Buscar
Close this search box.

Seis meses ocupando Morvillo en defensa de la fuente de trabajo

Vigencia y necesidad del clasismo en el movimiento obrero

Seis meses ocupando Morvillo en defensa de la fuente de trabajo

Vigencia y necesidad del clasismo en el movimiento obrero

Sebastián Rodríguez es secretario general de la Comisión Interna de Morvillo

La ocupación de la gráfica Morvillo se inscribe en la larga historia de lucha del movimiento obrero. Retoma una tradición que tanto las patronales, los gobiernos y la burocracia sindical pretenden desterrar en su esfuerzo por eliminar la experiencia de lucha de los trabajadores y así crear mejores condiciones para garantizar la explotación de clase. En ese sentido, y para comprender mejor esta lucha, es que merece ser abordada no solo en los términos de la defensa de los intereses inmediatos que plantea sino también desde una perspectiva histórica (que desarrollaremos más profundamente en una segunda parte) y, fundamentalmente, desde el punto de vista de la organización de base que preparó el camino para hacerla posible. 

Ante todo nos parece importante enfatizar que la ocupación no es una “medida de lucha más” como pretende la burocracia sindical e incluso una parte de la izquierda. Se trata de una acción altamente disruptiva que cuestiona el principio elemental del régimen social: la propiedad privada. Establece una dualidad de poder en el lugar de trabajo, cuestiona quién es el verdadero dueño de los medios de producción. Desafía abiertamente la legalidad burguesa, constituye un salto cualitativo en la subjetividad de la clase obrera. Colocada en la perspectiva de la lucha de clases pone en evidencia la parálisis e impotencia de la burocracia sindical y libera las fuerzas del proletariado. 

En la lucha de clases nada empieza desde cero. El movimiento obrero argentino se caracteriza por tener una extensa tradición de luchas en su haber y en su bagaje no faltan las ocupaciones de fábricas y lugares de trabajo. Las hubo de diferente tenor. Ocupaciones regimentadas por la burocracia como en el caso del Plan de Lucha de la CGT de 1964; ocupaciones con puebladas: frigorífico Lisandro de la Torre 1959, Villa Constitución 1974-75; ocupaciones con rehenes y métodos de autodefensa: Tanineras de La Forestal 1921, Sitrac-m 1970, estancias de la Patagonia 1920/21, tomas masivas de 1973; ocupaciones ofensivas por reconocimiento a nuevos delegados, mejoras de condiciones de trabajo, aumentos salariales; ocupaciones contra cierres y despidos: todo el proceso 2001, Ford 1985, Kimberley Clark 2018, las gráficas Atlántida 1997, Recali-Agropa 2001, Indugraf 2008, Donnelley 2014, AGR 2017, Interpack 2007/2019. Entre otras tantas.

Morvillo se encuentra en este último segmento: ocupó contra el cierre fraudulento y en reclamo de la continuidad productiva al gobierno de la provincia de Buenos Aires por su capacidad (maquinaria y personal) para poder imprimir manuales escolares, boletas electorales y todo tipo de revistas y folletería. 

Importa destacar que la ocupación de Morvillo no tuvo un ápice de espontaneísmo, lejos de ser improvisada, fue preparada durante más de dos décadas de lucha y militancia. Constituye la continuidad de la lucha por el control físico del lugar de trabajo, o sea, una impugnación al mando capitalista en la fábrica, la imposición del interés obrero en la disputa de las condiciones del proceso productivo. No es casual que los gráficos de Morvillo lograron mantenerse sin despidos, con los salarios mas altos del gremio y las mejores condiciones de trabajo durante más de 21 años.

Hijos del Argentinazo

Diciembre del 2001 fue una bisagra que despertó a la vida política activa a inmensas franjas de los sectores populares. Si bien la vanguardia recayó sobre los trabajadores desocupados, el movimiento obrero ocupado también reflejó la movilización popular a través de la irrupción de una vanguardia que se postuló como alternativa a la burocracia sindical en los lugares de trabajo y en los sindicatos. Los gráficos de Morvillo dan cuenta de aquel proceso. 

El primer contacto con la Lista Naranja Gráfica se estableció a través del “piqueteo” de Prensa Obrera que la regional Avellaneda del Partido Obrero sostenía semanalmente.  Primer punto a destacar para toda organización que se pretenda revolucionaria en términos marxistas es el abordaje sistemático de los frentes obreros. Trabajo que demanda mucha energía y cuyos progresos no suelen ser inmediatos aunque su carácter es estratégico: es la clase obrera el sujeto político llamado a acaudillar la revolución socialista. 

En ese momento la burocracia ongarista dirigía la fábrica. Se sucedían los “despidos hormigas”, proliferaban las “listas negras”, las malas condiciones de trabajo determinaban que una gran cantidad de trabajadores sufran enfermedades profesionales de por vida y muchos de ellos terminen en la calle, el bajo salario que antes de la crisis era encubierto por las horas extras (lunes a lunes 12 horas diarias) ahora quedaba expuesto, fraccionado y con patacones de por medio. ¿La lista Verde burocrática? Bien, gracias.

La Naranja comenzó a agrupar al activismo más decidido. Proliferaron las reuniones clandestinas en los bares cercanos a la fábrica donde se discutían todos los problemas fabriles y la situación política. Las conclusiones y las tareas se planteaban en el boletín “La voz del cambio” que empezó a salir regularmente con la firma de la agrupación de fábrica “Trabajadores por el cambio”. Un claro desafío a la burocracia.

Casi un año después, 2003, llegó la elección de delegados, con votación nominal (llamado en la jerga borratina, tachas, uno por uno) en el marco de un “Procedimiento Preventivo de Crisis” abierto en el ministerio de Trabajo una semana antes del acto eleccionario, en un intento de condicionar la votación, que pretendía el despido del 20% del personal, rebaja salarial y el desconocimiento del bonus de fin de año y del convenio colectivo. 

El oficialismo presentó a sus 6 delegados vigentes, el clasismo impulsó a 5 candidatos, y se presentaron además otros postulantes independientes. El trabajo militante dio sus frutos y frente a semejante dispersión en la oferta electoral los 5 candidatos “por el cambio” ocuparon los primeros lugares, quienes -más un independiente- conformaron la nueva Comisión Interna. El devenir de esa comisión fue la fractura, un par de años más tarde, entre los que se respaldaron en la burocracia sindical y el núcleo más firme con los principios clasistas que al cabo del proceso de organización y lucha ganó la dirección de la fábrica desplazando al sector burocratizado de la misma. 

La primera prueba de fuego resultó exitosa e inmediatamente vino el segundo triunfo. Derrotaron el Preventivo de Crisis tras cinco meses de quite de colaboración y la realización de las primeras Asambleas Generales en la planta (la burocracia solo hacía asambleas absolutamente minoritarias en el vestuario después de los turnos laborales donde no se resolvía nada). La nueva dirección fabril impulsó la movilización desde el primer día. El 3 de septiembre de 2003 elevó un petitorio al ministerio de Trabajo en el marco de una multitudinaria marcha convocada por la 5ta. Asamblea Nacional de Trabajadores (ANT) a pesar de que la directiva del sindicato se negó a firmarlo porque consideró que “es mejor tener un conocido dentro de la estructura institucional del estado que participar en marchas callejeras”. También movilizaron a la intendencia con sus reclamos. No solo se frenó el Preventivo de Crisis sino que al calor de la lucha se consiguieron nuevas conquistas, como la mejora salarial para las categorías más bajas. Meses más tarde, el primer paro de la fábrica recuperó para el colectivo obrero el bonus de fin de año que la burocracia había entregado sin lucha el año anterior.

Se consolida el clasismo

Los pilares de la organización impulsados por la Interna clasista se basaron en la defensa de la estabilidad laboral (“madre de todas las batallas”), las condiciones de trabajo y el salario con independencia política de la patronal, la burocracia sindical y el estado. La Asamblea General pasó a ser el órgano por excelencia de deliberación y resolución obrera. La recorrida permanente por los sectores y turnos se instalaron como método para consolidar la democracia sindical. 

El punto de quiebre que definió y estableció una nueva relación de fuerzas en la planta sucedió tras el paro, en 2006, de 4 días contra el despido de un trabajador afectado con una enfermedad profesional. La reincorporación evitó que la patronal liquide una conquista de la interna: la reubicación del personal afectado por enfermedades profesionales o accidentes. Además, instaló definitivamente a la defensa de la estabilidad laboral como la piedra basal de la organización fabril y la lucha por mejorar las condiciones de trabajo tuvo un fuerte impulso en todo el proceso productivo. En ese sentido y luego de una larga pelea se liquidó la contratación del personal en negro y más adelante la contratación por agencia. La patronal perdía definitivamente el control del proceso productivo. 

Otro hito a destacar fue la respuesta de los trabajadores frente al asesinato de Mariano Ferreyra a manos de una patota sindical de la Unión Ferroviaria en 2010. La Asamblea General resolvió parar y movilizar en repudio. Por moción de un trabajador de base se aprobó llamar al cuarto gremial, centro de la organización fabril, “Cuarto gremial Mariano Ferreyra”. Un pequeño pero sintomático homenaje. Se abrió desde ese momento un período de movilización permanente frente a cada convocatoria de lucha tanto de las centrales obreras como de sectores combativos del movimiento obrero. Los gráficos de Morvillo no solo dieron, y siguen dando, batalla en su gremio: integraron las ANT post 2001; en 2018 fueron parte del plenario de Lanús e integraron el Plenario del Sindicalismo Combativo. Hoy integran el Plenario Nacional del sindicalismo combativo, las organizaciones piqueteras y de jubilados.

La lucha siempre tuvo un carácter político. En 2007, el entonces gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, visitó la planta gráfica en su gira como candidato kirchnerista. La Comisión Interna le entregó una carta de repudio que entre otras cosas rechazaba la política de “mano dura” y su alineamiento con el guerrerismo norteamericano y con el estado sionista en la medialuna mesopotámica. 

Otro punto alto a destacar es la lucha que dieron en pandemia. Los trabajadores impusieron a la patronal un acuerdo bajo el artículo 223 bis de la Ley de Contrato de Trabajo que incluía el pago del 100% del salario a todo el personal y un viático por día trabajado. La jornada y la dotación convocada se limitaba al trabajo requerido, siendo muchas veces inferior a las 8 horas. Además todos los trabajadores cobraban un plus cada dos meses. Se estableció un control riguroso de los casos clínicos y de las licencias preventivas, parando varias veces las líneas de producción hasta lograr los aislamientos que los trabajadores consideraban oportunos.  

La lucha por una nueva dirección en el movimiento obrero

El proceso de organización de Morvillo está indisolublemente ligado a la lucha por la recuperación del sindicato gráfico. Desde las elecciones de 2004 hasta la fecha, Morvillo aportó candidatos, fiscales, avales y militancia en cada una de las elecciones. Además de militar el gremio permanentemente. 

Morvillo es parte de la historia de la Lista Naranja Gráfica que lleva más de 40 años en el sindicato gráfico y que ha protagonizado las luchas más importantes en esa etapa. La Naranja expresa una tradición de lucha política-sindical ligada al clasismo y su intervención en la vida diaria del gremio resalta aún más la descomposición y entrega de la burocracia sindical.

No puede entenderse la ocupación de Morvillo sin la historia de la Naranja. Desde sus orígenes como organizadora del gremio antes del regreso de la democracia burguesa en 1983, su participación en dirección del sindicato en 1984, sus batallas políticas con el ongarismo furibundamente integrado al estado y en descomposición temprana, su participación en las movilizaciones populares y en toda instancia de organización antiburocrática y de lucha; en las movilizaciones dentro del gremio reclamando y conquistando plenarios de delegados, copando las asambleas generales, marchando a la cámara patronal, FAIGA; organizando decenas de talleres gráficos que la burocracia dejaba a merced de la patronal. Ni hablar de las ocupaciones de Atlántida, Recali-Agropa, Indugraf, AGR, o las dos tomas de Interpack. Vale mencionar también como antecedente la ocupación de Editorial Abril en 1973.

La contracara es la dirección de la Federación Gráfica Bonaerense. La “Lista Verde de los gráficos” es una lacra política que vació de todo contenido de clase y de lucha al sindicato gráfico. Lo transformó en una cáscara vacía. Las diez categorías del convenio se encuentran bajo la línea de la pobreza, pasan los despidos y cierres de fábrica sin encontrar una respuesta, no se respeta el Convenio Colectivo de Trabajo en ningún lado, los talleres son verdaderas dictaduras donde las patronales hacen y deshacen a su antojo. Nada tiene la lista Verde para ofrecer a los gráficos salvo un escenario de explotación capitalista sin contraparte de resistencia obrera. Acaban de firmar las paritarias del 1% que pidió Milei. La necesidad de una nueva dirección clasista y antiburocrática está a la orden del día.

El avance de la tecnología y la crisis capitalista determinan la debacle de una longeva actividad industrial 

Desde la década del 2010 vino sonando fuerte en el gremio lo inevitable de una inminente transformación asociada al cambio cultural, sobre todo en las costumbres y hábitos de consumo por la incorporación de los adelantos tecnológicos. Clarín pronosticaba 2025 como el año del fin de su edición impresa.

Las consecuencias de la crisis capitalista post 2008 agravaron el escenario y el advenimiento de la pandemia del Covid-19 precipitó la virtualización, un mazazo para la actividad de impresión. La rama editorial de la industria gráfica quedó herida de muerte, reducida a la mínima expresión. Las revista y los catálogos de cosméticos dejaron de venderse, los ingresos populares se concentraron en satisfacer las necesidades mas elementales de alimentación o pago de servicios. El desastre del gobierno de los Fernandez-Massa sumado a la catástrofe que significa para los trabajadores el gobierno de Milei terminaron de completar el cuadro. Morvillo cerró el 25 de febrero de 2025.

Y cerró de la manera más pérfida. Una hora después de terminar el turno tarde, a las 23 horas, los trabajadores recibieron un mensaje de whatsapp anunciando el “cese de actividades”, agradeciendo a todos por los años y servicios prestados y llamándolos a esperar en sus casas novedades. Antes de medianoche, llegaron los delegados a la planta y junto a los primeros convocados ocuparon la fábrica. Nadie preguntó ¿qué hacemos?, sino ¿por dónde entramos?

La respuesta obrera

El impacto mediático fue brutal. Era la primera fábrica ocupada bajo el gobierno de Milei. Más de 12000 empresas habían cerrado desde la asunción del presidente liberfacho y los despidos se contaban por centenares de miles. La burocracia sindical de todo pelaje dejó pasar el ataque. Entre ellas la burocracia gráfica. Por ejemplo en Casa de la Moneda, una de las gráficas más grandes del país cerrada sin la más mínima resistencia de parte de la dirección de la Federación Gráfica Bonaerense. La ocupación de Morvillo irrumpió en escena demostrando que las reservas de lucha de la clase obrera estaban vigentes.

Inmediatamente los trabajadores discutieron en asambleas los pasos a seguir. La ocupación de la planta y la difusión del conflicto fueron colocados como ejes principales. La burocracia desde el primer día atentó contra la lucha. Convocó a un plenario de delegados para rechazar la propuesta de la asamblea de Morvillo: una movilización a la UIA contra el cierre de la fábrica. Tampoco votó ninguna resolución de lucha, ni siquiera aportó ni impulsó el Fondo de Lucha.

La asamblea decidió realizar la movilización independientemente si la dirección del sindicato se sumaba o no. Para impulsar la acción se resolvió, siempre en Asamblea, realizar un plenario abierto a todas las organizaciones solidarias en la puerta de la fábrica que resultó exitoso y moralizador. La movilización resultante fue masiva y empalmó con la concentración de los jubilados en Congreso.

Los trabajadores realizaron, además, gestiones ante el municipio de Avellaneda y el gobierno de la provincia con el planteo de la continuidad productiva. Hasta el día de la fecha sin respuesta. Kicillof, que se pretende el “escudo de contención frente al industricidio de Milei” actúa en los hechos como una correa de transmisión en la provincia del ajuste en curso.

A través de la banca de la diputada nacional del Partido Obrero en el FIT-U, Vanina Biasi, se realizó un audiencia pública en el Congreso de la Nación muy representativa y con gran repercusión. Al igual que en la movilización a la UIA, no participó la dirección del sindicato a pesar de ser invitada. En cambio, si participaron en ambas acciones, los gráficos del sindicato cordobés. Lo mismo vale para el Fondo de Lucha. Los cordobeses aportaron más del doble que la miseria aportada por la Federación Gráfica, a la cual desde Morvillo contribuyó con la cuota sindical durante más de 50 años.

Resuelto también en Asamblea se realizó un enorme festival que vio desfilar a mas de 1000 personas durante todo el día. La alta calidad de los artistas convocados estuvo a la altura de la jornada. El evento fue bautizado “Jornada cultural y solidaria Alejandro Mereles” en honor al compañero fallecido en los días previos. Un activista muy querido, de primera línea y de la primera hora. El golpe más duro recibido por la vanguardia obrera sin dudas.  

La puerta de fábrica también fue sede de un combativo Plenario de las Organizaciones de Lucha que discutieron y organizaron la columna independiente del 9 de abril con la consigna “Paro activo y plan de lucha” de cara a la marcha de apoyo a los jubilados. También fueron anfitriones de la reunión preparatoria de la marcha del 30 de ese mes, del mismo sector frente a la jornada convocada por la CGT.

Mientras los trabajadores despliegan su lucha en las calles y en la fábrica, también dan la batalla en sede judicial en el marco de un proceso de quiebra que transcurre a una velocidad llamativamente rápida. Allí impusieron la requisa de los autos de la compañía que aún seguían usando los dueños para asuntos particulares. También conquistaron el reconocimiento como custodios de los bienes tanto de inmuebles, como del mobiliario, o sea, despejaron por el momento la amenaza inminente de desalojo. Evitaron, enfrentamiento físico incluido, el corte de gas del inmueble y arrancaron en el juzgado la orden de reparar y mantener el servicio. Impugnaron los valores de tasación viles del inmueble y el mobiliario, entre otras acciones tendientes a defender el interés obrero dentro del marco del proceso judicial.

Los gráficos se movilizaron, también, a la Casa de Gobierno de la Provincia donde lograron una entrevista con funcionarios con resultados idénticos a las anteriores: promesas vacías. Un día antes, una maniobra orquestada entre la burocracia y el ministerio de Trabajo de Correa pretendió desactivar la movilización con una provocación que fue conjurada por los delegados. Se trató de una reunión donde se intentó desconocer la representación de la Comisión Interna y en la cual la burocracia expresó de forma literal “no queremos continuidad productiva, no queremos más movilizaciones, festivales, ni asados, solo queremos cobrar las indemnizaciones”. Un llamado abierto a abandonar la lucha.

Los días pasaban y frente a la ausencia de una respuesta de parte de Kicillof, los gráficos resolvieron un corte en Puente Pueyrredón. Acompañados como siempre por las organizaciones solidarias tuvo un alto impacto mediático y moralizador sobre el conjunto de los trabajadores.

Todas estas acciones de lucha callejera incomodan a quienes pretenden manejar el proceso de quiebra a su antojo, y al gobernador de la Provincia que ya dejó en claro que no le interesa rescatar los puestos de trabajo, aún teniendo las herramientas para hacerlo. A medida que la exposición del planteo de continuidad productiva y el reclamo a Kicillof para que intervenga se difunde con mayor amplitud, recrudecen los ataques de la burocracia sindical gráfica,  del CFT (Corriente Federal de Trabajadores), hoy en el MFD (Movimiento Derecho al Futuro) kicillofista, a la ocupación.

El último episodio fue el ataque vandálico de un reducido grupo ligado a la Verde, quienes arrancaron todas las banderas del frente de la fábrica que ayudaban a visibilizar la lucha. Profirieron amenazas de todo tipo a los ocupantes de la planta y rompieron un televisor y otros elementos de uso diario. El mismo sector que descaradamente pidió a la sindicatura el desalojo de los trabajadores y que contrate seguridad privada en su lugar. El mismo que durante 5 meses se opuso a la continuidad productiva y milita por el abandono de la lucha. El basurero de la historia los espera. 

Pasados casi 6 meses del cierre de planta, la lucha por la continuidad productiva continúa con toda vitalidad a la par que los trabajadores siguen interviniendo en el proceso judicial defendiendo los intereses obreros.

El carácter político de la lucha

Hace mucho tiempo, Marx señaló que las relaciones de producción, a la vez que determinan las clases sociales, están determinadas por la propiedad de los medios de producción. La propiedad privada es lo que define al modo de producción capitalista, diferencia a la burguesía del proletariado y establece la condición primaria que permite al patrón apropiarse de la plusvalía extraída al trabajador. La ocupación golpea justo ahí, en el corazón del régimen. Trasciende lo meramente sindical más allá de la conciencia o no que de ello tengan los trabajadores que llevan la medida adelante. La ocupación como medida de lucha, en sus diferentes modalidades, es la medida políticamente más radicalizada de la clase obrera.

Por otro lado, para completar los elementos a tener en cuenta a los fines de abordar la ocupación de Morvillo es importante destacar la construcción del Partido en la fábrica durante más de 20 años. Se llegaron a sostener más de 40 suscripciones al periódico, aportes permanentes para las campañas financieras (con un pico de más de 70) y hasta dos círculos. En gran medida ese trabajo explica la organización clasista de Morvillo por más de dos décadas de lucha consecuente en la fábrica, en el gremio y en las calles. 

En la lucha revolucionaria es prioridad absoluta la batalla por arrancar a la clase obrera de la influencia de la burguesía. En ese sentido, Morvillo demuestra que la lucha estratégica por conquistar nuevas direcciones sindicales tiene en cada lugar de trabajo un desafío de primer orden y debe ser abordado con la mayor energía y profesionalismo. Esa tarea solo la puede llevar adelante un partido revolucionario y sus agrupaciones. La defensa de los intereses de los trabajadores antes que nada.

Sebastián Rodríguez es secretario general de la Comisión Interna de Morvillo

La ocupación de la gráfica Morvillo se inscribe en la larga historia de lucha del movimiento obrero. Retoma una tradición que tanto las patronales, los gobiernos y la burocracia sindical pretenden desterrar en su esfuerzo por eliminar la experiencia de lucha de los trabajadores y así crear mejores condiciones para garantizar la explotación de clase. En ese sentido, y para comprender mejor esta lucha, es que merece ser abordada no solo en los términos de la defensa de los intereses inmediatos que plantea sino también desde una perspectiva histórica (que desarrollaremos más profundamente en una segunda parte) y, fundamentalmente, desde el punto de vista de la organización de base que preparó el camino para hacerla posible. 

Ante todo nos parece importante enfatizar que la ocupación no es una “medida de lucha más” como pretende la burocracia sindical e incluso una parte de la izquierda. Se trata de una acción altamente disruptiva que cuestiona el principio elemental del régimen social: la propiedad privada. Establece una dualidad de poder en el lugar de trabajo, cuestiona quién es el verdadero dueño de los medios de producción. Desafía abiertamente la legalidad burguesa, constituye un salto cualitativo en la subjetividad de la clase obrera. Colocada en la perspectiva de la lucha de clases pone en evidencia la parálisis e impotencia de la burocracia sindical y libera las fuerzas del proletariado. 

En la lucha de clases nada empieza desde cero. El movimiento obrero argentino se caracteriza por tener una extensa tradición de luchas en su haber y en su bagaje no faltan las ocupaciones de fábricas y lugares de trabajo. Las hubo de diferente tenor. Ocupaciones regimentadas por la burocracia como en el caso del Plan de Lucha de la CGT de 1964; ocupaciones con puebladas: frigorífico Lisandro de la Torre 1959, Villa Constitución 1974-75; ocupaciones con rehenes y métodos de autodefensa: Tanineras de La Forestal 1921, Sitrac-m 1970, estancias de la Patagonia 1920/21, tomas masivas de 1973; ocupaciones ofensivas por reconocimiento a nuevos delegados, mejoras de condiciones de trabajo, aumentos salariales; ocupaciones contra cierres y despidos: todo el proceso 2001, Ford 1985, Kimberley Clark 2018, las gráficas Atlántida 1997, Recali-Agropa 2001, Indugraf 2008, Donnelley 2014, AGR 2017, Interpack 2007/2019. Entre otras tantas.

Morvillo se encuentra en este último segmento: ocupó contra el cierre fraudulento y en reclamo de la continuidad productiva al gobierno de la provincia de Buenos Aires por su capacidad (maquinaria y personal) para poder imprimir manuales escolares, boletas electorales y todo tipo de revistas y folletería. 

Importa destacar que la ocupación de Morvillo no tuvo un ápice de espontaneísmo, lejos de ser improvisada, fue preparada durante más de dos décadas de lucha y militancia. Constituye la continuidad de la lucha por el control físico del lugar de trabajo, o sea, una impugnación al mando capitalista en la fábrica, la imposición del interés obrero en la disputa de las condiciones del proceso productivo. No es casual que los gráficos de Morvillo lograron mantenerse sin despidos, con los salarios mas altos del gremio y las mejores condiciones de trabajo durante más de 21 años.

Hijos del Argentinazo

Diciembre del 2001 fue una bisagra que despertó a la vida política activa a inmensas franjas de los sectores populares. Si bien la vanguardia recayó sobre los trabajadores desocupados, el movimiento obrero ocupado también reflejó la movilización popular a través de la irrupción de una vanguardia que se postuló como alternativa a la burocracia sindical en los lugares de trabajo y en los sindicatos. Los gráficos de Morvillo dan cuenta de aquel proceso. 

El primer contacto con la Lista Naranja Gráfica se estableció a través del “piqueteo” de Prensa Obrera que la regional Avellaneda del Partido Obrero sostenía semanalmente.  Primer punto a destacar para toda organización que se pretenda revolucionaria en términos marxistas es el abordaje sistemático de los frentes obreros. Trabajo que demanda mucha energía y cuyos progresos no suelen ser inmediatos aunque su carácter es estratégico: es la clase obrera el sujeto político llamado a acaudillar la revolución socialista. 

En ese momento la burocracia ongarista dirigía la fábrica. Se sucedían los “despidos hormigas”, proliferaban las “listas negras”, las malas condiciones de trabajo determinaban que una gran cantidad de trabajadores sufran enfermedades profesionales de por vida y muchos de ellos terminen en la calle, el bajo salario que antes de la crisis era encubierto por las horas extras (lunes a lunes 12 horas diarias) ahora quedaba expuesto, fraccionado y con patacones de por medio. ¿La lista Verde burocrática? Bien, gracias.

La Naranja comenzó a agrupar al activismo más decidido. Proliferaron las reuniones clandestinas en los bares cercanos a la fábrica donde se discutían todos los problemas fabriles y la situación política. Las conclusiones y las tareas se planteaban en el boletín “La voz del cambio” que empezó a salir regularmente con la firma de la agrupación de fábrica “Trabajadores por el cambio”. Un claro desafío a la burocracia.

Casi un año después, 2003, llegó la elección de delegados, con votación nominal (llamado en la jerga borratina, tachas, uno por uno) en el marco de un “Procedimiento Preventivo de Crisis” abierto en el ministerio de Trabajo una semana antes del acto eleccionario, en un intento de condicionar la votación, que pretendía el despido del 20% del personal, rebaja salarial y el desconocimiento del bonus de fin de año y del convenio colectivo. 

El oficialismo presentó a sus 6 delegados vigentes, el clasismo impulsó a 5 candidatos, y se presentaron además otros postulantes independientes. El trabajo militante dio sus frutos y frente a semejante dispersión en la oferta electoral los 5 candidatos “por el cambio” ocuparon los primeros lugares, quienes -más un independiente- conformaron la nueva Comisión Interna. El devenir de esa comisión fue la fractura, un par de años más tarde, entre los que se respaldaron en la burocracia sindical y el núcleo más firme con los principios clasistas que al cabo del proceso de organización y lucha ganó la dirección de la fábrica desplazando al sector burocratizado de la misma. 

La primera prueba de fuego resultó exitosa e inmediatamente vino el segundo triunfo. Derrotaron el Preventivo de Crisis tras cinco meses de quite de colaboración y la realización de las primeras Asambleas Generales en la planta (la burocracia solo hacía asambleas absolutamente minoritarias en el vestuario después de los turnos laborales donde no se resolvía nada). La nueva dirección fabril impulsó la movilización desde el primer día. El 3 de septiembre de 2003 elevó un petitorio al ministerio de Trabajo en el marco de una multitudinaria marcha convocada por la 5ta. Asamblea Nacional de Trabajadores (ANT) a pesar de que la directiva del sindicato se negó a firmarlo porque consideró que “es mejor tener un conocido dentro de la estructura institucional del estado que participar en marchas callejeras”. También movilizaron a la intendencia con sus reclamos. No solo se frenó el Preventivo de Crisis sino que al calor de la lucha se consiguieron nuevas conquistas, como la mejora salarial para las categorías más bajas. Meses más tarde, el primer paro de la fábrica recuperó para el colectivo obrero el bonus de fin de año que la burocracia había entregado sin lucha el año anterior.

Se consolida el clasismo

Los pilares de la organización impulsados por la Interna clasista se basaron en la defensa de la estabilidad laboral (“madre de todas las batallas”), las condiciones de trabajo y el salario con independencia política de la patronal, la burocracia sindical y el estado. La Asamblea General pasó a ser el órgano por excelencia de deliberación y resolución obrera. La recorrida permanente por los sectores y turnos se instalaron como método para consolidar la democracia sindical. 

El punto de quiebre que definió y estableció una nueva relación de fuerzas en la planta sucedió tras el paro, en 2006, de 4 días contra el despido de un trabajador afectado con una enfermedad profesional. La reincorporación evitó que la patronal liquide una conquista de la interna: la reubicación del personal afectado por enfermedades profesionales o accidentes. Además, instaló definitivamente a la defensa de la estabilidad laboral como la piedra basal de la organización fabril y la lucha por mejorar las condiciones de trabajo tuvo un fuerte impulso en todo el proceso productivo. En ese sentido y luego de una larga pelea se liquidó la contratación del personal en negro y más adelante la contratación por agencia. La patronal perdía definitivamente el control del proceso productivo. 

Otro hito a destacar fue la respuesta de los trabajadores frente al asesinato de Mariano Ferreyra a manos de una patota sindical de la Unión Ferroviaria en 2010. La Asamblea General resolvió parar y movilizar en repudio. Por moción de un trabajador de base se aprobó llamar al cuarto gremial, centro de la organización fabril, “Cuarto gremial Mariano Ferreyra”. Un pequeño pero sintomático homenaje. Se abrió desde ese momento un período de movilización permanente frente a cada convocatoria de lucha tanto de las centrales obreras como de sectores combativos del movimiento obrero. Los gráficos de Morvillo no solo dieron, y siguen dando, batalla en su gremio: integraron las ANT post 2001; en 2018 fueron parte del plenario de Lanús e integraron el Plenario del Sindicalismo Combativo. Hoy integran el Plenario Nacional del sindicalismo combativo, las organizaciones piqueteras y de jubilados.

La lucha siempre tuvo un carácter político. En 2007, el entonces gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, visitó la planta gráfica en su gira como candidato kirchnerista. La Comisión Interna le entregó una carta de repudio que entre otras cosas rechazaba la política de “mano dura” y su alineamiento con el guerrerismo norteamericano y con el estado sionista en la medialuna mesopotámica. 

Otro punto alto a destacar es la lucha que dieron en pandemia. Los trabajadores impusieron a la patronal un acuerdo bajo el artículo 223 bis de la Ley de Contrato de Trabajo que incluía el pago del 100% del salario a todo el personal y un viático por día trabajado. La jornada y la dotación convocada se limitaba al trabajo requerido, siendo muchas veces inferior a las 8 horas. Además todos los trabajadores cobraban un plus cada dos meses. Se estableció un control riguroso de los casos clínicos y de las licencias preventivas, parando varias veces las líneas de producción hasta lograr los aislamientos que los trabajadores consideraban oportunos.  

La lucha por una nueva dirección en el movimiento obrero

El proceso de organización de Morvillo está indisolublemente ligado a la lucha por la recuperación del sindicato gráfico. Desde las elecciones de 2004 hasta la fecha, Morvillo aportó candidatos, fiscales, avales y militancia en cada una de las elecciones. Además de militar el gremio permanentemente. 

Morvillo es parte de la historia de la Lista Naranja Gráfica que lleva más de 40 años en el sindicato gráfico y que ha protagonizado las luchas más importantes en esa etapa. La Naranja expresa una tradición de lucha política-sindical ligada al clasismo y su intervención en la vida diaria del gremio resalta aún más la descomposición y entrega de la burocracia sindical.

No puede entenderse la ocupación de Morvillo sin la historia de la Naranja. Desde sus orígenes como organizadora del gremio antes del regreso de la democracia burguesa en 1983, su participación en dirección del sindicato en 1984, sus batallas políticas con el ongarismo furibundamente integrado al estado y en descomposición temprana, su participación en las movilizaciones populares y en toda instancia de organización antiburocrática y de lucha; en las movilizaciones dentro del gremio reclamando y conquistando plenarios de delegados, copando las asambleas generales, marchando a la cámara patronal, FAIGA; organizando decenas de talleres gráficos que la burocracia dejaba a merced de la patronal. Ni hablar de las ocupaciones de Atlántida, Recali-Agropa, Indugraf, AGR, o las dos tomas de Interpack. Vale mencionar también como antecedente la ocupación de Editorial Abril en 1973.

La contracara es la dirección de la Federación Gráfica Bonaerense. La “Lista Verde de los gráficos” es una lacra política que vació de todo contenido de clase y de lucha al sindicato gráfico. Lo transformó en una cáscara vacía. Las diez categorías del convenio se encuentran bajo la línea de la pobreza, pasan los despidos y cierres de fábrica sin encontrar una respuesta, no se respeta el Convenio Colectivo de Trabajo en ningún lado, los talleres son verdaderas dictaduras donde las patronales hacen y deshacen a su antojo. Nada tiene la lista Verde para ofrecer a los gráficos salvo un escenario de explotación capitalista sin contraparte de resistencia obrera. Acaban de firmar las paritarias del 1% que pidió Milei. La necesidad de una nueva dirección clasista y antiburocrática está a la orden del día.

El avance de la tecnología y la crisis capitalista determinan la debacle de una longeva actividad industrial 

Desde la década del 2010 vino sonando fuerte en el gremio lo inevitable de una inminente transformación asociada al cambio cultural, sobre todo en las costumbres y hábitos de consumo por la incorporación de los adelantos tecnológicos. Clarín pronosticaba 2025 como el año del fin de su edición impresa.

Las consecuencias de la crisis capitalista post 2008 agravaron el escenario y el advenimiento de la pandemia del Covid-19 precipitó la virtualización, un mazazo para la actividad de impresión. La rama editorial de la industria gráfica quedó herida de muerte, reducida a la mínima expresión. Las revista y los catálogos de cosméticos dejaron de venderse, los ingresos populares se concentraron en satisfacer las necesidades mas elementales de alimentación o pago de servicios. El desastre del gobierno de los Fernandez-Massa sumado a la catástrofe que significa para los trabajadores el gobierno de Milei terminaron de completar el cuadro. Morvillo cerró el 25 de febrero de 2025.

Y cerró de la manera más pérfida. Una hora después de terminar el turno tarde, a las 23 horas, los trabajadores recibieron un mensaje de whatsapp anunciando el “cese de actividades”, agradeciendo a todos por los años y servicios prestados y llamándolos a esperar en sus casas novedades. Antes de medianoche, llegaron los delegados a la planta y junto a los primeros convocados ocuparon la fábrica. Nadie preguntó ¿qué hacemos?, sino ¿por dónde entramos?

La respuesta obrera

El impacto mediático fue brutal. Era la primera fábrica ocupada bajo el gobierno de Milei. Más de 12000 empresas habían cerrado desde la asunción del presidente liberfacho y los despidos se contaban por centenares de miles. La burocracia sindical de todo pelaje dejó pasar el ataque. Entre ellas la burocracia gráfica. Por ejemplo en Casa de la Moneda, una de las gráficas más grandes del país cerrada sin la más mínima resistencia de parte de la dirección de la Federación Gráfica Bonaerense. La ocupación de Morvillo irrumpió en escena demostrando que las reservas de lucha de la clase obrera estaban vigentes.

Inmediatamente los trabajadores discutieron en asambleas los pasos a seguir. La ocupación de la planta y la difusión del conflicto fueron colocados como ejes principales. La burocracia desde el primer día atentó contra la lucha. Convocó a un plenario de delegados para rechazar la propuesta de la asamblea de Morvillo: una movilización a la UIA contra el cierre de la fábrica. Tampoco votó ninguna resolución de lucha, ni siquiera aportó ni impulsó el Fondo de Lucha.

La asamblea decidió realizar la movilización independientemente si la dirección del sindicato se sumaba o no. Para impulsar la acción se resolvió, siempre en Asamblea, realizar un plenario abierto a todas las organizaciones solidarias en la puerta de la fábrica que resultó exitoso y moralizador. La movilización resultante fue masiva y empalmó con la concentración de los jubilados en Congreso.

Los trabajadores realizaron, además, gestiones ante el municipio de Avellaneda y el gobierno de la provincia con el planteo de la continuidad productiva. Hasta el día de la fecha sin respuesta. Kicillof, que se pretende el “escudo de contención frente al industricidio de Milei” actúa en los hechos como una correa de transmisión en la provincia del ajuste en curso.

A través de la banca de la diputada nacional del Partido Obrero en el FIT-U, Vanina Biasi, se realizó un audiencia pública en el Congreso de la Nación muy representativa y con gran repercusión. Al igual que en la movilización a la UIA, no participó la dirección del sindicato a pesar de ser invitada. En cambio, si participaron en ambas acciones, los gráficos del sindicato cordobés. Lo mismo vale para el Fondo de Lucha. Los cordobeses aportaron más del doble que la miseria aportada por la Federación Gráfica, a la cual desde Morvillo contribuyó con la cuota sindical durante más de 50 años.

Resuelto también en Asamblea se realizó un enorme festival que vio desfilar a mas de 1000 personas durante todo el día. La alta calidad de los artistas convocados estuvo a la altura de la jornada. El evento fue bautizado “Jornada cultural y solidaria Alejandro Mereles” en honor al compañero fallecido en los días previos. Un activista muy querido, de primera línea y de la primera hora. El golpe más duro recibido por la vanguardia obrera sin dudas.  

La puerta de fábrica también fue sede de un combativo Plenario de las Organizaciones de Lucha que discutieron y organizaron la columna independiente del 9 de abril con la consigna “Paro activo y plan de lucha” de cara a la marcha de apoyo a los jubilados. También fueron anfitriones de la reunión preparatoria de la marcha del 30 de ese mes, del mismo sector frente a la jornada convocada por la CGT.

Mientras los trabajadores despliegan su lucha en las calles y en la fábrica, también dan la batalla en sede judicial en el marco de un proceso de quiebra que transcurre a una velocidad llamativamente rápida. Allí impusieron la requisa de los autos de la compañía que aún seguían usando los dueños para asuntos particulares. También conquistaron el reconocimiento como custodios de los bienes tanto de inmuebles, como del mobiliario, o sea, despejaron por el momento la amenaza inminente de desalojo. Evitaron, enfrentamiento físico incluido, el corte de gas del inmueble y arrancaron en el juzgado la orden de reparar y mantener el servicio. Impugnaron los valores de tasación viles del inmueble y el mobiliario, entre otras acciones tendientes a defender el interés obrero dentro del marco del proceso judicial.

Los gráficos se movilizaron, también, a la Casa de Gobierno de la Provincia donde lograron una entrevista con funcionarios con resultados idénticos a las anteriores: promesas vacías. Un día antes, una maniobra orquestada entre la burocracia y el ministerio de Trabajo de Correa pretendió desactivar la movilización con una provocación que fue conjurada por los delegados. Se trató de una reunión donde se intentó desconocer la representación de la Comisión Interna y en la cual la burocracia expresó de forma literal “no queremos continuidad productiva, no queremos más movilizaciones, festivales, ni asados, solo queremos cobrar las indemnizaciones”. Un llamado abierto a abandonar la lucha.

Los días pasaban y frente a la ausencia de una respuesta de parte de Kicillof, los gráficos resolvieron un corte en Puente Pueyrredón. Acompañados como siempre por las organizaciones solidarias tuvo un alto impacto mediático y moralizador sobre el conjunto de los trabajadores.

Todas estas acciones de lucha callejera incomodan a quienes pretenden manejar el proceso de quiebra a su antojo, y al gobernador de la Provincia que ya dejó en claro que no le interesa rescatar los puestos de trabajo, aún teniendo las herramientas para hacerlo. A medida que la exposición del planteo de continuidad productiva y el reclamo a Kicillof para que intervenga se difunde con mayor amplitud, recrudecen los ataques de la burocracia sindical gráfica,  del CFT (Corriente Federal de Trabajadores), hoy en el MFD (Movimiento Derecho al Futuro) kicillofista, a la ocupación.

El último episodio fue el ataque vandálico de un reducido grupo ligado a la Verde, quienes arrancaron todas las banderas del frente de la fábrica que ayudaban a visibilizar la lucha. Profirieron amenazas de todo tipo a los ocupantes de la planta y rompieron un televisor y otros elementos de uso diario. El mismo sector que descaradamente pidió a la sindicatura el desalojo de los trabajadores y que contrate seguridad privada en su lugar. El mismo que durante 5 meses se opuso a la continuidad productiva y milita por el abandono de la lucha. El basurero de la historia los espera. 

Pasados casi 6 meses del cierre de planta, la lucha por la continuidad productiva continúa con toda vitalidad a la par que los trabajadores siguen interviniendo en el proceso judicial defendiendo los intereses obreros.

El carácter político de la lucha

Hace mucho tiempo, Marx señaló que las relaciones de producción, a la vez que determinan las clases sociales, están determinadas por la propiedad de los medios de producción. La propiedad privada es lo que define al modo de producción capitalista, diferencia a la burguesía del proletariado y establece la condición primaria que permite al patrón apropiarse de la plusvalía extraída al trabajador. La ocupación golpea justo ahí, en el corazón del régimen. Trasciende lo meramente sindical más allá de la conciencia o no que de ello tengan los trabajadores que llevan la medida adelante. La ocupación como medida de lucha, en sus diferentes modalidades, es la medida políticamente más radicalizada de la clase obrera.

Por otro lado, para completar los elementos a tener en cuenta a los fines de abordar la ocupación de Morvillo es importante destacar la construcción del Partido en la fábrica durante más de 20 años. Se llegaron a sostener más de 40 suscripciones al periódico, aportes permanentes para las campañas financieras (con un pico de más de 70) y hasta dos círculos. En gran medida ese trabajo explica la organización clasista de Morvillo por más de dos décadas de lucha consecuente en la fábrica, en el gremio y en las calles. 

En la lucha revolucionaria es prioridad absoluta la batalla por arrancar a la clase obrera de la influencia de la burguesía. En ese sentido, Morvillo demuestra que la lucha estratégica por conquistar nuevas direcciones sindicales tiene en cada lugar de trabajo un desafío de primer orden y debe ser abordado con la mayor energía y profesionalismo. Esa tarea solo la puede llevar adelante un partido revolucionario y sus agrupaciones. La defensa de los intereses de los trabajadores antes que nada.

Temas relacionados:

Artículos relacionados