¿Qué hay detrás del belicismo de Macron?

Profundización de la escalada armamentística y choques entre la burguesía

Francia en los últimos años ha escalado al primer puesto de venta de armas en la Unión Europea. Es uno de los principales exportadores de aviones y armas en el mundo como demuestra el informe presentado en el parlamento francés a fines del 2023. (En dicho informe se destaca a Israel con 208 millones y a China con 1133,3 millones de euros).1Ver: https://www.defense.gouv.fr/sites/default/files/ministere-armees/Rapport%20au%20Parlement%202022%20sur%20les%20exportations%20d%E2%80%99armement%20de%20la%20France%20%2809%202022%29.pdf

En ese entonces, la guerra entre Ucrania y Rusia entraba en una especie de impasse para discutir la paz con un alto al fuego de por medio. Pero esto no duró mucho, el 2024 inició con discusiones entre países de la UE y Rusia destacándose los dichos de Francia con respecto al Protocolo de Minsk (firmado entre 2014 y 2015) donde Macron reconoce que solo existió para darle tiempo a Ucrania para que se rearme y se prepare para la guerra con Rusia.

Esto no tardó en generar críticas más profundas e incluso intentonas de declaraciones de ataques armados ya entre los galos y los ex soviéticos. Esto es un dato de color considerando que los franceses caídos en Ucrania no son reconocidos oficialmente por el Gobierno francés y ha ido avanzando al punto de generar una histeria antirrusa con el fin de profundizar la conquista de los mercados de la ex Unión Soviética por parte de las burguesías occidentales.

Recordemos el lugar de Francia en el imperialismo

Esta situación bélica, como todas las anteriores, es la expresión más cabal de un imperialismo zombie que busca reestructurarse y plantar más fuerte su bandera.

Es decir que al mismo tiempo que EEUU apunta hacia Rusia con la OTAN también busca someter a la burguesía europea. En este punto recordemos la tentativa de “relanzamiento” de la Unión Europea mediante la integración energética en la que los galos entraron de lleno y pasaron de ser abastecidos por los rusos a obligados a abastecerse por los yanquis (con precios mayores que descolocan competitivamente la producción europea y francesa).

Ya Trump, en su momento, quiso imponer el sometimiento europeo mediante el planteo de que los costos de la guerra ucraniana los debería asumir la UE. Este punto, claramente, generó choques más decisivos entre la burguesía europea y la estadounidense y es por eso que Biden intenta reconstruir sus lazos con el fin de subordinarlos definitivamente. Esto está más aún de manifiesto cuando vemos cómo Macron intenta preservar los negociados con China al mismo tiempo que discute con Estados Unidos y éste toma represalias por la venta de aviones al gigante oriental. Sin embargo, no impide que Macron se candidatee como el mejor árbitro entre el imperialismo yanqui y el europeo, como declaró el 25 de abril en la Sorbona: “Debemos ser lúcidos sobre el hecho de que nuestra Europa, hoy, es mortal. Puede morir. Puede morir, y eso depende únicamente de nuestras decisiones”. Su única defensa es la de la burguesía. 

En su discurso2Ver: https://legrandcontinent.eu/es/2024/04/25/construir-un-nuevo-paradigma-el-discurso-completo-de-emmanuel-macron-en-la-sorbona/ de más de hora y media, el presidente francés hizo un recuento de las políticas de rescate de la burguesía, claro está, llevadas adelante durante su Gobierno con relación al Brexit, la pandemia y la guerra en Ucrania. Sin dejar de guiñarle el ojo a EEUU, cuando señala que “Europa es una idea generosa de libre circulación de personas y mercancías (…). A veces se había olvidado de responsabilizarse y proteger sus fronteras exteriores” y se vanagloria de las políticas represivas en materia de inmigración, que puso de manifiesto hace pocos meses.

De esta forma, y desde el Gran Anfiteatro de la Sorbona, Macron vende la idea del “Grand Continent” y exhorta a las grandes burguesías francesas a surfear las olas por la conquista de mercados de la antigua URSS subyugándose al imperialismo norteamericano, porque la neutralidad no es opción en esta reconfiguración política que trae aparejada la barbarie capitalista.           

Esta propuesta de soberanía continental, presentada por el presidente galo, tiene en su lógica de competencia con Estados Unidos y China la destrucción de las conquistas obreras y del medio ambiente. Nuevamente vemos el tan famoso “ajustarse el cinturón” de la mano del proteccionismo entusiasmador impulsado por la conquista bélica de mercados.

Y por casa… ¿cómo andamos?

Mientras el Estado francés gasta millones de euros en restaurar edificios de antaño para recibir la llama olímpica (este año se realizan las Olimpiadas en París) la crisis social avanza. Francia tiene una tradición de luchas obreras. Solo para nombrar algunas en los últimos años, se destacan claramente las enormes manifestaciones de los “chalecos amarillos”, las movilizaciones del movimiento de mujeres y disidencias sexogenéricas, los jóvenes en defensa de la educación y contra la represión policial, las poderosas huelgas obreras del año pasado contra la reaccionaria reforma previsional, el campesinado cortando los accesos a la capital parisina y las enormes manifestaciones en defensa de Palestina, con un último episodio el 27 de mayo.

Cada uno de los puntos que Macron aborda en su discurso es parte de su cartera de ajuste. Cuando habla de la producción sustentable para el medio ambiente lo hace sobre la base de que la UE aprobó hace un trimestre la utilización de glifosato durante 10 años más sobre el territorio continental, aprobación que se hizo a expensas de los trabajadores agrícolas y del movimiento ambiental. De hecho, cuando habla de la producción sustentable y el campesinado, se olvida de que el año arrancó para Francia con una protesta de productores que cortaron accesos a la capital parisina con tractores y excremento de animales ganaderos.

Cuando plantea que las trabajadoras y trabajadores tienen un costo privilegiado, pone sobre la mesa una reforma laboral “necesaria” para bancar los costos de la soberanía europea. La histeria antirrusa que baja desde los Gobiernos y difunden los medios de comunicación de la burguesía es la base para contener las movilizaciones sociales que se levantan y que se han levantado en la historia francesa. Sin ir más lejos, hace pocos años, los “gilets jaunes” dieron una batalla durante meses y luego la masa obrera contra la reforma previsional que el mandatario hizo aprobar en el parlamento.

El director del Estado francés ve la guerra como la oportunidad para seguir garantizando ganancias a las empresas que se dedican a la producción y venta de insumos bélicos. Se inscriben en esa estrategia las políticas represivas con respecto a la migración, principalmente de sus “ex” colonias y de medio oriente, para buscar acentuar la división de los trabajadores y al mismo tiempo desacreditar todo tipo de solidaridad con los pueblos sometidos por el Estado imperialista franco, atacando la organización y movilización de las organizaciones afrodescendientes como la rebelión de las “banlieues parisiennes” contra la represión policial protagonizada por los jóvenes hijos de inmigrantes.          

La defensa de la democracia de la “Liberté, égalité y la fraternité” ocupó un lugar importante en el discurso del mandatario francés en la Sorbona, y ocupó ese lugar dos días después de las manifestaciones en Nueva Caledonia.3Ver: https://prensaobrera.com/internacionales/el-imperialismo-frances-reprime-las-protestas-en-nueva-caledonia Este “conflicto”, al igual que sucede en Burkina Faso, es parte de intentos de reforzamiento del sometimiento de las ex colonias francas para garantizar una mayor extracción de materias primas (en momentos de movimientos contra el imperialismo francés en sus ex colonias africanas).     

La defensa del Estado de Israel por parte del gobierno francés marca el acuerdo que mantiene con el imperialismo yanqui buscando terminar con la conquista de su enclave en Medio Oriente, es justamente por esa garantía la prohibición de movilizaciones en favor de Palestina, aunque los ataques del sionismo son constantes con acusaciones de antisemitismo a las acciones y movilizaciones en contra del genocidio, incluso el pasado 27 de mayo miles se movilizaron en Paris en contra del ataque a Rafah.     

Con la idea de la guerra, Macron busca contener los reclamos sociales y aplicar un ajuste brutal sobre la población trabajadora. Dentro de algunos días la población europea votará a sus representantes para el parlamento de la Unión Europea. En este momento el presidente Macron está peleando la punta de las encuestas con la derechista Marie Le Pen. Las políticas antiobreras y represivas que el gobernante viene desplegando hace varios años sirvieron para derechizar el humor social. Es en ese sentido que Le Pen crece, planteando un mayor proteccionismo sin oponerse al accionar de la OTAN en Ucrania. Quienes disputan la dirección del Gobierno galo lo hacen sobre la base de mantener los acuerdos con Norteamérica.

En este marco, la izquierda progresista de Mélenchon y la del NPA parándose como oposición a Macron no impugnan su compromiso militarista con la guerra de la OTAN. En vez de asumir una posición revolucionaria en cuanto a la guerra, asumen la posición de las burguesías europeas, cuyos intereses son contrapuestos a los de los trabajadores. En esta etapa, caracterizada por guerras y revoluciones que más temprano que tarde se asomarán, se vuelve necesario el debate de la independencia política con el Estado para la organización de los trabajadores en función de avanzar en la unidad de todos los sectores en lucha para enfrentar los ataques del Gobierno imperialista, demostrando que las guerras imperialistas se combaten con la unidad de los pueblos y no con la colaboración de clases.

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