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Poner en práctica el derecho al retorno


Una de las lecciones más importantes aprendidas en los cincuenta y tres años de conflicto israelí-palestino es que éste consiste, esencialmente, en la expulsión del pueblo palestino de su patria y en la confiscación de su tierra. En otras palabras, se trata de una "limpieza étnica". Una minoría extranjera desembarcada en las costas de Palestina echó a la mayoría nacional, negándoles los derechos y la existencia y creando un estado sobre ese territorio.


 


Este cataclismo ha provocado enormes devastaciones en toda el área: caída de regímenes, asesinatos de jefes políticos, el estallido de cinco guerras y de centenares de conflictos menores. El resultado ha sido la conquista de toda la Palestina del ex mandato británico, además de algunos otros territorios de cuatro países vecinos.


 


Aún prófugos, dispersos, obligados a vivir en condiciones deplorables, muchos en el exilio, otros bajo el talón de la ocupación o virtualmente asediados, atacados por amigos y enemigos, continúan sobreviviendo. En la historia moderna del Medio Oriente, son la más imponente fuerza popular. El respeto (y la realización) de sus derechos inalienables es la base para una paz duradera. Todo lo demás, incluida la creación del Estado palestino, la llamada "cooperación regional" y otras estratagemas que oculten o no tengan en cuenta la cuestión fundamental del deuducto al retorno, es marginal.


 


La reacción occidental a la Intifada de al-Aqsa1 es un índicador de la imagen distorsionada ("el Medio Oriente irracional") creados después de años de prejuicios favorables a los israelíes. La actual proliferación de artículos en la prensa norteamericana e israelí trata más sobre la sorpresa que sobre el reconocimiento del derecho de los palestinos al retorno; más sobre el miedo que sobre un verdadero interés por estos mismos derechos. Desde cualquier punto de vista que se considere la cuestión, los refugiados son el principal problema a resolver.


 


El plan de la limpieza étnica


 


Desembarazarse de los habitantes originarios de Palestina es desde hace mucho tiempo uno de los axiomas del sionismo2. Lo había anunciado claramente Yosef Weitz, cabeza del Comité para la transferencia y las operaciones de confiscación de tierras. Proyectaba la limpieza étnica a fines de los 40: "La única solución es la transferencia de los árabes de aquí a los países circundantes. No debe quedar ni una sola aldea ni una sola tribu"3.


 


El plan Dalet apuntaba a "ocupar y expulsar"4 al pueblo palestino. La doctrina de Ben Gurion implicaba la destrucción de los palestinos y de su ambiente físico-cultural como presupuesto para la creación de un Estado israelí sobre sus ruinas5. La eliminación sistemática de los palestinos en 1948 asumió las formas que se describen a continuación:


 


1. Planes militares para la instalación judía


 


A fines de enero de 1948, cuatro meses antes del inicio oficial de la guerra, los sionistas proyectaban instalar un millón y medio de nuevos inmigrantes otros 600.000 judíos ya estaban instalados, dos tercios de los cuales eran inmigrantes recientes en el hemitario bajo mandato británico sobre Palestina. Durante las operaciones militares judías que siguieron a la resolución de las Naciones Unidas para la partición (noviembre de 1947), y antes del fin del mandato británico, fue expulsada más de la mitad de los palestinos. La Agencia para la Instalación guiada por el Fondo Nacional Judío (FNJ) dirigió los ataques militares para conquistar las mejores tierras, por ejemplo, las aldeas de Indur, Qumiya, Malul, Mujaidil y Buteimat, en Galilea, que fueron destruidas sobre todo para conquistar la tierra6.


 


2. Eliminación física de los refugiados


 


Casi todas las operaciones militares sionistas/israelíes (una treintena en total) estuvieron asociadas a masacres de civiles. Tenemos noticias de al menos treinta y seis masacres7, la mitad de las cuales tuvo lugar antes de que hubiera podido poner pie en Palestina un solo soldado regular árabe. La más infame de estas carnicerías es la de Deir Yassin, la mayor la de Dawayma, y la última descubierta por un investigador israelí, Teddy Katz, aunque los palestinos ya estuvieran al corriente es la de Tantoura.


 


Pero no se disparaba a los civiles sólo en tiempos de guerra. Después del cese de las hostilidades, algunos refugiados intentaron retornar para salvar a los civiles que habían quedado atrás, para recuperar algunos de sus bienes, preparar la cosecha o cuidar a los animales. Estos repatriados eran detenidos y fusilados como "infiltrados". Los observadores de las Naciones Unidas encargados de hacer respetar la tregua han referido cientos de casos similares8.


 


3. Saqueos y destrucción de la propiedad


 


Inmediatamente después de los ataques militares, se verificaron saqueos, en especial en ciudades como Haifa, Jaffa, Lydda y Jerusalén. Entre los saqueadores se encontraban miembros de los kibutz, comandantes de brigadas de la Fuerza de Defensa de Israel (FDI) y personajes políticos de nota del partido Mapai (laborista) en el gobierno9. A esto le siguió una maciza y prolongada (más de quince años) campaña de destrucción, bajo la cual fueron hasta sus cimientos el 53% de las 418 aldeas sometidas a examen; otro 32% fueron destruidas en gran parte y sólo el 12% parcialmente (los investigadores no han podido acceder al 3% restante)10. Estas destrucciones tenían como claro objetivo impedir el retorno de los refugiados.


 


4. Acción política


 


Inmediatamente después de la creación del Estado de Israel (14 de mayo de 1948) y después de la protesta del mediador de las Naciones Unidas, el conde Folke Bernardotte, constató, en junio del mismo año, la expulsión de cerca de medio millón de palestinos; el gobierno provisorio israelí afirmó no poder aceptar el retorno de estos refugiados hasta después de la firma de un tratado, aduciendo como pretexto el hecho de que eso representaría una "amenaza para la seguridad". Incluso después del cese de las hostilidades, Israel rechazó readmitir a los refugiados, y todavía hoy mantiene esta posición frente al mundo. Y lo hace a pesar de que su propia admisión a las Naciones Unidas (mayo de 1949) sea totalmente especial, siendo el único miembro que puede participar "a condición" de que permita el retorno de los refugiados (Resolución 194) y se retire a los límites del plan de partición (Resolución 181)11.


 


5. Creación de una red legal ficticia para enmascarar las confiscaciones ilegales


 


En primer lugar, durante y después de la guerra de 1948, Israel recurrió a numerosos estratagemas legales para realizar y justificar la confiscación de 18.700 kilómetros cuadrados (92% del Estado de Israel) de tierra palestina, así como de los bienes de propiedad ubicados en los 530 pueblos y aldeas despoblados. Tales bienes fueron entregados a la Custodia de los Ausentes (o sea de los refugiados) y luego devueltos a la Autoridad para el Desarrollo. Hoy, todas estas tierras, además de las del FNJ, son administradas por la Agencia de Tierras de Israel (ATI). En otras palabras, los "ausentes" son los refugiados palestinos que no pueden retornar. Pero la palabra se refiere también a los ciudadanos palestinos de Israel, que no están "ausentes" y que por lo tanto han sido redenominados "presentes ausentes": fue confiscada incluso gran parte de sus posesiones12.


 


6. Instalación de nuevos inmigrantes judíos para llenar las aldeas despobladas


 


Mientras se desarrollaba la invasión de las aldeas palestinas, Israel puso en práctica un programa para el envío de agentes de la Mossad con el objetivo de organizar la transferencia a Israel de los judíos residentes en los países árabes. Estos fueron invitados a inmigrar con grandes promesas y variados incentivos, mientras que los que se mostraban reticentes debieron sufrir una serie de coerciones, entre las cuales se cuentan sabotajes y bombardeos13. Entre 1949 y 1952 llegaron 700.000. Muchos sin embargo no estaban contentos con la discriminación de la cual eran objeto por parte de los azkenazi. Su resentimiento es todavía hoy muy fuerte.


 


Todas estas acciones tenían como objetivo impedir el retorno de los refugiados a sus casas. Pero si Israel ha logrado impedir su retorno, los refugiados han permanecido inflexibles. A menudo, están en condiciones de ver sus antiguas viviendas, más allá del alambre de púas que marca la línea del armisticio; en efecto, la mayoría de los refugiados vive todavía a un par de horas de autobús de distancia de sus propias viviendas. Así, el problema de los israelíes se ha convertido en deshacerse de los refugiados, donde sea que se encuentren.


 


Los planes de reinstalación


 


Hoy el 88% de los refugiados vive en Palestina y en los países vecinos: el 46% en la Palestina del ex mandato británico, el 42% en Jordania, Siria y Líbano, a un radio de 160 kilómetros de Israel. Sólo el 12%, igualmente disperso entre naciones árabes y otros países, reside más lejos. Según los datos de 1988, la población total de palestinos es de 4,9 millones, de los cuales 3,6 millones están registrados en la UNRWA (Agencia de las Naciones Unidas para la asistencia y la ocupación), el instituto oficial creado a favor de los exiliados14. Más de dos tercios del pueblo palestino, por lo tanto, está constituido por refugiados, situación única en la historia moderna.


 


La cercanía de los refugiados y su inextinguible deseo de retornar explican las febriles tentativas israelíes de llamar al mayor número de inmigrantes judíos de los más diversos países, de Etiopía a Rusia, para instalarlos en las tierras palestinas que han quedado despobladas. Existen alrededor de cuarenta proyectos similares15 (más de cien si se tienen en cuenta las variaciones menores). Son todos de origen israelí y se basan sobre una u otra de las siguientes premisas: los palestinos no son un pueblo en sí; podrían y deberían vivir en cualquier otra región; no tienen ningún derecho al retorno; su retorno no sería concretamente posible ni deseable porque sería una amenaza al "carácter judío" del Estado de Israel.


 


La más reciente formulación de este proyecto pertenece a Donna Arzt16. También aparece como una versión unánime; se trata esencialmente de la continuación de la limpieza étnica iniciada por Ben Gurion, Yosef Weitz y Ariel Sharon. Prepara la transferencia de un millón y medio de refugiados a varias partes del mundo y el exilio forzado por medio de amenazas, obligación y corrupción de otro millón de personas17.


 


Las propuestas del ex presidente de los Estados Unidos, Bill Clinton, más o menos de "largo aliento", durante las negociaciones finales de Camp David en el verano del 2000, baten sobre el mismo parche, con variaciones mínimas. Todos estos proyectos han fracasado y continuarán sin dar resultados: parece por lo tanto cada vez más necesario volver a las cuestiones fundamentales y encontrar soluciones creativas. En primer lugar, es necesario rechazar el tabú israelí según el cual no existe el derecho al retorno.


 


¿Por qué los refugiados deberían retornar?


 


Antes que nada, porque esto está en perfecto acuerdo con el derecho internacional18. En el período 1948/2000, la célebre Resolución 194 de la ONU ha sido reafirmada 135 veces por la comunidad internacional, algo que no tiene equivalentes en la historia de las Naciones Unidas. El consenso universal eleva tal resolución al rango de "recomendación" a modo de expresión de una precisa y determinada voluntad de la comunidad mundial. Por otra parte, el derecho internacional veta la desnacionalización de un pueblo si el territorio en el cual vive sufre una mutación de soberanía19. Por lo tanto, los refugiados tienen el derecho de volver a sus casas perdidas y el derecho al restablecimiento de su nacionalidad. El derecho al retorno se funda sobre la Declaración Universal de los derechos humanos y sobre numerosas convenciones regionales que han hecho referencia a las leyes por los derechos humanos. Deriva también de la inviolabilidad de la propiedad privada, que no es recurrible por cambio de soberanía, de una ocupación o por transcurso del tiempo.


 


En segundo lugar, el derecho al retorno es sagrado para todos los palestinos. Su determinación a permanecer firmes en este punto ha sobrevivido a guerras, sufrimientos, enormes cambios sociales y políticos. En tal óptica, el refugiado de Iqrit, que es ciudadano israelí, como el de Lydda, que es ciudadano jordano, como el de Haifa, que no tiene estado y vive en Siria o en Líbano, o el de Jaffa, que es ciudadano norteamericano, tienen el mismo objetivo.


 


En tercer lugar, no existen motivos aceptables por los cuales no deban retornar. Los israelíes se oponen al retorno aduciendo como razón que contaminaría el "carácter judío" de Israel y provocaría una emigración de israelíes a otros países. Por otra parte, afirman que es imposible porque las aldeas de los refugiados han sido en gran parte destruidas y los límites entre las diferentes propiedades cancelados. Pero estas afirmaciones no resisten un análisis en profundidad.


 


La cuestión demográfica


 


Se afirma frecuentemente que, en Israel, no hay espacio para el retorno de los refugiados. Aunque esto fuera verdad, este derecho fundamental no se vería alterado. Pero no es verdad. Estudios realizados con anterioridad20 pueden ser resumidos de esta manera.


 


Podemos subdividir las 46 regiones naturales de Israel en tres zonas (ver el mapa n° 1). La Zona A, 1.628 kilómetros cuadrados, tiene una población judía de poco más de tres millones (67% de la población israelí total)21. Esta área corresponde aproximadamente a la tierra comprada por los judíos en el período del mandato británico. Los asentamientos judíos después de la creación del Estado de Israel se han concentrado en su mayor medida en torno a este núcleo.


 


La Zona B, 1.508 kilómetros cuadrados, es de las mismas dimensiones pero es un territorio distinto, respecto a las tierras que poseían los palestinos que permanecieron en Israel después de la guerra de 1948 (a partir de esa fecha, Israel confiscó dos tercios de las posesiones de sus ciudadanos palestinos). En la Zona B viven 436.000 judíos, esto es, el 9,6% de todos los israelíes junto a 92.000 ciudadanos palestinos. Por lo tanto, el 77% de los israelíes reside en el 15% del área israelí.


 


Para ilustrar mejor la cuestión, examinemos este escenario: si/cuando los refugiados oficialmente registrados en Líbano (362.000) volvieran a sus viviendas en Galilea (todavía en gran parte árabe) y los refugiados registrados en la Franja de Gaza (759.000) regresaran a sus viviendas en el Distrito meridional (ahora casi vacío; la densidad de los granjeros judíos es de 6 habitantes por kilómetro cuadrado, respecto de los 5.500 habitantes por kilómetro cuadrado de la Franja de Gaza), su instalación tendría un efecto desdeñable sobre la densidad judía de la Zona A y los judíos mantendrían la mayoría numérica en las Zonas A, B y C.


 


El número de inmigrantes judios rusos equivale al de los refugiados en Líbano y Gaza tomados en conjunto. Si los rusos no fueran inmigrantes y estos millones de refugiados palestinos hubieran tenido la autorización para retornar, Israel tendría la misma densidad demográfica actual. Al revés, los inmigrantes han sino acogidos mientras que los legítimos dueños de la tierra no han sido autorizados a retornar.


 


La reintegración de las aldeas palestinas


 


Otro argumento israelí es que se han perdido todos los trazados de las aldeas y que se ha construido sobre ellas para dar alojamiento a los nuevos inmigrantes. Nuevamente, incluso aunque fuera verdad, esto no cancelaría el derecho al retorno: el robo de la propiedad no constituye un carta de crédito y, por lo tanto, el argumento es falso.


 


En las figuras 2 y 3, se han trazado todas las zonas actualmente reconstruidas, a las que se han superpuesto los sitios de los 530 pueblos y aldeas palestinos evacuados en 1948 por los israelíes. El resultado sorprendente es que la mayoría de los sitios de estas aldeas está todavía libre. Todos los sitios de las aldeas, con la excepción de algunos en las circunscripciones de Safas, Acre, Tiberíades y Nazareth, están vacíos. Obviamente, la zona más interesada por las construcciones es la faja costera, especie de suburbio de Tel Aviv. A consecuencia de la expansión urbana, se ha construido sobre una decena de sitios de las antiguas aldeas. Los refugiados de estas zonas reconstruidas son cerca de 110.000, aproximadamente el 3% de todos los exiliados registrados. Las aldeas mayormente golpeadas por esta diáspora son Salama, Yazur y Beit Dajan, que en conjunto suman 75.000 individuos. Se ha reconstruido también un cierto número de aldeas al oeste de Jerusalén, así como al norte y al sur de Tel Aviv.


 


Todavía, más del 90% de los refugiados podría retornar, ocupando los lugares libres. El 75% de los sitios sometidos a una reconstrucción está situado en tierra completamente poseída por los árabes y en el 25% de las restantes tierras palestinas los judíos a lo sumo son sólo copropietarios. Sólo el 27% de las aldeas reconstruidas por los israelíes tiene actualmente una población de más de diez mil habitantes. El resto son mucho más pequeñas.


 


El retorno de los refugiados a las aldeas reconstruidas es por lo tanto simple, al menos desde el punto de vista operativo; podrían conservar el derecho de propiedad sobre las tierras y concederlas en alquiler por cuarenta y nueve años a sus actuales ocupantes (que más que otra cosa, son instituciones). Mientras tanto, podrían establecerse alquilando o construyendo nuevas casas para sí mismos en terrenos adyacentes.


 


Sin embargo, resta la feliz perspectiva según la cual la abrumadora mayoría de los refugiados podría retornar a las aldeas actualmente libres. Su establecimiento no podría ser un problema irresoluble. Frente a la decuplicación (debida a la inmigración o al aumento natural) de la población judía (que en 1948 era de 600.000 habitantes), podemos citar como ejemplo la expansión de Amman (que se ha decuplicado), la de Beirut (otro tanto) y la de Kuwait (se ha multiplicado por treinta y tres), en las cuales los refugiados palestinos han jugado un papel de primer plano.


 


¿Cuáles son los beneficios y las pérdidas?


 


Si un conflicto histórico se soluciona haciendo retornar, en consonancia con el derecho internacional, a cinco millones de refugiados, ¿qué precio se debe pagar por este gran resultado?


 


Los 160.000 residentes en los moshavim y en los kibutz involucrados podrían decidir quedarse y tomar en arriendo la tierra (de sus propietarios, no de la Administración de Tierras de Israel, mediante un simple cambio en el contrato de arriendo), o bien pueden decidir irse. Los habitantes de los kibutz siempre han sido considerados los pioneros del sionismo, la élite de la sociedad israelí. Un gran número de generales del ejército y de miembros de la Knesset (parlamento) está constituido por habitantes de los kibutz. Los mismos que han recibido la tierra (palestina) más fértil. Pero ahora la situación ha cambiado radicalmente. En 1917, el 90% de los inmigrantes iba a vivir a los kibutz, mientras hoy los habitan sólo el 3% de los israelíes. Continúan las defecciones y es difícil encontrar nuevos reclutas. Gran parte de los kibutz está al borde de la bancarrota: apenas el 26% de ellos produce el 75% de la producción agrícola22.


 


El área de campos regados y cultivados por los habitantes de los kibutz disminuyó de 86.434 (1987) a 76.698 hectáreas (1991)23. El rédito económico de estos amplios recursos es escaso y está en continuo decrecimiento. De los 5.000 millones de deuda acumulada por los habitantes de los kibutz, el gobierno ha cancelado 2.000 millones, diferido el vencimiento de otros 2.000 millones se impulso al sector privado a contribuir con los mil millones remanentes.


 


Recientemente, un viraje neto en la estrategia política respecto de la tierra de los moshavim y los kibutz ha mellado ulteriormente los derechos de los propietarios palestinos. Hasta no hace mucho tiempo, los terrenos pertenecían oficialmente a la ATI y eran dados en arriendo a los habitantes de los moshavim y los kibutz. A comienzos de los años 90, el entonces ministro de Infraestructura (Ariel Sharon) y el de Agricultura (Raphael Eitan) promovieron nuevas leyes para modificar la subdivisión de estas tierras agrícolas y favorecer la construcción de edificios residenciales para los nuevos inmigrantes rusos, o de negocios, centros comerciales y departamentos privados. Los miembros de los kibutz serían indemnizados con el 51% del valor de la transacción. Esto en poco tiempo enriqueció a los granjeros al borde de la quiebra, permitiéndoles embolsarse el precio de una tierra (palestina) que no era de su propiedad (al menos originalmente). Esta decisión irritó a los contribuyentes de las ciudades, la gran mayoría de la población israelí. Dos comités, uno nombrado en 1997 y el otro en el 2000, redujeron la indemnización al 25% del valor de la tierra. Así, la "sagrada propiedad espiritual" se había transformado en bienes inmobiliarios sujetos a transacciones.


 


En 1997, la ATI comenzó a vender las tierras de los refugiados. Su contribución media anual alcanza a los mil millones de dólares, excluidas las indemnizaciones a los habitantes de los kibutz. Un dunam (alrededor de mil metros cuadrados) en el centro del país se vende por un millón de dólares24. En 1998, 110 kibutz recibieron autorización de ampliar en un 115% el área residencial (en otras palabras, de cambiar el destino de las tierras, de agrícolas a residenciales), y de venderlas a "otros". Con "otros", se entiende a los judíos, en cualquier lugar del mundo en que vivan. Un plan regulador para la construcción de 500.000 unidades residenciales que interezó, en efecto, a 150 kibutz.


 


Sharon, que ha expropiado en su directo beneficio una granja de un par de miles de dunam en las cercanías de Iraq al Manshiya (Qiryat Gat), ha dicho: "El único modo de acoger a los inmigrantes era tomar la tierra de los kibutz… Era consciente de la dificultad (económica) que atravesamos… Es mejor construir sobre los terrenos y vender las casas"25.


 


En junio de 2000, cincuenta y dos miembros de la Knesset presentaron un proyecto de ley que prevé la subdivisión en nuevas zonas de cuatro millones de dunam (el 80% de las posesiones registradas en la Comisión de Conciliación sobre Palestina de la ONU), de terrenos agrícolas a terrenos residenciales. En otras palabras, se busca cambiar el destino de las tierras de los refugiados registrados en la ONU: de propiedad alquilada al kibutz a propiedad vendida a empresarios con el objetivo de construir y vender departamentos a los israelíes o a los judíos de cualquier nacionalidad.


 


La comunidad sefardí, que no ha recibido ninguno de los beneficios distribuidos abundantemente para los kibutz, planteó una objeción interesante. Los sefardíes han formado un grupo, llamado Hakeshet Hamizrait, que ha presentado una demanda a la Corte Suprema para protestar contra la venta de los terrenos de los kibutz, afirmando que "la tierra en cuestión había sido, en gran parte, expropiada a los palestinos; la transferencia de derechos de propiedad a los habitantes de la comunidad rural implica la negación perpetua del derecho del retorno para los palestinos"26. Por lo tanto, el retorno a su patria de cinco millones de refugiados de un conflicto histórico está siendo sacrificado por la supervivencia de 8.600 habitantes de los kibutz, un movimiento económicamente a la deriva, ahora abandonado por los propios israelíes.


 


Agua y agricultura


 


En Medio Oriente, por el agua se puede declarar una guerra. Muchos afirman que la invasión israelí a Siria y Cisjordania, en 1967, obedeció a la tentativa de controlar las nacientes del río Jordán, sus afluentes y las capas acuíferas de Cisjordania. La determinación israelí de mantener el control de estas fuentes hídricas es uno de los motivos principales de rechazo a firmar un acuerdo con Siria y los palestinos. El conjunto de estos recursos, desviados de las aguas sirias y cisjordanas, alcanza a 500 millones de metros cúbicos anuales, gran parte de la cual es malgastada, como puede demostrarse.


 


Los recursos hídricos del territorio palestino sobre el cual en 1948 fue declarado el Estado de Israel suman 350 millones de metros cúbicos anuales. Esta cantidad ha sido aumentada con la perforación israelí del subsuelo cisjordano, y con el control total de las fuentes sirias y palestinas después de 1967. Ha alcanzado a los 2.020 millones de metros cúbicos anuales en 1990, de los cuales 1.471 millones provienen de fuentes situadas en territorio árabe27.


 


¿Para qué sirve esta agua? En 1995, 594 millones de metros cúbicos anuales se dirigieron a usos municipales (es decir, domésticos), 133 para usos industriales y 1.300 para usos agrícolas. Como ha demostrado Peter Beaumont28, esto significa una cuota constante de cien metros cúbicos anuales per cápita para usos domésticos, al momento de la creación del Estado de Israel (1948). La cifra supera el consumo per cápita en Jordania (60) y por mucho al de Cisjordania (37), que ha perdido a favor de Israel el 90% de sus propios recursos hídricos. La Franja de Gaza, superpoblada, se encuentra en una difícil situación de carencia hídrica, con un peligroso aumento de la salinidad.


 


Israel ha mantenido el consumo de 1.200/1.400 millones de metros cúbicos anuales para uso agrícola. El extravagante consumo de 860 metros cúbicos por dunam (1 hectárea = 10 dunam) de los años cincuenta se ha reducido ahora a 600 metros cúbicos por dunam. Estos preciosos recursos son provistos a los granjeros al 70% de su costo (19 centavos el metro cúbico), mientras que el costo para un usuario doméstico oscila entre 1 y 1,76 dólares por metro cúbico29. De esta manera, los usuarios domésticos financian una amplia porción de los recursos hídricos de los agricultores, los cuales cultivan productos que necesitan grandes cantidades de agua, como papas, granos, algodón y melones.


 


Después de la expulsión de los palestinos y la confiscación de sus tierras (1948), la cantidad de terrenos irrigados aumentó rápidamente, de cerca de 300.000 dunam en los primeros años de la década del 50 a 2 millones de dunam hacia fines de los años 70 (la diferencia entre las dos cifras equivale a las posesiones palestinas). En 1999, la cantidad se redujo a 1,1 millón de dunan a causa del decreciente interés por la agricultura30. La superficie total de tierra cultivada creció de cerca de un millón de dunam en 1950 a 4,2 millones de dunam en 1997, con el máximo alcanzado en 1990 (4,4 millones de dunam)31; la diferencia entre la primera cifra y las otras equivale a las propiedades palestinas confiscadas.


 


¿Quién explota estas amplias tierras? En 1998, había 72.500 individuos empleados en la agricultura32, de los cuales 36.800 eran judíos. De estos últimos, sólo 8.600 eran habitantes de los kibutz. Estos grandes recursos fundiarios, con su generosa provisión de agua, producen sólo el 1,8% del producto bruto interno33. Israel ha debido importar 24.300 trabajadores extranjeros (de Tailandia más que de ningún otro lado), negando al mismo tiempo a los palestinos el derecho a cultivar su propia tierra (En realidad, algunos campesinos palestinos admitidos en Israel trabajan su propia tierra como braceros, en beneficio de los israelíes.)


 


El derroche de agua ha sido subrayado por otros autores. Algunos proponen la reducción de la actividad agrícola o su reconversión en cultivos más productivos, que dejarían el agua disponible para otros usos. En una investigación se revela que "las pruebas indican que la crisis hídrica israelí depende más de la mala distribución que de una escasez en sentido absoluto"34. Otro estudio sugiere la "venta" del agua derrochada, en el ámbito de un tratado de paz, a Jordania y Cisjordania. Prescindiendo del hecho de que Israel, irónica e ilegalmente, vendería agua robada a sus legítimos propietarios, está comprobado que los enormes recursos hídricos y fundiarios israelíes están siendo explotados por pocas personas, sin ser productivos. Si el agua y las tierras fueran restituidas a sus legítimos dueños, Israel perdería poco a pesar de la difundida opinión en contrario mientras ganaría en legitimación política, contribuyendo a la posibilidad de una verdadera paz en toda la región.


 


El profesor Fadle Naqib, estudioso de la economía palestina, ex miembro de la Conferencia de la ONU para el comercio y el desarrollo, sostiene que, si bien las naciones en vías de desarrollo reducen la parte de su economía reservada a la agricultura, para Palestina por el contrario es necesario incentivar el sector agrícola35. En esta fase, las inversiones de capital serían limitadas, situación ideal para una economía en recuperación. La gran mayoría de los refugiados está constituida por campesinos y la agricultura es su ocupación desde tiempos inmemoriales. Volviendo a tener la posesión de sus tierras, estarán en condiciones de incrementar el valor de la producción agraria. Los refugiados de Gaza ya lo han hecho: a pesar de disponer sólo de recursos escasos de agua salina, cultivan verduras mejores y más baratas que las de los kibutz adyacentes. Es por esta razón que Israel no admite estos productos en sus mercados36. Obviamente con esto no intento decir que todos los refugiados deberían dedicarse a la agricultura o que la agricultura es su única ocupación. En el mundo árabe, están entre los más instruidos y han tenido éxito en un gran número de profesiones, incluso las más difíciles. De lo que se trata es de poner el acento sobre su profundo enraizamiento a la tierra que les pertenece y su capacidad de cultivarla de una manera más económica que los israelíes. Gracias a su instrucción, podrán vencer el desafío de la agricultura mecanizada, cuando alcancen esta fase económica.


 


Otro sector en el cual sobresalen desde hace siglos los palestinos es el de las naranjas de Jaffa. Después de la conquista de esta región por parte de los israelíes (1948), "la abrumadora mayoría de las 150.000 dunam de árboles de cítricos ha quedado abandonada(…) En todo el país, se cultivaba todavía cerca de un quinto de los bosquecillos de cítricos abandonados"37. Los israelíes han requisado las bombas y las tuberías, reservando grandes parcelas para las construcciones edilicias. Lo que quedaba de los bosques de cítricos, que en 1975 producían 950.000 toneladas, se ha deteriorado a tal punto que en 1997 se produjeron solamente 340.000 toneladas, mientras que el año de la sequía (1991), hubo una caída a casi 250.000 toneladas38. Las famosas naranjas de Jaffa podrían volver al auge por los agricultores palestinos, los mismos que plantaron los bosques de cítricos.


 


En realidad, los problemas no faltan. Muchos refugiados deberán cambiar nuevamente de ocupación, volviendo a la agricultura (la mayoría son ahora albañiles). Se deberán activar controles más rígidos sobre el consumo hídrico. En un cierto punto, digamos cuando se alcancen los 1.300 millones de metros cúbicos anuales, será obligatorio mecanizar la agricultura. Se debe mejorar el rendimiento de los nuevos cultivos. En esa perspectiva, las investigaciones israelíes pueden ser útiles. Con seguridad, los palestinos sabrán ponerlas en práctica de manera entusiasta, en la medida en que volverán a las tierras cultivadas durante siglos por sus familias. Todo esto, sumado al retorno a la paz y a la estabilidad de la región, superará fácilmente los problemas prácticos que puedan plantearse.


 


El síndrome del "carácter judío"


 


Tomando en cuenta la opresión de los judíos en la historia europea, el miedo de los judíos a los gentiles (no judíos) es comprensible. Sin embargo, cuando asume la forma de política activa, este temor es peligroso como lo demuestra el caso de Palestina. La expulsión y la expropiación de los palestinos, en tanto presupuesto para la creación del Estado de Israel, derivan de este temor paranoico. Era la doctrina de Ben Gurion, ahora documentada por todos los historiadores. Pero es esa doctrina la que todavía está aferrada. Propone la perpetración de un homicidio por temor a que la víctima, si permaneciera con vida, pudiera hacer mal al asesino.


 


La amenaza al "carácter judío" de Israel tiene por único objetivo justificar la negación del derecho de los palestinos a poseer su tierra y su propiedad. ¿Pero qué se entiende por "carácter judío"? Si implica actos políticos que impiden el retorno de los refugiados y permite a un número ilimitado de israelíes instalarse en su lugar, la mejor definición dada es la de los célebres juristas Thomas y Sally Mallison: "La expresión carácter judío no es otra cosa que un eufemismo para ocultar las leyes sionistas y discriminatorias del Estado israelí, que viola las disposiciones de la partición. Las Naciones Unidas no están legalmente obligadas a defender el sionismo israelí más de cuanto lo están a mantener el apartheid en Sudáfrica"39. El Departamento de Estado norteamericano niega que tenga un significado especial para los ciudadanos judíos de Israel, afirmando "no reconocer la relación político-legal basada sobre la identificación religiosa de los ciudadanos norteamericanos… De manera análoga, debe ser claro que el Departamento de Estado no piensa que el concepto de pueblo judío sea válido para el derecho internacional"40.


 


Pero esta no es una opinión aislada. En 1998, el Comité por los derechos sociales, económicos y culturales, inspirado en el tratado de la ONU, ha dicho que "el excesivo énfasis (puesto por Israel) sobre su Estado como Estado judío promueve la discriminación y confiere un status de segunda clase a los ciudadanos no judíos (…) El Comité observa con grave preocupación que la ley estatutaria de 1952 autoriza a la Organización Sionista Mundial/Agencia Judía y sus asociadas, incluido el Fondo Nacional Judío (FNJ) a controlar la mayor parte de la tierra de Israel, desde el momento en que estas instituciones persiguen beneficiar solamente a los judíos(…) El Comité piensa que la confiscación sistemática y en gran escala de las posesiones palestinas por parte del Estado y la transferencia de estas propiedades a esas agencias constituye una forma institucionalizada de discriminación, porque tales agencias niegan por definición el uso de la tierra por parte de los no judíos"41. Israel no podrá mantener por mucho tiempo esta posición. Antes o después, el peso moral y legal de los derechos humanos se hará sentir. ¿Cómo es posible que se crea que el concepto de "carácter judío" pueda ser una base aceptable para relaciones pacíficas?


 


Algunos sostienen que el "carácter judío" se refiere a una sociedad en la cual los judíos son mayoría numérica. ¿Pero en qué territorio? ¿En la ex Palestina del mandato británico? Hoy, el 47% de la población de Palestina es árabe y el 53% es judía. En efecto, sin embargo, el porcentual se vería invertido si se tomara en cuenta el hecho de que la mitad de los inmigrantes rusos no son verdaderamente judíos.


 


En el propio Israel, si examinamos el crecimiento demográfico judío en el período 1948/99 (1,6%) y la de los palestinos en Israel (4%), los dos grupos étnicos serían numéricamente iguales alrededor del 205042. ¿Quizás los israelíes están ganando tiempo? Si restringimos el territorio en cuestión al 15% de Israel, en el cual vive el 80% de los judíos, y donde los palestinos representan sólo el 11% de la población judía, la fecha futura en que los palestinos se convertirían en una minoría significativa debería ser notablemente postergada.


 


Todos estos ejemplos indican que la idea de la superioridad numérica de los judíos es, en concreto, un juego cruel con el tiempo, en el cual los refugiados se pudrirán en sus campos hasta que los israelíes se den cuenta, o admitámoslo, que esta lucha es una terrible burla, que tiene por objeto mantener vacías las tierras conquistadas hasta el día en que los propietarios renuncien a ellas o se vean excluidos producto de una "solución final" al problema palestino.


 


Lo más increíble es la afirmación de que el "carácter judío" consiste en una sociedad socialmente homogénea en la cual los judíos hablan la misma lengua, se visten y se comportan de manera similar, profesan valores idénticos, de modo que la presencia de un grupo nacional como el palestino contaminaría la uniformidad. Pero es difícil imaginar que sean muchos los israelíes que crean esto verdaderamente, dado que no existen rasgos comunes entre los rusos y los marroquíes, mizrahi y ashkenaziti, haredim (religiosos) y laicos. En Israel, se hablan treinta y dos idiomas y existen más de veinte partidos políticos, con otros tantos diarios, con una población un poco mayor que la de Los Angeles. El problema de una sociedad israelí fragmentada es serio y ya provoca conflictos internos, por el momento aquietados con el recurso de la propaganda contra el peligro árabe. Sobre este problema ya se ha desarrollado un gran número de investigaciones recientes43. Pero el retorno de los palestinos en el caso de darse, ciertamente, no agravará este problema. Los ciudadanos palestinos de Israel son ya (mapa 1) el 11% de la zona A, el 21% de la zona B y el 70% de la zona C.


 


Si el "carácter judío" se refiere a la práctica religiosa, es necesario decir que el mundo árabe-islámico nunca ha creado dificultades particulares. Numerosos historiadores han demostrado que las naciones árabes han tratado a las minorías judías mucho mejor que los países cristianos.


 


No existe justificación ética o legal para el mantenimiento de un "carácter judío" que niegue los derechos humanos o viole el derecho internacional. Las prácticas racistas israelíes son motivadas por el mantenimiento de la posesión del suelo palestino, también en vista de futuras inmigraciones israelíes. El 1º de marzo del 2001, los medios de comunicación israelíes difundieron la noticia de que el primer ministro Ariel Sharon le dijo a la Agencia Judía que deseaba recibir otro millón de inmigrantes de Rusia, de México y de Etiopía, y que existen proyectos para recibir en el país a todos los judíos del mundo en el 2020.


 


La logística del retorno


 


Partiendo del presupuesto de que será aplicado en Israel el derecho internacional como lo ha sido (con distinto éxito y coherencia) en Kosovo, Bosnia, Timor Oriental y Kuwait el proceso de retorno deberá ser rápido.


 


En primer lugar, será necesario instalar a los refugiados: los de los 530 pueblos y aldeas evacuados y otros en 662 localidades secundarias, están registrados en la UNRWA44. Una aldea típica consiste en cuatro o cinco familias patriarcales y sus parientes cercanos. La UNRWA conserva los datos de 3,6 millones de refugiados (1998) habiendo registrado el nombre completo de todos los individuos, su lugar de nacimiento, su origen (la aldea de la cual fue evacuado) y su actual residencia en alguna de las zonas URNWA: Franja de Gaza, Cisjordania, Jordania, Siria y Libia. Los refugiados no registrados (1,3 millones) son en su mayoría ex habitantes de ciudades palestinas. También pertenecen a familias sólidas y son fácilmente localizables en las capitales árabes o extranjeras.


 


En segundo lugar, identificar sus tierras: Palestina estaba dividida en unidades administrativas en las cuales los límites de las aldeas y los de los planos regulatorios de las ciudades están marcados en alrededor de 130 mapas británicos. Por lo tanto, las propiedades rurales o urbanas están bien delimitadas al interior de las unidades respectivas, tanto con respecto a su posición como a la superficie del área. En cuanto a las propiedades individuales entre los límites de las aldeas y pueblos, la Comisión de Conciliación sobre Palestina de la ONU conserva aproximadamente 5,5 millones de fichas personales que establecen la posesión de la tierra y la parcela o lote para cada sitio. Estas fichas pueden ser confrontadas con los mapas. Para trazar los límites de las tierras de los palestinos, es mucho más sencillo individualizar las posesiones judías, separándolas del área palestina, ya que los colonos judíos antes de 1948 estaban muy preocupados en conservar la prueba de su residencia en Palestina.


 


En tercer lugar, la transferencia de la propiedad de la ATI. Como ya se ha dicho, las tierras palestinas y las del FNJ han sido administradas por la Autoridad de Tierras de Israel. Todas fueron dadas en alquiler a sus usuarios con contratos de una duración de cuarenta y nueve años, (hoy renovados, incluso por períodos más largos) sólo a instituciones judías: kibutz, moshavim, cooperativas, fuerzas armadas (aeropuertos, bases militares, arsenales) y distintas agencias gubernamentales (forestación, minería, pesca). Al retorno de los refugiados, se podrían extinguir los contratos de alquiler o ajustarlos para que cubran sólo los terrenos excedentes. Las ideas no faltan. Los propios israelíes han planteado una: en 1948, el partido Mapam, que por un cierto período se empeñó por la coexistencia árabe-israelí, propuso que los refugiados, con la indemnización obtenida, podrían mejorar la productividad agrícola, de manera de tener más lotes disponibles para alquilar a los kibutz vecinos45.


 


En cuarto lugar, la programación del retorno. Las peores condiciones para los refugiados se registran en Líbano y en la Franja de Gaza. El retorno de los refugiados de Gaza a sus aldeas de la Zona C (Distrito meridional) deberá ser inmediata. El área rural está vacía, a excepción de los 78.000 granjeros judíos que ocupan 14.231 kilómetros cuadrados. Esta población es inferior a la de un solo campo de refugiados en Gaza. Como ya se ha dicho, los sitios de las aldeas están casi todos libres. Los habitantes judíos de ciudades como Beersheva, Majdal-Ashkelon e Isdud (Ashdod) podrían continuar viviendo sin problemas.


 


La mayoría de los refugiados que viven en el Líbano volverían a Galilea (Zona C, Distrito septentrional). Allí habitan alrededor de 90.000 agricultores judíos, número equivalente al de un gran campo de refugiados libanés. La instalación no deberá ser difícil por cuanto muchos refugiados se reunirán con los miembros de sus familias de las cuales están separados hace tiempo, en sus aldeas. En un ambiente árabe donde los palestinos superan en número a los judíos por una vez y media, los problemas sociales serán limitados.


 


Después del retorno de los refugiados de Gaza y Líbano, los otros refugiados podrían volver a las Zonas A y B, donde la población judía es de una cierta entidad. En la Zona B los problemas serían menores desde el momento en que las aldeas todavía están vacías. En la Zona A, en cambio, una docena de aldeas en los suburbios de Tel Aviv y cuatro en los de Jerusalén Occidental han sido ocupadas por nuevas construcciones, aunque todavía hay espacios libres y casas deshabitadas. El pasaje de los contratos de alquiler a los legítimos propietarios y la indemnización que recibirán les permitirá edificar o alquilar casas y departamentos en la zona, a menos que o hasta que se estipulen distintos acuerdos con los actuales ocupantes. El problema y su solución son sencillos. Ya ha sido afrontado con los refugiados que retornaron a Cisjordania con los dirigentes de la Autoridad Palestina.


 


El quinto punto, la construcción de viviendas. Se trata de un gran proyecto, pero que parece realizable. Los inmensos planes edilicios de Amman, Kuwait y Arabia Saudita, en los que han tomado parte numerosos ingenieros palestinos, son ejemplos óptimos. Dado que la sociedad palestina es relativamente homogénea y los refugiados retornarán a sus aldeas, son escasas las posibilidades de caer en los mismos errores cometidos por los judíos en la construcción de las poco funcionales "aldeas en vías de desarrollo", en las cuales existen notables fricciones entre los varios grupos étnicos presentes46. Los fondos para los trabajos edilicios serán recaudados con parte de las indemnizaciones pagadas por Israel por: a) daños materiales y psicológicos causados a los refugiados, sobre la base del derecho internacional y otros antecedentes; b) del aumento de la renta de la propiedad explotada por Israel durante cincuenta y tres años, según la Resolución 53/151 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, del 3 de diciembre de 1998, párrafo 1.


 


Los grandes proyectos edilicios están ampliamente divulgados. Como instrumento ejecutivo, la UNRWA podría transformarse en un órgano del Programa de las Naciones Unidas para el desarrollo. Entre los miembros de su personal ya hay 21.000 palestinos, aunque trabajan en su mayoría en los sectores educativos y de salud. Todavía habría disponible personal técnico o ejecutivo, dentro o fuera de Palestina, también formado por voluntarios. En resumen, los aspectos técnicos del retorno tienen solución.


 


En sexto lugar, las cuestiones legales: para empezar, el Consejo de Seguridad de la ONU deberá empeñarse en hacer respetar la Resolución 194, aprobada por primera vez en 1948, con todos los medios a su disposición, reconociendo mientras tanto que "la primera fecha posible", especificada en la resolución, debería haber sido julio de 1949, cuando se firmó el último armisticio entre los beligerantes de 1948. Si los refugiados tendrán la posibilidad de retornar o de reinstalarse, deberán hacerlo sólo bajo la decisión del Consejo de Seguridad de hacer cumplir la Resolución 194. Entonces, deberán pagarse indemnizaciones a los refugiados en forma individual, no a cambio del retorno sino a cada uno según las pérdidas sufridas, "sobre la base de los principios del derecho internacional o de la igualdad", como estipula la resolución, por "los gobiernos y autoridades responsables".


 


La Resolución 194 ya ha puesto en marcha el mecanismo para hacer posible el retorno. Es la Comisión de Conciliación para Palestina (CCP), todavía activa en la ONU. Los pasados fracasos en cumplir sus funciones fueron causados por la intransigencia de Ben Gurion. Estaba convencido, y no se equivocaba, de que si los tratados de paz hubiesen sido firmados entonces, se habían repatriado a los refugiados y restituido los territorios ocupados por Israel, además de otras garantías estipuladas en el plan de partición de 1947 (24% de Palestina). Sin embargo, ya es claro que sin el retorno no habrá paz. La CCP debe obtener el reforzamiento de su mandato de modo de poder manejar la actual situación. En otras palabras, deberá asumirse el desafío de proteger a los refugiados, asegurando un retorno pacífico, construyendo la infraestructura necesaria e impidiendo discriminaciones de cualquier tipo contra ellos, de acuerdo con las disposiciones de la Resolución 181 (II) del 29 de noviembre de 1947. Esta Resolución cubre todos los aspectos prácticos de derechos y de deberes de los refugiados repatriados en tanto ciudadanos de uno de los dos Estados involucrados. Defiende también sus derechos como minoría. Los refugiados repatriados podrán conservar su nacionalidad palestina, o asumir la israelí, como precisa el capítulo 3 de la Resolución. Sobre la base del derecho internacional, pueblo y territorio se mantienen proceden conjuntamente unidos; quien posee el territorio debe mantener la población. Esta no puede ser expulsada ni privada de sus derechos civiles, como han hecho los israelíes con los palestinos.


 


Las tentativas de disolver anticipadamente la UNRWA antes del completo retorno de los refugiados y de no tener en cuenta a la CCP tienden obviamente a cercenar y relativizar el derecho internacional. Esto no funcionará, como no lo han hecho las tentativas de sustituir la CCP por el Alto Comisariado de las Naciones Unidas para los Refugiados, que trataría a los refugiados palestinos como las víctimas de los aluviones, la carestía o los golpes de Estado. Según un inciso (1D) de su acta de constitución, el Alto Comisariado no puede extender su protección a los refugiados palestinos. Este inciso, en los hechos, excluye de su mandato a todo grupo de refugiados del cual se ocupa otra agencia de la ONU, reconociendo así la posición única de los palestinos, que están bajo la protección de la UNRWA para la asistencia y el empleo y de la CCP para la resolución de conflictos (la Resolución 194 hace referencia a ambas). Otra tentativa de Israel para huir a las propias responsabilidades es la propuesta de crear un fondo internacional para la indemnización de los refugiados, en el cual Israel pondría poco dinero pero ejercería un gran poder. Como beneficiario por cincuenta y tres años de la propiedad palestina y parte responsable de la Nakba47, el Estado de Israel debe pagar enteramente y por sí mismo las indemnizaciones, como establecen la Resolución 194 y el derecho consuetudinario internacional, que combina el conjunto de las leyes aplicables, entre las cuales se encuentran la Declaración Universal de los Derechos Humanos y la Cuarta Convención de Ginebra. La indemnización no está en relación con la venta de la tierra; ésta no puede ser vendida. La indemnización está en relación con los sufrimientos psicológicos y con la explotación de la tierra durante cincuenta y tres años, por la pérdida de la propiedad y los daños que ésta ha sufrido.


 


Conclusiones


 


Tanto los israelíes como los palestinos acuerdan en pensar que no puede haber paz sin una solución al problema de los refugiados, aunque están en desacuerdo acerca de la forma de resolverlo. Israel cree poder ampliar y legalizar la operación de limpieza étnica cometida en el pasado. Esta es una ilusión. Lo demuestra que todos los llamados "planes de reinserción" han sido truncados desde el inicio, sea por los gobiernos sea por las poblaciones.


 


No obstante todo lo que han debido soportar, los palestinos continúan forjando los eventos políticos del Medio Oriente, mientras no sólo millones de árabes sino también un número creciente de europeos y norteamericanos sostienen su causa. En un futuro no tan lejano, la dramática situación de los refugiados estará en el centro del debate en muchas naciones. Nadie podrá sentirse a suficiente distancia del Medio Oriente como para ignorar el problema.


 


He demostrado que los israelíes no tienen razones legales, éticas, prácticas, demográficas o económicas para continuar negando los derechos de los refugiados. La posición israelí se basa, por lo tanto, en el racismo, único ejemplo que perdura en el mundo y por lo tanto condenado por el conjunto de las naciones. Esta extraña situación ha podido perpetuarse por más de medio siglo gracias, sobre todo, al apoyo militar, financiero y político de los Estados Unidos. Mantener esta posición será tanto más costoso cuanto las poblaciones de la región obligarán a los gobernantes a adoptar frente a Estados Unidos e Israel una política que respete rígidamente los derechos humanos y el derecho internacional.


 


El precio que Israel deberá pagar por una paz duradera es muy inferior al que se imagina. En un territorio hoy relativamente sub-poblado, en el cual la mitad de los ciudadanos esta aproximadamente fuera del país48 y donde se ha atenuado notablemente el deseo de guerra por parte de los jóvenes, la paz en particular si se garantiza el derecho de los judíos y palestinos en cumplimiento del derecho internacional debería resultar un deseo compartido. Basta que Israel se vuelva una verdadera democracia, para todos sus ciudadanos, e interprete sus leyes de retorno en sentido legal, y no racista. Para el recibimiento, deberá dar prioridad a aquellos que tienen derecho al retorno, no a aquellos que siembran guerra y discordia. La prioridad debe ser para el que posee, no para el que conquista.


 


Si no se arriesga a tomar ni siquiera esta oportunidad, Israel llevará forzosamente al Medio Oriente a por lo menos otros cincuenta años de derramamiento de sangre. Los refugiados ya han pagado mucho más que lo se esperaba de ellos.


 


 


(*) Reproducido del libro La Nova Intifada, Marco Tropea Editore, Milano, 2002.


 


 


NOTAS:


 


1. Se refiere a la segunda Intifada, iniciada en 2001 [Nota del Editor].


 


2. Nur Masalha, Expulsion of Palestinians: The Concept of Tranfer in Zionist Political Thought, 1882-1948, Washington, 1992.


 


3. Central Zionist Archives, Weitz Diary, A 246/7, al 20 de diciembre 1940, pág. 1090-91. Otras afirmaciones explæicitas se encontraron en el manuscrito inédito del diario de Weitz. Cita de Nur Masalha, "An Israeli Plan to Transfer Galilees Christians to South America: Yosef Weitz and Operation Yohanan 1949-1953", Center for Middle Eastern and Islamic Studies, University of Durham, Occasional Paper n. 55,1966.


 


4. W. Khalidi, "Plan Dalet: Master Plan for the Conquest of Palestine", in Journal of Palestine Studies, vol. XVIII, n. 1, Agosto de 1988, pag. 3-70; Benny Morris, The Birth of the Palestinian Catastrophe, Londres 1987.


 


5. Nur Masalha, A Land Without People: Israel, Tranfers and the Palestinians 1949-1996, Londres 1997.


 


6. Para otros ejemplos de limpieza étnica, destrucción de pueblos y confiscación de tierras, ver Meron Benvenisti, Sacred Landscape: The Buried History of the Holy Land, Berkeley 2000, pag. 102-209.


 


7. S. Abu Sitta, "The Palestinian Return Center; Londres 2000, II ed., pag 16-20.


 


8. Archivo 13/3.3.1 Box 11, Atrocities; S. Abu Sitta, :Jewish Carnage Policies Aimed to Evacuate the Galilee Palestinians as Mentioned in the un Truce Observers Reports in 1948", al Hayat, Londres, 6 de Febrero de 2000, pag. 10.


 


9. Ben-Gurion War Diary, al 10 de Febrero, 1 de Mayo, 17 de Junio y 15 de Julio 1948; Tom Segev, The First Israelis-1949 (trad, arabe), Institute for Palestine Studies, 1986, pag. 86-88, 98. Meron Benvenisti, Secret Landscape, pag. 165.


 


10. Ghazi Falah, "The 1948 Israeli-Palestinian War and Its Aftermath: The Transformation and De-Signification of Palestines Cultural Landscape", Annal of the Association of American Geographers, Junio de 1996, Vol. MXXXVI, n. 2.


 


11. La resolucion de la ONU 273 (III) del 11 de Mayo de 1949, afirma: Rechazamos la resolución del 29 de Noviembre de 1947 [n° 181, Proyecto de repartición] y del 11 de diciembre de 1948 [n° 194, repatriación de los refugiados] y tomando nota de las declaraciones [israelies] respecto a la ejecución de tales resoluciones", Israel es admitido a las Naciones Unidas. Para un analisis detallado de las resoluciones de la ONU referido al derecho de repatriación, si se ve W. Thomas Mallison y Sally V. Mallison, "The Right of Return", Journal Palestine Studies, vol. IX, n° 125, Primavera de 1980, pág. 125-36. La versión integral del ensayo que aparece en "An International Law Analysis of the Major un Resolution Concerning the Paletine Questions", un Doc. ST/SG/SER. F/4, un Sales # E. 79.1.19, 1979, Ver tambien Kathleen Lawland, "The Right of Return of the Palestinians in International Law", International Journal of Refugee Law, 4, 1996.


 


12. S. Abu Sitta, "Confiscation of the Palestinian Refugees Property and the Denial of Access to Private Property", memoria bajo correspondencia al Comité de la ONU por los derechos sociales, economicos y culturales, BADIL submission, Ginebra 14 de noviembre de 2000. Ver John Quigley, Palestine and Israel: A Challenge to Justice; Durham 1990, y George E. Bisharat, "Land, Law and Legitimacy in Israel and the Occupied Territories", The American University Law Review, vol. VIIL., pág. 467-591.


 


13. Ver Wilbur Crane Eveland, Ropes of Sand: Americans Faliure in the Middle East, New York 1980, pág. 48-49; Marion Woolfson, Prophets in Babylon: Jews in the Arab World, Londres y Boston 1980, pag. 186-90; Naeim Giladi, The Link, Vol. XXXI, n° 2, Abril-Mayo 1998.


 


14. S. Abu Sitta, "The Palestinian Nakba 1948", op. Cit., pág. 22.


 


15. Elias Zureik, The Palestinian Refugees and the Peace Process, Washington, 1996.


 


16. Donna Arzt, Refugees Into Citizens: Palestinians and the End of the Arab-Israeli Conflict, New York 1997.


 


17. S. Abu Sitta, "The Return of the Refugees Is the Realistic Solutions", Conferencia Internacional de la ONU sobre los refugiados palestinos, París, 26-27 de Abril de 2000; S. Abu Sitta "Between Domestication and Resettlement: The Battle of Spurious Scholarship", al Hayat, Londres, 6 de agosto de 1997, pág. 7.


 


18. Quigley, Palestine and Israel; "Displaced Palestinians and a Right of Return", Harvard International Law Journal, Vol. XXXIX, n. 1, Invierno de 1998. Ver tambien nota 10.


 


19. Quigley, "Mass Displacement and the Individual Right of Return", British Yaerbook of International Law, Vol. LXVIII, 1997.


 


20. S. Abu Sitta, "The Feasibility of the Right of Return", in The Palestinian Exodus, capitulo 7 a cargo de Ghada Karmi y Eugene Cotran, Ithaca, Londres 1999, pág. 171-96, y en www.arts.mcgill.ca/mepp/prrn/papers/abusitta.html. Ver también Abu Sitta, "The Return of the Refugees: The Keay to Peace", en www.arts.mcgill.ca/mepp/prrn/papers/abu-sitta, y en el ensayo Palestinian Refugee Research Net, Articles and Research in www.prrn.org.


 


21. Todas las cifras reportadas en esta sección son extraidas de Israel Statical Abstract, n° 49, 1998, capítulo 2.


 


22. Yair Aharoni, The Israeli Economy: Dreams and Reality, Londres 1991, pág. 134-200, 208-13.


 


23. Eliezer Ben-Rafael, Crisis and Transformation: The Kibbutz and Centurys End, Albany 1997, pag. 240, Ilustración 19, pág. 237, Ilustración 10. [El autor mide la superficie cultivada de los kibutz en acres (1 acre = 4046 m2), que cayó de 213.628 (1987) a 189.564 (1991)].


 


24. S. Abu Sitta, "The Great Israel Land Grab", Jordan Times, Amman, 2 de marzo 1998, pag. 6; Hanna Kim, "A Liquidation Sale of Public Lands", Haaretz, 20 de Junio 2000; Nehemia Strasler, "The Great Land Robbery", Haaretz, 21 de Julio 2000.


 


25. Meron Benvenisti, Sacred Landscape, pág. 191.


 


26. Yair Sheleg, "The Big Sellout", Haaretz, 23 de Junio 2000.


 


27. S. Abu Sitta, in Palestinian Exodus, a cargo de Karmi y Cotran, pág. 187.


 


28. Peter Beaumont, "Water for Peace in the Middle East: The Sacrifice of Irrigated Agriculture in Israel?", The Arab World Geographer, Vol. III, n° 2, 2000, pág. 97-112.


 


29. Nehemia Strasler, "Farm Are the Water Wasters", Haaretz, 10 de marzo de 2000.


 


30. Amiram Cohen, "Water Commission Fail to Check Land Usage", y "Icompetent, Negligent, Lazy" Haaretz, 30 de Abril 2001.


 


31. Israels Statical Abstract, n° 50, 1999 Ilustración 13.1.


 


32. Israels Statical Abstract, n° 50, 1999 Ilustración 13.8.


 


33. Central Intelligence Agency, The World Fact Book, 2000.


 


34. S. C. Lonegran y D. B. Brooks, Watershed: The Role of Fresh Water in the Israeli-Palestinian Conflict, Ottawa 1994, pág. 76-79.


 


35. Fadel Naqib, Palestinian Economy in the West Bank and Gaza: Problems of Transition and Future Policies, Beirut 1997, (en arabe), pág. 107-13.


 


36. Por los efectos de la barrera agrícola y otros aspectos económicos, se vea por ejemplo el reporte de las Naciones Unidas (UNSCO, oficina de coordinación especial por los territorios ocupados) y de la Banca Mundial, "Closure on the West Bank and Gaza", in www.arts.megill.ca/mepp/unsco/unfront.html.


 


37. Meron Benvenisti, Sacred Landscape, pág. 164-65.


 


38. In Beaumont, op. Cit., pág. 105.


 


39. W. Thomas Mallison y Sally V. Mallison, "The right of Return", Journal of Palestine Studies, Vol. LX, n° 125, primavera 1980, pág. 125-36.


 


40. Carta del Vicesecretario de estado, Talbot, Elmer Berger; del Consejo Americano por el hebraismo, 20 de abril de 1964, in Whiteman Digest for International Law, 35, 1967. Citado en W. T. Mallison, "The Legal Problems Concerning the Judicial Status and Political Activities of the Zionist Organization/Jewish Agency", Institute for Palestine Studies, monografia n° 14, Beirut 1968.


 


41. "Concluding Observations of the Committee on Economic, Social and Cultural Rights", 4 de diciembre 1998, E/C. 12/1/Add.27. Ver el sitio www.uncr.ch.


 


42. "Un Report: Palestinians in Israel Will Outnumber Israelis in 2050", Jerusalem Post, 1 de marzo 2001. Ver el sitio www.un.org/esa/population/wwp2000h.pdf.


 


43. Ver una rica y proliferante literarua sobre la fragmentada y heterogenea sociedad israeli. Ver por ejemplo Akiva Orr, Israel: PoliticsMysths and Identity Crisis, Londres, 1994, y A. Cohen y B. Susser, Israel and the Politics of Jewish Identity Baltimore y Londres 2000.


 


44. S. Abu Sitta, "The Palestinian Nakba, 1948" pág. 21.


 


45. Meron Benvensiti, Sacred Landscape, pág. 175.


 


46. D. Newman, "The Palestinian Refugee Settlement: Learning from the Israeli Development Town and Mass Experience of 1950s and 1990s", PRRN, Julio 2000, in www.arts.macgill.ca/mepp/prrn/newman.html.


 


47. Diáspora palestina como consecuencia de la guerra de 1948 [nota del editor].


 


48. Israels Statistical Abstrac, n° 50, 1999, Ilustración 4.2.


 

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