Exactamente una semana después de aquel 1 de julio de 1974 en que se conoce la desaparición física del general Perón, el periódico del Partido Obrero, en aquel entonces Política Obrera (PO), iba a titular “El movimiento obrero en una nueva etapa”. Su editorial comenzaba planteando que la preocupación más urgente de todos los activistas está centrada en saber cuál es la consecuencia de la muerte del general PERON en la situación política inmediata “…y proseguía “Entendemos que para responder a esta inquietud fundamental (esto porque su correcta evaluación es imprescindible para ver como actuamos en el movimiento obrero) es necesario ver el estado de situación política en las vísperas mismas de la desaparición física del presidente”.
Nueve meses antes, el 12 de octubre de 1973, Perón asumía su tercer mandato como presidente de la nación en el marco de una profunda crisis política (el golpe destituyente contra Héctor José Cámpora y la convocatoria a nuevas elecciones) y económica. El factor fundamental que marcó el pulso durante toda esta etapa fue el ascenso de la lucha de clases en el país.
El gobierno recién asumido se proponía apuntalar e imponer el Pacto Social en crisis (iniciado por Cámpora y Gelbard) regimentando al movimiento obrero y ahogando sus reclamos y luchas salariales. Enfrentaba también el desarrollo de la organización independiente de los trabajadores, respecto de las burocracias peronistas que garantizaban el Pacto Social en un cuadro de carestía y devaluación crecientes.
El aparato sindical burocrático se encontraba en crisis y las luchas obreras por el salario y las reivindicaciones obreras que superaban a la burocracia se iban generalizando cada vez más. Se encontraba a la orden del día la tarea de construir coordinadoras Inter fabriles con direcciones combativas e independientes de la burocracia sindical.
Estos procesos de lucha y organización de la clase obrera se estaban desarrollando con fuerza en importantes concentraciones obreras como Villa Constitución, el SMATA Córdoba, la zona norte de la provincia de Buenos Aires y en la región de La Plata, Berisso y Ensenada alrededor de la ocupación de la metalúrgica Propulsora y luchas importantes del Astillero Río Santiago, Swift y otras. Al respecto, desde las páginas de PO se afirmaba que El 70 % al menos del proletariado platense estaba en pie de movilización. También se encontraban en lucha sectores docentes, no-docentes y bancarios.
Es este período de ascenso revolucionario abierto con el Cordobazo el que Perón se propone terminar, siendo éste la última salida de una burguesía fragmentada y del Imperialismo que buscaban frenar el ascenso de masas. Para cumplir con estos objetivos Perón se valió de una fuerte represión y del ataque a las libertades democráticas, con el accionar de bandas parapoliciales y una escalada de atentados fascistas por parte de la derecha, el ejército y la burocracia sindical, fisonomizados en la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina) y otros “grupos de tareas”, muchos de los cuales actuaron posteriormente durante la dictadura militar para eliminar físicamente a la vanguardia del movimiento obrero y la militancia de izquierda.
El 29 de mayo de 1974 se produce el asesinato de tres militantes obreros del Partido S Socialista de Trabajadores (PST) que pasó a la historia como la Masacre de Pacheco. La salida del periódico PO posterior a este gravísimo hecho tituló “Esto se tiene que acabar” y en sus páginas centrales denunciaba otros ataques y allanamientos a locales como los de la JP y de la Unión de Juventudes por el Socialismo (UJS). Como ya había ocurrido el pasado 8 de octubre de 1973 cuando un comando de 15 patrulleros de la policía allanó el local central de la UJS llevándose detenidos a 20 compañeros y compañeras.
Fue en este mismo sentido de atacar mediante la represión a activistas obreros que se encontraban en lucha, que el 1º de mayo Perón criticara desde un acto en la Plaza de Mayo que aún no se había hecho “sonar el escarmiento” contra la Juventud Peronista y la izquierda.
Pero esta represión estatal y derechización del gobierno peronista, según lo que reflejaban las páginas de P.O, lejos de desmoralizar y desmovilizar a las masas, las impulsaba cada vez más a “…actuar en forma independiente del gobierno utilizando los métodos de acción directa del proletariado”.
Finalmente, en ese mismo número, PO llamaba a la “formación de piquetes obreros de frente único para la autodefensa de nuestras organizaciones, nuestra actividad y nuestros locales”, lo que debía ser entendido como “la lucha de las masas contra el Pacto Social, por la democracia sindical, por la independencia del movimiento obrero”.
El último discurso de Perón
El 12 de junio de 1974, Perón da su último discurso en la Plaza de Mayo. Al acto organizado por el gobierno, la burocracia y la CGE, asistieron Montoneros y las agrupaciones de la Juventud Peronista que se habían retirado de la plaza el 1 de mayo. Perón había gestionado que participaran para incorporarlas al operativo de defensa del Pacto Social. También estuvo el Partido Comunista, alineado con el imperialismo por su política stalinista de coexistencia pacífica, de apoyo abierto a la burguesía progresista y al gobierno peronista.
En un documento destacado por el periódico P.O del 19/06/74, las agrupaciones de la Juventud Peronista afirmaban sobre la acción del 12 de junio: “en el día de ayer por la mañana, el general Perón pronunció un discurso en el que su objetivo fundamental es denunciar y frenar las maniobras de la oligarquía y el imperialismo contra el gobierno popular”. Por su parte el Partido Comunista lo presentaba como una gran medida antiimperialista del gobierno y daba todo su apoyo al gobierno.
Sin embargo, lejos de esto, lo del 12 de junio debe entenderse como una maniobra defensiva armada por el gobierno, la burocracia, los empresarios y las Fuerzas Armadas para frenar el desarrollo ascendente de la lucha de clases. Se trataba de una acción bonapartista por parte de Perón con el objetivo de “atacar el reguero de luchas salariales y el desarrollo independiente, clasista de la lucha obrera” (PO), al mismo tiempo que buscaba “reforzarse frente a los mayores roces con los sectores oligárquicos e imperialistas afectados parcialmente por la política oficial” en medio de una crisis económica del capitalismo mundial y europeo en particular que producía un aumento de la carestía internacional y la reducción de las exportaciones, especialmente del mercado de carnes.
Las medidas tomadas por el gobierno luego de este último discurso de junio confirmaron el análisis de PO: un módico aumento salarial (13%) y el pago de un medio aguinaldo extra a cambio de intimar a los trabajadores a levantar todas las medidas de fuerza, ilegalizando las huelgas y sosteniendo a rajatabla el congelamiento salarial por más de un año. También se estableció la rebaja de penalidades a las empresas que especulaban con el desabastecimiento que era cada vez mayor en el país, la modificación de la ley agraria a favor de los terratenientes y la liberación del precio de los alquileres.
Las concesiones salariales anunciadas por Perón, constituían una maniobra defensiva de corto alcance que buscaba desactivar el reguero de luchas salariales que se estaban produciendo y que ponían en jaque el Pacto Social.
Otra consecuencia importante del discurso del 12 de junio fue el avance en la regimentación del movimiento estudiantil universitario y la represión contra la juventud. La “normalización universitaria” a la que había hecho alusión Perón en su discurso buscaba imponer una Ley limitacionista y fuertemente anticomunista en torno al estatuto universitario, la reglamentación de las organizaciones gremiales y el establecimiento de las disposiciones para organizar los concursos docentes, dándole al rector de la Universidad de Buenos Aires, Solano Lima, el poder de designar el claustro profesoral que dirigiría la universidad. Ya que la ley reaccionaria del gobierno otorgaba mayoría absoluta a los docentes en los órganos directivos de las facultades.
La izquierda y el Frente Popular
El 30 de junio de 1974, un día antes de la muerte de Perón, el diario La Opinión daba a conocer un comunicado del día anterior firmado por la mayoría de los partidos políticos de la Argentina. Entre los firmantes se encontraban el Partido Comunista y el PST. En él se decía que “Los partidos políticos que firman esta declaración, consecuentes con su actitud de apoyo al proceso de institucionalización del país y respeto a la libre expresión de la voluntad popular, ratifican hoy – ante la circunstancia de pública notoriedad- su voluntad de servir de manera más clara y concreta al funcionamiento de los mecanismos legales de continuidad institucional”.
Esta defensa de la institucionalidad del régimen burgués y el Pacto Social sintetizan la política de una parte importante de la izquierda al servicio de un gobierno de unidad nacional y de adaptación a la derecha peronista.
Frente a esta actitud, desde las páginas de PO se destacaba que “Mientras las masas avanzan en sus reivindicaciones y luchas, y ponen en crisis el aparato de la derecha peronista, los partidos de la llamada oposición y los sectores democráticos del gobierno se adaptan a la derecha” y llamaba a los trabajadores a no darle su apoyo a ninguna fracción de la burguesía y a intervenir en la crisis, abierta por su propia intervención, para quebrar el Pacto Social y la represión del gobierno. Por el aumento salarial, por las paritarias y por las libertades democráticas, avanzando en crear las condiciones para una alternativa propia de poder, el gobierno de los trabajadores.
Estas fueron las principales tareas y lucha política desarrolladas por el PO, con una fuerte intervención en el desarrollo del movimiento obrero, la juventud y en la lucha de clases, durante el período que va desde la asunción de Perón en de octubre 1973 hasta su muerte el 1 de julio de 1974, y que dará lugar posteriormente a las históricas huelgas de junio y julio de 1975 que derrotaron el plan de ajuste de Celestino Rodrigo con un nuevo ascenso de las masas trabajadoras del país.
50 años después, encontramos a parte del peronismo ( los Menem, Scioli, gobernadores de varias provincias y otros) integrando directamente el gobierno liberal antiobrero de Milei y a otra parte acompañando su gestión y sosteniendo la gobernabilidad. La tarea histórica sigue planteada: la construcción de una alternativa partidaria obrera, socialista e internacionalista, al nacionalismo burgués en su fase de mayor adaptación al dominio imperialista.
Fuentes: Periódico Política Obrera (PO) nº 198,199, 200,201 y 202 publicados entre el 12 de junio y el 18 de julio de 1974.