Con el discurrir de las semanas tras la cumbre de Trump y Putin en Alaska, ha quedado claro que lejos de llegar a un acuerdo para poner fin a las hostilidades, sobre la mesa está colocada la escalada de la guerra, pero también la posibilidad de que Ucrania colapse abriendo paso a un avance ruso hasta el río Dnieper.
En ese orden, las recientes declaraciones de Trump en el marco de su reunión con Zelensky en los márgenes de la Asamblea General de Naciones Unidas en New York, donde afirmó que nueva información del frente y de la economía rusa dan cuenta de que el régimen de Putin se encuentra en un serio aprieto, planteó que corresponde que Ucrania avance hacia recuperar la totalidad del territorio según las fronteras de 1991, e incluso que vaya más allá, como ocurrió con la fracasada invasión de las tropas de Kiev en el oblast ruso de Kursk.
Si bien en la reunión de Alaska, Trump se posicionó del lado de Rusia, respecto de que no apoyaría la exigencia de Ucrania y Europa tendiente a que el Kremlin se avenga a un alto al fuego incondicional para luego, eventualmente, avanzar en negociaciones de paz, y que, por el contrario, se inclinaba por un acuerdo de paz que aborde las causas profundas del conflicto, tal como lo plantea Putin, las presentes declaraciones parecieran dinamitar la perspectiva de un acuerdo de paz.
Del mismo modo, las declaraciones de Trump ceñidas a que Ucrania puede ganar con el apoyo europeo, sin mencionar una implicación norteamericana (ni tampoco sanciones, ni nuevos paquetes de asistencia militar), cada vez más comienzan a sembrar las dudas en Europa respecto a que “Trump se prepara para culparlos por la derrota de Ucrania” (Financial Times, 24/9).Funcionarios europeos, citados por FT, dicen que la última publicación de Trump afirmando que Kiev aún podría ganar la guerra, les impone una «tarea imposible». Según FT, creen que esto permite a Washington trasladar la responsabilidad a Europa si Ucrania colapsa o se queda sin dinero.
Sin embargo, más allá que ahora Trump diga que el ejército ruso es un “tigre de papel” (y de que ahora se haya arrepentido de decirlo), algo que los Estados europeos de la OTAN respaldan, porque Rusia “no logra avanzar” y como país supuestamente poderoso debería haber terminado la guerra “en tres días”, lo cierto es que fue su administración, junto a la parte europea y Ucrania, quienes vienen reclamando hace varios meses a Rusia que firme un cese al fuego incondicional, pero con garantías internacionales de seguridad para Ucrania.
Es que, como ya lo dijimos repetidas veces en Prensa Obrera y En Defensa del Marxismo (EDM), Ucrania y sus aliados europeos (y evidentemente Trump), reclaman el cese al fuego para ganar tiempo en el proceso de rearme y el reclutamiento del ejército de Kiev. Lo piden porqueUcrania se desmorona, como cuando se alcanzaron los acuerdos de Minsk en 2014 y 2015. Es que, en tres años y medio de guerra, la OTAN ya armó al menos 5 ejércitos ucranianos, no porque las tropas de Kiev hayan aumentado exponencialmente sus filas, sino porque los rusos los fueron destruyendo.
Justamente por ello, el Kremlin rechazó sistemáticamente el alto al fuego, porque, lejos de atender a un supuesto desgaste ruso, sería soltar la palanca de la iniciativa estratégica de la guerra. Entonces, la razón de la reunión de Alaska, y por lo tanto de la formalización de un proceso de negociaciones que evidentemente ya se venía produciendo por diplomacia secreta, obedeció a la precaria situación del frente para Ucrania. Si así no fuera, no habría base objetiva, no ya para que se den negociaciones, sino para que Ucrania y Europa pidan un alto al fuego.
Sucede que, como veremos más adelante, Rusia ya rompió las tres líneas de defensa de Ucrania Donetzk, porque sí, en rigor, la última línea también ya fue parcialmente quebrada. Sin embargo, como siempre he matizado en mis artículos, la cuestión para los rusos no está centrada en la conquista de territorio, sino en la guerra de desgaste tendiente a destruir al ejército ucraniano para, a partir de ello, generar un punto de quiebre cualitativo.
Es que, a pesar del avance lento de las Fuerzas Armadas de Rusia, “las pérdidas constantes de personal agotan al ejército ucraniano, que no puede reponerlos tan fácilmente como Rusia con su población mucho mayor” (…) Lo que pone de manifestó que el “principal objetivo militar de Moscú no es tanto capturar territorio, sino desgastar las fuerzas de Ucrania hasta que Kiev se vea obligado a capitular” (Wall Street Journal, 2/9).
Y, contradictoriamente, como ya también lo señalamos, los tiempos de la guerra de desgaste rusa, son tiempos políticos que le dan a Ucrania y a la OTAN oportunidades de sobra para involucrar a la Alianza del Atlántico Norte en la guerra directa, lo cual sería la única forma de cambiar las tornas del conflicto en favor de Ucrania.
Además, la estrategia de extender a Rusia a partir de desencadenar un conflicto en Ucrania, tal como se planteó por la RAM Corporation en 2019, ha dado parte de los frutos, dado que la situación de la guerra en el este europeo impidió a Rusia defender sus “áreas de interés” como Siria, Armenia, o Asia Central, donde sufrió duros reveses.Y no solo eso, porque con la guerra con Europa como plafón, Trump está avanzando en correr a la industria petrolera rusa del viejo continente, y también pretende, con sus sanciones a despojarla de los mercados de la India y Turquía.
Sin embargo, Rusia se está imponiendo sobre la OTAN en Ucrania, y la política de sobre extender a las tropas del Kremlin se ha vuelto como un boomerang, porque ahora es Estados Unidos quien necesita cerrar o congelar guerras en curso para reunir los recursos militares necesarios para pivotear hacia la guerra con China. Es decir que es Estados Unidos quien está “enganchado” en Ucrania, cuando sus prioridades son ir hacia China.
Además, como se ve, la contradicción de la narrativa de la OTAN es por demás flagrante. Por un lado, Rusia sería un ejército que no puede avanzar en su guerra contra Ucrania. Y, al mismo tiempo, las tropas de Kremlin representan una amenaza de seguridad para Europa porque, de acuerdo a los estados mayores europeos, Putin ya tiene planeada la invasión de los Estados Bálticos y una guerra de agresión contra Polonia, lo cual justificaría todo tipo de privaciones para las masas en función de reunir los recursos necesarios para un rearme europeo.
Claramente, algo no cuadra. Veamos por partes:
El frente: se acerca el punto de quiebre
Como venimos analizando en cada artículo, sobran los motivos para caracterizar que Ucrania se acerca a un punto de colapso por la guerra de atrición rusa.
En ese punto, la propuesta rusa de obtener diplomáticamente la totalidad de Lugansk y Donetsk, congelando la línea del frente en los Oblast de Zaporiyia y Jersón, y devolviendo los territorios conquistados en Jarkov, Sumy y Dnipropetrovsk, podría ser considerada todavía una propuesta favorable para Ucrania, porque la situación podría empeorar.Aunque, claro está, esto está muy lejos de lo que Ucrania podría haber conseguido en los acuerdos de Estambul en 2022.
Así, dejando de lado que, según los datos reconocidos por el propio ejército de EEUU, Rusia ya controla el 99,8% de Lugansk, lo cierto es que la línea defensiva del norte de Donetsk no solo ya fue quebrada, dado que la línea se forma con el eje Kramatorsk-Sloviansk-Konstantinivka-Pokrovsk, sino que, cuando se mira cualquiera de los mapas abiertos que registran fortificaciones, el quiebre que los rusos están desarrollando en el norte de Pokrovsk (y que lo preví incluso dibujando un mapa para un artículo de prensa obrera), está abriendo el camino hacia la retaguardia de Sloviansk y Kramatorsk.
Para que se entienda la gravedad del problema para Ucrania, adjunto un mapa de una de las fuentes que considero más serias; las líneas negras son las fortificaciones que defienden Sloviansk y Kramatorsk. Como podrá ver cualquier lector, luce evidente que, en la retaguardia de estas ciudades, Ucrania no tiene construido nada para frenar un avance ruso por allí.

Las líneas negras del mapa morado, son las fortificaciones ucranianas que el ejército ruso ocupó en Donetzk y, las líneas negras en el sector celeste, son las que están bajo control ucraniano.
Naturalmente, como también preví en ese artículo sobre la batalla de Prokovsk, Ucrania podría frenar el avance ruso por el norte a partir de un gran redespliegue de brigadas, lo que traería como consecuencia contener el avance ruso del norte, pero que abriría paso a que los rusos avancen en el flanco oeste de Prokovsk hacia la última artería de suministro, la E50, y que de otros puntos del frente se retire personal, lo cual los pone en una situación de vulnerabilidad frente a las tropas rusas.
Así, si bien Ucrania desarrolló una contraofensiva en el norte de Prokovsk, (aunque los últimos informes dan cuenta no solo de que los rusos contuvieron el golpe, sino que comenzaron nuevamente las ofensivas), lo cierto es que las tropas del Kremlin ya están peleando y consolidando posiciones dentro de la ciudad y, al mismo tiempo, se están acercando peligrosamente a la E50, tal como se puede apreciar en este mapa que registra sus cambios por georreferenciación de imágenes, lo cual estrecharía fuertemente el cerco sobre Prokovsk.

En la margen izquierda del mapa se aprecia georreferenciación de aproximación rusa hacia la autopista E-50.
En ese sentido, de proseguir el avance ruso, la caída de Prokovsk haría imposible que Ucrania pueda sostener una defensa en el norte de la ciudad para evitar un avance ruso hacia la retaguardia de Sloviansk. Es que, con semejante ciudad, los rusos podrían aglomerar una gran cantidad de equipo y personal para empujar no solo hacia la retaguardia de Kramatorsk, sino también para expulsar a las fuerzas ucranianas del noroeste de Donetzk.
Los ucranianos no previeron este desarrollo, y la construcción de las fortificaciones de miles de millones de dólares financiadas por OTAN, dan cuenta que no se cavó nada importante detrás de Prokovsk y Sloviansk y Kramatorsk. Y, lo que se está comenzando a construir, no se entiende porqué aguantaría más que las líneas fortificadas durante más de 10 años que ya sucumbieron.
Naturalmente, para hablar de este desarrollo, resultan insostenibles aquellas pseudo teorías de frentes estancados, o de guerra empantanada. Porque desde la caída de Adviivka, a principios de 2024, Rusia desarrolló a fondo el eje del oeste de Donetzk y, pasó de controlar el 60% del Oblast a más del 75% en la actualidad. En el camino cayeron ciudades importantes como Vuledar, Velika Novolivka, Kurajovo, Chasiv Yar y otras.
Además, al momento de escribir estas líneas, no solo nos encontramos con que la última línea de Donetzk fue quebrada, sino que, por el redespliegue de personal para defender el norte de Prokovsk, Kupiansk, una ciudad de suma importancia del este de Járkov, divida por el río Oskil, está cercada y los rusos están ya peleando dentro de la ciudad, a punto de partirla en dos, dado que están cerca de tomar el último puente operativo que une a las tropas de la margen izquierda a las de la derecha del río. Kupiansk, es el freno que Ucrania tiene hacia Izium, el principal centro logístico que abastece a Sloviansk desde el norte.
Y la maniobra no apunta solo a Kupiansk, sino que los rusos cada vez más están afianzando cruces de la frontera en el este de Jarkov, lo cual podría derivar en una rápida caída de esa parde del frente, dado que los nudos logísticos con los que Ucrania cuenta son pocos.

En azul, en el centro del círculo, el principal nudo logístico que abastece todo el frente del este de la ciudad de Járkov, Velykyi Bruluk.
Lo mismo ocurre en el frente de Siversk, los ucranianos movieron tropas para contener a los rusos al norte de Prokovsk, y los rusos concluyeron la conquista de la totalidad del bosque de Serebrianhka, llamado el bosque de la muerte, dado que Ucrania lo defendió exitosamente durante los tres años de guerra con enormes complejos defensivos subterráneos al estilo del Vietcong.

Los puntos blancos representan las fortificaciones en el llamado “bosque de la muerte”.
La caída del bosque, sumado al avance sobre la ciudad fortaleza de Siversk, no solo preanuncia la batalla por esta ciudad que se mantuvo con una de las defensas más diligentes de las fuerzas ucranianas durante toda la guerra, sino que, tomado de conjunto, colocan como algo inminente la tercera batalla por Liman, lo cual sería el presagio inmediato de la batalla por Sloviansk.
Algo similar, pero más incipiente, ocurre en el oblast de Zaporiyia. Allí, los rusos están avanzando lenta, pero firmemente, por el sur, en la margen del río Dnieper, y de a poco, se van acercando a la capital de oblast, registrándose, a hoy, posiciones rusas a 25km al sur de la ciudad.
Sin embargo, ese eje no pareciera ser la ofensiva principal sobre Zaporiyia, sino una acción para fijar tropas mientras se desarrolla el eje principal, pero desde el este. Nos referimos, claro está, a los avances rusos en el nuevo oblast de Dnipropetrovk y a la expulsión de las fuerzas ucranianas de la frontera oeste del sur de Donetzk, lo que está abriendo paso a que los rusos no deban chocar con las dos líneas de defensa que Ucrania tiene en el sur de su frente de Zaporiyia, ya que de forma meridianamente clara los rusos avanzan hacia las ciudades que abastecen las líneas defensivas. ¿Para qué chocar con las líneas defensivas si se las puede hacer caer desde la retaguardia?

A partir del ingreso ruso por Dnipropetrovsk, que de momento los ucranianos no pueden contener, pueden ir a la retaguardia de las dos líneas defensivas pintadas en azul.
Como se ve, no describo este desarrollo como un simple racconto de los avances rusos, sino para poner de manifiesto un patrón: a Ucrania le falta personal, cada redespliegue para frenar a los rusos en un punto que éstos quebraron del frente, supone dejar agujeros en otros sectores. Y, cada ampliación que los rusos hacen del frente, implica que Ucrania debe estirar más su despliegue y su logística, llevándolos más a una situación de estrés.
Claramente, no estamos ante situaciones aisladas, sino que se trata de una crisis militar que venimos describiendo de este modo desde que Rusia lanzó una ofensiva táctica en mayo del año pasado al norte de Jarkov. Y, para confirmar esta tendencia, solo basta decir que la catastrófica situación actual en el frente de Prokovsk, encontró su punto de desarrollo cualitativo cuando Ucrania acometió su aventura fracasada en Kursk, de donde ya fueron expulsados, con más de 70 mil bajas.
Una exhibición de los distintos mapas de fortificaciones en el frente ucraniano, permiten apreciar que en este momento Rusia ha conquistado enormes complejos defensivos y que, tras ellos no hay prácticamente nada construido. Eso, sin perder de vista que, el Instituto de Estudios Políticos Internacionales (ISPI) calculó que para junio de 2025 las áreas minadas en Ucrania alcanzarán los 139 mil km², más que le superficie total de Inglaterra (130 mil km²), lo cual, sumado al despliegue masivo de drones provistos por la OTAN, todavía dificulta los avances en profundidad.
Como bien dijo el exjefe del ejército ucraniano Zalužny, aunque sin explicar por qué, Rusia avanza si el frente se encuentra en “un estancamiento”. Si es cierto “los drones de ambos bandos detectan concentración de fuerzas, lo que hace casi imposible un ataque sorpresa para romper las líneas defensivas”. “La base del estancamiento posicional no es solo la imposibilidad de romper las líneas defensivas, sino, lo más importante, la imposibilidad de cumplir las tareas operativas, incluyendo el acceso al espacio operativo».
Esta caracterización podría ser válida para lo a que el ejército ucraniano respecta. Pero como adelantamos, no para Rusia que cuenta con aviación y muchos más multiplicadores de poder que Kiev.
Pero justamente, es esta situación de drones y campos minados lo que les impone a las tropas del Kremlin los avances lentos. Y, como se puede apreciar de los mapas, los rusos están buscando ingresar “al espacio operativo”, no con rupturas sorpresa y con penetraciones en profundidad, sino con la acumulación sistemática de avances tácticos que devengan no solo en un avance de tipo operativo, sino en una destrucción de las fuerzas ucranianas que libere aún más el terreno para avances estratégicos.
Y, mientras fuentes rusas que tienen consenso con la OTAN, prevén un aumento continuo de las filas del Kremlin, las recientes filtraciones de hackers rusos, que expusieron documentos del Estado Mayor Ucraniano que dan cuenta de un millón setecientas mil bajas ucranianas (entre fallecidos, heridos y desertores) y una falta de personal, lo que marca bastante la pauta de la correlación de fuerzas en presencia y un panorama sombrío para Kiev.
Estas cifras, no podemos tenerlas totalmente por ciertas. Sin embargo, lo real es que encuentran una confirmación indirecta por los indicios ya existentes respecto a la cantidad de artillería, aviación, misiles, drones y vehículos que pone cada bando en el frente de batalla.
Así, los mapas que estaban detrás del General Valery Gerásimov, jefe del Ejército ruso, en oportunidad de presentar un balance de la ofensiva de verano, que cubren la zona de control ruso en la totalidad de Donetezk, Lugansk, Zaporiyia, Jerson, Sumy, Dnipropetrovsk, Jarkov, Mikolaiev y Odessa, resultan lejanos, pero realistas para la situación actual.


¿Cómo sigue Rusia la guerra?
En un reciente artículo publicado en EDM en sobre el ultimátum de Trump a Putin, planteé que, “teniendo en cuenta que nada indicaba un cambio de postura del Kremlin por ahora, la cuestión es qué hará Rusia tras los 50 días de tregua. Naturalmente, ello dependerá de cómo reaccionen los aliados del Kremlin, y los no aliados, que son compradores de sus hidrocarburos. Si China, India y compañía no se allanan a las sanciones de Trump, es probable que Rusia continúe con sus avances lentos pero firmes.”
Así, teniendo en consideración que Rusia y China acaban de firmar la construcción del gasoducto “Power of Siberia 2”, el que, tras la finalización de su construcción a principios de la década de 2030, tendrá “una capacidad de 50 mil millones de metros cúbicos por año pasará al este de los yacimientos de gas que alguna vez abastecieron a Europa” (FT 2/9), y que, además, China recibió “el segundo petrolero ruso sancionado con GNL” (Reuters 6/9), además que la India, tras las sanciones arancelarias de EEUU, anunció que proseguirá con la compra de hidrocarburos rusos, pareciera claro que Rusia seguirá con su táctica.
Continuarán los avances rusos “a cuentagotas y a paso de tortuga”, no solo porque está el financiamiento para estirar la guerra, sino porque ello le permite a Rusia minimizar la pérdida de equipo y personal, y porque le permite concentrarse en destruir al ejército ucraniano.
Sin embargo, se ha comenzado a registrar un cambio en esta política de guerra rusa. Porque durante toda la guerra, Rusia evitó atacar los puentes que cruzan el río Dnieper, y ahora comenzó a atacarlos, con los últimos golpes masivos con drones y misiles sobre la totalidad del territorio ucraniano. Entorpecer la logística ucraniana cuando se ve obligada a desplegar a gran velocidad tropas de un a lado al otro del frente para apagar incendios puede ser fatal.
Si antes Rusia no los atacaba, podía tener dos lecturas posibles: querían utilizarlos para cruzar ellos el río Dnieper, o bien querían que sirvan de logística para el traslado de tropas ucranianas y equipo militar proveniente de la OTAN para destruirlos en su guerra de atrición. Así, que en estos momentos que los rusos los empiecen a atacar, y la logística ferroviaria se empiece a dañar sensiblemente, podría indicar que el Kremlin está conduciendo las hostilidades hacia su desenlace.
Además, los ataques contra instalaciones de producción militar de países de la OTAN a los que ya nos referimos en el último artículo publicado en EDM, ha continuado. Los rusos no solo destruyeron la fábrica de los drones Bayraktar, sino que eliminaron distintas fábricas de misiles de crucero “Sampsam”, que la OTAN instaló en territorio ucraniano. Esta fue una forma que la OTAN encontró para proveer de misiles a Ucrania sin chocar con Rusia. Por ahora, pareciera que no prosperó.
Sin embargo, cabe decir que la OTAN instaló estas fábricas en un territorio vulnerable, no tanto por temeridad, sino fundamentalmente por un error de caracterización, dado que creían que, en esta etapa de la guerra, a raíz de las sanciones, Rusia ya no tendría capacidad de producción militar, básicamente porque el Kremlin ya ni siquiera tendría misiles porque hasta habrían consumido los chips “de dispositivos de lavavajillas y lavarropas”.
En este sentido, debe tenerse en consideración la profusa campaña de bombardeos con drones de largo alcance que Ucrania viene desenvolviendo contra las refinerías, oleoductos y depósitos de combustibles rusos. Claramente, no se trata de una forma para que Ucrania gane la guerra, sino para presionar a Rusia para que acepte un alto al fuego o algún tipo de congelación del conflicto.
Y si, dicha campaña de bombardeos ucranianos se profundiza y daña sensiblemente el abastecimiento de combustible, como ya dijimos en EDM para el caso de que los socios de Rusia respetasen las sanciones estadounidenses al petróleo ruso, “lo más probable es que el Kremlin no se sentará en la mesa de negociaciones renunciando a sus pretensiones militares y políticas, sino que acelerará la marcha, a costa de mayores bajas de personal y equipo. En este supuesto, como se ve, Putin intentaría abrumar al ejército ucraniano despachando más tropas y bombardeando aún más masivamente.”
Es decir que, si la OTAN busca escalar la guerra para forzar una desescalada rusa (es decir que Putin considere que es mejor frenar las hostilidades con Ucrania que la perspectiva de entrar en guerra directa con la OTAN), podría lograr su contrario: que la escalada sea correspondida por parte de Rusia.
Ucrania
El régimen de Zelensky adopta una posición completamente alejada de la realidad. Mientras que Putin expresó una serie de concesiones a las que ya nos referimos (congelar la línea en Zaporiyia y Jerson, y entregar territorios de Jarkov, Sumy y Dnipropetrovsk a cambio de la totalidad de Donetzk), Ucrania no se movió un ápice de sus exigencias maximalistas.
Kiev rechaza las concesiones territoriales, incluida Crimea, y reclama la totalidad de los territorios ucranianos conforme la independencia de 1991. Además, rechaza la disminución del ejército ucraniano y reclama el ingreso a la OTAN o, en su defecto, garantías de seguridad análogas a las dispuestas en el artículo 5 del Tratado del Atlántico Norte.
También, plantean que Rusia debe pagar indemnizaciones de guerra y que, los activos rusos secuestrados fundamentalmente en Bruselas (y cuyos intereses financian el armamento del ejército ucraniano), deben ser la primera cuota de pago. Y van más allá, porque también rechazan el cese de la prohibición del idioma ruso y el fin de la persecución a la Iglesia Ortodoxa rusa del Patriarcado de Moscú.
Al mismo tiempo, Ucrania está centrando sus ataques con drones de largo alcance contra la infraestructura energética rusa, en particular contra refinerías. “Fueron atacadas grandes refinerías en la parte europea de Rusia, en las regiones de Samara, Riazán, Volgogrado, Saratov, Rostov, así como en el krai de Krasnodar y la República de Komi” (Rybar 2/9)
Pero también, contra la estación de bombeo en Briansk del oleoducto “Drhuzba”, el cual lleva gas ruso hacia Eslovaquia y Hungría. Incluso, provocativamente, Zelensky se permitió declarar que se trataba de una sanción a Fico y Orban por proseguir la compra de hidrocarburos rusos.
Los ataques ucranianos objetivamente dañan la producción de gas y petróleo rusos, lo cual no solo recalienta las finanzas del Kremlin, sino que también, en caso de profundizarse, ponen en cuestión la logística del ejército ruso, ya que, sin combustible no hay avances (cada vehículo blindado consume cientos de litros para operaciones normales).
Sin embargo, estos ataques en profundidad ucranianos (que se pueden profundizar con la reciente autorización para utilizar misiles yankis sobre Rusia como ocurrió recientemente en Belgorod), de momento no pasan de ser un estorbo para los rusos y no permiten a Kiev cambiar las tornas de la guerra. Por el contrario, la situación que venimos describiendo de un ejército ucraniano que se deshilacha (tasa de reposición negativa de personal y equipo, baja moral), no para de profundizarse.
La cantidad de bajas, de un lado y del otro, cada vez se torna más incuestionable. Por ejemplo, los compañeros de la TIR de Italia, recientemente publicaron un locuaz artículo donde concluyen que esos guarismos favorecen abiertamente a Rusia.
Si nos ciñéramos al artículo que los compañeros publicaron en la edición de diciembre de 2024 de EDM donde hablaban de deserciones masivas de ambos lados del frente, se trata de un avance importante en la elaboración de la caracterización de la actual guerra. Ello, claro está, porque la propia prensa occidental ha reconocido que las deserciones del lado ruso aproximadamente representan al 5% de su ejército, en tanto que del lado ucraniano los guarismos se ubican en el orden del 20%.
Además, las “necesidades de Ucrania de financiamiento extranjero son el doble de lo que el gobierno ucraniano había planeado” (Bloomberg 23/9). El medio de prensa bursátil indica que, hasta finales de 2027, Kiev necesitará alrededor de 65 mil millones de dólares en lugar de los 38 mil millones previstos por las autoridades.
Para peor, y en cierta medida abonando por la negativa a los dichos de Zaluznhy, Rusia podría destruir a la infantería ucraniana si Ucrania no compensa el retraso respecto a Rusia en drones. Porque sí, Rusia también supera a Ucrania en cantidad de estos medios, lo que en otra parte de la guerra fue ventaja exclusiva de las tropas de Kiev.
En este cuadro es que hay que colocar a la ofensiva otoñal rusa, que según el Instituto para el Estudio de la Guerra de EEUU (Institute for the Study of War, 2/9), se plantea “para capturar todo Donbás”. Según ISW, la “redistribución de las tropas rusas indica que la ofensiva otoñal de las Fuerzas Armadas de la Federación Rusa se concentrará en la RPD, a donde han trasladado unidades élite de infantería de marina y paracaidistas desde las regiones de Sumy y Jersón”.
De todo este desarrollo, surge una conclusión inapelable: “El frente está a punto de romperse”, la razón:la “escasez catastrófica de personal en las Fuerzas Armadas de Ucrania” (Military Watch Magazine 4/9).
Europa
Por su parte, Europa se colocó como la principal financista de la guerra por procuración que la OTAN lleva contra Rusia a través de la Ucrania, porque ahora toda la provisión de armamento de Estados Unidos la paga la Unión Europea, y porque son quienes más se empeñan en desplegar tropas en territorio ucraniano. Si antes la guerra era “hasta el último ucraniano”, ahora también será “hasta el último euro”, mientras que EEUU se enriquece con la venta de armamento.
Sin embargo, “Trump no dio promesas a la «coalición de voluntarios» sobre sanciones contra Rusia” (WSJ 4/9). En ese sentido, “Europa miente y las promesas de Macron de enviar soldados a Ucrania son una «demostración vacía de solidaridad que Putin nunca permitirá»”, tituló el medio británico TheTelegraph (5/9).
El medio inglés concluye que el plan de Europa para enviar tropas es inviable porque nadie lo discutió con Rusia. Lo ilustran de la siguiente forma: “Los líderes europeos se niegan a hablar con el Kremlin desde el inicio de la invasión a gran escala de Rusia, lo que quizás explique por qué parecen no haber escuchado la repetida y categórica objeción de Putin contra la idea de presencia militar de la OTAN en Ucrania.”
Y rematan: “en realidad, está claro: la principal justificación de Putin para la invasión fue impedir el giro occidental de Ucrania y romper su vínculo con la OTAN. Esto convierte el plan de Macron de desplegar soldados europeos no en una solución, sino en parte del problema. Putin nunca aceptará a los pacificadores de la OTAN, entonces ¿por qué los europeos siquiera hablan de eso?”.
En este contexto, los recientes impactos de drones sobre la oficina del gabinete de ministros en Kiev, así como en sedes de la Unión Europea y Gran Bretaña, podrían indicar que el Kremlin podría escalar en la confrontación directa contra Ucrania y sus socios europeos.
Sin embargo, lo más importante vino por el lado de los supuestos drones rusos que ingresaron a Polonia y que, en menor medida, también lo habrían hecho en Rumania, así como también con la presunta violación rusa del espacio aéreo de Estonia con tres aviones interceptores Mig-31K.
Más allá de que estos sucesos ameritan un artículo particular, y los indicios apuntan a que se trata de montajes contra Rusia, lo que subyace es que los países europeos del bloque de la OTAN utilizan estos incidentes para empujar hacia un despliegue militar en Ucrania.
En tal sentido, se produjo una “reunión tensa”, donde eurodiplomáticos «advirtieron» a Rusia sobre su disposición a responder a violaciones de su espacio aéreo (Bloomberg 24/9), donde la UE amenaza con derribar aviones rusos, como ya habría hecho Polonia con supuestos drones rusos. Fuentes de Bloomberg informan que representantes de Reino Unido, Francia y Alemania, expresaron a un diplomático ruso,su preocupación por la supuesta invasión de cazas MiG-31 en el espacio aéreo de Estonia la semana pasada. De acuerdo al medio, el diplomático ruso dejó claro que estas acciones fueron una respuesta a los ataques ucranianos en Crimea.
Supuestamente, el diplomáticoruso les declaró que estas operaciones “no serían posibles sin el apoyo de la OTAN”.Y es que, el reciente ataque ucraniano del 24 de septiembre con drones y misiles contra Crimea, que incluyó ataques con drones acuáticos a la flota rusa del Mar Negro y un intento fallido de desembarco en Crimea, no pudo haberse llevado a cabo sin los vuelos de reconocimiento de aviones de reconocimiento Awacs y P-8 de la Alianza Atlántica que surcaron las costas rusas en los días previos.
Y para escalar aún más las tensiones, al cierre de este artículo, el Servicio de Inteligencia Exterior ruso (SVR), publicó una declaración donde afirman que cuentan con información acerca de la preparación de un ataque de falsa bandera que sería perpetrado por fuerzas especiales ucranianas contra Polonia, para facilitar el ingreso de la OTAN en el oeste ucraniano.
La secuenciación estadounidense sobre China y Rusia
En la burguesía yanki hay una diferencia táctica. Mientras queda claro que el objetivo estratégico es la guerra para contener a China y así, pretendidamente evitar que el gigante asiático supere a Estados Unidos como principal potencia mundial, la cuestión para la clase dirigente es cuál resulta la mejor forma para alcanzar dicho objetivo.
Mientras que en las últimas administraciones se impuso la lógica de los halcones vinculados al Partido Demócrata, con la figura emblemática de Victoria Nulland, respecto a la cual Rusia representaba el aperitivo para luego ir por China (el plato principal), tras tres años de guerra donde se atragantaron con el desayuno ruso, ahora con el gobierno Trump se está imponiendo la línea contraria, del vicesecretario de Defensa, Elbridge Colby, respecto a la cual Estados Unidos necesita ir ahora por el plato principal, China.Y dejar a Rusia para el postre.
Señales en ese sentido no faltan. La última, y tal vez la más grotesca, fue la amenaza de Trump a los talibanes de Afganistán para que le cedan a Estados Unidos el control de la base aérea de Bagram, la que fue construida por la URSS en la década de 1950 y ampliada por los yankis durante sus 20 años de ocupación. Trump lo justificó de la manera más descarada posible, indicado que la base se encuentra a “una hora de recorrido en carretera” hacia el emplazamiento donde China produce sus armas nucleares. Más allá de que Afganistán rechazó las exigencias, Trump amenazó con que pasarían “cosas muy malas” si no cumplen con sus reclamaciones.
Es justamente en este contexto que se debe valorar la presión hacia Rusia para que acepte un alto al fuego incondicional. La OTAN necesita salir del atolladero en el frente con Rusia para concentrar sus recursos sobre China. Sin embargo, como venimos analizando, Rusia no acepta otra cosa que la victoria, al menos de sus objetivos militares y políticos mínimos, pero estratégicos, y la OTAN no quiere concederle ello a Rusia.
Y además, para EEUU no solo se trata de pivotear hacia China, sino también de resuministrar a Israel para que vuelva a acometer la guerra contra Irán. Así, la política de extender a Rusia, conllevó en parte objetivos conseguidos en desmedro del Kremlin, pero también un agotamiento de los arsenales de la OTAN y la posibilidad cierta de derrota en Ucrania.
Además, las recientes acciones de Trump, perjudican a la parte importante de la maniobra de EEUU para pivotear hacia China, que es, claramente, la de separar a Rusia del gigante asiático como aliados geopolíticos. Mientras que a Estados Unidos le fue fácil destruir los gasoductos Nord Stream sin que hubiera respuesta militar y política de Alemania y Europa, nada indica que una eventual voladura de los “Power of Siberia” quede impune.
Pero, además, estos planes de secuenciación estratégica, que no son más que un reconocimiento de la incapacidad de Estados Unidos y la OTAN de librar una guerra en dos frentes, fueron ventilados públicamente por el Departamento de Estado y los think tank esponsorizados por el complejo militar industrial. Por ello, no cabe esperar que Rusia acepte un alto al fuego, salvo que un duro revés militar se lo imponga, ni tampoco que China deje caer a Rusia, porque sería la señal de partida para que Estados Unidos y la OTAN se abalancen contra Pekín.
Guerra a la guerra
Del mismo modo que la OTAN aflojó la presión hacia Rusia y la transferencia de armamento a Ucrania tras la ofensiva victoriosa de Kiev a fines de 2022, por temor que ante la posibilidad de un quiebre del frente ruso el Kremlin haga uso de sus armas nucleares, el avance hacia un punto de inflexión favorable hacia Rusia, trae aparejada la posibilidad de que la OTAN escale, incluso cometiendo un error estratégico, lo que podría derivar en una respuesta desproporcionada rusa y el pasaje sin estaciones a la tercera guerra mundial.
Las recientes declaraciones de Zelensky respecto a que, si «Rusia no detiene la guerra, los funcionarios que trabajan en el Kremlin deben asegurarse de saber dónde está el refugio antiaéreo más cercano» y que fue respondida por el vicepresidente del Consejo de Seguridad de Rusia, Dimitry Medvedev, afirmando que “El monstruo debe saber otra cosa: Rusia puede usar un arma que ni un búnker antibombas podrá proteger. Y los estadounidenses deberían recordarlo”, no son meros exabruptos, sino un síntoma claro de que de un momento a otro la situación puede salirse de los márgenes de la guerra convencional, sumiendo a Europa y al mundo todo en la guerra nuclear.
Y, sin embargo, aún si la guerra no saliera de esos márgenes, lo cierto es que la perspectiva menos dañina implica que seguirá la masacre de trabajadores ucranianos y rusos y que ello será cada vez más costeado con el ajuste de los trabajadores europeos.
La única política revolucionaria para la clase obrera mundial es la de no alinearse con ninguno de los bandos imperialistas en presencia y luchar por gobiernos de trabajadores que derroquen a los gobiernos de la guerra para poner fin a la matanza universal a la que nos lleva el capital.