Introducción
Con el frente ucraniano como telón de fondo, donde la posición de las tropas de Kiev se resiente a diario en las zonas de Donetzk, Jarkov, Sumy y Zaporiyia, aumenta la escalada de la guerra desde EEUU y UE por un lado, pero también desde la parte rusa.
Como venimos analizando en los distintos informes y análisis, Ucrania viene muy mal para continuar con las hostilidades, lo que amenaza a mediano plazo con un colapso operativo que devenga en estratégico.
En ese sentido, la mayor demostración de la crítica situación ucraniana, consiste tal vez en que BlackRock abandonó “el fondo de recuperación de Ucrania debido a la «incertidumbre» sobre el futuro del país” (Bloomberg 4/7). Es decir que el capital financiero le picó el boleto.
Así, como veremos en la primera parte de este artículo, las acciones de EEUU para contrarrestar a Rusia, ultimátum mediante, están generando un nuevo cambio en la naturaleza del conflicto militar, porque ahora es Trump el que, al igual que Biden, quien retoma un impulso del suministro de armas a Ucrania.
Y también analizaremos las acciones de Rusia, que demuestran que lo más probable es que el Kremlin vaya a pelear hasta lograr sus objetivos y, asimismo, veremos las movidas de China, que apuntan a darle una nueva vuelta de tuerca a la configuración estructural de la guerra.
Pero, además, como veremos en el artículo sobre frente interno de Ucrania, aún si la OTAN enviase más armamento, subsistiría el problema de la escasez de personal ucraniano, lo que trae como resultante que las trincheras no se ocupen con el personal necesario y que, en muchos sectores del frente, haya agujeros enormes, cubiertos por pocas tropas y muchos drones.
Asimismo, en ese artículo, veremos el cisne negro de las enormes movilizaciones en Kiev y todo el país contra la ley de Zelensky para limitar las funciones de la Agencia Anticorrupción (NABU), que rememoran a las movilizaciones en Belgrado o Georgia, las que ponen en cuestión la gobernabilidad, máxime cuando recientemente el periodista Seymour Herch ha publicado que EEUU planea prontamente remover a Zelensky y reemplazarlo por el general Zaluzhny, hoy embajador en Londres.
Vamos por partes:
Primera parte
El ultimátum de Trump y la escalada de la OTAN
El ultimátum de Trump a Putin, donde la Casa Blanca le dio al Kremlin un plazo de 50 días para acordar un alto al fuego con Ucrania, bajo la amenaza de imponer sanciones secundarias del 100%, es decir para terceros países que compren gas y petróleos rusos, junto a la habilitación de un mayor suministro de armas de EEUU a Kiev a cargo del presupuesto de la Unión Europea, marca el cuarto1Para contextualizar, el primer cambio de la naturaleza de la guerra se dio en abril de 2022, cuando Rusia y Ucrania habían llegado a un acuerdo en Estambul, por lo que ambas delegaciones habían brindado con champagne, pero tras el arribo intempestivo a Kiev del otrora primer ministro británico, Boris Jonhson, Zelensky tiró a la basura el memorándum firmado con la parte rusa y se lanzaron a la guerra con Rusia, bajo la premisa de una provisión infinita de armas por parte de la OTAN.
El segundo cambio, fue cuando Biden y la UE autorizaron el uso de misiles balísticos y ʻaire tierraʼ en la profundidad de Rusia, lo cual supuso que fueron el Pentágono y los Estados Mayores de los países de la OTAN que suministraron esas armas quienes en realidad programan y dirigen los paquetes de ataque contra los objetivos en Rusia.
Y el tercero, fue el que acaba de fenecer, que inició con la asunción de Trump, un EEUU que aparentaba correrse de su posición de beligerante directo para asumir una falsa función de mediación entre las partes, ello mientras firmaba un acuerdo de minerales y tierras raras con Ucrania donde EEUU los expolia profundamente, pero necesitaba la paz para explotar los yacimientos fuera de una zona de guerra. cambio en la naturaleza de la guerra; es que como lo venimos explicando hace tiempo, la escalada de la OTAN está íntimamente asociada al avance del colapso del ejército ucraniano.
Ahora, con los presentes cambios, donde EEUU logra que el suministro a Ucrania continúe incrementando los beneficios de su complejo militar industrial a costa de la Unión Europea, se pone de manifiesto que Trump, cuando dice que Ucrania es la guerra de Biden y no la suya, miente abyectamente dado que él está escalando peligrosamente la línea de su predecesor, es decir que él es un “sleepy Joe” recargado.
A tal punto esto de Trump es así que, el Financial Times publicó el contenido de una supuesta conversación telefónica entre la Casa Blanca y Kiev, donde Trump habría preguntado: «Vladimir, ¿puedes llegar a Moscú? ¿Y a San Petersburgo?» A lo que Zelensky presuntamente respondió: «Absolutamente. Podemos si nos das armas».
El episodio de por sí, de ser cierto, habla de la venalidad de Trump, dado que Ucrania hace años viene reclamándole a EEUU el suministro de misiles de largo alcance, algo que Biden y Trump todavía no habilitaron. Pero ese supuesto diálogo, fundamentalmente, retrata la pusilanimidad de Trump, porque como se hizo público en un extensísimo artículo del New York Times de marzo de este año, titulado «The Partnership: The Secret History of the War in Ukraine», todas las operaciones militares ucranianas fueron monitoreadas y coordinadas desde una base estadounidense en Wiesbaden, Alemania. Sí, EEUU maneja las operaciones del ejército ucraniano desde una base en Alemania…
El ultimátum en sí, implica en los papeles, que de las miles de sanciones que Rusia ya tiene en su contra, ahora se pasaría a un sistema de bloqueo al estilo del que subsiste contra Cuba. Apunta, claro está, a que los aliados del Moscú -China, India, Emiratos Árabes Unidos-, pero también aquellos del bloque atlantista -Turquía, España y distintos países de la UE como Hungría, Eslovaquia y otros- abandonen los hidrocarburos rusos para que el Kremlin pierda ingresos de su comercio exterior y no pueda seguir financiando la guerra.
En esa línea de confrontación con Rusia, el general Christopher Donahue, comandante de Europa y África del Ejército de Estados Unidos declaró que, el Ejército de Estados Unidos y sus aliados “de la OTAN se están embarcando en la ejecución de un nuevo plan de “Línea de disuasión del flanco oriental” que tiene como objetivo mejorar las capacidades terrestres e impulsar la interoperabilidad militar-industrial en toda la alianza (…).” (Defense News 16/7)
Pero en esa misma conferencia, entre declaraciones vagas sobre interoperatividad y sistemas de IA “para contrarrestar las amenazas rusas y permitir una disuasión global escalable”, Danahue deslizó, hablando de las capacidades terrestres de la Alianza, que por ejemplo, “Kaliningrado, Rusia, (que) tiene aproximadamente 47 millas de ancho y está rodeada por la OTAN por todos lados, el Ejército y sus aliados ahora tienen la capacidad de «derribarla desde el suelo en un plazo inaudito y más rápido de lo que jamás hemos podido hacer» (Defense News 16/7).
Para agravar más la presión sobre Rusia, se reporta que por primera vez “desde al menos 2008, armas nucleares estadounidenses habrían regresado a suelo británico, y múltiples fuentes indican que varias bombas de gravedad termonucleares B61-12 fueron transferidas esta semana a la RAF Lakenheath en Suffolk.”
Además, con el presente cambio de Trump, ya se empieza a cantar en EEUU y Europa la misma canción que reza que se debe llegar una “paz a través de la fuerza”, lo cual representa una expresión ambigua que, desde el vamos, supone armar a Ucrania para continuar la guerra, pero también deja abierta la posibilidad de un ataque de la OTAN, como ocurrió contra Irán.
Militarismo europeo
La Unión Europea, también ha declarado su 18vo paquete de sanciones contra la economía rusa y, a la saga de Trump, incluyó penalidades para países que importen hidrocarburos rusos. Y, a la sazón del general Donahue, los estados mayores de Francia, Inglaterra y Alemania a su turno desarrollaron declaraciones en el sentido de que se estaban preparando, en los próximos años, para una guerra con Rusia. De hecho, sus estados mayores, están abiertamente hablando de que Rusia atacaría a la OTAN en 2027 y que contarían con el apoyo de China para ese menester.
Que la UE se está preparando para atacar a Rusia bajo el programa «Escudo Europeo» propuesto por el excanciller alemán Olaf Scholz, no quedan dudas. “El exministro alemán de Asignaciones Especiales, Wolfgang Schmidt, no se anduvo con rodeos cuando, en el Consejo del Atlántico Norte, anunció el desarrollo de «capacidades para un ataque convencional preciso contra Rusia. Espero que esto sea posible en 10 o 15 años, sin la ayuda de nuestros amigos estadounidenses». Schmidt también se jactó de que Alemania está desplegando cinco brigadas en Lituania, mientras que otros países europeos «están haciendo lo mismo en el flanco oriental, en Polonia»(…).” (Al antidiplomático 18/7).
En ese orden, la militarización de Europa para ir la guerra no solo se manifiesta en las palabras de los diplomáticos y los militares, sino también en los aumentos de los presupuestos armamentísticos y sobre la logística indispensable para la guerra. Por ello, la UE avanzó decididamente en la militarización del “puerto de Rotterdam, el más grande de Europa, (que) ha iniciado una reestructuración a gran escala para satisfacer las necesidades de la OTAN y un posible conflicto con Rusia” (Financial Times 11/7). La publicación informa también que ya se reservaron atracaderos para la descarga regular de buques militares de EEUU, el Reino Unido y Canadá.
Además, han incluido en el paquete a cientos de embarcaciones rusas, o de tercera bandera que forman parte de la “flota fantasma” de Putin. Así, teniendo en cuenta los distintos choques que se dieron recientemente en mar báltico, donde los países bálticos, Alemania y Polonia tuvieron incidentes de capturas de buques petroleros, y donde Rusia también respondió en reciprocidad y hasta movilizó su aviación militar y su flota de guerra, resulta esperable que se intensifiquen los choques en el Báltico.
Las razones de la escala de EEUU y la OTAN
Naturalmente, la mayor agresividad de EEUU y la UE hay que buscarla en múltiples factores. Como dijimos, la posibilidad de que una ofensiva masiva rusa termine que colapsar al ejército ucraniano supondría que la OTAN termine en desbandada como en Afganistán, donde además se pierdan activos estratégicos desde el punto de vista económico y militar, frustraría la posibilidad de que los estadounidenses y europeos se cobren lo invertido en Ucrania para guerrear con Rusia a través de las tropas ucranianas.
Y frente a la escala de la OTAN, se observa que Rusia endureció su método de hacer la guerra ya que, con tal de destruir la logística de Ucrania, el Kremlin ahora golpea por igual a instalaciones militares ucranianas o compañías de propiedad de países de la OTAN. Además, con sus avances, los rusos van quitándole negocios a EEUU.
En ese orden, se reportó que las fuerzas rusas tomaron el control de “un valioso depósito de litio en la región de Donetsk, en el este de Ucrania, privando al país de un activo crítico que podría haber ayudado a respaldar una nueva asociación económica con Estados Unidos.” (Clarín 27/6).
El artículo publicado en Clarín, replicado del New York Times, además indica quién fue el que perdió con la toma de ese depósito de litio, y qué piensa de ello. “Si las tropas rusas avanzan y capturan cada vez más territorio, controlarán cada vez más yacimientos minerales”, declaró Mykhailo Zhernov, director de Critical Metals Corp, empresa estadounidense que anteriormente tenía licencia para explotar el yacimiento de Shevchenko.” (ídem).
Pero no solo se trata de birlar negocios, sino de también destruirlos. “Moscú ha atacado ocasionalmente instalaciones en Ucrania propiedad de empresas con sede en Estados miembros de la OTAN. (También) el Kremlin atacó un emplazamiento utilizado por el gigante estadounidense de defensa Boeing en Kiev el mes pasado, según informó el Financial Times, y la empresa sueca de rodamientos SKF declaró en agosto de 2023 que una de sus fábricas había sido alcanzada por un misil ruso (…) en la planta de Lutsk, en el noroeste de Ucrania (…)” En su momento, las “autoridades rusas describieron la planta como un objetivo militar legítimo (…)”.
Lo de Boeing no es moco de pavo, en aquella nota de FT se dijo que “es una de las empresas estadounidenses más importantes con presencia en Ucrania, y sus operaciones se centran principalmente en la ingeniería y el soporte técnico. Mantiene una relación con el fabricante ucraniano de aeronaves Antonov, conocido por producir aviones de transporte pesado, incluyendo diseños con capacidad militar. Ejecutivos de Boeing se reunieron con sus homólogos de Antonov y el ministro de Defensa de Ucrania a principios de este año para hablar sobre nuevas empresas conjuntas.”
Además, recientemente, Moscú “atacó intencionalmente una fábrica de propiedad polaca en Ucrania, dijo el miércoles el ministro de Asuntos Exteriores de Varsovia” (Newsweek 16/7). Como se ve, Rusia ya testeó en la práctica que no conlleva consecuencias directas atacar la infraestructura de la OTAN dentro de Ucrania.
Pero, las razones de la escalada no solo radican en los perjuicios económicos causados por Moscú, sino por, sobre todo, en la necesidad de escalar para forzar un alto al fuego temporal tendiente a aprovechar el cese de las hostilidades, no para negociar la paz, sino, como dijimos en EDM, “para recomponer fuerzas, fortificar posiciones, continuar la movilización forzosa y resuministrar puntos del frente inaccesibles bajo el fuego de la artillería y los drones rusos.”
Y la razón para forzar un alto al fuego, no solo obedece a la necesidad de frenar la ofensiva rusa, sino, fundamentalmente, al agotamiento de los arsenales de EEUU y la OTAN, que se resintió fuertemente luego de tres años de guerra en Ucrania y de un suministro de alta intensidad a Israel con motivo de sus guerras de agresión en la región y particularmente sus 12 días de ataque criminal a Irán.
Además, ya meses atrás hubo reportes de un agotamiento importante de los arsenales, porque hubo a su vez un resentimiento en los choques que la marina de EEUU tuvo con los hutíes de Yemen. A tal punto esto fue así, que New York Times del 9 de abril alertó que los “bombardeos estadounidenses sobre Yemen agotarán la munición para contener a China”. El artículo planteó que, de seguir los bombardeos en Yemen, Estados Unidos pronto tendría que trasladar armas de precisión de largo alcance desde sus almacenes en la región Asia-Pacífico a Oriente Medio.
En este punto, si bien EEUU reabrió el grifo del suministro militar a Ucrania y por lo expuesto habrá que ver cuánto de posible tiene, lo cierto es que ello no borra que la decisión del Pentágono sobre la congelación temporal de la asistencia militar a Ucrania, se tomó después de un memorando del viceministro de Defensa de Elbridge Kolbi. Según el medio de la city de New York, fue su posición la que persuadió al jefe del Departamento Hegset para reducir los suministros, en las condiciones de recursos limitados de los Estados Unidos y una creciente tensión con China. (The Wall Street Journal 13/7)
El mismo artículo, refirió que en esa nota dirigida a Hegset, Kolby indicó que los volúmenes de las armas solicitadas por Kiev amenazaban el agotamiento de los arsenales estadounidenses necesarios para sus propias necesidades, incluidas tropas y reservas estratégicas en todo el mundo. Y que Kolby, además, es un partidario de que EEUU se centre en el Asia-Pacífico, disuadiendo a China mediante armar a Taiwán, Filipinas y Japón.
Es decir que, más allá de que la Unión Europea pondría los dólares para que EEUU provea de armamento a Ucrania, lo cierto es que aún deben competir con todos los proxis de EEUU, los del Asia-Pacífico favorecidos por los estrategas que apuntan a centrar los esfuerzos ahora en la confrontación con China, pero particularmente con Israel que, como explicamos en detalle en la última edición de la revista En Defensa del Marxismo, se consumió una parte considerable del arsenal de misiles interceptores yankys para defenderse de los contraataques iraníes.
Segunda parte
La respuesta rusa y sus objetivos militares
“Trump lanzó un ultimátum teatral al Kremlin. El mundo se estremeció, esperando las consecuencias. La Europa beligerante quedó decepcionada. A Rusia no le importó.” Esta troleada en la red social X, corresponde al ex presidente ruso, Dimitry Medvedev.
Sin embargo, a diferencia de otras oportunidades, esta vez la diatriba etílica de Medvedev fue confirmada por la prensa internacional. “Rusia rechaza la presión: el ultimátum de Trump en el Kremlin se percibió con calma: continuará hasta que se alcancen los objetivos” (Reuters 15/7).
Por ello, lo que es la respuesta rusa, debemos analizarla en cuanto a su actuación en lo que a la guerra en Ucrania se refiere y a los eventuales choques que se puedan dar con la OTAN dentro de Ucrania (por el envío de tropas europeas), o en otros escenarios externos como Kaliningrado, el Cáucaso o Moldavia.
En ese orden, respecto a lo que ocurriría dentro de Ucrania, la publicación indica, en base a fuentes cercanas al Kremlin, que más allá de las fuertes declaraciones de Trump y su «fecha límite» de 50 días, Rusia no tiene la intención de detener las operaciones militares en Ucrania.
Además, recogen que en «Moscú, están convencidos de que Occidente no está listo para una conversación seria, (lo que) significa que hablarán el lenguaje del poder». Y, además, dicen que “Rusia actúa basada en la debilidad de Ucrania. Las fuerzas armadas están perdiendo terreno. Si la defensa colapsa, seguiremos adelante, al Dnieper, Sumy y Jarkov».
En ese entendimiento, noche a noche, Rusia supera el ataque aéreo del día anterior, aprovechando el fuerte deterioro de la defensa antiaérea de Ucrania. Por ejemplo, el canal de Telegram de las Spetnaz informó que la madrugada del 20 de julio “las Fuerzas Armadas de la Federación Rusa atacaron Ucrania, según medios ucranianos, con una cantidad récord de drones y misiles. No hay confirmación aparte de las declaraciones en Ucrania, pero varios objetivos militares y aeródromos de las Fuerzas Armadas de Ucrania fueron alcanzados. Para el ataque se usaron misiles de crucero X-101/59, misiles hipersónicos «Kinzhál» y drones «Geran»”.
La publicación también informa de ataques a fábricas de misiles “Neptuno” y que, en lo sucesivo, habría que esperar un incremento de los ataques en razón de un reciente aumento exponencial de la producción rusa de drones “Geran”.
En este cuadro, lo más probable, es que Rusia continúe con sus bombardeos y con sus avances lentos pero firmes, dado que, como lo explicamos en profundidad en el último informe militar publicado en EDM, esto le permite minimizar las bajas y la pérdida de equipo, en tanto que, en el proceso prosigue su guerra de atrición basada en la superioridad aérea, artillera y de drones, lo cual habilita a los rusos a infligir un daño muy superior al que los ucranianos logran contra ellos.
Lo de los bombardeos es fundamental para la estrategia de guerra rusa, porque la producción de drones “Geran” se ha disparado de tal modo exponencial, que ya no se usan meramente para objetivos en la profundidad ucraniana, sino que se empiezan a emplear para objetivos tácticos en la línea del frente.
A tal punto esta realidad es de este modo que, “en una evaluación (…), el Instituto para el Estudio de la Guerra, un grupo de expertos con sede en Washington, escribió que el uso nocturno de drones Shahed por parte de Rusia aumentó un 31% cada mes en junio y julio. (…) ISW evalúa que Rusia podría ser capaz de lanzar hasta 2.000 drones en una noche para noviembre de 2025, si continúa esta tendencia actual de crecimiento en el uso de drones» (Business Insider 21/7).
Este panorama pone más aún en cuestión la capacidad de la defensa antiaérea de Ucrania. Porque si bien Trump anunció el envío de nuevos sistemas Patriots a Kiev, lo cual debería ser verificado, porque las informaciones en ese sentido son por demás contradictorias, lo concreto es que no es razonable ni posible el uso de Patriots para frenar los enjambres de drones rusos.
Primero, por la escasez mundial de misiles interceptores PAC-3 MSE para sistemas Patriots, que el medio muy bien informado Axios describió como que “los ejércitos están agotando los interceptores y todos quieren más. Pero la demanda supera la producción”. Y porque, en segundo término, resulta insostenible derribar drones cuyo costo no supera los pocos miles de dólares con misiles que cuestan millones de dólares.
En este cuadro, no está claro qué solución podrá implementar Ucrania, porque los nuevos motores colocados en los drones Geran les dan una velocidad que hace muy dificultosa la interceptación basada sistemas móviles de munición de metralla. Es decir que, progresivamente se irán registrando un deterioro de las posiciones ucranianas, así como también mayores perturbaciones en la logística y los centros de producción.
Por lo tanto, teniendo en cuenta que nada indicaba un cambio de postura del Kremlin por ahora, la cuestión es qué hará Rusia tras los 50 días de tregua. Naturalmente, ello dependerá de cómo reaccionen los aliados del Kremlin, y los no aliados, que son compradores de sus hidrocarburos. Si China, India y compañía no se allanan a las sanciones de Trump, es probable que Rusia continúe con sus avances lentos pero firmes.
Y si, por el contrario, los socios de Rusia respetan las sanciones estadounidenses, lo más probable es que el Kremlin no se sentará en la mesa de negociaciones renunciando a sus pretensiones militares y políticas, sino que acelerará la marcha, a costa de mayores bajas de personal y equipo. En este supuesto, como se ve, Putin intentaría abrumar al ejército ucraniano despachando más tropas y bombardeando aún más masivamente.
Respecto a la posibilidad de un ataque de la OTAN en Kaliningrado, pareciera que Rusia ha tomado sus precauciones. En un reciente artículo de Business Insider titulado “Fotos satelitales muestran cómo Rusia construye cinco de sus bases nucleares secretas”, se exhiben varias imágenes que dan cuenta de una importante ampliación y remodelación de la base en dicho enclave ruso.
Pero a su vez, un asalto de la OTAN no se enfrentaría solo a las armas nucleares allí albergadas, sino también al 11.º Cuerpo de Ejército, que cuenta con alrededor de 12 000 efectivos y unos 100 tanques T‑72B. El cuerpo de ejército de Kaliningrado incluye dos divisiones de fusileros motorizados, un regimiento de tanques, un regimiento de defensa antiaérea, un regimiento de misiles, una brigada de infantería de marina, un regimiento de misiles navales, un regimiento de guerra electrónica y otro de artillería.
Sin embargo, los problemas serios para Rusia podrían darse en el Cáucaso. Porque como lo puso de manifiesto la situación en Siria, con motivo del derrocamiento del gobierno de Bashar Al Assad primero, y la guerra de agresión de Israel y EEUU contra Irán después, las tropas del Kremlin se encuentran completamente sobre-extendidas en Ucrania, naturalmente por estar peleando con un ejército ucraniano apoyado por más de 50 naciones y dirigido operacionalmente por ejército de EEUU y Reino Unido, lo cual les impide tener cualquier tipo de proyección militar importante en el exterior.
Así, se debe tener un especial seguimiento a la evolución de la situación de Azerbaiyán y Rusia, donde se están dando golpes diplomáticos mutuamente. Y, si tenemos en cuenta que el primer ministro de Georgia, Irakli Garibashvili, declaró en repetidas oportunidades que su país fue exhortado para que se convierta en el segundo frente contra Rusia, podría darse que los tiros vayan por ese lado, a través de Azerbaiyán, que no solo es un país bajo la influencia de Turquía, sino con estrechos lazos con Israel, al punto que nadie duda que será uno de los firmantes de los Acuerdos de Abraham.
China mueve ficha
En una reciente reunión en Bruselas, el ministro de Asuntos Exteriores de China, Wang Yi, dijo “al principal diplomático de la Unión Europea que Pekín no quería ver una pérdida rusa en Ucrania porque temía que Estados Unidos cambiara entonces todo su enfoque hacia Pekín, según varias personas familiarizadas con el intercambio.” (South China Morning Post 4/7)
Asimismo, en el artículo en cuestión se dijo que en su intercambio con Kaja Kalas, “Wang rechazó la acusación de que China estuviera apoyando materialmente el esfuerzo bélico de Rusia, financiera o militarmente, insistiendo en que, si lo estuviera haciendo, el conflicto habría terminado hace mucho tiempo.”
Si bien el South China Morning Post es un periódico respecto de la cual no habría que fiarse, lo cierto es que, transcurridas dos semanas de la publicación, nadie desde el lado chino confirmó o negó lo allí ventilado, por lo que debe dársele verosimilitud a lo informado.
Así, la postura que el referido artículo le atribuye a Pekín, parece lógica, máxime cuando viceministro de Defensa de EEUU, Elbridge Kolby “es el autor del libro «Estrategia para la fuerza», en el que insiste en la prioridad en la defensa de Taiwán y la disuasión de China. En el marco de esta estrategia, Estados Unidos debería centrarse en la región de Asia-Pacífico, donde Taiwán, Japón y Filipinas son nombrados los puntos de referencia más importantes.” (The Wall Street Journal 13/7).
Además, los generales estadounidenses ya comienzan a declarar que los planes de guerra son en conjunto contra China y Rusia. “En 1,5 años, la UE y EE. UU. deben prepararse para una gran guerra con China y Rusia”, dijo el jefe del Mando Europeo de EE. UU. y Comandante Supremo de las fuerzas unidas de la OTAN en Europa, Alex Grinkevich. (Bild 18/7). Según el medio alemán, para Grinkevich, China coordinará con Putin su invasión a Taiwán.
Pero, a su vez, el Pentágono interpeló a Japón y Australia para que indiquen claramente su posición en caso de conflicto en torno a Taiwán, es decir ante una guerra con China. (Financial Times 14/7). Así, resulta claro que EEUU pretende que Japón y Australia (país último que recientemente transfirió 49 tanques Abrahams a Ucrania), formen parte de la primera línea de combate contra China.
En este contexto, el bloqueo que China está ejerciendo sobre EEUU y Europa sobre su monopolio mundial de tierras raras, llegando al punto de complicar enormemente la producción armamentística de la OTAN por la falta de materiales críticos, no solo hay que leerlo en clave de las sanciones de Trump sino, fundamentalmente, con el prisma de la guerra imperialista como fondo.
Finalmente, el plazo de los 50 días fijado por Trump, vence para la fecha en que China realizará en simultáneo una celebración por el 80 aniversario de la derrota contra el imperialismo japonés en la Segunda Guerra Mundial y una cumbre de la Organización de la Cooperación de Shanghái. Allí, está confirmada la presencia de Putin, y según trascendió, Xi Jinping invitó a Trump a la cita.
Fue en ese contexto, que el vocero de Putin, Dimitry Peskov declaró que, si Trump viajaba a Pekín, podría producirse una reunión con Putin. Naturalmente, Rusia pretende, eventualmente, tener negociaciones directas en un terreno favorable a ellos. Consultado por la prensa, Trump dijo que podría ir a China ya que recibió la invitación de Xi.
¿Cómo sigue la guerra?
Las acciones que llevan adelante ambos gobiernos, y sus planteos totalmente divergentes sobre cuál debería ser el contenido para un tratado de paz, fueron la causa de que, en Estambul, donde se desarrolló la tercera ronda de negociaciones entre Ucrania y Rusia, no se arrojaran más resultados que intercambios de prisioneros y cadáveres.
En este punto, conviene recordar a Zbigniew Brzezinski, un importante ideólogo de la política exterior norteamericana de las últimas décadas, quien publicó un artículo en 2014, donde recomendaba que la OTAN armase a Ucrania en la línea que lo fueron haciendo primero Trump y luego Biden, como una vía para desgastar a Rusia.
Pero Brzezinski planteó que esto debía hacerse sin comprometer la seguridad estratégica de Rusia, porque allí decía “debe quedar claro que Ucrania no será miembro de la OTAN. (…) Si observamos el mapa, es importante para Rusia desde un punto de vista psicológico y estratégico. Por lo tanto, Ucrania no será miembro de la OTAN”.
Como se aprecia, EEUU y la OTAN no siguieron al pie de la letra el consejo de Brzezinski, porque al quedar claro que si Ucrania gana la guerra se incorporará a la Alianza Atlántica, desató una guerra existencial para Rusia. Pero tampoco siguió al pie de la letra la principal obra, The Grand Chessboard (1997), libro al que hace alusión el subtítulo de la presente nota, y que aborda expresamente la necesidad estratégica para Estados unidos de impedir una alianza entre Rusia y China, que considera como el escenario más peligroso para los intereses estadounidenses en Eurasia, entendida ésta desde Lisboa hasta Vladivostok.
Así, como ya hemos analizado en artículos anteriores, más allá que las contradicciones actuales e históricas entre Rusia y China no son menores, la ofensiva simultánea del imperialismo contra ambos los coloca como un matrimonio por conveniencia, y una conveniencia muy grande, porque la derrota de uno supondría la desestabilización de un importante flanco para el otro y viceversa.
Así las cosas, a la luz de todo este análisis, podemos predecir que muy probablemente la guerra en Ucrania se pelee hasta el último ucraniano, o bien que, quedando pocos ucranianos se produzca una capitulación de importancia.
Pero tampoco habría que descartar que, ante un colapso ucraniano, ingresen en escena las tropas de la OTAN y se produzcan, además, ataques en la profundidad de Rusia con armas de precisión provistas por EEUU y la OTAN, lo que podría conducir sin escalas a una tercera guerra mundial sin escalas.
Esta posibilidad, está más que planteada, tal como lo dijo el 23 de julio el portavoz de la Cámara de Representantes de EEUU, el republicano Mike Johnson, al afirmar que “no queremos en absoluto que Estados Unidos siga involucrado en el conflicto en Ucrania” Sin embargo, al mismo tiempo, Johnson expresó su apoyo a la idea de restaurar el orden «por la fuerza» y subrayó que Estados Unidos busca la paz, aunque no dice si será por sanciones económicas o a los bombazos como en Irán.
Como se ve, sin una intervención histórica de masas de la clase obrera que ponga fin a los gobiernos de la guerra e instaure gobiernos de trabajadores, los escenarios que se abren para la humanidad solo importan masacre, destrucción y barbarie.