Presentamos a continuación una ponencia volcada por nuestro compañero Pablo Giachello en el III Evento Internacional León Trotsky, realizado en Buenos Aires (24/10/24). En este panel intervinieron José Capitán (militante e historiador venezolano), Milton D’León (Liga de Trabajadores por el Socialismo de Venezuela – FT-CI ), Simón Rodríguez (miembro fundador del Partido Socialismo y Libertad de Venezuela – UIT-CI) y Gustavo Martínez (Marea Socialista de Venezuela – LIS).
Quiero destacar el hecho de que se aborde Venezuela en un evento en el cual se discute la actualidad y la perspectiva del trotskismo. Es indudable que es un acierto. Porque Venezuela ha sido el escenario en el cual se ha desenvuelto la tendencia nacionalista burguesa más radicalizada de América Latina, al menos en el último cuarto de siglo. Y por ende, Venezuela ha sido un laboratorio en donde se han puesto a prueba todos los programas, las estrategias y las tácticas de la izquierda, y particularmente del trotskismo, no sólo venezolano, sino también latinoamericano y mundial.
Es evidente que las elecciones presidenciales del 28 de julio han sido un punto de inflexión en la crisis venezolana. Aunque la crisis se desarrollaba desde antes del proceso electoral, el 28 de julio fue un hito en el desarrollo de esa crisis política. Y desde el punto de vista del Partido Obrero, la posición que ha adoptado la izquierda en la crisis venezolana ha vuelto a poner de manifiesto la insolvencia y falta de solidez política con la que la izquierda ha encarado el proceso político venezolano.
Porque para tener un abordaje político integral y de fondo de la situación venezolana, necesariamente tenemos que remitirnos a lo que fue el Acuerdo de Barbados, que fue un pacto entre el gobierno de Maduro, el imperialismo norteamericano y la oposición derechista. Naturalmente, cada uno accedió a este pacto con objetivos diferentes. Por un lado, el gobierno de Maduro, lo hizo con el objetivo de alivianar las sanciones económicas por parte del imperialismo contra Venezuela. De parte del imperialismo norteamericano, accedió al pacto en la tentativa de abrir paso a una nueva y mayor penetración de los monopolios petroleros norteamericanos en Venezuela. Y, por parte de la oposición derechista, accede a este Acuerdo con el objetivo de llegar al poder luego de sus sucesivos fracasos para lograrlo por la vía de golpes de Estado.
Pero este Acuerdo de Barbados tuvo distintas crisis. Luego del pacto, Maduro desconoce a la principal candidata de la oposición, Corina Machado. No solo eso, sino que proscribe a todo el arco político ubicado a la izquierda del gobierno. De hecho, la mayoría de las organizaciones que me precedieron en la palabra fueron parte de un armado político de izquierda, proscrito por Maduro, para la presentación de una candidatura independiente. También Maduro cercenó el derecho a voto a más de 4 millones de venezolanos emigrados. Y como respuesta a esta violación del acuerdo de Barbados por parte de Maduro, el imperialismo recrudeció las sanciones contra Venezuela y la derecha, ratificando su política de sometimiento al imperialismo, saludó las sanciones contra su propio país, evidenciando por enésima vez su contenido antinacional
Entonces, desatada la crisis del 28 de julio, hemos tenido, en lo fundamental, dos posiciones en la izquierda. Por un lado, una izquierda que apoyó al chavismo en nombre de resistir la “tentativa golpista pro-imperialista”. Dejando de lado la izquierda nacionalista de América Latina, me referiré en particular a las corrientes que se reclaman del trotskismo. Es, por ejemplo, el caso de Resistencia, la organización brasileña que integra el PSOL. Resistencia declaró el reconocimiento del triunfo del gobierno de Maduro en nombre de que lo que estaba en juego no era el autoritarismo de Maduro, no eran los beneficios de la cúpula militar ni los beneficios de la la burguesía venezolana, sino que lo que estaba en juego en Venezuela era el avasallamiento de las libertades democráticas y el avasallamiento de la soberanía nacional por parte del imperialismo y, por lo tanto, había que alinearse (y se alinearon) con el gobierno de Maduro.
Naturalmente, no es el imperialismo quien va a proteger las libertades democráticas ni la soberanía nacional de Venezuela. Pero el grupo Resistencia pasó por alto señalar que ha sido el mismísimo Maduro quien ha avanzado en forma sistemática en el avasallamiento de las libertades democráticas y en el avasallamiento de la soberanía nacional, como lo describió el compañero Simón cuando me precedió en el uso de la palabra. Tenemos decenas de muertos como consecuencia de la represión a las manifestaciones, tenemos miles de detenidos y millones de venezolanos que no tienen derecho a votar. Fue el gobierno de Maduro quien inició un acuerdo con Chevron para que el monopolio yanqui retorne a la explotación petrolera en la cuenca del Orinoco, a finales de 2022. El imperialismo accedió a esto como consecuencia de la crisis energética mundial, desatada por el estallido de la guerra en Ucrania. Entonces, el sometimiento de la izquierda, la asimilación de la izquierda con el gobierno de Maduro, la inhabilita para proyectarse como una alternativa política, porque el de Maduro es un gobierno profundamente reaccionario y dictatorial.
Pero, del otro lado, hemos tenido una izquierda que se ha hecho eco del planteo de fraude levantado por una oposición derechista y pro imperialista, pasando por alto que no se trata simplemente del fraude de Maduro. Todo el proceso electoral ha sido un proceso político electoral fraudulento, en un campo y en el otro. Porque si bien es cierto que Maduro no mostró las actas, proscribió a las organizaciones políticas y cercenó el derecho de votar a millones de venezolanos, también es cierto que todo el proceso político venezolano estuvo condicionado por las sanciones y el bloqueo económico del imperialismo. Entonces la izquierda se sumó a la ola “democrática”, bajo el lema de que “hay que defender la democracia contra la dictadura de Maduro”. Se trata de un enorme error político. Y cuando digo toda la izquierda me refiero a las organizaciones que me precedieron en la palabra. Todas denunciaron el fraude de Maduro y llamaron a apoyar las movilizaciones que tenían como bandera única y excluyente el reconocimiento de González Urrutia como presidente de Venezuela.
Esto representa un emblocamiento de la izquierda en un campo reaccionario, por más que señalen en sus declaraciones que se mantienen independientes de la oposición derechista y que no la apoyan políticamente. Porque estas organizaciones “saludan” e “impulsan” las manifestaciones que tienen como programa excluyente el reconocimiento de González Urrutia como presidente. No solo eso, sino que llaman a profundizar esas movilizaciones y reclaman que se presenten las actas repitiendo el libreto de Lula, de Petro y de AMLO. Entendemos que es una posición completamente equivocada sumarse a la “ola democrática”.
Además, esto lo hacen organizaciones que en el pasado han tenido, a nuestro entender, una posición de seguidismo del chavismo. Es el caso de los compañeros del PSL, de la organización de Simón Rodríguez y de la UIT-CI. Hemos tenido una polémica. Ellos niegan haber tenido una política de seguidismo al gobierno de Chávez, pero en noviembre de 2006 el PRS, que era la organización predecesora del PSL, llamó a votar por Chávez, y según las declaraciones del mismísimo PRS, no estaba planteada la posibilidad del triunfo de la derecha en esa elección. No había ninguna posibilidad de triunfo de la derecha en esa elección y por lo tanto se estaba acompañando el sentimiento popular en la experiencia chavista. Los compañeros de Marea Socialista se incorporaron a la experiencia chavista con el PSUV y al día de hoy reivindican la Revolución Bolivariana. Pero la Revolución Bolivariana está muy lejos de ser una revolución obrera y socialista, una revolución proletaria y una dictadura proletaria, que es por lo que luchamos los trotskistas. La Revolución Bolivariana fue la defensa de los intereses de una burguesía nacional. Naturalmente, fue la emergencia de un gobierno bonapartista sui generis, de choques y roces con el imperialismo durante el primer momento del chavismo. Pero de ninguna manera fue la emergencia de un gobierno de los trabajadores. El chavismo ha sido un enemigo acérrimo de la estructuración independiente de la clase obrera y los compañeros del PSL no nos van a dejar mentir, por el testimonio que dio Simón acá y porque incluso ellos mismos han sido víctimas, en el año 2007, de crímenes brutales por parte del chavismo contra compañeros clasistas que militaban en el movimiento obrero.
Entonces este es un problema fundamental. ¿Cuál es la tesis fundamental? Que la izquierda no ha logrado abrirse paso en Venezuela como consecuencia de oscilar entre el seguidismo al nacionalismo y el seguidismo a la oposición de derecha. En el año 2019, cuando hubo una tentativa golpista por parte de Juan Guaidó, los compañeros del PSL (UIT-CI) levantaron la consigna “Fuera Maduro” en el mismo momento en el cual se estaba gestando un golpe proimperialista contra el gobierno de Maduro. Pero de lo que se trataba, por sobre todas las cosas, era de denunciar y rechazar el golpe, naturalmente, sin otorgarle ningún apoyo político al gobierno de Maduro.
Entonces, lo que se ha puesto en evidencia en el proceso venezolano es la falta de una claridad estratégica por parte de la izquierda, la inconsistencia de la izquierda para poder abrirse paso. La bandera fundamental hoy en Venezuela es la lucha por la independencia política de los trabajadores. Ese es el planteo fundamental.
Hay que rechazar todo el proceso político venezolano, hay que pelear por la independencia política y abrirse paso con un programa transicional que recoja también la lucha por las libertades democráticas, porque si bien no le brindamos ninguna solidaridad a las movilizaciones, defendemos el derecho del pueblo a manifestarse y rechazamos la represión. Son cosas muy distintas. No somos solidarios con las manifestaciones que reclaman que se reconozca a González Urrutia, pero defendemos el derecho del pueblo a manifestarse.
En sus inicios, en su auge, se utilizó la bandera del chavismo a escala de toda América Latina para cooptar a la izquierda obrera y socialista y golpear de esa manera la estructuración política independiente de los trabajadores. Hoy, en la decadencia y en la descomposición de la experiencia chavista, la derecha se vale de esa experiencia para meter en la misma bolsa al chavismo y a la izquierda obrera y socialista y de esa manera socavar cualquier tentativa de independencia obrera.
La tarea de la izquierda es pelear por la independencia política de los trabajadores, con claridad estratégica y, por sobre todas las cosas, con personalidad política. Muchas gracias.
Segunda ronda de intervenciones
Compañeros, voy a abordar en primer lugar la observación de Frank García Hernández y vamos a tratar de hilvanar los distintos puntos.
Nosotros tenemos que diferenciar muy claramente una movilización de otra movilización. Por ejemplo, las movilizaciones en Cuba son por reivindicaciones sociales y democráticas, y por lo tanto no sólo hay que participar en ellas, sino que hay que impulsarlas, acicatearlas y defenderlas. Por supuesto que ese no es el caso de las movilizaciones venezolanas –donde naturalmente hay reivindicaciones democráticas y sociales– pero el reclamo excluyente de las movilizaciones que tuvieron lugar con posterioridad a la elección del 28 de julio es que se reconozca el triunfo de Gonzales Urrutia. Este es el punto fundamental. Si la izquierda se suma a ese tipo de movilizaciones está tributando a la oposición de derecha.
Guillermo Kane colocó el problema de las movilizaciones en la crisis agraria de 2008. Eran movilizaciones de masas de la Sociedad Rural, ¡de masas!, los piquetes agrarios mantenían todas las rutas cortadas. Tuvimos a toda la burguesía agraria hecha “piquetera”. ¿Había que participar de esas movilizaciones? Entendemos que no, por lo menos el Partido Obrero no participó. Los compañeros de Izquierda Socialista y del MST participaron. Lo consideramos un enorme error. ¿Por qué? Porque eran movilizaciones que tenían un programa reaccionario (la reducción de las retenciones a las exportaciones de la burguesía agraria, NdE). Y de lo que se trataba era de pelear por las reivindicaciones obreras, por la agenda obrera, tratar de colocarla en el centro del escenario político, aunque durante todo un periodo hayamos estado en completa minoría.
Como bien señaló Guillermo, aquel bloque independiente que se constituyó en la crisis agraria fue una piedra basal que luego se proyectó con el asesinato de Mariano Ferreyra y más tarde en la constitución del Frente de Izquierda. Pero toda una parte de la izquierda se hizo kirchnerista y otra parte de izquierda se hizo de la oposición patronal.
Entonces no es un problema menor el problema del contenido y el programa de las manifestaciones.
Vayamos a otro escenario. ¿Había que participar de las manifestaciones del Euromaidán en Ucrania, que tenían como programa excluyente la incorporación de Ucrania a la Unión Europea? Los compañeros de Izquierda Socialista probablemente opinen que sí, desconozco. Nosotros consideramos que no, porque tenían un programa reaccionario. Si uno ve los conflictos que se desataron en Ucrania en aquel momento fueron descomunales. Ahora, entendemos que no había que participar de esas manifestaciones.
Acá se dice “bueno, es un frente único”. Pero en el caso venezolano es un frente único para que se reconozca a González Urrutia. Nosotros queremos un frente único por el salario, por el trabajo, por las libertades democráticas, por la liberación de los presos. En todo eso estamos de acuerdo. Frente único por las reivindicaciones obreras, no un frente único para que se reconozca el triunfo de González Urrutia.
El compañero de Izquierda Socialista dice que son completamente independientes del imperialismo. Yo tengo impresa la declaración del PSL del día 30 de julio titulada “No al fraude. Exigimos respeto a la voluntad del pueblo expresada con su voto”. Aquí cometen una hazaña literaria: en toda la declaración no figura la palabra imperialismo. El concepto imperialismo, su injerencia y su papel, no está integrado al análisis. No solo eso, sino que la declaración señala también que “en rueda de prensa realizada ayer martes, Marina Corina Machado y Edmundo González no llamaron a profundizar la movilización”. El PSL le recrimina a la oposición no ir más a fondo en la movilización para voltear al gobierno para que la derecha pueda ascender al poder. Estamos en contra de esta orientación, compañeros.
Estamos discutiendo problemas de táctica y estrategia política. Yo considero completamente inoportuno que en un momento en el cual se pretendía dar el golpe a Maduro, como en el año 2019, se levante como consigna madre, como consigna orientadora, “Fuera maduro”. De la misma manera que fue un error político levantar la consigna “Fuera Dilma Rousseff” en el momento en el cual la derecha brasileña estaba ejecutando un impeachment contra Dilma Rousseff.
Son problemas de táctica y estrategia fundamentales, porque detrás de los errores tácticos hay problemas estratégicos. Podemos ir más allá. Incluso podemos discutir el problema de la guerra civil en Siria. En un comienzo hubo una Primavera Árabe, un proceso de rebelión, había que participar de eso. En determinado momento ese proceso cristalizó como una oposición comandada por el imperialismo norteamericano. Y entonces cambia la situación. Pero no es el caso de Venezuela, no hay una situación difusa, el reclamo excluyente es “abajo el fraude, arriba la oposición derechista”. La participación de la izquierda en ese terreno es muy negativa. De una izquierda que en el pasado había tenido una política claramente tributaria al chavismo.
Para concluir. Es cierto, no es que los errores de la izquierda son los responsables de la fatalidad por la cual atraviesa el pueblo venezolano. No estoy diciendo eso, pero con una izquierda con firmeza estratégica y política, indudablemente podrá abrirse paso en mejores términos. Muchas gracias.