¿Cuáles son los orígenes de la crisis en Ucrania y por qué el conflicto ha irrumpido en los meses recientes?
-Los orígenes de la crisis en Ucrania son tres. En primer lugar, Ucrania fue proyectada por los planificadores de Moscú como un elemento de una economía planificada compleja. Los territorios que forman Ucrania no fueron ensamblados por razones históricas, culturales o étnicas, sino para organizar una planificación compleja. Los planificadores querían conectar las áreas industriales del este con los puertos del sur -como Odesa y Crimea- y el oeste agrario. Esa fue la lógica. Una vez que esta lógica fue destruida con el fin de la Unión Soviética, el territorio como unidad integrada perdió su razón de ser y comenzó a desintegrarse.
El fin de la Unión Soviética también permitió que florecieran las divisiones culturales, lo cual es la segunda fuente de la crisis. Las diferencias acerca del idioma, por ejemplo, se hicieron mucho más importantes que antes. Las políticas nacionalistas para imponer un único idioma ucraniano fueron absurdas, porque hay muchos más ucranianos que hablan ruso que ucraniano -alrededor de un tercio son étnicamente rusos y otro tercio se identifica como ucranianos ruso-parlantes.
Hay mucha gente que habla ambos idiomas indistintamente, pero el ruso está mucho más extendido que el ucraniano e incluso su uso se ha estado extendiendo en el período posterior a la independencia. Esto se debe a que el mercado mundial favorece el idioma dominante, el idioma de los negocios, el comercio y la producción. La economía de mercado aumentó las contradicciones existentes dentro de la sociedad y creó las precondiciones para más conflictos culturales. Los medios de comunicación liberales, sin embargo, presentan estos conflictos como puramente culturales, cuando, en realidad, las razones fundamentales están relacionadas con la economía y las instituciones.
El tercer aspecto de la crisis se relaciona con la economía ucraniana. En el período post-soviético, Ucrania se transformó en una oligarquía de la misma forma que lo hizo Rusia, pero con menos recursos. La cantidad de recursos que Rusia poseía le permitió a Putin crear un sistema de compromisos permanentes y autorreproducidos. El gobierno de Putin se basa en una permanente construcción de consenso, primero entre las elites y, luego, se intenta asegurar un consenso aceptable para el resto de la población a través de medidas de bienestar y así sucesivamente.
La idea es focalizarse en el consumo -como compensación por la falta de actividad política- y que todos estén más o menos felices. Pero la oligarquía ucraniana nunca ha tenido suficientes recursos financieros y materiales para facilitar tal compromiso.
A diferencia del petróleo ruso, el acero ucraniano es mucho más vulnerable en el mercado mundial. Esto ha llevado a un conflicto permanente entre los diferentes clanes oligárquicos por el control de los recursos públicos existentes, lo cual fue la base de la llamada democracia ucraniana. En ese sentido, Ucrania es una típica república oligárquica en la que se niega el acceso a la política a la población común, pero al mismo tiempo genera un auténtico pluralismo para la oligarquía. Este sistema tuvo sus crisis, pero luego de cada crisis se las arreglaron para establecer uno u otro compromiso. De manera que esas crisis no fueron terminales para la estabilidad política. Esto es hasta la crisis económica mundial de 2008.
Esta crisis no solamente debilitó la capacidad de la elite ucraniana para lograr compromisos, sino que también introdujo nuevos jugadores: la Unión Europea, Estados Unidos y la Otan. Dado el nivel de la crisis en Occidente, el factor importante para estabilizar el sistema pasó a ser su expansión. Y la Unión Europea está en serios problemas -especialmente en el sur. La capacidad de reproducirse de estas sociedades está debilitada por las políticas neoliberales, tanto que es muy difícil saber cómo hacen estas sociedades para seguir funcionando sin apartarse del neoliberalismo(1). Pero esto [apartarse del capitalismo] es precisamente lo que las elites neoliberales no van a permitir. La única oportunidad de escapar o solucionar estas contradicciones es expandir el sistema y trasladar más recursos a él.
-¿Qué intereses tienen la Unión Europea y Estados Unidos en Ucrania?
-En las anteriores recesiones mundiales, Estados Unidos fue la locomotora que sacó a los otros países de la crisis. Pero ahora, la economía estadounidense está tan débil que, en lugar de sacar a los otros países de la crisis, su recuperación se basa en empujar a las otras economías a una crisis más profunda. El otro término de la ecuación estadounidense es la expansión de la capacidad militar -y, en particular, la expansión de la Otan.
Las potencias occidentales comenzaron a interesarse más en Ucrania como un lugar de acceso a recursos baratos, incluyendo una fuerza de trabajo barata, disciplinada y relativamente bien educada que podría ser empleada en Occidente y particularmente en la Unión Europea para debilitar los Estados de bienestar de Occidente. Unos 10.000 ucranianos desempleados, que pueden ser trasladados al Occidente como trabajadores flexibilizados, son útiles para el capital occidental.
Ucrania podría jugar el mismo papel, en la Unión Europea, que el que jugó Asia central en la economía rusa, proveyendo una importante cantidad de trabajadores sin garantías, derechos laborales, ciudadanía, protección y completamente dependientes de sus empleadores. Los ucranianos están en una posición en la cual se pueden convertir en este ejército permanente de trabajadores migrantes.
Si se lee el Acuerdo de Asociación de la Unión Europea con Ucrania, lo esencial gira alrededor del cierre de la industria ucraniana. El acuerdo dice que la Unión Europea proveerá alguna ayuda financiera para solucionar los problemas financieros del Estado, pero que la mayoría de las industrias tiene que cerrar.
Comparado con los anteriores acuerdos de libre comercio, éste es definitivamente el peor Acuerdo de Asociación jamás preparado por la Unión Europea. Y, por supuesto, el otro aspecto es que Ucrania debe ser integrada a las estructuras políticas y militares occidentales, lo cual la convertiría en un miembro de facto de la Otan.
Seamos claros: al gobierno ucraniano le encantaría convertirse en un miembro oficial de la Otan, pero convertirse en un miembro oficial significaría cambiar la constitución ucraniana. Mientras tanto, la Otan es reacia a hacer de Ucrania un miembro formal. Pero, por el otro lado, está muy interesada en hacer que Ucrania se vea involucrada en toda guerra y alianza estratégica posible.
Por ejemplo, tomemos Crimea. Incluso bajo el gobierno de Víktor Yanukóvich ya habían tenido lugar discusiones acerca de sacar a los rusos y poner a los estadounidenses. La Otan ya había anunciado una licitación para la construcción de sus cuarteles generales en Sebastopol, reemplazando allí a la Flota Rusa del Mar Negro. Pero, en el último momento, algunas secciones de la elite ucraniana comenzaron a preocuparse, porque entendieron que iban a perder su industria. Fue un giro de 180 grados de último momento, en septiembre de 2013, cuando Yanukóvich decidió no firmar el Acuerdo de Asociación.
–¿Qué fue exactamente lo que inició las protestas en Plaza Maidan en noviembre pasado?
-En Ucrania occidental, el pueblo estaba masivamente desempleado y marginalizado, mientras que en Ucrania oriental la industria continuaba trabajando. Fue precisamente sobre los recursos del este que la lucha tuvo lugar. El oeste, en realidad, no producía mucho y sólo podía consumir recursos, pero solamente en un nivel muy bajo, porque preferían no invertir recursos en bienestar.
El centro, que es Kiev, estaba explotando al este y desarrolló una economía muy parasitaria, tratando de desarrollarse como una verdadera capital europea, mientras daba unas pequeñas limosnas al oeste del país y los mantenía más o menos bajo control. Por lo tanto, uno puede entender por qué Kiev está en conflicto con el resto de Ucrania. Mucho de esta economía parasitaria de Kiev es lo que genera el apoyo al actual gobierno y es Kiev la que necesita mantener el país unido a fin de continuar explotando al este.
Los oligarcas propietarios de empresas en el este de Ucrania viven en palacios lujosos en Kiev, con ejércitos de sirvientes, incluso sirvientes ideológicos; mientras que en el este hay una población trabajadora que vive con muy bajos salarios, que está muy frustrada y enojada, y que habla ruso -lo cual significa que los han hecho sentir humillados en términos económicos, sociales y culturales. Ucrania oriental es la parte más productiva del país, produce alrededor del 80% del PBI, pero obtiene menos que cualquier otra región.
Esta situación pudo continuar mientras Yanukóvich y su gente, quienes también son del este, pudieron mantener el control de la población a través de redes paternalistas y clientelares. La situación general se fue deteriorando, pero al menos algo se les daba a los jerarcas de los sindicatos y algunas veces incluso a los trabajadores, aunque sólo fueran promesas. La gente en el Este todavía esperaba que, mientras Yanukóvich estuviera en el poder, no serían abandonados completamente. Pero cuando la extrema derecha se alió a las elites neoliberales de Kiev, las cosas se salieron de control.
Las protestas fueron provocadas por el repentino fracaso de Yanukóvich en firmar el Acuerdo de Asociación, pero fueron mucho más allá. Las multitudes se reunieron en la Plaza Maidan en noviembre de 2013. No estaban muy preocupados por la ideología, fue pura política. Un grupo oligárquico quería derrotar al otro. El punto importante para entender el golpe de Estado que tuvo lugar el febrero último [2014] es que la economía de Ucrania occidental fue arruinada por las políticas de libre mercado. La producción industrial que se construyó allí a fin de encajar en este sistema de planificación panucraniano fue aniquilada luego de la década del ’90 y la mayoría de la gente pasó a estar desempleada. Existía toda una generación de jóvenes que nunca había trabajado y que nunca iba a conseguir trabajo. O lo mejor que podrían conseguir eran trabajos precarios. Entonces, se convirtieron en blancos fáciles para la extrema derecha, que comenzó a darles algún tipo de sentido a sus vidas organizándolos y pagándoles para ser parte de esas bandas nazis.
Alrededor de 10.000 a 15.000 jóvenes desempleados del oeste fueron traídos a Kiev y pagados para vivir allí, durante meses, para protestar en la Plaza Maidan. Lo que debe ser entendido es que para esa gente éste fue el único trabajo que alguna vez habían tenido en su vida. Muchos de ellos no quisieron irse y algunos incluso viven ahora allí, porque no tienen dónde ir. Finalmente, tomaron las armas. La violencia no era parte del plan inicial de los neoliberales. Existen muchas razones para pensar que sucedió espontáneamente.
Las potencias occidentales hicieron todo para sostener este golpe de Estado, sin tener una estrategia clara del paso siguiente. En el momento en que Yanukóvich entendió que Occidente realmente quería que se fuera, huyó. En este vacío de poder, el grupo rival tomó el poder.
Pero, antes, Estados Unidos también había respaldado a Yanukóvich. Esto es exactamente por lo que Yanukóvich se debilitó tanto. El estaba esperando un sostenido apoyo de Occidente, pero, de repente, se dio cuenta de que Occidente interrumpía su apoyo y comenzaba a apoyar a sus adversarios. Tenía los nervios destrozados, entonces huyó a Rusia. Y cuando Yanukóvich huyó, su clientela política colapsó, lo cual fue un logro extraordinario para la clase obrera ucraniana. Porque, una vez que este sistema colapsó, hubo millones de personas fuera de control: no solamente los miles de mercenarios, sino también millones de trabajadores. Y esto es algo muy diferente. Hubo marchas en todo el este de Ucrania.
Es interesante que uno de los lemas en la Plaza Maidan fuera que el sudeste debía levantarse -es decir, que el sudeste debiera levantarse y apoyar la rebelión contra Yanukóvich. Por supuesto, lo hicieron. ¡Y, una vez que esto sucedió, Kiev envió tanques, aviones y artillería contra ellos! En el inicio, fue un levantamiento pacífico en todos lados con marchas, manifestaciones, la formación de concejos y con diputados locales ejerciendo un voto de censura al gobierno de Kiev.
El problema fue también que, en ese punto, el nuevo gobierno de Petró Poroshenko -formado por aquellos que ganaron con el golpe de Estado- también calculó mal, porque se subestimó la capacidad del Este para levantarse. Lo primero que hicieron fue votar para cancelar la legislación que garantizaba los derechos idiomáticos de los hablantes no ucranianos. Esto no es lo mismo que prohibir el ruso u otros idiomas, pero previamente había algunas garantías legales que ahora fueron abolidas. No se aplica sólo al ruso, sino también al húngaro, el polaco, el rumano, a cualquier idioma que no fuera el ucraniano.
La ironía es que nadie en el gobierno ucraniano habla ucraniano, excepto quizás el líder el partido fascista. Muchos nacionalistas ucranianos apenas pueden decir unas pocas palabras en ucraniano. La gente se reía de los panfletos de Sector Derecho, que es una coalición de grupos de extrema derecha, porque esos panfletos abogaban para que el ucraniano fuera el único lenguaje en el país, pero estaban escritos con tantos errores y con una gramática tan pobre que los hablantes rusos los corregían. Esta votación provocó enormes protestas.
-¿Cuál era la naturaleza del levantamiento en Ucrania oriental? ¿Y quiénes son los opolchenie?
-En abril, primero hubo un levantamiento sin armas que fue reprimido militarmente en abril. Había habido un campamento en Odesa organizado por los que abogaban por una Ucrania federal, pero el campamento fue atacado por la ultraderecha. La gente fue forzada a huir a los edificios de los sindicatos cercanos al campamento. Un edificio fue incendiado. La gente trató de escapar, pero los que lograron salir fueron asesinados en la calle. La estimación oficial de los asesinados fue de 46, pero la estimación no oficial es cercana al centenar o más. Los que escaparon fueron arrestados y encarcelados, mientras que los asesinos fueron celebrados como héroes.
Luego de este hecho, Donetsk y Lugansk crearon una fuerza de autodefensa, tomando edificios y depósitos de armamentos. El lugar está lleno de armas desde los tiempos soviéticos, porque es uno de los centros de producción militar.
Los combatientes provenían de la clase obrera, campesinos, mineros, pero ahora cada vez más intelectuales se les están uniendo, la mayoría provenientes de Rusia y otras partes de Ucrania. Inicialmente luchaban por más autonomía, pero las dos repúblicas populares, Donetsk y Lugansk, declararon la independencia el 1º de abril.
Al principio deseaban negociar para aceptar algún tipo de acuerdo federal con Ucrania. Pero, cuando las tropas ucranianas bombardearon y devastaron esos territorios. La última vez que nos encontramos con diputados de Donetsk y Lugansk, ellos dijeron que luego de lo que Ucrania les había hecho, era muy claro que no los veían como cociudadanos. Ellos no ven a esos territorios como propios, por lo que no querían permanecer en ese país, a menos que se disuelva este gobierno.
Entonces, existen dos puntos de inflexión. El primero fue el 2 de mayo, cuando el pueblo fue obligado a tomar las armas. En un sentido, eso fue un éxito para el nuevo gobierno en Kiev, porque localizaron la rebelión: inicialmente fue una rebelión pacífica, desarmada en todo el este de Ucrania, y luego localizaron la rebelión en dos regiones. El segundo punto de inflexión fue la elección, la cual fue organizada (en realidad, comprada) por uno de los oligarcas, Poroshenko, quien es llamado “rey del chocolate”, porque es propietario de una gran empresa chocolatera. Poroshenko también nombró algunos otros oligarcas en distintas provincias. Entonces, cada oligarca obtuvo la provincia donde tenía sus principales activos.
Este es un caso extremo de dominación oligárquica, como en un país feudal. Poroshenko obtuvo la mayoría en las elecciones, porque a aquellos que se oponían al golpe no se les permitió participar. Además, gastó tres veces más dinero que todos los demás en su conjunto y parece que también compró los comités electorales. Y, finalmente, parecía ser el más moderado entre los candidatos a los que se les permitió participar.
Poroshenko ha estado en el poder desde junio, luego de lo cual ha habido un ataque militar de gran envergadura en el este, comparable a una operación de la Segunda Guerra, en el que participaron cientos de tanques, aviación, bombardeos, artillería masiva y demás. No es como una guerra de guerrillas, es una guerra total. Pero los opolchenie (milicia), en realidad, han creado una fuerza de combate formidable. Por supuesto, hay muchos voluntarios rusos y algunos de ellos tienen una gran experiencia militar.
El gobierno ruso permite que municiones y alimentos pasen a través de la frontera, como también permite que pasen los voluntarios. Algunas organizaciones militares rusas cooperan con los opolchenie, claramente, y hay tropas rusas que se han trasladado a Donetsk y Lugansk, las que están estacionadas a lo largo de la frontera para controlar ambos lados de la misma, pero no están tomando parte del combate activo. Por el otro lado, es totalmente falso que el gobierno ruso controle estas operaciones de los opolchenie.
Existe un conflicto permanente entre las elites rusas, especialmente luego de la primera ola de sanciones contra Ucrania. Secciones de la elite rusa comenzaron a sentir pánico y también odian a estas repúblicas populares, porque son una amenaza para el Estado ruso al provocar debates sobre nacionalización, derrocamiento de la oligarquía y demás.
La industria rusa también está proveyendo repuestos al ejército ucraniano y Poroshenko debe saber que sin el flujo constante de repuestos y técnicos desde Rusia, no hubiera sido posible para el ejército ucraniano seguir combatiendo.
-¿Cuál es la naturaleza de las repúblicas populares de Donetsk y Lugansk, y cómo está relacionada Rusia con estas repúblicas?
-Poco tiempo después de que Donetsk y luego Lugansk se declararan repúblicas, se desarrolló una gran discusión acerca de su futuro. Por un lado, éstas emergieron gracias al apoyo masivo de los trabajadores y, por el otro lado, no pueden sobrevivir sin alguna cooperación de Moscú y del gobierno ruso. Y las elites rusas utilizan toda ocasión para influenciar, manipular y subvertir a esas fuerzas.
Dentro de las repúblicas también hay tendencias contradictorias. El reclamo general es por bienestar, el establecimiento de una republica popular social (no socialista, sino república social), lo que significa que un estado de bienestar debería ser incorporado a las estructuras institucionales del sistema. Hay muchas exigencias de nacionalización (por ejemplo, se suspendieron las “reformas” del sistema de salud que iban hacia el mercado, a la privatización).
Estas son exigencias de los combatientes en el campo de batalla. Al mismo tiempo, las repúblicas son inestables e ineficientes, y también se cuestiona su legitimidad (por los poderes oligárquicos en todo el mundo, dentro de las elites rusas y por Occidente, por supuesto). Entonces, existe un conflicto político permanente dentro de esas repúblicas.
Así como hay demandas progresistas del lado popular, también hay elementos burgueses dentro de los líderes republicanos y una presión constante desde Moscú para no avanzar en esa dirección más progresista, utilizando su capacidad para controlar la frontera y suministrar o detener los suministros de alimentos y municiones a fin de extorsionar a las repúblicas. Por ejemplo, han tratado fuertemente de bloquear los programas de nacionalización declarados por ambas repúblicas, desafortunadamente con algún éxito. Si intentaran avanzar, Moscú les cortaría los suministros. Por lo tanto, existe una lucha constante. Pero también existe una lucha constante dentro de Rusia, porque hay un movimiento creciente para defender a esas repúblicas y también para apoyar esas mismas demandas. Entonces, ésta es una lucha que continúa a ambos lados de la frontera.
Otro problema para aquellos que están tratando de controlar Donetsk y Lugansk desde Moscú es que los opolchenie se están volviendo más radicalizados y reciben voluntarios que son muy radicales -los cuales son, en su mayoría, de izquierda. Por supuesto, son nacionalistas, pero incluso aquéllos que son nacionalistas, básicamente apoyan los reclamos de bienestar.
Entonces, en un sentido político, la lucha se le está haciendo cuesta arriba a Moscú. Pero todavía tienen herramientas muy importantes. Si cerraran la frontera, las repúblicas serían vencidas. Esta es la razón por la cual hasta el momento existe un estancamiento político. Incluso las medidas progresistas que se habían enunciado no se implementaron. En parte, esto ocurre también por el estado de guerra, por el cual es necesario concentrarse en el aspecto militar. Pero el hecho de que los opolchenie se están radicalizando es muy importante.
Una de las figuras más importantes de los opolchenie era Igor Strelkov, quien para nada era izquierdista -de hecho, se reclama monárquico, ama el imperio ruso y tiene una actitud romántica acerca de los zares rusos y demás-, pero, como comandante de los opolchenie en Donetsk, trajo consigo todo tipo de radicales de izquierda. También expulsó a muchos nacionalistas y gente de derecha de los opolchenie, pero por razones técnicas: dijo que esas personas eran malos combatientes, que no obedecían las órdenes, que no respetaban los mandos de la república popular y así sucesivamente.
En algún punto comenzó a hacerse visible que Strelkov se estaba volviendo mucho más popular en Rusia que Putin. La popularidad de Strelkov aumentaba mientras que la popularidad de Putin disminuía, porque no estaba tomando una acción firme contra el Oeste.
El conflicto pasó a primer plano cuando, a comienzos de julio, Strelkov se retiró de Sloviansk, cuando sus tropas fueron rodeadas por tropas ucranianas y se esperaba que lo matasen. Abandonó Sloviansk, organizó una defensa de Donetsk y suprimió una conspiración para rendir a Donetsk a las tropas ucranianas (una conspiración que fue organizada por las figuras pro-Kremlin de Donetsk). Era muy claro que iban a rendir Donetsk, probablemente de acuerdo con Poroshenko, como garantía de que Crimea estuviera a salvo en manos de Rusia. La conspiración fue derrotada y toda esa gente pro-Kremlin fue expulsada de Donetsk. Nadie fue arrestado, simplemente les pidieron amablemente que dejaran la ciudad y, como resultado, Strelkov se convirtió en enemigo del Kremlin. Finalmente, consiguieron sacárselo de encima cortándole los suministros y, cuando se estaba quedando sin municiones y alimentos, fue forzado a ir a Moscú. En ese punto, pareció que estaba detenido y luego apareció su carta de renuncia. Si la firmó o fue forzado a firmarla, nadie lo sabe; pero luego desapareció y no sabemos dónde está.
Esto ocurrió hace alrededor de un mes. Surgieron muchas leyendas, que incluían un video falsificado que lo mostraba en Ferguson. Esto nos hace entender lo intensa que es la lucha alrededor de estas repúblicas y como la lucha sólo está comenzando.
-¿Cómo deberíamos analizar el futuro de las repúblicas en relación al resto de Ucrania? ¿La lucha por las repúblicas es todavía por la autonomía?
-Habrá una verdadera necesidad de formar liderazgos políticos representativos. Los combatientes consideran a Novorossiya mucho más que esas dos repúblicas. Porque Novorossiya es también Kharkiv, Odesa y todo el sudeste.
Ahora, cuando Putin está llamando a un cese del fuego, la cuestión es si los opolchenie van a dejar de combatir. Especialmente porque están ganando. Han conseguido ganar contra un ejército que tenía probablemente 60 veces más tanques, en parte porque utilizan tácticas de guerrillas. Pero, además, la moral de las tropas ucranianas es muy baja, desertan y no quieren ir a combatir. Algunas veces desertan con armas y se unen a los opolchenie, mientras que otros simplemente huyen. Miles se han desbandado. Cientos se han pasado al bando de los opolchenie y ahora se están formando batallones de ucranianos desertores. Quieren formar un regimiento. Hay suficiente gente como para formarlo y probablemente habrá más.
Por el otro lado, la forma en que los generales ucranianos se comportan es terrible, porque simplemente están enviando a la gente hacia adelante como carne de cañón. Las pérdidas son increíbles, similares a las de la Segunda Guerra Mundial. Los opolchenie, en su mayoría, son voluntarios y gente que ha tenido entrenamiento militar, muchos de los cuales lucharon en Chechenia o Afganistán. Son combatientes bastantes competentes. Mientras que, en el lado ucraniano, se están mandando conscriptos que ni siquiera tuvieron el entrenamiento adecuado. Entonces las pérdidas son muy altas: eso también debilita la moral de las tropas ucranianas y ha llevado a mucho descontento.
Ahora, los generales ucranianos detrás de la línea del frente tienen que usar chalecos antibala para protegerse de los disparos de sus propios soldados. Pienso que, por esta razón, el movimiento se expandirá al resto de Ucrania.
La lucha no es más por la autonomía, porque ahora se reclama independencia. Pienso que sería bueno que tuviéramos a Novorossiya como un nuevo país en Europa. Lo que tienen en común con el resto de Ucrania es que quieren sacarse de encima al gobierno de Kiev.
Luego de que el gobierno de Poroshenko sea derrotado, negociarán. Y tendrán que decidir si quieren una federación o un país independiente -quizá Ucrania sea desintegrada en diferentes países. En este caso, quizás el Oeste se divida por su lado y tal vez Hungría anexe alguna otra región. Pero lo que hay en común entre la gente del sudeste y el movimiento es que primero se tienen que liberar del gobierno de Kiev y luego encontrar la manera de negociar en forma pacífica y sobre una base democrática.
Si consiguen liberarse del actual gobierno, entonces la posibilidad de que Ucrania continúe unida será mayor. Poroshenko tratará de permanecer, pero está perdiendo terreno y la ultraderecha está cada vez más en su contra. El ejército de Novorossiya está ganando, su propio ejército le es cada vez menos leal y depende solamente de los servicios de inteligencia y de seguridad. Pero es muy difícil para cualquiera permanecer en el poder sólo con las fuerzas de seguridad como respaldo. Por lo tanto, su base de poder se está achicando muy rápido. Su carta principal es estar respaldado por Estados Unidos y la Unión Europea. Pero no será suficiente si no tiene un cierto grado de apoyo interno.
–¿Cuáles han sido los avances militares de la opolchenie en el último par de semanas? ¿Se trata de un punto de inflexión?
-Pienso que es un punto de inflexión. Las tropas ucranianas han estado combatiendo en forma masiva y los opolchenie han progresado y han avanzado a lo largo de todo el frente. Muchas tropas ucranianas fueron rodeadas y se han rendido. La posición de los opolchenie ha sido desarmar a esos combatientes ucranianos y dejarlos ir. No toman demasiados prisioneros, en parte porque no hay suficientes alimentos. Pero también piensan que es una propaganda muy buena para ellos. Algunas veces los retienen por unas pocas semanas y les piden a los padres que vengan a buscar a los conscriptos. Una vez que los padres vienen, regresan a sus hogares con sus muchachos. Entonces, hemos tenido todas esas imágenes de tropas ucranianas yéndose, desarmadas. O han partido hacia Rusia. Y, por supuesto, Rusia los envía de vuelta a Ucrania. Pero lo que también sucede es que, luego de pasar un tiempo con los opolchenie, mucho de ellos prefieren quedarse y luchar del otro lado.
Ahora estamos viendo cientos de tropas retirarse desarmadas y ésta es una aplastante derrota moral. Sería una total derrota moral para cualquier ejército.
Las fronteras entre las repúblicas y Rusia están en manos de los insurgentes, lo que significa que habrá un flujo de material, alimentos y municiones a las repúblicas, por lo que también es mucho más difícil para el gobierno ruso controlar, porque mientras se controla la frontera siempre habrá incursiones. El próximo objetivo era Mariupol, que es un gran puerto y que ya está sitiado, pero los opolchenie no quieren tomar la ciudad, porque esto infringiría una gran destrucción y bajas entre la población civil, algo que están tratando de evitar.
En abril hubo un apoyo masivo para Donetsk en Mariupol, pero hay un creciente escepticismo entre la gente debido al caótico liderazgo en Donetsk. Sin embargo, los insurgentes estuvieron tratando de convencer a las tropas ucranianas para que dejasen la ciudad. Una vez que aseguren Mariupol -o incluso antes-, se trasladarán a Berdyansk, que es otra ciudad importante fuera ya del área de las repúblicas de Donetsk y Lugansk. De acuerdo con lo que sé, a través de su servicio de noticias Coronel Cassad, piensan que, tarde o temprano, Moscú los forzará a parar.
El 6 de septiembre ya hubo un acuerdo de cese el fuego, forzado por Moscú con los opolchenie. Pero de ninguna manera se tiene la certeza de que vaya a durar. Los insurgentes están tratando de avanzar tanto como sea posible para debilitar al régimen de Poroshenko y debilitar las posibilidades de Moscú y Kiev de llegar a un acuerdo a sus espaldas.
-¿Cuáles son las perspectivas para el movimiento de introducir cambios sociales? ¿Quién está liderando este movimiento?
-Lo que está sucediendo en Novorossiya es un movimiento revolucionario, si bien no es todavía una revolución en términos de cambios sociales. Pero hay que ganar la guerra. Si se gana la guerra, todavía se debe ganar la consigna política. Pero es posible. En ningún lugar, durante tantos años, quizá desde la Revolución Española, hemos visto movilizarse a miles de trabajadores -o incluso cientos de miles.
Hay miles de trabajadores en armas. Y, por supuesto, los oligarcas de Moscú temen que el movimiento se extienda hacia Rusia. Mucha gente está hablando de socialismo. Otros hablan de una versión consensuada de una república social, lo que significa un Estado de bienestar, prioridades sociales y alguna socialización de la propiedad, incluyendo fábricas, minas y ferrocarriles. El actual liderazgo de la república de Donetsk fue renuente a implementar incluso aquellos cambios que ellos mismos declararon necesarios. En lugar de la nacionalización de la propiedad de los oligarcas, por ejemplo, colocaron en toda Donetsk carteles diciendo que la república combatirá a los oligarcas.
Es bastante normal que se tenga un liderazgo burgués de un movimiento que es, en su composición y su impulso, sino necesariamente proletario, al menos plebeyo, un movimiento popular. Estos líderes burgueses hacen todo lo posible para minimizar el potencial para el cambio social y limitar la expansión del movimiento. Pero esto puede terminar con esos liderazgos reemplazados, como ocurrió en la Revolución Francesa y en la Revolución Rusa, que comenzaron con liderazgos muy moderados. Lo importante para la izquierda es crear la fuerza política y los cuadros políticos para llevar adelante la próxima etapa de la revolución.
Pero ésta no es la teoría estalinista de las etapas. Lo que quiero decir es que hay que hacer que la revolución se radicalice y avance. Y si bien existe una presencia muy fuerte de fuerzas progresistas, esto no significa que todos estén en la izquierda -existen también todo tipo de elementos conservadores dentro del movimiento. Por ejemplo: llevamos a cabo este proyecto con activistas políticos en Bélgorod durante casi tres meses y descubrimos que en general esa gente es muy progresista en términos sociales, hacia un Estado de bienestar, hacia los derechos sociales, hacia el poder popular y así sucesivamente, pero al mismo tiempo son muy conservadores desde el punto de vista cultural. Enaltecen los valores familiares, consideran la cristiandad como un sistema central de valores, a pesar de que no necesariamente sean religiosos practicantes, la mayoría de ellos son homofóbicos, etc.
Al mismo tiempo, sin embargo, esto es algo que puede corregirse. ¿Qué más se puede esperar de una sociedad que fue invadida de propaganda reaccionaria y que sobrevivió a una terrible derrota del socialismo de estilo soviético? Es bastante natural que la gente tenga todas estas ilusiones, contradicciones y problemas. Tenemos que trabajar con ellos y contribuir a sus luchas, porque esos problemas se pueden superar a través de la práctica.
Me acuerdo de lo que dijo el subcomandante Marcos acerca de aquellos izquierdistas que iban a la selva y trataban de educar a los indígenas, descubrían que había muchas cosas que debían aprender de los indígenas. No veo por qué los intelectuales no deberían aprender de los obreros, campesinos y la clase media baja en Donetsk, Kharkiv u Odesa. Esta es una lucha en curso. Pero no se puede combatir y ganar la lucha a menos que se exprese una solidaridad básica con la causa. Porque lo que algunos en la izquierda están haciendo es decir que el movimiento no es homogéneo y que deben probar que el movimiento es genuinamente progresista.
¿Por qué tienen que probar algo a un manojo de intelectuales en Moscú o París? Es exactamente lo contrario. La izquierda tiene que probar a los obreros, mineros, campesinos y los otros trabajadores que merecen su atención.
-¿Qué debería estar haciendo la izquierda occidental y cómo deberíamos desarrollar los movimientos de solidaridad?
-Debemos organizar campañas de solidaridad, pero éstas tienen que estar ligadas con otras campañas para ampliar la lucha. Pienso que sería muy bueno si levantáramos la bandera de Novorossiya junto con la bandera de Palestina, por ejemplo. Las campañas de solidaridad no deberían estar aisladas las unas de las otras, tienen que estar integradas. Están surgiendo las tareas no militares: se necesitan médicos, ingenieros, trabajadores solidarios y programas humanitarios, como en otros lugares.
La gente debe ir a la región para ver cuánto daño ha sido causado por la guerra y debería proveerse ayuda material, entrenamiento y educación, etc. En Rusia podemos facilitarlo. Ya hay voluntarios de Francia y España, pero pienso que no se necesitan más combatientes, más bien trabajadores solidarios, gente que ayude con la reconstrucción, especialmente cuando las tropas gubernamentales están siendo desalojadas y las áreas son liberadas.
Yendo hacia adelante, pienso que los opolchenie deben todavía obtener más victorias y la sociedad rusa debe desarrollar más movimientos de solidaridad junto con las sociedades occidentales, que deben hacer lo mismo. Pienso que debemos mirar estos sucesos de la misma forma en que miramos a Palestina, por ejemplo. Existen todo tipo de contradicciones dentro del movimiento al igual que en Palestina, no es un movimiento homogéneo. No todo elemento del movimiento es progresista.
Lo mismo ocurre en Novorossiya. No se trata de un movimiento homogéneo, progresista, revolucionario: es una coalición, que incluye diversos elementos. El movimiento comenzó con gente protegiendo las estatuas de Lenin, algunos de ellos desplegaron banderas rojas y demás, pero existen elementos de nacionalismo ruso y también hay elementos más conservadores que quieren que Novorossiya sea como Ucrania antes de la crisis.
Debemos apoyar a la izquierda dentro de Novorossiya y dentro de los opolchenie. Se están fortaleciendo, pero necesitan nuestra ayuda y solidaridad. Y también debemos importar ese movimiento revolucionario ucraniano a Rusia, lo cual estamos haciendo con algún grado de éxito, pero hay cada vez más gente involucrada en el movimiento de solidaridad, que se está convirtiendo en una fuerza por sí mismo, y ya está comenzando a influenciar la política rusa y la opinión pública de Rusia.
Esto significa que debemos construir la solidaridad más allá de la frontera y debemos ligar esos movimientos de solidaridad en Rusia con los movimientos antibélicos, anti-Otan y antiimperialistas de Occidente.
Boris Yulievich Kagarlitsky es un teórico y sociólogo marxista ruso que ha sido un disidente político en la Unión Soviética y en la Rusia post-soviética. Es coordinador del
Transnational Institute, Proyecto de Crisis Mundial y director del Instituto de Globalización y movimientos sociales (IGSO) en Moscú. Kagarlitsky ganó el Deutscher Memorial
Prize por su libro The Thinking Reed: Intellectuals and the Soviet State (Verso, 1988).
Entrevista realizada por Feyzi Ismail, el 28 de septiembre de 2014, y publicada en Counterfire.org.
Traducción del inglés: Olga Stutz
Notas
1. Neoliberalismo es una etiqueta utilizada a menudo en Rusia y otras partes, incluso en Estados Unidos, para nombrar a un capitalismo agresivo de libre mercado (nota de Counterfire).