Presentamos a continuación la tesis aprobada en el XIX Congreso Ordinario de la Confederación General de Trabajadores Fabriles de Bolivia, realizado entre el 31 de julio al 5 de agosto de 2006, en Riberalta. Las tesis fueron presentadas a debate por el Frente de Unidad Fabril (FUF), que agrupa a una treintena de fábricas de La Paz que, en su mayoría, producen para el mercado interno. El FUF plantea la lucha contra el TLC (Tratado de Libre Comercio) con Estados Unidos, la independencia de clase frente al gobierno y la exclusión de los ministros burgueses del gobierno. Con esas consignas marchó el sector fabril el último 1º de Mayo. La intervención del FUF produjo una polarización con el sector de la dirigencia sindical de las fábricas que producen para la exportación; este sector apoya la firma de un TLC con los Estados Unidos (con ese objetivo organizaron una movilización en La Paz en diciembre del año pasado, en las vísperas de las elecciones presidenciales). Este sector sindical es fiel aliado del gobierno de Morales y cuenta con un ministro en el gabinete, Alex Gálvez Martínez, que ocupa la cartera de Trabajo. La misma tesis, con modificaciones y complementaciones, fue presentada en el XV Congreso de la Central Obrera Departamental (COD) de La Paz, realizado entre el 7 y 10 de septiembre; la COD organiza a todos los sindicatos y asociaciones de La Paz (fabriles, maestros urbanos, constructores, municipales, gremiales, salud, de prensa). En el debate de la Comisión Política del Congreso, la tesis que presentamos a continuación superó por un voto a la presentada por el Partido Obrero Revolucionario. El debate en la Comisión Política se centró en la intervención ante la Asamblea Constituyente y en las posibilidades políticas del gobierno, en particular en la posibilidad de que, contra su voluntad, el gobierno de Morales se vea obligado a chocar con el imperialismo. En la sesión plenaria del Congreso de la COD, la tesis presentada por el FUF fue aprobada por una amplia mayoría de trabajadores.
Por un sindicalismo de clase.
Por una dirección revolucionaria.
Por el instrumento político de los trabajadores.
Por la Revolución Social.
La clase obrera frente al proceso histórico
Lo importante en un programa o tesis política es, a la vez de formular las concepciones teóricas conquistadas por la clase obrera, hacer un balance de las tendencias económicas y políticas mundiales del último período como un todo, en sus relaciones y sus contradicciones. ¿Cuáles son, entonces, las características de la economía mundial que han repercutido profundamente en nuestra realidad particular boliviana y por consecuencia a los sectores populares? Debemos ratificar que la sociedad capitalista actual ha llegado a una época de crecimiento inusitado, pero de contradicciones más agudas; son las características de una sociedad que ha caído en una época de hundimiento, o sea, de agonía. Las características que distinguen la presente etapa histórica están determinadas a partir de la disolución de lo que conocíamos como “socialismo real” y de la restauración capitalista en proceso. Esto ha ampliado geográficamente y socialmente la dominación del capital. El retroceso histórico que significó la caída del “socialismo real”, ha profundizado la competencia dentro de la clase obrera mundial, al reintegrar al mercado mundial a centenares de millones de trabajadores. Esto explica el desplazamiento de grandes consorcios a China, Vietnam, etc.
Este es el hecho material que explica la caída mundial del salario que podemos percibir, de los bajos niveles de sindicalización, de la desocupación en masa como un fenómeno permanente y de la derrota parcial que sufrió la clase obrera a nivel mundial; en nuestro país este fenómeno fue llamado como la crisis del movimiento sindical. A la vez, esto también explica el inicial proceso de resistencia obrera que surge ahora en Europa y los Estados Unidos (la lucha contra la precarización en Francia e Italia o las movilizaciones de los mal llamados inmigrantes en pleno corazón del imperialismo).Para poder competir con los bajos costos laborales de los países “emergentes”, las clases dominantes de los países imperialistas están obligadas a destruir todas las conquistas de su clase obrera, el salario indirecto, diferido, y el directo (sistema de salud, la jubilación y los salarios, etcétera). El proceso de restauración del capitalismo amplió el radio de explotación del capitalismo a nivel planetario. Esta forma de salir de la crisis impuesta a inicios de los años ochenta ha impulsado una mayor saturación de mercancías del mercado mundial. En la producción textil convirtió a China en su mayor ofertante, esto lleva como tendencia la monopolización de ese sector por este país, lo cual está llevando al cierre de miles de fuentes laborales en otros países. El ejemplo más papable es el propio México, donde se perdieron ya 300.000 empleos; China se convierte en el motor de la mayor fuente de acumulación de capital a nivel mundial y en la mayor generadora de crisis. Este proceso de restauración capitalista, que otros llaman globalización, no constituye un avance sino un retroceso histórico (económico y social), eso es palpable en China, la ex URSS, Europa, Estados Unidos y América Latina.
Para los obreros bolivianos la globalización significó la profundización del carácter semicolonial de nuestra economía, productora de materias primas (ahora el estaño es reemplazado por el gas), la penetración del capital transnacional en los sectores más importantes de la producción y la apropiación de su excedente por estas empresas, y el cierre de muchas fábricas “no competitivas” con la implementación de la política neoliberal de libre comercio, con su correlato de miles de despidos. Este proceso ha impulsado una nueva fase de industrialización parasitaria, que sustituye la industrialización de nuestro país con la implementación de “microempresas”, maquiladoras y armadurías, tercerizadas, en subcontrato o en contratos eternos de eventualidad. Este proceso tan presente en las fábricas textiles, joyeras y madereras tiene el objetivo de explotar la mano de obra barata boliviana. Desde 1985, se abrió un período para los trabajadores bolivianos, caracterizado por los continuos atentados contra la clase obrera y el pueblo, como nunca antes se había visto. Se despidieron a los mineros con la famosa relocalización, se abrieron las fronteras, lo cual significó el cierre de muchas empresas y unos 110.000 despedidos (entre mineros y fabriles), se congelaron salarios, se impuso una dictadura patronal que en los hechos ha flexibilizado las condiciones laborales, utilizando los contratos eventuales (de 30 días de prueba o los contratos por tiempo fijo) han eliminado la seguridad del trabajo; se incrementó la explotación alargando las jornadas laborales y se eliminaron las conquistas sociales como los bonos escolar, vacacional, de movilidad, sueldo quince, etcétera;se perdió el respeto a Ley General de Trabajo (sea buena o mala), se perdió el sistema solidario de jubilación. Todo esto ha erosionado la solidaridad de la clase obrera y debilitado su principal instrumento de lucha: el sindicato. Como vemos, la globalización tiene un carácter de retroceso histórico, esto en Bolivia, Argentina, Francia, Africa, China, los Estados Unidos, etcétera.
La crisis, guerras y revoluciones tienen un carácter mundial
La caída de los llamados tigres asiáticos en 1997 inició todo un período de crisis económicas, de permanentes crisis financieras. El estancamiento económico de las principales economías mundiales. La preeminencia del capital especulativo al productivo, la explosión de las llamadas burbujas especulativas, el extraordinario endeudamiento de los Estados. El fracaso e inconcluso proceso de restauración capitalista. La debacle económica del país imperial, Estados Unidos. Todo esto marca una tendencia de la economía mundial a mayores crisis. La restauración del capital en los llamados países socialistas o Estados obreros es un proceso inconcluso. La transferencia del patrimonio estatal a un puñado de acaparadores, en China, Rusia, el Este Europeo, no ha eliminado el carácter estatal de sus economías, no se ha formado todavía una clase burguesa. La cuestión de la propiedad no ha sido resuelta aún, eso lo demuestra la nacionalización de la principal empresa petrolera en Rusia (Yukos). La crisis social en los países imperialistas, Estados Unidos, Francia, Alemania, Italia, etcétera, es la expresión más contundente de la crisis capitalista. La eliminación de todas las conquistas sociales de la clase obrera, logradas posteriormente a la Segunda Guerra Mundial, apunta a la caída de los costos laborales, eso es lo que quieren lograr las burguesías imperialistas al eliminar la legislación laboral y la protección social (salud y previsión social) en sus países. Esto ha generado un inicial rebrote de luchas obreras en pleno corazón del imperialismo.
La guerra permanente impulsada por el gobierno norteamericano y sus aliados en Afganistán, Irak, Palestina, los Balcanes, y hoy el Líbano, plantean también otra tendencia, la sustitución de la política por otros medios y el completo fracaso de la salida económica a la crisis que fue el neoliberalismo. Es la antesala a un período de mayores matanzas, de guerras y revoluciones. Dos tendencias, nuevamente, se presentan para la clase obrera a nivel mundial, la profundización de la barbarie, de las guerras, un mayor retroceso social de las masas o la victoria definitiva de la revolución socialista. Por una dirección del proletariado La clase obrera construyó toda una perspectiva histórica a lo largo de más de dos siglos de luchas. No sólo participó en el triunfo de la sociedad capitalista frente al feudalismo oscurantista, sino que comprendió cuál era su papel dentro de esta sociedad dividida en clases y que para lograr la eliminación de la explotación en las fábricas debía de hacer una revolución social. La Comuna de París, en el siglo XIX, fue su primer intento de gobierno obrero, la revolución socialista en Rusia de 1917 su primer triunfo. Esto abrió el período histórico de la revolución proletaria a escala mundial, señalando que frente al agotamiento histórico de las relaciones sociales capitalistas, sonaba la hora de su abolición por la acción consciente del movimiento obrero organizado. La revolución inconclusa de 1952 en Bolivia confirmó que sólo la clase obrera podía dirigir un proceso de transformación profunda de la sociedad en que vivimos, al constatar el carácter limitado del nacionalismo, y el papel parasitario de la burguesía boliviana, siempre ligada a vivir del Estado y de las migajas que deja el capital internacional. El nuevo sector exportador boliviano de nuestros tiempos tiene esas mismas características. Estos últimos treinta años, las derrotas sufridas por la clase obrera, a nivel internacional y nacional, y la debilidad de sus organizaciones sindicales y políticas, han llevado a un retroceso en la conciencia de clase de las masas y esto se convierte en el factor decisivo que puede hacer avanzar el proceso revolucionario que vive nuestro país y el mundo. Se plantea la tarea de reconstruir una dirección de la clase obrera nacional y mundial.
América Latina: el eslabón más débil
Dentro de este panorama, los primeros años del nuevo siglo han sido testigos de una agudización de la lucha de clases, de crisis políticas de fondo en nuestro continente. En lo central de la crisis latinoamericana se encuentra nuestro país. Este cuadro de grandes crisis políticas y profundas movilizaciones de masas es la consecuencia de los devastadores golpes que ha asestado la crisis mundial a las débiles economías latinoamericanas y a sus sometidos regímenes políticos. La caída de los precios de las materias primas y el retiro de los capitales especulativos que inundaron el continente en la dé- cada de los noventa provocaron recesiones, elevadísimas tasas de desempleo, devaluaciones y quiebra de los sistemas fiscales y bancarios. La consecuencia ha sido una violentísima y acelerada pauperización de las masas latinoamericanas en los últimos años y una intolerable polarización social. El nuevo boom de los altos precios de las materias primas no se traduce ahora en mejoras de las condiciones sociales de los trabajadores. La crisis golpeó con todas sus fuerzas a los raquíticos regímenes políticos de la región. Los partidos tradicionales en los países más débiles casi desaparecieron.
Las condiciones revolucionarias en América Latina están determinadas por la situación sin salida de millones de obreros, campesinos y explotados; el cuadro de esta crisis histórica supera todas las posibilidades políticas de la centroizquierda, que ahora está en la mayoría de los gobiernos de la región.
La centroizquierda como fenómeno mundial
A finales de los noventa, y frente al fracaso del neoliberalismo, los trabajadores respondieron con la acción política organizada. Desde la lucha anti-globalización en Europa, hasta la guerra del gas de 2003 en nuestro país.
Nuevamente los trabajadores retoman sus métodos de lucha y existe a nivel germinal un rebrote de conciencia obrera. En el campo popular, frente a la ausencia de una dirección obrera, han surgido tendencias populistas centroizquierdistas de diverso tipo. Son la expresión del grado de nivel político que han alcanzado las masas en su lucha, contradictorias entre ellas y sus planteos. Han alcanzado la mayoría de los gobiernos en Latinoamérica, algunos moderados como Lula, Kirchner o Tabaré Vasquez; otros más “radicales”, como Chávez o Evo Morales, expresan a la vez el surgimiento de un movimiento anti-imperialista, con todos sus límites históricos.
El gobierno popular de Evo Morales
En el contexto señalado, ¿qué significa el MAS de Evo Morales para el movimiento proletario y el pueblo. El MAS comparte con los neoliberales el mismo respeto por la propiedad privada y el respeto por el Estado capitalista. Una y otra vez, como los neoliberales, el MAS dice que impulsará la inversión extranjera (el caso Mutún lo comprueba de manera fehaciente), ha respetado la presencia de las transnacionales en nuestro país, a las que ha elevado los “impuestos”, eso en el sector hidrocarburífero. Entonces, ¿qué diferencia al MAS del MNR de Goni, ya que desde un punto de vista de clase son fieles defensores de la propiedad privada? El MAS de Evo Morales representa por su concepción ideológica el resurgimiento del populismo, su mención a lograr un capitalismo andino-amazónico, de lograr la industrialización del país y por ende potenciar una burguesía nacional-indígena por un lado, son claros objetivos populistas. Los sectores en que se asienta el gobierno van desde los microempresarios, cooperativistas, campesinos, las comunidades, los gremialistas; en fin, sectores de “pequeña producción”. Este hecho marca a fuego al actual gobierno. El MAS representa a los pequeños productores que aspiran a convertirse en la burguesía andino-amazónica, en alianza con la burguesía nacional y las transnacionales. Esto explica la presencia de un fuerte contingente de ministros burgueses. Las medidas asumidas desde la “nacionalización”, la reforma agraria, la política minera, apuestan a este objetivo, pelear la mayor cantidad de excedente económico que puede quedarse en el país, para lograr el capitalismo andino-amazónico. A diferencia del MNR, que desvió el proceso revolucionario de 1952, la “revolución democrática” del MAS no expropió al capital transnacional, más bien pretende convivir con ella, en un contexto económico muy adverso al que tuvo el MNR. Luego de 1945 el capitalismo tuvo uno de los períodos de mayor expansión, los economistas lo denominaron la “época dorada”, pero ese período terminó en los años setenta. El propio MAS es reflejo del grado que ha alcanzado la lucha de clases en nuestro país, sus limitaciones y sus perspectivas. Las medidas de Evo Morales generaron roces con sectores de la burguesía brasilera pero centralmente con los intereses del imperialismo europeo (inglés, español) y del imperialismo norteamericano, dueña de la mayoría de las acciones de Petrobras. Estos hechos pueden llevar a un choque del gobierno de Morales con el imperialismo, es una de las grandes posibilidades del proceso político que vivimos. Las propias bases sociales que ahora sustentan a Evo Morales pueden llevarlo hacia la realización de medidas más radicales, cada vez más profundas, como la expulsión de las transnacionales petroleras y la nacionalización total de los hidrocarburos, eso explica que el gobierno desconozca los acuerdos que García Linera pactó con la oligarquía en la Asamblea Constituyente. En este proceso la clase obrera, y el pueblo en particular tomaremos siempre la defensa de los que enfrentan a la oligarquía y al imperialismo. La otra tendencia que está presente en la realidad es el profundo copamiento del MAS por parte de la burguesía y las transnacionales. Los acuerdos con la oligarquía cruceña, la negociación con las petroleras está llevando a un germinal, pero inicial proceso de desgaste del gobierno.
La clase obrera y su tarea histórica
La situación mundial y nacional, tomada en su conjunto, plantea que la burguesía no puede seguir gobernando como antes, que la situación boliviana a cada paso –pese al papel jugado por el MAS– tiende al reflote de las contradicciones sociales que llevaron a la rebelión popular de 2003, nos lleva a los obreros a retomar las banderas que la clase obrera boliviana ha impuesto todo el siglo XX. La posibilidad de profundizar la revolución social que se gesta en Bolivia, se centra en convertir en vanguardia de la lucha popular al núcleo más organizado de la clase obrera, los fabriles. Por su inserción en la producción de la riqueza de la sociedad, la clase obrera es el sujeto histórico de la revolución en alianza estrecha con los sectores campesinos, eso una y otra vez es ratificado por la historia.Todo esto plantea que la cuestión del poder está planteada, la necesidad de un gobierno obrero campesino que reorganice a nivel económico político y social el país.
Fortalecer nuestros organizaciones sindicales
El gobierno del MAS, como los gobiernos del socialismo militar antes de la revolución de 1952, son un período de transición hacia un proceso revolucionario más amplio y profundo. Un nuevo período que impone la necesidad del fortalecimiento del sindicato de fábrica, de nuestras organizaciones sindicales, la mayor escuela de revolucionarios, y por consecuencia fortalecer a los fabriles, mineros, maestros, gremiales, etc. Este fortalecimiento, si quiere ser progresivo, debe estar ligado a la construcción de un sindicalismo de clase y combativo, que respete las decisiones de las bases, no puede, como antes, el sindicato convertirse en un apéndice del patrón o del gobierno de turno. Por otro lado, se debe combatir contra las tendencias que propugnan una estatización de las organizaciones sindicales. La independencia de clase frente al Estado y su gobierno es un principio irrenunciable.
Poder e instrumento político
Toda revolución social es un fenómeno histórico, es el resumen de toda una fase de desarrollo de la civilización.Motines y rebeliones son muy frecuentes en nuestra historia, pero una revolución que sea capaz de poner fin a la dominación y explotación social, es imposible sin un programa y sin una organización política. El instrumento político de los trabajadores debe basarse en la experiencia ya vivida por el proletariado boliviano, debe superar el carácter conciliador del socialismo domesticado (comunistas, maoístas y socialistas) o el espíritu de secta del trotskismo.Al mismo tiempo, la organización política de la clase obrera debe basarse en el gran arsenal teórico que dejaron las internacionales obreras (desde la primera a la cuarta), bajo el influjo del marxismo revolucionario. Otra de las características del Partido Obrero,el instrumento político de los trabajadores, es la necesidad de la organización no sólo en el plano nacional, sino internacional.
Por una Constituyente libre y soberana
Para los trabajadores bolivianos debe estar claro que la Asamblea Constituyente, largamente reclamada por numerosos sectores sociales, nació de un pacto entre el gobierno del MAS y la oligarquía, la burguesía y el derechista Podemos. Este hecho quitó la iniciativa política a las masas y lo trasladó al Congreso, y es el elemento central que ha devuelto vida a la derecha y a la oligarquía, derrotados en octubre de 2003.Los sectores sociales han sido relegados en la Constituyente. El contubernio y las maniobras del gobierno popular para evitar el pacto inicial con la derecha e imponer el voto de mayoría simple, es el reflejo de la presión de los sectores de base masistas y del pueblo, frente al pacto propiciado por Evo Morales y García Linera. La retórica en torno al carácter originario de la Asamblea Constituyente no cambia la realidad de una Constituyente derivada. La lucha por cambiar el carácter de la Asamblea Constituyente no está cerrada, en la medida de la actual posición de la oligarquía, minoritaria y débil. Una verdadera Constituyente libre y soberana pasa por la disolución del Ejército y de los poderes legislativo, ejecutivo y judicial, y la conformación de Asambleas Populares a nivel regional y departamental.
Las tareas de la nueva dirección
La nueva dirección nacional, que saldrá de este XV Congreso debe estar consciente de las tareas que están planteadas. Debe ser elegida entre los mejores cuadros sindicales para asumir la lucha por los siguientes puntos, todos éstos en la perspectiva de fortalecer a nuestro sector:
I. La lucha contra el TLC
Nadie cuestiona en la actualidad que los acuerdos o tratados de libre comercio son un proyecto hegemónico de Estados Unidos, dirigido a consolidar su dominio de la región, a través de nuevos mecanismos de penetración comercial, controles a la inversión y su preservación, controles de patentes, etc. Existen motivaciones político-militares, más decisivas aún, para imponer los TLC. Las rebeliones populares de los trabajadores del campo y la ciudad han llegado a tal nivel de organización y reivindicación que cada vez más cuestionan el régimen capitalista de opresión y explotación: esto ha generado interrupción de mandatos (Argentina, Ecuador y Bolivia), colapso de Estados (Colombia) y desaparición de partidos tradicionales en todo nuestro continente. “Preservar la estabilidad” se ha vuelto una prioridad central del gobierno norteamericano, reforzando su intervención militar encubierta (Colombia) o abierta (bases militares en la región). Los defensores del TLC han asentado su campaña en eslóganes de “exportar o morir” o “queremos trabajar”, junto a los intelectuales defensores de los intereses norteamericanos presagian que si perdemos esta oportunidad no podremos escapar a nuestro destino de pobreza y degradación. Que el exportar genera inversión, ingresos y empleos. Lo que no han podido demostrar los defensores del libre comercio es que los grandes desequilibrios de América Latina (el endeudamiento externo, economías exportadoras de sólo materias primas, intercambio desigual y la caída del poder adquisitivo de los trabajadores) no sean consecuencia del distanciamiento de la región con Estados Unidos. Más bien son efectos del estrechamiento de las relaciones económicas con esta potencia. No debemos olvidar que al capitalista sólo le interesa sacar ganancia, no le interesan las familias obreras y su destino. En el pasado inmediato han fugado del país luego de endeudarse no pagar salarios ni beneficios sociales. Queda claro al mismo tiempo que el TLC no garantiza el empleo en el sector exportador textilero, que está encadenado a acuerdos comerciales internacionales entre China y EEUU.Y la única oportunidad que le queda a la clase obrera para garantizar las fuentes laborales son la unidad, independencia de clase, que pueda en el futuro inmediato modificar la actual estructura económica política social del país. Una salida sólo política. La integración económica y política de América Latina, ese viejo sueño del Libertador Simón Bolívar, sólo puede llevarse a cabo por los trabajadores y los distintos pueblos bajo principios diferentes. Deberá estar basado en la satisfacción de las reivindicaciones básicas, como trabajo digno, el incremento salarial, educación y salud gratuitos. En la coordinación de políticas, para alcanzar estos objetivos, solidaridad antes que competencia, planificación antes que mercado.
2. Por la Ampliatoria del ATPDEA
El ATPDEA no sólo significó el ingreso de productos bolivianos al mercado norteamericano sin pagar aranceles. Debe estar claro para los fabriles que fue parte de un chantaje político a nuestro país. El ATPDEA se obtuvo por la aplicación de la política de “coca cero” que generó unos sesenta muertos en el Chapare en los gobiernos de dictador impune Banzer y de Tuto Quiroga. El objetivo de la reducción de cocales en nuestro país no repercutió en la reducción de la fabricación de cocaína, sólo generó un desplazamiento de cocales a otro país o en su forma más grotesca, la sustitución de la cocaína por otras drogas legales o ilegales. Es paradójico que Afganistán, ocupada por las fuerzas norteamericanas, se haya convertido hoy en el mayor productor de heroína. Tres rubros centralmente fueron “beneficiados” por este acuerdo, pero el textilero es el que muestra mayor susceptibilidad de ser afectado si no existe una ampliatoria del ATPDEA. La exportación de oro está beneficiada por la alta cotización de este mineral precioso, que ya alcanza un récord de 550 dólares la onza, esto puede ser explicado por la caída a nivel mundial del dólar como patrón y la búsqueda de alguna seguridad en el oro. El tema de la exportación de muebles, puertas, etcétera, puede fácilmente utilizar mecanismos de reducción de aranceles que la Organización Mundial de Comercio posibilita. La conclusión, el sector textilero es el más interesado en ampliar este acuerdo. Para Estados Unidos la producción boliviana sólo representa 0,038% de sus importaciones textiles y tiene como proveedores a China, Camboya, la India, Centroamérica y México, entre unos treinta. La principal ventaja competitiva que posibilita las exportaciones bolivianas en el sector manufacturero es que está basado en la sobreexplotación de la clase obrera son eternos eventuales, despedidos a los tres meses y luego contratados como un círculo vicioso permanente. Estas condiciones de sobreexplotación del trabajo existirían en las fábricas de Camboya, de China, etc., mecanismos que permitirían a los propietarios de las marcas, a presionar por el bajo precio de los productos. Si tú me subes el precio, le compraré a tu competidor. Como se ve, si queremos avanzar en conquistas sociales para los trabajadores “exportadores” textileros, esto necesariamente trasciende el panorama nacional. La necesidad de la solidaridad internacional de la clase sólo puede ser efectivizada por su partido político y su unidad como clase. Cuando los dirigentes llunkus y la empresa privada obligaron a marchar por el ingreso de Bolivia al TLC en diciembre de 2005, sólo buscaban objetivos políticos de potenciamiento de la derecha, dada la cercanía de las elecciones nacionales. El sector textilero era exportador antes del ATPDEA y seguirá siéndolo después de diciembre. Que los fabriles apoyemos la ampliatoria del ATPDEA, quitará el velo que ha impuesto el empresariado privado, en su defensa del capital transnacional, al ligar la defensa de las fuentes laborales a acuerdos comerciales. Esto posibilitará que el debate se centre en el mejoramiento de las condiciones laborales y la necesidad de tener un trabajo seguro. No podemos perder la dignidad bajo ninguna circunstancia.
3. Cogestión y autogestión de las empresas en quiebra o cerradas
El gobierno anunció que frente al virtual fracaso de la negociación de la ampliatoria del ATPDEA, éste podría afectar al sector textilero exportador y centralmente a un solo empresario. Esto llevó al vicepresidente a anunciar compensaciones de entre 12 y 20 millones de dólares, que vendrían de las exportaciones de gas. No es coherente seguir engordando las cuentas del empresariado, sumamente endeudado, sumado a esto la existencia del posible cierre de muchas industrias del mercado interno o la existencia de muchas empresas cerradas luego de 21.060. Las experiencias del pasado (PyP) demuestran el gran potencial del manejo en cogestión o autogestión de las fábricas. Es necesario todo un plan de estatización de la industria bajo control de los trabajadores.
4. Por la tercera nacionalización del gas y el petróleo
Los acontecimientos posteriores al 1° de Mayo han demostrado claramente que la nacionalización del MAS, es una confiscación del excedente económico, pero está lejos de una nacionalización. La rebelión de octubre de 2003 ha dejado claro que la lucha consecuente por la nacionalización de los recursos naturales estratégicos, como el gas y el petróleo, plantea de manera clara la necesidad de una revolución social. La importancia del sector petrolero en la generación de excedentes económicos está más que comprobada, cualquier posibilidad de industrializar la industria nacional pasa por el control total de las ganancias petroleras. La cuestión de los hidrocarburos es al mismo tiempo una cuestión internacional, no olvidemos que existen guerras internacionales, ahora por el control de los hidrocarburos (Irak y Chechenia). En el pasado inmediato, el imperialismo norteamericano intentó dar un golpe de Estado al gobierno de Hugo Chávez en Venezuela, no podemos ignorar el carácter internacional que implica la tercera nacionalización del gas y el petróleo, y el contenido de dicha nacionalización es la confiscación de los pulpos petroleros su expulsión y el control y gestión obrera.
Plan de lucha
1. No al TLC, por la ampliatoria del ATPDEA.
2. Cogestión y autogestión de empresas cerradas y en quiebra.
3. Por la tercera nacionalización del gas y el petróleo.
4. Estatización de la tierra y tierra para quien la trabaja.
5. Trabajo con estabilidad laboral, trabajo para todos. Jornada de trabajo de seis horas.
6. Educación pública y gratuita. No a la educación para ricos y pobres, escuela única. No al anteproyecto de Reforma Educativa del MAS.
7. Fuera ministros burgueses del gobierno.
8. Por un gobierno de obreros y campesinos.
9. Por el instrumento político de los trabajadores.