Güneş Gümüş es presidenta del Partido Socialista de los Trabajadores de Turquía (SEP)
El gobierno del AKP está dando un salto cualitativo en su trayectoria autoritaria que está en constante avance. El AKP ya no puede tolerar la realización de elecciones. No quiere enfrentarse a una oposición activa y firme, ni en las calles ni en las urnas. Por eso, al tiempo que en los hechos suprime las manifestaciones, por un lado, pretende rediseñar los partidos de la oposición, por otro. La aplastante derrota sufrida en las elecciones locales de 2024 ha extinguido casi por completo la esperanza del AKP en el proceso electoral. No dispuestos a aceptar la derrota en las urnas y un traspaso de poder, optaron por un golpe contra los procedimientos electorales, especialmente ahora que las condiciones internacionales son favorables. Tanto es así que incluso se abstuvieron de explotar la creciente y muy aprovechable fisura entre İmamoğlu y Yavaş dentro del CHP.
En este punto, lo que buscan es eliminar el derecho de los ciudadanos a votar y ser elegidos. El AKP cree que ha llegado el momento de un cambio de régimen al estilo ruso. Como en el ejemplo ruso, quieren establecer un sistema en el que aparentemente se celebren elecciones y existan los llamados partidos de la oposición, pero cualquier oposición real y disruptiva esté estrictamente prohibida. En un sistema así -en el que la oposición social es aplastada y los críticos deben pagar un alto precio- la élite gobernante, junto con un puñado de oligarcas, saquea los recursos del país. Está más que claro que el destino hacia el que el AKP está dirigiendo el país es un modelo híbrido de Putin, Aliyev y Golani.
Las movilizaciones masivas de millones de personas que defienden sus derechos democráticos en las calles han servido de importante freno a las ambiciones del AKP. La resistencia, marcada por cientos de miles y a veces millones de personas que salen a la calle a diario en casi todas las provincias -especialmente en Estambul, Ankara y Esmirna-, ha ido más allá de la defensa de İmamoğlu, alcalde de Estambul y principal líder de la oposición, y del Ayuntamiento Metropolitano de Estambul (İBB), convirtiéndose en una lucha más amplia para proteger los derechos fundamentales. Sin embargo, la pregunta acuciante sigue siendo: ¿durante cuánto tiempo se mantendrá este freno? Hay que asumir con certeza que el AKP persistirá en sus esfuerzos por aplastar y neutralizar a la oposición.
Puntos fuertes y débiles del movimiento de masas
En este punto, es necesario discutir el carácter del movimiento de masas. A diferencia del levantamiento de Gezi de 2013, esta última oleada de movilización estuvo claramente marcada por la presencia de estudiantes universitarios. La clase obrera, por su parte, aún no ha alcanzado el nivel de organización y radicalización necesarios para emprender una lucha política generalizada. Por ahora, las acciones de la clase obrera siguen limitándose a luchas económicas locales. Idealmente, estas protestas deberían allanar el camino hacia una huelga general, a través de la cual la clase obrera podría desatar su tremendo potencial para derrotar al AKP. Sin embargo, hay que decir que esta expectativa no se ajusta a las realidades actuales.
Dicho esto, los movimientos estudiantiles suelen proporcionar los primeros indicios de una radicalización social más amplia. Pero también es cierto que, en este reciente auge, las tendencias intelectuales dentro del movimiento estudiantil están aún lejos de un radicalismo orientado al trabajo, popular e igualitario. Un segmento significativo del movimiento estudiantil parece estar bajo la influencia del nacionalismo secular, y este segmento a veces se cruza con la base central del CHP, que constituye la mayoría de la movilización más amplia. En cambio, los estudiantes socialistas se esfuerzan por aumentar su influencia introduciendo reivindicaciones claras, intervenciones enérgicas y contenidos dinámicos. Cabe señalar que estos esfuerzos han tenido un éxito parcial en algunas universidades.
Sin embargo, a medida que el movimiento de masas crece en escala, la influencia de los socialistas tiende a disminuir, en gran parte debido a que son objetivo específico de la represión estatal. Para que el movimiento estudiantil tenga un mayor impacto en la sociedad, el sentimiento anti-AKP por sí solo no será suficiente. Un movimiento juvenil basado en la igualdad, comprometido con los trabajadores, internacionalista y de espíritu libertario tiene el potencial de dar forma al futuro del país. Un movimiento así, dotado de un programa revolucionario de transformación social, acabaría rompiendo con la indecisa dirección del CHP, que actualmente actúa más como un obstáculo que como una ayuda a la lucha.
La coyuntura internacional
En todo el mundo, las fachadas democráticas del sistema capitalista imperialista se están desmoronando. Los acontecimientos en Estados Unidos -la principal potencia del imperialismo mundial- siguen teniendo repercusiones en todo el mundo. No sería exagerado decir que las próximas elecciones presidenciales estadounidenses han dado al AKP el impulso necesario. Como señaló The Financial Times«La recién descubierta importancia de Ankara para la defensa europea, combinada con la perspectiva del regreso de Trump a la Casa Blanca, puede haber envalentonado a Erdoğan para actuar contra su principal rival». Trump tiene una conocida preferencia por trabajar con dictadores de todo el mundo, e incluso en Europa las tendencias ultraderechistas y autoritarias van en aumento. Además, la UE -abandonada por EEUU- prepara ahora un acuerdo de cooperación en defensa con Turquía. El capital monopolista en Europa está contento con el AKP.
Por otra parte, una nueva generación en Estados Unidos y Europa Occidental se está inclinando silenciosamente hacia el socialismo, y en estas regiones se está gestando una importante resistencia al autoritarismo.
Desde un punto de vista económico, una realidad es inmediatamente evidente: Turquía no dispone de la enorme riqueza en petróleo y gas natural necesaria para financiar un régimen autoritario. La situación económica es sombría, lo que obliga al gobierno del AKP a mendigar fondos del capital financiero internacional. Sin embargo, el capital financiero internacional no se preocupa por la democracia, los derechos humanos o principios similares. Se contentan perfectamente con explotar la mano de obra de los trabajadores turcos concediendo préstamos a altos intereses al gobierno del AKP.
Otra dimensión crítica es el creciente éxodo del país de la población cualificada y con estudios. Si el autoritarismo se afianza, esta emigración adquirirá un carácter masivo. Millones de jóvenes que se resisten al AKP, especialmente en las universidades, buscarán un futuro en otra parte. Esto significaría no sólo una pérdida para la oposición, sino también para el capitalismo turco, que se arriesga a perder toda una generación. La camisa de fuerza autoritaria que se impone a Turquía no sólo traerá represión, sino también pobreza.
La resistencia democrática de Turquía: Juventud y lucha de masas
Sin embargo, Turquía no encaja en el molde autoritario que se le impone. Millones de jóvenes luchan contra la abolición de su derecho a votar y a ser elegidos. Una generación que se niega a vivir bajo un régimen tiránico resiste en las calles. Como resultado de esta lucha, hasta ahora se han pospuesto los intentos de nombrar síndicos del gobierno al Ayuntamiento de Estambul y al CHP. Sin embargo, sería poco realista suponer que el AKP ha abandonado por completo estos planes.
De hecho, está claro que el municipio metropolitano de Ankara y el alcalde Mansur Yavaş son los siguientes en la lista después de Estambul. Las investigaciones iniciadas por la Oficina del Gobernador de Ankara sobre el ABB demuestran que el gobierno no tiene intención de dar un paso atrás. Mientras continúan las protestas generalizadas, miles de personas están siendo detenidas, y los socialistas están siendo objeto específico de redadas en sus domicilios.
La estrategia del Gobierno: Represión, miedo y control de los medios de comunicación
La escalada de violencia policial, el aumento de las provocaciones y las detenciones generalizadas tienen como objetivo generar miedo y agotamiento entre las masas. En un futuro próximo, también se prevé el cierre de medios de comunicación de la oposición, como Halk TV, el principal canal de televisión de la oposición.
Sin embargo, lo que en última instancia determinará el resultado es la resistencia organizada del pueblo. El éxito de la lucha de masas depende de una organización sostenida y decidida. La radicalización y la sustancia del movimiento también dependen de la fuerza de esta base organizativa. Es poco probable que los estallidos espontáneos de ira sin profundidad estratégica tengan un impacto duradero. Por ello, lo que hará avanzar la lucha en todas las condiciones es un movimiento popular organizado y consciente. Desarrollar una resistencia organizada de este tipo es, por tanto, de vital importancia.
Conclusión
El impulso autoritario del AKP pretende arrastrar a Turquía hacia un modelo de «democracia de fachada» similar al de Rusia. Sin embargo, la sociedad turca posee el potencial para resistirse a este modelo. El dinamismo de la juventud, la lucha de los trabajadores y la resistencia unida de las fuerzas prodemocráticas tienen el poder de desbaratar los planes del gobierno.
No hay que olvidarlo: A lo largo de la historia, los regímenes autoritarios sólo han retrocedido gracias a una oposición social organizada. El futuro de Turquía depende de la determinación y continuidad de esta lucha.