El Frente Amplio, que agrupa a la izquierda democratizante uruguaya tras una dirección burguesa (Tabaré Vázquez, Seregni, Astori), está unido a otro frente más amplio, el llamado Encuentro Progresista, con elementos provenientes de los partidos patronales y oligárquicos tradicionales del Uruguay. Desde hace ya diez años, este Frente Amplio*Encuentro Progresista gobierna la ciudad de Montevideo, centro político y económico del país y donde se concentra casi la mitad de su población. En mayo pasado el FA*EP ganó, por tercera vez consecutiva, las elecciones municipales de Montevideo.
Un balance del gobierno del Frente Amplio-Encuentro Progresista
A pesar de considerarse progresista, en estos diez años el gobierno del FA-EP no se ha preocupado por impulsar el aumento de los salarios, ni por combatir la desocupación, ni por lanzar un plan de viviendas populares. Según el actual intendente, Mariano Arana, estas son "atribuciones del gobierno nacional, no del municipio". Se trata, claro, de una simple excusa pero que sirve para dejar en claro la naturaleza de clase del gobierno del FA-EP. Es que cuando alguien que se autodenomina de izquierda antepone a las reivindicaciones populares perentorias la división de funciones entre gobiernos de distintas juridicciones y la buena convivencia con los gobiernos fondomonetaristas de la última década, está mostrando su acabado carácter antiobrero y su inocultable integración al aparato del Estado de los explotadores. Porque, al fin de cuentas, ¿para qué sirve un gobierno de la izquierda si no impulsa la lucha por el salario, contra la desocupación, por las reivindicaciones populares?
En realidad, Montevideo es hoy una ciudad menos obrera que una década atrás. Sectores enteros de trabajadores fueron expulsados de la ciudad *corridos por los alquileres impagables, el elevado precio de la tierra y los impuestos*, hacia los "cordones" que se han ido formando en las afueras de Montevideo. Todo esto en beneficio de los especuladores inmobliarios y la iniciativa privada, con la que se ha asociado el gobierno del FA-EP para reciclar el Hotel del Prado o para construir centros de convenciones (como los que se proyectan para Punta Carretas o Brava).
Mientras se despuebla de trabajadores, Montevideo se llena de bancos, hoteles y palacios de convenciones; ambos procesos son inseparables. Aunque la capital uruguaya es el paraíso financiero del Mercosur, el gobierno del FA-EP no ha tomado ninguna iniciativa impositiva sobre el capital bancario para sostener planes de viviendas populares o un sistema de transporte popular barato y eficiente. El FA-EP ha gobernado Montevideo para los capitalistas; no para los trabajadores. Esto salta a la vista cuando se observa que el único logro social que puede mostrar el gobierno de la izquierda es la apertura de 16 guarderías… ¡en diez años!
Uno de los aspectos que más claramente muestran que el Frente Amplio-Encuentro Progresista ha gobernado Montevideo en beneficio de los capitalistas es su amplia política de privatización de servicios. Aníbal Varela, presidente del sindicato de trabajadores municipales de Montevideo, explica que "hay 85 lugares donde han privatizado. Por ejemplo, Mantenimiento Vial, donde teníamos mil y pico de compañeros, hoy sólo quedan 150 y la concesión de la reparación de las calles de Montevideo la tiene una empresa privada. En Arbolado, donde antes teníamos 400 compañeros que hacían la poda de los árboles, hoy sólo quedan dos o tres cuadrillas que no pasan de diez compañeros y lo demás está privatizado. Tenemos los inspectores municipales de tránsito, y en toda la parte de la Ciudad Vieja está privatizado el guinchado de los autos y el estacionamiento tarifado. La limpieza de la Intendencia Municipal y de los edificios municipales está hecha por una empresa que, nosotros lo hemos denunciado, tiene trabajadores en negro y la Intendencia no ha tomado cartas en el asunto. El 10% de la recolección de residuos está privatizada; uno de los dueños es Benito Roggio. Tenemos las compañeras de Barrido Manual, donde nos queda el 15% de lo que había antes; el resto se ha privatizado y lo hacen las ONGs. En las policlínicas municipales, la mayoría de los médicos y enfermeras trabajan con pasantías y becas; son muy pocos los funcionarios municipales. El Hotel Carrasco y el Hotel del Parque Rodó, uno fue donado para sede del Mercosur y el otro fue privatizado. En el último compromiso que ha hecho el arquitecto Arana con el FMI, se establece que el 30% de las obras municipales las tienen que hacer las empresas privadas" (1 ).
Eso sí *resalta un semanario de la izquierda uruguaya*: hay que "valorizar" el "embellecimiento de viejas playas y paseos públicos" (2 ). Desgraciadamente, esas plazas fueron "embellecidas" por trabajadores tercerizados, que cobran salarios de miseria. Encima, esas plazas no podrán disfrutarlas los miles de trabajadores expulsados de Montevideo en la última década.
El gobierno municipal, ¿trampolín a la presidencia?
El FA-EP siguió una política rabiosamente capitalista al frente de la Intendencia de Montevideo no sólo por convicción sino también por conveniencia. Con su gestión en la Intendencia pretende demostrar su confiabilidad ante los grandes capitalistas. Por esta vía, el FA-EP pensaba llegar al gobierno de Uruguay.
Esta política sufrió un duro golpe en las elecciones municipales de mayo, en las que el FA-EP no sólo perdió 500.000 votos respecto de las presidenciales de noviembre de 1999 sino que, además, fracasó en su intento de ganar la intendencia de Canelones, la segunda ciudad en importancia del país.
La derrota en Canelones, donde el candidato del FA-EP encabezó las encuestas durante toda la campaña, fue un duro golpe para la izquierda que se une de Uruguay. El ex candidato presidencial del FA-EP Tabaré Vázquez había señalado que "si la izquierda gana en Canelones, eso haría irreversible su victoria en las elecciones presidenciales del 2004" (3 ). Pero no sólo por eso la derrota en Canelones es significativa: el departamento, vecino a Montevideo, se ha ido convirtiendo en un gran "dormitorio obrero" al que han ido a parar muchos trabajadores expulsados de la Capital (gobernada por el FA-EP) por los altos alquileres. Y en esos grandes asentamientos obreros, como por ejemplo Las Piedras, el FA-EP fue derrotado, lo que estaría marcando su debilitamiento en los sectores más explotados de la clase obrera oriental.
Las elecciones municipales de mayo fueron las primeras que se realizaron en forma separada de las presidenciales, como se estableció en la reforma constitucional de 1997. Esta separación de las elecciones fue la condición que exigió el FA-EP para aceptar el ballotage en la elección presidencial. La izquierda uruguaya aceptó el mecanismo antidemocrático de la "doble vuelta" (aun a sabiendas de que sería usado contra ella) en base a un cálculo político: con la separación de las elecciones esperaba ganar algunas intendencias del interior, que servirían como trampolín a un eventual gobierno nacional del FA-EP. Este cálculo estratégico fue aplastado en las elecciones y con él la política de alianzas con dirigentes progresistas blancos y colorados del interior.
Pero el FA-EP no ha abandonado esta política; al contrario, la ha profundizado. Como la formación de una izquierda plural no le alcanza para llegar a la presidencia, ahora ha pasado a plantear un pluralismo sin fronteras… hacia blancos y colorados. El senador José Mujica, del MPP (la fracción frenteamplista orientada por los Tupamaros) ha dejado en claro que si el FA-EP quiere llegar al gobierno, debe establecer una alianza con alguno de los dos partidos históricos de la burguesía uruguaya. "¿Es lícito o no *se pregunta Mujica* ir a negociar con fulano de tal un programa, un acuerdo departamental para apoyarlo en tal lado y comprometerlo al respaldo (al FA-EP) en el ballotage?" Responde: "Tenemos que empezar a hablar de todo esto (…) porque puede llegar la ocasión de hacer este tipo de acuerdos" (4 ). Lo que Mujica propone, simplemente, es hacer conciente el proceso inconciente de la disolución de la izquierda en el arco político patronal.
Mujica no hace más que ir a fondo en lo que ha sido la política oficial del FA, que se ha diluido en un frente, el llamado Encuentro Progresista, con figurones políticos burgueses provenientes de los partidos blanco y colorado. Pero como esa ampliación no ha dado los resultados esperados, ahora se plantean ir más allá y establecer acuerdos orgánicos con alguno de los dos partidos oficiales.
El Frente Amplio, partido de la impunidad
En Uruguay se formó a principios de agosto una Comisión por la Paz que, oficialmente, tiene la misión de determinar el destino de los desaparecidos durante la última dictadura, pero cuyo verdadero y fundamental objetivo es cerrar, definitivamente, los reclamos de los familiares de las víctimas de la represión y consagrar la política de impunidad que han seguido, durante estos quince años, los partidos tradicionales y el FA.
El Frente Amplio no sólo integra esta Comisión por la Paz (y lo hace por partida doble, ya que participan un representante personal de Tabaré Vázquez, su último candidato presidencial, y José DElía, presidente honorario del PIT-CNT, la central sindical uruguaya) sino que es, en realidad, el verdadero padre de la criatura.
Las primeras noticias acerca de la formación de esta Comisión comenzaron a escucharse en marzo pasado, después que Tabaré Vázquez se entrevistara con el presidente Jorge Batlle y anunciara que habían llegado a un acuerdo para impulsar una ley que declarara muertos a los desaparecidos. Esta ley sería dictada luego de las actuaciones de la Comisión de la Paz, que tiene un plazo de cuatro meses para cumplir su cometido.
Poco antes de este encuentro, "(Liber) Seregni (presidente del FA-EP), tras una larga etapa de silencio público (reclamó) una solución política al tema de los desaparecidos". Para que no quedaran dudas acerca de sus intenciones, Seregni "precisó con mucho énfasis que no se trata de buscar culpables" (5).
La posición de Tabaré Vázquez y el EP no puede tomar por sorpresa a nadie. La política de la izquierda uruguaya en favor de la impunidad de los represores dictatoriales arranca en 1985, con el famoso "Pacto del Club Naval", firmado entre los militares y los representantes del partido colorado y el Frente Amplio, en el que se estableció que no serían revisados los crímenes de la dictadura. Y continuó con el boicot frenteamplista a los plebiscitos por la anulación de la "ley de caducidad" (la versión oriental de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida).
La Comisión por la Paz es, también, el punto final de la política amnistiadora que el FA ha venido desarrollando en estos quince años.
El Frente Amplio ataca a los trabajadores
La política capitalista del gobierno municipal del FA-EP en Montevideo h a dejado un déficit de más de 70 millones de dólares. Los progresistas uruguayos pretenden reducir ese déficit de una manera típicamente capitalista: atacando a los trabajadores municipales, flexibilizando sus condiciones de trabajo y reduciendo sus sala rios. El tercer gobierno frenteamplista, el segundo de Arana, será entonces el gobierno del ajuste… y el de la resistencia de los trabajadores al ajuste progresista.
El primer ataque llegó poco antes de la asunción de Arana. El gobierno intentó reducir de tres a dos la dotación de los camiones recolectores de basura y eliminar las horas extras mediante la redefinición de las tareas ("tarea a terminar"). La respuesta fue una vigorosa huelga de los recolectores de basura, que duró once días y obligó al gobierno a recular.
La huelga de los recolectores de residuos de Montevideo fue una experiencia de lucha excepcional por varias razones.
La primera, porque enfrentaba a un gobierno que se define como "popular" y que ha sido votado por la inmensa mayoría de los trabajadores uruguayos, incluidos los municipales de Montevideo, que lo consideraban como su gobierno. Se trata, por lo tanto, de la primera expresión de una potencial ruptura política de los trabajadores uruguayos con el Frente Amplio.
La segunda, por los métodos de lucha que emplearon los trabajadores: la asamblea, la ocupación de los lugares de trabajo (la Usina 5, cuya ocupación impedía el trabajo de los recolectores de los servicios privatizados y de los rompehuelgas contratados por el gobierno popular para quebrar la huelga), y los piquetes, que no se veían en Uruguay desde la gran huelga de la construcción de 1993. Los piquetes jugaron un papel fundamental en la lucha, porque sostuvieron el ánimo de los huelguistas ante la campaña política lanzada por el FA (repetida por los partidos de izquierda de la coalición y por la burocracia de los sindicatos) de que la huelga "favorecía a la derecha"; porque además disuadieron a los trabajadores de los servicios privatizados y, finalmente y muy importante, porque lograron evitar el intento del gobierno frenteamplista de desalojar por la fuerza policial la Usina 5.
En Montevideo, como hace poco en Rio Grande do Sul, donde el gobierno del PT enfrentó y reprimió la huelga de los maestros del Estado, la izquierda amplia y pluralista actúa como un instrumento del Estado y de la burguesía contra los trabajadores. El ataque policial ordenado por el FA contra los trabajadores en huelga terminó de quebrar la confianza de numerosos trabajadores municipales *no sólo los recolectores de residuos* en el gobierno del FA-EP. Esto explica la masiva huelga general de repudio al intento de desalojar la Usina, cumplida por el conjunto de los municipales.
El segundo ataque fue la reducción de los salarios de los trabajadores de los Centros Comunales mediante la eliminación del pago de las horas extras sabatinas. Con esto, el FA-EP redujo en un 30% los ingresos de estos trabajadores. La respuesta de éstos fue una gran movilización que transformó la burocrática ceremonia de asunción del segundo mandato en una singular denuncia de la política antiobrera del gobierno del Frente Amplio-Encuentro Progresista.
Con pancartas, volantes y constantes gritos y cantos, más de un centenar de trabajadores municipales interrumpieron a los oradores denunciando el recorte de las horas extras, la rebaja salarial y las privatizaciones del gobierno de la izquierda que se une de Uruguay.
"Asumimos firmes compromisos ante la ciudadanía", decía el intendente mientras la barra gritaba "Privatizador, privatizador". "Arana, Arana, la plata donde está", gritó después la barra denunciando el recorte de horas extras en los Centros Comunales. "Sacate la careta", fue uno de los gritos más escuchados. Cuando Arana amenazó a los trabajadores, la respuesta fue instantánea: "Opa, opa, opa, Arana se equivoca".
Un cronista (6 ) pintó en un solo párrafo el abismo que separa a los trabajadores municipales de sus patrones centroizquierdistas: "Los discrepantes *dice refiriéndose a los trabajadores* salieron cantando una vieja consigna (…): Y lucha, lucha, lucha, no dejes de luchar, por un gobierno obrero, obrero y popular (…) Una señora lo vio de otra manera: qué paciencia, qué paciencia…"
Como no hay dos sin tres, después de estos dos ataques vinieron otros: la anulación del aumento salarial que debía regir a partir de agosto, el anuncio oficial de que "si se reitera un nuevo conflicto, se tercerizaría el servicio" (7 ) y la negativa de la Intendencia a recibir a los representantes del sindicato de los municipales, Adeom.
Al cierre de esta edición de En Defensa del Marxismo, un plenario de delegados de este sindicato votó la realización de una asamblea para discutir un plan de lucha de conjunto de los municipales contra el ajuste progresista.
La experiencia de los trabajadores
Los trabajadores municipales de Montevideo están realizando una acelerada experiencia política con el gobierno del Frente Amplio y con los partidos de la izquierda unitaria.
Han visto al gobierno municipal atacar sus condiciones de trabajo y recurrir a la policía y a los rompehuelgas para quebrar su resistencia.
Han visto a la burocracia sindical frenteamplista hacer causa común con el gobierno ajustador y antisindical de Arana contra los reclamos de un sindicato afiliado a la Central.
Han visto a la izquierda hacer un frente político con el gobierno nacional para atacar la huelga de los recolectores de residuos.
Han visto a la Mesa Política del Frente Amplio respaldar a Arana y repudiar los reclamos de Adeom.
Es natural, en consecuencia, que comiencen a aparecer en el activismo de Adeom expresiones de ruptura política con el Frente Amplio.
Aníbal Varela, presidente del sindicato Adeom y recolector de residuos, denuncia que la del FA "es una patronal represiva, como cualquiera de la derecha" (8 ). Y advierte: "Vayan pensando trabajadores lo que puede ser un gobierno del Frente Amplio, porque cuando vengan los ajustes, aunque sea el FA, va a recortar como están haciendo acá en Montevideo" (9 ).
Carlos Netto, integrante de la Mesa de la Limpieza y delegado del Can tón 1, explica que lo que hace el FA en Montevideo "es lo mismo que hace el gobierno central. La única diferencia es que respecto al gobierno central lo teníamos más claro. En las intendencias, nos fueron comiendo poco a poco los espacios municipales muy solapadamente, ahora se sacaron la careta y nos están demostrando que no son diferentes a los partidos tradicionales. Ni siquiera los diferencia a aquellos que 15 años atrás levantaban banderas revolucionarias en contra de la privatización y hoy están encabezando los gobiernos privatizadores. El gobierno que hoy tiene Arana apunta a liquidar los aparatos organizativos del sindicato (…). Lo que considerábamos que podía ser una visión de esperanza de un proyecto político hoy se transformó en un monstruo feroz avasallador y que nos quiere devorar a todos los municipales" (10 ).
Los revolucionarios uruguayos organizados en el Partido de los Trabajadores, que tienen el honor de ser una de las contadas organizaciones de izquierda que respaldan incondicionalmente la lucha de los municipales de Montevideo, interviene activamente en esta lucha para elevar la calidad de las conclusiones políticas y organizativas de esta vanguardia obrera que pelea contra el FA: la necesidad de romper políticamente con el Frente Amplio para construir un partido obrero en Uruguay.
Solidaridad internacionalista con los municipales o complicidad con los ajustadores y represores
La lucha de los municipales de Montevideo es enormemente esclarecedora acerca de la naturaleza política de la izquierda amplia y unitaria, y no sólo en Uruguay.
El Partido Comunista de Argentina, que considera al FA como su modelo político y que llama a "construir un Frente Amplio en la Argentina", ha guardado un silencio cómplice frente a los ataques que ha lanzado el gobierno al que reivindica como un gobierno de izquierda.
Lo mismo ha hecho el Mst, su socio en Izquierda Unida. El partido hermano del Mst en Uruguay apoyó en las últimas elecciones la candidatura burguesa de Tabaré Vázquez.
¿Con quién se une la izquierda que se une? Con los represores y ajustadores de los trabajadores municipales de Montevideo: el silencio cómplice que ha guardado frente a los ataques del gobierno progresista contra el gremio de Adeom es sinónimo de una solidaridad política de fondo. No en vano la IU argentina integra el Foro de San Pablo, junto con los partidos de izquierda del FA-EP y con el PT y los integrantes del gobierno de izquierda de Rio Grande do Sul que reprime a los docentes de ese Estado brasileño (ver resolución de la Reunión Internacional de Buenos Aires, en este número de En Defensa del Marxismo).
El Partido Obrero ha venido desarrollando una activa campaña de solidaridad militante e internacionalista con los trabajadores municipales de Montevideo, difundiendo su lucha y los ataques de que son objeto por la patronal progresista. Como resultado de esta campaña, centrales obreras como la CGT de San Lorenzo, sindicatos como Adosac (docentes) de Santa Cruz, plenarios intersindicales que reúnen a cientos de militantes sindicales de diferentes gremios y trabajadores municipales de Buenos Aires, el Gran Buenos Aires Tucumán y Santa Cruz han dado su solidaridad por el triunfo de los municipales de Montevideo.
NOTAS:
1. Aníbal Varela, presidente de Adeom. Reportaje publicado en Prensa Obrera, 29 de junio de 2000.
2. Brecha, 11 de mayo de 2000.
3. Ambito Financiero, 16 de mayo de 2000.
4. Brecha, 19 de mayo de 2000.
5. Clarín, 14 de marzo de 2000.
6. El País, 14 de julio de 2000.
7. Búsqueda, 15 de junio de 2000.
8. La República, 2 de junio de 2000.
9. Aníbal Varela, ver cita Nº 1.
10. Prensa Obrera, 17 de agosto de 2000.