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Ucrania: Escenario central de la tendencia a la tercera guerra mundial

Ponencia presentada al III Evento Internacional León Trotsky (10/24)

Con centenares de miles de víctimas, la guerra imperialista en Ucrania no ha parado de agravarse en dos años y medio. El debate sobre la autorización norteamericana e inglesa a utilizar misiles de largo alcance hacia el interior de Rusia por parte de Ucrania, así como el ingreso de tropas ucranianas en el territorio ruso de Kurks, son los últimos acontecimientos que grafican la tendencia hacia una nueva conflagración general, hacia la Tercera Guerra Mundial. Si bien los ataques con drones vienen de hace tiempo  y la OTAN ha ido enviando armamento cada vez más agresivo -el envío de misiles Himars, Atacms, tanques alemanes, estadounidenses, munición de racimo y de uranio empobrecido, la transferencia de los F-16-, los misiles de largo alcance, requieren una mayor intervención directa de tropas de la OTAN.

A esto Putin ha respondido que una decisión de esa naturaleza habilitaría a Rusia a responder con armas nucleares tácticas, lo que significaría una escalada directa hacia una conflagración más general. Ucrania, en el corazón de Europa, se transforma así en el escenario central de la crisis capitalista y el enfrentamiento geopolítico entre las potencias, aunque no el único.

Al mismo tiempo, el Estado Sionista de Israel ha sumado al genocidio palestino las operaciones masacre contra Hezbollah y los bombardeos masivos en El Líbano al tiempo que sus tropas ingresan en la parte sur, llevando a otro plano la crisis bélica en Medio Oriente, de la mano del respaldo estratégico de las potencias imperialistas aunque tengan diferencias tácticas con Netanyahu.

Con menos centralidad política pero con no menos de 20000 muertos se desarrolla la guerra civil con participación indirecta de distintas potencias imperialistas y subimperislitas de tipo regional en Sudán. Por otro lado en el Mar de China, el respaldo al rearme de Taiwán, abandonando los acuerdos de pertenencia de esa provincia al gigante asiático, en tanto se alienta una OTAN de la zona con Japón, Corea del Sur y Australia, configuran otro escenario de enfrentamientos potenciales.

Contra los pronósticos de la armonía unipolar en el mundo post caída del muro, la crisis capitalista de 2008 no se ha zanjado y el fin del “acople chino-norteamericano” de la etapa anterior ha dado paso a una carrera armamentista en toda Europa, Japón, China y la propia Rusia. EEUU dispuso este año u$s60000 millones para sostener la guerra de Zelensky, la punta de lanza de la OTAN en la guerra. Diversos presidentes europeos han llamado a desarrollar una “economía de guerra” y Macron ha propuesto desplegar tropas de la OTAN en la guerra de Ucrania, contra Rusia.

El retroceso relativo del imperialismo norteamericano lo ha llevado a reforzar su política guerrerista con el objetivo estratégico de dominar el proceso de restauración capitalista en Rusia y China, en competencia con otras potencias, contra las masas y avanzando en la colonización de los ex países socialistas en sus términos que chocan con los regímenes de uno y otro país, lo que no descarta que pretendan balcanizarlos como oportunamente ocurrió con Yugoslavia.

No hay, no habrá, solución pacífica al proceso final de restauración capitalista. Y como todo escenario de guerra es también un escenario de revolución, de manera que el enfrentamiento, especialmente entre EEUU y China, se dirimirá en el terreno de la lucha de clases internacional.

Antecedentes

El golpe contra Yanukovich en Ucrania, el Euromaidan en 2014, con la asunción de Poroshenko produjo un giro político en la ex nación soviética. Se trató de un punto de inflexión que a partir de los acuerdos con la Unión Europea y la OTAN convierten a Ucrania en una punta de lanza del imperialismo para buscar su dominio del proceso de restauración capitalista en el Este Europeo. De esta manera Ucrania se transformó en una semicolonia financiera y económica del imperialismo. Se iba a producir la asociación de la oligarquía, heredera de la vieja burocracia de la URSS, convertida en burguesía, en socia menor del capital imperialista.

La sujeción al gran capital imperialista tuvo sus consecuencias: endeudamiento con el Fondo Monetario Internacional, convertir a Ucrania en la tercera nación más endeudada del mundo y devaluación de la moneda. En 2022 Zelenski privatizaba el Oshadbank y el Privatbank.

Ucrania se iba a convertir en el país más pobre de Europa.

El golpe contra el gobierno pro ruso de Yanukovich (quien gobernó hasta el momento del mismo) fue realizado por milicias fascistas de autodefensa, que venían a imponer la alianza con la OTAN. Un antecedente clave para entender la guerra desatada a partir de la invasión rusa.

Al mismo tiempo Ucrania violaba los acuerdos  de Minsk entre 2014 y 2015, los cuales le habían otorgado cierta autonomía a las regiones de Donetz y Lugansk. Los gobiernos de Poroshenko y Zelenski asediaron a las poblaciones del este de Ucrania. Eliminaron las lenguas que no fueran la ucraniana, ocurriendo lo mismo con el rumano y el húngaro. En regiones donde el 30% de la población es de origen ruso.

 Un papel destacado en esta ocupación violatoria de los Acuerdos de Minsk lo tuvo el Batallón de Azov, cuyos integrantes eran entrenados e instruidos por la OTAN.

Entre 2014 y 2021 el estado ucraniano desarrolló una intensa represión contra las regiones separatistas, con un saldo de 15.000 muertos. La financiación de Ucrania en materia de pertrechamiento militar  fue realizada por el imperialismo norteamericano que había aportado a tal fin 600 millones de dólares. Estados Unidos realizaba en 2021 ejercicios militares en el Mar Báltico y en el Mar Negro, en un claro indicio de rodear a Rusia militarmente.

Queda claro, por todo lo descripto, que Ucrania se ha convertido en un peón de la OTAN, antes de la guerra desatada en febrero de 2022.

No estamos asistiendo a una guerra de liberación nacional de una nación oprimida. Caracterizamos a la guerra desatada con la invasión rusa en febrero de 2022 como una guerra imperialista. El pueblo ucraniano es carne de cañón de esa disputa. No se puede tomar la guerra de Ucrania como un hecho aislado, regional. Ni hacer una sumatoria de hechos bélicos: es una situación de conjunto, producto de la crisis en que ha entrado el sistema capitalista, que plantea la apertura de un período de guerras y revoluciones.

El carácter de Rusia y de la invasión

Tampoco Rusia es una semicolonia del imperialismo. Se trata de la segunda nación más armada del mundo, e influye sobre algunas ex repúblicas soviéticas. La pretensión de su oligarquía restauracionista, presidida por Putin es recuperar un satélite importante en el este, Ucrania. Por otra parte ha sostenido a regímenes como el de Al Assad en Siria, al nacionalismo en descomposición en Venezuela y Nicaragua y al régimen restauracionista cubano. 

La Federación Rusa con su invasión reaccionaria a Ucrania, no sólo busca prevenirse de la avanzada de la OTAN en el Este Europeo en todo el período precedente, sino también recuperar el terreno perdido como potencia militar regional al extremo de emular al zar Pedro el Grande. La otra cara de la moneda ha sido el ataque de Putin a la autodeterminación nacional de Ucrania otorgada por la revolución de octubre de la mano de Lenin en el marco de las Repúblicas Socialistas Soviéticas.

Pero no corresponde colocarla en el mismo nivel del imperialismo norteamericano, ya que en sentido estricto estamos en presencia de una nación imperialista de segundo grado, más parecido a un imperialismo de viejo tipo burocrático/militar. Rusia desde la caída del muro ha sufrido un enorme retroceso relativo como potencia industrial para transformarse en un gran proveedor mundial de determinadas materias primas, especialmente energéticas, que maneja sin embargo, un gran arsenal atómico, heredado de la disuelta URSS.

 Asistimos en esta guerra a una disputa entre el imperialismo por el dominio de Ucrania y Rusia. La vieja burocracia rusa, devenida en oligarquía, lucha por ser la beneficiaria del proceso restauracionista, tanto en Rusia como en las ex repúblicas soviéticas, mientras que Estados Unidos pretende apoderarse de la enorme fuerza de trabajo de esa región y de sus riquezas naturales, en el contexto de una enorme crisis del capital a escala del planeta, de lo cual se deriva la tendencia creciente a una nueva guerra mundial.

Los pueblos ruso y ucraniano han sido arrastrados al matadero y a una enorme sangría  en nombre de la defensa de esos intereses. El Partido Obrero de Argentina impulsa una política derrotista con la consigna de “guerra a la guerra” sosteniendo que las clases obreras rusa y ucraniana deben levantarse y luchar contra sus propios opresores dentro de sus respectivos países, derrotarlos e imponer gobiernos de trabajadores para expropiar al capital y luchar por el socialismo.

El rol de los partidos trotskistas en el mundo es desarrollar movilizaciones unificadas contra la OTAN, boicots y bloqueos en los puertos al envío de armas de la OTAN, tal como han hecho compañeros trabajadores y organizaciones políticas y sindicales en Italia. El enemigo está en la burguesía de cada país.

La Rusia de Putin actúa como una nación opresora en Europa del Este. Ucrania actúa en esta guerra como brazo de la OTAN.

No asistimos a un enfrentamiento entre una nación oprimida contra una nación opresora. Estamos en presencia de una disputa por la apropiación de las riquezas de Rusia, Ucrania y las ex repúblicas soviéticas.

La disputa entre las naciones imperialistas representadas en la OTAN y la Rusia post soviética expresando los intereses de la ex burocracia restauracionista, hoy devenida en nueva burguesía u oligarquía, personificada en Putin, lleva a la masacre a los pueblos ucraniano y ruso, cuyos intereses no están representados en esta guerra, sino que les son opuestos.

El rol proimperialista de Zelensky es manifiesto

En marzo de 2018 se otorgó a Ucrania el status de socio de la OTAN con oportunidades ampliadas.

En febrero de de 2019 la nueva constitución ucraniana estableció  el rumbo estratégico del Estado hacia la plena adhesión de Ucrania a la Unión Europea y la OTAN.

En junio de 2020 la OTAN le dio a Ucrania el carácter de socio de la OTAN, sin todavía pasar a ser su integrante.

En el transcurso de la cumbre de Bruselas de la OTAN, en 2021 se confirmaba el compromiso contraído en la cumbre de Bucarest de 2008 sobre las perspectivas de que Ucrania sea miembro de la Alianza. Durante ese mismo año, en Kiev, se reunía la OTAN ampliada, sumando 46 países, además de los miembros de la OTAN, firmando una plataforma de Crimea, reclamando la devolución de la península, que pasaría a estar  bajo dominio ruso desde 2014, referendo mediante, con la declaración de la independencia de Crimea y Sebastopol.   

En la cumbre de Madrid de 2022 se decidía la dotación de armamento moderno y el fortalecimiento de la interoperabilidad de Ucrania con la OTAN.

En diciembre de 2023 Francia planteó  el envío de tropas, y los países bálticos (Lituania, Estonia y Letonia) autorizaban el uso de las armas enviadas por los mismos a Ucrania.

En la cumbre de Washington de julio de 2024 se expresaba el compromiso de 40.000 millones de euros en pertrechos militares y el envío de cazas F16 para Ucrania por parte de Dinamarca y Países Bajos. Estados Unidos enviaba  cazas con un cañón de 20mm y con transporte de misiles y cohetes.

En abril de 2024, durante la celebración del 75 aniversario de la OTAN, su secretario general, Stoltenberg, propuso un fondo de 100.000 millones  de euros durante cinco años con el propósito de armar a Ucrania. El mismo Stoltemberg  firmó un contrato de 700 millones de dólares para la fabricación de misiles Stinger.

La secretaria de defensa adjunta de Estados Unidos, Kathleen Hicks, planteó la necesidad de incrementar la fabricación de armas.

La finalidad de  Estados Unidos y sus aliados de la OTAN es aportar a Ucrania decenas de sistemas de defensa.

En 2024 el presupuesto de la OTAN llegó a 500.000 millones de dólares contra los 325.000 millones de 2020.

Dinamarca, España, Francia y Países Bajos envían  aviones y buques de guerra a Europa del Este.

A su turno Rusia tiene un presupuesto militar equivalente entre el 7 y el 9% de su  PBI.

El debate en la izquierda mundial

Ante todo tenemos que señalar que los Demócratas Socialistas en EEUU se han pronunciado en favor del armamento norteamericano a lo que ellos llaman “la resistencia ucraniana”.  En la misma línea, en Europa se han alineado el PSOE en España, el Partido Verde en Alemania y Syriza en Grecia que han votado a favor del incremento de los presupuestos militares de sus países en línea con la política guerrerista de la OTAN. A su vez dentro de Rusia la mayor parte de la izquierda se ha alineado con Putin y su invasión reaccionaria a Ucrania al igual que sectores chavistas en América Latina. Es decir que la izquierda y centroizquierda capitalista se ha alineado en uno u otro campo sin medias tintas.

Somos críticos  tanto de quienes en la izquierda realizan campañas favorables  al triunfo de Ucrania, reclamando una mayor financiación y envío de armas al gobierno reaccionario de Zelenski, convirtiéndose así en agentes indirectos de la política de la OTAN, como de aquellos que mientras critican el restauracionismo capitalista apoyan a Putin en la guerra, como hacen los integrantes del Centro Socialista Internacional Christian Raskovski. Los intereses del régimen bonapartista de Putin son los de la restauración capitalista en sus términos, por eso lidera la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva con Bielorrusia, Kazajistán, Armenia, Kirguistán y Tayikistán.

Ambas posiciones se oponen a la emancipación política y organizativa del proletariado en Europa ubicándose en los campos de variantes reaccionarias tanto del imperialismo como de la nueva oligarquía de la que es representante Putin.    

Sectores que se inscriben en el campo del trotskismo llaman a defender a Ucrania, e incluso reclaman al imperialismo una mayor intervención, envío de armas y financiamiento, siendo tributarios de la política guerrerista y expansionista de la OTAN, posiciones que levantan sectores referenciados en el mandelismo y las corrientes morenistas. 

Estas corrientes abordan la caracterización de Ucrania como una nación oprimida que sufre la agresión de una potencia opresora, haciendo abstracción  de su desarrollo histórico concreto. Cuando dicen que apoyan la “resistencia” del pueblo ucraniano o las sanciones contra Rusia (como el ex Secretariado Unificado) no hacen más que ponerse en el campo de la OTAN, ya que es esta organización militar del imperialismo mundial la inspiradora y financiadora de la escalada bélica en la región bajo la estrategia de desalojar a la oligarquía  rusa de la dirección y aprovechamiento de la restauración capitalista.

Otros aparentan tener un matiz diferenciador en su posición, en la medida en que en el marco del apoyo a la resistencia ucraniana señala que hay que “unirse para enfrentar las agresiones de Rusia pero sacándose de encima  a los capitalistas títeres del imperialismo norteamericano que nos gobierna”, lo cual sin embargo no les permite romper con la dirección de la guerra por parte de Zelenski con el cual objetivamente plantean un frente único. Combatir a esos capitalistas implica desarrollar una acción derrotista y una campaña cuya estrategia sea la derrota de la burocracia opresora de Putin y al imperialismo de la OTAN, cuya expresión en Ucrania es Zelenski. Otro sector denuncia ambos campos pero llama a una “resistencia independiente” sin plantear al derrocamiento revolucionario de Zelensky, lo que deviene en un apoyo indirecto a uno de los campos, el de la OTAN. El derrotismo revolucionario requiere la lucha por el derrocamiento revolucionario de ambos gobiernos reaccionarios, el de Putin y el de Zelensky, en eso consiste “la lucha contra el enemigo en el propio país.”

Rechazamos estas posiciones. Es preciso agregar que es particularmente inquietante que coincidan con la postura decididamente pro-Otan por parte del gobierno ultraderechista presidido por Milei, mientras lo combaten en el plano nacional enfrentando su política antiobrera y represiva. La política internacional es siempre una prolongación de la política nacional de un gobierno, y para los revolucionarios en la Argentina está planteada la exigencia al gobierno de que Argentina rompa su sometimiento a la OTAN y su apoyo a Zelensky que estuvo incluso en la asunción de Milei: alguien que ha definido su política internacional a partir del apoyo al genocidio de Israel y el imperialismo yanqui contra el pueblo palestino y del apoyo incondicional al imperialismo en la guerra de Ucrania. 

Es doblemente nocivo en la medida en que anula la posibilidad de un frente único a escala mundial para combatir al imperialismo, y porque introduce una enorme confusión en la vanguardia obrera y de la juventud. Esta guerra, junto a la ofensiva sionista en Gaza y Cisjordania son indisociables, en la medida en que la ofensiva imperialista está destinada a defender el orden imperialista mundial. Por eso, llama la atención que mientras todas las fuerzas de izquierda sin fisuras se oponen a la agresión sionista-imperialista  y al genocidio del pueblo palestino, movilizándose en todo el mundo, no ocurre lo mismo respecto a la guerra cuyo epicentro es Ucrania.

Menos aún ante todas las evidencias de la enorme responsabilidad de la OTAN en la escalada bélica, y especialmente las más recientes manifestaciones prácticas del imperialismo que señalamos más arriba. En agosto de 2024 la penetración ucraniana en territorio ruso contó con la participación de mercenarios de Polonia, Francia e Inglaterra. Luego de su ingreso en la OTAN, en 2024, Finlandia decidió, a partir de una votación en su parlamento, acordar con Estados Unidos la instalación de bases militares en la frontera con Rusia.

Señalemos por fin que a la tendencia a la balcanización de Ucrania, absolutamente presente en el horizonte provisional de esta guerra, las fuerzas revolucionarias la tenemos que combatir con la posición internacionalista de la unidad de las clases obreras y los pueblos de Rusia y Ucrania.

Es necesario delimitarse de un eventual “acuerdo” que instale una “paz imperialista” en la región. Que sería a costa de los pueblos ucraniano y ruso, manteniendo a sus gobiernos opresores, avanzaría en la división nacional de Ucrania y crearía una ilusión de una utopía de paz, que no sería duradera, sino solo un intervalo para nuevos conflictos, como ya lo demostró la violación de los acuerdos de Minsk.

“En definitiva la lucha contra la guerra significa desenvolver a fondo la lucha por tirar abajo a los gobiernos que la impulsan, para instaurar gobiernos de trabajadores en todo el mundo, en primer lugar en Ucrania y Rusia.”

Guerra a la Guerra, en la tradición de la Tercera y la Cuarta Internacional

La Primera Guerra Mundial fue un laboratorio para las posiciones y la intervención de los revolucionarios en este “período de guerras y revoluciones” como lo llamó Lenin. El oportunismo en la Segunda Internacional fue la antesala del socialchovinismo que a la postre terminó tirando por la borda el internacionalismo proletario.

Los Congresos Internacionales de 1907 en Stuttgart y de 1910 en Copenhague y luego el Congreso Extraordinario de Basilea de 1912 trataron la cuestión de la guerra y se posicionaron contra cualquier aventura bélica de las potencias capitalistas. En ellos se señaló que la guerra inminente respondía a la voracidad capitalista por nuevos mercados y que la socialdemocracia no pondría en riesgo la unidad internacional del proletariado en una carnicería al servicio del capital de cada nación.

La cuestión Serbia a partir de la cual se desata la Primera Guerra Mundial ilustra extraordinariamente sobre el rol de Ucrania hoy. Al enfrentar la burguesía de ese país balcánico al Imperio Austro Húngaro a los revolucionarios hubiera correspondido apoyar al país oprimido contra el opresor, pero fueron Francia e Inglaterra los que empujaron a Serbia en su lucha interimperialista con Alemania.

Lenin en “La Bancarrota de la Segunda Internacional” señala que “si esta guerra fuese una guerra aislada, es decir, si no estuviese ligada a la guerra europea, a los objetivos rapaces de Inglaterra, Rusia, etc. todos los socialistas estarían obligados a apoyar a la burguesía serbia”. Pero justamente, se trató de lo contrario y los socialistas serbios fueron los primeros en no apoyar a su gobierno en el parlamento, mientras que sus pares austríacos y húngaros se mostraban como defensores de su emperador y admiradores del imperio alemán. La misma resistencia principista existió entre los socialistas italianos (En Defensa del Marxismo, Nº59).

Trotski en “La Guerra y la Internacional” (1914) sentenció “En otras palabras, para nosotros, socialistas, no había la más pequeña razón para identificar nuestra causa con la del ejército serbio. Esta era la idea que animaba a los socialistas serbios Liapchevich y Katzlerovich, cuando valerosamente decidieron votar contra los créditos de guerra.”

El 4 de agosto de 1914, al votar los créditos de guerra en Alemania, se asestaría un golpe demoledor a la socialdemocracia que llevó definitivamente a los bolcheviques a impulsar la formación de la Tercera Internacional a partir de las conferencias de Zimmerwald y Kienthal. El bolchevismo enfrentará el “defensismo revolucionario” de la burguesía en 1917, planteando en las Tesis de Abril de Lenin que la guerra era ajena por completo al interés del proletariado y que sólo la toma del poder por la clase obrera mediante la conquista de todo el poder a los soviets podría garantizar la paz. O sea, terminar la guerra mediante la revolución.

Este “derrotismo revolucionario” es la tradición socialista a desenvolver en la guerra imperialista de Ucrania. El enfrentamiento interimperialista entre la OTAN y Rusia domina el sentido del campo de batalla. El famoso folleto de Liebknecht “El enemigo principal está en el propio país” marcará una guía para la intervención de los revolucionarios hoy en Ucrania y en todo el mundo. La paz es hija de la derrota de la burguesía y el imperialismo.

Nuestra consigna “guerra a la guerra” fue votada en el encuentro internacionalista realizado en Buenos Aires en el que participaron diversas organizaciones de trabajadores y partidos: TIR y SI-COBAS de Italia, el SEP de Turquía, el NAR de Grecia, la Agrupación Vilcapaza de Perú, la Fuerza 18 de octubre de Chile,  Tribuna Classista de Brasil, Comunistas de Cuba, la UFSLP de Estados Unidos.

Los partidos que nos reclamamos socialistas y revolucionarios en el mundo y Argentina debemos desenvolver una campaña resuelta contra la guerra que desangra a los pueblos ruso y ucraniano, y que amenaza con convertirse en una guerra nuclear y en una Tercera Guerra Mundial. Un ejemplo a imitar es el de los compañeros de SI- COBAS DE Italia que han desenvuelto una acción internacionalista de bloqueo de envío de armas a Ucrania por parte de la OTAN.

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