Exiliada en Venezuela, la hermana de Carmen Villalba repasa dos décadas de persecución política sufrida sobre su grupo familiar, a manos del Estado paraguayo. La voz de Myrian Villalba nunca cambia. No se quiebra cuando habla del asesinato de su hija, no se traba cuando detalla el infanticidio que también incluyó a sus sobrinos, no titubea cuando describe del terrorismo de Estado y la persecución que está presente en su vida.
Es un repaso, breve y no tan corto, por dos décadas. Cuatro lustros en los que una familia paraguaya (y argentina) es perseguida de pies a cabeza por un estado. Todo porque una parte de ella reivindica su militancia campesina, en uno de los países con mayor concentración de la propiedad de la tierra en el mundo.
Además de los niños asesinados en 2010 y 2020, y de una niña desaparecida (Lichita, de quien se cumplieron 5 años sin ser vista el pasado domingo), dos adultas presas en condiciones inhumanas, la familia Villalba se encuentra con asilo político en Venezuela, en algo que no es sino una instancia más de un escape: un viaje a partir del que vivir es sobrevivir.
El tono siempre es el mismo, incluso cuando cuenta su periplo por cuatro países. O cuando pone en el futuro la lucha o presenta la lucha por el futuro. Casi no se interrumpe el Meet, salvo por una ocasión, y eso que Myrian vive con 16 personas más y el intercambio dura más de una hora. El domingo pasado se cumplieron 5 años de estos hechos, publicamos esta entrevista realizada poco antes.
— Primero, Myrian, te quería preguntar algo más general. Básicamente, ¿cómo es hoy la situación de la familia Villalba?
— Bueno, actualmente estamos con refugio en Venezuela. Estamos aquí 17 personas, en su mayoría somos mujeres, niños, niñas y adolescentes. Después de que se nos haya revocado el refugio en Argentina, tuvimos un largo recorrido. Llegamos a Venezuela, donde actualmente sí contamos con refugio ya concedido a toda la familia. Por lo menos en ese sentido estamos un poquito más tranquilos. Nuestros niños, niñas y adolescentes están estudiando, ya por lo menos podemos soñar con un ambiente de paz. Después de ese 12 de abril de 2024, cuando nos allanaron nuestro domicilio en Sarandí, así como en Moreno (Provincia de Buenos Aires, Argentina), tuvimos una larga recorrida; fue todo muy difícil. No nos imaginamos que nos iba a pasar todo eso. Una causa bastante pesada porque estamos imputadas por terrorismo. La que encabeza esa causa montada por el gobierno de Paraguay y apoyada por el presidente de Argentina, Javier Milei, es justamente mi madre, Mariana Ayala, de 80 años, y se nos incluyó a todas las madres de los niños. Esa fue la razón por la que el gobierno de Argentina nos revocó el refugio. Un juez que en un primer momento ordenó nuestra detención y luego nuestra liberación, porque contábamos con refugio. Lógicamente no esperamos a saber qué iba a decidir la justicia argentina. Hablamos de “justicia” entre comillas, porque realmente no confiamos, más con quien esté gobernando actualmente. Sabemos perfectamente que se trata de un gobierno fascista y que lo que menos respeta son los derechos y las garantías, así como también los derechos adquiridos por los refugiados.
— Es difícil siempre para cualquier relato pensar cuándo empieza una historia. Corregime si me equivoco, pero todo este calvario parecería que arranca con el asesinato de tu hija y de María Carmen, que si no me equivoco es en septiembre del 2020.
— No, la persecución hacia nuestra familia data de bastantes años. Más de 20 años, justamente por la militancia de mi hermana Carmen Villalba en un movimiento de izquierda llamado Patria Libre, que luego fue muy perseguido, proscripto en Paraguay. De ese movimiento nace en 1998 el Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP), que es ya una organización político-militar más insurgente, de la cual forma parte una hermana que tengo en la clandestinidad, que es Liliana Villalba, y mi hermano Ubaldo, que falleció en 2022. Bueno, toda esa persecución viene contra la familia de la que siempre estuvimos a cargo: las mujeres, madres, tías, abuelas y los niños y las niñas. Esto nos obligó a salir de nuestra ciudad natal, Concepción, y luego de nuestro país, nuestro hermoso, querido y añorado Paraguay. En el 2007 nos instalamos en Clorinda, Argentina, frontera con Paraguay, donde nacen mi hija, Lilian Mariana, y María Carmen. Elegimos a Clorinda porque no queríamos alejarnos de nuestro país. Y también para estar, de alguna forma, apoyando a Carmen, mamá de Lichita, nuestra hermana, que sigue privada de libertad, hace más de 20 años.
— ¿Y en Clorinda pasa lo de Néstor, no?
— Nuevamente tuvimos que salir de Clorinda porque ahí fue asesinado Néstor Alcides Oviedo Villalba, de 12 años de edad, en una circunstancia bastante dudosa o muy confusa. Néstor iba a la escuela en Clorinda, tenía que caminar unos kilómetros. Fue cuando él expresa que fue rociado. En principio decía que estaba siendo seguido por la patrulla paraguaya, porque sabemos que la frontera entre Paraguay y Argentina es totalmente permeable. No hay un control estricto ni nada de eso, es solamente un puentecito y al otro lado ya estás en Argentina o en Paraguay. Hasta que el 30 de mayo de 2010, Néstor falleció. Llegó de la escuela, dijo que se sentía mal, que desde la patrulla paraguaya lo rociaron. Se sintió mal. De hecho, esa noche la pasó con mucha fiebre. Todos llegamos al hospital, pero ya no había caso. Hicimos la denuncia, pero no prosperó tampoco nada por el hecho de que no teníamos el apoyo de las organizaciones sociales de derechos humanos con que contamos actualmente. Y eso hizo nuevamente que tuviéramos que salir de Clorinda.
— ¿Y a dónde fueron a vivir?
— A Paraguay nuevamente. Pero era insostenible nuestra estadía, por la persecución. Nos fuimos entonces a Capitán Meza, Itapúa, Encarnación y ahí estuvimos unos meses hasta que nos instalamos en el 2011 en Misiones, Argentina. En ese momento los niños estaban ya escolarizados, seguían los estudios. Estaban Lilian, María Carmen. Fue bastante tranquila la vida hasta diciembre del 2019. Ya Lilian con 12 años, María Carmen con 11. Y bueno, la verdad es que fue un sueño, no pensando nosotras realmente en las consecuencias que podía tener. Nunca imaginamos la bestialidad con que actuaría en el gobierno de Paraguay, principalmente los policías y militares.
— ¿Cómo fueron los hechos desde ese verano hasta septiembre?
— Se armó como un campamento vacacional, en diciembre de 2019, cuando decidimos que viaje Laura con su hija María Carmen, mi hija Lilian, así como Carmen Elizabeth, Lichita y Tamara Anahí. Fueron a Paraguay. Lilian quería conocer a su familia paterna, así también como las mellizas (Carmen Elizabeth y Tamara Anahí), que igualmente visitaban por lo menos una vez al año a sus padres, privados de libertad. Las mellizas estaban desde el añito viviendo con nosotros, entonces cada cierto tiempo se las llevaba junto a los padres. Ellas tenían que volver en marzo para el ingreso a la escuela, para poder continuar sus estudios. Lilian y María Carmen estaban cursando el 5º grado en una escuela de San Alberto, Misiones. Fue en ese momento que Paraguay cierra la frontera por la pandemia. Ellas quedaron varadas al otro lado, sin poder regresar. Paraguay fue el primer país en cerrar la frontera. Entonces ya no pudieron retornar hasta que en septiembre, nosotras perdimos comunicación con ellas. Hasta que el día 2 de septiembre del 2020, me llama el embajador argentino (Domingo Peppo) que estaba en la zona Asunción y me comunica que tanto mi hija como María Carmen fallecieron en un enfrentamiento. Fue todo muy rápido, muy confuso, porque de hecho el embajador llama para corroborar los datos y decirme. Nada más. Me acuerdo que el cónsul argentino en Asunción fue quien presentó todos los datos ante la Fiscalía, el Poder Judicial y toda esa instancia. En principio decían que no conocían o no tenían la identidad de las dos niñas. El gobierno de Paraguay por todas partes trató de demostrar que se trataban de dos personas adultas, principales integrantes del EPP. En ese momento el presidente de Paraguay, Mario Abdo Benítez, hizo una conferencia de prensa sobre los cuerpos de nuestras niñitas, felicitando a los militares y a los policías por su labor. Después, al día siguiente, el cinco, tuvieron que desenterrar los cuerpitos. La Fiscalía ordena que sean enterrados en una fosa NN. También que se incineren toda la ropa, la vestimenta, todo lo que tenían las niñas, todas sus cositas, argumentando el protocolo del COVID. Pero las niñas no fallecieron de COVID: era una forma de deshacerse de las evidencias.
— ¿Y qué se sabe de esas muertes desde el punto de vista oficial?
— Ese 5 de septiembre se desenterraron los cuerpos para hacer una inspección ahí. Pablo Méndez, presidente de Medicina Legal de Paraguay, tuvo que decir que se trataba de dos niñas de tan solo 11 y 12 años. Y fue ese el momento en el que se entregaron los cuerpos a la abogada de la familia: ahí pasaron fotos de las niñas y realmente ellas fueron torturadas. Los cuerpitos estaban llenos de cortes, no tenían dedos.
— ¿Vos sabes dónde se encontraban ellas en ese momento?
— Estaban en un campamento cerca de una comunidad en el Cerro Guazú. Porque varios de los familiares que fueron a visitar justamente forman parte del Ejército del Pueblo Paraguayo. El campamento era del EPP. Después de una conferencia de prensa, lo que dijeron desde Inteligencia es que desde el momento mismo que ellas pisaron la Terminal de Encarnación, en diciembre, fueron detectadas. Todo el tiempo fueron seguidas y bueno, ellos eligieron el mejor momento para asesinarlas. Es más, el juez Gustavo Marín, que dio la orden para ese allanamiento, justamente dijo que si él sabía, o le informaban de que estaban niñas en el campamento, no hubiera ordenado nada. Lo ocultaron: era un campamento exclusivamente de la familia y más de los niños, de las niñas y adolescentes que estaban ahí en ese momento. Por eso estaban cerca de la comunidad y en ese operativo, el 2 de septiembre, capturan a Lilian y María Carmen. También sale herida Lichita, Carmen Elisabeth, de 14 años, que actualmente está todavía con desaparición forzada. Justamente en ese momento la hieren en la pantorrilla, pero logra salir.
— Perdón que lo pregunte así, pero ¿Y vos no crees que fueron a matar a las tres niñas?
— Sí, ellos sabían eso. Por eso es que aprovecharon, porque en ese momento solamente estaban ella y las mujeres. También su tía Laura en ese momento estaba ahí. Ellos dijeron en la conferencia de prensa que sabían desde un principio que las niñas estaban ahí.
— Lichita desaparece unos meses después…
— Lichita logra salir de esa situación, pero herida. Entonces el 20 de noviembre, Lichita estaba buscando volver. Estaba siendo ayudada por unos militantes del Ejército del Pueblo Paraguayo, para volver a la Argentina, a su casa. Nuevamente ahí fue herida: recibió un refilón en la cabeza que la dejó bastante más debilitada y en ese momento, francotiradores, ejecutan a los cuatro milicianos del EPP y las mujeres quedan totalmente desorientadas porque no conocían ese lugar. (Laura, Lichita, Tamara Anahí). Y bueno, ahí está el accionar del ejército, la policía y la Fuerza de Tarea Conjunta, que es una fusión de militares y policías de Paraguay que fue creado justamente para combatir al EPP y a muchas organizaciones. Actúan para amedrentar a la población campesina indígena y esta fusión de policía justamente tiene una carta blanca de actuar con total impunidad. Ese 20 de noviembre buscaron asesinar a Lichita y a su tía Laura. Lichita desaparece el 30 de noviembre y su tía Laura cae presa el 23 de diciembre. Ese mismo día también llegan a Misiones Tania y Tamara Anahí, la melliza de Lichita, en ese momento menor de edad.
—¿Y cómo lograron llegar?
— Las dos llegan porque justamente en un momento se pierden buscando alimentos y agua. Después de 15 días de andar deambulando sin tener sentido de orientación en el monte, en la selva en Cerro Azul, ellas lograron llegar a una comunidad donde pidieron ayuda y bueno, por suerte la comunidad indígena las ayudó a llegar hasta Misiones. No tuvo la misma suerte Laura porque, recorriendo el camino vecinal, buscándola desesperadamente a Lichita, se encontró con un retén militar en el que la detienen pensando que se trataba de Liliana. No existía ningún tipo de orden de captura contra Laura, no tenía ningún proceso judicial ni penal. La detuvieron con 20 kilos menos. Realmente estaba súper flaca, piel y huesos. Se notaba perfectamente que era una persona que no conocía la zona. La jueza Rosarito Montanía ordenó directamente que guarde reclusión en el penal militar de Viñas Cué, siendo la única mujer civil que se encontraba en ese penal, aislada, incomunicada, las 24 horas, donde no podía tener contacto con nadie. En pocas situaciones pudo tener contacto con la abogada, obviamente con la familia no, porque no se podía contar con refugio y se pudo revertir esa situación ya teniendo un informe del Mecanismo de Prevención contra la Tortura de Paraguay y en base a la acción urgente que hemos solicitado ante el Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. La causa de Lilian y María Carmen nunca fue investigada. Nunca se nos dio ese derecho de entrar a la causa o que por lo menos se investigue lo que sucedió en ese momento y que se castigue a los autores morales y materiales de ese doble infanticidio. Al contrario, las que somos acusadas, imputadas, somos las mamás. Por la ejecución de mi hija y también de mi sobrina, me acusaron de violación del deber de cuidado. Lo mismo sucedió con Laura. Le acusan de violación del deber de cuidado y la condenan a tres años. Y como esa condena es tan poca para la ambición, para el deseo, la sed de venganza de la justicia, le montaron una causa por terrorismo.
— O sea, si vos estuvieras en Paraguay, estarías presa…
— Estaría presa con una causa de 31 años y en un penal como el de Minga Guazú. Ahí se encuentran Laura y Carmen Villalba desde el 23 de octubre del 2024. Las tienen aisladas e incomunicadas las 24 horas. Fueron trasladadas sin ningún tipo de causa ni ningún tipo de orden judicial a un penal de alta seguridad que en principio estaba diseñado o estaba proyectado para albergar personas de sexo masculino. Improvisaron ahí una parte del penal y las instalaron ahí a Laura y a Carmen Villalba, así como Francisca Andino.
— ¿Qué sabe la familia sobre las condiciones de detención más allá del aislamiento?
— Nosotras tenemos una comunicación cada 15 días. Eso se logró luego de hablar con gente del Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Nosotras sabemos que ellas están súper mal, porque es lo que nos cuentan también las pocas organizaciones que las pueden ver. En poquísimas ocasiones se puede ingresar. También el abogado Salvador Sánchez, que es quien lleva la defensa de las tres compañeras que están actualmente en Minga Guazú. Ellas están aisladas e incomunicadas las 24 horas, en una celda de dos metros por uno y medio, donde solamente cuentan con una cama de cemento, una letrina y un grifo de agua, que no es para consumo. No tiene ningún tipo de terapia ocupacional, la alimentación es súper mala y súper escasa, porque el sector del módulo femenino no está dentro del presupuesto. No dejan ingresar alimentos, no dejan ingresar agua. A duras penas dejan ingresar algunos productos de limpieza. Es una situación realmente desesperante porque hace poco tiempo también hubo contagio de tuberculosis en ese lugar. Ellas están aisladas una de la otra, pero los utensilios, por ejemplo, son de uso común, así como la bolsa que les colocan en la cabeza las veces que les hacen las requisas. Las celdas son requisadas por lo menos tres veces al día. Les colocan la capucha, las esposan y revisan toda la celda. Esa bolsa es de uso común: 13 mujeres la usan. El penal no tiene ningún tipo de protocolo de sanidad. La mala alimentación también es un problema. Se da solamente a base de carbohidratos. Los horarios entre una comida y la otra son muy prolongados, de 8 a 12 horas. Las defensas que obviamente tienen son bajísimas. Cualquier tipo de enfermedad realmente les va a golpear mucho. Y por esa razón es que nosotros estamos al frente de una campaña internacional. Uno, para difundir la situación que están atravesando las compañeras. El Mecanismo de Prevención contra la Tortura, que hizo varias recomendaciones al Gobierno de Paraguay, dijo que la situación de las compañeras en ese penal es directamente tortura.
— ¿Hay un grupo de gente que va cada dos semanas a ver a Laura y a Carmen?
— Es muy difícil porque el sistema penal solamente permite el ingreso de una persona por cada privada de su libertad, cada 15 días, y es común que exijan que sea familiar. Y como Carmen y Laura no cuentan con ningún familiar en Paraguay, entonces estuvieron yendo organizaciones que integran la Campaña Internacional de Solidaridad con la Familia Villalba. Se llegaron a dar dos o tres visitas después de mayo, junio. En ese momento se corta esa visita argumentando que las dos tenían un sumario administrativo, porque supuestamente se resistieron a la requisa. Las requisas son muy violatorias de todo tipo de derecho. Son requisas en las que las manosean y como ellas no pueden ver, no pueden saber si son hombres o mujeres, porque las encapuchan. Ellas obviamente protestaron por esa situación. También ellas sienten y escuchan ruidos, les hacen un simulacro de fusilamiento porque les gatillan por la cabeza. Además, les aprietan sin necesidad, utilizan mucha fuerza en el momento de presionarlas hacia la pared. En ese lapso de tiempo, además, hubo una fuga en el penal, en el sector masculino. Salió por los medios de prensa como una fuga ya planificada: mostraron por los medios de prensa cómo abre la celda, que un funcionario le dio las llaves. Toda esa situación hizo empeorar la situación de ellas.
— Ustedes cuando piden, no sé si los ven individualmente o como grupo, el carácter de refugiados en la Argentina…
— Nosotros estábamos radicados desde el 2011, en Misiones. Fue en 2020 que solicitamos refugio en Argentina, por recomendación de algunas instituciones en ese momento. El gobierno de Paraguay no solamente se conformó con llevarse la vida de nuestras niñas y hacer desaparecer a Lichita, sino también buscó siempre perseguir a la familia. Creo que en el mes de octubre, noviembre, ya nos concedieron el refugio en el gobierno argentino.
— ¿Y para cuánta gente ustedes piden el refugio?
— Bueno, en ese momento todas las que teníamos nacionalidad paraguaya: mi hermana María Rosa, mi persona, Tamara Anahí y Tania Tamara, Alexandra y Esperanza que son menores de edad, de nacionalidad paraguaya. También mi madre de 80 años, que es justamente la que encabeza la carátula por terrorismo que fue montada en Paraguay en marzo 2024. Es acusada de terrorista. Todas lo somos. Y fue el argumento que utilizó Milei para revocar el refugio. Toda la familia está en Venezuela. Somos diecisiete, cinco de los cuales somos mujeres adultas y doce niños, niñas y adolescentes, porque tenemos desde los 2 años hasta los 16.
— ¿Cómo te enteras que te sacan el carácter de refugiada?
— Yo estaba viviendo en Sarandí con mis hijos y algunos de mis sobrinos: yo tengo la custodia legal de los cuatro hijos menores. Mi hermana Rosa estaba viviendo en Moreno, en ese entonces. Ese 12 de abril nos allanaron, nos detuvieron, nos demoraron más o menos hasta la tardecita. Se ordenó nuestra libertad porque contábamos con refugio, pero en ese momento ya sabíamos que no íbamos a poder estar tranquilas porque la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, pese a contar con refugio, pese a que el juez ordenó esa libertad, dijo que nos iban a detener y que en la mayor brevedad posible iban a extraditarnos a Paraguay. Aparte de recurrir a la ONU, porque también insistimos mucho a esas instituciones que tienen algún tipo de respuesta sobre nuestra situación, pero no se pronunciaron o no querían pronunciarse sobre eso. Entonces empezamos ya a planificar cómo salir de Argentina, porque ya no nos sentíamos seguras. De hecho, todo el tiempo estábamos siendo seguidas, vigiladas.
— ¿Cómo fue el allanamiento?
— El 12 de abril, a las 03:00, entraron cerca de setenta hombres fuertemente armados, rompiendo la puerta. Realmente nos sorprendió porque ya estaban haciendo el allanamiento en base a la causa de marzo del 2024. Fíjate cómo actúan cuando tienen poder. Fue un operativo realmente impresionante: trajeron un helicóptero, colocaron drones. Se fueron con vehículos especiales. Y en un lugar donde solamente estábamos solas con los niños y las niñas que estaban conmigo, que vivían conmigo o eran menores de edad.
— ¿Y cómo lograron salir para Venezuela?
— La verdad fue muy difícil porque fíjate que somos madre, tía, abuela. Nos vimos obligadas a dejar a los niños porque tuvimos que separarnos. Nuestros niños estaban en la escuela; era difícil llevar a todos encima. Éramos muchos con escasos recursos, entonces tuvimos que salir primero las mujeres a buscar la forma de salir de Argentina, porque ya no nos sentíamos seguras, hasta esperar por ahí que cambiara la situación o la justicia nos diera la razón de que realmente éramos personas con refugio y sin ningún tipo de antecedente. Llegamos hasta Bolivia. Fue un viaje muy largo, por momentos en camión. Fue el momento en que formalizamos nuestro pedido de refugio. Ahí llevamos a nuestros niños. El gobierno de Paraguay solicitó la extradición. Nosotras no nos sentíamos seguras porque estábamos siendo vigiladas todo el tiempo, entonces sí tuvimos que ver la opción de buscar otro país.
— ¿Por qué no se sentían seguras en Bolivia?
— Y porque estábamos siendo seguidas, porque ya veíamos el seguimiento ya de la escuela, de los niños, el trabajo. Decidimos nuevamente salir de Bolivia. Además, la situación política en Bolivia era bastante complicada. Aparentemente viene la derecha y bueno, por esa razón, tuvimos que buscar otro país y fue la forma en que llegamos a Venezuela y cómo llegar a Venezuela. No fue fácil. Con los chicos no fuimos todos juntos en un solo viaje. Ellos se quedaron en su centro de día, la Fundación Pelota de Trapo (Avellaneda, Provincia de Buenos Aires). Desde el 2020 que participaban de actividades de esa fundación. Son niños del campo, acostumbrados a tener espacio libre y espacio grande donde puedan jugar, saltar, correr. Ahí en Sarandí era todo chiquito. En todo el trauma, todos los golpes, todas las persecuciones que hemos atravesado, fue de gran ayuda la Fundación, recibiendo a los niños y también una forma de contenerlos.
— ¿Y hoy viven hasta que viven todos cerca, ahí en Venezuela o juntos?
— Todos juntos. Vivimos en una casa, estamos en una casa así.
— ¿Qué es el Ejército Popular Paraguayo, y por qué el Estado paraguayo lo persigue?
— Es una organización político-militar que se fundó en el año 1998. Esta organización nace por la gran desigualdad social y económica que hay en Paraguay. Fíjate que el 80% de las tierras se encuentra solamente en manos del 2% de la población y Paraguay es un país muy desigual. Tanto las comunidades campesinas e indígenas están muy abandonadas. Entonces eso hizo que un grupo de jóvenes se rebelara contra ese sistema. La persecución es muy grande contra los campesinos, o sea, siempre son ejecutados porque las estancias tienen matones y los matones normalmente son policías militares. Entonces, en ese momento el EPP le hace frente a eso. Igualmente, esos matones asesinaron bastante. Y bueno, la persecución, desde un principio, no solamente en ese momento, sino mucho antes, viene directamente contra nuestra familia. Nosotros teníamos una vida, en una ciudad, en un barrio humilde, en una ciudad natal. Y como estábamos más expuestos, o sea, estábamos más, digamos “a disposición”, la persecución viene directamente contra la familia.
— ¿Y por qué? ¿Y ahora por qué razón se ensañaron más con toda la familia?
— Vienen contra nosotros. Tiene que ver con las denuncias internacionales que hemos hecho esta ejecución extrajudicial, como el caso de Liliana y María. Se matan campesinos, se matan indígenas, se matan dirigentes sin ningún tipo de investigación y con total impunidad. Fue el caso de Toto Lezcano, un dirigente campesino que no se dejaba someter a los chantajes de los sojeros de la zona de Arroyito. Lo asesinaron frente a su casa: cincuenta balazos. O negocias con los sojeros o sos directamente asesinado. Nunca se investiga nada, porque tanto la Policía como la Fiscalía trabajan todo en forma conjunta para que estas causas queden impunes. El caso de Lilian y María Carmen trasciende la frontera porque ellas son de nacionalidad argentina. Se viene contra nosotros toda esa represalia con más fuerza porque nosotras seguimos denunciando. Hemos hecho denuncias ante el Comité de Niños de Ginebra, las Naciones Unidas, por el caso de Lilian y María Carmen. También ante la Relatoría de Desaparición Forzada por el caso de Lichita, ante el Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas por el caso de Laura y actualmente también ante la Relatoría de Mujer y Relatoría Contra la Tortura, de Salud y la Tercera Edad, por el caso de Francisca y de Carmen. Nosotras denunciamos realmente las aberraciones con que contesta Paraguay cada una de las comunicaciones emitidas por estos Comités. Es realmente una vergüenza. Dicen que Carmen y Laura actualmente están privadas de libertad, más o menos en un hotel de cinco estrellas. Y como que nosotras tenemos informe del Mecanismo de Prevención contra la Tortura, donde claramente habla o se expresa como están actualmente privadas de libertad y que realmente es violatorio de todos los derechos internacionales de personas privadas de libertad, o sea, no son respetados sus derechos. Seguiremos denunciando obviamente toda esa situación.
— ¿Vos pensás que el encadenamiento de asesinatos, persecución y desaparición tiene que ver con que ustedes como familia particularmente ponían al desnudo la situación campesina?
— Como familia, principalmente por la militancia de mis hermanos, que forman parte del Ejército Paraguayo. Pero también estamos con refugio por las denuncias internacionales que estamos haciendo por el infanticidio, así como la desaparición y actualmente por la situación de encierro de Carmen y Laura. O sea, seguimos denunciando al Estado paraguayo.
— ¿Por qué pensás que el EPP y la militancia campesina les duele tanto al poder político de Paraguay para hacer semejante nivel de aberración?
— Es un país muy desigual, donde el 80% de las tierras se encuentra en manos del 2% de la población, donde la mayoría no cuenta con un trabajo estable, hay mucho subempleo y la salud es muy precaria. Entonces lo que no quieren es que surja realmente una guerrilla y que eso prenda. Por eso dedican muchos recursos, mucho personal para combatir eso. No para combatir los problemas reales del pueblo. Como creció mucho la simpatía hacia el EPP, entonces lo buscan aniquilar, como aniquilaron a otras organizaciones insurgentes, como la Agrupación Campesina Armada.
— ¿Qué nivel de adhesión tienen los reclamos de los grupos campesinos en Paraguay?
— Con relación al EPP no te podría decir porque yo desde el 2019 que no pisó Paraguay. No tengo relación con las organizaciones. Es una situación muy complicada. Como te dije, Paraguay es un país extremadamente desigual, un país donde a diario hay desalojos de comunidades enteras muy violentas. En donde la política del gobierno es justamente la represión y las causas armadas, tanto a organizaciones campesinas. Entonces cuesta mucho. Cuesta mucho salir a reclamar, hacer manifestaciones en Paraguay. En cinco minutos están cerradas las calles y hay un desalojo violento impresionante. Y sabemos perfectamente que la forma de reclamo y de expresión tendría que ser una expresión constitucional justamente en las manifestaciones. Eso no sucede en Paraguay. También hay mucha discriminación, muchos atropellos a organizaciones campesinas. Eso en algún momento ya no se va a poder sostener. Además, el hambre, la falta de trabajo, la falta de oportunidades que hay en Paraguay, eso sí o sí en algún momento va a explotar. Así es que tarde o temprano las organizaciones no van a poder ser controladas a través del miedo, a través de la represión, a través de las causas armadas como actualmente están realizando. Paraguay está gobernado por el Partido Colorado, el del dictador Alfredo Stroessner hace 80 años aproximadamente. Hubo alternancia con Fernando Lugo, pero duró muy poco y también le destituyeron a través de un juicio político.
— ¿Y vos pensás que las organizaciones campesinas pueden armar una alternativa política que en un momento se proponga gobernar Paraguay?
— Es un poco difícil eso, pienso yo. Porque uno para que uno se lance, por decirte en Paraguay, necesita mucho dinero. Las elecciones son como una cosa sin importancia. No es una fiesta nacional, un derecho por el que la gente realmente la gente sale convencida. Es muy poca la participación electoral en Paraguay, porque ya se sabe de antemano que siempre es el mismo partido. El Partido Colorado utiliza para su provecho los recursos del Estado. La maquinaria estatal está al servicio del Partido Colorado y el Partido Colorado está financiado en gran parte con el narcotráfico.
— ¿Pensás que están particularmente interesados en aniquilar organizaciones campesinas?
— Sí, por supuesto. Por eso justamente se hacen los desalojos de manera muy violenta de comunidades enteras que hace más de 50 años están asentados ahí. De un día para otro aparecen personas extrañas con títulos fabricados de alguna escribanía. Es lo que realmente sucede en Paraguay, no se respetan los derechos de las comunidades ni tampoco de la comunidad campesina indígena. Entonces, ¿qué hacen estos sojeros? Tanto los sojeros como los ganaderos. Toman y usurpan tierras de campesinos e indígenas. En cambio, la mayor porción de tierra está en manos de sojeros y de los productores que se dedican al cultivo de soja transgénica, maíz, girasol. Estos monocultivos ya utilizan bastantes productos agrotóxicos en las fumigaciones aéreas. Entonces la organización de las comunidades campesinas se encuentran agobiadas, sin ningún tipo de ayuda estatal, sin caminos, sin escuela, sin agua potable. Hay muchos casos de niños que nacen con malformación.
— ¿Cómo sigue la lucha?
— Bueno, la Campaña Internacional de Solidaridad con la Familia Villalba está bastante fortalecida. Está integrada por organizaciones de derechos humanos y feministas de Argentina, de Uruguay, de Paraguay. La idea es extender esta campaña en los países europeos y buscar romper ese cerco mediático que rodea toda esta situación. Ahí tienen un rol fundamental los medios alternativos que en un principio fueron los encargados de difundir todo lo que estaba aconteciendo con nuestras niñas. Sobre todo porque los medios hegemónicos no dicen absolutamente nada. Cada día hay que fortalecer más y utilizar todos los recursos legales que tenemos a nuestra disposición, utilizarlo para denunciar con más fuerza a un Estado partícipe, genocida, misógino, patriarcal. Queremos que alguna vez paguen los responsables. El objetivo principal no sabemos si va a suceder, pero estamos ahí. Seguimos y seguimos denunciando.