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Los condicionamientos al gobierno de Milei

Bajo la presión de la crisis mundial y las tendencias guerreristas de Trump

Los condicionamientos al gobierno de Milei

Bajo la presión de la crisis mundial y las tendencias guerreristas de Trump

Con este título se realizo el 11 de marzo último, en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, una mesa debate. Esto, como parte de la campaña resuelta en el Plenario Internacionalista realizado en enero pasado, en torno al tercer aniversario de la guerra de Ucrania entre la OTAN y Rusia. En la misma intervinieron Facundo Miño (dirigente de la agrupación antiburocrática del sindicato de los trabajadores judiciales, miembro del PO y colaborador asiduo de Prensa Obrera sobre temas de la guerra), Pablo Heller (integrante del Comité Nacional del PO y miembro de su Comisión Internacional) y Gabriel Solano (legislador del PO/FITU en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y miembro del Comité Nacional del PO). Se trata de la edición simplificada de sus intervenciones en dicha jornada.

Me pidieron que concentre mi intervención en este evento ¿en cuál es el impacto, especialmente sobre Argentina, de esta crisis mundial? 

Yo creo que más allá de las novedades que se presenten, uno cuando habla está sobre informado. Por ejemplo, la última información es que acaba de retroceder Trump con los aranceles del 50% a Canadá.

Pero mañana va a haber una información basada en información, historias y sobreinformar siempre corre el riesgo de no tener una visión general que pueda sobrevivir a cada información que va apareciendo. Una caracterización correcta al menos tiene que durar algunos meses. Entonces, más allá, insisto, de determinadas maniobras que van a existir, determinadas novedades en el campo bélico y de tregua, estas se van a romper. Porque las treguas se firman para ser rotas lo más prontamente posible por los involucrados en las mismas. Hay que ver cuál es la tendencia de fondo. 

La guerra existe con una tendencia del declive del capital. Lo que decía recién Pablo es un tema: hay una caracterización mundial que admite lo que acabo de decir. Pablo recién dijo, que esta crisis mundial tiene como telón de fondo el retroceso de Estados Unidos. Lo dice Pablo, no Trump. En su campaña electoral, Trump dijo que su propósito estratégico era recuperar el lugar que Estados Unidos había perdido. Pero en el caso de Trump, dice que lo perdió no por la crisis mundial del capital, sino por la política de los demócratas.

Dejando de lado a quien se le adjudica la causa de ese retroceso de los Estados Unidos, se parte de la caracterización de que Estados Unidos perdió ese lugar cuestionado que se llamaba “mundo unipolar”. Los datos acá no tenemos tiempo de ver uno por uno son muy claros (en términos de lugar en la producción, etc.). Pero admitámoslo acá como un hecho que todos tenemos claro que Estados Unidos no tiene el lugar que tenía, digamos, hace 20 años atrás en el concierto Internacional.

Es un tema que es importante tener en cuenta. Ir a la guerra finalmente tiene que ver con qué es producto de la lucha intercapitalista. Esto es un debate histórico que hemos tenido en términos teóricos. Y creo que hemos salido ganadores de esa pelea: al menos en términos teóricos, no en la práctica todavía.

La globalización capitalista superaba la base nacional del Capital. El capital llega al imperialismo, mostrando cómo los monopolios tienden a asociarse con los estados imperialistas y la disputa por el control del mundo. ¿La globalización lleva a superar esa situación? Hoy se demuestra que no. Trump también es la demostración de eso, porque quiere recuperar el liderazgo mundial de Estados Unidos mediante una presunta vuelta a un “nacionalismo”.

Porque si vos pretendes una colonización privilegiada de tus capitales a nivel internacional es porque reconoces, confesas, que tu  país, el imperialismo norteamericano, el capital, está en decadencia. Si pudieron escuchar la entrevista al embajador de Francia, fue muy claro en mostrar que desde el punto de vista del imperialismo europeo, Francia se coloca como un aspirante al liderazgo europeo.

El problema del rearme de Europa es un tema que no va a estar sometido, ni siquiera la cuestión ucraniana. La situación de Ucrania es un hecho importante, severo, que no se limita a la cuestión ucraniana: es parte de una crisis capitalista internacional donde se ponen en juego la sobrevivencia de grupos empresariales. Europa acaba de hacer una especie de conferencia, también convocada por Macron, por la cuestión de la Inteligencia Artificial, en la cual Europa está muy retraída.

Es una competencia que tiene con China y con Estados Unidos, así que no se limita a la cuestión de Ucrania. El rearme europeo es una parte fundamental de la guerra internacional y estos 800 mil millones de dólares que se anunciaron como parte del rearme, que ayer explicaba el embajador francés al periodista Pagni: ¿cómo se va a financiar?  Este respondía: vamos a incrementar los límites de deuda, vamos indudablemente a poner más gasto público.

¿Quién va a financiar este armamentismo frenético? Porque, por una crisis de diverso tipo, Europa armó el Euro sobre la base de determinada política monetaria. Eso está ahora en crisis. Y el Gobierno alemán que acaba de ganar, ha planteado claramente el problema de rearme de Alemania.

Es una crisis del “orden” que surgió de la Segunda Guerra Mundial y ahora se quiere modificar. Por ejemplo: Alemania no tiene armamento nuclear.

¿Puede Alemania liderar Europa sin armamento nuclear y depender del armamento nuclear francés? Se plantea el rearme nuclear de Alemania. Acá está en juego el orden mundial que surgió en la Segunda Guerra Mundial. Y pensamos que esto se resolverá mediante la guerra. No quiere decir que ya la tengamos. Porque a mí me parece importante distinguir lo siguiente: nosotros cuando decimos que esto es una guerra mundial, no estamos diciendo que esta es ya una guerra mundial desarrollada.

Lo que estamos diciendo es que los conflictos y las guerras que estamos viendo por sus implicancias, por las contradicciones en desarrollo, por las fuerzas que se enfrentan, tienen una causa internacional, no local. Pero todavía los lineamientos generales de una guerra mundial no están definidos, porque frente a la Primera y Segunda Guerra Mundial hubo cambios. Entonces Italia estuvo de un lado en la primera y del otro en la segunda. La Unión Soviética no existía en la primera guerra y si  en la segunda.

El papel de Japón en ambas guerras no es igual. Esto no es una simple repetición. Todavía no está claro, porque incluso en Europa mismo, si uno va a ver la reunión que se hizo ahora en Inglaterra, no existe una posición homogénea. Y no solamente no es homogénea: la burguesía alemana está recorrida por un debate de cómo se posiciona en relación a Estados Unidos y Rusia. En Europa, incluso, existen disputas al interior de cada país. Pero el problema de un rearme europeo forma parte de esta tendencia a la guerra.

Ahora es parte de la guerra. Y nosotros tenemos que juzgarlo siempre como un intento del capitalismo de superar sus contradicciones de fondo. Pero la guerra también planteó, la primera revolución triunfante. Por eso siempre la guerra ha marcado las limitaciones de la izquierda de una manera mucho más patente que cualquier situación pacífica, evidenciada en una severa historia de los últimos 200 años.

Guerra y revolución van exactamente de la mano. La Comuna de París viene después de la guerra franco alemana, cuando Francia pierde con Alemania una guerra en 1870/1. La revolución en Rusia en 1905 –famosa, según Lenin y Trotsky, porque fue el ensayo general de la triunfante en 1917- tuvo como trasfondo que el Zar perdiera la guerra con Japón.  Y la Revolución Rusa es consecuencia de la Primera Guerra Mundial. 

Idem la Revolución Húngara, parte de una serie de revoluciones que quedaron en el medio, fue derrotada. De la Segunda Guerra Mundial, las revoluciones china, yugoslava, cubana, vietnamita, vuelven a evidenciar que guerra y revolución, van de la mano. Las revoluciones son cosas complejas, no simples. Los pueblos están dispuestos a hacer una revolución cuando han sido sometidos a situaciones catastróficas como son las guerras.

Y ahora la Guerra plantea a fondo la estrategia de la Revolución. Muchos, cuando hacen el análisis histórico de la obra de Rosa Luxemburgo, le reconocen haber visto anticipadamente una degeneración de la socialdemocracia alemana, que se puso de manifiesto abiertamente con la guerra. No es que estaba todo bien y la guerra puso todo mal de un día para el otro. Pero la guerra lo puso de manifiesto. 

Y así pasa con todas las fuerza de izquierda, ya que también tenemos en este momento esa situación y el hecho de que en el Frente de izquierda tengamos una parte de cuatro y hay dos integrantes (y otro con una posición centrista) que tienen una posición de apoyo a uno de los bandos, en la guerra imperialista. Y no a cualquiera de los bandos sino al más imperialista dentro de la guerra imperialista. Porque también desde el punto de vista de la confrontación imperialista no es lo mismo la OTAN que Rusia. Porque Rusia tiene intereses imperialistas, pero Rusia de ninguna manera puede hoy ocupar el lugar de imperativo mundial. Facundo, explicó recién que en estos momentos, Ucrania está a la defensiva. Pero tengamos en cuenta también que cuando empezó la guerra muchos decían que Rusia ganaba la guerra en 48 horas y ya llevamos tres años. Entonces también se muestran las limitaciones enormes. 

Es importante denunciar los intereses imperialistas de Putin en la guerra, que no son una causa popular dentro de Rusia. Putin tiene enfrentamientos muy duros al interior de Rusia. Este es un tema importante. 

También ante el tema nacional, la tendencia de la guerra se expresa en cómo se van modificando los regímenes políticos dentro de cada país. 

¿Qué es el fascismo? Hay dos formas de verlo, todos legítimos y correctos. Hay una forma más estática, haciendo una especie de enumeración de las condiciones que Trotsky puso para que caracterice que un régimen es fascismo. Por ejemplo: la  movilización de la pequeña burguesía contra la clase obrera. No, eso no existe o eso sí existe.

En esa enumeración, que no está mal hacerlo de ese modo, parte del análisis que cree que no. Pero no se ve la dinámica del proceso. Las tendencias a la derechización, a la falsificación de alguna de las políticas de régimen político, tiene que ver finalmente también con la tendencia a la guerra, porque para ir a la guerra, los Estados necesitan a sus pueblos encuadrados y movilizados.

Alemania para ir a la Segunda Guerra Mundial, tuvo que derrotar a los trabajadores, para mandarlo después a morir a las trincheras en Europa. No, no es tan fácil. Entonces el problema de los regímenes políticos tiene que ser entendido a partir de la crisis internacional y no exclusivamente como un problema nacional. Creo que hay que tenerlo en cuenta.

Entonces ahí si en esa dinámica de proceso tenemos que ver si avanzan posiciones fascistas en relación a la guerra. Es muy probable que si avanza las tendencias a la guerra, como nuestro análisis indica, van a crecer las tendencias fascistoides de los regímenes políticos. Macron estuvo fantástico, en un sentido, porque perdió todas las elecciones. En las elecciones para la Unión Europea, salió, hace un año atrás, tercero con un 15% de los votos. Y después le fue mal en todas las demás elecciones nacionales. Pero el tipo también demuestra cómo actúa bajo “la democracia”. No tiene mandato popular y se presenta, sin embargo, hoy en día, aspirando a liderar a Europa. Vemos tendencias a un crecimiento de la xenofobia, al ataque a los migrantes y a la clase obrera. Las políticas represivas van creciendo.

Sobre el tema más concreto que se me asignó: también el gobierno de Milei no puede ser entendido por fuera de este contexto internacional. Él mismo Millei pide ser analizado como parte de un fenómeno internacional.

Este avión que se dijo que llegó ayer con la plata de esta señorita que -dijo Pagni-  viene con esta conferencia reaccionaria que se hace en Europa, es decir, alistándose claramente en un campo de tipo fascistoide de una derecha muy reaccionaria, defensor de la guerra, pero especialmente en el caso de Milei, subordinada a su política.

Por eso ¿hoy uno puede ver una incoherencia en el hecho de la modificación de Milei en la posición sobre Ucrania? Cuando asumió Milei, vino Zelensky, cuando nunca antes había venido un presidente ucraniano. Porque Argentina se alineaba claramente con el gobierno ucraniano y la guerra imperialista en curso. Trump hace un cambio y… en la última votación en las Naciones Unidas, Argentina no quiso votar por el retiro de las tropas rusas de Ucrania. Una cosa que en principio, había votado anteriormente. No votar contra el retiro de las tropas rusas, es como defender la invasión. Y Milei no quiso votarla.

Es una incoherencia. Sí, pero coherente. Es necesario mostrar en lo cotidiano al incoherente. Uno observa la incoherencia argumental como parte de una lucha política. Y está bien que lo hagamos. Pero en el análisis político tenemos que mostrar lo que es esa “incoherencia”. 

En los giros del periplo norteamericano, está creciendo la tendencia a la guerra que tiene como base material la bancarrota del capital.

La bancarrota del capital, tiene un momento muy agudo, que se está desarrollando junto con crisis económicas, choques comerciales, choque diplomáticos, guerras monetarias. La pregunta es cómo eso impacta en un país. En una semicolonia como Argentina, que tiene un fuerte desequilibrio económico y requiere de un rescate del imperialismo. Es importante tenerlo en cuenta porque es un gobierno, que se lo asimila mucho al menemismo.

Milei dice que el de Menem, es el mejor gobierno de la historia. Hasta que llegó el de él, transformando al de Menem en el segundo gobierno mejor de la historia. Entonces vale la analogía entre el gobierno de Milei y el de Menem. La analogía, no tanto para marcar las similitudes, sino para marcar las diferencias metodológicamente.

En ese análisis de analogía surge lo que tiene de original este gobierno y lo distintivo en relación al gobierno de Menem. Porque es evidente que el gobierno de Menem, en su primera fase, no solo tuvo la “quietud”, entre comillas. Menem, lo logró al propiciar una derrota de la clase obrera (que fueron huelgas muy importantes) y a base de las privatizaciones.

Y no me quiero extender, porque sería muy largo, pero había una tendencia general ascendente del imperialismo. En esa etapa se daba el derrumbe del muro de Berlín,y el copamiento restauracionista de todo el territorio de la Unión Soviética. Era el tiempo de la idea de que se “acabó la historia”: del Capitalismo por siempre. Había confianza en Capital sobre sus posibilidades de avance en este momento.

Y eso hoy está en eclosión. Eso se verifica justamente en que el propio Trump, el presidente amigo de Milei, propone medidas proteccionistas que afectan el comercio, que tienen en desarrollo una política financiera y monetaria que a la postre va a llevar en Estados Unidos a un aumento de la tasa de interés y una tendencia que agudiza la fuga de capitales, que Argentina ya tiene. Tenemos una presión de sobreacumulación de mercancías y capitales que se quiere resolver mediante medidas monetarias de los estados, que pone más expuesto todavía lo que son los desequilibrios económicos internos de Argentina. Porque todas las monedas se van devaluando en relación al dólar. Y no solamente las monedas, también las mercancías.

Por eso cae el precio internacional, por ejemplo, de la soja, un producto clave en el comercio exterior argentino y cae, por ejemplo, cuando se devalúa el real de Brasil. Hoy estamos viendo el desequilibrio comercial de Argentina con Brasil de los últimos dos meses. Es terrible. No solamente es comercial, es también ¡y como! por el lado del turismo. 

Acá pregunto: ¿quién se fue a Brasil? No importa, no soy vigilante. Pero ¿cuánta gente viaja si es más barato Brasil que ir a Santa Teresita? Esos desequilibrios comerciales se acentúan más porque los países con los cuales Argentina tiene mayor comercio han devaluado sus monedas y Argentina tiene atada su moneda, en este punto a la política monetaria norteamericana. Y entonces la crisis de gobierno, es una crisis que lo distingue del menemismo, de la década del 90, justamente porque no tiene ese viento de cola.

Y eso a un gobierno como el actual, que es un gobierno ¿al que se le puede aplicar la palabra débil? Es una palabra compleja para calificar al gobierno. Trato de diluir un poco esa palabra porque Milei dice: bueno ¿y quién es más fuerte? ¿Nosotros? Bueno, depende. Depende siempre de un concepto más relativo sobre qué fuerzas él enfrenta. Pero si podemos caracterizarlo como un gobierno minoritario, de crisis incluso con su personal político.

Da la impresión de ser bastante incompetente, sin una relación histórica con la propia clase capitalista, con una relación superficial con el pueblo. Entonces no se puede descartar en el caso argentino que estos procesos de crisis que estamos viendo se agudicen en el próximo período. Y sobre el acuerdo con el Fondo Monetario, lo que estamos viendo ahora es muy original. Uno lee el decreto que el Gobierno acaba de firmar: es un decreto para que el Gobierno haga un acuerdo que todavía no está.

No hay nada.

¿Y por qué no está, algo que se viene discutiendo hace tanto tiempo? Porque si uno dice: se me ocurrió ayer, mañana va a estar. Pero sí, hace meses y meses que lo estoy discutiendo, quiere decir que si todavía no está es porque todo ese debate aún, no se resolvió. Y el Gobierno ha tomado una decisión precipitada de salir a anunciar o dar a entender que el acuerdo está cuando todavía no está, porque las últimas semanas y especialmente los últimos días, hemos tenido una enorme venta de reservas del Banco Central. Porque hay una tendencia a una dolarización de carteras, a una fuga de capitales. Y esto agravado porque las medidas que anunció Trump han producido una caída de las ventas a nivel internacional, un incremento del Riesgo País.

Y la tendencia es hacia ese lugar y este gobierno si llegase a devaluar y provocara un incremento de la inflación -que ya se está dando, incluso en febrero- lo dejaría sin ningún argumento para el proceso electoral que comienza ahora.

Y si el gobierno pierde las elecciones, hay que ver cómo sobrevive en el marco de la tendencia internacional hacia la guerra. Una tendencia, finalmente a la bancarrota del capital en un momento de choque de estados, diplomáticos, económicos, comerciales, monetarios y militares que generan para un país como Argentina situaciones de muchísima debilidad. Obviamente, otro tipo de gobierno habría tomado otro tipo de medidas para la protección “del país”.

Que en una crisis de este tipo pasaría por el monopolio del comercio exterior, por la nacionalización de la banca. La situación plantearía la necesidad de un Estado de trabajadores para un desarrollo de otra naturaleza. La Unión Soviética, incluso con todas las deformaciones burocráticas que son muchísimas, pudo sortear con más facilidad la bancarrota capitalista mundial de 1930. No es que no le afectó de ninguna manera, pero le dio otros recursos para poder enfrentarla.

Entonces, este problema que estamos viviendo en Argentina es un tema clave. Creo que es importante discutir la cuestión de la izquierda. Porque en esta caracterización, la única respuesta que tiene la clase obrera frente a esta situación es plantear  “guerra a la guerra”. Eso es enfrentar a la guerra con un proceso de lucha de clases para voltear los gobiernos de la guerra y voltear el capitalismo por otro régimen social, de autogobierno de las masas trabajadoras.

Eso plantea un debate de la izquierda a nivel internacional y de agrupamiento que venimos impulsando. Ha tenido avances sorprendentes, con una metodología completamente opuesta a la derecha. Con la izquierda, muchas veces tuvimos debates cuando veíamos que de tal partido de Argentina, repentinamente aparecía un grupo en otro país.

Y siempre estaba la duda de en qué medida esa franquicia que se abría respondía a un proceso real de construcción de los explotados de ese país, o si era el empeño militante de un grupo que abría, digamos, sucursales “made in Argentina” en otro lugar. Y nosotros siempre fuimos partidarios, a veces teníamos debate, si era correcta o no esa metodología. Lo cual no quiere decir que se aplique en todos los casos: siempre hay excepciones. Si lo correcto era eso o teníamos que desenvolver una lucha política programática estratégicamente y la propaganda de agitación a ver si se abría un agrupamiento de otra naturaleza. En este caso creo que esto está ocurriendo. Con el hecho interesante, que algunas fuerzas que no vienen del trotskismo se han acercado a posiciones parecidas a las nuestras. Y sobre su origen extraño al trotskismo, esto se debe en parte por limitaciones propias y en gran medida porque lo que hay de “trotskismo” en sus países es una calamidad (encima en muchos casos con centro en Argentina). (….)

No deja de ser cierto que muchas fuerzas que se reclaman del trotskismo, quizá la mayoría de la fuerza que se llama del trotskismo, no actúan como trotskistas, porque no todo lo que brilla es oro y por lo tanto han asumido posiciones de tipo pro imperialista en general.

También hay otros grupos más cercanos a Putin. Entonces, en nuestro caso, este agrupamiento tenemos que explicarlo mucho y es un avance. Estamos golpeando sobre algo que es importantísimo. Por eso se ha abierto camino. Hemos puesto una especie de, digamos, botella con un mensaje revolucionario que cruza el Atlántico. Estos compañeros están levantando planteos revolucionarios de lucha, parecidas a las nuestras y a partir de ahí se abren debates. Se habla y estamos llegando a estos acuerdos que tiene una base programática importante, donde están determinados por las circunstancias más acuciantes de la crisis actual, que es la guerra, que es la bancarrota del capital, que son las masacres, el imperialismo. Ese agrupamiento tenemos que impulsarlo mucho. 

Con este título se realizo el 11 de marzo último, en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, una mesa debate. Esto, como parte de la campaña resuelta en el Plenario Internacionalista realizado en enero pasado, en torno al tercer aniversario de la guerra de Ucrania entre la OTAN y Rusia. En la misma intervinieron Facundo Miño (dirigente de la agrupación antiburocrática del sindicato de los trabajadores judiciales, miembro del PO y colaborador asiduo de Prensa Obrera sobre temas de la guerra), Pablo Heller (integrante del Comité Nacional del PO y miembro de su Comisión Internacional) y Gabriel Solano (legislador del PO/FITU en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y miembro del Comité Nacional del PO). Se trata de la edición simplificada de sus intervenciones en dicha jornada.

Me pidieron que concentre mi intervención en este evento ¿en cuál es el impacto, especialmente sobre Argentina, de esta crisis mundial? 

Yo creo que más allá de las novedades que se presenten, uno cuando habla está sobre informado. Por ejemplo, la última información es que acaba de retroceder Trump con los aranceles del 50% a Canadá.

Pero mañana va a haber una información basada en información, historias y sobreinformar siempre corre el riesgo de no tener una visión general que pueda sobrevivir a cada información que va apareciendo. Una caracterización correcta al menos tiene que durar algunos meses. Entonces, más allá, insisto, de determinadas maniobras que van a existir, determinadas novedades en el campo bélico y de tregua, estas se van a romper. Porque las treguas se firman para ser rotas lo más prontamente posible por los involucrados en las mismas. Hay que ver cuál es la tendencia de fondo. 

La guerra existe con una tendencia del declive del capital. Lo que decía recién Pablo es un tema: hay una caracterización mundial que admite lo que acabo de decir. Pablo recién dijo, que esta crisis mundial tiene como telón de fondo el retroceso de Estados Unidos. Lo dice Pablo, no Trump. En su campaña electoral, Trump dijo que su propósito estratégico era recuperar el lugar que Estados Unidos había perdido. Pero en el caso de Trump, dice que lo perdió no por la crisis mundial del capital, sino por la política de los demócratas.

Dejando de lado a quien se le adjudica la causa de ese retroceso de los Estados Unidos, se parte de la caracterización de que Estados Unidos perdió ese lugar cuestionado que se llamaba “mundo unipolar”. Los datos acá no tenemos tiempo de ver uno por uno son muy claros (en términos de lugar en la producción, etc.). Pero admitámoslo acá como un hecho que todos tenemos claro que Estados Unidos no tiene el lugar que tenía, digamos, hace 20 años atrás en el concierto Internacional.

Es un tema que es importante tener en cuenta. Ir a la guerra finalmente tiene que ver con qué es producto de la lucha intercapitalista. Esto es un debate histórico que hemos tenido en términos teóricos. Y creo que hemos salido ganadores de esa pelea: al menos en términos teóricos, no en la práctica todavía.

La globalización capitalista superaba la base nacional del Capital. El capital llega al imperialismo, mostrando cómo los monopolios tienden a asociarse con los estados imperialistas y la disputa por el control del mundo. ¿La globalización lleva a superar esa situación? Hoy se demuestra que no. Trump también es la demostración de eso, porque quiere recuperar el liderazgo mundial de Estados Unidos mediante una presunta vuelta a un “nacionalismo”.

Porque si vos pretendes una colonización privilegiada de tus capitales a nivel internacional es porque reconoces, confesas, que tu  país, el imperialismo norteamericano, el capital, está en decadencia. Si pudieron escuchar la entrevista al embajador de Francia, fue muy claro en mostrar que desde el punto de vista del imperialismo europeo, Francia se coloca como un aspirante al liderazgo europeo.

El problema del rearme de Europa es un tema que no va a estar sometido, ni siquiera la cuestión ucraniana. La situación de Ucrania es un hecho importante, severo, que no se limita a la cuestión ucraniana: es parte de una crisis capitalista internacional donde se ponen en juego la sobrevivencia de grupos empresariales. Europa acaba de hacer una especie de conferencia, también convocada por Macron, por la cuestión de la Inteligencia Artificial, en la cual Europa está muy retraída.

Es una competencia que tiene con China y con Estados Unidos, así que no se limita a la cuestión de Ucrania. El rearme europeo es una parte fundamental de la guerra internacional y estos 800 mil millones de dólares que se anunciaron como parte del rearme, que ayer explicaba el embajador francés al periodista Pagni: ¿cómo se va a financiar?  Este respondía: vamos a incrementar los límites de deuda, vamos indudablemente a poner más gasto público.

¿Quién va a financiar este armamentismo frenético? Porque, por una crisis de diverso tipo, Europa armó el Euro sobre la base de determinada política monetaria. Eso está ahora en crisis. Y el Gobierno alemán que acaba de ganar, ha planteado claramente el problema de rearme de Alemania.

Es una crisis del “orden” que surgió de la Segunda Guerra Mundial y ahora se quiere modificar. Por ejemplo: Alemania no tiene armamento nuclear.

¿Puede Alemania liderar Europa sin armamento nuclear y depender del armamento nuclear francés? Se plantea el rearme nuclear de Alemania. Acá está en juego el orden mundial que surgió en la Segunda Guerra Mundial. Y pensamos que esto se resolverá mediante la guerra. No quiere decir que ya la tengamos. Porque a mí me parece importante distinguir lo siguiente: nosotros cuando decimos que esto es una guerra mundial, no estamos diciendo que esta es ya una guerra mundial desarrollada.

Lo que estamos diciendo es que los conflictos y las guerras que estamos viendo por sus implicancias, por las contradicciones en desarrollo, por las fuerzas que se enfrentan, tienen una causa internacional, no local. Pero todavía los lineamientos generales de una guerra mundial no están definidos, porque frente a la Primera y Segunda Guerra Mundial hubo cambios. Entonces Italia estuvo de un lado en la primera y del otro en la segunda. La Unión Soviética no existía en la primera guerra y si  en la segunda.

El papel de Japón en ambas guerras no es igual. Esto no es una simple repetición. Todavía no está claro, porque incluso en Europa mismo, si uno va a ver la reunión que se hizo ahora en Inglaterra, no existe una posición homogénea. Y no solamente no es homogénea: la burguesía alemana está recorrida por un debate de cómo se posiciona en relación a Estados Unidos y Rusia. En Europa, incluso, existen disputas al interior de cada país. Pero el problema de un rearme europeo forma parte de esta tendencia a la guerra.

Ahora es parte de la guerra. Y nosotros tenemos que juzgarlo siempre como un intento del capitalismo de superar sus contradicciones de fondo. Pero la guerra también planteó, la primera revolución triunfante. Por eso siempre la guerra ha marcado las limitaciones de la izquierda de una manera mucho más patente que cualquier situación pacífica, evidenciada en una severa historia de los últimos 200 años.

Guerra y revolución van exactamente de la mano. La Comuna de París viene después de la guerra franco alemana, cuando Francia pierde con Alemania una guerra en 1870/1. La revolución en Rusia en 1905 –famosa, según Lenin y Trotsky, porque fue el ensayo general de la triunfante en 1917- tuvo como trasfondo que el Zar perdiera la guerra con Japón.  Y la Revolución Rusa es consecuencia de la Primera Guerra Mundial. 

Idem la Revolución Húngara, parte de una serie de revoluciones que quedaron en el medio, fue derrotada. De la Segunda Guerra Mundial, las revoluciones china, yugoslava, cubana, vietnamita, vuelven a evidenciar que guerra y revolución, van de la mano. Las revoluciones son cosas complejas, no simples. Los pueblos están dispuestos a hacer una revolución cuando han sido sometidos a situaciones catastróficas como son las guerras.

Y ahora la Guerra plantea a fondo la estrategia de la Revolución. Muchos, cuando hacen el análisis histórico de la obra de Rosa Luxemburgo, le reconocen haber visto anticipadamente una degeneración de la socialdemocracia alemana, que se puso de manifiesto abiertamente con la guerra. No es que estaba todo bien y la guerra puso todo mal de un día para el otro. Pero la guerra lo puso de manifiesto. 

Y así pasa con todas las fuerza de izquierda, ya que también tenemos en este momento esa situación y el hecho de que en el Frente de izquierda tengamos una parte de cuatro y hay dos integrantes (y otro con una posición centrista) que tienen una posición de apoyo a uno de los bandos, en la guerra imperialista. Y no a cualquiera de los bandos sino al más imperialista dentro de la guerra imperialista. Porque también desde el punto de vista de la confrontación imperialista no es lo mismo la OTAN que Rusia. Porque Rusia tiene intereses imperialistas, pero Rusia de ninguna manera puede hoy ocupar el lugar de imperativo mundial. Facundo, explicó recién que en estos momentos, Ucrania está a la defensiva. Pero tengamos en cuenta también que cuando empezó la guerra muchos decían que Rusia ganaba la guerra en 48 horas y ya llevamos tres años. Entonces también se muestran las limitaciones enormes. 

Es importante denunciar los intereses imperialistas de Putin en la guerra, que no son una causa popular dentro de Rusia. Putin tiene enfrentamientos muy duros al interior de Rusia. Este es un tema importante. 

También ante el tema nacional, la tendencia de la guerra se expresa en cómo se van modificando los regímenes políticos dentro de cada país. 

¿Qué es el fascismo? Hay dos formas de verlo, todos legítimos y correctos. Hay una forma más estática, haciendo una especie de enumeración de las condiciones que Trotsky puso para que caracterice que un régimen es fascismo. Por ejemplo: la  movilización de la pequeña burguesía contra la clase obrera. No, eso no existe o eso sí existe.

En esa enumeración, que no está mal hacerlo de ese modo, parte del análisis que cree que no. Pero no se ve la dinámica del proceso. Las tendencias a la derechización, a la falsificación de alguna de las políticas de régimen político, tiene que ver finalmente también con la tendencia a la guerra, porque para ir a la guerra, los Estados necesitan a sus pueblos encuadrados y movilizados.

Alemania para ir a la Segunda Guerra Mundial, tuvo que derrotar a los trabajadores, para mandarlo después a morir a las trincheras en Europa. No, no es tan fácil. Entonces el problema de los regímenes políticos tiene que ser entendido a partir de la crisis internacional y no exclusivamente como un problema nacional. Creo que hay que tenerlo en cuenta.

Entonces ahí si en esa dinámica de proceso tenemos que ver si avanzan posiciones fascistas en relación a la guerra. Es muy probable que si avanza las tendencias a la guerra, como nuestro análisis indica, van a crecer las tendencias fascistoides de los regímenes políticos. Macron estuvo fantástico, en un sentido, porque perdió todas las elecciones. En las elecciones para la Unión Europea, salió, hace un año atrás, tercero con un 15% de los votos. Y después le fue mal en todas las demás elecciones nacionales. Pero el tipo también demuestra cómo actúa bajo “la democracia”. No tiene mandato popular y se presenta, sin embargo, hoy en día, aspirando a liderar a Europa. Vemos tendencias a un crecimiento de la xenofobia, al ataque a los migrantes y a la clase obrera. Las políticas represivas van creciendo.

Sobre el tema más concreto que se me asignó: también el gobierno de Milei no puede ser entendido por fuera de este contexto internacional. Él mismo Millei pide ser analizado como parte de un fenómeno internacional.

Este avión que se dijo que llegó ayer con la plata de esta señorita que -dijo Pagni-  viene con esta conferencia reaccionaria que se hace en Europa, es decir, alistándose claramente en un campo de tipo fascistoide de una derecha muy reaccionaria, defensor de la guerra, pero especialmente en el caso de Milei, subordinada a su política.

Por eso ¿hoy uno puede ver una incoherencia en el hecho de la modificación de Milei en la posición sobre Ucrania? Cuando asumió Milei, vino Zelensky, cuando nunca antes había venido un presidente ucraniano. Porque Argentina se alineaba claramente con el gobierno ucraniano y la guerra imperialista en curso. Trump hace un cambio y… en la última votación en las Naciones Unidas, Argentina no quiso votar por el retiro de las tropas rusas de Ucrania. Una cosa que en principio, había votado anteriormente. No votar contra el retiro de las tropas rusas, es como defender la invasión. Y Milei no quiso votarla.

Es una incoherencia. Sí, pero coherente. Es necesario mostrar en lo cotidiano al incoherente. Uno observa la incoherencia argumental como parte de una lucha política. Y está bien que lo hagamos. Pero en el análisis político tenemos que mostrar lo que es esa “incoherencia”. 

En los giros del periplo norteamericano, está creciendo la tendencia a la guerra que tiene como base material la bancarrota del capital.

La bancarrota del capital, tiene un momento muy agudo, que se está desarrollando junto con crisis económicas, choques comerciales, choque diplomáticos, guerras monetarias. La pregunta es cómo eso impacta en un país. En una semicolonia como Argentina, que tiene un fuerte desequilibrio económico y requiere de un rescate del imperialismo. Es importante tenerlo en cuenta porque es un gobierno, que se lo asimila mucho al menemismo.

Milei dice que el de Menem, es el mejor gobierno de la historia. Hasta que llegó el de él, transformando al de Menem en el segundo gobierno mejor de la historia. Entonces vale la analogía entre el gobierno de Milei y el de Menem. La analogía, no tanto para marcar las similitudes, sino para marcar las diferencias metodológicamente.

En ese análisis de analogía surge lo que tiene de original este gobierno y lo distintivo en relación al gobierno de Menem. Porque es evidente que el gobierno de Menem, en su primera fase, no solo tuvo la “quietud”, entre comillas. Menem, lo logró al propiciar una derrota de la clase obrera (que fueron huelgas muy importantes) y a base de las privatizaciones.

Y no me quiero extender, porque sería muy largo, pero había una tendencia general ascendente del imperialismo. En esa etapa se daba el derrumbe del muro de Berlín,y el copamiento restauracionista de todo el territorio de la Unión Soviética. Era el tiempo de la idea de que se “acabó la historia”: del Capitalismo por siempre. Había confianza en Capital sobre sus posibilidades de avance en este momento.

Y eso hoy está en eclosión. Eso se verifica justamente en que el propio Trump, el presidente amigo de Milei, propone medidas proteccionistas que afectan el comercio, que tienen en desarrollo una política financiera y monetaria que a la postre va a llevar en Estados Unidos a un aumento de la tasa de interés y una tendencia que agudiza la fuga de capitales, que Argentina ya tiene. Tenemos una presión de sobreacumulación de mercancías y capitales que se quiere resolver mediante medidas monetarias de los estados, que pone más expuesto todavía lo que son los desequilibrios económicos internos de Argentina. Porque todas las monedas se van devaluando en relación al dólar. Y no solamente las monedas, también las mercancías.

Por eso cae el precio internacional, por ejemplo, de la soja, un producto clave en el comercio exterior argentino y cae, por ejemplo, cuando se devalúa el real de Brasil. Hoy estamos viendo el desequilibrio comercial de Argentina con Brasil de los últimos dos meses. Es terrible. No solamente es comercial, es también ¡y como! por el lado del turismo. 

Acá pregunto: ¿quién se fue a Brasil? No importa, no soy vigilante. Pero ¿cuánta gente viaja si es más barato Brasil que ir a Santa Teresita? Esos desequilibrios comerciales se acentúan más porque los países con los cuales Argentina tiene mayor comercio han devaluado sus monedas y Argentina tiene atada su moneda, en este punto a la política monetaria norteamericana. Y entonces la crisis de gobierno, es una crisis que lo distingue del menemismo, de la década del 90, justamente porque no tiene ese viento de cola.

Y eso a un gobierno como el actual, que es un gobierno ¿al que se le puede aplicar la palabra débil? Es una palabra compleja para calificar al gobierno. Trato de diluir un poco esa palabra porque Milei dice: bueno ¿y quién es más fuerte? ¿Nosotros? Bueno, depende. Depende siempre de un concepto más relativo sobre qué fuerzas él enfrenta. Pero si podemos caracterizarlo como un gobierno minoritario, de crisis incluso con su personal político.

Da la impresión de ser bastante incompetente, sin una relación histórica con la propia clase capitalista, con una relación superficial con el pueblo. Entonces no se puede descartar en el caso argentino que estos procesos de crisis que estamos viendo se agudicen en el próximo período. Y sobre el acuerdo con el Fondo Monetario, lo que estamos viendo ahora es muy original. Uno lee el decreto que el Gobierno acaba de firmar: es un decreto para que el Gobierno haga un acuerdo que todavía no está.

No hay nada.

¿Y por qué no está, algo que se viene discutiendo hace tanto tiempo? Porque si uno dice: se me ocurrió ayer, mañana va a estar. Pero sí, hace meses y meses que lo estoy discutiendo, quiere decir que si todavía no está es porque todo ese debate aún, no se resolvió. Y el Gobierno ha tomado una decisión precipitada de salir a anunciar o dar a entender que el acuerdo está cuando todavía no está, porque las últimas semanas y especialmente los últimos días, hemos tenido una enorme venta de reservas del Banco Central. Porque hay una tendencia a una dolarización de carteras, a una fuga de capitales. Y esto agravado porque las medidas que anunció Trump han producido una caída de las ventas a nivel internacional, un incremento del Riesgo País.

Y la tendencia es hacia ese lugar y este gobierno si llegase a devaluar y provocara un incremento de la inflación -que ya se está dando, incluso en febrero- lo dejaría sin ningún argumento para el proceso electoral que comienza ahora.

Y si el gobierno pierde las elecciones, hay que ver cómo sobrevive en el marco de la tendencia internacional hacia la guerra. Una tendencia, finalmente a la bancarrota del capital en un momento de choque de estados, diplomáticos, económicos, comerciales, monetarios y militares que generan para un país como Argentina situaciones de muchísima debilidad. Obviamente, otro tipo de gobierno habría tomado otro tipo de medidas para la protección “del país”.

Que en una crisis de este tipo pasaría por el monopolio del comercio exterior, por la nacionalización de la banca. La situación plantearía la necesidad de un Estado de trabajadores para un desarrollo de otra naturaleza. La Unión Soviética, incluso con todas las deformaciones burocráticas que son muchísimas, pudo sortear con más facilidad la bancarrota capitalista mundial de 1930. No es que no le afectó de ninguna manera, pero le dio otros recursos para poder enfrentarla.

Entonces, este problema que estamos viviendo en Argentina es un tema clave. Creo que es importante discutir la cuestión de la izquierda. Porque en esta caracterización, la única respuesta que tiene la clase obrera frente a esta situación es plantear  “guerra a la guerra”. Eso es enfrentar a la guerra con un proceso de lucha de clases para voltear los gobiernos de la guerra y voltear el capitalismo por otro régimen social, de autogobierno de las masas trabajadoras.

Eso plantea un debate de la izquierda a nivel internacional y de agrupamiento que venimos impulsando. Ha tenido avances sorprendentes, con una metodología completamente opuesta a la derecha. Con la izquierda, muchas veces tuvimos debates cuando veíamos que de tal partido de Argentina, repentinamente aparecía un grupo en otro país.

Y siempre estaba la duda de en qué medida esa franquicia que se abría respondía a un proceso real de construcción de los explotados de ese país, o si era el empeño militante de un grupo que abría, digamos, sucursales “made in Argentina” en otro lugar. Y nosotros siempre fuimos partidarios, a veces teníamos debate, si era correcta o no esa metodología. Lo cual no quiere decir que se aplique en todos los casos: siempre hay excepciones. Si lo correcto era eso o teníamos que desenvolver una lucha política programática estratégicamente y la propaganda de agitación a ver si se abría un agrupamiento de otra naturaleza. En este caso creo que esto está ocurriendo. Con el hecho interesante, que algunas fuerzas que no vienen del trotskismo se han acercado a posiciones parecidas a las nuestras. Y sobre su origen extraño al trotskismo, esto se debe en parte por limitaciones propias y en gran medida porque lo que hay de “trotskismo” en sus países es una calamidad (encima en muchos casos con centro en Argentina). (….)

No deja de ser cierto que muchas fuerzas que se reclaman del trotskismo, quizá la mayoría de la fuerza que se llama del trotskismo, no actúan como trotskistas, porque no todo lo que brilla es oro y por lo tanto han asumido posiciones de tipo pro imperialista en general.

También hay otros grupos más cercanos a Putin. Entonces, en nuestro caso, este agrupamiento tenemos que explicarlo mucho y es un avance. Estamos golpeando sobre algo que es importantísimo. Por eso se ha abierto camino. Hemos puesto una especie de, digamos, botella con un mensaje revolucionario que cruza el Atlántico. Estos compañeros están levantando planteos revolucionarios de lucha, parecidas a las nuestras y a partir de ahí se abren debates. Se habla y estamos llegando a estos acuerdos que tiene una base programática importante, donde están determinados por las circunstancias más acuciantes de la crisis actual, que es la guerra, que es la bancarrota del capital, que son las masacres, el imperialismo. Ese agrupamiento tenemos que impulsarlo mucho. 

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