de medio millón de habitantes, carente de importancia militar estratégica, destruyéndola por completo y causando 40 mil muertes directas. El objetivo “estratégico” era el mismo que el de Hiroshima y Nagasaki: aterrorizar a la población, bloquear el camino a un levantamiento revolucionario y señalar el poderío de la alianza imperialista occidental a los pueblos del mundo y, en particular, al régimen soviético que, en definitiva, el imperialismo no renunciaba a destruir, restituyendo el capitalismo en ese vasto territorio arrancado por la revolución de 1917 (el nazismo especulo en la parte final de la guerra en aliarse a los aliados, rendición negociada mediante, para realizar una cruzada militar anticomunista contra la URSS). Fracaso en su intento, porque el imperialismo occidental necesitaba de la colaboración activa del stalinismo para evitar el estallido revolucionario generalizado en Europa y Asia.

Después de Nagasaki, el emperador Hirohito anunció el 15 de agosto, por radio, que aceptaba la rendición incondicional. Truman estaba preparando una tercera bomba atómica que iba a estar pronta para el 18 de agosto y cuyo objetivo sería Tokio, la capital que había sido bombardeada desde 1944 y que pese a las evacuaciones, contaba entonces con 3,5 millones de habitantes, lo que habría terminado en una supermatanza (Hiroshima: 260 mil habitantes, Nagasaki: 200 mil).

Japón fue ocupado -solo por las fuerzas norteamericanas- dos semanas después. La URSS se retiró casi inmediatamente del norte de China. Lo hizo, en primer y fundamental lugar, para no tener que pronunciarse en la guerra civil que se había entablado entre el Ejército Rojo de Mao Tse Tung y el Ejército del Kuo Ming Tang dirigido por el carnicero contrarrevolucionario de Chiang Kai-Shek. En realidad ya se había pronunciado a favor de este último en Yalta y Potsdam donde se consensuó entre los “3 grandes” que en China iba a ser reconocido el Kuo Ming Tang (al que se le dio lugar entre los cinco fundadores de de las Naciones Unidas con derecho al veto). En su retirada, Stalin desmanteló las fábricas de Manchuria y las trasladó al suelo soviético. No entregó armas, ni ningún tipo de ayuda al Ejército dirigido por Mao. En plena guerra civil, reconoció a Chang Kai Shek como el gobierno legítimo de China. El triunfo de la revolución china en 1949 se realizó al margen y en oposición a la burocracia contrarrevolucionaria stalinista.

Esta una nueva traición del stalinismo a la revolución china, se suma a otras denunciadas por Trotsky. En un artículo escrito en 1940, pocas semanas antes de ser asesinado, sobre el Memorial Tanaka (que publicamos también en esta edición de En Defensa del Marxismo), Trotsky denuncia el pacto de no agresión que estaba pergeñando Stalin con Japón, como una traición a la lucha antiimperialista que desarrollaba China contra el invasor imperialista nipón.

Rendición de Japón, salvataje derechista y supremacía yanqui

La capitulación final de Japón se firma a bordo del acorazado Missouri, anclado frente a la Bahía de Tokio, el 2 de septiembre. A diferencia de Alemania, que fue dividida y compartida entre la URSS, EEUU, Inglaterra y Francia, Japón será ocupado y tutelado solamente por los yanquis. Ese era un objetivo directo: no permitir la presencia de la URSS en la ocupación de Japón.

Pero contrariando los anuncios antifascistas y prodemocráticos se “respeta” la continuidad de Hirohito como Emperador y jefe de la nación japonesa. Después de dos años de juicio a los “criminales de guerra”: 7 inculpados fueron condenados a muerte y 16 a cadena perpetua (en 1955 todos los condenados a perpetua fueron indultados).  Hirohito no es culpado y permanecerá en su sitial (no olvidemos que en Japón se consideraba al emperador como un “hijo divino”, un dios en la tierra). Recién años más tarde se cambiará el nombre de Imperio del Japón, a Estado de Japón. Pero el Emperador, seguirá siendo un Emperador “constitucional”, una especie de monarquía constitucional. Todo el entramado conservador/fascistoide fue protegido en torno a las familias tradicionales. El imperialismo yanqui, personificado en el gobierno virreinal de MacArthur, buscó plegar a Japón a una alianza común contra el comunismo. La economía fue reactivada por una especie de Plan Marshall para espantar el fantasma de la revolución social y contar con un aliado contrarrevolucionario para detener la ola revolucionaria en Asia, creada por el triunfo del Ejército de Mao en China en 1949.

Para tomar en cuenta: Macarthur estuvo al frente de las tropas yanquis en la guerra de Corea y fue, finalmente, destituido por el presidente Truman, por pregonar abiertamente el ataque a la China de Mao, incluso con bombas atómicas. En la invasión yanqui sobre Vietnam en la década del 60, fue el presidente Nixon el que estudió la posibilidad de tirar bombas atómicas sobre Hanoi, la capital de “Vietnam del norte”, para forzar a la capitulación y derrotar el ascenso revolucionario dirigido por el Vietcong.

La era de la barbarie imperialista

El fin de la segunda guerra mundial inició (ya se estaba desarrollando en el transcurso de la guerra misma) la “guerra fría” contra el comunismo y las tendencias a una tercera guerra mundial esta vez como cruzada por la restauración capitalista en la URSS (y desde 1949 también en China).

¿Era necesario tirar la bomba atómica sobre Hiroshima y Nagasaki? 

El gobierno yanqui se justificó por este accionar, diciendo que la continuidad de la guerra iba a implicar más víctimas, particularmente del ejército norteamericano (hablaba de medio millón de muertos). Pero ya estaba claro que Japón estaba derrotado. Si el propósito era presionar para que se evitara esta situación, se podía, incluso, haber optado por realizar una prueba en un sitio desértico, para evidenciar la capacidad destructiva que tenía esta nueva arma. Es más, este fue el pedido realizado por una carta de una mayoría de los científicos que habían trabajado en el Proyecto Manhattan de la bomba atómica. Pero Truman quería asustar a Stalin y conseguir más disciplinamiento al accionar contrarrevolucionario convenido y quería institucionalizar el predominio estratégico del imperialismo yanqui en todo el mundo.

La construcción del arma de la bomba atómica fue planteada como una carrera disuasiva contra el hecho de que Hitler tenía un proyecto similar. Pero cuando se tiró sobre Hiroshima en 1945, el nazismo alemán y el fascismo italiano habían sido derrotados. Y Japón no figuraba como competidor en este terreno.

En el desarrollo de las fuerzas productivas bajo el capitalismo, las guerras jugaron un rol importante. Las clases capitalistas desarrollaban a fondo la ciencia para obtener ventajas relativas sobre sus adversarios. La energía  atómica es un paso trascendental que abre infinitos campos de desarrollo para la humanidad (energía, medicinal, etc.). Pero ya Marx y Engels denunciaban (“La Ideología Alemana”) que  el capitalismo podía transformar las fuerzas productivas en fuerzas destructivas, que amenazaran a la humanidad. El capitalismo con su accionar ciego por la ganancia destruye todos los días a las dos fuerzas más importantes -la del trabajador y la del medio ambiente- con su accionar depredador.

Hoy en día hay  9 países que reconocen tener arsenal atómico (EEUU, Rusia, Gran Bretaña, Francia, China, Israel, India, Pakistán y Corea del Norte). Pero el imperialismo yanqui tiene más de 800 bases militares asentadas en todo el mundo. Muchas de ellas tienen armamento atómico (Alemania, Italia, España, etc.) “controlado” por los EEUU. Es decir que el arsenal atómico está distribuido en casi todo el mundo. Un cálculo aproximado considera que hay un equivalente destructivo a casi 150 mil bombas del tamaño de las de Hiroshima (el 90% estaría en poder de Rusia y EEUU).

Se dice que el objetivo es la disuasión (relativamente lo debe haber jugado, porque si Rusia o China no hubieran tenido bombas atómicas, seguramente las amenazas de los MacArthur se habrían ejecutado), pero en realidad es la extorsión: quien no se rinda a los dictados imperialistas sufrirá la hecatombe. En la guerra sionista contra Gaza, la derecha del gobierno de Netanyahu propugno abiertamente tirar un par de bombas atómicas sobre las concentraciones de la Franja, para acabar con la resistencia palestina. Las provocaciones contra Irán intentan ser disfrazadas como la lucha por impedir la propagación de la bomba atómica (como en su momento se hizo para justificar la invasión imperialista de Irak, en el 2003, para anular las “armas de destrucción masiva”, que se demostraron inexistentes). El gobierno de Trump lanzo las superbombas de 14 toneladas sobre Irán (las más poderosas antes de la bomba atómica directa), justificando que lo hacía en salvaguarda de “la paz”. 

El mundo evoluciona hacia una tercera guerra mundial, que tiene como objetivo directo, la colonización imperialista de Rusia y China para darle una preeminencia directa a sus posiciones imperialistas en la restauración capitalista en curso.

Las tendencias a la guerra mundial impulsada por el imperialismo en crisis son imparables. El rearme armamentístico en marcha, con fuerte desarrollo en el campo atómico también (con un costo de 75 mil millones de dólares anuales solo por los EEUU). Y como sabemos, ponen en riesgo la existencia de la vida humana en el planeta.

Los planteos pacifistas basados en el “desarme” que propugnan personajes centroizquierdistas como Corbyn de Gran Bretaña son utópicos, impotentes y reaccionarios. Este plantea “liberar a este planeta de las armas nucleares de una vez por todas” y para ello declara que “el único camino es la diplomacia”. La guerra debe ser combatida por los trabajadores, enfrentando en primer lugar, a su propia burguesía. En Gran Bretaña se trata de retirar el apoyo a la OTAN y su guerra en Ucrania, dejar de enviar hombres y armas al ejército títere, no enviar armas, ni ningún tipo de apoyo al gobierno sionista que enfrenta a palestinos y regímenes del Medio Oriente, apoyar a la resistencia palestina. No votar los presupuestos militares y retirar los submarinos Trident. Los trabajadores del mundo deben fraternizar entre sí contra sus amos capitalistas, impulsar la revolución socialista, instalando gobiernos de trabajadores en el poder.

El 1 y 2 de mayo de 1945, con el suicidio de Hitler y la toma de Berlín por parte del Ejército Rojo, finalizaba la segunda guerra mundial en territorio europeo. Esta continuaría unos meses más, hasta el 15 de agosto, en Asia y el Pacífico, contra Japón.

Al igual que Alemania, Japón entró tarde en el camino del desarrollo imperialista. Cuando empezó a seguir esta ruta, se encontró con que todo el mundo ya había sido conquistado, colonizado y repartido entre las potencias imperialistas europeas, principalmente Francia y Gran Bretaña (también Holanda, Bélgica, etc.). Japón es un archipiélago de más de 6000 islas (de las cuales solo 400 son habitables), con unos 380 mil km2 y una población de 65 millones de habitantes en 1930. No tiene materias primas, ni alimenticias, ni minerales, ni hidrocarburos en cantidad, para sostener a su población y desarrollo. El desarrollo capitalista, desde fines del siglo 19, fue tumultuosamente rápido y se transformó en una potencia imperialista. En 1910 se anexionó la península de Corea y en 1931 invadió la Manchuria china, en el Noreste, y también la anexionó estableciendo un estado títere (Manchukuo), que serviría de plataforma militar para nuevas guerras de conquistas.

La crisis económica imperialista empujaba a que las nuevas potencias imperialistas buscaran fuentes de materias primas, territorios para colonizar y mercados donde invertir en condiciones monopólicas ventajosas para explotar la mano de obra nativa. Pero las viejas potencias imperialistas, incluyendo la creciente presencia de los Estados Unidos en el Pacífico, no les daban lugar. Los choques comerciales y las intrigas diplomáticas, iban a ir pasando luego al plano militar. El Memorial Tanaka, un documento reservado, elaborado por el Estado Mayor nipón y entregado en 1927 al emperador Hirohito, bosquejaba el plan de desarrollo imperial de Japón, que pasaba por el dominio de China primero, para extenderse por Asia y veía como inevitable una guerra con los EEUU. 

Los yanquis se prepararon abiertamente contra ello: declararon un boicot de exportaciones de acero y de petróleo y otras medidas de guerra comercial (incluso marítimas) contra el Japón. 

Efectivamente, en 1937, Japón inicia una nueva invasión de China, lo que da inicio a la guerra entre ambos países. EEUU y Gran Bretaña, ayudan a la resistencia china. En 1940, ya iniciada la segunda guerra mundial en Europa, el emperador Hirohito firma el Pacto Tripartito con Mussolini e Hitler. La rápida derrota de Francia y el retroceso de Gran Bretaña, es aprovechado por Japón para atacar y extenderse sobre las colonias europeas en Asia (Indochina, etc.).

Pero, el alto mando nipón era consciente que el problema era la poderosa fuerza del imperialismo yanqui en el Pacífico. A fines de 1941, se produce el ataque “sorpresa” sobre la base aeronaval de Pearl Harbor, donde es destruida una parte de la flota norteamericana. Los japoneses querían consolidar sus conquistas en Asia y esperaban negociar un acuerdo con los EEUU.  Pero… era la oportunidad esperada por los yanquis para intervenir no solo para derrotar la expansión japonesa, sino también para desplazar el dominio de británicos, franceses, holandeses y otros imperialismos menores de la zona.

El poderío yanqui fue arrinconando a los japoneses. Ya a fines de 1944 su situación era desesperada, habían perdido casi toda su flota y gran parte de la fuerza aérea y se encontraban empantanados con la guerra en China y una creciente resistencia en las zonas conquistadas (Indochina, etc.). No contaban con petróleo y la movilidad de sus máquinas y tropas era cada vez más restringida. Japón se encontraba virtualmente sitiado por los submarinos y barcos yanquis que no permitían la entrada de vituallas. Crecientemente bombardeada, la situación social iba empeorando fronteras adentro. En febrero de 1945, el emperador recibe un informe reservado alertando del peligro de una revuelta revolucionaria. Varios jerarcas veían la perspectiva de la derrota militar y eran partidarios de iniciar negociaciones con los EEUU para finalizar la guerra. Estas fueron encaradas a través de Stalin.

La URSS y Japón 

La ofensiva militar imperialista japonesa tuvo como marco de fondo, un pacto de no agresión con la URSS en 1940. Como es sabido, para iniciar la guerra en Europa, Hitler estableció un pacto de no agresión con Stalin. Este se inició con el ataque nazi a Polonia, que fue simultáneamente invadida por la URSS. Polonia fue dividida entre nazis y stalinistas. Japón, también, para iniciar su aventura en China y Asia y atacar a EEUU, estableció un año después, un pacto de no agresión y neutralidad mutua con la URSS. Tenía las espaldas cubiertas para poder incursionar contra Pearl Harbor.

Ante la perspectiva de la derrota militar, el Mikado nipón pidió a Stalin que buscara el inicio de negociaciones con los “aliados”. Este lo gestiono; pero en la Conferencia de Postdam (julio 1945) se resuelve enviar una carta firmada por EEUU, Gran Bretaña y China, planteando la rendición incondicional de Japón, en forma terminante. La URSS no firma, porque Stalin aún tenía el tratado de no agresión con Japón. 

En la reunión anterior (Yalta, febrero 1945) entre Stalin, Roosevelt y Churchill, la URSS se había comprometido a que cerrada la guerra contra Alemania, atacaría a Japón en el norte de China, para aliviar el costo de guerra de los yanquis.

Pero el hecho de que el ejército soviético solo hubiera tomado Berlín, hacían que tanto Churchill (que en Potsdam ya fuera acompañado por el nuevo primer ministro electo, Clement Attlee, del Partido Laborista) y Truman (que reemplazaba al finado Roosevelt), vieran con aprensión la incursión militar de la URSS en China, Corea y, eventualmente Japón.

La bomba atómica

Desde 1942, los EEUU estaban trabajando en la invención de la bomba atómica. Invirtiendo un presupuesto supermillonario. En el transcurso de la Conferencia de Potsdam, Truman recibió un mensaje cifrado diciendo que la prueba final de la aplicabilidad de la bomba había superado lo esperado. Y anuncia a sus aliados de esta novedad y de que piensa aplicarla a Japón en caso de que este no acepte la rendición incondicional a la que había sido intimado.

El anuncio de Truman estaba dirigido no solo al emperador japonés, sino  también a su aliado Stalin. 

El 6 de agosto el Enola Gay, un pesado avión B29, deja caer sobre Hiroshima, una bomba de uranio 235: una bomba atómica, a la que se le dio personalidad propia (“Little Boy”),  que pesa cuatro toneladas y media. Como ya es sabido produjo en forma directa alrededor de 200 mil víctimas.

La URSS rompe su pacto con Japón y el 8 de agosto invade Manchuria, avanzando rápidamente, ocupando parte de Corea y varias islas. Esto acelera la decisión de Truman, ante el silencio del Mikado, de tirar, el 9 de agosto, una segunda bomba atómica (también personalizada con el nombre de “Fat Man”), de plutonio, sobre Nagasaki, con un resultado similar en materia de destrucción y víctimas. 

Con Hiroshima y Nagasaki, se presenta de cuerpo entero el diagnóstico de Rosa Luxemburgo: “Socialismo o Barbarie”. Al finalizar la segunda guerra mundial (que ya fue un periodo de barbarie capitalista con sus más de 80 millones de muertos, la Shoa contra los judíos, etc.) se proyecta una nueva era de terror y barbarie capitalista. Un antecedente en este sentido, es el bombardeo “convencional” de la ciudad alemana de Dresde. Durante tres días (13 al 15 de febrero de 1945, a menos de tres meses de la capitulación definitiva del régimen nazi) más de 1000 bombardeos yanquis y británicos tiraron más de 4000 toneladas de bombas incendiarias sobre esta ciudad de medio millón de habitantes, carente de importancia militar estratégica, destruyéndola por completo y causando 40 mil muertes directas. El objetivo “estratégico” era el mismo que el de Hiroshima y Nagasaki: aterrorizar a la población, bloquear el camino a un levantamiento revolucionario y señalar el poderío de la alianza imperialista occidental a los pueblos del mundo y, en particular, al régimen soviético que, en definitiva, el imperialismo no renunciaba a destruir, restituyendo el capitalismo en ese vasto territorio arrancado por la revolución de 1917 (el nazismo especulo en la parte final de la guerra en aliarse a los aliados, rendición negociada mediante, para realizar una cruzada militar anticomunista contra la URSS). Fracaso en su intento, porque el imperialismo occidental necesitaba de la colaboración activa del stalinismo para evitar el estallido revolucionario generalizado en Europa y Asia.

Después de Nagasaki, el emperador Hirohito anunció el 15 de agosto, por radio, que aceptaba la rendición incondicional. Truman estaba preparando una tercera bomba atómica que iba a estar pronta para el 18 de agosto y cuyo objetivo sería Tokio, la capital que había sido bombardeada desde 1944 y que pese a las evacuaciones, contaba entonces con 3,5 millones de habitantes, lo que habría terminado en una supermatanza (Hiroshima: 260 mil habitantes, Nagasaki: 200 mil).

Japón fue ocupado -solo por las fuerzas norteamericanas- dos semanas después. La URSS se retiró casi inmediatamente del norte de China. Lo hizo, en primer y fundamental lugar, para no tener que pronunciarse en la guerra civil que se había entablado entre el Ejército Rojo de Mao Tse Tung y el Ejército del Kuo Ming Tang dirigido por el carnicero contrarrevolucionario de Chiang Kai-Shek. En realidad ya se había pronunciado a favor de este último en Yalta y Potsdam donde se consensuó entre los “3 grandes” que en China iba a ser reconocido el Kuo Ming Tang (al que se le dio lugar entre los cinco fundadores de de las Naciones Unidas con derecho al veto). En su retirada, Stalin desmanteló las fábricas de Manchuria y las trasladó al suelo soviético. No entregó armas, ni ningún tipo de ayuda al Ejército dirigido por Mao. En plena guerra civil, reconoció a Chang Kai Shek como el gobierno legítimo de China. El triunfo de la revolución china en 1949 se realizó al margen y en oposición a la burocracia contrarrevolucionaria stalinista.

Esta una nueva traición del stalinismo a la revolución china, se suma a otras denunciadas por Trotsky. En un artículo escrito en 1940, pocas semanas antes de ser asesinado, sobre el Memorial Tanaka (que publicamos también en esta edición de En Defensa del Marxismo), Trotsky denuncia el pacto de no agresión que estaba pergeñando Stalin con Japón, como una traición a la lucha antiimperialista que desarrollaba China contra el invasor imperialista nipón.

Rendición de Japón, salvataje derechista y supremacía yanqui

La capitulación final de Japón se firma a bordo del acorazado Missouri, anclado frente a la Bahía de Tokio, el 2 de septiembre. A diferencia de Alemania, que fue dividida y compartida entre la URSS, EEUU, Inglaterra y Francia, Japón será ocupado y tutelado solamente por los yanquis. Ese era un objetivo directo: no permitir la presencia de la URSS en la ocupación de Japón.

Pero contrariando los anuncios antifascistas y prodemocráticos se “respeta” la continuidad de Hirohito como Emperador y jefe de la nación japonesa. Después de dos años de juicio a los “criminales de guerra”: 7 inculpados fueron condenados a muerte y 16 a cadena perpetua (en 1955 todos los condenados a perpetua fueron indultados).  Hirohito no es culpado y permanecerá en su sitial (no olvidemos que en Japón se consideraba al emperador como un “hijo divino”, un dios en la tierra). Recién años más tarde se cambiará el nombre de Imperio del Japón, a Estado de Japón. Pero el Emperador, seguirá siendo un Emperador “constitucional”, una especie de monarquía constitucional. Todo el entramado conservador/fascistoide fue protegido en torno a las familias tradicionales. El imperialismo yanqui, personificado en el gobierno virreinal de MacArthur, buscó plegar a Japón a una alianza común contra el comunismo. La economía fue reactivada por una especie de Plan Marshall para espantar el fantasma de la revolución social y contar con un aliado contrarrevolucionario para detener la ola revolucionaria en Asia, creada por el triunfo del Ejército de Mao en China en 1949.

Para tomar en cuenta: Macarthur estuvo al frente de las tropas yanquis en la guerra de Corea y fue, finalmente, destituido por el presidente Truman, por pregonar abiertamente el ataque a la China de Mao, incluso con bombas atómicas. En la invasión yanqui sobre Vietnam en la década del 60, fue el presidente Nixon el que estudió la posibilidad de tirar bombas atómicas sobre Hanoi, la capital de “Vietnam del norte”, para forzar a la capitulación y derrotar el ascenso revolucionario dirigido por el Vietcong.

La era de la barbarie imperialista

El fin de la segunda guerra mundial inició (ya se estaba desarrollando en el transcurso de la guerra misma) la “guerra fría” contra el comunismo y las tendencias a una tercera guerra mundial esta vez como cruzada por la restauración capitalista en la URSS (y desde 1949 también en China).

¿Era necesario tirar la bomba atómica sobre Hiroshima y Nagasaki? 

El gobierno yanqui se justificó por este accionar, diciendo que la continuidad de la guerra iba a implicar más víctimas, particularmente del ejército norteamericano (hablaba de medio millón de muertos). Pero ya estaba claro que Japón estaba derrotado. Si el propósito era presionar para que se evitara esta situación, se podía, incluso, haber optado por realizar una prueba en un sitio desértico, para evidenciar la capacidad destructiva que tenía esta nueva arma. Es más, este fue el pedido realizado por una carta de una mayoría de los científicos que habían trabajado en el Proyecto Manhattan de la bomba atómica. Pero Truman quería asustar a Stalin y conseguir más disciplinamiento al accionar contrarrevolucionario convenido y quería institucionalizar el predominio estratégico del imperialismo yanqui en todo el mundo.

La construcción del arma de la bomba atómica fue planteada como una carrera disuasiva contra el hecho de que Hitler tenía un proyecto similar. Pero cuando se tiró sobre Hiroshima en 1945, el nazismo alemán y el fascismo italiano habían sido derrotados. Y Japón no figuraba como competidor en este terreno.

En el desarrollo de las fuerzas productivas bajo el capitalismo, las guerras jugaron un rol importante. Las clases capitalistas desarrollaban a fondo la ciencia para obtener ventajas relativas sobre sus adversarios. La energía  atómica es un paso trascendental que abre infinitos campos de desarrollo para la humanidad (energía, medicinal, etc.). Pero ya Marx y Engels denunciaban (“La Ideología Alemana”) que  el capitalismo podía transformar las fuerzas productivas en fuerzas destructivas, que amenazaran a la humanidad. El capitalismo con su accionar ciego por la ganancia destruye todos los días a las dos fuerzas más importantes -la del trabajador y la del medio ambiente- con su accionar depredador.

Hoy en día hay  9 países que reconocen tener arsenal atómico (EEUU, Rusia, Gran Bretaña, Francia, China, Israel, India, Pakistán y Corea del Norte). Pero el imperialismo yanqui tiene más de 800 bases militares asentadas en todo el mundo. Muchas de ellas tienen armamento atómico (Alemania, Italia, España, etc.) “controlado” por los EEUU. Es decir que el arsenal atómico está distribuido en casi todo el mundo. Un cálculo aproximado considera que hay un equivalente destructivo a casi 150 mil bombas del tamaño de las de Hiroshima (el 90% estaría en poder de Rusia y EEUU).

Se dice que el objetivo es la disuasión (relativamente lo debe haber jugado, porque si Rusia o China no hubieran tenido bombas atómicas, seguramente las amenazas de los MacArthur se habrían ejecutado), pero en realidad es la extorsión: quien no se rinda a los dictados imperialistas sufrirá la hecatombe. En la guerra sionista contra Gaza, la derecha del gobierno de Netanyahu propugno abiertamente tirar un par de bombas atómicas sobre las concentraciones de la Franja, para acabar con la resistencia palestina. Las provocaciones contra Irán intentan ser disfrazadas como la lucha por impedir la propagación de la bomba atómica (como en su momento se hizo para justificar la invasión imperialista de Irak, en el 2003, para anular las “armas de destrucción masiva”, que se demostraron inexistentes). El gobierno de Trump lanzo las superbombas de 14 toneladas sobre Irán (las más poderosas antes de la bomba atómica directa), justificando que lo hacía en salvaguarda de “la paz”. 

El mundo evoluciona hacia una tercera guerra mundial, que tiene como objetivo directo, la colonización imperialista de Rusia y China para darle una preeminencia directa a sus posiciones imperialistas en la restauración capitalista en curso.

Las tendencias a la guerra mundial impulsada por el imperialismo en crisis son imparables. El rearme armamentístico en marcha, con fuerte desarrollo en el campo atómico también (con un costo de 75 mil millones de dólares anuales solo por los EEUU). Y como sabemos, ponen en riesgo la existencia de la vida humana en el planeta.

Los planteos pacifistas basados en el “desarme” que propugnan personajes centroizquierdistas como Corbyn de Gran Bretaña son utópicos, impotentes y reaccionarios. Este plantea “liberar a este planeta de las armas nucleares de una vez por todas” y para ello declara que “el único camino es la diplomacia”. La guerra debe ser combatida por los trabajadores, enfrentando en primer lugar, a su propia burguesía. En Gran Bretaña se trata de retirar el apoyo a la OTAN y su guerra en Ucrania, dejar de enviar hombres y armas al ejército títere, no enviar armas, ni ningún tipo de apoyo al gobierno sionista que enfrenta a palestinos y regímenes del Medio Oriente, apoyar a la resistencia palestina. No votar los presupuestos militares y retirar los submarinos Trident. Los trabajadores del mundo deben fraternizar entre sí contra sus amos capitalistas, impulsar la revolución socialista, instalando gobiernos de trabajadores en el poder.

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