El 31 de julio pasado se cumplieron 50 años del asesinato de Rodolfo Ortega Peña, militante del Peronismo de Base, quien fue acribillado en la noche del 31 de julio de 1974 por la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina) en pleno centro porteño, mientras caminaba junto a su esposa Elena Villagra. Su asesinato buscó interrumpir con la evolución hacia la independencia política de un sector de la vanguardia política y sindical que comenzaba a combatir la derechización del Gobierno de Perón, que “volvió” para terminar con todo proceso revolucionario y de independencia política que se había desarrollado con fuerza en la Argentina desde el Cordobazo.
Su historia militante
Rodolfo Ortega Peña fue un destacado abogado, historiador y militante del Peronismo de Base, reconocido por su militancia en defensa de los presos políticos, de las organizaciones sindicales y de diferentes conflictos fabriles. Durante las sucesivas dictaduras de Onganía, Levingston y Lanusse, trabajó como abogado de cientos de detenidos por causas políticas y de activistas sindicales, al tiempo que colaboró con la organización de las comisiones de familiares de los presos. Ortega Peña ingresó como abogado en la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) de Augusto Timoteo Vandor, donde se acercó a amplios sectores de la clase trabajadora. Entre 1963 y el golpe de estado de 1966, se destacó en la defensa legal de importantes sindicatos como la Asociación Obrera Textil (AOT), dirigida por Andrés Framini y la Unión Tranviarios Automotor (UTA) con la defensa penal de la CGT, encabezada por José Alonso. Su estudio jurídico, fundado en 1962 junto a su compañero Eduardo Luis Duhalde, llegó a defender más de 25 gremios y a tener 2000 juicios laborales en trámite.(1) Uno de los casos más recordados es su defensa de los trabajadores de INSUD, una metalúrgica de La Matanza, enfermos de saturnismo por la gran cantidad de plomo en sangre.
También se destacó por jurar en su asunción como diputado nacional con el grito de “la sangre derramada no será negociada”, haciendo alusión a la masacre de Trelew, ocurrida el 22 de agosto de 1972. Entonces, militantes presos políticos del penal de Rawson que no habían podido huir una semana antes abordando el avión que los llevaría al exilio, fueron sacados de sus celdas y ejecutados fríamente. También ganó importancia por dirigir la revista “Militancia Peronista para la Liberación”, publicación que fue posteriormente censurada por Juan Domingo Perón hacia mediados de 1974. En este sentido, Ortega Peña enfrentó la censura y la prohibición, editando otra revista “De Frente” que poco más tarde volvería a ser clausurada, ahora por orden de la presidenta María Estela Martínez de Perón. La primera revista expresaba el pensamiento de la corriente alternativista dentro del llamado peronismo revolucionario, que mostraba posiciones críticas hacia el gobierno de Perón y la derechización que se estaba desarrollando al interior del movimiento peronista. En la edición N° 205 del periódico Política Obrera (antecesor de Prensa Obrera) se destacaba la figura de Peña señalando que “Ortega Peña fue el único diputado que usó su tribuna parlamentaria para hacerse eco directo de los reclamos de los trabajadores, llevando al seno del parlamento, cómplice con la política anti obrera del gobierno, todas las denuncias, todas las exigencias, que surgían de la lucha proletaria”. (2)
Como muchos de las y los militantes destacados de esa época, Ortega Peña aparece tempranamente en legajos de la DIPBA, donde se da cuenta del seguimiento que realizaron los aparatos de inteligencia sobre el diputado. En dichos legajos de inteligencia puede leerse que “la Asociación Gremial de Abogados – fundada por Peña junto a Duhalde, Mario Hernández, Roberto Sinigaglia, Carlos González Gartland y Mario Kestelboimen 1971-se ha convertido en el aparato infraestructural de las distintas organizaciones armadas clandestinas (ERP, FAR, FAL y Montoneros)”. En particular, se señala a Ortega Peña entre los abogados que se destacan abiertamente por sus actividades en favor de esas organizaciones.También se da cuenta del seguimiento de los aparatos de inteligencia en los días previos y posteriores a los fusilamientos de Trelew, que ubican a Ortega Peña intentando llegar a la Base Naval Almirante Zar antes de la masacre y, luego, dando una conferencia de prensa en Buenos Aires sobre el asesinato de los militantes políticos. (3) Inclusive, para marzo de 1973, la DIPBA registró que Rodolfo Ortega Peña fue uno de los abogados que más insistió sobre la liberación de los presos políticos y que su intención es llevar el asunto hasta los estrados del próximo cuerpo legislativo, y que estaría en su espíritu realizar una manifestación popular sobre la libertad de los presos políticos frente al Congreso de la Nación.
Pero fue por su evolución política, por su ruptura con el liderazgo de Perón y su participación sistemática en los conflictos obreros, en las puertas de las fábricas, ligándose al movimiento obrero clasista, en las Asambleas de Insud, en los piquetes de Panan, en el plenario de Villa Constitución, que fue el blanco elegido por la Triple AAA. Antes de las 6 de la mañana, marchaba junto a los piquetes de huelga de Panam, usando su inmunidad de diputado nacional, para tratar de evitar la represión de los cordones policiales sobre los huelguistas.
Desde el mismo Estado, se impulsaba su persecución: el Ministerio de Educación, resolvió simultáneamente, aplicar “la ley de prescindibilidad a los Dres. Ortega Peña y Duhalde (…) profesores de las facultades de Filosofía y Letras y de Derecho de la UNBA”. (4) Se trataba de una persecución en toda la línea.
El asesinato de Ortega Peña como aleccionador hacia el movimiento peronista que evolucionaba hacia la independencia política y agudizaba su combate contra Perón y el carácter antiobrero del gobierno “nacional y popular”.
No exageramos si afirmamos, como decíamos en 1974, que el asesinato de Ortega Peña fue expresión del proceso de creciente independencia política del proletariado y de los sectores más honestos de la intelectualidad contra la burguesía, y por tanto contra el peronismo.
Hacia enero de 1974, con la agudización de las internas entre la derecha y la izquierda peronista y ocurrida la Masacre de Ezeiza del 20 de junio de 1973, el gobierno de Perón convocó a una reunión con el objetivo de disciplinar a los diputados de la Juventud Peronista, siendo que gran cantidad de ellos se encontraban en desacuerdo con su propuesta para reformar el Código Penal que modificaba las penas de algunos delitos y recrudecía las penas no solo contra las acciones armadas, sino también como amenaza al movimiento obrero en lucha. Allí Perón buscó imponer su autoridad y disciplinar a un sector cada vez más crítico del rumbo derechista del Gobierno, y les planteó la opción: votar a favor o renunciar a su banca de diputado a quienes no estuvieran de acuerdo con el rumbo político del gobierno. Varios diputados que representaban a la Juventud Peronista renunciaron, para no enfrentar a Perón, habilitando así la aprobación de la ley represiva. Ortega Peña, por el contrario, rechazó la intimación de Perón y conformó un bloque unipersonal, que llamó Bloque de Base. “Se trata de una ruptura política con Perón, es decir, con el representante N° 1 de la burguesía anti-obrera. Es nuestro deseo que este paso sea uno en el sentido de la lucha por la independencia obrera, de la lucha por la construcción de un partido obrero, capaz de lograr un combate resuelto contra el Estado burgués, por el gobierno obrero”.(5) Según testimonios de la época, esta decisión habría enfurecido a Perón quien llegó a amenazarlo de muerte.
Pero esto no fue un rayo en el cielo sereno de Ortega Peña. El ya venía desarrollando una actitud crítica a la subordinación política de la Juventud Peronista a la orientación derechista de Perón. En noviembre de 1973, la revista que dirigía Ortega Peña, criticó la participación de la Juventud Peronista en el Operativo Dorrego con los militares del General Carcagno, entonces comandante del Ejército. Criticaba dicha participación “con esas mismas fuerzas que representan la antítesis histórica del Ejército Popular.”, en lugar de denunciar la “ofensiva de derecha de la burocracia que cuenta con las FF.AA. de aliado incondicional”(6) y señalando que eran un blanqueo del rol represivo que habían jugado dichas Fuerzas Armadas (y que volverían a jugar).
Además, Ortega Peña en su labor parlamentaria, utilizó la banca como tribuna de denuncias, incluso de crímenes planificados por funcionarios cercanos al presidente, como lo fue el asesinato de tres delegados de fábrica y militantes del Partido Socialista de los Trabajadores (PST) en General Pacheco. Tras la masacre de Pacheco, Ortega Peña durante el acto de repudio por la muerte de los tres militantes del PST(7) secuestrados y asesinados en General Pacheco y llevado a cabo enfrente del local central del PST, Ortega Peña afirmó que: “estos asesinatos tienen nombre y apellido: Juan Domingo Perón”. Coherente con su honestidad política, Peña creía que tampoco deben abandonarse los planos legales para enfrentar al enemigo, debiendo, según sus propias palabras, denunciar, querellar, y descubrir a los responsables. La ultraderecha lo condenó a muerte la noche del 31 de julio acribillándolo de 24 tiros. El asesinato de Ortega Peña, sacudió al país entero.
En una entrevista realizada por Tiempo Argentino, Raquel, militante de Política Obrera y hermana de Helena Villagra, la compañera de Ortega Peña herida en el atentado contra la vida de Peña, relató que el gobierno de Isabel Martínez de Perón le ofreció el Congreso para el velatorio y que su esposa Helena se negó y dispuso que se realizara en la sede de la Federación Gráfica Bonaerense, de la cual Ortega Peña era su abogado laboralista. Semanas más tarde, el Ministerio de trabajo peronista, declaraba “disuelta” la Federación Gráfica Bonaerense y alentaba la constitución de un “nuevo” sindicato, con un burócrata cooptado (Zacour).
El cortejo fúnebre que acompañó a Ortega Peña hasta Chacarita fue fuertemente reprimido por fuerzas policiales (al mando del comisario Alberto Villar, a las órdenes de López Rega) y más de 380 personas fueron detenidas. La represión contra el cortejo de Peña fue el aval político hacia sus asesinos. En las páginas de Política Obrera decíamos que “El gobierno de los 7 millones de votos confiesa con la represión su respaldo a la policía, su impotencia para detener las luchas obreras y su dependencia a la camarilla derechista.” La represión estaba en el centro de la política de reconstrucción del Estado de Perón e Isabel y Ortega Peña, antes de su muerte, da cuenta de este proceso.
Lejos de un Ortega Peña, quedaron los dirigentes actuales de La Cámpora, que avalaron la política fondomonetarista contra el pueblo trabajador de los gobiernos K y hoy están ausentes de toda lucha popular contra el gobierno de Milei.
Notas:
- Eidelman Ariel (2004). “Militancia e historia en el peronismo revolucionario de los años 60: Ortega Peña y Duhalde”. Estudios críticos sobre Historia Reciente Los ´60 y ´70 en Argentina. Parte II Cuaderno de Trabajo Nº 31.
- Política Obrera, 21 de agosto de 1974, Año XI, N° 205.
- http://www.archivoinfojus.gob.ar/nacionales/los-archivos-secretos-sobre-rodolfo-ortega-pena-como-lo-espiaban-5022.html
- Política Obrera 14 de diciembre de 1973.
- Política Obrera 16 de marzo de 1974.
- Política Obrera 9 de noviembre de 1973.
- Oscar Meza “Hijitus”, 26 años, obrero de Astilleros Astarsa, Antonio Moses “Toni”, 24 años, obrero metalúrgico de Wobron y Mario Zidda “Tano”, 22 años, estudiante, dirigente estudiantil de la Técnica N°1 de Tigre.