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A 90 años del asesinato en una sesión del Senado

El asesinato de Bordabehere y la crisis del 30

Incluyendo el uso político de la muerte de Gardel y la resistencia obrera a la década infame.

A 90 años del asesinato en una sesión del Senado

El asesinato de Bordabehere y la crisis del 30

Incluyendo el uso político de la muerte de Gardel y la resistencia obrera a la década infame.

El 1° de mayo de 1932, el gobierno de Agustín Pedro Justo firmó con el Reino Unido el pacto Roca-Runciman. Este acuerdo profundizó los lazos que ataban a la Argentina con el imperialismo británico. Este se encontraba en declive desde la Primera Guerra Mundial. El tratado garantizaba una cuota de exportación de carnes argentinas al mercado británico, favoreciendo principalmente a los grandes terratenientes asociados al poder y a los frigoríficos de capital inglés, excluyendo a una parte significativa de los ganaderos de las pampas. Estos sectores pronto manifestaron su descontento, lo que derivó en intensos debates parlamentarios en el Senado de la Nación durante 1934 y 1935. Lisandro de la Torre, senador por Santa Fe, fue el principal denunciante del “Pacto"; él era el verdadero destinatario del atentado que finalmente le costó la vida a su colaborador, Enzo Bordabehere. Los responsables intelectuales y miembros del gabinete no enfrentaron consecuencias legales, manteniéndose la tradición de impunidad institucional, en gran parte vigente hasta el día de hoy.

Un mes antes del asesinato de Enzo Bordabehere en el Senado, falleció Carlos Gardel en un accidente ocurrido en Colombia. La trágica muerte del “Zorzal Criollo” fue utilizada por el gobierno para distraer la atención sobre la barbarie del régimen infame. Profundamente afectado por el asesinato de su colaborador, Lisandro de la Torre finalizó sus días quitándose la vida, tras adoptar una postura más cercana al centro izquierda, criticando la persecución a los reclamos obreros y a los comunistas.

La crisis económica mundial de 1929-1930, produjo una fragmentación del mercado mundial (proteccionismo, etc.) y, contradictoriamente, impulsó un proceso de sustitución de importaciones en la Argentina. La crisis produjo una retracción de las exportaciones agropecuarias. Esto afectó al sector agropecuario del interior y generó una emigración de población aumentando la oferta de mano de obra para la naciente industria liviana en las ciudades de Buenos Aires, Rosario y Córdoba. Así crecía la clase obrera industrial que, siguiendo tradiciones anarquistas y socialistas, luchó por sus derechos laborales, mostrando también creciente simpatía hacia el Partido Comunista. Asimismo, durante este período comenzaron a organizarse grupos trotskistas, entre cuyos primeros exponentes estuvieron “Quebracho” Liborio Justo y el dirigente obrero Mateo Fossa.

La restauración conservadora y el convenio Roca-Runciman

El 6 de septiembre de 1930, José Félix Uriburu lideró el primer golpe de estado militar del siglo XX. El gobierno de Yrigoyen no fue derrocado por ser anti imperialista, más allá de algunos choques con los intereses yanquis, impulsados por el imperialismo británico. Tampoco por defender los intereses de los trabajadores: los radicales, igual que los conservadores, mostraron que no les temblaba el pulso para fusilar a cientos de obreros (Patagonia Trágica, etc.), si lo consideraban necesario. Pero la crisis económica mundial convenció a la burguesía argentina que el tiempo de los radicales había terminado, era necesario descargar la crisis en las espaldas de los trabajadores y para eso precisaban un gobierno que no tuviera que coquetear con las masas para ganar votos. Los votos serían “reemplazados” por una dictadura golpista primero y por el llamado “fraude patriótico” después. El régimen de Uriburu, con intenciones fascistas tuvo un éxito efímero, la burguesía se lo sacó de encima cuando la violencia política que utilizaba contra las masas la utilizó contra esa misma burguesía. En su reemplazo, encabezando la Concordancia, fue puesto Agustín P. Justo, un liberal conservador, que fue ministro de Alvear (Radical Conservador) y con buena relación con  sectores oligárquicos de la Sociedad Rural.

La recesión en el mercado mundial que se profundizó en los años posteriores al crack de 1929, junto a la escasez de importaciones, hizo que la burguesía buscara ganancias en una industria liviana, campo que los capitales británicos no pudieron ocupar, al calor de la crisis. Esta se llevó adelante, en muchas ocasiones, en asociaciones con el capital yanqui, aumentando su injerencia en nuestras tierras. “En agosto de 1932, se firmó el tratado de Ottawa, Inglaterra cerraba su comercio al Commonwealth, que era una especie de mercado protegido imperial, compuesto únicamente por sus colonias o ex colonias” (El pacto Roca Runciman, revista En Defensa del Marxismo, Leo Furman, mayo 2025), -siguiendo la tendencia imperialista a crear mundialmente bloques cerrados- contra Argentina que era un país políticamente formalmente independiente, pero dependiente económica y financieramente del imperialismo, el británico en primer lugar, (Lenin así caracterizó a la Argentina en su célebre tratado sobre “El Imperialismo, fase superior del capitalismo”). La burguesía agraria entró en pánico y el gobierno mandó una delegación a Inglaterra que volvió con el humillante convenio conocido como el tratado Roca-Runciman.

Con cláusulas  como la garantía de cuotas de exportación de carne no menores a 390.000 toneladas, a un precio menor de su valor comercial. El 85% de las cuales debían ser procesadas por frigoríficos extranjeros, y mantener libre de aranceles todas las exportaciones británicas hacia la Argentina (como el carbón, etc.). Además, Argentina asumió una deuda de 13 millones de pesos destinada a financiar la quiebra de empresas británicas en el país. Asimismo, las compras de maquinaria y la prioridad en obras públicas fueron otorgadas a empresas británicas. Las ataduras económicas y políticas al imperialismo inglés sancionadas por el pacto Roca-Runciman crearon una situación contradictoria, ya que mientras el imperialismo inglés declinaba, Argentina ligaba su destino a esta potencia. Durante este período, otros países de América Latina debilitaban sus vínculos con Gran Bretaña, pero Argentina encadenó su destino a un barco que se hundía.

Asesinato en el senado

El régimen de la Concordancia, encabezado por Justo, se mantuvo en el poder con la política del fraude supuestamente “patriótico”. Para esto montaron un aparato, sobre todo en la provincia de Buenos Aires, de matones a sueldo de la peor calaña. Todo esto para impedir el triunfo de las luchas obreras y la victoria electoral de los radicales dirigidos por Alvear, pero que tenía en sus filas jóvenes nacionalistas como los del grupo “Forja" y que seguía siendo el partido más popular. En este cuadro aparece la denuncia de Lisandro de la Torre en el Senado. “El 8 de septiembre de 1934, De la Torre sostenía en el parlamento: el ministro de agricultura argentino, señor Duhau, parece el ministro de algunos de los dominios británicos. El ministro sabe perfectamente que los frigoríficos constituyen un monopolio escandaloso; el ministro sabe también que realizan ganancias ilícitas… Aceptan que Inglaterra sea dueña de mantener un monopolio sobre la exportación del 85 por ciento de la carne argentina, eligiendo ella los importadores, condición esta última, que no se ha atrevido a imponer ni a sus propios dominios” (Asesinato en el Senado, Prensa Obrera 22/7/20).

El congreso, por presión de la oposición, creó una Comisión Investigadora en esos meses de 1934 que se encontró con todo tipo de trabas. Como la negativa de las empresas británicas a abrir su contabilidad, “hasta la orden impartida por el ministro Luis Duhau, a la Dirección General de Rentas de no brindar colaboración a los investigadores. Los ingleses estaban habituados a la impunidad más absoluta, así que decidieron no tomar muy en serio las denuncias de De la Torre” (El Historiador, Felipe Pigna). Pero esto no les impidió contratar a abogados caros con muy buenos contactos, como Horacio Beccar Varela. El conocido socialista Alfredo Palacios, había recibido la información (de parte de trabajadores) de que los Frigoríficos Anglo guardaban documentos contables en un barco inglés anclado en el puerto de Buenos Aires. Palacios de inmediato le pasó el dato a De la Torre. Quien con la ayuda de la Prefectura, y a los empujones contra ejecutivos de la empresa, lograron ingresar al barco y encontrar en sus bodegas lo que buscaban.

El informe fue presentado en el Senado de la Nación el 27 de mayo de 1935 y establecía que existía un total monopolio del comercio de las carnes por parte de los frigoríficos ingleses y estadounidenses. Con las pruebas en la mano, Lisandro de la Torre profundizó sus denuncias. El Senador puso de manifiesto que el pacto Roca-Runciman benefició a un pequeño grupo, ligado al gobierno, de criadores y a unos pocos frigoríficos extranjeros. Pero perjudicó notablemente a miles de pequeños y medianos productores agropecuarios y los frigoríficos de capital nacional. De La Torre planteaba en el senado “Si en Estados Unidos, en Australia o en África del Sur, empresas extranjeras monopolizaran el comercio de carnes en esta forma, y despojaran a los productores de la mayor parte del fruto de su trabajo, creo, sin temor de exagerar, que verían muy pronto sus establecimientos destruidos” (ídem anterior). El episodio era presentado en la prensa como un “gran debate”, cuando en realidad mostraba toda la podredumbre de los gobiernos de la década infame. Cuando fueron interpelados en el parlamento el ministro Duhau y el ministro de Hacienda Pinedo, defendieron el acuerdo y avalaron su accionar bajo el concepto del secreto comercial. 

En estas sesiones las cosas fueron subiendo de tono, los ministros amenazaban a De La Torre mientras este, los invitaba a batirse a duelo. El 23 de julio de 1935, los ministros ingresaron a la sesión del Senado, con una patota con la intención de llevar adelante las amenazas contra De La Torre. En medio de otro debate acalorado, Duhau agredió físicamente a De la Torre, arrojándolo al piso y escapando del recinto posteriormente de forma cobarde. En medio del tumulto el ex comisario Valdez Cora (integrante de la patota) realizó una serie de disparos tratando de impactar a De La Torre. Pero Enzo Bordabehere, que se percató de lo que estaba aconteciendo, se interpuso recibiendo los disparos que iban para su líder político, lo cual provocó su fallecimiento casi de inmediato. 

El agresor comenzó a correr por los laberínticos pasillos del Congreso y entró a la sala de taquígrafos, donde pudo ser detenido por un agente policial que lo perseguía de cerca. La policía, que dejó ingresar a la patota, rápidamente informó que se llamaba Ramón Valdez Cora. Que tenía 42 años y que era un ex comisario conocido por torturador en Vicente López, con múltiples procesos por estafas, falsificación de documentos y extorsiones a prostitutas. Era afiliado al Partido Demócrata conservador (líder de la Concordancia) y hombre de confianza del ministro de Agricultura, Luis Duhau. Se declaró culpable y defendió la increíble teoría de que obró por su cuenta, producto de la ofuscación del momento. Los ministros que planearon y posibilitaron el asesinato en el medio del Senado de la Nación, gozaron de absoluta impunidad.

Utilización de la muerte de Carlos Gardel para tapar el asesinato en el Senado

Un mes antes del asesinato en el Senado, el 24 de junio de 1935, murió en Medellín, Colombia, Carlos Gardel. El cantante de tango más importante de todos los tiempos, falleció joven en lo más alto de su carrera. Fue en un confuso episodio, un choque con otro aeroplano que terminó destruyendo ambas naves. La justicia colombiana determinó que la nave de Gardel fue embestida por un fuerte viento de costado que hizo que se despistara en el momento que intentaba despegar e impactara contra el otro aeroplano que esperaba su turno. 

Helvio Botana, hijo del ministro en funciones en el gobierno de Justo, relata en sus memorias, en un libro publicado en 1977, las siguientes confesiones: “Fue así que a ocultas, sabia y tenazmente, aceleraron el culto a Gardel y desviaron la mirada de la opinión pública. El Estado puso su parte, el diario Crítica lo suyo. Se demoró ex profeso la vuelta de sus restos durante meses, buscando que la apoteosis tapara lo que por razones de Estado se debía olvidar” (El Historiador). Por su parte Rosendo Fraga, señala en una nota en La Nación: “El estudio de las primeras planas de los ejemplares de Crítica durante el segundo semestre de 1935 muestran cómo un mes después de la muerte de Gardel comienza a crecer la expectativa por la llegada de sus restos y a difundirse con gran espacio los homenajes y repercusiones en el exterior”. Este tipo de maniobras, eran un juego de niños para personajes como el general Justo y Natalio Botana. “Ambos percibieron en los años 30, antes del surgimiento de Perón, la poderosa eficacia de la utilización de los medios de comunicación masivos con fines políticos” (ídem anterior). 

Para lograr este operativo de distracción, el gobierno de Justo tomó las riendas de la repatriación del cadáver. El 17 de diciembre de 1935 se exhumó el cadáver, a pesar que la ley local impedía exhumar un cuerpo hasta cuatro años después de su muerte. Pasaron por Nueva York donde, el 17 de enero de 1936, fue velado en el Barrio Latino, después por Montevideo donde, el 4 de febrero, también se le realizó un velatorio importante. El 5 de febrero los restos de Gardel volvieron a su Buenos Aires querido y se utilizó el Luna Park para realizar un velatorio final sin escatimar gastos. El 6 de febrero, los restos de “Carlitos” llegaron al cementerio de la Chacarita acompañados de una multitud de 80.000 personas. Para ser honor a la verdad, Gardel no necesitaba de ningún operativo para ser despedido como un grande. Ya que, su notable irrupción en los años 20-30 dotaron al tango y su persona de un gran reconocimiento internacional. Pero el gobierno utilizó esta enorme tragedia para correr de la “agenda mediática” los brutales hechos acontecidos en el Senado.

Lisandro de la Torre y los intereses que defendía

Lisandro nació en 1868 en la ciudad de Rosario. En 1890 se recibió de abogado y participó de la “Revolución del Parque". La misma no fue una revolución obrera, sino de patrones que defendían su propiedad de la tierra, frente a las intenciones del imperialismo inglés de remate para cobrarse la deuda argentina, que el año anterior había entrado en default. Como hombre de los terratenientes de Santa Fe conforma la Liga del Sur, con el objetivo de defender la distribución de las ganancias -en esta etapa agro exportadora- entre todos los ganaderos. “En 1914 forma el Partido Demócrata Progresista con distintos sectores del Partido Conservador, generando una relación cercana, no sólo con los sectores de Santa Fe, sino con distintos sectores de la oligarquía porteña, ganando el prestigio y los halagos de la prensa burguesa” (Prensa Obrera 22-7-20).

Apoyó el golpe a Yrigoyen en 1930, “llegando incluso a recibir finalmente la propuesta por parte de Uriburu de encabezar la fórmula presidencial”, algo que De la Torre rechazó y encabezó la lista opositora“ (ídem anterior). (Igual que Bordabehere que realizó en Rosario un acto de apoyo al gobierno golpista). Lejos de denunciar la persecución llevada adelante por parte del régimen hacia los militantes radicales, así como también al conjunto de dirigentes sindicales y activistas obreros, la oposición de De la Torre al régimen se limitaba al perjuicio que estaban sufriendo los criadores del interior frente a la cuota de carne impuesta por la crisis de Wall Street y el posterior pacto Roca-Runciman, cuyo monopolio estaba constituido por el acuerdo entre la Sociedad Rural y los frigoríficos británicos”. Fue un vocero de un sector de la clase capitalista en el marco de un choque inter burgués agravado por la crisis, indicando una tendencia inicial a un cambio de frente por parte de un sector de la burguesía nacional. 

Antes de colocar a De la Torre en el campo de la “defensa de la soberanía nacional”, o como “el fiscal de la patria”, “hay que recordar el papel jugado por él mismo en los años previos a la crisis de Wall Street, donde lejos estuvo de denunciar la relación semicolonial existente entre la Argentina y el Reino Unido, lo que le hizo ganarse el respeto del conjunto de la oligarquía argentina, como a participar también, en común con ella del golpe a Yrigoyen en 1930” (ídem anterior). La propuesta de convertir al Estado en un factor central de la exportación de carne era una medida burguesa, que un tiempo después, los propios asesinos de Bordabehere llevaron adelante en los advenimientos del nacionalismo burgués para defender la tasa de ganancia de la patronal nativa. Pinedo no solo es conocido por los vergonzosos episodios en el Senado, fue el autor de un Plan Nacional de Desarrollo en 1940 que en sus enunciados iba más a fondo que, incluso, las políticas que terminó impulsando, más tarde, el mismo General Perón. 

La indignación que le provoco el asesinato de Bordabehere a Lisandro de la Torre, lo fue  llevando primero a un giro hacia el centro izquierda y después a la desmoralización política. A pesar de ser crítico de la Unión Soviética stalinista, llegó a plantear que valoraba positivamente la implantación de una sociedad sin clases sociales, pero… repudiaba la revolución como método para obtener esa igualdad social. No planteaba cómo llegar a esa instancia: consideraba que debería ser el modelo hacia donde tenía que evolucionar la humanidad. Participó del acto del Primero de Mayo de 1936 junto a la CGT de la calle Independencia, el Partido Comunista, el Partido Socialista y el Radical Arturo Frondizi. Un acto del Frente Popular al que giraron los stalinistas, entregando políticamente el gran potencial del ascenso obrero. Llegaban a esto luego de varios años de ultrismo izquierdista (denominado internacionalmente, por Trotsky, como la política del “tercer período”). Al mismo concurrieron 100.000 personas y fue una de las primeras intentonas de la tristemente célebre (ultra gorila) Unión Democrática. Se opuso tenazmente a la ley anti comunista que impulsaba el oficialismo. Dirá entonces: "El peligro comunista es un pretexto, es el ropaje con que se visten los que saben que no pueden contar con las fuerzas populares para conservar el gobierno y se agarran del anticomunismo como una tabla de salvación”. En el año 1937 renunció a la banca en el senado, “desde entonces resultaron muy escasas sus apariciones públicas, ocupando la tribuna sólo como conferencista, y acercándose cada vez más a ideas de centro izquierda”. Pero la imposibilidad de conseguir justicia para su compañero asesinado, el aislamiento político y una fuerte depresión, lo llevaron a terminar con su vida en 1939.

Fue la clase obrera la que enfrentó la década infame

En 1935 las dos fuerzas predominantes en la central obrera, CGT, se enfrentan y se fractura la misma. En la CGT de la calle Independencia, en el sindicato ferroviario, se nuclean los socialistas y se integran los comunistas. El aumento numérico de la clase obrera, junto a las dificultades económicas producto de la crisis económica eterna, fueron allanando el camino para un ascenso en las luchas obreras. A pesar de la represión imperante, en diciembre del 35 y en enero del 36, una huelga general victoriosa paralizó por varios días la capital argentina. Esta combatividad de la clase obrera fue irradiando en otras clases oprimidas y se llevaron adelante huelgas agrarias y pronunciamientos anti imperialistas de los sectores estudiantiles. “Las fuerzas dirigentes del movimiento obrero (Partido Socialista y Partido Comunista) se oponían al gobierno de Justo, no por una perspectiva antiimperialista, sino por colaboración de clases. En un seguidismo a la burguesía nacional, supuestamente democrática y progresista, cuya representación se le atribuía a la UCR” (Internacionalismo número III, agosto de 1981, Historia del Trotskismo en la Argentina. Primera parte).

Hasta 1933, el Partido Comunista (la Tercera Internacional regimentada por el stalinismo) había seguido una línea “antiimperialista”, especialmente antiyanqui. Pero el triunfo de Hitler en Alemania provocó que los burócratas del Kremlin, en 1934 cambiarán nuevamente de orientación, pegando un viraje hacia el imperialismo supuestamente “democrático”. Se levantó internacionalmente la consigna del Frente Popular, subordinando los destinos de la clase obrera al imperialismo anglo yanqui, que al mismo tiempo apostaba a que los nazis fueran a guerra contra la URSS y la aplastaran de forma definitiva. El stalinismo inicia su política de Frente Popular también en la Argentina, para comenzar una adaptación que va a terminar en un frente con los yanquis.

Por otro lado, quedó la CGT de calle Catamarca, ubicada en el Sindicato de Telefónicos, donde se nucleaba la corriente de los “sindicalistas”. Este sector de notable influencia en la década del 20, al igual que los anarquistas, irá perdiendo influencia en los próximos años. Y se irá burocratizando y entrelazando con los aparatos del Estado.

Quebracho

El 30 de noviembre de 1936 llegaba al país Franklin Delano Roosevelt, presidente norteamericano desde 1933. El autor del “nuevo rumbo”, con su política keynesiana, arribaba al país en el marco de una gira por Latinoamérica. Cuando se disponía a empezar su discurso en ese Congreso manchado de sangre con el asesinato de Bordabehere un año antes, un grito desde una bandeja del recinto se escucho claramente: “¡Abajo el imperialismo!” El norteamericano, con su mano derecha, hizo el típico gesto de calma, mientras que el Presidente argentino que se encontraba al lado, murmuró tomándose el rostro: "Este fue Liborio" (Reportaje a Liborio Justo en 1984). Se trataba del hijo mayor del mandatario argentino, Liborio Justo “Quebracho”, un pionero del trotskismo en Argentina. Aunque no estaba de acuerdo con el stalinismo, fue simpatizante del PC porque quería organizarse y no sabía dónde. Cuando comprobó que el PC no repudiaba la presencia del presidente imperialista por formar parte del campo aliado al “imperialismo democrático”, decidió actuar por su propia cuenta.  Consiguió  la entrada por parte de su madre con la cual mantenía una buena relación. Su objetivo era gritar primero en castellano y luego en inglés, pero cuando se disponía a dar el segundo grito más de veinte policías lo sacaron de inmediato del recinto. Luego de estar detenido algunas horas, fue liberado -debido a ser el hijo del Presidente de la Nación- pero exiliado unos meses a La Pampa.  

“Quebracho”, este pintoresco personaje después de hacerse conocido, se dispuso a ajustar cuentas con sus antiguos aliados del PC. En un texto publicado a fines del 36 en la revista Claridad, dice: “Stalin y sus epígonos han momificado el pensamiento de Lenin lo mismo que su cadáver, no consideran que hoy sólo el proletariado puede hacer la revolución democrático-burguesa, transformándola luego en socialista. Suponer que la burguesía pueda hoy hacer alguna revolución cuando está en pleno periodo reaccionario y decadente, es ridículo”. Se declaró trotskista y trató de formar una organización única de trotskistas en Argentina. Para esto se junto con la generación anterior de principios de los 30, según sus propias palabras: “El principal era Antonio Gallo. También estaban Pedro Milesi y Héctor Raurich, que era el ideólogo” (ídem anterior). Después también realizó algunas experiencias con Mateo Fossa, Abelardo Ramos, Posadas y Nahuel Moreno.

Mateo Fossa, dirigente del gremio de la madera, fue uno de los líderes de la huelga general victoriosa del 35-36. Fossa se entrevistó en su casa de Coyoacán (México) en tres oportunidades con el mismísimo León Trotsky. En una de estas ocasiones, el líder de octubre, le preguntó por Liborio Justo, quien había comenzado a desplegar una gran actividad política por esos años.  “Probablemente su personalidad correspondiera más que ninguna otra en Argentina a la del militante tipo de la IV, descrito por Trotsky: -la IV ha reagrupado elementos valientes a quienes no les gusta ir a favor de la corriente… gente inteligente que tiene mal carácter, siempre indisciplinados… pero siempre más o menos ‘out-siders’, separados de la corriente general del movimiento obrero. Su gran valor tiene evidentemente su lado negativo, porque a quien nada contra la corriente les cuesta estar ligado a las masa” (ídem anterior). Liborio “Quebracho” Justo, defendió la consigna “de la liberación nacional” pero no se fue con el peronismo, tampoco con los gorilas. Realizó unas peculiares críticas contra Trotsky y se recluyó a escribir en el Litoral. Produjo una extensa obra como historiador, antes como fotógrafo (secuela de fotos de la gran crisis del 30 en Estados Unidos, etc.). Vivió hasta el 2003, en sus últimas décadas simpatizaba con el Partido Obrero y el MAS. Preguntado en un reportaje (El Historiador, Felipe Pigna) sobre la perspectiva de desarrollo de la izquierda en la Argentina, señaló con vehemencia: “En cambio el Partido Obrero está haciendo una obra muy buena, pero los dirigentes no están capacitados para pasar a etapas superiores; se necesita algo más que saber cómo hacer una huelga o trabajar en un sindicato”. Durante los 80-90, pasaba todos los jueves por el local del PO de Ayacucho 448, a buscar su Prensa Obrera. Con 99 años de edad, participó en las movilizaciones del “argentinazo”, solo la muerte pudo apagar su fuego revolucionario.

Los infames de hoy

La “década infame” terminó hace mucho tiempo, pero los infames liberales volvieron. La crisis económica mundial acentúa los choques entre diferentes sectores patronales. Con fracciones abiertamente pro imperialistas y otras, también, pero con algunas reivindicaciones nacionalistas burguesas que expresa una disconformidad en el reparto de la plusvalía. Mientras tanto, la pauperización de la clase obrera y de todos los trabajadores sigue avanzando. A pesar de sus desacuerdos, el conjunto de la burguesía coincide en medidas que hagan retroceder a los trabajadores –por detrás de la década infame- en sus condiciones de vida, haciéndolos pagar la crisis.

Pero algo está cambiando: el régimen económico de Milei está hundiendo la “macroeconomía” y llevando a la desesperación a los trabajadores. Con salarios y jubilaciones de hambre, con la destrucción de la salud y la educación públicas y con una inflación que no se detiene. También son perjudicados los casi extintos sectores medios que sobreviven liquidando sus ahorros históricos. Todo esto para asegurar la tasa de ganancia de los especuladores (extranjeros y nacionales). Lo de Milei es un escándalo por donde se mire, al igual que los K, mete la mano en la lata para financiar su enriquecimiento personal y el de su casta.

El hundimiento del régimen proyecta nuevas rebeliones sociales que sacudirán el escenario político. Fuera Milei y su hermana (ladrones contra el pueblo trabajador): vamos con el Partido Obrero y el Frente de Izquierda en las calles y en las urnas.

El 1° de mayo de 1932, el gobierno de Agustín Pedro Justo firmó con el Reino Unido el pacto Roca-Runciman. Este acuerdo profundizó los lazos que ataban a la Argentina con el imperialismo británico. Este se encontraba en declive desde la Primera Guerra Mundial. El tratado garantizaba una cuota de exportación de carnes argentinas al mercado británico, favoreciendo principalmente a los grandes terratenientes asociados al poder y a los frigoríficos de capital inglés, excluyendo a una parte significativa de los ganaderos de las pampas. Estos sectores pronto manifestaron su descontento, lo que derivó en intensos debates parlamentarios en el Senado de la Nación durante 1934 y 1935. Lisandro de la Torre, senador por Santa Fe, fue el principal denunciante del “Pacto»; él era el verdadero destinatario del atentado que finalmente le costó la vida a su colaborador, Enzo Bordabehere. Los responsables intelectuales y miembros del gabinete no enfrentaron consecuencias legales, manteniéndose la tradición de impunidad institucional, en gran parte vigente hasta el día de hoy.

Un mes antes del asesinato de Enzo Bordabehere en el Senado, falleció Carlos Gardel en un accidente ocurrido en Colombia. La trágica muerte del “Zorzal Criollo” fue utilizada por el gobierno para distraer la atención sobre la barbarie del régimen infame. Profundamente afectado por el asesinato de su colaborador, Lisandro de la Torre finalizó sus días quitándose la vida, tras adoptar una postura más cercana al centro izquierda, criticando la persecución a los reclamos obreros y a los comunistas.

La crisis económica mundial de 1929-1930, produjo una fragmentación del mercado mundial (proteccionismo, etc.) y, contradictoriamente, impulsó un proceso de sustitución de importaciones en la Argentina. La crisis produjo una retracción de las exportaciones agropecuarias. Esto afectó al sector agropecuario del interior y generó una emigración de población aumentando la oferta de mano de obra para la naciente industria liviana en las ciudades de Buenos Aires, Rosario y Córdoba. Así crecía la clase obrera industrial que, siguiendo tradiciones anarquistas y socialistas, luchó por sus derechos laborales, mostrando también creciente simpatía hacia el Partido Comunista. Asimismo, durante este período comenzaron a organizarse grupos trotskistas, entre cuyos primeros exponentes estuvieron “Quebracho” Liborio Justo y el dirigente obrero Mateo Fossa.

La restauración conservadora y el convenio Roca-Runciman

El 6 de septiembre de 1930, José Félix Uriburu lideró el primer golpe de estado militar del siglo XX. El gobierno de Yrigoyen no fue derrocado por ser anti imperialista, más allá de algunos choques con los intereses yanquis, impulsados por el imperialismo británico. Tampoco por defender los intereses de los trabajadores: los radicales, igual que los conservadores, mostraron que no les temblaba el pulso para fusilar a cientos de obreros (Patagonia Trágica, etc.), si lo consideraban necesario. Pero la crisis económica mundial convenció a la burguesía argentina que el tiempo de los radicales había terminado, era necesario descargar la crisis en las espaldas de los trabajadores y para eso precisaban un gobierno que no tuviera que coquetear con las masas para ganar votos. Los votos serían “reemplazados” por una dictadura golpista primero y por el llamado “fraude patriótico” después. El régimen de Uriburu, con intenciones fascistas tuvo un éxito efímero, la burguesía se lo sacó de encima cuando la violencia política que utilizaba contra las masas la utilizó contra esa misma burguesía. En su reemplazo, encabezando la Concordancia, fue puesto Agustín P. Justo, un liberal conservador, que fue ministro de Alvear (Radical Conservador) y con buena relación con  sectores oligárquicos de la Sociedad Rural.

La recesión en el mercado mundial que se profundizó en los años posteriores al crack de 1929, junto a la escasez de importaciones, hizo que la burguesía buscara ganancias en una industria liviana, campo que los capitales británicos no pudieron ocupar, al calor de la crisis. Esta se llevó adelante, en muchas ocasiones, en asociaciones con el capital yanqui, aumentando su injerencia en nuestras tierras. “En agosto de 1932, se firmó el tratado de Ottawa, Inglaterra cerraba su comercio al Commonwealth, que era una especie de mercado protegido imperial, compuesto únicamente por sus colonias o ex colonias” (El pacto Roca Runciman, revista En Defensa del Marxismo, Leo Furman, mayo 2025), -siguiendo la tendencia imperialista a crear mundialmente bloques cerrados- contra Argentina que era un país políticamente formalmente independiente, pero dependiente económica y financieramente del imperialismo, el británico en primer lugar, (Lenin así caracterizó a la Argentina en su célebre tratado sobre “El Imperialismo, fase superior del capitalismo”). La burguesía agraria entró en pánico y el gobierno mandó una delegación a Inglaterra que volvió con el humillante convenio conocido como el tratado Roca-Runciman.

Con cláusulas  como la garantía de cuotas de exportación de carne no menores a 390.000 toneladas, a un precio menor de su valor comercial. El 85% de las cuales debían ser procesadas por frigoríficos extranjeros, y mantener libre de aranceles todas las exportaciones británicas hacia la Argentina (como el carbón, etc.). Además, Argentina asumió una deuda de 13 millones de pesos destinada a financiar la quiebra de empresas británicas en el país. Asimismo, las compras de maquinaria y la prioridad en obras públicas fueron otorgadas a empresas británicas. Las ataduras económicas y políticas al imperialismo inglés sancionadas por el pacto Roca-Runciman crearon una situación contradictoria, ya que mientras el imperialismo inglés declinaba, Argentina ligaba su destino a esta potencia. Durante este período, otros países de América Latina debilitaban sus vínculos con Gran Bretaña, pero Argentina encadenó su destino a un barco que se hundía.

Asesinato en el senado

El régimen de la Concordancia, encabezado por Justo, se mantuvo en el poder con la política del fraude supuestamente “patriótico”. Para esto montaron un aparato, sobre todo en la provincia de Buenos Aires, de matones a sueldo de la peor calaña. Todo esto para impedir el triunfo de las luchas obreras y la victoria electoral de los radicales dirigidos por Alvear, pero que tenía en sus filas jóvenes nacionalistas como los del grupo “Forja» y que seguía siendo el partido más popular. En este cuadro aparece la denuncia de Lisandro de la Torre en el Senado. “El 8 de septiembre de 1934, De la Torre sostenía en el parlamento: el ministro de agricultura argentino, señor Duhau, parece el ministro de algunos de los dominios británicos. El ministro sabe perfectamente que los frigoríficos constituyen un monopolio escandaloso; el ministro sabe también que realizan ganancias ilícitas… Aceptan que Inglaterra sea dueña de mantener un monopolio sobre la exportación del 85 por ciento de la carne argentina, eligiendo ella los importadores, condición esta última, que no se ha atrevido a imponer ni a sus propios dominios” (Asesinato en el Senado, Prensa Obrera 22/7/20).

El congreso, por presión de la oposición, creó una Comisión Investigadora en esos meses de 1934 que se encontró con todo tipo de trabas. Como la negativa de las empresas británicas a abrir su contabilidad, “hasta la orden impartida por el ministro Luis Duhau, a la Dirección General de Rentas de no brindar colaboración a los investigadores. Los ingleses estaban habituados a la impunidad más absoluta, así que decidieron no tomar muy en serio las denuncias de De la Torre” (El Historiador, Felipe Pigna). Pero esto no les impidió contratar a abogados caros con muy buenos contactos, como Horacio Beccar Varela. El conocido socialista Alfredo Palacios, había recibido la información (de parte de trabajadores) de que los Frigoríficos Anglo guardaban documentos contables en un barco inglés anclado en el puerto de Buenos Aires. Palacios de inmediato le pasó el dato a De la Torre. Quien con la ayuda de la Prefectura, y a los empujones contra ejecutivos de la empresa, lograron ingresar al barco y encontrar en sus bodegas lo que buscaban.

El informe fue presentado en el Senado de la Nación el 27 de mayo de 1935 y establecía que existía un total monopolio del comercio de las carnes por parte de los frigoríficos ingleses y estadounidenses. Con las pruebas en la mano, Lisandro de la Torre profundizó sus denuncias. El Senador puso de manifiesto que el pacto Roca-Runciman benefició a un pequeño grupo, ligado al gobierno, de criadores y a unos pocos frigoríficos extranjeros. Pero perjudicó notablemente a miles de pequeños y medianos productores agropecuarios y los frigoríficos de capital nacional. De La Torre planteaba en el senado “Si en Estados Unidos, en Australia o en África del Sur, empresas extranjeras monopolizaran el comercio de carnes en esta forma, y despojaran a los productores de la mayor parte del fruto de su trabajo, creo, sin temor de exagerar, que verían muy pronto sus establecimientos destruidos” (ídem anterior). El episodio era presentado en la prensa como un “gran debate”, cuando en realidad mostraba toda la podredumbre de los gobiernos de la década infame. Cuando fueron interpelados en el parlamento el ministro Duhau y el ministro de Hacienda Pinedo, defendieron el acuerdo y avalaron su accionar bajo el concepto del secreto comercial. 

En estas sesiones las cosas fueron subiendo de tono, los ministros amenazaban a De La Torre mientras este, los invitaba a batirse a duelo. El 23 de julio de 1935, los ministros ingresaron a la sesión del Senado, con una patota con la intención de llevar adelante las amenazas contra De La Torre. En medio de otro debate acalorado, Duhau agredió físicamente a De la Torre, arrojándolo al piso y escapando del recinto posteriormente de forma cobarde. En medio del tumulto el ex comisario Valdez Cora (integrante de la patota) realizó una serie de disparos tratando de impactar a De La Torre. Pero Enzo Bordabehere, que se percató de lo que estaba aconteciendo, se interpuso recibiendo los disparos que iban para su líder político, lo cual provocó su fallecimiento casi de inmediato. 

El agresor comenzó a correr por los laberínticos pasillos del Congreso y entró a la sala de taquígrafos, donde pudo ser detenido por un agente policial que lo perseguía de cerca. La policía, que dejó ingresar a la patota, rápidamente informó que se llamaba Ramón Valdez Cora. Que tenía 42 años y que era un ex comisario conocido por torturador en Vicente López, con múltiples procesos por estafas, falsificación de documentos y extorsiones a prostitutas. Era afiliado al Partido Demócrata conservador (líder de la Concordancia) y hombre de confianza del ministro de Agricultura, Luis Duhau. Se declaró culpable y defendió la increíble teoría de que obró por su cuenta, producto de la ofuscación del momento. Los ministros que planearon y posibilitaron el asesinato en el medio del Senado de la Nación, gozaron de absoluta impunidad.

Utilización de la muerte de Carlos Gardel para tapar el asesinato en el Senado

Un mes antes del asesinato en el Senado, el 24 de junio de 1935, murió en Medellín, Colombia, Carlos Gardel. El cantante de tango más importante de todos los tiempos, falleció joven en lo más alto de su carrera. Fue en un confuso episodio, un choque con otro aeroplano que terminó destruyendo ambas naves. La justicia colombiana determinó que la nave de Gardel fue embestida por un fuerte viento de costado que hizo que se despistara en el momento que intentaba despegar e impactara contra el otro aeroplano que esperaba su turno. 

Helvio Botana, hijo del ministro en funciones en el gobierno de Justo, relata en sus memorias, en un libro publicado en 1977, las siguientes confesiones: “Fue así que a ocultas, sabia y tenazmente, aceleraron el culto a Gardel y desviaron la mirada de la opinión pública. El Estado puso su parte, el diario Crítica lo suyo. Se demoró ex profeso la vuelta de sus restos durante meses, buscando que la apoteosis tapara lo que por razones de Estado se debía olvidar” (El Historiador). Por su parte Rosendo Fraga, señala en una nota en La Nación: “El estudio de las primeras planas de los ejemplares de Crítica durante el segundo semestre de 1935 muestran cómo un mes después de la muerte de Gardel comienza a crecer la expectativa por la llegada de sus restos y a difundirse con gran espacio los homenajes y repercusiones en el exterior”. Este tipo de maniobras, eran un juego de niños para personajes como el general Justo y Natalio Botana. “Ambos percibieron en los años 30, antes del surgimiento de Perón, la poderosa eficacia de la utilización de los medios de comunicación masivos con fines políticos” (ídem anterior). 

Para lograr este operativo de distracción, el gobierno de Justo tomó las riendas de la repatriación del cadáver. El 17 de diciembre de 1935 se exhumó el cadáver, a pesar que la ley local impedía exhumar un cuerpo hasta cuatro años después de su muerte. Pasaron por Nueva York donde, el 17 de enero de 1936, fue velado en el Barrio Latino, después por Montevideo donde, el 4 de febrero, también se le realizó un velatorio importante. El 5 de febrero los restos de Gardel volvieron a su Buenos Aires querido y se utilizó el Luna Park para realizar un velatorio final sin escatimar gastos. El 6 de febrero, los restos de “Carlitos” llegaron al cementerio de la Chacarita acompañados de una multitud de 80.000 personas. Para ser honor a la verdad, Gardel no necesitaba de ningún operativo para ser despedido como un grande. Ya que, su notable irrupción en los años 20-30 dotaron al tango y su persona de un gran reconocimiento internacional. Pero el gobierno utilizó esta enorme tragedia para correr de la “agenda mediática” los brutales hechos acontecidos en el Senado.

Lisandro de la Torre y los intereses que defendía

Lisandro nació en 1868 en la ciudad de Rosario. En 1890 se recibió de abogado y participó de la “Revolución del Parque». La misma no fue una revolución obrera, sino de patrones que defendían su propiedad de la tierra, frente a las intenciones del imperialismo inglés de remate para cobrarse la deuda argentina, que el año anterior había entrado en default. Como hombre de los terratenientes de Santa Fe conforma la Liga del Sur, con el objetivo de defender la distribución de las ganancias -en esta etapa agro exportadora- entre todos los ganaderos. “En 1914 forma el Partido Demócrata Progresista con distintos sectores del Partido Conservador, generando una relación cercana, no sólo con los sectores de Santa Fe, sino con distintos sectores de la oligarquía porteña, ganando el prestigio y los halagos de la prensa burguesa” (Prensa Obrera 22-7-20).

Apoyó el golpe a Yrigoyen en 1930, “llegando incluso a recibir finalmente la propuesta por parte de Uriburu de encabezar la fórmula presidencial”, algo que De la Torre rechazó y encabezó la lista opositora“ (ídem anterior). (Igual que Bordabehere que realizó en Rosario un acto de apoyo al gobierno golpista). Lejos de denunciar la persecución llevada adelante por parte del régimen hacia los militantes radicales, así como también al conjunto de dirigentes sindicales y activistas obreros, la oposición de De la Torre al régimen se limitaba al perjuicio que estaban sufriendo los criadores del interior frente a la cuota de carne impuesta por la crisis de Wall Street y el posterior pacto Roca-Runciman, cuyo monopolio estaba constituido por el acuerdo entre la Sociedad Rural y los frigoríficos británicos”. Fue un vocero de un sector de la clase capitalista en el marco de un choque inter burgués agravado por la crisis, indicando una tendencia inicial a un cambio de frente por parte de un sector de la burguesía nacional. 

Antes de colocar a De la Torre en el campo de la “defensa de la soberanía nacional”, o como “el fiscal de la patria”, “hay que recordar el papel jugado por él mismo en los años previos a la crisis de Wall Street, donde lejos estuvo de denunciar la relación semicolonial existente entre la Argentina y el Reino Unido, lo que le hizo ganarse el respeto del conjunto de la oligarquía argentina, como a participar también, en común con ella del golpe a Yrigoyen en 1930” (ídem anterior). La propuesta de convertir al Estado en un factor central de la exportación de carne era una medida burguesa, que un tiempo después, los propios asesinos de Bordabehere llevaron adelante en los advenimientos del nacionalismo burgués para defender la tasa de ganancia de la patronal nativa. Pinedo no solo es conocido por los vergonzosos episodios en el Senado, fue el autor de un Plan Nacional de Desarrollo en 1940 que en sus enunciados iba más a fondo que, incluso, las políticas que terminó impulsando, más tarde, el mismo General Perón. 

La indignación que le provoco el asesinato de Bordabehere a Lisandro de la Torre, lo fue  llevando primero a un giro hacia el centro izquierda y después a la desmoralización política. A pesar de ser crítico de la Unión Soviética stalinista, llegó a plantear que valoraba positivamente la implantación de una sociedad sin clases sociales, pero… repudiaba la revolución como método para obtener esa igualdad social. No planteaba cómo llegar a esa instancia: consideraba que debería ser el modelo hacia donde tenía que evolucionar la humanidad. Participó del acto del Primero de Mayo de 1936 junto a la CGT de la calle Independencia, el Partido Comunista, el Partido Socialista y el Radical Arturo Frondizi. Un acto del Frente Popular al que giraron los stalinistas, entregando políticamente el gran potencial del ascenso obrero. Llegaban a esto luego de varios años de ultrismo izquierdista (denominado internacionalmente, por Trotsky, como la política del “tercer período”). Al mismo concurrieron 100.000 personas y fue una de las primeras intentonas de la tristemente célebre (ultra gorila) Unión Democrática. Se opuso tenazmente a la ley anti comunista que impulsaba el oficialismo. Dirá entonces: «El peligro comunista es un pretexto, es el ropaje con que se visten los que saben que no pueden contar con las fuerzas populares para conservar el gobierno y se agarran del anticomunismo como una tabla de salvación”. En el año 1937 renunció a la banca en el senado, “desde entonces resultaron muy escasas sus apariciones públicas, ocupando la tribuna sólo como conferencista, y acercándose cada vez más a ideas de centro izquierda”. Pero la imposibilidad de conseguir justicia para su compañero asesinado, el aislamiento político y una fuerte depresión, lo llevaron a terminar con su vida en 1939.

Fue la clase obrera la que enfrentó la década infame

En 1935 las dos fuerzas predominantes en la central obrera, CGT, se enfrentan y se fractura la misma. En la CGT de la calle Independencia, en el sindicato ferroviario, se nuclean los socialistas y se integran los comunistas. El aumento numérico de la clase obrera, junto a las dificultades económicas producto de la crisis económica eterna, fueron allanando el camino para un ascenso en las luchas obreras. A pesar de la represión imperante, en diciembre del 35 y en enero del 36, una huelga general victoriosa paralizó por varios días la capital argentina. Esta combatividad de la clase obrera fue irradiando en otras clases oprimidas y se llevaron adelante huelgas agrarias y pronunciamientos anti imperialistas de los sectores estudiantiles. “Las fuerzas dirigentes del movimiento obrero (Partido Socialista y Partido Comunista) se oponían al gobierno de Justo, no por una perspectiva antiimperialista, sino por colaboración de clases. En un seguidismo a la burguesía nacional, supuestamente democrática y progresista, cuya representación se le atribuía a la UCR” (Internacionalismo número III, agosto de 1981, Historia del Trotskismo en la Argentina. Primera parte).

Hasta 1933, el Partido Comunista (la Tercera Internacional regimentada por el stalinismo) había seguido una línea “antiimperialista”, especialmente antiyanqui. Pero el triunfo de Hitler en Alemania provocó que los burócratas del Kremlin, en 1934 cambiarán nuevamente de orientación, pegando un viraje hacia el imperialismo supuestamente “democrático”. Se levantó internacionalmente la consigna del Frente Popular, subordinando los destinos de la clase obrera al imperialismo anglo yanqui, que al mismo tiempo apostaba a que los nazis fueran a guerra contra la URSS y la aplastaran de forma definitiva. El stalinismo inicia su política de Frente Popular también en la Argentina, para comenzar una adaptación que va a terminar en un frente con los yanquis.

Por otro lado, quedó la CGT de calle Catamarca, ubicada en el Sindicato de Telefónicos, donde se nucleaba la corriente de los “sindicalistas”. Este sector de notable influencia en la década del 20, al igual que los anarquistas, irá perdiendo influencia en los próximos años. Y se irá burocratizando y entrelazando con los aparatos del Estado.

Quebracho

El 30 de noviembre de 1936 llegaba al país Franklin Delano Roosevelt, presidente norteamericano desde 1933. El autor del “nuevo rumbo”, con su política keynesiana, arribaba al país en el marco de una gira por Latinoamérica. Cuando se disponía a empezar su discurso en ese Congreso manchado de sangre con el asesinato de Bordabehere un año antes, un grito desde una bandeja del recinto se escucho claramente: “¡Abajo el imperialismo!” El norteamericano, con su mano derecha, hizo el típico gesto de calma, mientras que el Presidente argentino que se encontraba al lado, murmuró tomándose el rostro: «Este fue Liborio» (Reportaje a Liborio Justo en 1984). Se trataba del hijo mayor del mandatario argentino, Liborio Justo “Quebracho”, un pionero del trotskismo en Argentina. Aunque no estaba de acuerdo con el stalinismo, fue simpatizante del PC porque quería organizarse y no sabía dónde. Cuando comprobó que el PC no repudiaba la presencia del presidente imperialista por formar parte del campo aliado al “imperialismo democrático”, decidió actuar por su propia cuenta.  Consiguió  la entrada por parte de su madre con la cual mantenía una buena relación. Su objetivo era gritar primero en castellano y luego en inglés, pero cuando se disponía a dar el segundo grito más de veinte policías lo sacaron de inmediato del recinto. Luego de estar detenido algunas horas, fue liberado -debido a ser el hijo del Presidente de la Nación- pero exiliado unos meses a La Pampa.  

“Quebracho”, este pintoresco personaje después de hacerse conocido, se dispuso a ajustar cuentas con sus antiguos aliados del PC. En un texto publicado a fines del 36 en la revista Claridad, dice: “Stalin y sus epígonos han momificado el pensamiento de Lenin lo mismo que su cadáver, no consideran que hoy sólo el proletariado puede hacer la revolución democrático-burguesa, transformándola luego en socialista. Suponer que la burguesía pueda hoy hacer alguna revolución cuando está en pleno periodo reaccionario y decadente, es ridículo”. Se declaró trotskista y trató de formar una organización única de trotskistas en Argentina. Para esto se junto con la generación anterior de principios de los 30, según sus propias palabras: “El principal era Antonio Gallo. También estaban Pedro Milesi y Héctor Raurich, que era el ideólogo” (ídem anterior). Después también realizó algunas experiencias con Mateo Fossa, Abelardo Ramos, Posadas y Nahuel Moreno.

Mateo Fossa, dirigente del gremio de la madera, fue uno de los líderes de la huelga general victoriosa del 35-36. Fossa se entrevistó en su casa de Coyoacán (México) en tres oportunidades con el mismísimo León Trotsky. En una de estas ocasiones, el líder de octubre, le preguntó por Liborio Justo, quien había comenzado a desplegar una gran actividad política por esos años.  “Probablemente su personalidad correspondiera más que ninguna otra en Argentina a la del militante tipo de la IV, descrito por Trotsky: -la IV ha reagrupado elementos valientes a quienes no les gusta ir a favor de la corriente… gente inteligente que tiene mal carácter, siempre indisciplinados… pero siempre más o menos ‘out-siders’, separados de la corriente general del movimiento obrero. Su gran valor tiene evidentemente su lado negativo, porque a quien nada contra la corriente les cuesta estar ligado a las masa” (ídem anterior). Liborio “Quebracho” Justo, defendió la consigna “de la liberación nacional” pero no se fue con el peronismo, tampoco con los gorilas. Realizó unas peculiares críticas contra Trotsky y se recluyó a escribir en el Litoral. Produjo una extensa obra como historiador, antes como fotógrafo (secuela de fotos de la gran crisis del 30 en Estados Unidos, etc.). Vivió hasta el 2003, en sus últimas décadas simpatizaba con el Partido Obrero y el MAS. Preguntado en un reportaje (El Historiador, Felipe Pigna) sobre la perspectiva de desarrollo de la izquierda en la Argentina, señaló con vehemencia: “En cambio el Partido Obrero está haciendo una obra muy buena, pero los dirigentes no están capacitados para pasar a etapas superiores; se necesita algo más que saber cómo hacer una huelga o trabajar en un sindicato”. Durante los 80-90, pasaba todos los jueves por el local del PO de Ayacucho 448, a buscar su Prensa Obrera. Con 99 años de edad, participó en las movilizaciones del “argentinazo”, solo la muerte pudo apagar su fuego revolucionario.

Los infames de hoy

La “década infame” terminó hace mucho tiempo, pero los infames liberales volvieron. La crisis económica mundial acentúa los choques entre diferentes sectores patronales. Con fracciones abiertamente pro imperialistas y otras, también, pero con algunas reivindicaciones nacionalistas burguesas que expresa una disconformidad en el reparto de la plusvalía. Mientras tanto, la pauperización de la clase obrera y de todos los trabajadores sigue avanzando. A pesar de sus desacuerdos, el conjunto de la burguesía coincide en medidas que hagan retroceder a los trabajadores –por detrás de la década infame- en sus condiciones de vida, haciéndolos pagar la crisis.

Pero algo está cambiando: el régimen económico de Milei está hundiendo la “macroeconomía” y llevando a la desesperación a los trabajadores. Con salarios y jubilaciones de hambre, con la destrucción de la salud y la educación públicas y con una inflación que no se detiene. También son perjudicados los casi extintos sectores medios que sobreviven liquidando sus ahorros históricos. Todo esto para asegurar la tasa de ganancia de los especuladores (extranjeros y nacionales). Lo de Milei es un escándalo por donde se mire, al igual que los K, mete la mano en la lata para financiar su enriquecimiento personal y el de su casta.

El hundimiento del régimen proyecta nuevas rebeliones sociales que sacudirán el escenario político. Fuera Milei y su hermana (ladrones contra el pueblo trabajador): vamos con el Partido Obrero y el Frente de Izquierda en las calles y en las urnas.

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