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Luis Felipe “Yuyo” Noé: Falleció el artista y teórico del caos

Luis Felipe “Yuyo” Noé: Falleció el artista y teórico del caos

“Ser espejo de la sociedad actual, revelar su imagen, no es mostrar lo que es, sino lo que está queriendo ser, que está destronado”.

A los 91 años murió el pintor, crítico, ensayista y docente de arte, posterior a haber sufrido un accidente cerebro vascular, en su domicilio de Buenos Aires. Un hombre que brindo no solo hermosas producciones, sino también nuevas formas de realizar, ver y pensar al arte. 

El Yuyo nació el 26 de mayo de 1933 en la Ciudad de Buenos Aires. “Nací en el 33, el año en que Hitler asumió el poder. Todo eso lo escuché como un sonido permanente en mi infancia” (Clarín 09/04). Su infancia y primeros pasos por el arte los da en su propio hogar y seno familiar.  En un contexto de intelectualidad. Su padre, Julio Noé, dirigió la revista cultural Nosotros. “En mis primeros recuerdos se encuentra una biblioteca repleta que tenía dos filas en cada estante y cubría dos grandes paredes del escritorio de mi padre (…) Cuando yo nací mi padre tenía cuarenta años y ya había publicado dos antologías de poesía argentina. Era secretario general de la revista Nosotros, que en los 40 era la publicación literaria más importante del país, y después la reemplazó "Sur” (Infobae, 10/04).

Por su casa, ni bien nacido, y en sus primeros años de vida y adolescencia, pasaron pensadores y creadores artísticos como Ortega y Gasset, Quirós, Pettoruti y Xul Solar. “Mientras los chicos reconocen marcas de autos, yo decía este cuadro es de fulano o mengano”. Inmerso en un mundo artístico maravilloso, pero a la par, con una ideología política próxima a la alta burguesía, clase social privilegiada, por su educación privilegiada, próxima a consumir dichas expresiones culturales. Cosa que al joven Noé comienza a hacerle ruido, ya desde su pubertad. 

En 1951 ingresa a la Facultad de Derecho, de la Universidad de Buenos Aires. Cuatro años más tarde abandona la carrera y adopta su gran amor: el arte. Formándose en el atelier de Horacio Butler. Y a la par, ingresa al diario El Mundo, en pleno golpe de Estado de 1955 (Revolución “Libertadora”), donde da sus primeros pasos como crítico cultural. Puesto obtenido gracias a su padre, con fuertes lazos en la política y la prensa  de aquellos años.

Nueva Figuración y el concepto del Caos

Para finales de la década de los 50 e inicios de los 60, junto a Alberto Grecco, Rómulo Maccio y Jorge De La Vega forman el movimiento Otra Figuración, también conocido como Nueva Figuración. Escuela que supera los límites, busca romper con el informalismo y la línea fija, para pasar a algo mayormente subjetivo. Sobre todo en la interacción entre el artista, su obra, lo político y lo social.     

También conocido como neofiguración, esta expresión artística se desarrolla, y gana adeptos, como expresión de apoyo a los levantamientos populares, y como resistencia a la represión. No es casual que sus principales maestros, a nivel internacional, sean Fernando Botero o Jorge Figueroa Acosta, denunciantes, desde sus obras, al régimen fascista de Francisco Franco, en España. Una expresión más de acompañamiento a la ola de rebeliones obreras y estudiantiles, muchas de ellas, nacidas del calor de la revolución cubana de 1959. Tampoco es casual que para esos mismos años se produzca, a nivel literario, el Boom Latinoamericano. 

El Mayo Francés fue un eco de la verdadera rebelión que se estaba gestando por las manifestaciones contra la guerra de Vietnam. Desde el 67 en adelante veía este clima por eso comencé el libro” explica Noé, al presentar su ensayo “El Arte entre la Tecnología y la Rebelión” (1968). Obra que toma conceptos de pensadores como Levi Strauss, Marcuse, Karl Marx y León Trotsky, para explicar unificando los conceptos de arte y pueblo, como una misma cosa, que entre ambos de producen y transforman. “Arte y pueblo es una misma cosa, pero bajo una condición: que tenga el pueblo el poder”. 

Historia de la Indulgencia Humana (1960) y Teoría y Práctica del Poder (1961) son pinturas donde el Yuyo comienza a expresar su visión de la situación política argentina. Utilizando vivos colores, fuertes pincelazos, materiales como el óleo, esmaltes, y hasta incluso productos de limpieza (como la cera para muebles y pisos), el artista busca involucrar con lo popular y lo subjetivo. “Quiero mostrar algo más que solo mi voluntad de expresión y mi yo. Creo que el yo, por si mismo, no le interesa a nadie. Sino más bien el yo en relación con el mundo, es decir, cuando deja de ser un yo y se convierte en un elemento de esa relación” (Pintura en estado de excepción. Nueva figuración en Argentina 1960-1965. Gainesville University, Florida, Estados Unidos).       

En 1959, con su primera muestra tomó la palabra Caos como figura ordenadora y línea creativa. Que la termina llevando como ensayo. Un concepto que supera lo meramente creativo, sino como una concepción de la realidad, del cotidiano, del día a día. 

Según Noé, el Caos es “…aquello inasible que cambia más de nuestra conciencia. Caos es, en este sentido, en sí mismo, el orden de lo vital en estado permanente de transformación. En el momento en que parece instalarse en el tiempo como orden comienza un nuevo cambio (…) Si llamamos Caos a todo aquello que se escapa de nuestros habituales parámetros, con los que conformamos una visión general del mundo que pretendemos inalterable (y, por eso, lo denominamos orden); o sea, todo aquello que sentimos como desafío a nuestro concepto de realidad; se comprende que con ese nombre se conocieran los genios maléficos que se alojaban en las cavernas del Cáucaso. Caos es el nombre a nuestros temores, de nuestros límites. En una sociedad de orden cerrado, Caos es lo que no se admite dentro de ella, que queda al margen. En una sociedad de orden abierto, dinámica y en permanente evolución, Caos es una palabra anacrónica que solo adquiere sentido en boca de aquellos que quieren imponer su particular visión del orden. Caos es el cuco, y todo aquel que osa hablar de aquello que se margina de esa concepción es un agente del Caos; es el enemigo. El Caos es una necesidad ontológica para quienes quieren luchar contra él (…) Caos, es vieja mala palabra, y el orden verdadero de las cosas son lo mismo. Por lo tanto el Caos existe y no existe, en tanto transformación permanente no es posible fijarlo, es simplemente el nombre de nuestros temores al cambio. Como el cuco no existe, el Caos tampoco. Pero existe en la física y en la historia en el sentido de esta fase de Niels Bohr “Todo es posible a condición de que sea suficientemente absurdo” (Noé, Luis Felipe. Tema: El Caos. Revisiones, Buenos Aires. Museo de la Universidad de tres de Febrero, 2012).  

Concepto dialéctico de la producción artística y de la realidad y cotidianeidad. Expresando la necesidad de revolucionar constantemente para poder mantener un orden, pero un no establecido o preestablecido, sino en constante construcción y destrucción (a la vez). Y por sobre todo, sobre nuevas bases sociales y culturales. 

Expresión caótica que llama a patear el tablero en todos los conceptos de la palabra, en lo tangible. Visible en las pinturas, esculturas y dibujos, como lo demuestra Introducción a la Esperanza (1963). Una obra con un alto grado de denuncia política y social. Bautizado, tanto la obra, como el movimiento artístico, como el “Striptease de la diosa pintura” bajándola se sus altos aposentos y “desnudándola” al público, al laburante a piel. Buscando llevar al cuadro a un “espejo” de los sectores más humildes. En esta ocasión jugando, dividiendo la obra en siete partes. La figuración artística de lo que se ve en el cotidiano, en la lucha de clases diaria. Pero también en el cambalache diario. 

Pero con ello no alcanza, dice el artista, en el ensayo Antiestética (1965). Donde explica el lugar del artista, en un mundo movilizado política, social y culturalmente. “En la sociedad actual escéptica de valores y al mismo tiempo sedienta de futuro, ser espejo de ella, revelar su imagen, no es mostrar lo que es, sino lo que está queriendo ser, que está destronado”. Y agrega “Si la creación es fundamentalmente una búsqueda ¿Qué vale más? ¿Un acto repetitivo sobre la tela o la toma de conciencia de lo que se quiere asir” (…) Un artista es un discurso móvil en la historia, nunca petrificado”. El lienzo, el barro, el papel, la pintura, el país, las tintas son las herramientas del creador artístico para incentivar y promover la toma de conciencia del pueblo. 

Tomando la famosa frase de Karl Marx “La historia de la humanidad es la historia de la lucha de clases” Noé invita a  intervenirla, no  como retratista fotográfico de la escena (solamente) sino como medio y elemento para fomentar el Caos, la rebelión. Que la obra sea un programa de lucha. 

Noé es exponente y partícipe activo del Instituto, y fenómeno cultural, Di Tella. Movimiento que modifico artística y socialmente al arte, a sus creadores y consumidores. Rompiendo viejas escuelas, que consideraban a las muestras y exposiciones en ámbito propio, únicamente accesible a las altas clases sociales, las poseedoras de los medios de producción y de las riquezas. Y abriéndolo al pueblo en su conjunto, inclusive sacándolas de los museos. 

La producción de Noé marca una línea de constante denuncia a los atropellos a los derechos humanos. Tanto en la dictadura cívico-militar (que lo obligó a exiliarse, primero a Estado Unidos y luego a Europa) como en la pseudo democracia. Para aquellos años de terrorismo de Estado (1976-1983) envía desde París paquetes de cuadros bajo el titulo “Esto no tiene nombre”, denunciando las atrocidades. Como por ejemplo, los famosos vuelos de la muerte: “…estábamos con la cabeza en otra cosa y después vino el golpe. Ahí valoricé la cultura artística como refugio”.     

Siguiendo con obras como Argentina, Estado de Zozobra, expresión de la crisis política, financiera y el levantamiento popular del Argentinazo de 2001; Kosteki-Santillan (2005) en homenaje a los dos piqueteros asesinados en la masacre de Avellaneda de 2002,  bajo el gobierno de Eduardo Duhalde; La Memoria (2017) haciendo hincapié en los 30 mil detenidos desaparecidos y El Gran Capitalista (2018) denunciando el régimen de explotación y robo de la burguesía sobre la clase trabajadora, explotada. Dejando sellado a fuego una visión de la realidad, y crítica política de su país, y el mundo. 

Pero su lucha por concientizar al pueblo argentino ha sido una campaña que marcó toda su carrera, partiendo de los finales del 50, pero especialmente de los 60. Pintando con el resonar de un pueblo cordobés en las calles (1969), esparcido en por Buenos Aires, Rosario, Santiago del Estero. Llevando al arte a un lenguaje próximo a ese pueblo en alza. 

A pocos meses de asumir la presidencia Javier Milei, en una entrevista brindada a la revista digital Crítica (18/04/2024), con más de noventa años encima, y alta experiencia de batallar contra gobiernos anti populares, Noé responde sobre el cine, el Fondo Nacional de las Artes y la persecución a los realizadores, afirmando que “Están persiguiendo no solo a los artistas sino a la población en general. El gobierno de Javier Milei es un desastre porque está en contra del Estado pero con la visión de Luis XIV que decía “El Estado soy yo”, centrado en un individuo (…) Para Milei el Estado es Milei. Está deshaciendo todas las estructuras fundamentales de la vida social, es un verdadero desastre. Las pequeñas industrias nacionales, la producción local, me preocupa mucho más de lo que le pueda pasar al arte”.

Para misma época, en una entrevista brindada a AM 750 (12/09/2023) explica cómo la crisis no es local, sino mundial. “Si analizamos lo que se llama la civilización occidental, siempre la guerra y la barbarie han estado presentes como necesidad, más que los tiempos de paz. Y los tiempos de orden son una pequeña anécdota, donde se preparan los nuevos cambios de asunción del mundo, que generan todas las confusiones. Y con uno de nosotros tiene que estructurarse frente a todo eso. A eso yo le llamo estructura, a la manera de estructurarse frente al caos”. 

Su última presentación en público la brindó en el Museo de la Casa Rosada, como parte de la presentación de un inmenso mural, sobre acrílico, titulado Por la Patria Soñada. Como parte de su exposición, Noé informa que la obra había sido encargada en 1990, por Gustavo Beliz, por aquellos años secretario de la Fundación Pública de la Presidencia de la Nación, gestión menemista (PJ). En su discurso deja en claro como no ha tranzado con nadie. Anticipando que realizó el tríptico como un regalo “…adecuado para la casa de gobierno” y explicó que “Aquí hablo de una vaga idea de la lucha por la patria soñada. Esto me parecía algo más que deseaba. El sueño es algo que se traslada en el tiempo y convoca más allá de los límites de una nación (…) Un país que no dependa de ningún imperialismo, que viva de su propia energía y aprovechando que tiene una tierra magnífica y hombres muy aptos para el trabajo” (Clarín, 09/04).  

Pese a no adoptar ninguna teoría, su arte y ensayos se relacionan con la explicación marxista del arte. Entendiéndolo como producto de la labor del ser humano. Y por sobre todas las cosas, que no puede ser normativo, ya que no puede ser impuesto en la creación del artista. 

“El hombre se apropia su ser universal de una manera universal, o sea en tanto que hombre total. Con una de sus relaciones humanas con el mundo: ver, oír, querer, actuar, amar, en fin, todos los órganos de su voluntad, que son inmediatos en su forma como órganos comunes, son, en su relación objetiva o el comportamiento entre el objeto, la apropiación ante el objeto, es la manifestación de la realidad humana” (Karl Marx. Manuscritos Económicos y Filosóficos, 1844).

Marx explica que solo el hombre libre, de cualquier tipo de opresión, puede desarrollar de forma completa y fructífera la producción artística. Es por dicho motivo, como intentan explicar los neofigurativos, que las creaciones artísticas son de carácter subjetivo, ajenas a determinaciones clasistas. 

Se ha ido un gran artista. Con su brocha, lápiz, instalaciones y esculturas, como así también con la pluma, con fuerte denuncia a los atropellos del Estado, en todas sus modalidades patronales. Pero también indagó, llamó la toma de conciencia, y la necesidad de luchar, de intervenir socialmente, en el arte. Y por sobre todas las cosas, manteniendo viva la llama de la rebelión popular.

“Ser espejo de la sociedad actual, revelar su imagen, no es mostrar lo que es, sino lo que está queriendo ser, que está destronado”.

A los 91 años murió el pintor, crítico, ensayista y docente de arte, posterior a haber sufrido un accidente cerebro vascular, en su domicilio de Buenos Aires. Un hombre que brindo no solo hermosas producciones, sino también nuevas formas de realizar, ver y pensar al arte. 

El Yuyo nació el 26 de mayo de 1933 en la Ciudad de Buenos Aires. “Nací en el 33, el año en que Hitler asumió el poder. Todo eso lo escuché como un sonido permanente en mi infancia” (Clarín 09/04). Su infancia y primeros pasos por el arte los da en su propio hogar y seno familiar.  En un contexto de intelectualidad. Su padre, Julio Noé, dirigió la revista cultural Nosotros. “En mis primeros recuerdos se encuentra una biblioteca repleta que tenía dos filas en cada estante y cubría dos grandes paredes del escritorio de mi padre (…) Cuando yo nací mi padre tenía cuarenta años y ya había publicado dos antologías de poesía argentina. Era secretario general de la revista Nosotros, que en los 40 era la publicación literaria más importante del país, y después la reemplazó «Sur” (Infobae, 10/04).

Por su casa, ni bien nacido, y en sus primeros años de vida y adolescencia, pasaron pensadores y creadores artísticos como Ortega y Gasset, Quirós, Pettoruti y Xul Solar. “Mientras los chicos reconocen marcas de autos, yo decía este cuadro es de fulano o mengano”. Inmerso en un mundo artístico maravilloso, pero a la par, con una ideología política próxima a la alta burguesía, clase social privilegiada, por su educación privilegiada, próxima a consumir dichas expresiones culturales. Cosa que al joven Noé comienza a hacerle ruido, ya desde su pubertad. 

En 1951 ingresa a la Facultad de Derecho, de la Universidad de Buenos Aires. Cuatro años más tarde abandona la carrera y adopta su gran amor: el arte. Formándose en el atelier de Horacio Butler. Y a la par, ingresa al diario El Mundo, en pleno golpe de Estado de 1955 (Revolución “Libertadora”), donde da sus primeros pasos como crítico cultural. Puesto obtenido gracias a su padre, con fuertes lazos en la política y la prensa  de aquellos años.

Nueva Figuración y el concepto del Caos

Para finales de la década de los 50 e inicios de los 60, junto a Alberto Grecco, Rómulo Maccio y Jorge De La Vega forman el movimiento Otra Figuración, también conocido como Nueva Figuración. Escuela que supera los límites, busca romper con el informalismo y la línea fija, para pasar a algo mayormente subjetivo. Sobre todo en la interacción entre el artista, su obra, lo político y lo social.     

También conocido como neofiguración, esta expresión artística se desarrolla, y gana adeptos, como expresión de apoyo a los levantamientos populares, y como resistencia a la represión. No es casual que sus principales maestros, a nivel internacional, sean Fernando Botero o Jorge Figueroa Acosta, denunciantes, desde sus obras, al régimen fascista de Francisco Franco, en España. Una expresión más de acompañamiento a la ola de rebeliones obreras y estudiantiles, muchas de ellas, nacidas del calor de la revolución cubana de 1959. Tampoco es casual que para esos mismos años se produzca, a nivel literario, el Boom Latinoamericano. 

El Mayo Francés fue un eco de la verdadera rebelión que se estaba gestando por las manifestaciones contra la guerra de Vietnam. Desde el 67 en adelante veía este clima por eso comencé el libro” explica Noé, al presentar su ensayo “El Arte entre la Tecnología y la Rebelión” (1968). Obra que toma conceptos de pensadores como Levi Strauss, Marcuse, Karl Marx y León Trotsky, para explicar unificando los conceptos de arte y pueblo, como una misma cosa, que entre ambos de producen y transforman. “Arte y pueblo es una misma cosa, pero bajo una condición: que tenga el pueblo el poder”. 

Historia de la Indulgencia Humana (1960) y Teoría y Práctica del Poder (1961) son pinturas donde el Yuyo comienza a expresar su visión de la situación política argentina. Utilizando vivos colores, fuertes pincelazos, materiales como el óleo, esmaltes, y hasta incluso productos de limpieza (como la cera para muebles y pisos), el artista busca involucrar con lo popular y lo subjetivo. “Quiero mostrar algo más que solo mi voluntad de expresión y mi yo. Creo que el yo, por si mismo, no le interesa a nadie. Sino más bien el yo en relación con el mundo, es decir, cuando deja de ser un yo y se convierte en un elemento de esa relación” (Pintura en estado de excepción. Nueva figuración en Argentina 1960-1965. Gainesville University, Florida, Estados Unidos).       

En 1959, con su primera muestra tomó la palabra Caos como figura ordenadora y línea creativa. Que la termina llevando como ensayo. Un concepto que supera lo meramente creativo, sino como una concepción de la realidad, del cotidiano, del día a día. 

Según Noé, el Caos es “…aquello inasible que cambia más de nuestra conciencia. Caos es, en este sentido, en sí mismo, el orden de lo vital en estado permanente de transformación. En el momento en que parece instalarse en el tiempo como orden comienza un nuevo cambio (…) Si llamamos Caos a todo aquello que se escapa de nuestros habituales parámetros, con los que conformamos una visión general del mundo que pretendemos inalterable (y, por eso, lo denominamos orden); o sea, todo aquello que sentimos como desafío a nuestro concepto de realidad; se comprende que con ese nombre se conocieran los genios maléficos que se alojaban en las cavernas del Cáucaso. Caos es el nombre a nuestros temores, de nuestros límites. En una sociedad de orden cerrado, Caos es lo que no se admite dentro de ella, que queda al margen. En una sociedad de orden abierto, dinámica y en permanente evolución, Caos es una palabra anacrónica que solo adquiere sentido en boca de aquellos que quieren imponer su particular visión del orden. Caos es el cuco, y todo aquel que osa hablar de aquello que se margina de esa concepción es un agente del Caos; es el enemigo. El Caos es una necesidad ontológica para quienes quieren luchar contra él (…) Caos, es vieja mala palabra, y el orden verdadero de las cosas son lo mismo. Por lo tanto el Caos existe y no existe, en tanto transformación permanente no es posible fijarlo, es simplemente el nombre de nuestros temores al cambio. Como el cuco no existe, el Caos tampoco. Pero existe en la física y en la historia en el sentido de esta fase de Niels Bohr “Todo es posible a condición de que sea suficientemente absurdo” (Noé, Luis Felipe. Tema: El Caos. Revisiones, Buenos Aires. Museo de la Universidad de tres de Febrero, 2012).  

Concepto dialéctico de la producción artística y de la realidad y cotidianeidad. Expresando la necesidad de revolucionar constantemente para poder mantener un orden, pero un no establecido o preestablecido, sino en constante construcción y destrucción (a la vez). Y por sobre todo, sobre nuevas bases sociales y culturales. 

Expresión caótica que llama a patear el tablero en todos los conceptos de la palabra, en lo tangible. Visible en las pinturas, esculturas y dibujos, como lo demuestra Introducción a la Esperanza (1963). Una obra con un alto grado de denuncia política y social. Bautizado, tanto la obra, como el movimiento artístico, como el “Striptease de la diosa pintura” bajándola se sus altos aposentos y “desnudándola” al público, al laburante a piel. Buscando llevar al cuadro a un “espejo” de los sectores más humildes. En esta ocasión jugando, dividiendo la obra en siete partes. La figuración artística de lo que se ve en el cotidiano, en la lucha de clases diaria. Pero también en el cambalache diario. 

Pero con ello no alcanza, dice el artista, en el ensayo Antiestética (1965). Donde explica el lugar del artista, en un mundo movilizado política, social y culturalmente. “En la sociedad actual escéptica de valores y al mismo tiempo sedienta de futuro, ser espejo de ella, revelar su imagen, no es mostrar lo que es, sino lo que está queriendo ser, que está destronado”. Y agrega “Si la creación es fundamentalmente una búsqueda ¿Qué vale más? ¿Un acto repetitivo sobre la tela o la toma de conciencia de lo que se quiere asir” (…) Un artista es un discurso móvil en la historia, nunca petrificado”. El lienzo, el barro, el papel, la pintura, el país, las tintas son las herramientas del creador artístico para incentivar y promover la toma de conciencia del pueblo. 

Tomando la famosa frase de Karl Marx “La historia de la humanidad es la historia de la lucha de clases” Noé invita a  intervenirla, no  como retratista fotográfico de la escena (solamente) sino como medio y elemento para fomentar el Caos, la rebelión. Que la obra sea un programa de lucha. 

Noé es exponente y partícipe activo del Instituto, y fenómeno cultural, Di Tella. Movimiento que modifico artística y socialmente al arte, a sus creadores y consumidores. Rompiendo viejas escuelas, que consideraban a las muestras y exposiciones en ámbito propio, únicamente accesible a las altas clases sociales, las poseedoras de los medios de producción y de las riquezas. Y abriéndolo al pueblo en su conjunto, inclusive sacándolas de los museos. 

La producción de Noé marca una línea de constante denuncia a los atropellos a los derechos humanos. Tanto en la dictadura cívico-militar (que lo obligó a exiliarse, primero a Estado Unidos y luego a Europa) como en la pseudo democracia. Para aquellos años de terrorismo de Estado (1976-1983) envía desde París paquetes de cuadros bajo el titulo “Esto no tiene nombre”, denunciando las atrocidades. Como por ejemplo, los famosos vuelos de la muerte: “…estábamos con la cabeza en otra cosa y después vino el golpe. Ahí valoricé la cultura artística como refugio”.     

Siguiendo con obras como Argentina, Estado de Zozobra, expresión de la crisis política, financiera y el levantamiento popular del Argentinazo de 2001; Kosteki-Santillan (2005) en homenaje a los dos piqueteros asesinados en la masacre de Avellaneda de 2002,  bajo el gobierno de Eduardo Duhalde; La Memoria (2017) haciendo hincapié en los 30 mil detenidos desaparecidos y El Gran Capitalista (2018) denunciando el régimen de explotación y robo de la burguesía sobre la clase trabajadora, explotada. Dejando sellado a fuego una visión de la realidad, y crítica política de su país, y el mundo. 

Pero su lucha por concientizar al pueblo argentino ha sido una campaña que marcó toda su carrera, partiendo de los finales del 50, pero especialmente de los 60. Pintando con el resonar de un pueblo cordobés en las calles (1969), esparcido en por Buenos Aires, Rosario, Santiago del Estero. Llevando al arte a un lenguaje próximo a ese pueblo en alza. 

A pocos meses de asumir la presidencia Javier Milei, en una entrevista brindada a la revista digital Crítica (18/04/2024), con más de noventa años encima, y alta experiencia de batallar contra gobiernos anti populares, Noé responde sobre el cine, el Fondo Nacional de las Artes y la persecución a los realizadores, afirmando que “Están persiguiendo no solo a los artistas sino a la población en general. El gobierno de Javier Milei es un desastre porque está en contra del Estado pero con la visión de Luis XIV que decía “El Estado soy yo”, centrado en un individuo (…) Para Milei el Estado es Milei. Está deshaciendo todas las estructuras fundamentales de la vida social, es un verdadero desastre. Las pequeñas industrias nacionales, la producción local, me preocupa mucho más de lo que le pueda pasar al arte”.

Para misma época, en una entrevista brindada a AM 750 (12/09/2023) explica cómo la crisis no es local, sino mundial. “Si analizamos lo que se llama la civilización occidental, siempre la guerra y la barbarie han estado presentes como necesidad, más que los tiempos de paz. Y los tiempos de orden son una pequeña anécdota, donde se preparan los nuevos cambios de asunción del mundo, que generan todas las confusiones. Y con uno de nosotros tiene que estructurarse frente a todo eso. A eso yo le llamo estructura, a la manera de estructurarse frente al caos”. 

Su última presentación en público la brindó en el Museo de la Casa Rosada, como parte de la presentación de un inmenso mural, sobre acrílico, titulado Por la Patria Soñada. Como parte de su exposición, Noé informa que la obra había sido encargada en 1990, por Gustavo Beliz, por aquellos años secretario de la Fundación Pública de la Presidencia de la Nación, gestión menemista (PJ). En su discurso deja en claro como no ha tranzado con nadie. Anticipando que realizó el tríptico como un regalo “…adecuado para la casa de gobierno” y explicó que “Aquí hablo de una vaga idea de la lucha por la patria soñada. Esto me parecía algo más que deseaba. El sueño es algo que se traslada en el tiempo y convoca más allá de los límites de una nación (…) Un país que no dependa de ningún imperialismo, que viva de su propia energía y aprovechando que tiene una tierra magnífica y hombres muy aptos para el trabajo” (Clarín, 09/04).  

Pese a no adoptar ninguna teoría, su arte y ensayos se relacionan con la explicación marxista del arte. Entendiéndolo como producto de la labor del ser humano. Y por sobre todas las cosas, que no puede ser normativo, ya que no puede ser impuesto en la creación del artista. 

“El hombre se apropia su ser universal de una manera universal, o sea en tanto que hombre total. Con una de sus relaciones humanas con el mundo: ver, oír, querer, actuar, amar, en fin, todos los órganos de su voluntad, que son inmediatos en su forma como órganos comunes, son, en su relación objetiva o el comportamiento entre el objeto, la apropiación ante el objeto, es la manifestación de la realidad humana” (Karl Marx. Manuscritos Económicos y Filosóficos, 1844).

Marx explica que solo el hombre libre, de cualquier tipo de opresión, puede desarrollar de forma completa y fructífera la producción artística. Es por dicho motivo, como intentan explicar los neofigurativos, que las creaciones artísticas son de carácter subjetivo, ajenas a determinaciones clasistas. 

Se ha ido un gran artista. Con su brocha, lápiz, instalaciones y esculturas, como así también con la pluma, con fuerte denuncia a los atropellos del Estado, en todas sus modalidades patronales. Pero también indagó, llamó la toma de conciencia, y la necesidad de luchar, de intervenir socialmente, en el arte. Y por sobre todas las cosas, manteniendo viva la llama de la rebelión popular.

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