Desde el principio tengo que clarificar un punto: no estamos en ninguna tendencia internacional, ni soy en este momento el portavoz de una tendencia. Somos diferentes organizaciones, con diferentes tradiciones. Ustedes deben conocer a los camaradas de Latinoamérica quizá mejor que nosotros, y puede ser que conozcan a los camaradas de Asia o de otro país, y a nuestro partido de Grecia, el Workers Revolutionary Party, de bastante diferente tradición; quizás ustedes conozcan a nuestros ex camaradas de Gran Bretaña con el mismo nombre.
Nos reunimos en Génova, como probablemente también lo sepan, a principios de este año, en marzo, con diferentes organizaciones, partidos casi de todos los continentes, Europa, Norteamérica, Sudamérica, Asia, para discutir una cosa muy importante para nosotros, la necesidad en el presente período de enormes cambios en el mundo, de iniciar una campaña por la Refundación de la Cuarta Internacional. El resultado fue un llamado centrado en algunas cuestiones de principios, cuya discusión estamos continuando en San Pablo. Entre otras cosas, hemos creído muy importante tomar en cuenta el llamado de ustedes, del Comité de Enlace por la Reconstrucción de la IVª, para discutir vuestra propuesta de 21 puntos para la reconstrucción de la IVª Internacional.
Para eso hemos escrito un documento (*), expresándoles nuestra aproximación general al tema en su conjunto, con algunos puntos de clarificación y, por supuesto, con la intención de nuestra parte de discutir con ustedes las modalidades de la participación en la Conferencia Internacional que ustedes ya han planeado hacer.
Esta carta, en su primera página, contiene los temas en los cuales todos nosotros estamos de acuerdo; en la última parte de esta carta hay puntos de discusión entre nosotros. Pero desde el comienzo tenemos que remarcar que, a pesar de todas las diferencias, distintas tradiciones, diversos puntos de vista, o el hecho de que no somos una tendencia, queremos reconstruir la Cuarta Internacional. Nuestra base común es que la situación de fines de los 90 es totalmente diferente, de la que aparecía al principio de la década, cuando dominaba la opinión pública burguesa, pequeñoburguesa y de muchas organizaciones de izquierda acerca del fin de la historia. Ahora, al final de los 90, con la agudización de la crisis económica mundial y el crash financiero, es necesario ir hacia el movimiento de la clase obrera mundial con una campaña internacional por una Conferencia para discutir la reconstrucción inmediata de la IVª Internacional.
En vuestro documento, ustedes dicen que los 21 puntos son un punto de partida para la discusión, pero no es una especie de ultimátum. Estamos de acuerdo con eso; que los tengamos como punto de partida y no como un punto de común acuerdo con ellos. De vuestra declaración deducimos que todos nosotros queremos como objetivo la reconstrucción de la IVª Internacional. Ustedes plantean también la cuestión de la dictadura revolucionaria del proletariado, la continuidad de la Revolución de Octubre, la oposición al frente popular. Tenemos que discutir estos 21 puntos sin prejuicios ni ultimátums.
Queremos, entonces, discutir con ustedes las modalidades de nuestra participación en la Conferencia que ustedes planean y, antes que eso, presentarles algunos puntos para la clarificación de la discusión. Aclaramos que no planteamos una lista de diferencias o contraponer una enciclopedia a otra enciclopedia. Este no es el punto. Quiero decir: hay que dejar los faccionalismos; no hacer una lista de diferencias y, muchas veces, algunas pueden ser clarificadas a través de la discusión.
La cuestión no es para nosotros trazar una línea de demarcación entre vuestro documento y nuestra actitud, sino, por encima de todo, crear un marco más amplio no sólo hacia la Liga, sino hacia la clase trabajadora, al movimiento de la clase obrera, para discutir las tareas revolucionarias de hoy y la cuestión de la IVª Internacional.
En esta carta nos concentramos en unos pocos puntos para clarificar y discutir. Primero está la cuestión del Frente Popular. Ustedes, en vuestro documento, se oponen al Frente Popular cuando éste toma la forma de un gobierno, que se convertiría entonces en un instrumento contrarrevolucionario. Pero la cuestión es para nosotros que estos frentes de colaboración de clase son ya contrarrevolucionarios antes de tomar el poder. La colaboración de clases es siempre contrarrevolucionaria, y un arma que, en las condiciones actuales, no es solamente una repetición del viejo frente popular de colaboración de clases, sino que hay un nuevo elemento en el contenido de este frente, que está conectado con los dramáticos cambios que han tenido lugar en la anterior Unión Soviética.
Siempre los frentes populares, en los 30 y ahora, son instrumentos de la contrarrevolución, pero hay una diferencia importante. En los 30 o en los 40, en la crisis de Grecia, los frentes populares de colaboración de clases estaban conectados con la burocracia soviética y con la diplomacia stalinista, usando el prestigio de la Revolución de Octubre en el movimiento de la clase obrera para atar a la clase obrera al orden burgués. Después del colapso de la Unión Soviética hay una diferencia: el frente popular de hoy no habla en nombre de la Revolución de Octubre, como lo hicieron en España (1936) o en Grecia (1944); habla, por el contrario, en nombre del fracaso de la Revolución de Octubre y del cierre histórico definitivo del período iniciado por esa revolución. El centroizquierda plantea ahora el frente popular, en una concepción abiertamente anticomunista, antibolchevique, aunque use el viejo nombre. En Europa, el centroizquierda no es el centroizquierda del pasado; como en Italia, por ejemplo, donde tenían que hacer maniobras y concesiones. Ahora, estos frentes son instrumentos del neoliberalismo contra la clase obrera, abiertamente, y tratan de hacer el trabajo que la derecha no puede hacer por sí misma. Así, necesitan de estos frentes populares de centroizquierda para imponer el ataque neoliberal contra la clase trabajadora, para imponerse por medio de representantes de la clase obrera, en colaboración con los partidos burgueses, como en Latinoamérica; ustedes lo saben mejor que yo, como en Europa y en todos lados. Y eso lo hacen cuando están en el poder y cuando se están preparando para estar en el poder. En algunos países europeos ya están en el poder, y en otros no lo están o se están preparando para llegar al poder en un futuro inmediato; pero aun si están en una posición previa o ya están en el poder, en el gobierno, son igualmente contrarrevolucionarios en cualquiera de los dos casos.
Segundo punto: Dictadura del proletariado y gobierno obrero y campesino.
Estamos de acuerdo con los 21 puntos en que plantean el reclamo a los partidos pequeñoburgueses para que tomen el poder, a que rompan con la burguesía, etc. Trotsky, en El Programa de Transición, incorporó toda la experiencia de la Revolución Rusa y toda la experiencia hasta 1938 y adoptó esta consigna en el programa. Consideramos, sin embargo, muy importante el hecho de que en los últimos treinta años, diferentes tendencias políticas, incluyendo al SU y al lambertismo, hayan contrapuesto sistemáticamente la consigna de gobierno obrero y campesino a la dictadura del proletariado, de modo tal que parece que el gobierno obrero y campesino fuese un Estado intermedio, no burgués, no proletario, algo como la dictadura democrática de obreros y campesinos. Los lambertistas dijeron que Cuba no era un Estado obrero sino un gobierno obrero y campesino por cuarenta años. Tenemos que ser claros en esto, tenemos que usar esta consigna del programa de transición en el sentido de un llamado para que los partidos pequeñoburgueses rompan con la burguesía y armen a las masas para que tomen el poder, o sea, como sinónimo de la dictadura del proletariado.
Otra área para clarificar es en relación al SU, un punto que siempre tenemos que clarificar entre nosotros también. Verificamos en el punto 3 de vuestro documento la demarcación que ustedes hacen en contra del revisionismo liquidacionista; pero para ser históricamente concretos, este revisionismo liquidacionista tiene nombre: es una fuerza histórica definida. Así, el SU fue protagonista, en el período de la posguerra, con Pablo, de este revisionismo liquidacionista, y lo mismo vale, en otro sentido, para los lambertistas, que trataron de presentarse como alternativa al liquidacionismo de Pablo. Para usar una analogía de la historia, pero de otra manera, el lambertismo es el segundo violín del antimarxismo que fue el SU. Esta es mi opinión. Pero el SU también debe ser visto con relación a los cambios en la situación y en la lucha de clases. Estas tendencias revisionistas tuvieron un desarrollo (no son tendencias metafísicas, suprahistóricas), ellas cambian con la situación y, de acuerdo con una parte de los camaradas aquí presentes, el rechazo por parte del SU al legado de la Revolución de Octubre y su abrazo a la democracia burguesa en el mismo período en que emergió el eurocomunismo, fue a la vez una adaptación a la opinión pública democrático-burguesa y el preludio de la época restauracionista para destruir los Estados obreros en nombre de la democracia. Esto tenemos que clarificarlo, entre nosotros y con ustedes.
Esto me lleva a un último punto, casi un último punto: el tema de la restauración capitalista.
Ustedes enfatizan en su documento que el colapso del stalinismo en Europa del Este abre una gran oportunidad para los revolucionarios. Hay muchos puntos para clarificar, pero éste es un tema central para el movimiento obrero mundial.
Nunca el movimiento obrero mundial había enfrentado una situación como esta, es un fenómeno histórico nuevo, nuevo desde la emergencia de la Unión Soviética. Es comprensible que haya diferencias de análisis, de aproximaciones, errores, que se necesite más clarificación.
Nosotros pensamos que lo que Trotsky escribió en La Revolución Traicionada es absolutamente correcto: que el peor error es dar una definición terminada a un proceso no terminado, y que lo que fue verdad cuando la Unión Soviética estaba en los años 30, es verdad también ahora. Ni la Revolución de Octubre ni la historia terminan en 1991. Podemos tener diferencias en nuestro enfoque acerca de las razones de los cambios en el Este y, consecuentemente, sobre su desenvolvimiento futuro, pero tenemos un proceso no acabado, tenemos que aproximarnos de un modo dialéctico para hacer una investigación más a fondo de las contradicciones internas de este cambio. Por lo tanto, desde nuestro punto de vista, ésta es la cuestión central frente al movimiento obrero mundial: ¿Son estos cambios en el Este el comienzo, de un período prolongado en el que no existen posibilidades revolucionarias, o estamos en un período de gigantescos conflictos, de confrontaciones entre la revolución y la contrarrevolución, desde la tierra de Octubre hasta Brasil y en todo el mundo?
¿Tenemos ya una barbarie con una cara humana democrática, la esperanza de un paraíso socialista recién para dentro de 1.000 años?
¿O el dilema socialismo o barbarie está planteado ahora en forma más aguda aún que cuando lo planteara Rosa Luxemburgo?
Todo esto tiene que ver con la naturaleza de la época, con nuestra caracterización de la época. Con si los últimos acontecimientos son manifestaciones violentas y volcánicas de la decadencia del imperialismo, época de guerras y revoluciones, o estamos en un período similar al que hubo en Alemania después de la derrota de la guerra campesina liderada por Thomas Münzer, en 1525, y tenemos que esperar tres siglos para tener una nueva revolución en Alemania, en 1848. Personalmente, yo participé en una reunión en Nueva York, donde discutían si el nuevo desarrollo se daría en 400 o 500 años. ¡Y el que sostenía que sería en 500 años acusaba al otro de ser ultraizquierdista! Por lo tanto, es muy importante la caracterización del destino de la naturaleza del período que tenemos frente a nosotros.
Un punto importante es el siguiente: no podemos tener una visión unilateral. La cuestión central aquí es si la Revolución de Octubre fue, como Trotsky enfatizó en forma absolutamente correcta, en En Defensa del Marxismo, la más grande revolución de la historia; entonces, el intento del imperialismo y las agencias burocráticas del imperialismo de destruir la Revolución de Octubre y sus extensiones, representa la peor contrarrevolución en la historia humana. Para retomar la cuestión que planteé antes: si ya está todo terminado y la Revolución de Octubre está destruida, y la peor contrarrevolución en la historia humana ya está instalada, estamos probablemente en la peor situación desde la victoria de Hitler, y Auschwitz fue sólo una muestra de lo que vendrá. Si tomamos toda la cuestión dialécticamente otra vez, la clase obrera ha recibido terribles golpes y hay un enorme peligro no sólo para la clase obrera rusa, sino para toda la clase obrera mundial en esta situación; pero si como pronosticó Trotsky, el destino de la Revolución de Octubre será decidido finalmente por una lucha a nivel mundial entre la revolución y la contrarrevolución, ésta es la tarea que tenemos por delante, no la que quedó atrás.
Vamos a defender en todos los países del mundo la Revolución Socialista Mundial que empezó en 1917. Por esto, la cuestión de la continuidad histórica de la Revolución de Octubre para nosotros está indisolublemente interconectada con la cuestión de la IVª Internacional. Y éste es el último punto, con este método nos aproximamos a la cuestión de la discusión propiamente dicha. Por esta razón no hay una tendencia a convertirnos en una tendencia o a faccionalizarnos, a explotar las debilidades entre nosotros… sería ridículo. Sentimos que estamos en una situación totalmente nueva, con enormes peligros y enormes oportunidades revolucionarias. Para nosotros, la cuestión no es sólo darles una lista completa de nuestras divergencias, hay más si ustedes quieren, Yugoslavia, etc., etc., pero eso es secundario. Para nosotros lo más importante es que sobre esta base, a partir de la reunión de Génova, a partir de la necesidad de todas las fuerzas revolucionarias, a pesar de todas las diferencias de origen, tradiciones, peculiaridades nacionales u otras, considerar en esta nueva situación, donde la alternativa socialismo o barbarie está más firmemente planteada que nunca antes durante este siglo trágico, si la IVª Internacional de Trotsky es algo del pasado desde 1991, como se planteó en el último Congreso del SU; si el ciclo histórico comenzado en 1917 está cerrado, o si por el contrario, debemos luchar por la defensa de la continuidad histórica de la Revolución de Octubre y la Revolución Mundial, refundando la Internacional Revolucionaria de los Trabajadores.
Pero para nosotros ésta sólo puede ser la IVª Internacional, no la Vª. Porque Trotsky, en la IVª Internacional, corporiza la totalidad de la experiencia histórica de la revolución en los dos últimos siglos, que no puede en modo alguno ser pasada por alto. Por esta razón, dirigimos este llamamiento para ver cómo organizamos una discusión internacional y una conferencia por la Refundación de la IVª no sólo a ustedes y a otras organizaciones, sino que siguiendo los objetivos de la IVª Internacional de Trotsky, también a otras organizaciones de origen no trotskista, porque el colapso del stalinismo y la desintegración de la socialdemocracia liberan nuevas fuerzas que podemos ganar para impulsar esta importante lucha por el Partido de los Trabajadores.
Notas:
1. "Los 21 puntos de la LIT". Documento del movimiento por la refundación de la IVª Internacional; en la pág. XX de esta edición de En Defensa del Marxismo.