La historia de la humanidad es la historia de la lucha de clases. La trayectoria histórica del último siglo y medio se enmarca en conflictos obreros, que han marcado al conjunto de los pueblos del mundo. Tal es así, que el séptimo arte se ha tomado la tarea de reflejarlo en sus pantallas gigantes. Dejando así, retratos de la historia, que las patronales han intentado acallar, con el acompañamiento de gobiernos dictatoriales fascistas, como de pseudo democracias. Filmes que han servido, y sirven al día de hoy, como herramientas para masificar las denuncias de explotación y precarización, como así los hostigamientos y la represión y los procesos de luchas de los trabajadores. Y un fuerte apoyo a los reclamos históricos de una clase trabajadora, que solo tiene por perder su cadenas de opresión.
Inicios
Desde su creación (28/12/1895) por parte de los hermanos parisinos Auguste Marie Louis Nicolás y Louis Jean Lumiére, el cine ha reflejado la vida de la os trabajadores que lo hacen funcionar, que le dan vida a una creación que maravilló a un mundo entero.
No es casual que el primer film exhibido en la historia del cine sea “La Salida de la Fabrica Lumiére en Lyon”. Un cortometraje de 46 segundos, donde se visualiza como salen los trabajadores de la planta.
Uno de los primeros exponentes es Serguei Mijailovich Eizenshtein (más conocido como Serguei Einsestein). Nacido en la ciudad de Riga, el 22 de enero de 1898, y fallecido en Moscú el 11 de febrero de 1948.
Director participe, con su cámara, de hechos históricos trascendentales como la Revolución Rusa (1917) y sus rebeliones previas. Quien imaginaba una sociedad y un régimen comunista muy diferente a lo que planteaba Joseph Stalin. Un régimen que subsidiara a los artistas libres de cualquier jerarquía, contra cualquier burocracia. Contrario a lo que el líder político soviético construía, buscando utilizar al cine como proyección de su propaganda estatal, autoritaria y contrarrevolucionaria.
“La reunión con Stalin se llevó a cabo unos meses después de una decreto del Comité Central del Partido que apuntaba al ministerio de cine y denunciaba una serie de películas entre las que encontraba la segunda parte de Iván el Terrible. Es evidente que Stalin tomó de ese documento sus principales objeciones contra la película. Eisenstein, como ya había sucedido previamente con El Prado de Bezhin, se vio forzado a hacer una autocritica” (Revista Taipie, 07/07/2022).
En el film “El Viejo y lo Nuevo” (1929) explica como el aparato del Estado no pertenece aún plenamente al proletariado. Expresándolo en una escena, donde el protagonista choca con un burócrata del Estado que rechaza su préstamo agrícola. “No creo en el cine-ojo, creo en el cine-puño. Resquebrajar los cráneos con un cine-puño”.
Cuatro años antes, el realizador estrenó una de sus obras más importantes, “El Acorazado Potemkin”. Largometraje que reproduce el motín sucedido en el barco, sobre el puerto de Odesa, durante la semana del 26 de junio de 1905. La enorme lucha de los marineros hambrientos, artos de las paupérrimas condiciones de labor y supervivencia en la nave, da como resultado, que dicha revuelta en altamar se masifique al tocar tierra firme. Que conlleva a un episodio de la revolución en la Rusia zarista de inicios del siglo XX, duramente reprimida por el Ejército Blanco.
Denis Marlón, estudioso de cine, en su análisis del largometraje afirma que “es imposible creer a Einsestein cuando afirma que improvisó la famosa secuencia de la escalera. Está claro para quien la analice con una mirada fría, pero ¿quién es capaz de permanecer calmado ante un fragmento de un lirismo tan convulsivo? Parece que, en realidad, la escalera tenía 120 peldaños. En la película tiene por lo menos seiscientos. Está alternativamente desierta -a excepción de algunos cadáveres- y abarrotada de gente. Uno no logra saber cómo disparan los soldados ni por donde huye la multitud. No hay ninguna continuidad en la acción. Lo cierto es que no se trata de un relato (ni siquiera en un modo épico) de un acontecimiento, sino de una meditación lirica sobre el carácter emotivo de las imágenes, las desarrolla, las abandona, las retoma… como un motivo musical y no signos inteligibles de un acontecimiento que tuvo lugar en un momento dado” (Infobae, 12/05/2018).
Film analizado y bastardeado por el fascismo. “En la carta abierta a Joseph Goebbels, Ministro de Propaganda de Adolf Hitler, Eisenstein responde a las alusiones a El Acorazado Potemkin en dos de los discursos brindados por el ministro a los trabajadores del cine alemanes (…) “quien no tenga una cosmovisión sólida podría hacerse bolchevique al ver este film. Esto muestra con claridad que la tendencia política puede ser incluida con maestría en una obra de arte, e incluso la peor tendencia puede ser propaganda, es esto se hace con los medios de una obra de arte excepcional”” (Revista Taipei, 07/07/2022).
Mismo director, en el mismo 1924, presentó “La Huelga”. Iniciada con una frase célebre del líder bolcheviche, Vladimir Lenin “La fuerza de la clase obrera es la organización. Sin organización de masas, el proletariado es nada. Organizado es todo. Estar organizado significa unidad de acción, unidad de actividades prácticas”. El film relata el reclamo de los trabajadores de una planta fabril rusa, también en los movilizados 1905. Exigiendo mejoras salariales y en las condiciones de labor. El accionar de espías y rompehuelgas, llevados por la patronal, y la posterior represión del ejército.
En palabras del propio director “llevamos colectividades y masas en acción a la pantalla, en contraste con el individualismo y el triangulo dramático del cine burgués”.
Mártires de Chicago – 1ro de Mayo
No será solo la revolución rusa (1917) la musa inspiradora de importantes creaciones cinéfilas. El primero de mayo es una fecha que ha quedado grabada en los anales de la clase obrera, en la lucha por la defensa de las reivindicaciones, que han costado sangre obtenerlas. Y en conmemoración a aquellos y aquellas que dieron sus vidas, movilizados contra un régimen barbárico, el mejor homenaje ha sido seguir levantando sus banderas, y llevarlos a la pantalla grande.
Si tomamos como punto de partida el levantamiento obrero de Haymerket, en el mes de mayo de 1886, y el posterior juicio (super) express, que culminó con el asesinato de ocho lideres huelguistas norteamericanos, podemos encontrar una importante cantidad de documentales, que describen los sucesos, el pliego de reclamos, que hoy, a 138 años se mantienen con total vigencia, como la jornada de trabajo de ocho horas. En estos más de 130 años, el cine mundial ha intervenido fuertemente en las luchas obreras.
Tiempos Modernos (1936). Charles Chaplin, en una excelente tragicomedia muestra las paupérrimas condiciones de labor y supervivencia, que sufría la clase obrera industrial, en plena depresión económica de 1929.
Film con casi 90 años de antigüedad, y vigencia en su mensaje escenificado como un trabajador industrial (protagonizado por el propio Chaplin) que culmina inmerso en la propia maquinaria, como un engranaje más. E incluso, como termina siendo descartado, como un simple tornillo roto o fusible quemado. Como repercute en su salud física, y en especial psiquis.
Pero sin abandonar nunca la fuerza de lucha de la clase obrera. Pese a ser un largometraje blanco y negro, y mudo, puede distinguirse bien como el protagonista toma una bandera roja, y jugando con el absurdo y las “casualidades” termina encabezando una movilización, en las calles próximas a la planta fabril. Que a los pocos metros es duramente reprimida por la policía, el brazo armado del Estado Burgués.
Escenas que demuestran, como todo su film (y toda su carrera) su clara definición política, como denunciante de las consecuencias que provoca el régimen capitalista, en crisis, en tiempos de guerras imperialistas. Como un “régimen que alienta las matanzas en masa mediante las guerras y las armas de destrucción masiva” mensaje expresado con el estreno de El Gran Dictador (1940).
Pese a declararse “Traficante de la paz”, junto a varios artistas e intelectuales dio su apoyo, en plena Segunda Guerra Mundial, a la Unión Soviética. Acción que le costó ingresar en listas negras, y al rehusarse a comparecer ante el Comité de Actividades Antiamericanas (acusado de comunista) termina siendo deportado de Estados Unidos, a finales de la década de los 40.
Para misma época, se estrena Que Verde era mi Valle (1941). Melodrama de Orson Wells, Herman J. Mankiewicz y un gran elenco, encabezado por Gary Cooper. Retrata las precarias condiciones de labor de los mineros galeses durante la última parte del siglo XIX. Como la baja de salarios provoca la necesidad de organizarse sindicalmente, y con ella la aparición, el surgimiento, en la mina, a partir del debate entre los trabajadores, del Socialismo, como ideología política de independencia de clase. Dando por tierra a cualquier pensamiento de que los levantamientos obreros de inicios del siglo XX en gran parte del viejo continente, no son resultado de sucesos espontáneos.
“El mundo se descompone inevitablemente y tarde o temprano llegaremos al punto desde donde Huw habla y distiende su abandono. La pasión que alimenta su recuerdo nace de una contemplación del paisaje humano que contrasta un exceso de materialidad misma de los edificios de la comunidad, cuya permanencia los condena a durar más que los individuos que les dieron vida: hay posiciones que marcan las paredes, hay palabras que todavía se escuchan en el rechinar de la madera. Es imposible ver las almas de los muertos en las casas donde su existencia tuvo lugar y no añorar otro tiempo, a la vez que se confirma la distancia que nos aleja de este en la cualidad envejecida de los edificios” (Audiencias Cine, 18/05/2020).
La Sal de la Tierra (1954). Herbert Biberman lleva al celuloide un hecho sobre bases reales. Inicios de la década de los cincuenta (1951). Una mina de Zinc, ubicada en Bayard, Nuevo México (Estados Unidos). El relato de los obreros inmigrantes que denuncian y reclaman la violenta discriminación en sus sueldos, en comparación a los trabajadores de origen anglosajón. A la par, uno de los primeros manifiestos cinéfilos por la emancipación de la mujer trabajadora.
Estrenada en 1954, pero puesta en las salas recién más de una década después (1965) a causa de censuras estatales, en defensa de los mandamases empresariales de la industria minera. La película fue acallada y sus creadores perseguidos e ingresados en listas negras del Comité de Actividades Antiamericanas del senador Mc Carthy. Su actriz protagonista (Rosaura Revueltas) fue deportada a México. A la par, se abrieron investigaciones, por parte del FBI, sobre gran parte de los intérpretes, que les costó el fin de su carrera actoral.
“…un drama social realista, contundente, con recursos tan insólitos como la voz en off femenina que abandera la lucha social general y la de las mujeres, en particular. Una obra necesaria, una crónica solidaria en lo colectivo y lo personal, histórica en el desarrollo de la industria y política por su afrenta a la caza de brujas, y como patrimonio cinematográfico debería formar parte de esa educación de la mirada que asusta a muchos poderes” (El Correo, 22/07/2022).
Italia: Neorrealismo y lucha contra el fascismo
Surgido de la post segunda guerra mundial (a partir de 1946). Fue un movimiento cinematográfico que posó la lupa de la cámara en la crisis política, financiera, social y humana que dejó la campaña belicista imperialista, y los regímenes dictatoriales, comenzando por los Camisas Negras de Benito Mussolini (1922-1944). En 1948 llega al poder la Democracia Cristiana, y desarrolla una fuerte censura ideológica y financiera, disgregando al Neorrealismo, repercutiendo en una modificación en las temáticas. Pasando de lo social a lo individual.
Luchino Visconti, director y representante de esta corriente, afirmaba que “El cine debe retratar la realidad, pero también debe transmitir una visión personal del mundo (…) El cine es un espejo en el que podemos vernos a nosotros mismo a nuestra sociedad (…) El cine es un arte que requiere pasión y compromiso para transmitir la verdad (…) El cine puede ser una forma de resistencia política y social, de denuncia y de reflexión (…) El cine puede ser una forma de escapar de la realidad, pero también puede ayudarnos a comprenderla mejor (…) El cine es una forma de eternidad, una menara de dejar una huella en el mundo (…) El arte es una forma de resistencia frente a la opresión y la injusticia”.
Ladrón de Bicicletas (1949). Vittorio De Sica retrata la empobrecida Roma post Segunda Guerra Mundial. La historia narra cómo un hombre humilde y su hijo buscan su herramienta de locomoción (que les fue hurtada), necesaria para poder ejercer sus labores diarias. “Cuando Antonio y su hijo deambulan por la ciudad, sin saber qué hacer, se vuelven sensibles a todo lo que pasa y se entretienen con cualquier observación (…) Las multitudes van apareciendo por todas partes en El Ladrón de Bicicletas, todas esas personas, especialmente hombres dedicados al rebusque, sugieren que hay una realidad errante subyacente en la sociedad, en lo cotidiano (…) De Sica nos plantea la opción de detenernos en la imagen como tal, dejando que seamos videntes, que veamos más allá de la acción, que participemos, que nos liberemos de la dictadura de la imagen acción, de los esquemas preconcebidos. Nos hace una invitación al humanismo sincero, a la cercanía con el otro” (Revista El Espectador Imaginario, Nro. 38, diciembre 2012).
En Los Compañeros (1963) Mario Monicelli describe la huelga de los obreros de una planta textil de Turín (Italia), a finales del siglo XIX, en reclamo por la reducción de la jornada laboral. El largometraje hace una crítica a los intelectuales revolucionarios, que solo se quedan con el discurso, superados por la acción directa de los trabajadores, quienes al ver el rechazo a sus reclamos, desarrollan piquetes en las vías férreas, impidiendo la llegada de carneros y rompehuelgas. Demostrando la vigencia histórica del método piquetero en la clase trabajadora mundial, pese a que agrupaciones y personalidades políticas de ultra derecha (en Italia, Argentina e importantes lugares del globo), disfrazadas de “modernas” buscan poner el “palo en la rueda”.
“La tragedia de los obreros de Turín es contada con humor, para mostrar que existen esperanzas de una mejor vida y que las personas asumen diferentes actitudes frente a sus problemas comunes: cobardía, decisión, sagacidad o picardía” (Cine y Literatura, 20/08/2020).
1971 será el año de estreno de La Clase Obrera va al Paraíso. Dirigida por Elio Petri, describe las paupérrimas condiciones de labor en una fábrica italiana. Contada por un trabajador, que de forma accidental toma la tarea como delegado gremial.
“La Clase Obrera va al Paraíso es una película no solo visualmente poderosa y visionaria, sino que también lo es temáticamente, anticipando muchos de los conflictos y problemáticas que están en boga hoy día. El consumismo presentado lateralmente y por lo tanto sutil y poderoso, como forma inteligente de esclavización del hombre y su consciencia como manera de llevarle a la locura por ende al suicidio colectivo, de todo un grupo humano (…) La crítica feroz es dirigida a los que sucumben. Al obrero, la mujer que niega su condición de explotada porque trabaja y quiere ser libre. En definitiva, Petri carga contra el mito del buen obrero, contra esa ingenuidad de ciertas capas del obrerismo que apelan al dialogo y que venden cualquier mínima limosna laboral como victoria de clase” (Cine Maldito, 04/05/2015).
Novecento (1976). Obra de Bernardo Bertolucci. En 300 minutos, narra, a partir de la vida de Olmo Dalco (Gerard Depardieu) joven de origen humilde, familia trabajadora de la tierra y el campo, y Alfredo Berlinghieri (Robert De Niro) nieto del patrón de la estancia; se inmiscuye en al devenir de la lucha de clases, y de la propia historia contemporánea italiana.
Un movilizado inicio de siglo XX, marcado por el advenimiento de levantamientos populares, y el incremento de la acogida obrera y campesina al comunismo, a partir de la experiencia rusa del 17. La Primera Guerra Mundial y la posterior aparición de las garras del fascismo. La represión, sumada a la Segunda Guerra Mundial. Como medio para aplacar un proceso revolucionario en el país y el continente.
“Bertolucci logra mostrar con vigor y convicción la miseria de los campesinos, el caciquismo, la ilusión y esperanza del pueblo por el Socialismo. Relata cómo germina la semilla del fascismo, refleja como nadie la crueldad de los “Camisas Negras”, la importancia y precocidad del sexo en el mundo agrario, las condiciones de vida y trabajo del campo, el papel de la mujer como trabajadora agraria, la denuncia de la guerra imperialista mundial, la evolución de las reivindicaciones obreras y sus objetivos históricos, y como se acumula el odio en el pueblo hacia el fascismo” (Kaos en la red, 04/12/2018).
Así lo denuncia Olmo, demostrando ser la clase trabajadora quien se puso a la cabeza de la lucha contra todo régimen anti derechos y fascista a nivel mundial. “Los fascistas no son como los hongos, que nacen así en una noche, no. Han sido los patrones los que han plantado los fascistas. Los patrones han ganado cada vez más, hasta no saber dónde meter el dinero. Y así inventaron la guerra, y nos mandaron a África, a Rusia, a Grecia, a Albania, a España. Pero siempre pagamos nosotros ¿Quiénes pagan? El proletariado, los campesinos, los obreros, los pobres”.
Levantando las banderas rojas, el film esboza también una crítica al Partido Comunista Italiano (PCI) y la función del estalinismo de mantener a la burguesía en el poder. Votado, inclusive por el propio Quinto Congreso del PCI en 1946, que para aquel entonces contaba con más de 1,7 millones de militantes, y no puso como consigna principal, la lucha por el poder, dando paso (acompañando) a variantes demócratas burguesas, post régimen de Mussolini.
Trilogía del Proletariado
Tres obras de arte creadas por el finlandés Delaki Kaurismaki. Donde analiza y relata los devenires de una sociedad, o mejor dicho una humanidad en crisis. Contado desde la visión de la clase trabajadora y explotada.
Comenzando por Sombras del Paraíso (1986). Nikander, camionero recolector de residuos, que ve una noche, como su compañero de trabajo fallece en un accidente de trabajo. A la par, conoce a Ilona, cajera de un supermercado, con quien teje una relación amorosa.
Dos años más tarde, estrena Ariel (1988). La historia de un minero injustamente encarcelado por un crimen que no cometió. Prisión de la que logra escapar, con sus repercusiones (propias y ajenas de ser un perseguido por la ley). Film que denuncia como la justicia es desigual contra las clases más humildes.
Y en 1990 cierra la saga con La Chica de la Fábrica de Cerillas. La vida de Iris, una joven obrera productora de fósforos. El relato de la explotación laboral, y las penurias en su vida familiar y social.
“Esta trilogía se ubica en la Finlandia de los años 70, caracterizada por políticas que provocaron situaciones de despidos y Kaurismari opta por reflejar la realidad melancólicamente de los que fueron perdiendo derechos (…) Pero, como en todos sus films, sus personajes resisten de forma tal que no es posible ver a ninguno de ellos llorando a pesar de todas sus congojas. No obstante, se encuentran con empatía y solidaridad en otros semejantes” (Miradas y Lecturas, agosto, 2010).
Germinal (1993). Sobre la base a de la homónima novela de Émile Zola (1885), el film de Claude Berri, y con un importante elenco, como Miou-Miou, Pierre Renaud y Gerard Depardieu, retrata la huelga minera del carbón en Voreux, al norte de Francia. Denunciando las inhumanas condiciones de trabajo. Y la respuesta de la patronal, y el Estado, reprimiendo ferozmente, y militarizando el yacimiento y las barriadas obreras próximas.
“Las causas que generan una huelga son diversas, algunas de ellas son calificadas como legales por la ley y otras como se da cuenta de las duras condiciones de trabajo en la mina: jornadas de catorce horas, bajos salarios, enorme riesgo de accidentes laborales, empleo de menores y mujeres sin cobertura social (sanitaria, invalidez, pensiones)” (Misión Política, 23/06/2020).
Argentina
Nuestro país también posee un interesante historial de películas que hacen referencia a la historia de la lucha de los trabajadores. Del avance y la obtención de derechos, gracias a la movilización popular.
Vale, simplemente como recordatorio, que el 23 de mayo se conmemora el día del cine nacional. Aniversario de la proyección del primer film argentino, La Revolución de Mayo (1909) en el Teatro Ateneo. A 111 años de aquella presentación, el cine argentino corre serio riesgo de desaparición. Ya que el gobierno ultraderechista de Javier Milei tiene en la mira el cierre del Instituto Nacional del Cine y las Artes Visuales (INCAA) productor y financiador gran parte de las realizaciones. Como así también las salas Gaumont (Kilometro Cero). Una política que busca, no solo destruir el séptimo arte nacional, sino también a la cultura en su conjunto, abriendo el “mercado” solo a productores capitalistas que buscan maximizar su inversión (incluyendo las cadenas imperialistas internacionales).
Uno de los largometrajes más significativos, en su mensaje político y social, dentro del cine nacional, es Las Aguas bajan Turbias (1952). Basada en la novela El Río Oscuro, de Alfredo Varela, Hugo del Carril, tanto director, como productor y actor protagónico, describe la historia de los hermanos Santos y Rufino Peralta, quienes se emplean en la cosecha de yerba mate en el Alto Paraná (Entre Ríos). Las condiciones paupérrimas de labor, al igual que los salarios miserables, llevan a sus obreros a organizarse en sindicatos, y desarrollar un importante cese de tareas.
A más de setenta años de estrenada la película, su vigencia es exorbitante. Los cosecheros yerbateros siguen en condiciones laborales esclavas, encerrados en paupérrimas y humildes casillas, por parte de patrones, que desde hace décadas recaudan millones de ganancias a costas de vidas obreras.
“Las aguas bajan turbias sigue hoy vigente en cada denuncia por los desmontes, en el pedido de una ley de humedales, en la contratación de mano de obra inmigrante en las peores condiciones. Forma parte de la denuncia al pliegue entre el desguace extractivista y la explotación ilimitada de las personas” (Página 12, 06/10/2022).
El Cordobazo (1969) fue una de las rebeliones obreras y estudiantilesmás importante que ha vivido el país. Que ha quedado plasmada en la historia de las grandes populares. Quienes lo vivieron, pero también quienes no. Grabado en poemas, cuentos, relatos, ensayos, novelas y también películas.
Lxs Desobedientes (2022). Alicia, una trabajadora del servicio de trolebuses, se involucra de forma accidental en una rebelión contra un régimen dictatorial. Misteriosamente se une a un grupo clandestino, tomando las banderas del Cordobazo. “Mi padre, ya en 1961, pertenecía a un gremio combativo. En la revuelta de mayo de 1969 estuvo en la calle, y del 76 al 82 preso político de la dictadura militar argentina (…) Me gusta definir Lxs Desobedientes como una película de ciencia ficción con material de archivo. La historia transcurre en una Córdoba futura, pero se mezcla con las imágenes y sonidos de las revueltas populares de fines de los 60. En pantalla, entonces, El Cordobazo es recuerdo y simulación futurista, reflexión sobre los que ya ocurrió y también aquello que podría (volver a) ocurrir” afirma Nadir Medina, directora del mediometraje.
¿Cuál fue el papel de la mujer trabajadora en la revuelta popular más importante que vivió el país, y terminó con el gobierno militar de Onganía? Ayuda, para poder responder esta pregunta el documental Brujas del Cordobazo (2022). Documental que homenajea a las mujeres, presentes en las jornadas de lucha del 29 y 30 de mayo de 1969 en la Docta. “Lo interesante es que pusimos en discusión y fuimos capaces de romper con los mandatos, en la medida en que ejecutamos ese protagonismo, esa participación política, sin pedirle permiso a nadie. El hecho particular en la vida pública empezó a romper con los mandatos, con esas tradiciones, los roles establecidos” afirma Soledad García Quiroga, activista de la revuelta cordobesa.
Al año siguiente se estrena el documental Quémenlos. En el mismo, Adrian Jaime recopila material de archivo de entre 1966 y 1970. Centrando su búsqueda en los sucesos vividos en Córdoba, en el mes de mayo del 69.
Conversando con periodistas, Jaime explica que el film “…es una construcción con mucha investigación histórica. Las imágenes revelan ese proceso histórico de resistencia del movimiento estudiantil en un comienzo, al onganiato, y después el acople del movimiento obrero en solidaridad con los estudiantes y, a partir de las políticas económicas y sociales que Onganía intentó implementar. Esa rebelión conjunta de ambos sectores en Córdoba hizo eclosión y, al mismo tiempo, en el resto del país hubo focos similares de resistencia a los de Córdoba. No tanto como allí se dio, pero en todo el país se gestó una enorme resistencia al onganiato”.
Los Traidores (1973). Film dirigido por Raymundo Gleyzer, sobre la base del cuento La Victima de Proncet. Relata la vida de un dirigente sindical peronista, que en 1960 es electo delegado de base, y su ascenso en las estructuras gremiales, de espaldas a sus compañeros, transformándose en burócrata.
“Los Traidores interpela al presente. A la actualidad. A los sindicalistas que traicionaron a sus compañeros. En aquel entonces la referencia más clara era José Ignacio Rucci. Lo único que ha cambiado son los nombres (…) La ficción de Raymundo Glayzer tiene una decena de imágenes memorables: las negociaciones entre el líder sindical Barrera y la patronal, los argumentos que Barrera le da los trabajadores para que acepten ser despedidos sin reclamar las indemnizaciones, un aborto clandestino, el doctor que hace desnudarse a las chicas para entrar a trabajar una fábrica, la tortura que le aplican a un militante, el velorio de Barrera con discursos tan hilarantes como realistas y los vínculos que construyen los sindicalistas con el gobierno militar y hasta con la embajada de Estados Unidos. O la escena (…) de una asamblea falsa en la que todo está decidido con antelación” (Revista Crítica, 13/06/2016).
Cabe recordar que Raymundo Gleyzer fue secuestrado por la dictadura cívico militar, el 27 de mayo de 1976. Fiel representante del cine militante y contestatario. El reclamo de memoria, verdad y justicia sigue más vigente que nunca. Enfrentando a un gobierno facho libertario que levanta las banderas del negacionismo.
Al año siguiente se estrena La Patagonia Rebelde. Film dirigido por Héctor Olivera, también conocido por históricos filmes como No habrá más penas ni olvido (1983) y La Noche de los Lápices (1986) entre otras.
Con un grandioso elenco (Federico Lupi, Héctor Alterio, Pepe Soriano y Luis Brandoni). Basada en el libro Los Vengadores de la Patagonia Trágica, de Osvaldo Bayer. Retrata los primeros años del siglo XX en la Argentina. Un país que debido al ingreso de inmigrantes europeos, perseguidos por el hambre y la guerra, no solo traen la experiencia laboral, sino también el Socialismo y Anarquismo. Y con ello las primeras organizaciones de trabajadores.
Será entre 1920 y 1922 que los trabajadores patagónicos, hartos de las pésimas e inhumanas condiciones de trabajo, se rebelan contra los patrones de estancia. El film muestra como van creciendo los mítines, asambleas y piquetes de huelga. Y como es reprimido duramente por parte del Estado, a pedido de la oligarquía terrateniente, mandado hacer por parte del gobierno de Hipólito Irigoyen (UCR: Unión Cívica Radical). Se calculan más de 2000 obreros asesinados.
Los levantamientos obreros sucedidos en el sur del país no son aislados. Se enmarcan en un conjunto de luchas que se dan también en Buenos Aires, La Plata, Rosario, Córdoba. Donde se puede hacer memoria de la Semana Trágica y la Huelga de Inquilinos por nombrar hechos históricos, de aquellos años. Todos respondidos con represión y muerte.
Entre film y realidad (actual) se produce una contradicción, o juego de destino que cabe la ocasión nombrar. Quién representa a Antonio Soto, joven obrero y militante anarquista es Luis Brandoni, hombre de la UCR que apoya abiertamente al anti derechos de Milei. Mientras que al masacrador Héctor Benigno Varela, lo interpreta Héctor Alterio, hombre defensor del anarquismo.
“Con el dramatismo que comienzan las primeras imágenes, es lo que luego vivió la mayoría de la sociedad argentina con el golpe militar de 1976: persecución, tortura, desaparición y muerte. La película nos recordaba que había sucedido en el sur del país, desconocido, y nos anticipaba lo que vendría: represión y venganza, el terrorismo de Estado” (Diario El Independiente, 18/01/2019).
Para el mismo 1974, plena Triple A, represión policial y parapolicial dirigida por el peronismo, realizadores del cine nacional social, juegan sus vidas desarrollando films como La Patagonia Rebelde y Quebracho. Film de Ricardo Willicher, que también relata la lucha de los obreros del campo, en el interior del país. En esta ocasión, el levantamiento de los trabajadores hacheros de quebracho colorado, en el norte santafecino. La Forestal es la firma británica principal en la explotación, entre 1918 y 1945. Reclamos gremiales ante las condiciones de labor, próximas a la esclavitud, respondidas por burgueses y su Estado, con represión salvaje.
El largometraje retrata dos momentos en la lucha de los trabajadores. Por un lado, entre 1914 y 1918, marcado por la Primera Guerra Mundial y la revolución bolchevique. “Descubrimos también como, en alguna época la labor del sindicalista fue noble y se mostraba sinceramente comprometida con la causa del trabajador: en Quebracho es el jefe sindical quien aporta los instrumentos para lograr las mejoras laborales; con clases comunitarias, dentro de una comunidad casi analfabeta, se les enseña que el camino de la liberación va de la mano de la educación, que el sometimiento se halla en la ignorancia y en la incapacidad de discusión con los patrones” (Fernando Perales, Word Press). La segunda parte, con inicios en la década de los 40. Con la aparición de un personaje que busca utilizar el conflicto, como herramienta para desarrollar carrera política, con ambición de poder. Pero fuertemente aislado del avance de las reivindicaciones obreras. Alusión crítica a la burocracia sindical, y la figura de Juan Domingo Perón, ajeno a la clase obrera, llega a convertirse en líder, y bautizado como “el primer trabajador”.
Tanto La Patagonia Rebelde como Quebracho, al igual que un extenso listado de centenares de películas, son prohibidas por el Proceso de Reorganización Nacional, entre 1976 y 1983.
Tiempo de Revancha (1981). Dejando de lado el histórico insulto de Federico Lupi. Dirigida por Adolfo Aristarain, censurada por la última dictadura cívico militar, el film relata las vivencias de Pedro Bengona (Lupi) ex sindicalista, obrero de una minera multinacional. Quien junto a su compañero, Bruno Di Toro (Ulises Dumont), realizarán una explosión, que parezca un accidente de trabajo, y así engañar a la patronal. Sucede que la empresa se niega a pagar indemnizaciones por despidos, que terminan en los famosos juicios laborales. Lo que hoy la gestión Milei lo define como “negocio”.
Lo hecho por los trabajadores termina provocando que se destape un fenomenal negociado, un fraude millonario, por parte de los directivos de la firma.
“…una alegoría a la represión y el estado de violencia durante la última dictadura militar. Según esta mirada, la madurez de Bengona sería el símbolo de una sociedad silenciada y acobardada por el miedo (…) Por su parte la multinacional Tulsaco representaría a la propia dictadura, y el encierre del protagonista en el hotel refería a los secuestros clandestinos” (Clarín, 25/07/2021).
En 2015 se estrena un documental, basado en una entrevista a un dirigente obrero de alto renombre al momento de hablar de clasismo en la Argentina. Preguntas a un Obrero que Lee. Film dirigido por Hugo Colombini. Terminado el Cordobazo, los operarios de la planta automotriz Fiat expulsa a la burocracia sindical de SMATA, y abre el camino a nuevas direcciones obreras en los gremios (Sitrac y Sitram). Cuarenta años después, Gregorio Flores, dirigente de dicho levantamiento obrero, junto a un conjunto de compañeros de lucha, relatan los sucesos de aquellos años, y sus enseñanzas, tanto para ellos como para el conjunto del proletariado argentino. “Lo que tenía que hacer acá era capacitarme, comprender que acá la sociedad si no la dirigen los trabajadores, la dirigen las patronales” afirma Flores en una escena del film.
El movimiento piquetero no puede quedar afuera de este análisis cinéfilo. Desde hace más de tres décadas que las organizaciones piqueteras juegan un papel activo en la organización y la lucha por la obtención de las reivindicaciones básicas, el alimento, la vivienda, la supervivencia de miles y miles de familias, ante las medidas de ajuste y precarización barbárica a la que nos llevan los gobiernos, títeres de las grandes patronales (nacionales e internacionales).
En este sentido, para aquellos revoltosos 2001, el grupo de cine militante El Ojo Obrero presenta Un Fantasma recorre la Argentina, Piqueteros. Documental, con entrevistas y videos del momento, que diferencian a la actual situación social. Allí relatan la historia del movimiento de trabajadores desocupados. Resultado de las políticas privatistas y ajustadoras, arrastradas desde la dictadura cívico militar, y potenciadas en los 90 menemista.
La organización piquetera en las barriadas, cumpliendo funciones que no hace (desde hace mucho tiempo) el Estado. Como sostener comedores y merenderos, alimentando a miles y miles de personas. Hoy en tema de debate nacional, desde la puesta a la luz los chanchullos del Ministerio de Capital Humano, de Sandra Pettovello, y miles de toneladas que comida que se pudren en los depósitos y la feroz represión y persecución contra las organizaciones piqueteras, especialmente al Polo Obrero.
Para misma época también se estrenaron documentales como Diablo, Familia y Propiedad, Agua de Fuego.
Todos ellos relatan los levantamientos populares sucedidos en Salta y Cutral-Co, como así también la Asamblea Nacional de Trabajadores de La Matanza, realizada en julio de 2001, a menos de medio año del Argentinazo. Demostrando que los sucesos del 19 y 20 de diciembre de 2001 no fueron aislados ni espontáneos.
¿Quién Mató a Mariano Ferreyra? Film dirigido por Alejandro Rath y Julián Morcillo. Estrenado en abril de 2013, menos de tres años después del crimen. Sobre la base del homónimo ensayo investigativo del periodista Diego Rojas, retrata la vida de Mariano, su lucha militante en el Partido Obrero de Avellaneda, y su asesinato, por parte de la patota de la burocracia sindical de la Unión Ferroviaria, en el barrio porteño de Barracas, en la mañana del miércoles 20 de octubre de 2010.
Con un importante elenco, encabezado por Martín Caparros, Lucía Romano, Enrique Piñeyro, Iván Moschner, Leonor Manso, Soledad Villamil y Barbara Mastronardi, entre otros. Jugando entre documental y ficción (de hechos reales, con protagonistas de los sucesos) el film describe, como era Mariano, sus gustos, su personalidad, su cotidianeidad. Su compromiso militante, de bien joven, en la construcción de una alternativa obrera y socialista. Retratado por sus familiares, amigos y compañeros. Provocando la emoción a flor de piel.
A la par, la película describe el enorme negociado de la privatización de los ferrocarriles. Su desguace. Desde el famoso “Ramal que para, ramal que cierra” del menemismo, hasta ese momento. Altamente vigente, en tiempos de intento (por parte del gobierno de Javier Milei) de reducción de personal en todas las líneas férreas y reprivatización. A la par, describe el fenomenal negocio de la tercerización laboral, de la cual gobiernos “nacionales y populares” y burocracia sindical explotaron, precarizando en las condiciones de labor y salariales.
Entrevistados por Ñ, la revista cultural de diario Clarín (03/04/2013) sus realizadores afirman que “Nosotros empezamos a grabar la misma tarde que mataron a Mariano, en una concentración en Corrientes y Callao (…) Lo primero que produjimos fue Mariano Presente, un corto que vieron 60 mil personas en Plaza de Mayo (…) La tragedia de Once puso al desnudo nuevamente que el gobierno había cambiado su sistema de subsidios y que nunca realizaron controles sobre como gastaban ese dinero las empresas. Es importante esclarecer esos negociados y sus responsables para que no sigan ocurriendo tragedias”.
El largometraje se terminó de grabar y editar mientras eran juzgados los responsables materiales e intelectuales del crimen de Barracas. Que llegó a la condena de prisión perpetúa a José Pedraza (el burocrático Secretario General de la Unión Ferroviaria, responsable de armar la acción criminal), y altas condenas para sus socios y barrabravas. Resultante de la importantísima movilización popular. Tal es así, que el secretario general fallecerá encerrado en una benévola “prisión domiciliaria”. Aun queda pendiente el juicio y castigo a los responsables políticos y policiales. Comenzando por integrantes del ejecutivo nacional (para aquel entonces gobierno de Cristina Fernández) quienes, a primer momento, acusaron al Partido Obrero de “tirarse muertos”. Encubriendo a la patota asesina, liberando la zona y tercerizando la represión a los luchadores.
Así como Darío y Maxi han queda grabados en la retina y memoria del pueblo, ante la masacre de Avellaneda (2002). Lo mismo sucedió con Mariano. Y en ello ayudó este film.
40 Balas: El Caso Fischer y Bufano (2015) Documental de Ernesto Gut y Dionisio Cardozo, que describe la vida, lucha y crimen de Jorge Fischer y Miguel Ángel Bufano, activistas fabriles y destacados dirigentes militantes de Política Obrera (nombre anterior del Partido Obrero). Masacrados por la Tripe A de Perón y López Rega.
“…Cuarenta Balas propone, al narrar la historia de vida de estos militantes socialistas (que eran entre ellos, además, dos grandes amigos), acercarse a comprender a toda una generación de luchadores en un plano intimo y también más general, analizando particularmente las agudas tensiones de un periodo fundamental de nuestra historia reciente” (XIIº Festival Internacional de Cine Político, 2023).
Valiéndose de videos, fotografías de archivo, y jugando con un collage entre retratos y dibujos, efectuando entrevistas a familiares, amigos, compañeros de trabajo y lucha, los realizadores logran un fresco relato de una situación política y social que vivía en aquellos fines de los 60 e inicios de los 70. Donde el Mayo Francés y el Cordobazo reavivaron el fuego, el alza en los levantamientos populares. Como dijeran Los Olimareños “Con un arriba nervioso. Y un abajo que se mueve” (Cielito del 69). Marcando la conciencia de lucha de una vanguardia obrera, que harán historia importante en la lucha de clases del país. Cómo respuesta, por parte de la burguesía y su gobierno de turno, aplicaron su receta cotidiana, la represión. Creando en 1973 (tercer gobierno de Juan Domingo Perón) la Alianza Anticomunista Argentina (AAA) organización parapolicial a cargo de aplacar, con plomo y sangre, las revueltas obreras y estudiantiles en curso.
El largometraje describe, tanto anécdotas, las personalidades y la actividad como referentes obreros de Miguel y Jorge. Ambos comenzaron a militar de jóvenes (en 1969 y 1970) en sus colegios secundarios, integrando la Tendencia Estudiantil Revolucionaria Socialista (TERS). Post Cordobazo ingresan a trabajar a la fábrica de pinturas Miluz, ubicada en Villa Martelli, zona norte del GBA. Planta, donde sus operarios eligieron a Fischer como delegado general. Y ocupada, contra el Pacto Social y la represión.
Como bien lo expone la película, el viernes 13 de diciembre de 1974, Fischer y Bufano, con 25 y 23 años de edad respectivamente, fueron obligados a descender del colectivo (línea 67) a la salida de la fábrica. Transporte que tomaban de forma habitual, e introducidos a coches civiles, por parte de fuerzas policiales. Dos días más tarde, sus cuerpos serian encontrados en un descampado de la ciudad de Avellaneda. Secuestro y crimen orquestado por las patronales de Miluz, la burocracia sindical y el Estado.
Así como “¿Quién Mato a Mariano Ferreyra?” muestra la tercerización de la represión a cargo de patotas a sueldo de las burocracias sindicales, con el aval del Estado, 40 Balas nos hace recordar el accionar criminal del peronismo, buscando aniquilar al clasismo en alza. La huelga general de 1975, contra el Rodrigazo, demostró que no lo lograron.
Como parte de su estreno, entrevistado por la agencia de noticias Telam, Gut afirma que “Nos interesó abordar este caso porque no se sabía mucho sobre el asesinato de dos obreros defensores de su clase ni sobre una época de la que no se habla mucho por las contradicciones y tensiones que la marcaron (…) Superada la dictadura quedó un poco desdibujado el hecho de que en un periodo democrático tuvo lugar el terrorismo de Estado, cosa que es triste pero que es necesario tomar en cuenta”.
Sergio Bufano, escritor, periodista y hermano de Miguel, publica en diario Perfil (09/12/2017) “…investigar, no se investigó nada. Lo sabemos. El papel del sindicalismo peronista entre 1973 y 1976 ha quedado sumergido en vaya saber que archivos. Y eso que mataron, eh, mataron sin que les temblara la mano, al amparo de políticos y miembros de un poder ejecutivo que hubieran merecido un castigo como el que recibieron los militares de la dictadura”.
A poco de cumplirse 50 años de estos aberrantes crímenes a la clase obrera, así como en 1975, el Primer Congreso Nacional de Política Obrera lo hiciera, el XXIX Congreso Nacional del Partido Obrero, votó (en su inicio) la presidencia honorifica en memoria a estos dos grandes representantes del clasismo revolucionario.
40 Balas nos brinda una historia, que no es la única en aquellos años oscuros, pero que es muy importante darles luz. A medio siglo, los responsables políticos y materiales (en muchos casos fallecidos) no han pagado por sus culpas.
La lucha de Fischer y Bufano, como así también la de Mariano, siguen más vigentes que nunca. Por nuevas direcciones clasistas, y barriendo a las burocracias de los sindicatos. Desterrando a los regímenes de explotación, precarización y barbarie capitalista. Por un gobierno de los trabajadores.
La historia del mundo, en el último siglo y medio se ha marcado por la lucha de clases. El agotamiento del sistema capitalista se manifiesta en crisis crecientes y recurrentes, superexplotando a los trabajadores y a los pueblos, creando nuevas guerras por un lado, y por el otro lado, trabajadores que rompen las cadenas de la opresión, y van a la lucha por sus derechos y pueblos que protagonizan rebeliones y revoluciones. El cine, con films de ficción (sobre la base de hechos reales) y documentales, lo ha reflejado notablemente (y debiera reflejarlo más aún). Los largometrajes anteriormente analizados han dejado una marca imborrable, que sirven como relato histórico, para actuales y futuras generaciones.
El fuego no se apagó, sigue, más que nunca, vivo. En tiempos de gobierno ultraderechista, ultra ajustador y anti derechos en la Argentina, con burocracias sindicales, que desde hace largos años juegan un papel de complicidad con la patronales negreras y flexibilizadoras, que las pelis sirvan como bocanada de aire que lo reavive. Como fosforo que encienda este polvorín.
Viva el cine y su capacidad de concientización popular.