Buscar
Close this search box.

La lucha de la izquierda y el movimiento estudiantil contra la dictadura. El caso de la UJS en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA

La lucha de la izquierda y el movimiento estudiantil contra la dictadura. El caso de la UJS en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA

El presente artículo es una monografía realizada para la materia “Universidad y Política: 1955-1990” de la carrera de Sociología de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA en el año 2014.

La intención de este artículo es dar cuenta de las características que adquirió la lucha del movimiento estudiantil en los primeros años de la última dictadura cívico militar y, más puntualmente, de la participación de la Unión de Juventudes por el Socialismo (UJS) en dicha experiencia. Analizamos el caso de la UJS –juventud de Política Obrera, el antecesor del actual Partido Obrero- en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA. Se trató de relevar las particularidades de la lucha estudiantil en la clandestinidad, los modos de participación y acción política, las formas de difusión de ideas y actividades, y los principales acontecimientos del período. Asimismo, buscamos indagar en los principales debates que atravesaron a la universidad y al país en aquellos años, fundamentalmente en las filas del movimiento estudiantil, con el foco puesto en las características particulares y distintivas de la intervención y las posiciones políticas de la UJS y PO.

Para el análisis, luego de un breve repaso histórico basado en una selección bibliográfica sobre el tema, he tomado como fuente principal la prensa y otras publicaciones de PO del período, así como los boletines especiales de la UJS y su revista “Nueva Generación”, así como entrevisté a un militante de la agrupación en la facultad en la época. 

Una idea fuerza que sustenta este trabajo –y que he tratado de mostrar en su desarrollo- es que el Proceso de Reorganización Nacional inaugurado en el año 1976 no logró exterminar la tendencia a la lucha y organización de nuestro pueblo, de la juventud y los trabajadores, ni siquiera en aquellos años del más feroz terrorismo de Estado. Por el contrario, ha tenido lugar una heroica resistencia en las condiciones más desfavorables. También subyace la idea de que una lucha coherente contra la dictadura y los intereses sociales que ésta representó necesitaba de una política de independencia de clase. Y, por último, que la lucha reivindicativa del movimiento estudiantil está indisolublemente unida a una lucha más amplia por la transformación social del contexto en que se desarrolla. 

Este artículo pretende realizar un aporte a los estudios sobre la vida universitaria del período, dando cuenta de la lucha particular de una organización que prácticamente no ha sido estudiada por la academia. Considero que lo novedoso de este enfoque da cuenta en sí mismo de la relevancia del caso. 

La historia que la dictadura quiso frenar

La sangrienta dictadura que inauguró el golpe de Estado de 1976 pretendía clausurar el ascenso revolucionario que vivían la clase obrera y la juventud desde la década del ´60. El Cordobazo en 1969 constituyó el punto más alto de ese desarrollo. Un levantamiento popular contra el gobierno de Onganía, caracterizado por la irrupción del movimiento obrero y sus sindicatos y organizaciones clasistas, que con el método de la huelga general, sumó al movimiento estudiantil -que venía de protagonizar asimismo importantes gestas como “la noche de los bastones largos”- contra el gobierno de Onganía, a su lucha. De este modo, el Cordobazo abrió la perspectiva de una ruptura de la clase obrera con el peronismo y de una configuración política independiente. 

“Después del Cordobazo se inicia una nueva etapa política, por las grandes movilizaciones de masas con la participación activa de la clase obrera, que aparece con iniciativa y se muestra como un caudillo capaz de aglutinar bajo su dirección a las otras clases.” 

En las universidades se vivía un proceso de radicalización política, con grandes luchas a lo largo de la década sesentista (movilización de la FUA contra la invasión norteamericana en Santo Domingo, luchas por el presupuesto, la noche de los bastones largos). El movimiento estudiantil cambiaba de signo: de base de sustentación del gorilismo a una creciente izquierdización y la lucha contra los gobiernos de facto. La irrupción del peronismo en los años siguientes y la política del “luche y vuelve” le imprimió al movimiento una orientación foquista e intentó contenerlo dentro de los marcos del nacionalismo burgués. Sin embargo, tras el retorno de Perón, la movilización popular no había cesado. La política del gobierno peronista había virado a un plan de ajuste brutal según las exigencias del capital. El plan económico del Ministro Celestino Rodrigo en 1975 tuvo como respuesta grandes huelgas y la experiencia de las coordinadoras fabriles que daban cuenta de un poderoso avance de la lucha obrera. 

La situación revolucionaria explotó con la reacción obrera a la puesta en práctica del ´plan´ arriba denunciado (´rodrigazo´) a inicios de junio de 1975: anulación de las paritarias, violenta devaluación y carestía, ofensiva intimidatoria contra el movimiento obrero. El proceso huelguístico iniciado en el interior (Córdoba y Santa Fé), ganó la capital, imponiendo un severo retroceso al gobierno”. 

 “las huelgas de junio y julio han creado una nueva situación política: a) se ha roto de modo definitivo el equilibrio entre las clases en que se sustentaba el gobierno peronista; b) como un aspecto de lo anterior se ha desencadenado una brutal pauperización de todas las capas de trabajadores y una crisis en la producción económica; c) se ha iniciado un movimiento de huelgas políticas por parte del proletariado, alentado por la crisis gubernamental, y un nuevo ascenso de las capas trabajadoras no obreras.” 

En la universidad también se expresaba este cuadro de situación. El crecimiento del activismo estudiantil convulsiona por completo la vida universitaria. Aparecen también los grupos armados; hay un fenómeno militarización de muchas organizaciones políticas que fue ganando terreno en la universidad y se extendió dentro de las agrupaciones del movimiento estudiantil y de la juventud. De conjunto, predomina un estado de intensa movilización social y política en la universidad y en el país. 

Esta enorme convulsión social acicateaba la crisis política de un gobierno débil como el de Isabel Perón. Para la clase capitalista se habían agotado los recursos "democráticos", era necesario salvaguardar el régimen. La tarea emprendida por las Triple AAA (Alianza Anticomunista Argentina) bajo el gobierno de Perón indicaba ya cuál era la salida que se esbozaba. La dictadura fue la última carta de la burguesía para ahogar el proceso abierto por la clase obrera y la juventud desde la década previa. Como explica Gregorio Flores, el retorno de Perón se había producido con ese sentido político: poner un freno a las movilizaciones y allanar el camino para la llegada del golpe. “Cuando (la burguesía) vio que sus intereses estaban en peligro prendió la luz roja y sin ningún prurito trajo al líder de los trabajadores para abortar el proceso que se había iniciado con el Cordobazo.” Bajo el peronismo se inicia ese camino “con la eliminación física (Triple A mediante) de los mejores cuadros obreros”. En la universidad ésta fue la tarea de la “Misión Ivanissevich”.

El golpe militar: una embestida reaccionaria

Vale esta breve mención al período previo para comprender en qué contexto y en respuesta a qué situación histórica tuvo lugar el golpe del ´76. El "Proceso de Reorganización Nacional" fue la página más oscura de nuestra historia. Una página de terror. El golpe tenía un objetivo definido: la aniquilación de toda una generación combativa que desbordaba los límites del peronismo como fuerza política capitalista, y la erradicación de todo germen de transformación social. Los alcances criminales del terrorismo de Estado que iniciaron Videla y Viola, por su magnitud, por su extensión y por el grado de generalización de sus prácticas, no tuvieron parangón en la historia del país. 

Los crímenes perpetrados por la dictadura deben ser abordados como parte del intento de aniquilar una generación que corporizaba una lucha histórica. (…) La dictadura y su tarea criminal no fue un rayo en cielo sereno. Fue el remate de un período clave en el cual el sistema político dominante buscó por todos los medios arrinconar, quebrar, destruir aquello que había emergido en las facultades y en los colegios, en los barrios y en los talleres y fábricas. (…) El propósito decisivo del golpe fue acabar con la generación activista, la que no podía ya ser contenida con los métodos tradicionales del régimen constitucional. (…) El genocidio fue una empresa política”.

Otros autores coinciden con este enfoque general. Entre ellos, Kauffman señala que el golpe de Estado del ´76 “debía garantizar la autoperpetuación de las clases dominantes y, al mismo tiempo, frenar al movimiento obrero y el fortalecimiento del campo popular.” Y añade que la militarización –un elemento fundante del proyecto que expresó la última dictadura- fue articulada con políticas neoliberales de orientación “neoconservadoras”. 

De esta manera, el 24 de marzo de 1976 se instaura en el país el régimen de terror más brutal que se haya vivido nunca. Se decreta el Estado de sitio y las Fuerzas Armadas toman el control de todo el territorio nacional, generalizando controles policiales permanentes en las calles, los barrios, los colegios y universidades. A pocos meses del golpe ya se registraban “decenas de secuestros por mes; allanamientos saqueando casas; torturas; centenas de familiares que recorren dependencias oficiales y eclesiásticas, embajadas y domicilios de dirigentes de los partidos tratando de ubicar a desaparecidos en los últimos cinco meses.” 

El terror también se instala en las universidades, reforzando lo que venía ocurriendo con anterioridad de la mano de la Misión Ivanissevich, siendo el activismo estudiantil y docente un blanco declarado. “Activistas de todo signo y color engrosan las listas de secuestrados y desaparecidos. (…) Centenares de docentes y auxiliares son desplazados o perseguidos hasta doblegar su voluntad.” Ésta también fue una tarea que comenzó bajo la etapa de reacción durante el gobierno peronista, pero cobró una dimensión profunda bajo el gobierno militar de los Videla, Viola y Galtieri. Se refuerza la persecución a docentes y estudiantes, se instauran controles policiales en las universidades y la requisa compulsiva de todos los que transitaban por las facultades, en busca de los “indeseables” que conforman las listas negras. (Levenberg y Merolla, 1988).   

El ´proceso´ entró a mansalva en los claustros y en las aulas. Persiguió a docentes, estudiantes, empleados, investigadores; expulsó a unos y a otros. Cerró carreras, colocó a las fuerzas de seguridad en los ámbitos destinados a la enseñanza y revisó libros para controlar ideas, mutilando y quemando en actos públicos –como lo hizo el nazismo en mayo de 1933- obras trascendentes”. 

Política universitaria del gobierno militar 

Los planes educativos de la dictadura deben ser entendidos como “la otra cara de la moneda” del plan político y económico de la dictadura. La subordinación al capital financiero y extranjero y el desmantelamiento del aparato estatal (liquidando derechos sociales de todo tipo) tuvo su expresión en la universidad. Las autoridades militares tomaron el libreto del Banco Mundial para llevar a cabo una política de desguace de la educación pública. 

Una de las primeras medidas fue derogar la ley universitaria vigente y decretar una nueva. Apenas 5 días después del golpe, el 29 de marzo de 1976, Videla, Massera y Agosti aprueban un proyecto propio de Ley Universitaria, la Nº 21.276. Con esta ley se impone una rígida regimentación del funcionamiento universitario. La designación de autoridades queda subordinada a la Junta Militar. Se establece que las universidades estarán bajo la órbita del Ministerio de Cultura y Educación y los rectores y decanos serán designados por el Poder Ejecutivo. Del Ministro dependerá el dictamen de las normas generales de la vida universitaria en materia académica, administrativa y presupuestaria. Y, por supuesto, se prohíben todo tipo de actividades políticas o gremiales. 

Hacia 1980 se promulga la Ley de Universidades Nacionales Nº 22. 207, firmada por Videla, Martínez de Hoz y Llerena Amadeo. Esta ley introduce nociones cientificistas y positivistas por un lado (la “búsqueda desinteresada de la verdad y el acercamiento del saber”), y el clericalismo por el otro, el “fundamento católico de la universidad”. Se mantienen las más estrictas prohibiciones a toda actividad o declaración pública a la que pueda atribuírsele contenido político o gremial. Las autoridades pueden dictar y reformar sus estatutos pero sujeto a la aprobación del PEN. Se establece la potestad del PEN de intervención sobre las universidades. En el artículo 31 se habla de que los alumnos deberán satisfacer las “condiciones de ingreso” y “las pruebas de admisión” que establezca cada universidad en conformidad con el Ministerio de Educación. Además de la restricción del ingreso, otro punto fuertemente regresivo aparece en el Artículo 39 que establece que “la enseñanza podrá arancelarse conforme a una reglamentación general”. Se explicita la total exclusión de estudiantes y no-docentes en el régimen de gobierno. El rector será designado por el Poder Ejecutivo a propuesta del Ministerio de Educación Nacional. 

En un mensaje de Martínez de Hoz y Llerena Amadeo de 1980 señalan que uno de los “objetivos básicos” del Proceso de Reorganización Nacional es conformar un sistema educativo acorde a los objetivos de la Nación y que “consolide los valores y aspiraciones culturales del ser argentino (…) máxime si se tiene en cuenta que el universitario es uno de los sectores de la vida del país en donde con mayor intensidad actuó la subversión apátrida”. Quedan así claramente plasmados los particulares objetivos que persigue la política universitaria del gobierno de facto, que no son otros que los de la reacción: “una ley para erradicar totalmente el régimen universitario de la subversión”.

Estas leyes son el correlato necesario de lo que Kaufmann denomina un proceso de militarización universitaria que “articulará una condensación y potenciación de valores militares tradicionales (orden, disciplina, obediencia a las estructuras jerárquicas, exaltación de la heroicidad y patriotismo, belicismo, capacidad de sacrificio, etc.) con los valores confesionales permanentemente aludidos, ya sea desde el campo discursivo o del icónico.” El homus ideológico del régimen quedaba constituido como la “recristianización del ´enfermo cuerpo social´”.                

Dentro de los lineamientos de la política universitaria hay que señalar el cambio de la estructura administrativa previa al golpe. Desde 1976 se cristalizó el concepto de “subsidiaridad” del Estado en la educación –aunque centrado en el plano del financiamiento y sin perjuicio del férreo control ideológico. En el marco de un proyecto privatista de la vida social aparece la responsabilidad de las organizaciones de la sociedad civil en la provisión de educación. Se trataba lisa y llanamente de un proceso de privatización educativa, donde cobra fuerza la idea de que la cosa educativa es un problema de particulares, de círculos circunscriptos y limitados. El Estado sólo debe cumplir una función supletoria, compensatoria de la acción de los particulares.” De aquí el arancelamiento educativo como medida tendiente a la “racionalización” del presupuesto. Aparece a su vez la concepción del problema del presupuesto educativo como un problema de "ineficiencia en el gasto”. Vale mencionar que como consecuencia de toda esta política, durante la última dictadura se asiste a la retracción de la matrícula más fuerte de todo el siglo XX.

Por otro lado, son también características centrales del modelo implantado por la última dictadura militar, los estrechos vínculos con sectores integristas del catolicismo, la imposición de una ciencia perenne, las ya mencionadas persecuciones y cesantías en el cuerpo docente y expulsiones estudiantiles, así como la impunidad académica para establecer mecanismos y prácticas represivas dentro de las universidades. La “cristianización de la universidad” fue parte de este andamiaje que impuso una dirección epistemológica fundada en categorías religiosas. La represión cultural estuvo a cargo de las “Comisiones Asesoras” que se ocupaban de las “tareas” o procedimientos tendientes a garantizar la censura ideológica, la uniformización del pensamiento, el desmantelamiento de parcelas enteras del patrimonio cultural por ejemplo a través de los “traslados”, quemas o desapariciones de libros, artículos, revistas. Para facilitar el control ideológico y moral se aplicaban las medidas punitivas como sanciones y expulsiones en el marco de una estructura dictatorial y verticalista del régimen universitario.  (Kauffman, 2001)

Una lucha heroica 

Por los márgenes de un régimen ferozmente represivo, en las condiciones más duras, se desarrolló subterráneamente la lucha contra la dictadura. Fue una obra de gigantesca resistencia de jóvenes, trabajadores y sus organizaciones, que a lo largo de los años fue socavando las bases del régimen militar. Pondremos el foco en este trabajo en Política Obrera, la organización que orientaba el trabajo estudiantil de la Unión de Juventudes por el Socialismo (UJS). Este proceso aparece retratado en las publicaciones de PO de la época, según lo reseña un artículo del mismo Partido.

“En noviembre de 1977, la tapa de Política Obrera señala la primera victoria obrera contra la dictadura, con las huelgas de los estatales.
Bullía también la lucha democrática. En la denuncia de las desapariciones, asesinatos y la situación de los presos, Política Obrera fue una tribuna permanente. (…) En octubre de 1977, Política Obrera da cuenta de la primera movilización por la aparición con vida de los desaparecidos, en la que participan 2.000 compañeros (respaldados por 20.000 firmas). En 1981, Política Obrera realizó movilizaciones públicas en Buenos Aires en defensa de la lucha de los obreros polacos. (…) En agosto de 1979, se publica una declaración de Política Obrera con relación a la llegada de la misión de la OEA, distribuida en fábricas, colegios y barrios, que reclama la aparición con vida de los detenidos-desparecidos. Con posterioridad, Política Obrera publicó como una “separata” especial el informe de la OEA sobre los detenidos-desaparecidos (…) En abril de 1980, el periódico informaba acerca de la realización de una escuela de cuadros (¡en la clandestinidad!) con 300 asistentes. (…)”

El movimiento estudiantil, a través de sus organizaciones y sus elementos más combativos, hizo notorios esfuerzos por mantenerse organizado y dar pelea frente a la reacción que se vivía en el país y en la universidad. Levenberg y Merolla (1988) señalan que en los primeros meses del golpe continúa la militancia universitaria y se intenta mantener la actividad de los Centros y Federaciones, pero al poco tiempo las condiciones represivas imperantes provocan un brutal cambió de situación. La militancia, que había experimentado un crecimiento formidable en todo el período previo, es ahora perseguida, y en su inmensa mayoría, expulsada de las facultades. Aparecen nuevas camadas de estudiantes, alejadas de aquella experiencia, que ingresan a una universidad sometida a un brutal régimen de control y terror. No obstante, pretendemos mostrar en este trabajo que aún en aquellas circunstancias, el movimiento estudiantil –diezmado y reducido a un pequeño activismo que había logrado permanecer tras la asonada militar-  desenvuelve una lucha bajo la clandestinidad. Ciertamente la intervención política en estas condiciones debe asumir nuevas formas y características que implican un quiebre con los modos tradicionales de participación política “a plena luz del día”. Ahora se militaba en la oscuridad más profunda. Se ensayaban nuevos métodos de difusión y denuncia a la dictadura, desafiando al miedo y a la proscripción. Aún en los años más duros de la primera etapa del Proceso (´76 - ´77 y ´78), hubo resistencia, y el movimiento estudiantil fue parte de ella.   

Es esos años se cimienta la lucha que luego irá, lenta y paulatinamente, cobrando mayor fisonomía. Fueron los inicios de un período ascendente de lucha a través de los años, que adquirirá a partir de 1979 mayor envergadura, más aún en los años 1981 y definitivamente en 1982, en estrecha vinculación con la crisis del régimen. 

“el 10 de marzo de 1981 (PO) titulaba ´Bajo el signo de la catástrofe´ y caracterizaba que, con la devaluación de la moneda y la fuga de capitales, comenzaba el derrumbe del régimen militar, y afirmaba que la crisis ´pone a la orden del día el fin de la dictadura´. (…) Comenzaba una nueva etapa de luchas, cada vez más osadas de la clase obrera, de la juventud y del movimiento de los familiares, como las grandes manifestaciones de la CGT a San Cayetano o la primera Marcha de la Resistencia. El 2 de marzo de 1982, la tapa de Política Obrera planteaba ´manifestaciones de masas y huelgas activas para acabar con la miseria y la dictadura´. Tres semanas después, el 30 de marzo de 1982, una gigantesca huelga general activa sacudió a la dictadura. La resistencia obrera, popular y democrática estaba acabando con el régimen militar. (…) Después de la derrota de Malvinas, el imperialismo y la burguesía organizan la retirada de la dictadura y el ´retorno a la democracia´.”  

El movimiento estudiantil, que había sido todo un bastión del desarrollo precedente, atraviesa esta experiencia y escribe sus propios capítulos de la organización y la lucha contra el gobierno militar. Las Federaciones estudiantiles se van poniendo nuevamente en movimiento. Levenberg y Merolla (1988) , realizan una compilación y cronología de estos hechos. A principios del ´78 tiene lugar una tibia y semilegal reorganización de la FUA, que se opone al arancelamiento y defiende la enseñanza pública. En julio de 1979, ponen en marcha una campaña contra el anteproyecto de Ley Universitaria de la dictadura. En 1980 se reúne la Junta Representativa de la FUA y discute cómo organizar una oposición a la política educativa del régimen militar, con foco en el problema del arancelamiento. De allí surge la iniciativa de un petitorio que en plena dictadura logra juntar 18.000 firmas. Aunque nadie recibió al movimiento estudiantil cuando se concentró frente al Palacio Pizzurno para presentar el petitorio, este tipo de iniciativas constituyeron proezas que sirvieron para generar confianza en la importancia de su organización. Para septiembre de 1982, se empiezan a organizar las elecciones de Centros de Estudiantes. La FUA y la FUBA se movilizan de Plaza Houssay a Plaza Pizzurno, con una columna de cerca de 800 estudiantes, bajo la consigna: “Para que la educación sea un derecho y no un privilegio”. En el mismo año tiene lugar la movilización de la multipartidaria a Plaza de Mayo, que congrega a 150.000 personas. Luego de eso, la FUA lanza un plan de lucha por el ingreso irrestricto con marchas, manifestaciones, actos públicos, petitorios, pintadas, volanteadas. Hay actos y movilizaciones en Rosario, Córdoba, La Plata y CABA. Se levantan consignas contra el ingreso limitado y el arancelamiento, pero también contra la deuda externa, las desapariciones, la crisis económica. El gobierno militar era ya un cadáver político.

La UJS y PO

Como ya se ha señalado, en el presente trabajo nos interesa poner el foco en el papel que jugó la izquierda revolucionaria en este proceso. Particularmente la organización trotskista Unión de Juventudes por el Socialismo (UJS), brazo estudiantil de Política Obrera, fue fundada en 1964 con el objetivo de estructurar una política independiente de la clase obrera para luchar por un gobierno de los trabajadores. Una organización que había enfrentado políticamente al gobierno de Cámpora y Perón con las banderas del socialismo y enfrentado al golpe de Estado desde sus primeras insinuaciones. Esta corriente había conquistado delegados a FUA en el período de hegemonía de las organizaciones peronistas en el primer lustro de la década del ´70, desarrollando una referencia política claramente demarcada al interior del movimiento estudiantil.

“Crean una juventud socialista con el objetivo de ser de masas hacia el año 1971: la UJS (Unión de Juventudes por el Socialismo), que en 1972 llegó a reunir a 1.200 militantes en su primer congreso. Es decir que, a principios de la década del ‘70, PO poseía una implantación real en la lucha de clases de nuestro país.” 

 Luego del golpe, PO y la UJS mantuvieron su actividad política bajo la clandestinidad, y fueron parte destacada de la resistencia que, con avances y retrocesos, se tejió en aquellos años. 

Desde 1976 hasta 1983, PO actuó (…), en la medida más o menos limitada de sus fuerzas, en sus principales sectores de intervención: a) el movimiento sindical, b) el movimiento estudiantil (donde fue un impulsor decisivo de los cuerpos de delegados y de las comisiones de reorganización de los centros, en el período de crisis de la dictadura), c) el movimiento democrático y por la libertad de presos y desaparecidos (…). A pesar de haber sufrido, como todos los partidos de izquierda bajo la dictadura, un retroceso de sus fuerzas militantes (sin contar las bajas impuestas por la represión), la actividad de PO no conoció interrupciones, y, a partir de 1979, vivió un crescendo de sus fuerzas organizadas.” 

Ni bien producido el golpe en el año ´76, la Junta Militar ilegaliza a Política Obrera. Laura Kohn (1999) describe la transformación de su actividad política ante las nuevas condiciones, a través de un estudio sobre el periódico del Partido y las modalidades de su publicación. El periódico Política Obrera cambió de nombre y pasó a llamarse ¡Adelante!, que disimulaba su verdadera condición con un recuadro en la etapa que decía: “Adelante es una tribuna de opinión y no responde a ninguna organización política”. Luego el periódico fue presentado bajo el título de Tribuna y más tarde nuevamente Política Obrera, aunque camuflada dentro de una supuesta revista cultural llamada Cultura y Comunicación. Naturalmente, todas estas publicaciones eran de circulación clandestina. A su vez, PO contaba un periódico sindical (Qué Pasa en los Sindicatos) y otro juvenil (Nueva Generación). Editan también un material específico por las libertades democráticas. En todos ellos se denunciaban los crímenes de la dictadura. “Es decir que, a pesar de la dura y sangrienta represión del ´Proceso de Reorganización Nacional´, PO se las ingenió para continuar; salió ininterrumpidamente en todo este período de forma mensual.

Un aspecto a destacar de esta organización, PO y su brazo estudiantil -la UJS-, es que desarrolló una intensa delimitación política respecto de una corriente importante en el movimiento obrero y popular de la época, dentro y fuera del peronismo (incluso dentro del trotskismo): el foquismo. De este modo introdujo incluso una línea de diferenciación hacia el interior del movimiento estudiantil. Esto importa porque, si bien la guerrilla ya estaba prácticamente liquidada para cuando sobreviene el golpe, permite ubicar cuáles eran los principios sobre los que se construía esta organización. 

La actividad del partido revolucionario es un sistema de propaganda, agitación y organización, orientada por un programa que tiene a su vez no sólo una base nacional sino internacional. El grupo foquista tiene por doctrina el marginarse de la experiencia y evolución política de las masas, el no tener en cuenta este punto capital, como si la revolución pudiera ser la obra de alguien distinto a las masas mismas. El foquista no postula necesariamente el perder el contacto físico con la población que trabaja, no es ésta la diferencia; la diferencia es que no considera nunca el nivel político y la experiencia concreta de esas masas, rechaza la realización de una sistemática labor de clarificación basada en un programa y le repugna tener que trabajar en organizaciones que no controlan (como los sindicatos burocratizados), prefiriendo planear acciones explosivas que permitan la constitución de sindicatos ´revolucionarios puros´”. 

La experiencia de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA

En este trabajo tomaremos el caso de la UJS en el Centro de Estudiantes de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA durante los primeros años del “Proceso de Reorganización Nacional” comandado por las Fuerzas Armadas. La situación de la Facultad de Económicas es mencionada en diversos trabajos de la época, pero no hay un análisis en profundidad del desarrollo del movimiento estudiantil en aquellos años. Como dato característico se destaca que hubo durante todo el período un Centro de Estudiantes que siguió funcionando formalmente después del golpe. Tenía un Presidente de la Franja Morada que había sido elegido en 1975 y que prorrogó su mandato dada la imposibilidad de convocar a elecciones. La mesa directiva del CECE también continuaba en funcionamiento, aunque no sin dificultades, y se había aprobado la reincorporación a la misma de los miembros peronistas y del PC. (Toer, 1988)

Resulta importante señalar en este punto que los abordajes académicos de la lucha del movimiento estudiantil contra la última dictadura militar, los cuales constituyen un marco de referencia para el desarrollo de esta monografía, hasta el momento de escribir este artículo poco han reparado en la participación política de la izquierda revolucionaria, y particularmente la UJS, en este período. Un dato de particular interés para estudiar la intervención de esta organización es que abrió todo un campo de diferenciación política con las corrientes políticas de la época, particularmente en lo que respecta a su caracterización del golpe en curso y la estrategia política que debía adoptar el movimiento popular. Política Obrera fue la única organización política que consideró al “Proceso” como una ofensiva contrarrevolucionaria, mientras toda la izquierda albergaba expectativas en una evolución democrática de la dictadura -siendo el Partido Comunista la máxima expresión de esta política- y los partidos tradicionales (peronismo y radicalismo) colaboraban con el régimen. El análisis de nuestro caso, la experiencia de la UJS en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA bajo la última dictadura militar, permitirá extraer algunas conclusiones sobre un capítulo muy duro del desarrollo del movimiento estudiantil en nuestro país, que forma parte de una resistencia epopéyica del movimiento popular, y que ha echado raíces profundas en la historia. 

La Facultad en el período previo: “la oscuridad había empezado antes”

El antecedente del terror que se inauguró el 24 de marzo del ´76, en la universidad fue la llamada “Misión Ivanissevich”, a partir de 1974. Con la intervención de la universidad en ese año se inaugura un período de reacción que pretendió liquidar la movilización estudiantil que se había desarrollado y adquirido dimensiones importantísimas en todo el período previo. En ese entonces en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA las fuerzas políticas más importantes eran la JP, la Franja Morada (radicalismo), el MOR (PC) y la TERS/UJS (que cambió de nombre por aquellos años). Esta última había asistido a un importante desarrollo de sus filas: “La TERS llegó a tener un grupo bastante numeroso dentro de económicas” Con Ivanissevich se instaura un régimen represivo dentro de la facultad –y toda la universidad- que implicó la expulsión de profesores y trabajadores no docentes, y la aparición de bedeles que oficiaban de buchones al servicio de las autoridades. Era la “lopezguerrización” de la universidad:

“tengo el recuerdo, de una vez que estábamos por el primer piso, pegábamos carteles en secreto ya, digamos en forma clandestina. ¡Te estoy hablando del ´74! O sea, 2 años antes del golpe. Y… este… Y venía caminando un grupo de bedeles del lado contrario. Nosotros teníamos algunas cosas, así como afiches en la mano, cosas por el estilo, nos hicimos los boludos, seguimos caminando como si no pasara nada, pero uno de nuestros compañeros se asustó, y… eh… salió corriendo para atrás. Entonces lo agarraron y le dieron una paliza. Y a los militantes, a los activistas en la facultad, los llevaban al salón de bedelía y los cascaban. Fue el inicio de los retos de la Triple A.” 

Con el desplazamiento de los docentes que “incomodaban” al régimen político, se fue consolidando una camarilla profesoral que mejor se adecuaba a las aspiraciones de la política oficial y las cátedras se poblaron de representantes del pensamiento neoclásico y derechista.  

En 1975 las grandes huelgas obreras de junio y julio asestan un duro golpe al gobierno y crean un nuevo escenario político. La iniciativa había pasado a manos de la movilización popular, debilitando la política represiva del gobierno peronista. Se produce un desbloqueo que se expresa también en las facultades. En este contexto, a mediados del ´75 se desarrollan nuevas elecciones del Centro de Estudiantes en Económicas en las que se presentan la Franja Morada, la JP y un frente de la UJS y la JS (Juventud Socialista, organización juvenil del PST). Este frente, la lista socialista, obtiene un miembro en la Comisión Directiva del Centro por primera vez, lugar que ocupará un militante de la UJS. 

Las vísperas del golpe 

Ya en enero de 1976 PO denunciaba la creciente actividad de “las bandas asesinas derechistas” y planteaba la posibilidad de un golpe ante el deterioro total del gobierno. Entre los presos políticos se encontraban varios compañeros de la organización como Jorge Gelman, militante de la UJS que llevaba en ese momento más de 8 meses encarcelado a disposición del PEN. Bajo el impulso de Política Obrera, se desarrolló una campaña internacional contra los presos políticos en el país, auspiciada por la Alianza de Jóvenes por el Socialismo, “organización hermana de la UJS en Francia”. (Política Obrera, 15/01/1975, año X, N° 254).

En el último Congreso de Política Obrera en diciembre de 1975, bajo la dirección honoraria de los militantes Fisher y Bufano asesinados por la AAA, se había resuelto como consigna central de la etapa “Construyamos un Partido Obrero” para intervenir en la lucha por la recuperación de los sindicatos y en el proceso de ruptura del movimiento obrero con el peronismo. Se llamaba a desarrollar un Frente Antiimperialista, proponiendo la unidad a “todas las corrientes que militan en el movimiento obrero y se reclaman combativas” (JP, PC, PST, Auténticos, etc.). En dicho Congreso también se defendió la consigna estratégica de “Gobierno Obrero y Campesino” contra el frente popular, y se definió como consigna central ante la crisis política “Terminar con el gobierno de Isabel, abajo el golpe, por inmediatas elecciones generales”. (Política Obrera, 15/01/1975, año X, N° 254). Fue un mérito de Política Obrera haber rechazado el golpe que se cocinaba caracterizándolo como el avance de la reacción. Ya en febrero de 1975 titulaba en una de sus prensas “Cómo luchar contra el golpe” (PO N° 256, 18/02/1975, Año X). Por ello su esfuerzo por convocar a un frente de todas las organizaciones populares para organizar la resistencia. Como veremos, esta será la orientación política de PO bajo la dictadura. La UJS también desenvolverá esta orientación en el medio estudiantil, con permanentes llamados a las corrientes combativas a desarrollar una lucha común contra el gobierno militar, particularmente a las que integraban la dirección de la Federaciones y los Centros.  

Para Política Obrera las huelgas de junio y julio habían creado en el país una situación revolucionaria. Ante este desarrollo, la burocracia sindical del justicialismo decidió recomponer las posiciones con el gobierno de Isabelita y respaldó el programa de Cafiero, cuyo objetivo era contener el ascenso obrero mediante suspensión del derecho a huelga, pacto social, militarización vía Ley de Defensa. Pero no lograron frenar la movilización. El gobierno peronista se manifestaba cada vez más impotente para contener la lucha obrera. La dupla Isabel-Miguel fracasó y la alianza se quebró. Ante el agotamiento del gobierno y la iniciativa creciente de las masas explotadas, PO señala:

“el centro del poder real se desplaza del gobierno a las fuerzas armadas y a los representantes directos del gran capital (…) Bajo todo el gobierno peronista, era éste el que tenía la iniciativa de golpear contra los trabajadores, con la simpatía de la patronal y de los milicos. Ahora son éstos los que toman la iniciativa de golpear con el apoyo gubernamental. Es el pasaje de la opresión política “constitucional” de las masas hacia el golpe militar.” 

Mientras Política Obrera desarrollaba esta caracterización, los partidos tradicionales capitulaban completamente ante los golpistas. Ricardo Balbín en sus declaraciones públicas defendía a las FFAA, quienes desde el ´73 en adelante “han adoptado una actitud encomiable que las prestigian y evidenciado el deseo de vivir dentro del juego normal de las instituciones.” Y explicaba que el problema era el gobierno que no asumía sus responsabilidades y errores “de modo que cualquier episodio posterior le sería directamente imputado.” (Crónica, 16/02) 

Apenas una semana antes del golpe concluyen todas las maniobras parlamentarias. “El parlamento no ha querido echar a Isabel, porque no quiere una salida democrática”. Los partidos de la burguesía apostaban a una salida “militar-institucional”. La suerte del país ya estaba echada, el golpe era un hecho. “El 25 de mayo de 1973 los Montoneros aseguraban que con la subida del peronismo los militares “se van, se van y nunca volverán”. Con la política de Cámpora, Perón y los Montoneros, los militares, en gran medida, ya volvieron”. (Política Obrera, 17/03/1976, Año X, N° 258)

En los comienzos de 1976 el Ministro de Educación, Arrighi, había emprendido un nuevo intento limitacionista en la universidad con la pretensión de reintroducir el examen de ingreso. No se trataba simplemente de un examen, sino que el plan iba más lejos ya que sólo podrían rendirlo quienes superaran los controles policiales como “certificados de buena conducta” entregados en comisarías, y certificados de domicilio (éste último para filtrar a los aspirantes que no residieran en CABA). Ante la difusión de estos planes, la UJS planteó la necesidad de organizar la movilización por el ingreso irrestricto. A su vez, la FUA (dirigida por la Juventud Radical) y la FULNBA (Juventud Peronista) repudiaron las restricciones al ingreso y exigían la eliminación de los cupos. La propuesta que elevó la juventud de PO ante estos organismos fue que los Centros organicen comisiones de aspirantes desde el verano para ir preparando “con actos, charlas y movilizaciones”, una gran lucha que imponga el ingreso irrestricto. (Política Obrera, 15/01/1975, año X, N° 254). Pero estas iniciativas no fueron impulsadas por las federaciones, lo que motivó toda una polémica. 

En marzo, el rector de la UNBA Mangiante es reemplazado por José Alocen. El Ministro Arrighi declaró que se trataba de un “simple cambio de guardia” y no un “cambio de objetivos ni de actitud en la orientación y en la conducción” (La Nación, 13/03). 

Con el cambio de rector se eliminó el cupo original (que imponía un límite de 10.000 estudiantes), pero se mantuvo el examen de ingreso y todas las proscripciones policiales que condicionaban la inscripción. El análisis de la UJS fue que la derogación del cupo era consecuencia de la presión de los ingresantes por un lado, y la debilidad del gobierno por el otro. Hubo un importante movimiento de estudiantes que impuso el recule de los planes iniciales tal cual habían sido concebidos por el gobierno, pero que se dio por fuera de las direcciones estudiantiles. La UJS ante esta situación hace un llamado a la construcción de cuerpos de delegados en todos los colegios y facultades.  (Política Obrera, 10/03/1976, Año X, N° 257)

Como ya hemos señalado, en las elecciones estudiantiles de 1975 la UJS había presentado listas conjuntas con la Juventud Socialista en toda la UBA, duplicando su caudal de votos frente al estancamiento o retroceso de las juventudes mayoritarias (radicales y peronistas). El acuerdo con la JS era reivindicado por su carácter “principista”: postulaba la ruptura con la burguesía, el combate al frente-populismo (stalinismo) y al guerrillerismo, y se pronunciaba por la independencia política del movimiento obrero y estudiantil y por la estrategia del gobierno obrero. (Política Obrera, 18/02/1975, Año X, N° 256)

Ante la falta de una organización propia de la juventud trabajadora y explotada, y frente a un peronismo que había abandonado la universidad para pasar a la clandestinidad, la UJS hace un llamado a la JS para la construcción de una “juventud socialista de masas”, y señala que debe ser abierto a todos los que coincidan con dicha perspectiva, convocando a un congreso abierto de unidad de ambas organizaciones y todos lo que quisieran sumarse a construir una juventud socialista. Esta iniciativa desenvolvió toda una polémica con la corriente juvenil de Nahuel Moreno. La JS rechaza el planteo y lo contrapone a la idea de conformar una juventud “trotskista”. La UJS responde que hablar de “juventud socialista o comunista no es lo mismo porque el objetivo no es realizar el “trotskismo” –que quedaría así planteado como una ideología- sino luchar contra el capitalismo mundial para instaurar la república mundial de los soviets, es decir el programa del socialismo comunista”.  (Política Obrera, 10/03/1976, Año X, N° 257)

Se inicia el golpe

A poco de andar, el gobierno militar pone de manifiesto sus planes criminales y la aplicación de un plan sistemático de terror. “El estatuto del crimen protegido goza de privilegios mucho mayores que bajo el gobierno de Isabel.” Se vuelve fundamental la lucha contra los crímenes derechistas, por las libertades democráticas. (Adelante!, 20/07/76, N°5).

Los extremos más atroces definen características del brutal régimen de represión instaurado el 24 de marzo” (Adelante! Año 1, Año 1, N°6,07/76).El gobierno militar, como mandatario del gran capital, estaba sometido a la exigencia de hacer efectivos los acuerdos con el FMI, con las empresas extranjeras y con los bancos privados. Por eso la criminalidad terrorista gozaba de tanta impunidad como en la época de López Rega, pero había producido un salto en calidad: la maquinaria estatal estaba más ensangrentada que nunca. Política Obrera planteaba que la vigencia del derecho de opción a salir al exterior para los detenidos a disposición del PEN y la publicación de nómina total de detenidos eran los dos problemas inmediatos de mayor importancia para enfrentar al terrorismo de Estado

La dictadura en la educación

“Lo que yo recuerdo era… se extendió mucho el limitacionismo, es decir, había… era más difícil entrar a la universidad, era más difícil permanecer en la universidad. Luego en materia de… reformas educativas, se avanzó en todo lo que tenía que ver con las reformas del Banco Mundial. Carreras cortas, no cierto? Todo ese tipo de políticas. Y una regresión ideológica muy fuerte. Es decir, esto que te cuento, de cátedras que fueron arrasadas y… se impuso en Económicas y quedó… digamos quedó una facultad… derechista, neoliberal, no cierto?”

A pocos meses del golpe se producen cesantías masivas a docentes y no-docentes en todo el país. Los diarios informan de casi 400 expulsiones en Córdoba, más de 150 en La Plata y una cantidad similar en la UBA. El gobierno fundamentó su decisión en la “necesidad de eliminar la corrupción y la venalidad” de sus antecesores. La UJS señaló que en realidad las cesantías del gobierno de facto representaban una continuidad de la política del gobierno peronista que apuntó a la liquidación de todo docente afín a las organizaciones consideradas de izquierda o progresistas. Y concluye que también en la política educacional el gobierno militar es la continuidad del gobierno antiobrero y corrupto del peronismo. (Adelante! 02/06/1976, Año 1, N° 3)

Ramal comentó que la situación represiva que había instaurado el gobierno peronista había forzado a los activistas más expuestos a abandonar las facultades. Relató que “prácticamente todos los militantes de la TERS de económicas, me refiero a los más notorios, toda la dirección del frente, tuvo que abandonar la facultad por… por temor a ser secuestrados.” La continuidad de su militancia tras el golpe incluso estaba vinculada con esta situación. Él completa la colimba 2 días antes del fatídico 24 de marzo, razón por la cual no había tenido una participación política en todo el último período, y frente a la nueva situación, estaba en mucho mejores condiciones que sus demás compañeros para desarrollar –o intentar al menos en las circunstancias reinantes- alguna actividad e impulsar la organización de la resistencia estudiantil.

“Me dicen “Mirá, tenés que… tenés que meterte en la facultad. Sos el único militante, cuadro digamos, que no está quemado, que… en un año se olvidaron de vos”. Es decir, los no docentes, los tipos, los eh… “los buchones de adentro de la facultad de vos no se acuerdan”. Entonces, hice eso, volví a la facultad, me metí a estudiar, y era, formé parte de … un reducido activismo que existía en la facultad en la época de la dictadura.”

En el primer período posterior al golpe, el Centro de Estudiantes de Ciencias Económicas (CECE) continuó reuniéndose, aunque en condiciones de absoluta clandestinidad. Participaban todas las agrupaciones de la Comisión Directiva excepto la JP que abandonó la lucha en la universidad, “el montonerismo abandona la facultad” (Ramal, entrevista 2014). Se reunían en un bar enfrente del Consejo Profesional de Ciencias Económicas, en Viamonte y Montevideo. Le habían solicitado a los radicales que dirigían el Consejo, poder reunirse allí, pero no lo consiguieron. Los radicales consideraban que eso era “demasiado compromiso”, pero les recomendaron que se reúnan en la esquina para que estuvieran cerca. 

Entonces recuerdo un día, una tarde-noche, que estábamos en el bar, se pararon los famosos Falcon verde, contra el bar, es decir, en la esquina como está parado ahí ese auto (señala por la ventana del bar donde estamos teniendo la conversación), y se quedaron frente a dónde estábamos nosotros. Y bueno, pensamos que nos iban a secuestrar. Pero estuvieron un largo rato, se fueron, creo que fue como una especie de… advertencia, de amedrentamiento, y después se fueron.” 

Después de ese episodio dejaron de producirse las reuniones clandestinas del Centro. Hubo un lapso en el que ya no hubo reuniones por la inseguridad que implicaban. 

En una particular nota de 1976, la UJS describe la situación educativa en Estados Unidos y extrae de ella una caracterización general de la educación en la época de declinación del capitalismo. Se había puesto de manifiesto un deterioro de las universidades y de los estudios superiores en aras de institutos y centros de capacitación más rápida y menos calificada. Los estudiantes para asegurarse una fuente rápida de trabajo, se inscribían en las “carreras más rentables”. Todo ello indicaba el desmantelamiento literal de la universidad norteamericana, cada vez más descentralizada. “Este sombrío panorama sirve también para desmentir los planes de los ideólogos de la “reforma educativa” (entre sus partidarios está el actual ministro Bruera) que toman al sistema yanqui como “modelo”. (…) Su aplicación en nuestro país, atrasado y sometido al capital extranjero, conduciría a una caída estrepitosa del aparato educativo, a su dislocación y desmantelamiento”. De esta manera, no ubicaban los planes de la dictadura como las locuras de un grupo de maniáticos, sino como la aplicación consecuente los fines estratégicos del capitalismo a escala mundial. (Adelante! 02/06/1976, Año 1, N° 3)

“Un plan de des-escolarización en todos los niveles”

En junio de 1976 se reunió el Consejo Federal de Educación organizado por el ministro Bruera y la resolución principal fue impulsar una Reforma Educativa. La UJS señaló que se trataba de ir a fondo en la política que no logró aplicar Onganía. Los militares buscaban recomponer el cuadro de represión política en una escala nunca antes vista. “La “reforma” actual tiene por objeto liquidar las conquistas que determinaron el “fracaso” tanto de Onganía, como de Cámpora y de Ivanissevich.” (Adelante! 02/07/1976, Año 1, N° 3) Y señaló que la misma obedecía a los planes del gran capital de limitación y descalificación masiva de todos los niveles. Pronosticaba que la ejecución de esta reforma significaría una “catástrofe” y una destrucción educativa sin precedentes.   

Sin embargo, la aplicación de estos planes no era tan sencilla desde la óptica de PO. A diferencia de 10 años atrás, el gobierno militar se encontraba con importantes dificultades para avanzar en sus intenciones. Esto por el nivel de conquistas sin precedentes alcanzados a partir del fracaso de las sucesivas políticas gubernamentales de 1969-1976, desbordadas por la movilización estudiantil. En materia de población universitaria se había producido un verdadero boom. Entre 1970-75 la cantidad de universitarios había crecido en un 150%, consecuencia de la formidable conquista del ingreso irrestricto, obtenida en 1970. Había trascendido de la reunión del Consejo Federal de Educación que se buscaba una reforma que pretendía cortar los suministros; reducir el presupuesto; instaurar subsidios masivos a las universidades privadas (es decir, liquidación de la educación estatal) limitando las facultades de las universidades a la emisión de diplomas académicos pero no a la habilitación profesional, quedando ésta en manos de los colegios profesionales y garantizando el monopolio de las corporaciones y camarillas de la oferta de mano obra profesional. El objetivo era fomentar la creación de establecimientos “educativos” bajo el control del gran capital, en función de la super-especialización de la fuerza de trabajo barata y semi-calificada.  (Adelante! 02/07/1976, Año 1, N° 3)

El ministro Bruera era consciente de que la amputación de ramas enteras de la educación constituía un requisito primordial para los cambios académicos que suponía la “reforma”. La prioridad: “descentralización administrativa, transfiriendo las facultades de decisión y gestión a los propios servicios educativos, tanto en los aspectos técnicos como financieros”. (La Opinión, 11/05). De acuerdo con los planes anunciados, cada institución tendría que “autogestionar” los recursos para sostenerse, no afectando más al presupuesto estatal. La descentralización tiene como inevitable consecuencia la destrucción de sectores enteros de la educación y por eso fue fijada como “requisito” de la Reforma. El proyecto era que los establecimientos educativos se “autofinancien”, mediante la arancelización y el aporte de la gran corporación capitalista. 

“Está reaccionaria política es la continuidad de la Misión Ivanissevich. Por eso el gobierno debutó ampliando y profundizando a gran escala todas sus medidas: cesantías docentes, expulsión de estudiantes, prescindibilidad del personal no docente, cierre de carreras, presencia policial, etc”.

La modificación de la Ley Universitaria por otro lado otorgó facultades verdaderamente dictatoriales al ministro para la designación de todas las autoridades universitarias. Sumado a todo lo dicho hasta ahora, da cuenta del carácter reaccionario que se pretendía imponer en la universidad. Por ello la UJS y PO consideraban que la reforma educativa no era viable sin un aplastamiento profundo del proletariado, lo que consideraban que no se había producido. El movimiento obrero daba pelea de la mano de las comisiones internas combativas. Pero señalaban: “Debemos considerar sin embargo que el gobierno militar ha devuelto la iniciativa en la situación actual a la burguesía y la reacción imperialista. Es por lo tanto en esa dirección que buscará golpear y provocar un retroceso más amplio de las conquistas que se mantienen en la educación”.  (Adelante! 02/07/1976, Año 1, N° 3)

“¿Escuela o cuartel?”

Las expulsiones estudiantiles fueron masivas en el primer año del gobierno militar. En Córdoba se expulsaron 107 alumnos por razones políticas, sin ningún tipo de fundamentos. En cuanto trascendió la medida, la Universidad de Buenos Aires no se quiso quedar atrás y estableció un “nuevo régimen disciplinario”. “Este régimen convierte a la universidad en una verdadera cárcel” aseveraba la UJS. El reglamento era aplicable a todo tipo de actitud o conducta de los estudiantes, dentro y fuera de la facultad. Establecía suspensiones de hasta un año por “desobediencia frente a la orden impartida por un profesor, docente auxiliar o autoridad universitaria.” También establecía que el alumno procesado o puesto a disposición del PEN quedaría automáticamente suspendido. Ante ello, la UJS insistía en su política de convocar a la unidad de las organizaciones del movimiento estudiantil para enfrentar la embestida:

La tarea es organizar el frente único de las organizaciones juveniles para enfrentar estos atropellos y crear un amplio movimiento en función de la lucha por las libertades y por la liquidación de los régimen disciplinarios represivos y de todas las expulsiones decretadas”.

El comienzo del ciclo lectivo marcaba el fracaso de un sector del gobierno que había propuesto la clausura de la universidad. Triunfó, en cambio, una tendencia opuesta. La UJS consideró esto un hecho político, porque significaba que el gobierno consideró que no estaban dadas las condiciones para un golpe semejante. Un ataque drástico a todas las conquistas educacionales vigentes hubiera exigido una situación de derrota amplia y duradera de las masas que no se había producido. “La iniciación de clases es una conquista de la juventud ya que es un freno a la aplicación drástica de los planes ultra reaccionarios de la Reforma Educativa.

Se vivía en esta época un clima de inquietud y bronca estudiantil frente a la política gubernamental. El material de estudios era económicamente inaccesible, se suprimían horarios de cursos y se modificaron las correlatividades para imponer un filtro limitacionista. Alrededor de estos problemas se comenzaron a manifestar en diversos cursos y facultades los síntomas de un primer reagrupamiento del movimiento estudiantil: por apuntes baratos, por la libertad para sus alumnos y sus organizaciones para editarlos, por más horarios nocturnos, por la eliminación de los regímenes de correlatividades y asistencia que impedían estudiar. La UJS daba cuenta de todas estas reivindicaciones y planteaba la necesidad de organizarse para luchar por ellas; enfatizaba que los Centros de estudiantes, aunque proscriptos, no habían dejado de existir y debían actuar como canal de organización. 

La represión gubernamental se llevaba puesto a todo el mundo. La UCR protestaba por el secuestro de afiliados radicales. También la Iglesia reclamaba por el asesinato y detención de sacerdotes. A mediados del ´76 las Naciones Unidas ya reclamaban por la vigencia de los derechos humanos. Frente a las denuncias de la represión en las universidades, Constantini indicó que la permanencia de la policía en  las facultades era un factor de alteración. El Partido Comunista contaba numerosos militantes secuestrados y detenidos. PO exclamó la urgente necesidad de responder a esta situación, que reflejaba un problema de amplitud nacional, con un objetivo unitario que tenga el mérito de iniciar un movimiento hacia la conquista de las libertades. (Adelante! Año 1, Año 1, N°6,07/76).

El apoyo del PC a la dictadura.

Hasta el último minuto el PC sostuvo al gobierno de Isabel. Una vez producido el golpe anunció su apoyo a la junta militar. “El Partido Comunista, aunque no comparte todos los puntos de vista expresados en los documentos oficiales, no podría estar en desacuerdo con tales enunciados, pues coinciden con puntos de su Programa, que se propone el desarrollo con independencia económica, al seguridad con capacidad nacional de decisión, soberanía y justicia social” (declaración del CC del PC del 25 de marzo). Una semana después, publicaban en Tribuna Popular: “El General no pide adhesión sino comprensión. La tiene.” PO denunció el apoyo brindado por el stalinismo a la dictadura y señaló que el PC alteró sin empacho el argumento antigolpista con que había justificado su apoyo al gobierno criminal del peronismo. (Adelante! 14/04/1976, Año 1, N° 1)

La militancia de la UJS no conoció interrupciones durante todo el período, ingeniándoselas para superar las condiciones descriptas. Todo lo que hacían debía ser clandestino. De igual modo sucedía con la difusión de sus materiales, volantes, boletines y prensas que debían ser cuidadosamente camuflados.  

Yo entraba a la facultad, yo tenía un padrón de contactos, y entraba a la facultad con el periódico “Política Obrera”, camuflado adentro de un paquete de cigarrillos vacío. Es decir, comprábamos un paquete de cigarrillos, lo vaciábamos por la cola del paquete, cerrábamos, metíamos el periódico adentro, volvíamos a sellar el celofán con un cuchillo caliente… envasábamos el periódico como te cuento, entrábamos con volantes metidos en los calzoncillos. Y… hacíamos una actividad, teníamos contactos, es decir, gente con la teníamos una relación política, discutíamos

Debate en el CECE

El Centro de Estudiantes de Ciencias Económicas lanzó un volante de justificación del golpe militar, abriendo ilusiones en el gobierno. El mismo remataba con la reivindicación del participacionismo en la intervención militar, planteando que había que “instrumentar formas democráticas de participación de los claustros en la gestión de la facultad”. El Centro, que en realidad estaba proscripto y el MOR y la JR habían decidido actuar sin consultar a la representación de la UJS -la JUP había abandonado la facultad-, se vio obligado sin embargo a reconocer y plantear la existencia de una serie de reivindicaciones contra la carestía y el limitacionismo, ya que éstos se habían manifestado como elementos de inquietud real frente a los estudiantes. Para la UJS, lo que correspondía entonces era formar un frente único de todas las organizaciones estudiantiles (MOR, Franja Morada, UJS). “El MOR reclama el derecho de asociarse para editar y distribuir apuntes, lo cual es profundamente justo y permite un primer planteo por la legalidad del Centro de Estudiantes. Es una oportunidad para una agitación unitaria en torno de este planteo.” Existían una cantidad de reivindicaciones: por horarios adecuados a los alumnos que trabajan, por un régimen de asistencia que permita la continuidad de los estudios, por la eliminación de los regímenes filtros de correlatividades. Y, por supuesto, una cuestión insoslayable: la ola de asesinatos y secuestros, los presos políticos. La juventud podía jugar un papel decisivo: 

“forjar ya mismo el frente único de todas sus organizaciones para reclamar la publicitación inmediata de las listas de todos los detenidos, la liberación de los presos políticos, la investigación de la ola impresionante de secuestros y asesinatos.”

En el mes de septiembre se desarrolla una crisis en la cúpula  universitaria, producto de choques entre el Ministro Bruera y el interventor Constantini. Éste último había tendido diferentes puentes entre liberales y radicales. Bruera presentó a la Junta de Comandantes un monstruoso plan de desmantelamiento de la educación universitaria estatal y de censura en la universidad. Proponía, entre otras cosas, arancelar universidad pública; la clausura de universidades regionales y de las carreras de Psicología, Antropología y Sociología en todas las universidades; el establecimiento de cupos y la división en ciclos que alarguen los plazos de obtención de los títulos; y como correlato, la destrucción de la organización docente, no docente y estudiantil. La divergencia entre Bruera y Constantini no tenía que ver con el contenido del plan, sino con los métodos de su aplicación. El debate de fondo era parte de una crisis que hizo chocar al ala pinochetista-alsogarista por un lado, y los partidarios de un régimen de equilibrio y apertura entre las distintas fracciones de la clase capitalista. (Adelante! 15/09/1976, Año 1, N° 7)

Algunas agrupaciones radicales y comunistas plantearon la necesidad de apoyar a Constantini como representante de la “democracia”. La UJS denunció que esto significaba atar de pies y manos a la juventud al plan Bruera, cuya dirección comparte el rector. “El rector y el primer mandatario acordarán seguramente diluir en una estrategia conciliadora la disparidad de criterios.” (Adelante! 15/09/1976, Año 1, N° 7) Por el contrario, al movimiento estudiantil se le presentaba una oportunidad para intervenir, atacando las posiciones más reaccionarias del plan ministerial y aprovechando las divergencias, no para apoyar a Constantini, sino al revés, para promover la organización independiente del estudiantado y demostrar el carácter mezquino y ultralimitado de la discrepancia del rector, destinada a salvar lo esencial del plan limitacioncita y asegurar su ejecución. 

En septiembre, Martínez de Hoz anunciaba que los precios seguirían subiendo, aumentarían las tarifas de servicios públicos, se cumpliría escrupulosamente con los compromisos con el capital extranjero y los salarios no tendrían ningún aumento. Harguindeguy, ministro del interior, ratificaba que el gobierno no daría a conocer los nombres ni la cantidad de los presos políticos. “El terrorismo derechista tiene la más absoluta impunidad” decía Adelante! (Adelante! 29/09/1976, Año 1, N° 8).

Para la clase obrera la situación es terrible”, sufriendo salarios ínfimos y desocupación. Era evidente que estaba en curso una verdadera ofensiva patronal-militar con el objetivo de “provocar una profunda degradación de los trabajadores”. Pero PO insistía en una tesis muy singular: que el gobierno militar no había logrado aplastar a la clase obrera ni privarla de su capacidad de lucha. Y mencionaba las recientes huelgas de las fábricas automotrices como una clara  muestra de ello (Adelante! 29/09/1976, Año 1, N° 8). Insistía en la necesidad de contribuir al desarrollo de esa voluntad de lucha, esa resistencia, que no había sido quebrada por completo. “La relación entre  la lucha salarial y la defensa de las libertades es evidente”. La recuperación de los sindicatos y del conjunto de los derechos sindicales y políticos, empezando por la liberación de los trabajadores presos y el levantamiento del estado de sitio, son necesarios para la lucha salarial. 

La huelga de Luz y Fuerza en octubre, de gran envergadura, fue señalada como el primer gran movimiento de resistencia contra la anulación de los convenios estatales y el plan de racionalización de las empresas públicas exigido por el imperialismo (Adelante! 14/10/1976, Año 1, N° 8). Las múltiples luchas obreras de la etapa aparecían en todas las ediciones de la prensa de PO a través de la sección “Noticiero sindical”. Había un registro de luchas en amplios sectores del movimiento obrero, sólo en el N° 8 de Adelante! se mencionaban: Carpenter (capital), Vainer (UOM, San Martín), Mercedes Benz, Industrias Saavedra (SMATA, Ciudadela), Metalúrgicos Matanza, Fate (electrónica), Textiles San AMrtín, Propulsora Siderúrgica (UOM, La Plata), gráficos (Editorial Atlántida, CODEX, ABRIL), Alpargatas (Florencio Varela y Capital), en la industria automotriz de Córdoba (Renault, Perkins, Thompson). Esto solo en una prensa, y de los registros que pudo tener Política Obrera, donde sus militantes desarrollaban una actividad. 

El año 1976 se cierra con una importante resistencia de parte de los trabajadores, desde los comités de fábricas por ejemplo, contra el plan de miseria y represión inaugurado el 24 de marzo. 

“En las siguientes páginas el lector podrá apreciar, nuevamente, la amplitud y la tenacidad de la resistencia obrera, su indomable voluntad de organizarse y la aparición de nuevos dirigentes de fábrica….”

1977-1978, cambios de calendario, continuidad de un régimen de terror.

Junto con la aplicación sistemática del terror, se profundizaron las características de la política económica que venía impulsando el gobierno militar: la subordinación total a los dictados del capital extranjero y la oligarquía, la sistemática liquidación de las conquistas obreras, y la especulación a gran escala, organizada y garantizada por el Estado. 

La tarea de 1977 es organizar ese movimiento de resistencia en todas las fábricas y en el movimiento de la juventud, como un gran frente único por nuestras reivindicaciones.” (Adelante! 12/01/1977, Año 1, N° 13). Para PO el primer paso en esta perspectiva debía ser la construcción de Comités Unitarios en las fábricas, dependencias, universidades y colegios para luchar por un programa: aumento salarial, paritarias, cese de la intervención militar en la CGT y en los sindicatos, libertad a los activistas sindicales, políticos y estudiantiles presos, publicación de la lista de todos los detenidos, defensa de los derechos políticos y ciudadanos. 

Al comenzar el cuatrimestre se produce una brutal caída, sin precedentes, de la inscripción de las Universidades Nacionales. Pero a pesar de ese impresionante ataque, el movimiento estudiantil buscó una forma de organización. Participaron más de un millar de estudiantes en los cursos organizados en los consejos profesionales. La concurrencia estuvo motivada, fundamentalmente, por la desorientación reinante y la baja calidad y desorganización de los “cursos de apoyo” oficiales. Sin embargo, este primer punto de reagrupamiento no llegó a extenderse por responsabilidad de las direcciones estudiantiles, en primer lugar del stalinismo (MOR/PC) que planteó la política de restricciones en los ingresos (y no la derogación de los cupos) y propugnaba el participacionismo –formación de una comisión asesora del ministro integrada por la iglesia, las FFAA, las organizaciones profesionales, docentes, estudiantes, etc. En función de esta perspectiva de colaboración, obstaculizaron la organización estudiantil y su centralización, que empezaba a despuntar en la elección de delegados de diversos cursos y llegaron incluso a amenazas y agresiones contra aquellos que más enérgicamente impulsaron este proceso de organización (Adelante! 01/04/1977, Año 2, N° 14).

No obstante, más allá de la orientación de las corrientes que dirigían los centros y federaciones, hubo importantes episodios de resistencia frente al brutal limitacionismo.

me acuerdo un conflicto con un profesor de toda esa escuela que entra como docente en la facultad, cursamos con él y prácticamente bochó a todo el curso. Te estoy hablando de pleno año ´77. Entonces en medio de… toda esa crisis, le hicimos un piquete al curso y una suerte de huelga: nadie fue a la clase siguiente, pidiendo la revisión de las notas. Lo cual era un hecho… increíble viste que ocurriera… Bueno, en ese momento yo fui, asumí una especie de papel de delegado del curso

La movilización estudiantil, aunque limitada, era enorme para las condiciones en que se desarrollaba. En la Facultad de Económicas también hubo experiencias muy destacables de lucha frente a las desapariciones sistemáticas. Ramal cuenta una anécdota particular al respecto, frente a la desaparición de una compañera de su curso. Era Graciela Nicolía, “una piba del PC”. Militaba en el Partido Comunista que en la Facultad de Económicas se llamaba AURCE-MOR: Agrupación Universitaria Reformista de Ciencias Económicas. Frente a su desaparición, la UJS y el MOR desarrollan una campaña común dentro de la facultad, una campaña de “habladas en los cursos”. 

En plena dictadura! Íbamos a los cursos y recogíamos firmas, tomando precaución de que… bueno, que no nos vieran, digamos que… lo hacíamos en determinados cursos… bueno, pero hacíamos habladas en los cursos. Es decir que, este, había una militancia… (…) Juntamos bastantes firmas”.

El diciembre del ´77 se anuncia el régimen de ingreso que se prepara para 1978 con características limitacionistas muy similares y aún peores al año anterior. Igual que 1977, se mantendría la política de cupos pero con cifras aún más restringidas. El panorama en la UNBA: si bien el cupo en cifras globales fue ligeramente inferior al año anterior, varias de las “carreras tradicionales” sufrieron un recorte notable en sus cupos de admisión. (Tribuna 28/12/1977, Año 2, N° 22)

La UJS hace un llamado a constituir un vasto movimiento de aspirantes, empezando por organizar una campaña pública dirigida a la opinión pública y al país, reclamando el derecho democrático de los estudiantes a entrar en la universidad. Enfatizan que los Centros y la FUA deben romper la parálisis existente frente a la cuestión de los ingresos, impulsando desde ya la formación de un movimiento de los ingresantes. Formación de Comités unitarios para luchar por el acceso de todos a la universidad y para enfrentar la política represiva del régimen, por las libertades democráticas y contra las desapariciones y detenciones. 

yo recuerdo dos cuestiones muy debatidas en ese momento. Una tenía que ver con el problema del limitacionismo, las arbitrariedades con los estudiantes. Fue un período, así, de enorme arbitrariedad, el profesor te decía… “no, usted está bochado” – “¿por qué?” – “No, porque no… su visión de los problemas no se corresponde con lo del… curso”, este… me entendés? Te decían cualquier cosa, o sea, el nivel de arbitrariedad era… era enorme. Y el otro problema, era el problema democrático. Todo lo que tenía que ver con los secuestros, las desapariciones de estudiantes, es decir, todo eso era un eje muy… muy fuerte, no? Por eso te digo, episodios que por ahí juntábamos firmas por alguien que había desaparecido, eh… interesábamos al resto de los cursos por este motivo. Es decir, era un tema que estaba todo el tiempo… con mucho peso.”

“El plan Martínez De Hoz en la Educación”.

En 1978 Catalán anunció un plan para la educación que profundizaba una vasta obra destructiva. En dos años la dictadura ya había cerrado escuelas y carreras enteras; se produjo una deserción masiva de docentes; se desarticuló el sistema estatal mediante la supresión del Consejo Nacional de Educación y la transferencia de escuelas a las provincias; el ahogo presupuestario adquirió una escala sin precedentes y se instauró el régimen de ingresos más feroz que haya habido en la universidad. Ahora, la reforma de Catalán pretendía avanzar más a fondo en la destrucción de conquistas vitales en materia educativa: la gratuidad, el laicismo y la enseñanza estatal. Los principales ejes eran: desescolarización en los niveles primario y secundario; reducción absoluta en la matrícula universitaria y creación de regiones que integrarían en su interior tanto a las universidades estatales como a las privadas y que implicarán el cierre de carreras y universidades enteras de cada región (en beneficio de las universidades privadas por supuesto); eliminación de la enseñanza gratuita: a partir del año siguiente se comenzarían a aplicar aranceles a las universidades estatales; descalificación de los diplomas. (Tribuna  17/04/1978, Año II, N° 25)

Todo el plan educacional se trataba de una de las versiones más fieles de los planes del imperialismo. El mismo era justificado con el argumento de la “modernización de la enseñanza” y la “necesidad de adecuar la educación a la producción” o a “la economía del país”. La UJS denunciaba que esos eufemismos ocultaban la intención de llevar adelante una completa reestructuración de la educación en función de las necesidades del gran capital nacional y extranjero, cuya expresión más acabada era el plan Martínez de Hoz. En realidad, se debía hablar de la adecuación de la educación a las necesidades de la gran empresa capitalista. De este modo, la idea era reemplazar carreras enteras -en especial en los niveles de la educación superior- por ciclos cortos y rápidos, en los que se impartan técnicas limitadas de trabajo (que además quedan siempre rápidamente desactualizadas) en función de las necesidades del gran capital de mano de obra barata, y por lo tanto, subordinadas a los cambios bruscos y violentos del mercado de trabajo capitalista. Este plan se correspondía con un “prolongado y furioso proceso de reacción política”.

Diversos sectores e instituciones de la burguesía, vinculados al aparato educativo, salieron a criticar los anuncios de Catalán. Esto era expresión de la crisis política y de las divisiones y realineamientos del momento. El proyecto de regionalización anunciado dejaba planteado un cierto grado de centralización. “Este es el motivo que explica la reacción de los privados y especialmente de la Iglesia, que ven con preocupación un posible recorte de sus atribuciones y prebendas (los fabulosos subsidios que reciben).” Catalán no era un hombre de sus propias filas, y por ello las reservas hacia el ministro, porque escapaba a su control directo. Por otro lado, había una vertiente de críticas que provenían de la corriente liberal universitaria de tipo gorila, que en su momento representó Constantini en la conducción de la UNBA. Éstos concuerdan con una política general de tipo limitacionista, pero manteniendo una cierta jerarquización de la universidad en la cual conservan importantes posiciones. 

El plan de Catalán planteaba la adaptación de la educación al aparato productivo, y por tanto era parte de todo el plan de reestructuración económica que dirigía Martínez de Hoz. Muchas de las críticas por parte de diversos grupos capitalistas deben ser entendidas como “un tiro por elevación contra el propio plan económico, cuya crisis es cada vez más abierta y ostensible”. (Tribuna 17/04/1978, Año II, N° 25) 

El Ingreso a la universidad podía ser definido en dos palabras: limitacionismo y corrupción. En la UNBA, en 1978, de los 40.075 estudiantes sólo el 28% aprobó el examen de ingreso. Pero además, hay evidencias concretas de que las pruebas de ingreso fueron un fraude. El caso de Económicas fue particularmente escandaloso. Hubo una denuncia, reconocida por el rector de la UNBA y elevada a la Justicia, por las “irregularidades” del examen en la facultad, en la que un instituto privado aledaño se encargó de repartir los temas de la prueba. La proyección que alcanzaron este tipo de denuncias se vinculaba a la crisis desencadenada por los anuncios de Catalán con el universo de críticas que ya señalamos, y a la crisis política de la dictadura.

El régimen de ingreso pasó sin que mediara una resistencia organizada de los estudiantes. La UJS denunciaba que esto se debió a la negativa de las corrientes dirigentes de la FUA a lanzarse a una campaña contra los cupos y por el ingreso irrestricto. El planteo del MOR, admitido también por la juventud radical, fue el de la “apertura de los cupos”. Esto significaba aceptar el limitacionismo impuesto por el gobierno, confiando en una mayor “flexibilidad” de las autoridades, que por supuesto no se produjo. Pero aún bajo este programa limitado, se negaron a organizar a los estudiantes. “La política de confiar y esperar que supuestas fracciones progresistas de la dictadura den respuesta positiva a las reivindicaciones estudiantiles” sólo sirvió para paralizar al movimiento estudiantil y permitir que se imponga el programa de Catalán. La UJS reiteró su llamado a “todas las corrientes de la FUA, federaciones regionales y centros, a elaborar un plan de acción unitario en defensa de la Universidad y la educación”. 

En mayo de 1978, 21 generales, almirantes y brigadieres, eligieron en reemplazo de 24 millones de argentinos, a Videla como el presidente militar que regirá hasta marzo de 1981. PO lanzó una consigna que marca la orientación de toda su política: “Para acabar con la dictadura, asamblea constituyente”. (Política Obrera 10/05/1978, Año XII, N° 284)

Al poco tiempo el gobierno presentó un “Nuevo esquema de poder”. PO denunciaba que la dictadura intentaba perpetuarse. Videla asumió la presidencia y Viola fue nombrado comandante del Ejército. Se dictaron normas para las relaciones entre el presidente y a Junta. “Para toda la cofradía de partidos liberales y oportunistas, interesados en hacerse un lugar a la sombra de la llamada “institucionalización” dictatorial, se trata indudablemente de pasos positivos”. (Política Obrera 21/08/1978, Año XII, N° 287) Mientras que para los partidos liberales y el stalinismo, Videla debería ser el hombre de una transición “institucional” (por eso Balbín lo califica de “gran general para la democracia”), todo un ala de las FFAA con apoyo de sectores de la gran burguesía sostiene la virtual candidatura de Massera para la presidencia. Existe para este momento una clara división del alto mando. Como señalaba PO, la elección de Videla por lo tanto no solo no significaba el punto de partida de un desenvolvimiento orgánico de la “institucionalización”, sino que potencialmente agudizaba la crisis y la impasse militar.

1978 es también el año del “mundial argentino” organizado por la dictadura. Con el pretexto de dar las mejores “seguridades” a las delegaciones extranjeras y turistas, el gobierno reforzó el proceso de militarización en todo el país, recrudeciendo las operaciones militares en rutas, bares, ferrocarriles y por todos lados. Pese a esto, escasísimas voces se levantaron en Argentina para denunciar el operativo de la dictadura con el Mundial. A pesar de las fricciones existentes y la crisis política, toda la burguesía cerró filas con la camarilla militar con este propósito. La campaña más vigorosa para denunciar las intenciones de la dictadura con el mundial fue impulsada desde el extranjero. POmarcaba que la campaña de solidaridad internacional debía alentar la lucha contra la dictadura en el país. Y llamaba a todas las organizaciones obreras, estudiantiles, políticas y populares a un “FRENTE NACIONAL POR LAS LIBERTADES”. (Política Obrera 10/05/1978, Año XII, N° 284)

Con respecto al mundial, se desarrolló una fuerte polémica con Montoneros. PO titulaba en su prensa: “Contra el boicot, los Montoneros proponen acuerdo a la dictadura” (Política Obrera 10/05/1978, Año XII, N° 284). Bajo la justificación de la imagen nacional y del mundial de fútbol, Montoneros aprovechó para lanzar un llamado a un acuerdo con la dictadura. “Estimamos que el boicot no es una política realista en las circunstancias presentes. A todos, nosotros les decimos: vayan! (…) No habrá, de nuestra parte, ningún recrudecimiento de la lucha armada durante ese período. Nosotros vamos más lejos: proponemos una tregua a la dictadura militar del general Jorge Rafael Videla. Que una respuesta sea dada a esta proposición, y los contactos necesarios serán establecidos” declaraba el dirigente montonero Rodolfo Galimberti en un reportaje a la revista francesa “L´Express” (10/04). PO salió a debatir esta posición. Argumentó que si por “tregua” los Montoneros entendiesen “dejar de tirar bombas y realizar atentados al margen de la lucha de las masas, estamos plenamente de acuerdo,  antes, durante y después del mundial. Pero no es éste el propósito de Galimberti ni de la dirección montonera.” En numerosas oportunidades los dirigentes de Montoneros habían pedido un “acuerdo” a la dictadura desde el momento mismo en que se produjo el golpe. Por eso PO calificó como grave la decisión montonera de oponerse al boicot al mundial que pretendía denunciar la represión en nuestro país y que exigía la aparición de los secuestrados y la libertad de los detenidos. Cuando comenzaba una movilización de masas en Europa contra la dictadura, los Montoneros se colocaron del lado de esta última. “Este brazo que le extienden a Videla acelerará el proceso de disgregación de esta organización, no por las derrotas militares frente a la dictadura, sino por su total crisis política.”

En agosto de 1978 la UJS publica un extenso boletín especial con el nombre: “La UJS frente a los planes educativos del gobierno militar”. En la nota editorial, titulada “La destrucción del sistema educativo”, se desarrolla la denuncia –que ya hemos abordado en este trabajo- de que el plan anunciado por Catalán pocos meses antes reunía en un mismo paquete, en un “todo orgánico”, un conjunto de medidas tendientes a la re-estructuración (desarticulación) del sistema educativo en todos sus niveles. Pese a que Catalán había renunciado para este momento, se dice que este hecho no altera la situación ya que el plan expresa los principales lineamientos que comparten todas las fuerzas capitalistas, incluso aquellas que han entrado en un cierto grado de colisión con la dirección ministerial (la Iglesia, sectores vinculados a la enseñanza confesional y privada, camarillas liberales desplazadas). “Catalán se va pero su obra queda”. Y señalan que cualquiera sea la variante de recambio ministerial, que emergerá de una lucha de camarillas, se persistirá en el intento por provocar un retroceso más amplio de las conquistas que se mantienen en educación.  

En el boletín hay un análisis de un discurso del ex-ministro Catalán señalando que hablaba no de educación (una institución especial que imparta enseñanza) sino de “autoeducación” en la que el joven trabajador deberá arreglarse por sus propios medios (desentendiéndose el Estado) de educarse. La escuela y la Universidad deberían por lo tanto ser liquidadas, haciéndose girar el aparato educativo en la órbita privada, debiendo los trabajadores autofinanciar su propio aprendizaje. La destrucción de las instituciones educativas era justificada en nombre de la formación “durante todas las etapas de la vida”. La UJS sostiene que esta tendencia a la destrucción educativa no es un fenómeno nacional sino mundial. 

La función progresiva del capitalismo fue arrancar a las masas de la barbarie agraria a la civilización industrial. En su etapa de ascenso, el capitalismo cumplió una labor revolucionaria, al extender la educación a grandes capas de la población que abandonaban el campo y se dirigían a la ciudad, es decir, los grandes centros donde se radicaba la industria (…). Esta expansión inusitada de las fuerzas productivas exigía una cierta instrucción de los nuevos productores, esto es, de la nueva clase productora, el proletariado. Es importante recordar, sin embargo, que este acceso a la educación, como a otras conquistas sociales y laborales, demandaron grandes luchas por parte del proletariado.” 

En dicho folleto, la UJS explicaba que este proceso en Argentina se desarrolló desde la década de 1860 hasta principios del siglo XX, en el marco de la integración más acabada del país al mercado mundial capitalista. Pero cumplida esta función progresiva, la civilización capitalista en la época imperialista se convierte en el rostro moderno de la barbarie. “Este parasitismo se traduce perfectamente en la educación: el capital, cuyo régimen se encuentra en una etapa en descomposición, es incapaz de utilizar los recursos humanos, formados en la escuela y en la Universidad.” Por eso se orienta a destruirlas, a derrumbar la obra construida en su etapa de ascenso. Y analiza la UJS que esto explica el punto de vista común de todos los planes capitalistas de reforma educativa en diversos países. Por ello caracterizaron que había una tendencia mundial, pero que se agravaba en los países atrasados, cuyas conquistas en el terreno educativo son un reflejo de la insuficiencia general del desarrollo capitalista en estos países, justamente por la dependencia del imperialismo. 

Entre las conclusiones, la UJS sostiene que no habrá democracia de ningún tipo en la Universidad y en la educación sin democracia política en el país. Por ello el movimiento estudiantil debía luchar por el derrocamiento de la dictadura.

El  28 de octubre de 1978 la UJS publica una “Carta Abierta a la FUA y a las Juventudes Políticas” que se distribuye clandestinamente en forma de folleto. En éste se desarrolla su posición política frente al conflicto en torno a las islas de Beagle y llaman a desarrollar una movilización contra la guerra y el militarismo. Plantean que la dictadura pretende embarcar al país en una aventura bélica que significaría una catástrofe nacional, en especial para la juventud. Señalan que no estaba en juego la “soberanía nacional”, sino que las dictaduras de Argentina y Chile pretendían dirimir por la vía militar quién le iba a entregar a los monopolios imperialistas los beneficios de la explotación de krill y el petróleo. Eran además dos gobiernos contrarrevolucionarios en crisis, y los preparativos bélicos constituían una salida desesperada para la sobrevivencia de ambos regímenes. Era al mismo tiempo, la excusa perfecta para reforzar el Estado policial y militar. La UJS se delimita del “pacifismo patriotero” de algunos partidos políticos y la Iglesia, que llamaban a un entendimiento entre Videla y Pinochet, lo que sólo podía conducir al reforzamiento de sus dictaduras. “Frente al patrioterismo, la juventud estudiosa y trabajadora debe levantar las banderas de la unidad de los estudiantes y obreros de ambos países contra las dos dictaduras. Nuestro enemigo está dentro de nuestras fronteras: es la dictadura, contra ella debemos dirigir nuestra movilización.”

El folleto concluye con un llamado a las direcciones y militantes de la FUA y a las Juventudes Políticas (FJC, PST, Juventud Radical, MNR, etc.) a la unidad de acción contra la guerra y el militarismo. Exigen que se reúnan los Centros para organizar la movilización.

La fórmula “Participacionismo u organización independiente” resume el debate que dio de manera incansable la UJS frente a las corrientes que dirigían la FUA y sostuvieron desde el golpe que el movimiento estudiantil debía buscar la “participación” y un “diálogo fecundo” con las autoridades y el gobierno militar. Después de 3 años de dictadura, se había vuelto evidente que esa política sólo podía conducir a convertir al movimiento estudiantil en “un simple apéndice de las autoridades, en un consejero dócil de las mismas”. Por el contrario, la dictadura ni siquiera estaba dispuesta a habilitar un mecanismo “participacionista”. No había margen de participación, el gobierno se jugó a fondo a atomizar al movimiento estudiantil para hacer pasar su plan de destrucción educativa. (Nueva Generación N°5, 05/11/1979)

Nueva ley universitaria. Institucionalización de la reacción. 

En mayo de 1979 el Ministerio de Educación elevó un proyecto de ley al Poder Ejecutivo. Entre otras cosas, éste prohibía la actividad política de los miembros de la universidad. De acuerdo con el análisis de la UJS, en realidad esto sólo valía para aquellos que tenían una actitud de oposición a la dictadura porque el proyecto establecía la selección del cuerpo docente en función de su identificación con “los principios, valores e instituciones fundamentales de la Nación”. “Lo que la ley trata de hacer es asentar el peso de la reacción en la universidad”. Los rectores serían elegidos por el Presidente de la República y los decanos por el Ministro de Educación.

De fondo, se reforzaba la tendencia a la destrucción de la universidad estatal y gratuita. Finalmente, todas las tendencias del imperialismo para adecuar los planes educativos a las necesidades del régimen de explotación de los grandes pulpos estaban reflejadas en la nueva ley. Frente a esto, la UJS planteó que los estudiantes debían organizarse detrás de un programa democrático de lucha contra la dictadura: 

-No a la ley ni a la intervención dictatorial. Por la autonomía y el cogobierno universitario.

-No al limitacionismo. Ingreso irrestricto.

-Contra la arancelización. Duplicación inmediata del presupuesto educativo.

-Plena libertad de expresión y organización del movimiento estudiantil y docente. 

-Libertad de los presos y secuestrados por la dictadura.

Para ello resultaba necesario el impulso de un frente único de todas las organizaciones del movimiento estudiantil en torno a la reconstrucción de los Centros de Estudiantes. La UJS denunciaba que las corrientes de la FUA habían paralizado al movimiento estudiantil en nombre de la “apertura” y la “participación” en el gobierno, al cual se le adjudicaba una intención democratizante. A esa altura, había que sacar las conclusiones. La ley universitaria era un espejo de la “institucionalización” que pretendió el gobierno, que tenía mucho que ver con la digitación y la manipulación, y nada que ver con la democracia. “Es necesario reorganizar los Centros. Estos deben reunirse y elaborar en común un plan de acción en defensa de la educación y la universidad estatal.” (Política Obrera 01/05/1979, Año XII, N° 294)

La reorganización de los Centros de Estudiantes, luego de tanta insistencia por parte de la UJS, finalmente tendrá lugar en el período posterior. Pero ése es un proceso que excede a este trabajo. Quizá esta monografía contribuya y despierte el interés para la realización de futuros trabajos sobre el tema.   

Reflexiones finales

Considero que este trabajo permite fundamentar una idea que ya me había formulado con anterioridad. Se trató de refutar una tesis muy extendida y que sostiene que durante la última dictadura militar no se libró ninguna lucha; que la clase obrera, la juventud combativa y sus organizaciones fueron fulminadas sin desarrollar ningún intento de respuesta a la política ultra-reaccionaria del gobierno militar -una tesis que fue crecientemente superada pero el terreno académico pero que sobrevive en un ideario popular relativamente extendido. En definitiva, que nadie opuso resistencia. 

Esa tesis significa en gran medida una maniobra interesada y fomentada por los partidos capitalistas para ocultar su colaboracionismo con el golpe y la dictadura. Es bien sabido que los partidos mayoritarios, el peronismo y el radicalismo, han prestado importantes favores a la “hora de la reacción”, que incluye el haber aportado buena parte del personal político en distritos y municipios. Aunque con matices y diferencias, en este mismo campo de apoyo a la dictadura debe ubicarse al stalinismo (PC). En realidad, los que no hicieron nada para luchar contra el golpe fueron ellos, las direcciones de esos partidos (haciendo salvedad de casos honrosos, que los hay y muchos, de militantes de esos partidos que enfrentaron a la dictadura con gran compromiso). Todos los representantes políticos de la burguesía compartían con los militares el objetivo de bloquear el ascenso de un movimiento obrero que superaba los márgenes del peronismo y amenazaba con evolucionar en dirección a una transformación social más profunda y radical. 

Por el contrario, aunque de manera clandestina y ajustada a las condiciones de brutal represión que imperaban particularmente en los primeros años del Proceso, sí hubo lucha, sí hubo grandes esfuerzos, sí hubo militancia. Una enorme lucha podemos decir, considerando no el desarrollo de grandes manifestaciones públicas ni la participación masiva de un movimiento, pero sí el contenido político de ésta y su heroísmo. Una lucha que debió desenvolverse en las peores condiciones, superando los más tremendos obstáculos.  El movimiento estudiantil fue parte de esa gigantesca experiencia y, como hemos visto en este trabajo, la situación en la Facultad de Ciencias Económica de la UBA no fue una excepción.

La elección del caso de la UJS-PO no fue azarosa. Ésta, a mi entender, fue la organización que con mayor claridad encarnó este proceso, que pudo comprender y caracterizar el sentido profundo del último golpe militar aún antes de que se consumara. Supo leer que se venía una contraofensiva reaccionaria patronal-militar y que había que prepararse para enfrentarla. Con esta orientación intervino en el movimiento obrero y desarrolló sus máximos esfuerzos en el movimiento estudiantil. La claridad política sobre la naturaleza de la situación que se vivía en el país y su estrategia de independencia de clase fueron los grandes rasgos distintivos que explican su intervención y el gran valor de su lucha. Permanentemente la UJS buscó, como vimos para el caso de Económicas, desenvolver un movimiento de lucha; “una cosa que yo rescato de esos años, es que nosotros siempre buscamos una palanca de movilización, un eje sobre el cual enhebrar una movilización” Y durante todo el período insistió en la necesidad de impulsar un frente único de todas las organizaciones, convocando verdaderamente a TODAS, incluida la Iglesia, sin más condición que enfrentar al gobierno de facto. En el caso del movimiento estudiantil, hemos visto en este trabajo reiterados llamados en este sentido a las corrientes de los Centros y Federaciones, a las Juventudes Políticas, a todo el que quisiera enfrentar el golpe.

La conclusión fundamental es por tanto que la dictadura no logró exterminar las tendencias a la lucha y a la organización de nuestro pueblo, ni durante sus años negros, ni después. Esa lucha de hace más de 40 años marcó una perspectiva, forma parte del legado heroico de los explotados y fue una viva expresión de las tendencias de la juventud a luchar contra la opresión y los explotadores. 

Buenos Aires, Agosto de 2014


Bibliografía:

- Coggiola, Osvaldo. Historia del trotskismo en Argentina y América Latina. Ediciones RyR, 2006, Buenos Aires, Argentina.

- Flores, Gregorio. Lecciones de Batalla. Una historia personal de los ´70. Ediciones RyR, 2013, Buenos Aires, Argentina.

- Kaufmann, Carolina (Dir.). Dictadura y educación. Universidad y grupos académicos argentinos. (1976-1983). Tomo I. Miño y Dávila, Buenos Aires, 2001.

- Kohn, Laura. Historia de Política Obrera Dictadura y educación, en “En Defensa del Marxismo”, N° 24, Agosto de 1999. 

- Levenberg, Rubén y Daniel Merolla. Un Sólo Grito. Crónica del Movimiento Estudiantil de 1918 a 1988. FUBA, Buenos Aires, 1988.

- Toer, Mario. El movimiento estudiantil de Perón a Alfonsín. Biblioteca Política Argentina N° 229, CEAL, Buenos Aires, 1988. Vol. II.

Fuentes primarias:

- Entrevista a Marcelo Ramal 

Fuentes secundarias:

- Boletín Nueva Generación y manifiestos de la UJS de la época.

- Prensa Obrera, artículos seleccionados. 

- ¡Adelante!, artículos varios de la época.

- Tribuna, artículos varios de la época.

- Política Obrera, artículos varios de la época

Nota de referencia: Nueva Generación se titulaba el boletín de la UJS. ¡Adelante!, Tribuna y Política Obrera fueron los distintos nombres con que se publicó la Prensa de Política Obrera en los años abordados en este trabajo. 

Aclaración sobre Fuentes Secundarias: Estos documentos están disponibles en la biblioteca del local central del Partido Obrero, ubicada en Mitre 2162. Su digitalización avanzó mucho en los últimos años y puede consultarse on line en https://prensaobrera.com/archivo-prensa 

El presente artículo es una monografía realizada para la materia “Universidad y Política: 1955-1990” de la carrera de Sociología de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA en el año 2014.

La intención de este artículo es dar cuenta de las características que adquirió la lucha del movimiento estudiantil en los primeros años de la última dictadura cívico militar y, más puntualmente, de la participación de la Unión de Juventudes por el Socialismo (UJS) en dicha experiencia. Analizamos el caso de la UJS –juventud de Política Obrera, el antecesor del actual Partido Obrero- en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA. Se trató de relevar las particularidades de la lucha estudiantil en la clandestinidad, los modos de participación y acción política, las formas de difusión de ideas y actividades, y los principales acontecimientos del período. Asimismo, buscamos indagar en los principales debates que atravesaron a la universidad y al país en aquellos años, fundamentalmente en las filas del movimiento estudiantil, con el foco puesto en las características particulares y distintivas de la intervención y las posiciones políticas de la UJS y PO.

Para el análisis, luego de un breve repaso histórico basado en una selección bibliográfica sobre el tema, he tomado como fuente principal la prensa y otras publicaciones de PO del período, así como los boletines especiales de la UJS y su revista “Nueva Generación”, así como entrevisté a un militante de la agrupación en la facultad en la época. 

Una idea fuerza que sustenta este trabajo –y que he tratado de mostrar en su desarrollo- es que el Proceso de Reorganización Nacional inaugurado en el año 1976 no logró exterminar la tendencia a la lucha y organización de nuestro pueblo, de la juventud y los trabajadores, ni siquiera en aquellos años del más feroz terrorismo de Estado. Por el contrario, ha tenido lugar una heroica resistencia en las condiciones más desfavorables. También subyace la idea de que una lucha coherente contra la dictadura y los intereses sociales que ésta representó necesitaba de una política de independencia de clase. Y, por último, que la lucha reivindicativa del movimiento estudiantil está indisolublemente unida a una lucha más amplia por la transformación social del contexto en que se desarrolla. 

Este artículo pretende realizar un aporte a los estudios sobre la vida universitaria del período, dando cuenta de la lucha particular de una organización que prácticamente no ha sido estudiada por la academia. Considero que lo novedoso de este enfoque da cuenta en sí mismo de la relevancia del caso. 

La historia que la dictadura quiso frenar

La sangrienta dictadura que inauguró el golpe de Estado de 1976 pretendía clausurar el ascenso revolucionario que vivían la clase obrera y la juventud desde la década del ´60. El Cordobazo en 1969 constituyó el punto más alto de ese desarrollo. Un levantamiento popular contra el gobierno de Onganía, caracterizado por la irrupción del movimiento obrero y sus sindicatos y organizaciones clasistas, que con el método de la huelga general, sumó al movimiento estudiantil -que venía de protagonizar asimismo importantes gestas como “la noche de los bastones largos”- contra el gobierno de Onganía, a su lucha. De este modo, el Cordobazo abrió la perspectiva de una ruptura de la clase obrera con el peronismo y de una configuración política independiente. 

“Después del Cordobazo se inicia una nueva etapa política, por las grandes movilizaciones de masas con la participación activa de la clase obrera, que aparece con iniciativa y se muestra como un caudillo capaz de aglutinar bajo su dirección a las otras clases.” 

En las universidades se vivía un proceso de radicalización política, con grandes luchas a lo largo de la década sesentista (movilización de la FUA contra la invasión norteamericana en Santo Domingo, luchas por el presupuesto, la noche de los bastones largos). El movimiento estudiantil cambiaba de signo: de base de sustentación del gorilismo a una creciente izquierdización y la lucha contra los gobiernos de facto. La irrupción del peronismo en los años siguientes y la política del “luche y vuelve” le imprimió al movimiento una orientación foquista e intentó contenerlo dentro de los marcos del nacionalismo burgués. Sin embargo, tras el retorno de Perón, la movilización popular no había cesado. La política del gobierno peronista había virado a un plan de ajuste brutal según las exigencias del capital. El plan económico del Ministro Celestino Rodrigo en 1975 tuvo como respuesta grandes huelgas y la experiencia de las coordinadoras fabriles que daban cuenta de un poderoso avance de la lucha obrera. 

La situación revolucionaria explotó con la reacción obrera a la puesta en práctica del ´plan´ arriba denunciado (´rodrigazo´) a inicios de junio de 1975: anulación de las paritarias, violenta devaluación y carestía, ofensiva intimidatoria contra el movimiento obrero. El proceso huelguístico iniciado en el interior (Córdoba y Santa Fé), ganó la capital, imponiendo un severo retroceso al gobierno”. 

 “las huelgas de junio y julio han creado una nueva situación política: a) se ha roto de modo definitivo el equilibrio entre las clases en que se sustentaba el gobierno peronista; b) como un aspecto de lo anterior se ha desencadenado una brutal pauperización de todas las capas de trabajadores y una crisis en la producción económica; c) se ha iniciado un movimiento de huelgas políticas por parte del proletariado, alentado por la crisis gubernamental, y un nuevo ascenso de las capas trabajadoras no obreras.” 

En la universidad también se expresaba este cuadro de situación. El crecimiento del activismo estudiantil convulsiona por completo la vida universitaria. Aparecen también los grupos armados; hay un fenómeno militarización de muchas organizaciones políticas que fue ganando terreno en la universidad y se extendió dentro de las agrupaciones del movimiento estudiantil y de la juventud. De conjunto, predomina un estado de intensa movilización social y política en la universidad y en el país. 

Esta enorme convulsión social acicateaba la crisis política de un gobierno débil como el de Isabel Perón. Para la clase capitalista se habían agotado los recursos «democráticos», era necesario salvaguardar el régimen. La tarea emprendida por las Triple AAA (Alianza Anticomunista Argentina) bajo el gobierno de Perón indicaba ya cuál era la salida que se esbozaba. La dictadura fue la última carta de la burguesía para ahogar el proceso abierto por la clase obrera y la juventud desde la década previa. Como explica Gregorio Flores, el retorno de Perón se había producido con ese sentido político: poner un freno a las movilizaciones y allanar el camino para la llegada del golpe. “Cuando (la burguesía) vio que sus intereses estaban en peligro prendió la luz roja y sin ningún prurito trajo al líder de los trabajadores para abortar el proceso que se había iniciado con el Cordobazo.” Bajo el peronismo se inicia ese camino “con la eliminación física (Triple A mediante) de los mejores cuadros obreros”. En la universidad ésta fue la tarea de la “Misión Ivanissevich”.

El golpe militar: una embestida reaccionaria

Vale esta breve mención al período previo para comprender en qué contexto y en respuesta a qué situación histórica tuvo lugar el golpe del ´76. El «Proceso de Reorganización Nacional» fue la página más oscura de nuestra historia. Una página de terror. El golpe tenía un objetivo definido: la aniquilación de toda una generación combativa que desbordaba los límites del peronismo como fuerza política capitalista, y la erradicación de todo germen de transformación social. Los alcances criminales del terrorismo de Estado que iniciaron Videla y Viola, por su magnitud, por su extensión y por el grado de generalización de sus prácticas, no tuvieron parangón en la historia del país. 

Los crímenes perpetrados por la dictadura deben ser abordados como parte del intento de aniquilar una generación que corporizaba una lucha histórica. (…) La dictadura y su tarea criminal no fue un rayo en cielo sereno. Fue el remate de un período clave en el cual el sistema político dominante buscó por todos los medios arrinconar, quebrar, destruir aquello que había emergido en las facultades y en los colegios, en los barrios y en los talleres y fábricas. (…) El propósito decisivo del golpe fue acabar con la generación activista, la que no podía ya ser contenida con los métodos tradicionales del régimen constitucional. (…) El genocidio fue una empresa política”.

Otros autores coinciden con este enfoque general. Entre ellos, Kauffman señala que el golpe de Estado del ´76 “debía garantizar la autoperpetuación de las clases dominantes y, al mismo tiempo, frenar al movimiento obrero y el fortalecimiento del campo popular.” Y añade que la militarización –un elemento fundante del proyecto que expresó la última dictadura- fue articulada con políticas neoliberales de orientación “neoconservadoras”. 

De esta manera, el 24 de marzo de 1976 se instaura en el país el régimen de terror más brutal que se haya vivido nunca. Se decreta el Estado de sitio y las Fuerzas Armadas toman el control de todo el territorio nacional, generalizando controles policiales permanentes en las calles, los barrios, los colegios y universidades. A pocos meses del golpe ya se registraban “decenas de secuestros por mes; allanamientos saqueando casas; torturas; centenas de familiares que recorren dependencias oficiales y eclesiásticas, embajadas y domicilios de dirigentes de los partidos tratando de ubicar a desaparecidos en los últimos cinco meses.” 

El terror también se instala en las universidades, reforzando lo que venía ocurriendo con anterioridad de la mano de la Misión Ivanissevich, siendo el activismo estudiantil y docente un blanco declarado. “Activistas de todo signo y color engrosan las listas de secuestrados y desaparecidos. (…) Centenares de docentes y auxiliares son desplazados o perseguidos hasta doblegar su voluntad.” Ésta también fue una tarea que comenzó bajo la etapa de reacción durante el gobierno peronista, pero cobró una dimensión profunda bajo el gobierno militar de los Videla, Viola y Galtieri. Se refuerza la persecución a docentes y estudiantes, se instauran controles policiales en las universidades y la requisa compulsiva de todos los que transitaban por las facultades, en busca de los “indeseables” que conforman las listas negras. (Levenberg y Merolla, 1988).   

El ´proceso´ entró a mansalva en los claustros y en las aulas. Persiguió a docentes, estudiantes, empleados, investigadores; expulsó a unos y a otros. Cerró carreras, colocó a las fuerzas de seguridad en los ámbitos destinados a la enseñanza y revisó libros para controlar ideas, mutilando y quemando en actos públicos –como lo hizo el nazismo en mayo de 1933- obras trascendentes”. 

Política universitaria del gobierno militar 

Los planes educativos de la dictadura deben ser entendidos como “la otra cara de la moneda” del plan político y económico de la dictadura. La subordinación al capital financiero y extranjero y el desmantelamiento del aparato estatal (liquidando derechos sociales de todo tipo) tuvo su expresión en la universidad. Las autoridades militares tomaron el libreto del Banco Mundial para llevar a cabo una política de desguace de la educación pública. 

Una de las primeras medidas fue derogar la ley universitaria vigente y decretar una nueva. Apenas 5 días después del golpe, el 29 de marzo de 1976, Videla, Massera y Agosti aprueban un proyecto propio de Ley Universitaria, la Nº 21.276. Con esta ley se impone una rígida regimentación del funcionamiento universitario. La designación de autoridades queda subordinada a la Junta Militar. Se establece que las universidades estarán bajo la órbita del Ministerio de Cultura y Educación y los rectores y decanos serán designados por el Poder Ejecutivo. Del Ministro dependerá el dictamen de las normas generales de la vida universitaria en materia académica, administrativa y presupuestaria. Y, por supuesto, se prohíben todo tipo de actividades políticas o gremiales. 

Hacia 1980 se promulga la Ley de Universidades Nacionales Nº 22. 207, firmada por Videla, Martínez de Hoz y Llerena Amadeo. Esta ley introduce nociones cientificistas y positivistas por un lado (la “búsqueda desinteresada de la verdad y el acercamiento del saber”), y el clericalismo por el otro, el “fundamento católico de la universidad”. Se mantienen las más estrictas prohibiciones a toda actividad o declaración pública a la que pueda atribuírsele contenido político o gremial. Las autoridades pueden dictar y reformar sus estatutos pero sujeto a la aprobación del PEN. Se establece la potestad del PEN de intervención sobre las universidades. En el artículo 31 se habla de que los alumnos deberán satisfacer las “condiciones de ingreso” y “las pruebas de admisión” que establezca cada universidad en conformidad con el Ministerio de Educación. Además de la restricción del ingreso, otro punto fuertemente regresivo aparece en el Artículo 39 que establece que “la enseñanza podrá arancelarse conforme a una reglamentación general”. Se explicita la total exclusión de estudiantes y no-docentes en el régimen de gobierno. El rector será designado por el Poder Ejecutivo a propuesta del Ministerio de Educación Nacional. 

En un mensaje de Martínez de Hoz y Llerena Amadeo de 1980 señalan que uno de los “objetivos básicos” del Proceso de Reorganización Nacional es conformar un sistema educativo acorde a los objetivos de la Nación y que “consolide los valores y aspiraciones culturales del ser argentino (…) máxime si se tiene en cuenta que el universitario es uno de los sectores de la vida del país en donde con mayor intensidad actuó la subversión apátrida”. Quedan así claramente plasmados los particulares objetivos que persigue la política universitaria del gobierno de facto, que no son otros que los de la reacción: “una ley para erradicar totalmente el régimen universitario de la subversión”.

Estas leyes son el correlato necesario de lo que Kaufmann denomina un proceso de militarización universitaria que “articulará una condensación y potenciación de valores militares tradicionales (orden, disciplina, obediencia a las estructuras jerárquicas, exaltación de la heroicidad y patriotismo, belicismo, capacidad de sacrificio, etc.) con los valores confesionales permanentemente aludidos, ya sea desde el campo discursivo o del icónico.” El homus ideológico del régimen quedaba constituido como la “recristianización del ´enfermo cuerpo social´”.                

Dentro de los lineamientos de la política universitaria hay que señalar el cambio de la estructura administrativa previa al golpe. Desde 1976 se cristalizó el concepto de “subsidiaridad” del Estado en la educación –aunque centrado en el plano del financiamiento y sin perjuicio del férreo control ideológico. En el marco de un proyecto privatista de la vida social aparece la responsabilidad de las organizaciones de la sociedad civil en la provisión de educación. Se trataba lisa y llanamente de un proceso de privatización educativa, donde cobra fuerza la idea de que la cosa educativa es un problema de particulares, de círculos circunscriptos y limitados. El Estado sólo debe cumplir una función supletoria, compensatoria de la acción de los particulares.” De aquí el arancelamiento educativo como medida tendiente a la “racionalización” del presupuesto. Aparece a su vez la concepción del problema del presupuesto educativo como un problema de «ineficiencia en el gasto”. Vale mencionar que como consecuencia de toda esta política, durante la última dictadura se asiste a la retracción de la matrícula más fuerte de todo el siglo XX.

Por otro lado, son también características centrales del modelo implantado por la última dictadura militar, los estrechos vínculos con sectores integristas del catolicismo, la imposición de una ciencia perenne, las ya mencionadas persecuciones y cesantías en el cuerpo docente y expulsiones estudiantiles, así como la impunidad académica para establecer mecanismos y prácticas represivas dentro de las universidades. La “cristianización de la universidad” fue parte de este andamiaje que impuso una dirección epistemológica fundada en categorías religiosas. La represión cultural estuvo a cargo de las “Comisiones Asesoras” que se ocupaban de las “tareas” o procedimientos tendientes a garantizar la censura ideológica, la uniformización del pensamiento, el desmantelamiento de parcelas enteras del patrimonio cultural por ejemplo a través de los “traslados”, quemas o desapariciones de libros, artículos, revistas. Para facilitar el control ideológico y moral se aplicaban las medidas punitivas como sanciones y expulsiones en el marco de una estructura dictatorial y verticalista del régimen universitario.  (Kauffman, 2001)

Una lucha heroica 

Por los márgenes de un régimen ferozmente represivo, en las condiciones más duras, se desarrolló subterráneamente la lucha contra la dictadura. Fue una obra de gigantesca resistencia de jóvenes, trabajadores y sus organizaciones, que a lo largo de los años fue socavando las bases del régimen militar. Pondremos el foco en este trabajo en Política Obrera, la organización que orientaba el trabajo estudiantil de la Unión de Juventudes por el Socialismo (UJS). Este proceso aparece retratado en las publicaciones de PO de la época, según lo reseña un artículo del mismo Partido.

“En noviembre de 1977, la tapa de Política Obrera señala la primera victoria obrera contra la dictadura, con las huelgas de los estatales.
Bullía también la lucha democrática. En la denuncia de las desapariciones, asesinatos y la situación de los presos, Política Obrera fue una tribuna permanente. (…) En octubre de 1977, Política Obrera da cuenta de la primera movilización por la aparición con vida de los desaparecidos, en la que participan 2.000 compañeros (respaldados por 20.000 firmas). En 1981, Política Obrera realizó movilizaciones públicas en Buenos Aires en defensa de la lucha de los obreros polacos. (…) En agosto de 1979, se publica una declaración de Política Obrera con relación a la llegada de la misión de la OEA, distribuida en fábricas, colegios y barrios, que reclama la aparición con vida de los detenidos-desparecidos. Con posterioridad, Política Obrera publicó como una “separata” especial el informe de la OEA sobre los detenidos-desaparecidos (…) En abril de 1980, el periódico informaba acerca de la realización de una escuela de cuadros (¡en la clandestinidad!) con 300 asistentes. (…)”

El movimiento estudiantil, a través de sus organizaciones y sus elementos más combativos, hizo notorios esfuerzos por mantenerse organizado y dar pelea frente a la reacción que se vivía en el país y en la universidad. Levenberg y Merolla (1988) señalan que en los primeros meses del golpe continúa la militancia universitaria y se intenta mantener la actividad de los Centros y Federaciones, pero al poco tiempo las condiciones represivas imperantes provocan un brutal cambió de situación. La militancia, que había experimentado un crecimiento formidable en todo el período previo, es ahora perseguida, y en su inmensa mayoría, expulsada de las facultades. Aparecen nuevas camadas de estudiantes, alejadas de aquella experiencia, que ingresan a una universidad sometida a un brutal régimen de control y terror. No obstante, pretendemos mostrar en este trabajo que aún en aquellas circunstancias, el movimiento estudiantil –diezmado y reducido a un pequeño activismo que había logrado permanecer tras la asonada militar-  desenvuelve una lucha bajo la clandestinidad. Ciertamente la intervención política en estas condiciones debe asumir nuevas formas y características que implican un quiebre con los modos tradicionales de participación política “a plena luz del día”. Ahora se militaba en la oscuridad más profunda. Se ensayaban nuevos métodos de difusión y denuncia a la dictadura, desafiando al miedo y a la proscripción. Aún en los años más duros de la primera etapa del Proceso (´76 – ´77 y ´78), hubo resistencia, y el movimiento estudiantil fue parte de ella.   

Es esos años se cimienta la lucha que luego irá, lenta y paulatinamente, cobrando mayor fisonomía. Fueron los inicios de un período ascendente de lucha a través de los años, que adquirirá a partir de 1979 mayor envergadura, más aún en los años 1981 y definitivamente en 1982, en estrecha vinculación con la crisis del régimen. 

“el 10 de marzo de 1981 (PO) titulaba ´Bajo el signo de la catástrofe´ y caracterizaba que, con la devaluación de la moneda y la fuga de capitales, comenzaba el derrumbe del régimen militar, y afirmaba que la crisis ´pone a la orden del día el fin de la dictadura´. (…) Comenzaba una nueva etapa de luchas, cada vez más osadas de la clase obrera, de la juventud y del movimiento de los familiares, como las grandes manifestaciones de la CGT a San Cayetano o la primera Marcha de la Resistencia. El 2 de marzo de 1982, la tapa de Política Obrera planteaba ´manifestaciones de masas y huelgas activas para acabar con la miseria y la dictadura´. Tres semanas después, el 30 de marzo de 1982, una gigantesca huelga general activa sacudió a la dictadura. La resistencia obrera, popular y democrática estaba acabando con el régimen militar. (…) Después de la derrota de Malvinas, el imperialismo y la burguesía organizan la retirada de la dictadura y el ´retorno a la democracia´.”  

El movimiento estudiantil, que había sido todo un bastión del desarrollo precedente, atraviesa esta experiencia y escribe sus propios capítulos de la organización y la lucha contra el gobierno militar. Las Federaciones estudiantiles se van poniendo nuevamente en movimiento. Levenberg y Merolla (1988) , realizan una compilación y cronología de estos hechos. A principios del ´78 tiene lugar una tibia y semilegal reorganización de la FUA, que se opone al arancelamiento y defiende la enseñanza pública. En julio de 1979, ponen en marcha una campaña contra el anteproyecto de Ley Universitaria de la dictadura. En 1980 se reúne la Junta Representativa de la FUA y discute cómo organizar una oposición a la política educativa del régimen militar, con foco en el problema del arancelamiento. De allí surge la iniciativa de un petitorio que en plena dictadura logra juntar 18.000 firmas. Aunque nadie recibió al movimiento estudiantil cuando se concentró frente al Palacio Pizzurno para presentar el petitorio, este tipo de iniciativas constituyeron proezas que sirvieron para generar confianza en la importancia de su organización. Para septiembre de 1982, se empiezan a organizar las elecciones de Centros de Estudiantes. La FUA y la FUBA se movilizan de Plaza Houssay a Plaza Pizzurno, con una columna de cerca de 800 estudiantes, bajo la consigna: “Para que la educación sea un derecho y no un privilegio”. En el mismo año tiene lugar la movilización de la multipartidaria a Plaza de Mayo, que congrega a 150.000 personas. Luego de eso, la FUA lanza un plan de lucha por el ingreso irrestricto con marchas, manifestaciones, actos públicos, petitorios, pintadas, volanteadas. Hay actos y movilizaciones en Rosario, Córdoba, La Plata y CABA. Se levantan consignas contra el ingreso limitado y el arancelamiento, pero también contra la deuda externa, las desapariciones, la crisis económica. El gobierno militar era ya un cadáver político.

La UJS y PO

Como ya se ha señalado, en el presente trabajo nos interesa poner el foco en el papel que jugó la izquierda revolucionaria en este proceso. Particularmente la organización trotskista Unión de Juventudes por el Socialismo (UJS), brazo estudiantil de Política Obrera, fue fundada en 1964 con el objetivo de estructurar una política independiente de la clase obrera para luchar por un gobierno de los trabajadores. Una organización que había enfrentado políticamente al gobierno de Cámpora y Perón con las banderas del socialismo y enfrentado al golpe de Estado desde sus primeras insinuaciones. Esta corriente había conquistado delegados a FUA en el período de hegemonía de las organizaciones peronistas en el primer lustro de la década del ´70, desarrollando una referencia política claramente demarcada al interior del movimiento estudiantil.

“Crean una juventud socialista con el objetivo de ser de masas hacia el año 1971: la UJS (Unión de Juventudes por el Socialismo), que en 1972 llegó a reunir a 1.200 militantes en su primer congreso. Es decir que, a principios de la década del ‘70, PO poseía una implantación real en la lucha de clases de nuestro país.” 

 Luego del golpe, PO y la UJS mantuvieron su actividad política bajo la clandestinidad, y fueron parte destacada de la resistencia que, con avances y retrocesos, se tejió en aquellos años. 

Desde 1976 hasta 1983, PO actuó (…), en la medida más o menos limitada de sus fuerzas, en sus principales sectores de intervención: a) el movimiento sindical, b) el movimiento estudiantil (donde fue un impulsor decisivo de los cuerpos de delegados y de las comisiones de reorganización de los centros, en el período de crisis de la dictadura), c) el movimiento democrático y por la libertad de presos y desaparecidos (…). A pesar de haber sufrido, como todos los partidos de izquierda bajo la dictadura, un retroceso de sus fuerzas militantes (sin contar las bajas impuestas por la represión), la actividad de PO no conoció interrupciones, y, a partir de 1979, vivió un crescendo de sus fuerzas organizadas.” 

Ni bien producido el golpe en el año ´76, la Junta Militar ilegaliza a Política Obrera. Laura Kohn (1999) describe la transformación de su actividad política ante las nuevas condiciones, a través de un estudio sobre el periódico del Partido y las modalidades de su publicación. El periódico Política Obrera cambió de nombre y pasó a llamarse ¡Adelante!, que disimulaba su verdadera condición con un recuadro en la etapa que decía: “Adelante es una tribuna de opinión y no responde a ninguna organización política”. Luego el periódico fue presentado bajo el título de Tribuna y más tarde nuevamente Política Obrera, aunque camuflada dentro de una supuesta revista cultural llamada Cultura y Comunicación. Naturalmente, todas estas publicaciones eran de circulación clandestina. A su vez, PO contaba un periódico sindical (Qué Pasa en los Sindicatos) y otro juvenil (Nueva Generación). Editan también un material específico por las libertades democráticas. En todos ellos se denunciaban los crímenes de la dictadura. “Es decir que, a pesar de la dura y sangrienta represión del ´Proceso de Reorganización Nacional´, PO se las ingenió para continuar; salió ininterrumpidamente en todo este período de forma mensual.

Un aspecto a destacar de esta organización, PO y su brazo estudiantil -la UJS-, es que desarrolló una intensa delimitación política respecto de una corriente importante en el movimiento obrero y popular de la época, dentro y fuera del peronismo (incluso dentro del trotskismo): el foquismo. De este modo introdujo incluso una línea de diferenciación hacia el interior del movimiento estudiantil. Esto importa porque, si bien la guerrilla ya estaba prácticamente liquidada para cuando sobreviene el golpe, permite ubicar cuáles eran los principios sobre los que se construía esta organización. 

La actividad del partido revolucionario es un sistema de propaganda, agitación y organización, orientada por un programa que tiene a su vez no sólo una base nacional sino internacional. El grupo foquista tiene por doctrina el marginarse de la experiencia y evolución política de las masas, el no tener en cuenta este punto capital, como si la revolución pudiera ser la obra de alguien distinto a las masas mismas. El foquista no postula necesariamente el perder el contacto físico con la población que trabaja, no es ésta la diferencia; la diferencia es que no considera nunca el nivel político y la experiencia concreta de esas masas, rechaza la realización de una sistemática labor de clarificación basada en un programa y le repugna tener que trabajar en organizaciones que no controlan (como los sindicatos burocratizados), prefiriendo planear acciones explosivas que permitan la constitución de sindicatos ´revolucionarios puros´”. 

La experiencia de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA

En este trabajo tomaremos el caso de la UJS en el Centro de Estudiantes de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA durante los primeros años del “Proceso de Reorganización Nacional” comandado por las Fuerzas Armadas. La situación de la Facultad de Económicas es mencionada en diversos trabajos de la época, pero no hay un análisis en profundidad del desarrollo del movimiento estudiantil en aquellos años. Como dato característico se destaca que hubo durante todo el período un Centro de Estudiantes que siguió funcionando formalmente después del golpe. Tenía un Presidente de la Franja Morada que había sido elegido en 1975 y que prorrogó su mandato dada la imposibilidad de convocar a elecciones. La mesa directiva del CECE también continuaba en funcionamiento, aunque no sin dificultades, y se había aprobado la reincorporación a la misma de los miembros peronistas y del PC. (Toer, 1988)

Resulta importante señalar en este punto que los abordajes académicos de la lucha del movimiento estudiantil contra la última dictadura militar, los cuales constituyen un marco de referencia para el desarrollo de esta monografía, hasta el momento de escribir este artículo poco han reparado en la participación política de la izquierda revolucionaria, y particularmente la UJS, en este período. Un dato de particular interés para estudiar la intervención de esta organización es que abrió todo un campo de diferenciación política con las corrientes políticas de la época, particularmente en lo que respecta a su caracterización del golpe en curso y la estrategia política que debía adoptar el movimiento popular. Política Obrera fue la única organización política que consideró al “Proceso” como una ofensiva contrarrevolucionaria, mientras toda la izquierda albergaba expectativas en una evolución democrática de la dictadura -siendo el Partido Comunista la máxima expresión de esta política- y los partidos tradicionales (peronismo y radicalismo) colaboraban con el régimen. El análisis de nuestro caso, la experiencia de la UJS en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA bajo la última dictadura militar, permitirá extraer algunas conclusiones sobre un capítulo muy duro del desarrollo del movimiento estudiantil en nuestro país, que forma parte de una resistencia epopéyica del movimiento popular, y que ha echado raíces profundas en la historia. 

La Facultad en el período previo: “la oscuridad había empezado antes”

El antecedente del terror que se inauguró el 24 de marzo del ´76, en la universidad fue la llamada “Misión Ivanissevich”, a partir de 1974. Con la intervención de la universidad en ese año se inaugura un período de reacción que pretendió liquidar la movilización estudiantil que se había desarrollado y adquirido dimensiones importantísimas en todo el período previo. En ese entonces en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA las fuerzas políticas más importantes eran la JP, la Franja Morada (radicalismo), el MOR (PC) y la TERS/UJS (que cambió de nombre por aquellos años). Esta última había asistido a un importante desarrollo de sus filas: “La TERS llegó a tener un grupo bastante numeroso dentro de económicas” Con Ivanissevich se instaura un régimen represivo dentro de la facultad –y toda la universidad- que implicó la expulsión de profesores y trabajadores no docentes, y la aparición de bedeles que oficiaban de buchones al servicio de las autoridades. Era la “lopezguerrización” de la universidad:

“tengo el recuerdo, de una vez que estábamos por el primer piso, pegábamos carteles en secreto ya, digamos en forma clandestina. ¡Te estoy hablando del ´74! O sea, 2 años antes del golpe. Y… este… Y venía caminando un grupo de bedeles del lado contrario. Nosotros teníamos algunas cosas, así como afiches en la mano, cosas por el estilo, nos hicimos los boludos, seguimos caminando como si no pasara nada, pero uno de nuestros compañeros se asustó, y… eh… salió corriendo para atrás. Entonces lo agarraron y le dieron una paliza. Y a los militantes, a los activistas en la facultad, los llevaban al salón de bedelía y los cascaban. Fue el inicio de los retos de la Triple A.” 

Con el desplazamiento de los docentes que “incomodaban” al régimen político, se fue consolidando una camarilla profesoral que mejor se adecuaba a las aspiraciones de la política oficial y las cátedras se poblaron de representantes del pensamiento neoclásico y derechista.  

En 1975 las grandes huelgas obreras de junio y julio asestan un duro golpe al gobierno y crean un nuevo escenario político. La iniciativa había pasado a manos de la movilización popular, debilitando la política represiva del gobierno peronista. Se produce un desbloqueo que se expresa también en las facultades. En este contexto, a mediados del ´75 se desarrollan nuevas elecciones del Centro de Estudiantes en Económicas en las que se presentan la Franja Morada, la JP y un frente de la UJS y la JS (Juventud Socialista, organización juvenil del PST). Este frente, la lista socialista, obtiene un miembro en la Comisión Directiva del Centro por primera vez, lugar que ocupará un militante de la UJS. 

Las vísperas del golpe 

Ya en enero de 1976 PO denunciaba la creciente actividad de “las bandas asesinas derechistas” y planteaba la posibilidad de un golpe ante el deterioro total del gobierno. Entre los presos políticos se encontraban varios compañeros de la organización como Jorge Gelman, militante de la UJS que llevaba en ese momento más de 8 meses encarcelado a disposición del PEN. Bajo el impulso de Política Obrera, se desarrolló una campaña internacional contra los presos políticos en el país, auspiciada por la Alianza de Jóvenes por el Socialismo, “organización hermana de la UJS en Francia”. (Política Obrera, 15/01/1975, año X, N° 254).

En el último Congreso de Política Obrera en diciembre de 1975, bajo la dirección honoraria de los militantes Fisher y Bufano asesinados por la AAA, se había resuelto como consigna central de la etapa “Construyamos un Partido Obrero” para intervenir en la lucha por la recuperación de los sindicatos y en el proceso de ruptura del movimiento obrero con el peronismo. Se llamaba a desarrollar un Frente Antiimperialista, proponiendo la unidad a “todas las corrientes que militan en el movimiento obrero y se reclaman combativas” (JP, PC, PST, Auténticos, etc.). En dicho Congreso también se defendió la consigna estratégica de “Gobierno Obrero y Campesino” contra el frente popular, y se definió como consigna central ante la crisis política “Terminar con el gobierno de Isabel, abajo el golpe, por inmediatas elecciones generales”. (Política Obrera, 15/01/1975, año X, N° 254). Fue un mérito de Política Obrera haber rechazado el golpe que se cocinaba caracterizándolo como el avance de la reacción. Ya en febrero de 1975 titulaba en una de sus prensas “Cómo luchar contra el golpe” (PO N° 256, 18/02/1975, Año X). Por ello su esfuerzo por convocar a un frente de todas las organizaciones populares para organizar la resistencia. Como veremos, esta será la orientación política de PO bajo la dictadura. La UJS también desenvolverá esta orientación en el medio estudiantil, con permanentes llamados a las corrientes combativas a desarrollar una lucha común contra el gobierno militar, particularmente a las que integraban la dirección de la Federaciones y los Centros.  

Para Política Obrera las huelgas de junio y julio habían creado en el país una situación revolucionaria. Ante este desarrollo, la burocracia sindical del justicialismo decidió recomponer las posiciones con el gobierno de Isabelita y respaldó el programa de Cafiero, cuyo objetivo era contener el ascenso obrero mediante suspensión del derecho a huelga, pacto social, militarización vía Ley de Defensa. Pero no lograron frenar la movilización. El gobierno peronista se manifestaba cada vez más impotente para contener la lucha obrera. La dupla Isabel-Miguel fracasó y la alianza se quebró. Ante el agotamiento del gobierno y la iniciativa creciente de las masas explotadas, PO señala:

“el centro del poder real se desplaza del gobierno a las fuerzas armadas y a los representantes directos del gran capital (…) Bajo todo el gobierno peronista, era éste el que tenía la iniciativa de golpear contra los trabajadores, con la simpatía de la patronal y de los milicos. Ahora son éstos los que toman la iniciativa de golpear con el apoyo gubernamental. Es el pasaje de la opresión política “constitucional” de las masas hacia el golpe militar.” 

Mientras Política Obrera desarrollaba esta caracterización, los partidos tradicionales capitulaban completamente ante los golpistas. Ricardo Balbín en sus declaraciones públicas defendía a las FFAA, quienes desde el ´73 en adelante “han adoptado una actitud encomiable que las prestigian y evidenciado el deseo de vivir dentro del juego normal de las instituciones.” Y explicaba que el problema era el gobierno que no asumía sus responsabilidades y errores “de modo que cualquier episodio posterior le sería directamente imputado.” (Crónica, 16/02) 

Apenas una semana antes del golpe concluyen todas las maniobras parlamentarias. “El parlamento no ha querido echar a Isabel, porque no quiere una salida democrática”. Los partidos de la burguesía apostaban a una salida “militar-institucional”. La suerte del país ya estaba echada, el golpe era un hecho. “El 25 de mayo de 1973 los Montoneros aseguraban que con la subida del peronismo los militares “se van, se van y nunca volverán”. Con la política de Cámpora, Perón y los Montoneros, los militares, en gran medida, ya volvieron”. (Política Obrera, 17/03/1976, Año X, N° 258)

En los comienzos de 1976 el Ministro de Educación, Arrighi, había emprendido un nuevo intento limitacionista en la universidad con la pretensión de reintroducir el examen de ingreso. No se trataba simplemente de un examen, sino que el plan iba más lejos ya que sólo podrían rendirlo quienes superaran los controles policiales como “certificados de buena conducta” entregados en comisarías, y certificados de domicilio (éste último para filtrar a los aspirantes que no residieran en CABA). Ante la difusión de estos planes, la UJS planteó la necesidad de organizar la movilización por el ingreso irrestricto. A su vez, la FUA (dirigida por la Juventud Radical) y la FULNBA (Juventud Peronista) repudiaron las restricciones al ingreso y exigían la eliminación de los cupos. La propuesta que elevó la juventud de PO ante estos organismos fue que los Centros organicen comisiones de aspirantes desde el verano para ir preparando “con actos, charlas y movilizaciones”, una gran lucha que imponga el ingreso irrestricto. (Política Obrera, 15/01/1975, año X, N° 254). Pero estas iniciativas no fueron impulsadas por las federaciones, lo que motivó toda una polémica. 

En marzo, el rector de la UNBA Mangiante es reemplazado por José Alocen. El Ministro Arrighi declaró que se trataba de un “simple cambio de guardia” y no un “cambio de objetivos ni de actitud en la orientación y en la conducción” (La Nación, 13/03). 

Con el cambio de rector se eliminó el cupo original (que imponía un límite de 10.000 estudiantes), pero se mantuvo el examen de ingreso y todas las proscripciones policiales que condicionaban la inscripción. El análisis de la UJS fue que la derogación del cupo era consecuencia de la presión de los ingresantes por un lado, y la debilidad del gobierno por el otro. Hubo un importante movimiento de estudiantes que impuso el recule de los planes iniciales tal cual habían sido concebidos por el gobierno, pero que se dio por fuera de las direcciones estudiantiles. La UJS ante esta situación hace un llamado a la construcción de cuerpos de delegados en todos los colegios y facultades.  (Política Obrera, 10/03/1976, Año X, N° 257)

Como ya hemos señalado, en las elecciones estudiantiles de 1975 la UJS había presentado listas conjuntas con la Juventud Socialista en toda la UBA, duplicando su caudal de votos frente al estancamiento o retroceso de las juventudes mayoritarias (radicales y peronistas). El acuerdo con la JS era reivindicado por su carácter “principista”: postulaba la ruptura con la burguesía, el combate al frente-populismo (stalinismo) y al guerrillerismo, y se pronunciaba por la independencia política del movimiento obrero y estudiantil y por la estrategia del gobierno obrero. (Política Obrera, 18/02/1975, Año X, N° 256)

Ante la falta de una organización propia de la juventud trabajadora y explotada, y frente a un peronismo que había abandonado la universidad para pasar a la clandestinidad, la UJS hace un llamado a la JS para la construcción de una “juventud socialista de masas”, y señala que debe ser abierto a todos los que coincidan con dicha perspectiva, convocando a un congreso abierto de unidad de ambas organizaciones y todos lo que quisieran sumarse a construir una juventud socialista. Esta iniciativa desenvolvió toda una polémica con la corriente juvenil de Nahuel Moreno. La JS rechaza el planteo y lo contrapone a la idea de conformar una juventud “trotskista”. La UJS responde que hablar de “juventud socialista o comunista no es lo mismo porque el objetivo no es realizar el “trotskismo” –que quedaría así planteado como una ideología- sino luchar contra el capitalismo mundial para instaurar la república mundial de los soviets, es decir el programa del socialismo comunista”.  (Política Obrera, 10/03/1976, Año X, N° 257)

Se inicia el golpe

A poco de andar, el gobierno militar pone de manifiesto sus planes criminales y la aplicación de un plan sistemático de terror. “El estatuto del crimen protegido goza de privilegios mucho mayores que bajo el gobierno de Isabel.” Se vuelve fundamental la lucha contra los crímenes derechistas, por las libertades democráticas. (Adelante!, 20/07/76, N°5).

Los extremos más atroces definen características del brutal régimen de represión instaurado el 24 de marzo” (Adelante! Año 1, Año 1, N°6,07/76).El gobierno militar, como mandatario del gran capital, estaba sometido a la exigencia de hacer efectivos los acuerdos con el FMI, con las empresas extranjeras y con los bancos privados. Por eso la criminalidad terrorista gozaba de tanta impunidad como en la época de López Rega, pero había producido un salto en calidad: la maquinaria estatal estaba más ensangrentada que nunca. Política Obrera planteaba que la vigencia del derecho de opción a salir al exterior para los detenidos a disposición del PEN y la publicación de nómina total de detenidos eran los dos problemas inmediatos de mayor importancia para enfrentar al terrorismo de Estado

La dictadura en la educación

“Lo que yo recuerdo era… se extendió mucho el limitacionismo, es decir, había… era más difícil entrar a la universidad, era más difícil permanecer en la universidad. Luego en materia de… reformas educativas, se avanzó en todo lo que tenía que ver con las reformas del Banco Mundial. Carreras cortas, no cierto? Todo ese tipo de políticas. Y una regresión ideológica muy fuerte. Es decir, esto que te cuento, de cátedras que fueron arrasadas y… se impuso en Económicas y quedó… digamos quedó una facultad… derechista, neoliberal, no cierto?”

A pocos meses del golpe se producen cesantías masivas a docentes y no-docentes en todo el país. Los diarios informan de casi 400 expulsiones en Córdoba, más de 150 en La Plata y una cantidad similar en la UBA. El gobierno fundamentó su decisión en la “necesidad de eliminar la corrupción y la venalidad” de sus antecesores. La UJS señaló que en realidad las cesantías del gobierno de facto representaban una continuidad de la política del gobierno peronista que apuntó a la liquidación de todo docente afín a las organizaciones consideradas de izquierda o progresistas. Y concluye que también en la política educacional el gobierno militar es la continuidad del gobierno antiobrero y corrupto del peronismo. (Adelante! 02/06/1976, Año 1, N° 3)

Ramal comentó que la situación represiva que había instaurado el gobierno peronista había forzado a los activistas más expuestos a abandonar las facultades. Relató que “prácticamente todos los militantes de la TERS de económicas, me refiero a los más notorios, toda la dirección del frente, tuvo que abandonar la facultad por… por temor a ser secuestrados.” La continuidad de su militancia tras el golpe incluso estaba vinculada con esta situación. Él completa la colimba 2 días antes del fatídico 24 de marzo, razón por la cual no había tenido una participación política en todo el último período, y frente a la nueva situación, estaba en mucho mejores condiciones que sus demás compañeros para desarrollar –o intentar al menos en las circunstancias reinantes- alguna actividad e impulsar la organización de la resistencia estudiantil.

“Me dicen “Mirá, tenés que… tenés que meterte en la facultad. Sos el único militante, cuadro digamos, que no está quemado, que… en un año se olvidaron de vos”. Es decir, los no docentes, los tipos, los eh… “los buchones de adentro de la facultad de vos no se acuerdan”. Entonces, hice eso, volví a la facultad, me metí a estudiar, y era, formé parte de … un reducido activismo que existía en la facultad en la época de la dictadura.”

En el primer período posterior al golpe, el Centro de Estudiantes de Ciencias Económicas (CECE) continuó reuniéndose, aunque en condiciones de absoluta clandestinidad. Participaban todas las agrupaciones de la Comisión Directiva excepto la JP que abandonó la lucha en la universidad, “el montonerismo abandona la facultad” (Ramal, entrevista 2014). Se reunían en un bar enfrente del Consejo Profesional de Ciencias Económicas, en Viamonte y Montevideo. Le habían solicitado a los radicales que dirigían el Consejo, poder reunirse allí, pero no lo consiguieron. Los radicales consideraban que eso era “demasiado compromiso”, pero les recomendaron que se reúnan en la esquina para que estuvieran cerca. 

Entonces recuerdo un día, una tarde-noche, que estábamos en el bar, se pararon los famosos Falcon verde, contra el bar, es decir, en la esquina como está parado ahí ese auto (señala por la ventana del bar donde estamos teniendo la conversación), y se quedaron frente a dónde estábamos nosotros. Y bueno, pensamos que nos iban a secuestrar. Pero estuvieron un largo rato, se fueron, creo que fue como una especie de… advertencia, de amedrentamiento, y después se fueron.” 

Después de ese episodio dejaron de producirse las reuniones clandestinas del Centro. Hubo un lapso en el que ya no hubo reuniones por la inseguridad que implicaban. 

En una particular nota de 1976, la UJS describe la situación educativa en Estados Unidos y extrae de ella una caracterización general de la educación en la época de declinación del capitalismo. Se había puesto de manifiesto un deterioro de las universidades y de los estudios superiores en aras de institutos y centros de capacitación más rápida y menos calificada. Los estudiantes para asegurarse una fuente rápida de trabajo, se inscribían en las “carreras más rentables”. Todo ello indicaba el desmantelamiento literal de la universidad norteamericana, cada vez más descentralizada. “Este sombrío panorama sirve también para desmentir los planes de los ideólogos de la “reforma educativa” (entre sus partidarios está el actual ministro Bruera) que toman al sistema yanqui como “modelo”. (…) Su aplicación en nuestro país, atrasado y sometido al capital extranjero, conduciría a una caída estrepitosa del aparato educativo, a su dislocación y desmantelamiento”. De esta manera, no ubicaban los planes de la dictadura como las locuras de un grupo de maniáticos, sino como la aplicación consecuente los fines estratégicos del capitalismo a escala mundial. (Adelante! 02/06/1976, Año 1, N° 3)

“Un plan de des-escolarización en todos los niveles”

En junio de 1976 se reunió el Consejo Federal de Educación organizado por el ministro Bruera y la resolución principal fue impulsar una Reforma Educativa. La UJS señaló que se trataba de ir a fondo en la política que no logró aplicar Onganía. Los militares buscaban recomponer el cuadro de represión política en una escala nunca antes vista. “La “reforma” actual tiene por objeto liquidar las conquistas que determinaron el “fracaso” tanto de Onganía, como de Cámpora y de Ivanissevich.” (Adelante! 02/07/1976, Año 1, N° 3) Y señaló que la misma obedecía a los planes del gran capital de limitación y descalificación masiva de todos los niveles. Pronosticaba que la ejecución de esta reforma significaría una “catástrofe” y una destrucción educativa sin precedentes.   

Sin embargo, la aplicación de estos planes no era tan sencilla desde la óptica de PO. A diferencia de 10 años atrás, el gobierno militar se encontraba con importantes dificultades para avanzar en sus intenciones. Esto por el nivel de conquistas sin precedentes alcanzados a partir del fracaso de las sucesivas políticas gubernamentales de 1969-1976, desbordadas por la movilización estudiantil. En materia de población universitaria se había producido un verdadero boom. Entre 1970-75 la cantidad de universitarios había crecido en un 150%, consecuencia de la formidable conquista del ingreso irrestricto, obtenida en 1970. Había trascendido de la reunión del Consejo Federal de Educación que se buscaba una reforma que pretendía cortar los suministros; reducir el presupuesto; instaurar subsidios masivos a las universidades privadas (es decir, liquidación de la educación estatal) limitando las facultades de las universidades a la emisión de diplomas académicos pero no a la habilitación profesional, quedando ésta en manos de los colegios profesionales y garantizando el monopolio de las corporaciones y camarillas de la oferta de mano obra profesional. El objetivo era fomentar la creación de establecimientos “educativos” bajo el control del gran capital, en función de la super-especialización de la fuerza de trabajo barata y semi-calificada.  (Adelante! 02/07/1976, Año 1, N° 3)

El ministro Bruera era consciente de que la amputación de ramas enteras de la educación constituía un requisito primordial para los cambios académicos que suponía la “reforma”. La prioridad: “descentralización administrativa, transfiriendo las facultades de decisión y gestión a los propios servicios educativos, tanto en los aspectos técnicos como financieros”. (La Opinión, 11/05). De acuerdo con los planes anunciados, cada institución tendría que “autogestionar” los recursos para sostenerse, no afectando más al presupuesto estatal. La descentralización tiene como inevitable consecuencia la destrucción de sectores enteros de la educación y por eso fue fijada como “requisito” de la Reforma. El proyecto era que los establecimientos educativos se “autofinancien”, mediante la arancelización y el aporte de la gran corporación capitalista. 

“Está reaccionaria política es la continuidad de la Misión Ivanissevich. Por eso el gobierno debutó ampliando y profundizando a gran escala todas sus medidas: cesantías docentes, expulsión de estudiantes, prescindibilidad del personal no docente, cierre de carreras, presencia policial, etc”.

La modificación de la Ley Universitaria por otro lado otorgó facultades verdaderamente dictatoriales al ministro para la designación de todas las autoridades universitarias. Sumado a todo lo dicho hasta ahora, da cuenta del carácter reaccionario que se pretendía imponer en la universidad. Por ello la UJS y PO consideraban que la reforma educativa no era viable sin un aplastamiento profundo del proletariado, lo que consideraban que no se había producido. El movimiento obrero daba pelea de la mano de las comisiones internas combativas. Pero señalaban: “Debemos considerar sin embargo que el gobierno militar ha devuelto la iniciativa en la situación actual a la burguesía y la reacción imperialista. Es por lo tanto en esa dirección que buscará golpear y provocar un retroceso más amplio de las conquistas que se mantienen en la educación”.  (Adelante! 02/07/1976, Año 1, N° 3)

“¿Escuela o cuartel?”

Las expulsiones estudiantiles fueron masivas en el primer año del gobierno militar. En Córdoba se expulsaron 107 alumnos por razones políticas, sin ningún tipo de fundamentos. En cuanto trascendió la medida, la Universidad de Buenos Aires no se quiso quedar atrás y estableció un “nuevo régimen disciplinario”. “Este régimen convierte a la universidad en una verdadera cárcel” aseveraba la UJS. El reglamento era aplicable a todo tipo de actitud o conducta de los estudiantes, dentro y fuera de la facultad. Establecía suspensiones de hasta un año por “desobediencia frente a la orden impartida por un profesor, docente auxiliar o autoridad universitaria.” También establecía que el alumno procesado o puesto a disposición del PEN quedaría automáticamente suspendido. Ante ello, la UJS insistía en su política de convocar a la unidad de las organizaciones del movimiento estudiantil para enfrentar la embestida:

La tarea es organizar el frente único de las organizaciones juveniles para enfrentar estos atropellos y crear un amplio movimiento en función de la lucha por las libertades y por la liquidación de los régimen disciplinarios represivos y de todas las expulsiones decretadas”.

El comienzo del ciclo lectivo marcaba el fracaso de un sector del gobierno que había propuesto la clausura de la universidad. Triunfó, en cambio, una tendencia opuesta. La UJS consideró esto un hecho político, porque significaba que el gobierno consideró que no estaban dadas las condiciones para un golpe semejante. Un ataque drástico a todas las conquistas educacionales vigentes hubiera exigido una situación de derrota amplia y duradera de las masas que no se había producido. “La iniciación de clases es una conquista de la juventud ya que es un freno a la aplicación drástica de los planes ultra reaccionarios de la Reforma Educativa.

Se vivía en esta época un clima de inquietud y bronca estudiantil frente a la política gubernamental. El material de estudios era económicamente inaccesible, se suprimían horarios de cursos y se modificaron las correlatividades para imponer un filtro limitacionista. Alrededor de estos problemas se comenzaron a manifestar en diversos cursos y facultades los síntomas de un primer reagrupamiento del movimiento estudiantil: por apuntes baratos, por la libertad para sus alumnos y sus organizaciones para editarlos, por más horarios nocturnos, por la eliminación de los regímenes de correlatividades y asistencia que impedían estudiar. La UJS daba cuenta de todas estas reivindicaciones y planteaba la necesidad de organizarse para luchar por ellas; enfatizaba que los Centros de estudiantes, aunque proscriptos, no habían dejado de existir y debían actuar como canal de organización. 

La represión gubernamental se llevaba puesto a todo el mundo. La UCR protestaba por el secuestro de afiliados radicales. También la Iglesia reclamaba por el asesinato y detención de sacerdotes. A mediados del ´76 las Naciones Unidas ya reclamaban por la vigencia de los derechos humanos. Frente a las denuncias de la represión en las universidades, Constantini indicó que la permanencia de la policía en  las facultades era un factor de alteración. El Partido Comunista contaba numerosos militantes secuestrados y detenidos. PO exclamó la urgente necesidad de responder a esta situación, que reflejaba un problema de amplitud nacional, con un objetivo unitario que tenga el mérito de iniciar un movimiento hacia la conquista de las libertades. (Adelante! Año 1, Año 1, N°6,07/76).

El apoyo del PC a la dictadura.

Hasta el último minuto el PC sostuvo al gobierno de Isabel. Una vez producido el golpe anunció su apoyo a la junta militar. “El Partido Comunista, aunque no comparte todos los puntos de vista expresados en los documentos oficiales, no podría estar en desacuerdo con tales enunciados, pues coinciden con puntos de su Programa, que se propone el desarrollo con independencia económica, al seguridad con capacidad nacional de decisión, soberanía y justicia social” (declaración del CC del PC del 25 de marzo). Una semana después, publicaban en Tribuna Popular: “El General no pide adhesión sino comprensión. La tiene.” PO denunció el apoyo brindado por el stalinismo a la dictadura y señaló que el PC alteró sin empacho el argumento antigolpista con que había justificado su apoyo al gobierno criminal del peronismo. (Adelante! 14/04/1976, Año 1, N° 1)

La militancia de la UJS no conoció interrupciones durante todo el período, ingeniándoselas para superar las condiciones descriptas. Todo lo que hacían debía ser clandestino. De igual modo sucedía con la difusión de sus materiales, volantes, boletines y prensas que debían ser cuidadosamente camuflados.  

Yo entraba a la facultad, yo tenía un padrón de contactos, y entraba a la facultad con el periódico “Política Obrera”, camuflado adentro de un paquete de cigarrillos vacío. Es decir, comprábamos un paquete de cigarrillos, lo vaciábamos por la cola del paquete, cerrábamos, metíamos el periódico adentro, volvíamos a sellar el celofán con un cuchillo caliente… envasábamos el periódico como te cuento, entrábamos con volantes metidos en los calzoncillos. Y… hacíamos una actividad, teníamos contactos, es decir, gente con la teníamos una relación política, discutíamos

Debate en el CECE

El Centro de Estudiantes de Ciencias Económicas lanzó un volante de justificación del golpe militar, abriendo ilusiones en el gobierno. El mismo remataba con la reivindicación del participacionismo en la intervención militar, planteando que había que “instrumentar formas democráticas de participación de los claustros en la gestión de la facultad”. El Centro, que en realidad estaba proscripto y el MOR y la JR habían decidido actuar sin consultar a la representación de la UJS -la JUP había abandonado la facultad-, se vio obligado sin embargo a reconocer y plantear la existencia de una serie de reivindicaciones contra la carestía y el limitacionismo, ya que éstos se habían manifestado como elementos de inquietud real frente a los estudiantes. Para la UJS, lo que correspondía entonces era formar un frente único de todas las organizaciones estudiantiles (MOR, Franja Morada, UJS). “El MOR reclama el derecho de asociarse para editar y distribuir apuntes, lo cual es profundamente justo y permite un primer planteo por la legalidad del Centro de Estudiantes. Es una oportunidad para una agitación unitaria en torno de este planteo.” Existían una cantidad de reivindicaciones: por horarios adecuados a los alumnos que trabajan, por un régimen de asistencia que permita la continuidad de los estudios, por la eliminación de los regímenes filtros de correlatividades. Y, por supuesto, una cuestión insoslayable: la ola de asesinatos y secuestros, los presos políticos. La juventud podía jugar un papel decisivo: 

“forjar ya mismo el frente único de todas sus organizaciones para reclamar la publicitación inmediata de las listas de todos los detenidos, la liberación de los presos políticos, la investigación de la ola impresionante de secuestros y asesinatos.”

En el mes de septiembre se desarrolla una crisis en la cúpula  universitaria, producto de choques entre el Ministro Bruera y el interventor Constantini. Éste último había tendido diferentes puentes entre liberales y radicales. Bruera presentó a la Junta de Comandantes un monstruoso plan de desmantelamiento de la educación universitaria estatal y de censura en la universidad. Proponía, entre otras cosas, arancelar universidad pública; la clausura de universidades regionales y de las carreras de Psicología, Antropología y Sociología en todas las universidades; el establecimiento de cupos y la división en ciclos que alarguen los plazos de obtención de los títulos; y como correlato, la destrucción de la organización docente, no docente y estudiantil. La divergencia entre Bruera y Constantini no tenía que ver con el contenido del plan, sino con los métodos de su aplicación. El debate de fondo era parte de una crisis que hizo chocar al ala pinochetista-alsogarista por un lado, y los partidarios de un régimen de equilibrio y apertura entre las distintas fracciones de la clase capitalista. (Adelante! 15/09/1976, Año 1, N° 7)

Algunas agrupaciones radicales y comunistas plantearon la necesidad de apoyar a Constantini como representante de la “democracia”. La UJS denunció que esto significaba atar de pies y manos a la juventud al plan Bruera, cuya dirección comparte el rector. “El rector y el primer mandatario acordarán seguramente diluir en una estrategia conciliadora la disparidad de criterios.” (Adelante! 15/09/1976, Año 1, N° 7) Por el contrario, al movimiento estudiantil se le presentaba una oportunidad para intervenir, atacando las posiciones más reaccionarias del plan ministerial y aprovechando las divergencias, no para apoyar a Constantini, sino al revés, para promover la organización independiente del estudiantado y demostrar el carácter mezquino y ultralimitado de la discrepancia del rector, destinada a salvar lo esencial del plan limitacioncita y asegurar su ejecución. 

En septiembre, Martínez de Hoz anunciaba que los precios seguirían subiendo, aumentarían las tarifas de servicios públicos, se cumpliría escrupulosamente con los compromisos con el capital extranjero y los salarios no tendrían ningún aumento. Harguindeguy, ministro del interior, ratificaba que el gobierno no daría a conocer los nombres ni la cantidad de los presos políticos. “El terrorismo derechista tiene la más absoluta impunidad” decía Adelante! (Adelante! 29/09/1976, Año 1, N° 8).

Para la clase obrera la situación es terrible”, sufriendo salarios ínfimos y desocupación. Era evidente que estaba en curso una verdadera ofensiva patronal-militar con el objetivo de “provocar una profunda degradación de los trabajadores”. Pero PO insistía en una tesis muy singular: que el gobierno militar no había logrado aplastar a la clase obrera ni privarla de su capacidad de lucha. Y mencionaba las recientes huelgas de las fábricas automotrices como una clara  muestra de ello (Adelante! 29/09/1976, Año 1, N° 8). Insistía en la necesidad de contribuir al desarrollo de esa voluntad de lucha, esa resistencia, que no había sido quebrada por completo. “La relación entre  la lucha salarial y la defensa de las libertades es evidente”. La recuperación de los sindicatos y del conjunto de los derechos sindicales y políticos, empezando por la liberación de los trabajadores presos y el levantamiento del estado de sitio, son necesarios para la lucha salarial. 

La huelga de Luz y Fuerza en octubre, de gran envergadura, fue señalada como el primer gran movimiento de resistencia contra la anulación de los convenios estatales y el plan de racionalización de las empresas públicas exigido por el imperialismo (Adelante! 14/10/1976, Año 1, N° 8). Las múltiples luchas obreras de la etapa aparecían en todas las ediciones de la prensa de PO a través de la sección “Noticiero sindical”. Había un registro de luchas en amplios sectores del movimiento obrero, sólo en el N° 8 de Adelante! se mencionaban: Carpenter (capital), Vainer (UOM, San Martín), Mercedes Benz, Industrias Saavedra (SMATA, Ciudadela), Metalúrgicos Matanza, Fate (electrónica), Textiles San AMrtín, Propulsora Siderúrgica (UOM, La Plata), gráficos (Editorial Atlántida, CODEX, ABRIL), Alpargatas (Florencio Varela y Capital), en la industria automotriz de Córdoba (Renault, Perkins, Thompson). Esto solo en una prensa, y de los registros que pudo tener Política Obrera, donde sus militantes desarrollaban una actividad. 

El año 1976 se cierra con una importante resistencia de parte de los trabajadores, desde los comités de fábricas por ejemplo, contra el plan de miseria y represión inaugurado el 24 de marzo. 

“En las siguientes páginas el lector podrá apreciar, nuevamente, la amplitud y la tenacidad de la resistencia obrera, su indomable voluntad de organizarse y la aparición de nuevos dirigentes de fábrica….”

1977-1978, cambios de calendario, continuidad de un régimen de terror.

Junto con la aplicación sistemática del terror, se profundizaron las características de la política económica que venía impulsando el gobierno militar: la subordinación total a los dictados del capital extranjero y la oligarquía, la sistemática liquidación de las conquistas obreras, y la especulación a gran escala, organizada y garantizada por el Estado. 

La tarea de 1977 es organizar ese movimiento de resistencia en todas las fábricas y en el movimiento de la juventud, como un gran frente único por nuestras reivindicaciones.” (Adelante! 12/01/1977, Año 1, N° 13). Para PO el primer paso en esta perspectiva debía ser la construcción de Comités Unitarios en las fábricas, dependencias, universidades y colegios para luchar por un programa: aumento salarial, paritarias, cese de la intervención militar en la CGT y en los sindicatos, libertad a los activistas sindicales, políticos y estudiantiles presos, publicación de la lista de todos los detenidos, defensa de los derechos políticos y ciudadanos. 

Al comenzar el cuatrimestre se produce una brutal caída, sin precedentes, de la inscripción de las Universidades Nacionales. Pero a pesar de ese impresionante ataque, el movimiento estudiantil buscó una forma de organización. Participaron más de un millar de estudiantes en los cursos organizados en los consejos profesionales. La concurrencia estuvo motivada, fundamentalmente, por la desorientación reinante y la baja calidad y desorganización de los “cursos de apoyo” oficiales. Sin embargo, este primer punto de reagrupamiento no llegó a extenderse por responsabilidad de las direcciones estudiantiles, en primer lugar del stalinismo (MOR/PC) que planteó la política de restricciones en los ingresos (y no la derogación de los cupos) y propugnaba el participacionismo –formación de una comisión asesora del ministro integrada por la iglesia, las FFAA, las organizaciones profesionales, docentes, estudiantes, etc. En función de esta perspectiva de colaboración, obstaculizaron la organización estudiantil y su centralización, que empezaba a despuntar en la elección de delegados de diversos cursos y llegaron incluso a amenazas y agresiones contra aquellos que más enérgicamente impulsaron este proceso de organización (Adelante! 01/04/1977, Año 2, N° 14).

No obstante, más allá de la orientación de las corrientes que dirigían los centros y federaciones, hubo importantes episodios de resistencia frente al brutal limitacionismo.

me acuerdo un conflicto con un profesor de toda esa escuela que entra como docente en la facultad, cursamos con él y prácticamente bochó a todo el curso. Te estoy hablando de pleno año ´77. Entonces en medio de… toda esa crisis, le hicimos un piquete al curso y una suerte de huelga: nadie fue a la clase siguiente, pidiendo la revisión de las notas. Lo cual era un hecho… increíble viste que ocurriera… Bueno, en ese momento yo fui, asumí una especie de papel de delegado del curso

La movilización estudiantil, aunque limitada, era enorme para las condiciones en que se desarrollaba. En la Facultad de Económicas también hubo experiencias muy destacables de lucha frente a las desapariciones sistemáticas. Ramal cuenta una anécdota particular al respecto, frente a la desaparición de una compañera de su curso. Era Graciela Nicolía, “una piba del PC”. Militaba en el Partido Comunista que en la Facultad de Económicas se llamaba AURCE-MOR: Agrupación Universitaria Reformista de Ciencias Económicas. Frente a su desaparición, la UJS y el MOR desarrollan una campaña común dentro de la facultad, una campaña de “habladas en los cursos”. 

En plena dictadura! Íbamos a los cursos y recogíamos firmas, tomando precaución de que… bueno, que no nos vieran, digamos que… lo hacíamos en determinados cursos… bueno, pero hacíamos habladas en los cursos. Es decir que, este, había una militancia… (…) Juntamos bastantes firmas”.

El diciembre del ´77 se anuncia el régimen de ingreso que se prepara para 1978 con características limitacionistas muy similares y aún peores al año anterior. Igual que 1977, se mantendría la política de cupos pero con cifras aún más restringidas. El panorama en la UNBA: si bien el cupo en cifras globales fue ligeramente inferior al año anterior, varias de las “carreras tradicionales” sufrieron un recorte notable en sus cupos de admisión. (Tribuna 28/12/1977, Año 2, N° 22)

La UJS hace un llamado a constituir un vasto movimiento de aspirantes, empezando por organizar una campaña pública dirigida a la opinión pública y al país, reclamando el derecho democrático de los estudiantes a entrar en la universidad. Enfatizan que los Centros y la FUA deben romper la parálisis existente frente a la cuestión de los ingresos, impulsando desde ya la formación de un movimiento de los ingresantes. Formación de Comités unitarios para luchar por el acceso de todos a la universidad y para enfrentar la política represiva del régimen, por las libertades democráticas y contra las desapariciones y detenciones. 

yo recuerdo dos cuestiones muy debatidas en ese momento. Una tenía que ver con el problema del limitacionismo, las arbitrariedades con los estudiantes. Fue un período, así, de enorme arbitrariedad, el profesor te decía… “no, usted está bochado” – “¿por qué?” – “No, porque no… su visión de los problemas no se corresponde con lo del… curso”, este… me entendés? Te decían cualquier cosa, o sea, el nivel de arbitrariedad era… era enorme. Y el otro problema, era el problema democrático. Todo lo que tenía que ver con los secuestros, las desapariciones de estudiantes, es decir, todo eso era un eje muy… muy fuerte, no? Por eso te digo, episodios que por ahí juntábamos firmas por alguien que había desaparecido, eh… interesábamos al resto de los cursos por este motivo. Es decir, era un tema que estaba todo el tiempo… con mucho peso.”

“El plan Martínez De Hoz en la Educación”.

En 1978 Catalán anunció un plan para la educación que profundizaba una vasta obra destructiva. En dos años la dictadura ya había cerrado escuelas y carreras enteras; se produjo una deserción masiva de docentes; se desarticuló el sistema estatal mediante la supresión del Consejo Nacional de Educación y la transferencia de escuelas a las provincias; el ahogo presupuestario adquirió una escala sin precedentes y se instauró el régimen de ingresos más feroz que haya habido en la universidad. Ahora, la reforma de Catalán pretendía avanzar más a fondo en la destrucción de conquistas vitales en materia educativa: la gratuidad, el laicismo y la enseñanza estatal. Los principales ejes eran: desescolarización en los niveles primario y secundario; reducción absoluta en la matrícula universitaria y creación de regiones que integrarían en su interior tanto a las universidades estatales como a las privadas y que implicarán el cierre de carreras y universidades enteras de cada región (en beneficio de las universidades privadas por supuesto); eliminación de la enseñanza gratuita: a partir del año siguiente se comenzarían a aplicar aranceles a las universidades estatales; descalificación de los diplomas. (Tribuna  17/04/1978, Año II, N° 25)

Todo el plan educacional se trataba de una de las versiones más fieles de los planes del imperialismo. El mismo era justificado con el argumento de la “modernización de la enseñanza” y la “necesidad de adecuar la educación a la producción” o a “la economía del país”. La UJS denunciaba que esos eufemismos ocultaban la intención de llevar adelante una completa reestructuración de la educación en función de las necesidades del gran capital nacional y extranjero, cuya expresión más acabada era el plan Martínez de Hoz. En realidad, se debía hablar de la adecuación de la educación a las necesidades de la gran empresa capitalista. De este modo, la idea era reemplazar carreras enteras -en especial en los niveles de la educación superior- por ciclos cortos y rápidos, en los que se impartan técnicas limitadas de trabajo (que además quedan siempre rápidamente desactualizadas) en función de las necesidades del gran capital de mano de obra barata, y por lo tanto, subordinadas a los cambios bruscos y violentos del mercado de trabajo capitalista. Este plan se correspondía con un “prolongado y furioso proceso de reacción política”.

Diversos sectores e instituciones de la burguesía, vinculados al aparato educativo, salieron a criticar los anuncios de Catalán. Esto era expresión de la crisis política y de las divisiones y realineamientos del momento. El proyecto de regionalización anunciado dejaba planteado un cierto grado de centralización. “Este es el motivo que explica la reacción de los privados y especialmente de la Iglesia, que ven con preocupación un posible recorte de sus atribuciones y prebendas (los fabulosos subsidios que reciben).” Catalán no era un hombre de sus propias filas, y por ello las reservas hacia el ministro, porque escapaba a su control directo. Por otro lado, había una vertiente de críticas que provenían de la corriente liberal universitaria de tipo gorila, que en su momento representó Constantini en la conducción de la UNBA. Éstos concuerdan con una política general de tipo limitacionista, pero manteniendo una cierta jerarquización de la universidad en la cual conservan importantes posiciones. 

El plan de Catalán planteaba la adaptación de la educación al aparato productivo, y por tanto era parte de todo el plan de reestructuración económica que dirigía Martínez de Hoz. Muchas de las críticas por parte de diversos grupos capitalistas deben ser entendidas como “un tiro por elevación contra el propio plan económico, cuya crisis es cada vez más abierta y ostensible”. (Tribuna 17/04/1978, Año II, N° 25) 

El Ingreso a la universidad podía ser definido en dos palabras: limitacionismo y corrupción. En la UNBA, en 1978, de los 40.075 estudiantes sólo el 28% aprobó el examen de ingreso. Pero además, hay evidencias concretas de que las pruebas de ingreso fueron un fraude. El caso de Económicas fue particularmente escandaloso. Hubo una denuncia, reconocida por el rector de la UNBA y elevada a la Justicia, por las “irregularidades” del examen en la facultad, en la que un instituto privado aledaño se encargó de repartir los temas de la prueba. La proyección que alcanzaron este tipo de denuncias se vinculaba a la crisis desencadenada por los anuncios de Catalán con el universo de críticas que ya señalamos, y a la crisis política de la dictadura.

El régimen de ingreso pasó sin que mediara una resistencia organizada de los estudiantes. La UJS denunciaba que esto se debió a la negativa de las corrientes dirigentes de la FUA a lanzarse a una campaña contra los cupos y por el ingreso irrestricto. El planteo del MOR, admitido también por la juventud radical, fue el de la “apertura de los cupos”. Esto significaba aceptar el limitacionismo impuesto por el gobierno, confiando en una mayor “flexibilidad” de las autoridades, que por supuesto no se produjo. Pero aún bajo este programa limitado, se negaron a organizar a los estudiantes. “La política de confiar y esperar que supuestas fracciones progresistas de la dictadura den respuesta positiva a las reivindicaciones estudiantiles” sólo sirvió para paralizar al movimiento estudiantil y permitir que se imponga el programa de Catalán. La UJS reiteró su llamado a “todas las corrientes de la FUA, federaciones regionales y centros, a elaborar un plan de acción unitario en defensa de la Universidad y la educación”. 

En mayo de 1978, 21 generales, almirantes y brigadieres, eligieron en reemplazo de 24 millones de argentinos, a Videla como el presidente militar que regirá hasta marzo de 1981. PO lanzó una consigna que marca la orientación de toda su política: “Para acabar con la dictadura, asamblea constituyente”. (Política Obrera 10/05/1978, Año XII, N° 284)

Al poco tiempo el gobierno presentó un “Nuevo esquema de poder”. PO denunciaba que la dictadura intentaba perpetuarse. Videla asumió la presidencia y Viola fue nombrado comandante del Ejército. Se dictaron normas para las relaciones entre el presidente y a Junta. “Para toda la cofradía de partidos liberales y oportunistas, interesados en hacerse un lugar a la sombra de la llamada “institucionalización” dictatorial, se trata indudablemente de pasos positivos”. (Política Obrera 21/08/1978, Año XII, N° 287) Mientras que para los partidos liberales y el stalinismo, Videla debería ser el hombre de una transición “institucional” (por eso Balbín lo califica de “gran general para la democracia”), todo un ala de las FFAA con apoyo de sectores de la gran burguesía sostiene la virtual candidatura de Massera para la presidencia. Existe para este momento una clara división del alto mando. Como señalaba PO, la elección de Videla por lo tanto no solo no significaba el punto de partida de un desenvolvimiento orgánico de la “institucionalización”, sino que potencialmente agudizaba la crisis y la impasse militar.

1978 es también el año del “mundial argentino” organizado por la dictadura. Con el pretexto de dar las mejores “seguridades” a las delegaciones extranjeras y turistas, el gobierno reforzó el proceso de militarización en todo el país, recrudeciendo las operaciones militares en rutas, bares, ferrocarriles y por todos lados. Pese a esto, escasísimas voces se levantaron en Argentina para denunciar el operativo de la dictadura con el Mundial. A pesar de las fricciones existentes y la crisis política, toda la burguesía cerró filas con la camarilla militar con este propósito. La campaña más vigorosa para denunciar las intenciones de la dictadura con el mundial fue impulsada desde el extranjero. POmarcaba que la campaña de solidaridad internacional debía alentar la lucha contra la dictadura en el país. Y llamaba a todas las organizaciones obreras, estudiantiles, políticas y populares a un “FRENTE NACIONAL POR LAS LIBERTADES”. (Política Obrera 10/05/1978, Año XII, N° 284)

Con respecto al mundial, se desarrolló una fuerte polémica con Montoneros. PO titulaba en su prensa: “Contra el boicot, los Montoneros proponen acuerdo a la dictadura” (Política Obrera 10/05/1978, Año XII, N° 284). Bajo la justificación de la imagen nacional y del mundial de fútbol, Montoneros aprovechó para lanzar un llamado a un acuerdo con la dictadura. “Estimamos que el boicot no es una política realista en las circunstancias presentes. A todos, nosotros les decimos: vayan! (…) No habrá, de nuestra parte, ningún recrudecimiento de la lucha armada durante ese período. Nosotros vamos más lejos: proponemos una tregua a la dictadura militar del general Jorge Rafael Videla. Que una respuesta sea dada a esta proposición, y los contactos necesarios serán establecidos” declaraba el dirigente montonero Rodolfo Galimberti en un reportaje a la revista francesa “L´Express” (10/04). PO salió a debatir esta posición. Argumentó que si por “tregua” los Montoneros entendiesen “dejar de tirar bombas y realizar atentados al margen de la lucha de las masas, estamos plenamente de acuerdo,  antes, durante y después del mundial. Pero no es éste el propósito de Galimberti ni de la dirección montonera.” En numerosas oportunidades los dirigentes de Montoneros habían pedido un “acuerdo” a la dictadura desde el momento mismo en que se produjo el golpe. Por eso PO calificó como grave la decisión montonera de oponerse al boicot al mundial que pretendía denunciar la represión en nuestro país y que exigía la aparición de los secuestrados y la libertad de los detenidos. Cuando comenzaba una movilización de masas en Europa contra la dictadura, los Montoneros se colocaron del lado de esta última. “Este brazo que le extienden a Videla acelerará el proceso de disgregación de esta organización, no por las derrotas militares frente a la dictadura, sino por su total crisis política.”

En agosto de 1978 la UJS publica un extenso boletín especial con el nombre: “La UJS frente a los planes educativos del gobierno militar”. En la nota editorial, titulada “La destrucción del sistema educativo”, se desarrolla la denuncia –que ya hemos abordado en este trabajo- de que el plan anunciado por Catalán pocos meses antes reunía en un mismo paquete, en un “todo orgánico”, un conjunto de medidas tendientes a la re-estructuración (desarticulación) del sistema educativo en todos sus niveles. Pese a que Catalán había renunciado para este momento, se dice que este hecho no altera la situación ya que el plan expresa los principales lineamientos que comparten todas las fuerzas capitalistas, incluso aquellas que han entrado en un cierto grado de colisión con la dirección ministerial (la Iglesia, sectores vinculados a la enseñanza confesional y privada, camarillas liberales desplazadas). “Catalán se va pero su obra queda”. Y señalan que cualquiera sea la variante de recambio ministerial, que emergerá de una lucha de camarillas, se persistirá en el intento por provocar un retroceso más amplio de las conquistas que se mantienen en educación.  

En el boletín hay un análisis de un discurso del ex-ministro Catalán señalando que hablaba no de educación (una institución especial que imparta enseñanza) sino de “autoeducación” en la que el joven trabajador deberá arreglarse por sus propios medios (desentendiéndose el Estado) de educarse. La escuela y la Universidad deberían por lo tanto ser liquidadas, haciéndose girar el aparato educativo en la órbita privada, debiendo los trabajadores autofinanciar su propio aprendizaje. La destrucción de las instituciones educativas era justificada en nombre de la formación “durante todas las etapas de la vida”. La UJS sostiene que esta tendencia a la destrucción educativa no es un fenómeno nacional sino mundial. 

La función progresiva del capitalismo fue arrancar a las masas de la barbarie agraria a la civilización industrial. En su etapa de ascenso, el capitalismo cumplió una labor revolucionaria, al extender la educación a grandes capas de la población que abandonaban el campo y se dirigían a la ciudad, es decir, los grandes centros donde se radicaba la industria (…). Esta expansión inusitada de las fuerzas productivas exigía una cierta instrucción de los nuevos productores, esto es, de la nueva clase productora, el proletariado. Es importante recordar, sin embargo, que este acceso a la educación, como a otras conquistas sociales y laborales, demandaron grandes luchas por parte del proletariado.” 

En dicho folleto, la UJS explicaba que este proceso en Argentina se desarrolló desde la década de 1860 hasta principios del siglo XX, en el marco de la integración más acabada del país al mercado mundial capitalista. Pero cumplida esta función progresiva, la civilización capitalista en la época imperialista se convierte en el rostro moderno de la barbarie. “Este parasitismo se traduce perfectamente en la educación: el capital, cuyo régimen se encuentra en una etapa en descomposición, es incapaz de utilizar los recursos humanos, formados en la escuela y en la Universidad.” Por eso se orienta a destruirlas, a derrumbar la obra construida en su etapa de ascenso. Y analiza la UJS que esto explica el punto de vista común de todos los planes capitalistas de reforma educativa en diversos países. Por ello caracterizaron que había una tendencia mundial, pero que se agravaba en los países atrasados, cuyas conquistas en el terreno educativo son un reflejo de la insuficiencia general del desarrollo capitalista en estos países, justamente por la dependencia del imperialismo. 

Entre las conclusiones, la UJS sostiene que no habrá democracia de ningún tipo en la Universidad y en la educación sin democracia política en el país. Por ello el movimiento estudiantil debía luchar por el derrocamiento de la dictadura.

El  28 de octubre de 1978 la UJS publica una “Carta Abierta a la FUA y a las Juventudes Políticas” que se distribuye clandestinamente en forma de folleto. En éste se desarrolla su posición política frente al conflicto en torno a las islas de Beagle y llaman a desarrollar una movilización contra la guerra y el militarismo. Plantean que la dictadura pretende embarcar al país en una aventura bélica que significaría una catástrofe nacional, en especial para la juventud. Señalan que no estaba en juego la “soberanía nacional”, sino que las dictaduras de Argentina y Chile pretendían dirimir por la vía militar quién le iba a entregar a los monopolios imperialistas los beneficios de la explotación de krill y el petróleo. Eran además dos gobiernos contrarrevolucionarios en crisis, y los preparativos bélicos constituían una salida desesperada para la sobrevivencia de ambos regímenes. Era al mismo tiempo, la excusa perfecta para reforzar el Estado policial y militar. La UJS se delimita del “pacifismo patriotero” de algunos partidos políticos y la Iglesia, que llamaban a un entendimiento entre Videla y Pinochet, lo que sólo podía conducir al reforzamiento de sus dictaduras. “Frente al patrioterismo, la juventud estudiosa y trabajadora debe levantar las banderas de la unidad de los estudiantes y obreros de ambos países contra las dos dictaduras. Nuestro enemigo está dentro de nuestras fronteras: es la dictadura, contra ella debemos dirigir nuestra movilización.”

El folleto concluye con un llamado a las direcciones y militantes de la FUA y a las Juventudes Políticas (FJC, PST, Juventud Radical, MNR, etc.) a la unidad de acción contra la guerra y el militarismo. Exigen que se reúnan los Centros para organizar la movilización.

La fórmula “Participacionismo u organización independiente” resume el debate que dio de manera incansable la UJS frente a las corrientes que dirigían la FUA y sostuvieron desde el golpe que el movimiento estudiantil debía buscar la “participación” y un “diálogo fecundo” con las autoridades y el gobierno militar. Después de 3 años de dictadura, se había vuelto evidente que esa política sólo podía conducir a convertir al movimiento estudiantil en “un simple apéndice de las autoridades, en un consejero dócil de las mismas”. Por el contrario, la dictadura ni siquiera estaba dispuesta a habilitar un mecanismo “participacionista”. No había margen de participación, el gobierno se jugó a fondo a atomizar al movimiento estudiantil para hacer pasar su plan de destrucción educativa. (Nueva Generación N°5, 05/11/1979)

Nueva ley universitaria. Institucionalización de la reacción. 

En mayo de 1979 el Ministerio de Educación elevó un proyecto de ley al Poder Ejecutivo. Entre otras cosas, éste prohibía la actividad política de los miembros de la universidad. De acuerdo con el análisis de la UJS, en realidad esto sólo valía para aquellos que tenían una actitud de oposición a la dictadura porque el proyecto establecía la selección del cuerpo docente en función de su identificación con “los principios, valores e instituciones fundamentales de la Nación”. “Lo que la ley trata de hacer es asentar el peso de la reacción en la universidad”. Los rectores serían elegidos por el Presidente de la República y los decanos por el Ministro de Educación.

De fondo, se reforzaba la tendencia a la destrucción de la universidad estatal y gratuita. Finalmente, todas las tendencias del imperialismo para adecuar los planes educativos a las necesidades del régimen de explotación de los grandes pulpos estaban reflejadas en la nueva ley. Frente a esto, la UJS planteó que los estudiantes debían organizarse detrás de un programa democrático de lucha contra la dictadura: 

-No a la ley ni a la intervención dictatorial. Por la autonomía y el cogobierno universitario.

-No al limitacionismo. Ingreso irrestricto.

-Contra la arancelización. Duplicación inmediata del presupuesto educativo.

-Plena libertad de expresión y organización del movimiento estudiantil y docente. 

-Libertad de los presos y secuestrados por la dictadura.

Para ello resultaba necesario el impulso de un frente único de todas las organizaciones del movimiento estudiantil en torno a la reconstrucción de los Centros de Estudiantes. La UJS denunciaba que las corrientes de la FUA habían paralizado al movimiento estudiantil en nombre de la “apertura” y la “participación” en el gobierno, al cual se le adjudicaba una intención democratizante. A esa altura, había que sacar las conclusiones. La ley universitaria era un espejo de la “institucionalización” que pretendió el gobierno, que tenía mucho que ver con la digitación y la manipulación, y nada que ver con la democracia. “Es necesario reorganizar los Centros. Estos deben reunirse y elaborar en común un plan de acción en defensa de la educación y la universidad estatal.” (Política Obrera 01/05/1979, Año XII, N° 294)

La reorganización de los Centros de Estudiantes, luego de tanta insistencia por parte de la UJS, finalmente tendrá lugar en el período posterior. Pero ése es un proceso que excede a este trabajo. Quizá esta monografía contribuya y despierte el interés para la realización de futuros trabajos sobre el tema.   

Reflexiones finales

Considero que este trabajo permite fundamentar una idea que ya me había formulado con anterioridad. Se trató de refutar una tesis muy extendida y que sostiene que durante la última dictadura militar no se libró ninguna lucha; que la clase obrera, la juventud combativa y sus organizaciones fueron fulminadas sin desarrollar ningún intento de respuesta a la política ultra-reaccionaria del gobierno militar -una tesis que fue crecientemente superada pero el terreno académico pero que sobrevive en un ideario popular relativamente extendido. En definitiva, que nadie opuso resistencia. 

Esa tesis significa en gran medida una maniobra interesada y fomentada por los partidos capitalistas para ocultar su colaboracionismo con el golpe y la dictadura. Es bien sabido que los partidos mayoritarios, el peronismo y el radicalismo, han prestado importantes favores a la “hora de la reacción”, que incluye el haber aportado buena parte del personal político en distritos y municipios. Aunque con matices y diferencias, en este mismo campo de apoyo a la dictadura debe ubicarse al stalinismo (PC). En realidad, los que no hicieron nada para luchar contra el golpe fueron ellos, las direcciones de esos partidos (haciendo salvedad de casos honrosos, que los hay y muchos, de militantes de esos partidos que enfrentaron a la dictadura con gran compromiso). Todos los representantes políticos de la burguesía compartían con los militares el objetivo de bloquear el ascenso de un movimiento obrero que superaba los márgenes del peronismo y amenazaba con evolucionar en dirección a una transformación social más profunda y radical. 

Por el contrario, aunque de manera clandestina y ajustada a las condiciones de brutal represión que imperaban particularmente en los primeros años del Proceso, sí hubo lucha, sí hubo grandes esfuerzos, sí hubo militancia. Una enorme lucha podemos decir, considerando no el desarrollo de grandes manifestaciones públicas ni la participación masiva de un movimiento, pero sí el contenido político de ésta y su heroísmo. Una lucha que debió desenvolverse en las peores condiciones, superando los más tremendos obstáculos.  El movimiento estudiantil fue parte de esa gigantesca experiencia y, como hemos visto en este trabajo, la situación en la Facultad de Ciencias Económica de la UBA no fue una excepción.

La elección del caso de la UJS-PO no fue azarosa. Ésta, a mi entender, fue la organización que con mayor claridad encarnó este proceso, que pudo comprender y caracterizar el sentido profundo del último golpe militar aún antes de que se consumara. Supo leer que se venía una contraofensiva reaccionaria patronal-militar y que había que prepararse para enfrentarla. Con esta orientación intervino en el movimiento obrero y desarrolló sus máximos esfuerzos en el movimiento estudiantil. La claridad política sobre la naturaleza de la situación que se vivía en el país y su estrategia de independencia de clase fueron los grandes rasgos distintivos que explican su intervención y el gran valor de su lucha. Permanentemente la UJS buscó, como vimos para el caso de Económicas, desenvolver un movimiento de lucha; “una cosa que yo rescato de esos años, es que nosotros siempre buscamos una palanca de movilización, un eje sobre el cual enhebrar una movilización” Y durante todo el período insistió en la necesidad de impulsar un frente único de todas las organizaciones, convocando verdaderamente a TODAS, incluida la Iglesia, sin más condición que enfrentar al gobierno de facto. En el caso del movimiento estudiantil, hemos visto en este trabajo reiterados llamados en este sentido a las corrientes de los Centros y Federaciones, a las Juventudes Políticas, a todo el que quisiera enfrentar el golpe.

La conclusión fundamental es por tanto que la dictadura no logró exterminar las tendencias a la lucha y a la organización de nuestro pueblo, ni durante sus años negros, ni después. Esa lucha de hace más de 40 años marcó una perspectiva, forma parte del legado heroico de los explotados y fue una viva expresión de las tendencias de la juventud a luchar contra la opresión y los explotadores. 

Buenos Aires, Agosto de 2014


Bibliografía:

– Coggiola, Osvaldo. Historia del trotskismo en Argentina y América Latina. Ediciones RyR, 2006, Buenos Aires, Argentina.

– Flores, Gregorio. Lecciones de Batalla. Una historia personal de los ´70. Ediciones RyR, 2013, Buenos Aires, Argentina.

– Kaufmann, Carolina (Dir.). Dictadura y educación. Universidad y grupos académicos argentinos. (1976-1983). Tomo I. Miño y Dávila, Buenos Aires, 2001.

– Kohn, Laura. Historia de Política Obrera Dictadura y educación, en “En Defensa del Marxismo”, N° 24, Agosto de 1999. 

Levenberg, Rubén y Daniel Merolla. Un Sólo Grito. Crónica del Movimiento Estudiantil de 1918 a 1988. FUBA, Buenos Aires, 1988.

– Toer, Mario. El movimiento estudiantil de Perón a Alfonsín. Biblioteca Política Argentina N° 229, CEAL, Buenos Aires, 1988. Vol. II.

Fuentes primarias:

– Entrevista a Marcelo Ramal 

Fuentes secundarias:

– Boletín Nueva Generación y manifiestos de la UJS de la época.

Prensa Obrera, artículos seleccionados. 

¡Adelante!, artículos varios de la época.

Tribuna, artículos varios de la época.

Política Obrera, artículos varios de la época

Nota de referencia: Nueva Generación se titulaba el boletín de la UJS. ¡Adelante!, Tribuna y Política Obrera fueron los distintos nombres con que se publicó la Prensa de Política Obrera en los años abordados en este trabajo. 

Aclaración sobre Fuentes Secundarias: Estos documentos están disponibles en la biblioteca del local central del Partido Obrero, ubicada en Mitre 2162. Su digitalización avanzó mucho en los últimos años y puede consultarse on line en https://prensaobrera.com/archivo-prensa 

Temas relacionados:

Artículos relacionados