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160 años de la masacre en el Paraguay

La Guerra de la Triple Alianza: La burguesía argentina y brasileña con el apoyo financiero inglés, hunden en sangre al pueblo paraguayo

De Caseros a la masacre en el Paraguay

El 3 de febrero de 1852, en la batalla de Caseros, Rosas era derrotado por un frente encabezado por Urquiza. Este frente contaba con la participación de fuerzas uruguayas y brasileñas. Pero también de los emigrados unitarios Mitre y Sarmiento. Apenas Urquiza intentó la unificación nacional bajo la batuta de los ganaderos entrerrianos afectando los intereses porteños, los Unitarios de Buenos Aires y los federales también de Buenos Aires, antiguos partidarios del Restaurador, olvidaron sus antiguas diferencias y constituyeron un frente denominado Partido Liberal. 

El 11 de septiembre de 1852, meses después de Caseros, se levantaron contra Urquiza que se encontraba en el interior, echaron a las autoridades centrales y dividieron a Buenos Aires de la Confederación Argentina. Después del 11 de septiembre, Buenos Aires prosperaba por su relación con el capital inglés, con la instalación del primer ferrocarril, el telégrafo, la nueva obtención de créditos, la llegada de modernos buques a vapor, la obtención de nuevos campos hacia el sur con la sistemática expropiación de las tierras de los originarios y el desarrollo del comercio ganadero. El interior (La Confederación, con Urquiza a la cabeza) carecía de los medios materiales para construir un estado nacional y era incapaz de obtener empréstitos.

Pero Buenos Aires no era la única provincia o territorio del antiguo virreinato que estaba obteniendo un desarrollo económico importante en la región. Existía la nación paraguaya que tenía un desarrollo autónomo muy diferente a Buenos Aires. “Cuando la oligarquía porteña pretendió someter a su dominio -y a su Aduana- a esta parte de las Provincias Unidas esta región se declaró independiente. El Segundo Triunvirato en 1811 impuso un fuerte gravamen a sus productos, lo que provocó la rebelión de la Junta de Paraguay, que decidió no enviar sus diputados a la Asamblea del año XIII, adoptar escudo y banderas propios y declararse república, en lo que fue el inicio de la disgregación del Río de la Plata”.128-5-24. Prensa Obrera. Cristian Rath Luego seguirán separándose el Alto Perú (Bolivia) y La Banda Oriental (Uruguay).  

A mediados del siglo XIX Paraguay, era un refugio y referencia de los caudillos del interior desde el momento en que venía librando una lucha de más de cincuenta años contra el monopolio aduanero y portuario de Buenos Aires. Su territorio comprendía, fuera del actual, a lo que es hoy la provincia de Misiones, una buena parte del nordeste de Corrientes y una porción de Río Grande do Sul en el suroeste brasileño. 

También poseía el monopolio natural de la yerba mate y del tabaco, dos productos de gran consumo y fuerte recaudación. La agricultura y ganadería colmaban sus necesidades y contaban con vías navegables y buenas maderas, base de tempranos astilleros. Funcionaba a partir de una economía de pequeños campesinos arrendatarios, con producción doméstica, artesanal y de pequeña manufactura, no existían las grandes estancias ganaderas (latifundios) que prosperaron bajo el rosismo en el Río de la Plata. Este desarrollo le permitió al Paraguay obtener su primer ferrocarril y la producción de metal sin endeudarse con el extranjero, mientras Buenos Aires ya se había endeudado con la Banca Baring inglesa en dos oportunidades y había entrado por lo menos una vez en cesación de pagos.

Desde mayo de 1810 y durante gran parte del siglo XIX, existió una unión histórica entre la oligarquía porteña y los esclavistas del Brasil, a la hora de aplastar los alzamientos de los pueblos del interior de las provincias Unidas y del sur brasileño. Actúo en 1816, con la invasión portuguesa (pre imperio brasileño) pactada con el Directorio para eliminar la rebelión agraria y social dirigida por Artigas. Actúa en Caseros para sacarse de encima al anacrónico Restaurador. También en el golpe de Mitre contra la Confederación y actuó en Pavón. Aunque tuvieron sus diferencias, la oligarquía, el Imperio esclavista de Brasil y la diplomacia británica, fueron un sólo puño a la hora de fragmentar las Provincias Unidas y someter a los pueblos.

La guerra civil contra la Confederación y la claudicación de Urquiza

La guerra civil explotó nuevamente el 23 de octubre de 1859 en la segunda batalla de Cepeda, ahora entre Buenos Aires y el interior Urquicista. La victoria fue de Urquiza, quien decidió pactar cuando podría haber aplastado a la burguesía separatista de Buenos Aires que luego no cumpliría los términos acordados en el pacto de San José de Flores. Los bandos volvieron a colisionar el 17 de septiembre de 1861 en la batalla de Pavón. Urquiza se impuso nuevamente en el campo de batalla, pero de forma imprevista se retiró, pactando con Mitre y abandonando al interior a su propia suerte. Juan Bautista Alberdi, al analizar la actitud de Urquiza, dio la siguiente descripción: “¿Para qué ha dado Urquiza tres batallas? Caseros para ganar la presidencia, Cepeda para ganar una fortuna y Pavón para asegurarla”.2Revista En Defensa del Marxismo. Septiembre del 2022. Leo Furman

Urquiza representaba los intereses de los ganaderos del litoral entrerriano, que habían prosperado a la sombra de la burguesía porteña. Ir a una lucha a muerte con Buenos Aires no era bueno para los negocios, sobre todo teniendo en cuenta que por el puerto porteño salían la mayoría de las exportaciones y que Buenos Aires era la provincia que tenía mejor relación con el capital inglés. Mitre, después de la claudicación de Urquiza, fue electo presidente utilizando el método del fraude que había aceitado en las elecciones que le permitieron obtener la mayoría en la legislatura porteña anteriormente. 

El retiro de Urquiza dejó a Mitre con la posibilidad de avanzar contra el interior e imponer la unificación nacional bajo la batuta de la burguesía porteña aliada a los capitales británicos. De 1861 a 1864, Mitre invadió todas las provincias a sangre y fuego, para imponer gobiernos adictos, el caso más resonantes fue el asesinato a traición del caudillo riojano Chacho Peñaloza, que contó con la colaboración de Sarmiento. Sin embargo, todavía quedaba un gran escollo. Para derrotar al interior era necesario aplastar al Paraguay. Porque el Paraguay todavía tenía muchas ligazones con las provincias del litoral, igual que con Uruguay y era un ejemplo para seguir de resistencia contra la hegemonía porteña.

Mitre y sus amigos esclavistas prepararon la guerra

Para poder derrotar al Paraguay era muy importante terminar primero con su único aliado, los federales blancos de Uruguay. En 1863, Uruguay fue invadido por un grupo de liberales orientales (colorados) comandados por el general Venancio Flores (uno de los lugartenientes de Mitre en la invasión a las provincias). El 18 de junio de 1864 después de varias reuniones se forma la Triple Alianza con el claro objetivo secreto de conquistar y saquear el Paraguay. Constituida por el Imperio de Brasil, el gobierno central argentino, los liberales golpistas de Uruguay y el imprescindible apoyo financiero británico. 

En enero de 1865 el Imperio brasilero, con apoyo mitrista bombardeó la ciudad de Paysandú en el Uruguay defendida por los blancos. Una vez tomada la ciudad fusilaron a todos los sobrevivientes. Después de la caída de Montevideo y de esperar en vano una reacción de Urquiza, el presidente paraguayo Solano López, resolvió atacar y sus tropas capturaron parte del Mato Grosso en disputa con Brasil. “Su plan era lograr una impactante derrota del Imperio y azuzar una rebelión en todo el Litoral y la Banda Oriental. La ofensiva sólo podía continuar cruzando territorio argentino, Mitre se negó y el 18 de marzo de 1865, Paraguay declaró la guerra a la Argentina e invadió la provincia de Corrientes. De cualquier modo, la rebelión que López imaginó, abarcando incluso a Río Grande do Sul, fracasó, en primer lugar por la deserción de los ganaderos del Litoral”.3C. Rath, ídem  anterior

El primero de mayo del 1865 se firma el tratado de la Triple Alianza, aunque la misma ya tenía como un año de conformación. Bautizado por Alberdi, uno de los más grandes opositores a la guerra, como el tratado de la triple infamia. El tucumano al utilizar esta denominación hacia referencia a las cláusulas ocultas del tratado que establecían la ocupación del territorio guaraní, la quita permanente de territorios, la expropiación de sus riquezas y el pago total de los costos de la guerra mediante la imposición de una deuda externa. 

La guerra más impopular de la historia de nuestra región

La declaración de guerra fue motivo de júbilo para la elite de Buenos Aires, esto envalentono al presidente Mitre a realizar, desde el balcón de su casa en un encendido discurso la desafortunada promesa: “en 24 horas en los cuarteles, en quince días en campaña y en tres meses en Asunción”. Nada más lejos de la realidad: la guerra duró 5 años, fue la tumba de 20.000 argentinos y como 50.000 paraguayos. La heroica e inclaudicable defensa del pueblo guaraní de su territorio, junto a las torpezas militares de Mitre (como la batalla de Curupaytí donde murieron 50 paraguayos contra 9000 argentinos), provocaron innumerables bajas en las tropas argentinas incluidas las del mismísimo hijo de Sarmiento, Dominguito. Mitre a lo largo de su carrera militar, a pesar de su destacada pluma y oratoria, siempre alejadas de la realidad, era una especie de gran organizador de derrotas militares como lo demuestran Cepeda contra el interior, Curupaity y Tuyuti con un balance similar en la guerra contra el Paraguay. 

Las victorias parciales del pueblo guaraní, en una guerra tan desigual, también se explican teniendo en cuenta que el ejército paraguayo estaba compuesto de pequeños campesinos, que libraron una guerra patriótica con la conciencia de que en la guerra se jugaba su suerte como clase asentada en la posesión o arriendo de la tierra. Luchaban, además, contra regimientos de esclavos brasileños y gauchos argentinos, enrolados a punta de pistola y que en algunos casos marchaban al frente encadenados.

También otro dato que demuestra el carácter antipopular de esta guerra fue la existencia de más de cien levantamientos populares durante ese período, que obligaron a Mitre a regresar perentoriamente del Paraguay para sofocarlos. El “federal” Urquiza se reunió con Solano López y le prometió apoyo, pero más que de los sentimientos federales, Urquiza era partidario de aumentar su fortuna. Traicionando su palabra y a sus seguidores federales, intentó reclutar fuerzas y marchar hacia el Paraguay junto a los aliados en tres oportunidades, pero la tropa se le reveló al grito ¡viva el Paraguay, muera Mitre! A pesar de fusilar a muchos de los desertores no pudo torcer la voluntad popular del pueblo del litoral, volvió a su palacio de San José y se dedicó a realizar enormes negocios vendiendo caballos para los aliados y este apoyo fue uno de los factores que posibilitaron el triunfo de los invasores. 

Al mismo tiempo el caudillo catamarqueño Felipe Varela, lanzó una proclama llamando a la rebelión y al boicot a la guerra: “Ser porteño es ser ciudadano exclusivista y ser provinciano es ser mendigo sin patria, sin libertad, sin derechos. Esta es la política del gobierno de Mitre. Soldados Federales, nuestro programa es la práctica estricta de la Constitución jurada, el orden común, la amistad con el Paraguay y la unión con las demás repúblicas americanas”.4Pigna. El historiador. La guerra de la triple alianza A pesar de contar con un importante apoyo popular, Varela fue derrotado por las fuerzas nacionales en 1867. Como decía la zamba de Vargas, nada podían hacer las lanzas contra los modernos fusiles de Buenos Aires. Aparte de la resistencia de las montoneras y de las deserciones, también se sublevaron los trabajadores de los astilleros correntinos que se negaban a construir embarcaciones para los aliados. En la intelectualidad argentina existieron claros exponentes que repudiaron la Guerra como Miguel Hernández, el creador del Martin Fierro y el caso ya mencionado de Alberdi, férreo opositor al mitrismo. 

El empantanamiento de la guerra y sus consecuencias

Mitre después de prometer una victoria rápida se vio atrapado en una guerra interminable, desesperado por esta situación buscaba desligar culpas escribiendo: “¿Quién no sabe que los traidores alentaron al Paraguay a declararnos la guerra”?5Pigna, Ídem del anterior cuando en realidad Mitre y el imperio brasilero buscaron la guerra con el objetivo de destruir el desarrollo independiente del Paraguay. Lo que más le molestaba a Mitre era la enorme resistencia del pueblo guaraní y del interior argentino, lo demostraba de forma lloricona realizando las siguientes declaraciones: “Si Entre Ríos no se hubiese sublevado dos veces, si casi todos los contingentes de las provincias no se hubieran sublevado al venir a cumplir con su deber”.6Pigna. Ídem anterior

Por todas estas dificultades, Mitre en 1868 no tuvo la capacidad de imponer su sucesor a la presidencia nacional (Elizalde) y el electo fue Domingo Faustino Sarmiento. Mitre a partir de este momento jugara un papel de opositor oligarca, levantándose contra todos los gobiernos posteriores con el objetivo fracasado de volver a conquistar la presidencia para su camarilla. En 1870, las tropas aliadas lograron tomar Asunción, matando a todo hombre paraguayo mayor a 12 años, saqueando la ciudad y el país, como si se tratara de la embestida de Atila el Huno en el 450 d.C., despedazando las ciudades del norte italiano. Cuando Solano López fue asesinado y la guerra terminó, el Paraguay estaba destruido. La guerra duró casi cinco años, no tres meses, le costó al país más de 500 millones de pesos y decenas de miles de muertos.

Los ingleses refuerzan su dominio sobre toda la región

Todo esto no impidió que el general Mitre declarara al final de la guerra: “En la guerra del Paraguay ha triunfado no sólo la República Argentina sino también los grandes principios del libre cambio (…) Cuando nuestros guerreros vuelvan de su campaña, podrá el comercio ver inscripto en sus banderas victoriosas los grandes principios que los apóstoles del libre cambio han proclamado”.7Pigna. Ídem anterior Estas declaraciones, a pesar del carácter filibustero de Mitre, permiten constatar que uno de los problemas era la penetración de los productos ingleses comerciados a la región guaraní. Venciendo todo tipo de resistencia de la nación mediterránea. Esta guerra permitió la entrada del libre comercio industrial europeo al Paraguay que como en el interior argentino destruía a las industrias primitivas de subsistencia de las regiones más alejadas al puerto. Obturando cualquier posibilidad de desarrollo industrial independiente. 

Pero esta etapa del libre comercio, que proclamaba Mitre, estaba finalizando, dando lugar a la etapa imperialista. La guerra le sirvió al capital británico a partir de sus empréstitos, para obtener un control mucho mayor de la región. A partir de esta época, los ferrocarriles, los bancos, los primeros frigoríficos, etc., eran del capital inglés. Dejando para la Oligarquía terrateniente criolla la propiedad de la tierra y del ganado. La nación argentina que se consolidaba bajo la dictadura porteña, se convertía en una especie de semi colonia británica.

En el mismo año 1870, el presidente Sarmiento abrumado por las críticas mitristas, busco apoyo en una aproximación a Urquiza, pero esto fue demasiado para sus antiguos aliados los federales de Entre Ríos. Un levantamiento dirigido por el caudillo entrerriano López Jordán, asesinó a Urquiza en su casa, el 11 de abril. Sarmiento que nunca fue partidario “de economizar sangre de gaucho” invadió la provincia de Entre Ríos y aplasto a la última montonera. Mitre en uno de sus “grandes actos de guerra” en el Paraguay, para combatir las rebeliones del pueblo paraguayo y del litoral, decidió empezar a tirar los muertos a los ríos. La peste no solo afectó al litoral, Buenos Aires fue sacudida por una peste de cólera y posteriormente por la gran peste de fiebre amarilla en 1871 que fue tan profunda que cambió para siempre la ubicación territorial de las clases sociales en la ciudad, los ricos se desplazaron al norte.

Las nuevas víctimas después de la derrota del Paraguay: el interior y el exterminio de los originarios

Al concluir la guerra, la triple alianza había aplastado “la experiencia de capitalismo agrario independiente más importante de la región”. En estas condiciones la oligarquía porteña pudo consolidar un estado nacional bajo su dirección, mientras las finanzas británicas vivían su mayor jolgorio con las deudas de la guerra y otros empréstitos. Como señaló Alberdi, todo esto sobre el mar de sangre que supuso “el crimen de la guerra”. El triunfo de la oligarquía -comerciantes y estancieros porteños y bonaerenses- selló el destino semicolonial de toda la región. Las burguesías argentina y brasilera se integraban a los proyectos de “balcanización” de América Latina, impulsados por el imperio británico.

En una especie de desarrollo desigual y combinado, la extensión de los ferrocarriles por el atrasado interior terminó con el espíritu de las montoneras. Los caudillos de las provincias más importantes, constituyendo oligarquías provinciales, con sus producciones regionales (azúcar, etc.), a partir de ese momento también podían empezar a participar del negocio de la exportación, en un cuadro donde crecía la demanda. Las diferencias entre el interior y Buenos Aires se aminoraron parcialmente, se conformó la burguesía a imagen y semejanza de la porteña. La invención de los congeladores y el boom de la lana empujaron al Estado argentino hacia la Patagonia para ampliar los territorios del latifundio. Los originarios de esa región, como las montoneras y el Paraguay fueron masacrados. Pero esa burguesía creaba por esos años a la clase que la podía y la puede sepultar de forma definitiva, a diferencia de las montoneras y los malones indígenas. 

El crecimiento económico, junto al exterminio de gauchos y originarios, generaron una impresionante demanda de mano de obra. Los nuevos buques a vapor permitieron la inmigración en masa acortando la duración de los viajes y ampliando la capacidad de gente por barco. Pero estos inmigrantes no vinieron solos, trajeron las mejores experiencias de la lucha de clases en Europa. 

En la década del 70 llegaron los franceses que escapaban de la represión contra la gloriosa Comuna de París. En la década del 80, llegaron los alemanes que escapaban de las leyes anticomunistas del prusiano Otto Von Bismark, el unificador de Alemania. Los mismos fundaron la organización “Verein Vorwärts”, Unidos Adelante, el principal antecedente del Partido Obrero Socialista Argentino de 1896.

En esta misma época llegaban al país los anarquistas que jugaron un papel muy destacado en la lucha sindical. Llevando adelante varias huelgas generales de carácter insurreccional. La clase obrera argentina nació combativa y desafiante al régimen oligárquico que confeccionaron los Mitre, Sarmiento y sus sucesores como Roca. Los vengadores sociales de la guerra fratricida de la Triple Alianza contra el Paraguay pasarían a ser los proletarios argentinos. Junto a sus hermanos de clase del continente, son los que lograrán la Unidad Socialista de América Latina.

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