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El marco político para una gran campaña de izquierda

El marco político para una gran campaña de izquierda1

Aunque 2015 recién se pone en marcha, los bloques políticos que se disputan la sucesión presidencial han inaugurado el año electoral con sacudones de fondo. Estos tironeos no pasarán desapercibidos para el electorado y deben ser seguidos con la mayor atención por los luchadores y la militancia de izquierda.

La visita de Scioli a los stands de Magnetto en Mar del Plata sirvió para que algunos kirchneristas redoblaran sus ataques contra “el candidato de Clarín en la interna oficial” (Randazzo). Pero el dato más significativo ha sido otro: buena parte del elenco oficial salió a defender a Scioli, desde Berni hasta camporistas como Mariano Recalde. El mensaje es claro: la cicuta se va a beber a fondo, y el kirchnerismo cerrará filas detrás del “candidato de Clarín”. Con las bravatas, los “nacionales y populares” sólo intentan disimular la cuestión de fondo: que van a engrosar las listas de Scioli y que legitimarán su victoria participando previamente de la interna oficial.

En definitiva, Scioli es la garantía verdadera y última que CFK y Kicillof han ofrecido a los “mercados” para llegar a 2015, mientras desvalorizan el salario y permiten que la recesión sea transferida sin atenuantes a los trabajadores, por medio de suspensiones y despidos.

Los mismos kirchneristas que le reprocharon a Scioli sus devaneos con Clarín bendijeron en silencio sus maniobras contra la paritaria docente, que el gobernador llevó adelante con la colaboración de otros abanderados del “modelo” (la burocracia sindical del Suteba). El alcance nacional de esta política contra el salario se revela en el acuerdo que firmó esa misma burocracia con el gobierno de Macri.

Los tiroteos en la interna oficialista podrán negociarse en la lista de candidatos. Pero en el electorado oficial, la procesión va por dentro: el votante del kirchnerismo debe apreciar que los abanderados del “desendeudamiento” y el combate al “poder concentrado” han parido a un candidato de las corporaciones y del capital financiero internacional.

Unen, Massa, Macri

En materia de cimbronazos, la oposición no se quedó atrás. La desintegración de Unen no encuentra un piso, a pesar de los anuncios de Binner y Cobos de que, aún con sus socios corriendo atrás de Macri o de Massa, aguantarán los trapos con una fórmula presidencial propia. Esa tentativa, además de devaluada, es a todas luces fraudulenta. En las elecciones desdobladas, los antimacristas y los promacristas de Unen irán juntos; los primeros, por lo tanto, encubriendo a éstos últimos. Es lo que sucede en Santa Fe, con un “frente progresista” que une a Binner con toda la UCR. O en la Ciudad de Buenos Aires, donde los mismos radicales que postulan a Lousteau para “enfrentar” a Macri son quienes preparan un acuerdo con Macri para las presidenciales. Abonando el terreno, el PRO acaba de retirar a su candidato a la intendencia de Mendoza para apoyar al postulante radical.

Tal como ocurre con el kirchnerismo, las internas y las elecciones desdobladas servirán para que el “progresismo” antikirchnerista disimule su alineamiento estratégico con las candidaturas del gran capital, así como el formidable potencial de desintegración política que entraña ese viraje. Uno de los tributarios de esta disolución es Sergio Massa, que está conchabando a los candidatos radicales a la gobernación de Tucumán, Jujuy y otras provincias para el apoyo a su fórmula presidencial. Este alquiler de referentes locales desnuda, sin embargo, la ausencia de un desarrollo político nacional. La consolidación de la candidatura de Scioli ha contenido a los gobernadores e intendentes pejotistas adentro de la interna oficial. La variante de Massa, que retrocede en las encuestas, ha quedado confinada a la circunstancia improbable de un estallido del frente kirchnerista. Por eso mismo, Massa ha abierto la variante de una interna con el PRO.

El macrismo podría ser el beneficiario de este tembladeral político si no cargara con una crisis que ha estallado precisamente en “su” distrito. A pesar de que Gabriela Michetti lleva una ventaja en la intención de voto a jefe de Gobierno, Macri se ha empecinado en la postulación de su actual jefe de Gabinete. ¿Cómo explicar esta decisión, sino por la necesidad de defender a muerte a la camarilla que selló los acuerdos con Caputo, con los zares de la recolección de basura o del acarreo de autos? La crisis por la candidatura porteña desnuda a la “nueva derecha” como una claque de negocios, que carga con sus propios Lázaro Báez. En materia de manipulación de la Justicia, de decretazos y de hipotecamiento del presupuesto, el macrismo no tiene nada que oponerle a los K.

Las perspectivas de la izquierda

Considerado en su conjunto, el escenario preelectoral pone de manifiesto las tendencias a la disolución política que cruzan a los principales bloques en pugna. El telón de fondo de esta disolución es la bancarrota económica, que el oficialismo pretende manejar pateando hacia adelante el estallido de contradicciones explosivas, que los opositores instan remediar a través de un ajuste inmediato y de una devaluación -una salida en la cual también se anotan Scioli y su pelotón “nac & pop” para después de octubre. Los desdoblamientos electorales crecientes son una expresión de esta disgregación política, al igual que la tentativa de candidatos locales de colgarse de varias boletas presidenciales -algo que el kirchnerismo podría salir a bloquear en las próximas horas. Las camarillas locales se desentienden del destino de una transición política nacional cruzada por la crisis capitalista y por la inconsistencia de quienes se candidatean a pilotearla.

Con seguridad, estos cimbronazos deberán dar lugar a nuevos re- agrupamientos y equilibrios precarios. Pero no pasarán indemnes ante los ojos del electorado: apenas despunta el año, los “tres mosqueteros” de la sucesión presidencial -Scioli, Massa, Macri- desnudan su pertenencia al capital financiero y a las camarillas capitalistas que quieren trasladarle la crisis a la mayoría trabajadora. En estas condiciones, se refuerza la necesidad de una enérgica y compacta campaña de la izquierda, que convoque al electorado que defiende banderas progresistas o nacionales a romper con los candidatos del gran capital y a sumar su voto y su esfuerzo al Frente de Izquierda. Para ello, urge dejar de lado el faccionalismo y las dilaciones -que corroen las posibilidades políticas del Frente de Izquierda y hasta su propia función de polo político de izquierda- y salir resueltamente a una campaña común a escala del país y de todos los distritos.

Un crimen de Estado, responsabilidad de todo el régimen político2

La muerte del fiscal Nisman constituye un crimen de Estado. Es a partir de esta caracterización que se deben sacar las conclusiones que corresponden.

Se trata, en primer lugar, del último episodio de dos décadas de encubrimiento de los atentados contra la Embajada de Israel y la Amia, el cual involucra a todas las fuerzas políticas oficiales en presencia que se han turnado en el gobierno en ese período, y a las mayores instituciones del Estado, desde la Corte Suprema, los servicios de inteligencia y las representaciones parlamentarias, incluso gobiernos regionales como el de la Ciudad de Buenos Aires.

Es, en segundo lugar, otro momento de la guerra por el control del Poder Judicial entre distintas fuerzas políticas, grupos económicos, el gobierno nacional y las camarillas judiciales. En diciembre último, el Poder Ejecutivo procedió a una purga del Servicio de Inteligencia, sin brindar explicaciones, luego de algunos asesinatos mafiosos, destacadamente el del llamado ‘Lauchón’, ordenado por otros servicios de inteligencia, al cual se ha imputado vínculos con el narcotráfico y la trata de personas. En el registro de este tipo de asesinato figura el vinculado a la efedrina, cuyos participantes han sido aportistas a las campañas electorales del oficialismo. La purga afectó al clan Stiuso, que fuera reforzado con poderes excepcionales por el ex presidente Kirchner. Alberto Nisman, según opinión unánime, formaba parte de este círculo de espías.

El lado más oscuro del proceso que se ha abierto con esta muerte es la consagración de un oficial de inteligencia, César Milani, como jefe del Ejército. Es imposible no ver en esta designación, predicada “en apoyo al Proyecto Nacional”, el intento de centralizar las funciones de espionaje, esto en el marco de la crisis con el Servicio de Inteligencia comandado por Stiuso. El encumbramiento de Milani formó parte, asimismo, de la doctrina de “Seguridad Democrática”, impulsada por el ala progre y frepasista del kirchnerismo, que pretendía resolver las repetidas acciones represivas del gobierno contra las luchas populares por medio de una acción preventiva basada en informaciones de inteligencia. De esta doctrina nació el Proyecto X de la Gendarmería Nacional. La exclusión de una indagatoria al Servicio de Informaciones del Ejército convertirá a cualquier investigación judicial de la muerte de Nisman en una mascarada.

En cuarto lugar, la muerte del fiscal especial ha provocado un estallido de las contradicciones insalvables de la política exterior del oficialismo, en un asunto de interés estratégico para las potencias imperialistas. En tanto el gobierno impulsó por vía judicial y en los foros internacionales la denuncia de la responsabilidad de Irán por los atentados contra la embajada y el centro de la comunidad judía, esto en consonancia con la orientación de Estados Unidos e Israel, otro sector del mismo gobierno desarrollaba una actividad paralela de apoyo a los distintos gobiernos del mismo Irán. Clarín y La Nación, por un lado, y Tiempo Argentino y Página/12, por el otro, coinciden en que el fiscal Nisman actuaba como operador de los servicios de inteligencia de Estados Unidos e Israel. Los medios de prensa informaron, en ocasiones reiteradas, de un acuerdo de seguridad y lucha contra el terrorismo entre Estados Unidos y Argentina, que funcionaba como paraguas protector de las relaciones entre los dos Estados, frente a las reiteradas controversias económicas que parecían oponerlos (Alca, por ejemplo). A este acuerdo respondió la sanción de la ley antiterrorista. El Memorando de Entendimiento, que pretendía alcanzar “la verdad” de lo ocurrido se inscribe en esta línea de acusación a Irán, poniendo al desnudo la contradicción insuperable que llevaría a su fracaso.

La muerte del fiscal Nisman ha replanteado, de un modo trágico, el estado de otros crímenes de Estado, porque echa nueva luz sobre la responsabilidad de los servicios de espionaje y de represión: desde el asesinato de José Luis Cabezas, la masacre de Río Tercero y la desaparición de Jorge Julio López. Igualmente, los asesinatos de Kosteki y Santillán y de nuestro compañero Mariano Ferreyra, en los cuales se encuentran involucrados la policía Federal y la Bonaerense.

Crisis política

Este crimen de Estado plantea una crisis política enorme. Si la resolución de este crimen se confina a los despachos oficiales o judiciales, o sea a “las instituciones”, el arbitraje lo tendrán los mismos servicios de espionajes nacionales e internacionales responsables de tantos encubrimientos. La alternativa a esta trampa mortal es la intervención popular. Por eso, el Partido Obrero plantea una campaña de movilización política para que el Congreso Nacional interpele al jefe de Gabinete y a los ministros de las áreas involucradas en sesión abierta y televisada, para que el gobierno nacional responda a todas las indagatorias de los representantes electos y en especial a los del Partido Obrero y del Frente de Izquierda. Los responsables de esta crisis política no pueden asumir la dirección de ninguna “reforma de las instituciones”, la cual, en el mejor de los casos, no servirá para cambiar de perro sino solamente de collar. El Partido Obrero, que plantea la disolución de los aparatos represivos y el enjuiciamiento de sus jefes operacionales y políticos, rechaza en forma terminante que esto pueda ser ejecutado por este gobierno o cualquier otro que responda a los intereses de la minoría capitalista explotadora que esos servicios protegen. La reivindicación de la disolución de esos aparatos debe formar parte de un planteo de conjunto que ponga su acento en la salida obrera y popular a esta crisis política -de lo contrario sería distraccionista, sería parte del arsenal desviacionista de los que hablan de la “reforma de las instituciones” para salir del paso con un pagaré sin fecha.

Desde todas las tiendas políticas del sistema se lanzan planteos para ganar tiempo e impedir un protagonismo popular. Esto ocurre con los que quieren resucitar a la Comisión de Seguimiento, con los que quieren confinar todo a la investigación judicial, o los que ahora anuncian que “Nisman miente”, cuando se trata del mismo fiscal que el gobierno ha apoyado en todos los foros internacionales.

Transición

La muerte de Nisman plantea el agotamiento de la transición política que debía concluir con las elecciones de octubre próximo. Desde “el 52 por ciento” de CFK, en 2011, este agotamiento ha estado presente en forma ininterrumpida, en especial por la crisis financiera, luego la devaluación del peso y el enfrentamiento con los fondos buitre, más tarde la recesión económica y la inflación. Ha estado al acecho igualmente en las crisis por la ley de medios, las acusaciones contra Boudou, Báez y CFK y familia. La política de todas las fuerzas tradicionales en presencia (más bien de sus restos) ha sido dictada por la necesidad de llegar (‘con muletas’) a la renovación presidencial en las urnas. La muerte de Nisman, un crimen de Estado, pone al borde de la ruptura esta transición, de ahí la apelación cada vez mayor a una “unidad nacional” que evite el derrumbe de la transición política. Mientras tanto, siguen desarrollando su acción disolvente los desequilibrios económicos y la situación desesperante de la crisis mundial, mientras se acrecientan las luchas populares contra las tentativas de descargar la crisis capitalista sobre los trabajadores.

La crisis política integral y el agotamiento objetivo de la transición política son un obituario para las fuerzas tradicionales en presencia, que atraviesan, por otra parte, una aguda etapa faccional. En estas condiciones, la izquierda y el movimiento obrero combativos emergen como la única alternativa política a la descomposición del Estado. De lo que se trata es que asuma la conciencia de esta situación y desarrolle un fuerte liderazgo político en términos de programa, movilización y organización. Que no acepte ninguna consigna distraccionista, por radical que aparezca, pero que supone que el gobierno actual, los partidos tradicionales y este mismo Estado tienen alguna reserva transformadora. Solamente un gobierno de trabajadores pondrá fin a la descomposición nacional y a la miseria prolongada y creciente de las masas trabajadoras.

Rechazamos las “comisiones parlamentarias” clandestinas o los debates improvisados. Las propuestas de “comisiones investigadoras independientes” también tienen un defecto distraccionista, porque ninguna comisión podría ser efectiva sin los recursos del Estado, que es el que está en cuestión. Hay que dar una respuesta a la crisis política que se desarrolla delante de nuestros ojos, evitar que se disipe en la dilación que lleva al encubrimiento. Las ‘salidas institucionales’ están condicionadas a la naturaleza de la salida a la crisis política inmediata. En función de esta caracterización reclamamos que el jefe de Gabinete y los ministros de las áreas involucradas comparezcan ante el Congreso, en una sesión pública transmitida para todo el país, y que se presenten en la misma todos los archivos de las fuerzas de espionaje desde el atentado de la Amia hasta la fecha. En una sesión de este tipo cada fuerza política tendrá que explicitar sus programas y dar cuenta también de sus responsabilidades, en los períodos que fueron gobierno. Una sesión pública de este tipo, que transparente ante el conjunto de la población lo sucedido, será también una confrontación de programas y de posiciones, para clarificar qué intereses defienden cada partido político.

El Partido Obrero, integrante del Frente de Izquierda, adelanta que en una sesión de este tipo planteará el esclarecimiento de todos los crímenes políticos o mafiosos de los últimos treinta años; la apertura de los archivos de la dictadura y de todos los servicios incluidos los del Ejército (la ‘confidencialidad’ ha perdido toda utilidad y se ha convertido en una amenaza contra la Nación); los de la Cancillería; la expulsión de Milani, acusado de crímenes de lesa humanidad; la conexión con los servicios extranjeros (CIA, Mossad, M15 inglés, alemán); y apoyará todas las ponencias que sirvan para poner fin al estado de la conspiración política permanente.

Por un gobierno de la izquierda y los trabajadores.

18F: Convocan encubridores3

Por una marcha para interpelar a los K, a los ex K y a Macri, que se abran todos los archivos y se vaya Milani

El 25 de enero pasado, una declaración de nuestro partido, Partido Obrero, caracterizó la muerte del fiscal Alberto Nisman, como “un crimen de Estado”.

La caracterización apuntaba, en primer lugar, a la responsabilidad política de los gobiernos que orientaron a los servicios de espionaje desde que se tenga memoria y al gobierno en funciones de la última década, y denunciaba, por otro lado, la prolija y tenaz política de encubrimiento de esos aparatos por parte de esos gobiernos y del gobierno actual. En esta trama conspirativa tuvo un papel relevante el Poder Judicial, en la persona de jueces y fiscales, entrelazados con los servicios de inteligencia y condicionando sus investigaciones y sentencias a esos servicios y a los intereses económicos y políticos de turno.

¿Escapa a esa caracterización la trayectoria de los fiscales, jueces y políticos que ahora convocan a una “marcha del silencio”, que declara como objetivo “proteger la independencia del Poder Judicial” y reclamar “verdad y justicia” en la investigación de la muerte de Alberto Nisman?

¿Puede servir contra la impunidad una acción que cuenta con la simpatía y el apoyo de una parte de los mismos servicios de espionaje que forman parte del encubrimiento?

Si la aspiración es la verdad, ¿por qué no exigen la apertura de los archivos secretos de los aparatos de espionaje?

Justicia de cómplices

Ninguno de estos jueces y fiscales denunció nunca, en el transcurso de décadas, el maridaje de los gobiernos de turno y el Poder Judicial al que servían con los servicios de espionaje. La autoría del atentado a la Embajada de Israel, que tiene a su cargo la Corte Suprema, sigue envuelta en la oscuridad. La Side hizo su prolijo trabajo de encubrimiento de la desaparición de Jorge Julio López, pero ningún fiscal pidió el allanamiento de su sede ni la indagatoria de sus jefes. Ningún fiscal reclamó la investigación del rol de los servicios de inteligencia de la policía en el despliegue de francotiradores durante la movilización que culminó en el asesinato de Kosteki y Santillán. Ni en este caso ni en el del asesinato de nuestro compañero Mariano Ferreyra, se impulsó la investigación del poder político que liberó las zonas para esos crímenes -en un caso el gobierno de Duhalde y su gabinete, en el otro el de Cristina Kirchner y sus laderos.

Nadie salió a una marcha de silencio cuando fue puesta en evidencia la existencia de un plan de infiltración de las organizaciones populares, denominado Proyecto X. Tampoco para defender la justicia de las luchas obreras.

El juez Larrambebere y el fiscal Raúl Plee, convocantes a la marcha, fraguaron con otros ‘juristas’ alfonsinistas una causa falsa -como se comprobó- contra toda la dirección del Partido Obrero, en 1989, que habría debido llevarlos a un juicio político y a la destitución. El fiscal Stornelli, ex ministro de Scioli y ex jefe político de la Bonaerense, carece de autoridad para reclamar contra el encubrimiento.

Todos sirvieron a la Corte de la ‘servilleta’ de Menem; han dejado en la impunidad los asesinatos parapoliciales del 19 y 20 de diciembre de 2001. La Justicia es cómplice del estado de impunidad que rige en todo el país, en especial para la mafia de la trata de mujeres y niños, o los asesinatos del ‘gatillo fácil’.

Hasta el día de hoy sigue en la nada la investigación por los incendios de trenes del ferrocarril Sarmiento, a pesar de las conexiones entre el grupo Cirigliano y el intendente Othacehé y el eterno alcahuete Aníbal Fernández.

Toda esta conducta encubridora de fiscales y jueces justifica el planteo del Partido Obrero para que sean elegidos y revocables por el voto popular.

Descomposición del Estado

El Poder Judicial y el ministerio público ‘compraron’ la línea de la responsabilidad iraní en los atentados de 1992 y 1994, que impuso el gobierno nacional, incluso desde la tribuna de la asamblea general de las Naciones Unidas, sin pruebas fehacientes, por indicación de servicios de espionaje extranjeros. Esta complicidad se encuentra en la base del proceso que culmina con la muerte de Nisman -un crimen de Estado.

El gobierno ataca ‘post mortem’ al fiscal Nisman, cuando fue su agente judicial durante casi diez años.

La ‘línea iraní’ ha servido para encubrir a los servicios de espionaje locales que participaron en esos atentados criminales y en el sabotaje a su investigación.

Los políticos, como Sergio Massa y Alberto Fernández, que apoyan la marcha, han sido funcionarios del gobierno actual y, por lo tanto, responsables del ocultamiento de la verdad que hoy reclaman. Macri, otro animador, enfrenta un proceso judicial por espionaje, aliado a “Fino” Palacios, también procesado por encubierto en el atentado a la Amia. El resto de la casta política convocante integró los gobiernos precedentes, donde se cultivó con esmero la serpiente y sus huevos.

No estamos ante una convocatoria por “la memoria, la verdad y la justicia”, sino ante algo muy diferente: a la progresiva descomposición de un sistema político que se ha convertido en una amenaza para la inmensa mayoría del país. Esto, en el comienzo de la campaña electoral. Al mismo tiempo, se trata de una polarización ficticia, porque han sido socios durante décadas en el mismo sistema de complot contra los intereses del pueblo.

Necesitamos una marcha sí, pero para exigir, en primer lugar, que el gabinete comparezca ante el Congreso para una interpelación televisada.

Necesitamos una marcha para exigir la apertura de los archivos de la ex Side y de todos los servicios de espionaje, y para imponer la destitución de Milani y la investigación de todas las operaciones del servicio de inteligencia del Ejército, tanto en Argentina como en Haití, donde opera como una fuerza ocupante desde hace una década, al servicio del imperialismo norteamericano.

Para poner fin a la impunidad policial y judicial que está vigente en todo el país.

Deben abrirse los archivos de la Cancillería, no solamente para clarificar los acuerdos con Irán sino, por sobre todo, los diez años de acuerdos con Estados Unidos bajo el rubro de la “lucha contra el terrorismo”. Es esta política kirchnerista la madre de la injerencia de la CIA y el Mossad en los aparatos nacionales de espionaje.

La convocatoria a las calles de una parte del Poder Judicial y del ministerio público, contra el gobierno, muestra que los intereses dominantes y sus partidos de siempre no pueden seguir gobernando como lo venían haciendo, ni tienen idea de cómo hacerlo de aquí en más. Esto explica la disgregación del oficialismo, que deja jirones propios para lograr un salvataje de Scioli, así como las disputas facciosas de la oposición. Es el impasse de la sociedad capitalista a nivel político y del Estado.

Los trabajadores y el Estado

Rechazamos la decisión inconsulta de los sindicatos oficialistas de alinearse con el gobierno y el PJ y la decisión inconsulta de la burocracia sindical opositora de apoyar una marcha convocada por los cómplices de este mismo sistema.

Llamamos a los trabajadores a deliberar sobre la crisis abierta con la muerte de Nisman -un crimen de Estado-, para poder desarrollar una salida política independiente de conjunto, que satisfaga nuestras reivindicaciones sociales e imponga una completa libertad política.

Los servicios de espionaje son el sistema nervioso del Estado y responden a la orientación social y a la estructura de ese Estado. Por un lado, espían y conspiran contra los trabajadores y sus organizaciones, en función de los intereses de las diversas patronales y de la burguesía en su conjunto, y por otro lado, ‘operan’ a favor de determinados sectores contra otros de esa burguesía, como expresión de las contradicciones de clase que son propias del capital. Estas condiciones no las va a cambiar que las “escuchas” sean responsabilidad de la Procuración o de la Corte, ni tampoco van a impedir la acción ilegal de los servicios, que gozan de la completa inmunidad de ese mismo Estado, en calidad de ‘guardianes’ de sus secretos. La llamada oposición quiere sustituir a un Milani por otro. Para destruir este sistema de conspiración contra los trabajadores y la mayoría del pueblo es necesario suplantar este Estado por otro que responda al interés colectivo de los trabajadores.

Preparemos una respuesta del pueblo trabajador.

Después del #18F. 4

La movilización convocada por los fiscales representa una dura derrota política del gobierno nacional. Quienes se jactaron de una construcción de poder basada en la movilización y el “control” de la calle, vuelven a ser superados en ese propósito, como ya ocurre todos los 24 de Marzo, pero ahora a manos de una camarilla de fiscales y jueces designados a dedo por una camarilla política. La situación es un “replay”, aunque agravado, de 2008. La ironía es que el gobierno acaba de imponer una ley que le otorga a esta camarilla la iniciativa en los procesos judiciales. El primer fiscal que utilizó esa prerrogativa, incluso antes de que entrara en vigencia la reforma del Código Procesal Penal, es el propio Nisman, con el final conocido por todos.

La oposición patronal se infiltró en los pliegues de una movilización convocada por otros, sin mosquearse por el hecho de que Massa fue jefe de Gabinete del gobierno de Stiuso, y que Macri nombró en la jefatura de la Policía Metropolitana a “Fino” Palacios, quien en junio será juzgado por encubrir el atentado a la Amia.

¿Golpe blando?

El oficialismo denuncia el #18F como parte de un “golpe blando” -en el cual incluye la imputación de Nisman contra CFK, que ahora recoge el fiscal Pollicita, aunque excluye el llamado a indagatoria a la Presidenta. Incluso Aníbal Fernández ha admitido, sin embargo, que Pollicita no tenía otra opción, luego de la muerte de Nisman, sin provocar una crisis política aún mayor a la que se asiste. Es decir que le ha hecho una “gauchada” al oficialismo, como ocurrió cuando Cobos emitió su “voto no positivo”, que evitó un agravamiento de la crisis con los pulpos sojeros. También Verbitsky, en la edición dominical de Página/12, respaldó a Pollicita, con el argumento de que la causa abierta demostrará que no hay pruebas que afecten a Cristina Kirchner. El papel de “chivos emisarios” lo interpetrarán D’Elía y Esteche (difícilmente el “Cuervo” Larroque).

La posibilidad de un golpe está bloqueada por dos específicas circunstancias y otras varias: los K tienen una mayoría blindada en el Congreso y, por otro lado, la cabeza del Ejército y de la inteligencia es César Milani. Incluso la Corte Suprema revista en este bloque, desde que dio el visto bueno a la ley de medios. Al mismo tiempo, los “círculos rojos” de las finanzas internacionales siguen comprando deuda pública, como lo prueba la suba de su cotización; la Justicia británica acaba de rechazar el “pari passu” de Griesa, que condiciona el pago de la deuda externa a un arreglo con los fondos buitre. Por último, la banca local compra con entusiasmo los Lebac del Banco Central, que le reportan tasas de interés superiores al 25%, con un dólar que se mueve por debajo de la inflación de precios.

Para que el golpe ingrese en la agenda debería producirse una quiebra interna del oficialismo, que le sacara la mayoría parlamentaria. Esto podría ocurrir si los K embisten contra Scioli y pierden el afecto de los “barones del conurbano”. Otro elemento sería un fallo condenatorio contra Milani. En esta hipótesis, la situación financiera, ya precaria, se desmadraría. En estas condiciones límite, la burguesía opositora acabaría formando un “frente de unidad nacional”, como herramienta de recambio.

Vereda de enfrente

La masividad del #18F interviene, en este escenario, como un factor de presión por ese frente potencial, que por el momento está bloqueado por los intereses contradictorios del massismo, por un lado, y el macrismo, por el otro. Roberto Navarro, en C5N, sostiene que este frente equivaldría ya a una tentativa golpista, pero se trata de una caracterización abusiva, porque ignora el conjunto de factores disgregantes que requiere un golpe de Estado. Planteos como el de Fernando “Chino” Navarro responden a la necesidad de ignorar la descomposición del Estado que ha producido la gestión kirchnerista, no por aplicar la asignación por hijo, sino por prohijar servicios de espionaje colonizados por los yanquis y proyectos de infiltración contra el movimiento obrero y la juventud. La asignación por hijo no afecta a ningún interés capitalista, porque la financian la Anses -o sea los trabajadores y los contribuyentes- y el Banco Mundial, que le ha asignado 400 millones de dólares, lo que aumenta la deuda externa.

Los convocantes del #18F no han logrado sumar al aparato de gobernadores e intendentes del Partido Justicialista. Verbitsky, “Chino” Navarro y Brienza admitieron la posibilidad de ese apoyo -o sea que estuvieron negociando una participación oficial. El fracaso de estas tratativas ha acentuado el enfrentamiento. Si se llegaran a reunir los extremos para un gobierno de “unidad nacional”, el PJ y la mayor parte del FpV serán parte del emprendimiento. Incluso la griega Syriza designó presidente de la Nación a un miembro del partido conservador que acaba de ser derrotado electoralmente, esto en el marco de la formación, precisamente, de un gobierno de “unidad nacional” con una fracción de la derecha clerical.

El #18F deja la pelota picando del lado de las camarillas enfrentadas de la “opo”. La “mediación” de la UCR entre Macri y Massa, con la participación de Cobos, convertido en ex Unen, está al borde de dividirse ella misma. La mitad del GEN de Margarita Stolbizer ya se fue con Macri, y ella misma no descarta seguir ese camino si el país “derrapa” -digamos que ya camina por la banquina. Binner está a un tris de perder Santa Fe. La crisis política en curso es una expresión del derrumbe del régimen político en su conjunto -con “opositores”, jueces, fiscales y servicios incluidos.

Iniciativa

Los manifestantes del #18F no constituyen “una masa reaccionaria única”, como le conviene presentar a los K, que para eso ignoran sus atropellos de todo orden contra los trabajadores. Las posibilidades de los Macri, Massa y Carrió de canalizar ese movimiento deberán pasar la prueba de una lucha política de fondo. El atentado a la Amia, así como las corruptelas y otros crímenes, alcanzan a las cabezas de los opositores patronales, sea los que fueron parte del gobierno o los macristas. La muerte de Nisman es un crimen de Estado que alcanza a todo el régimen político.

Está planteada una campaña general para que se abran todos los archivos (de la Side, del resto de los servicios y de la Cancillería), para que se vaya Milani y para que el gobierno comparezca a una interpelación pública en el Congreso, de forma tal que se ventilen sus responsabilidades políticas y también las de la oposición. Con estos planteos nos movilizaremos el 8 de marzo, día internacional de la Mujer trabajadora, y prepararemos desde ahora una gigantesca demostración el próximo 24 de Marzo, fecha a la que no podrán asistir los responsables del indulto, la obediencia debida y el punto final.

El apoyo del “Perro” Santillán al Frente de Izquierda 5

La convocatoria del “Perro” Santillán a “sumar el esfuerzo de todos los sectores hacia el camino político iniciado por el Frente de Izquierda para que el próximo año tenga todavía mejores resultados” (portal “Prensa Jujuy”, 23/12), constituye un síntoma claro de que el Frente de Izquierda continúa siendo el canal político de un ascenso de los trabajadores por la vía de la independencia de clase y un medio de diferenciación política, por un lado, y de reagrupamiento político, por el otro, al interior de los sectores más activos de la clase obrera. “Sería importante -agrega- poder sumar esfuerzos a esta gran herramienta que ha demostrado ser buena para los trabajadores, para darle más impulso todavía”. Estas son conclusiones de quien fuera hasta ahora un rival político del Frente de Izquierda y un vocero destacado de una estrategia política antagónica. El “Perro” destaca, en la misma entrevista, el desarrollo del Partido Obrero en Salta, como “resultado de un trabajo consecuente y coherente que ahí vienen haciendo hace años. ¿Y si la Izquierda gana la intendencia de Salta?, se pregunta, “sería algo sin precedentes”. Los planteos del “Perro” deben ser entendidos también como un giro en la apreciación política general de una variedad de agrupaciones de izquierda que lo tienen como referente. Establecen, hasta cierto punto, un nuevo escenario político. Son la expresión de una tendencia aún más amplia, que se pondrá de manifiesto con el desarrollo de la crisis política.

El acercamiento del “Perro” al Frente de Izquierda zanja, sin atenuantes, las divergencias que se produjeron en el Frente de Izquierda con relación al llamado Encuentro de Atlanta, que fuera predicado por su impulsores como un polo “de lucha” que acercaría a sectores que no comulgaban con el Frente de Izquierda -esencialmente, en alusión a la corriente del “Perro”. Ese Encuentro naufragó hace tiempo como consecuencia de sus contradicciones insalvables -en especial la tentativa de querer disimular con un planteo sindical la formación de un polo político alternativo al Frente de Izquierda. Pretendía, asimismo, desarrollar una “coordinación de las luchas”, con un planteo de rechazo al frente único en los sindicatos -o sea que ponía como prioridad el faccionalismo. Las declaraciones del “Perro”, en favor de “sumar” al Frente de Izquierda, constituyen una victoria de nuestra defensa principista y metodológica del Frente de Izquierda -como el canal del desarrollo político independiente de la clase obrera en todos los terrenos.

El “Perro” señala que “los que más han llegado a poder plasmar las necesidades de los trabajadores en las elecciones son los compañeros que integran el Frente de Izquierda”. La insistencia en la lucha electoral, en diversos tramos del reportaje, obedece probablemente al rechazo al ‘electoralismo’ que el “Perro” ha expresado (con excepciones) en su larga trayectoria y que se registra en diversos sectores que lo tienen como referente.

El Frente de Izquierda no se distingue, sin embargo, al menos para el Partido Obrero, por su planteamiento electoral, sino por los términos de su estrategia política, que se resume en la palabra de orden: gobierno de los trabajadores -precisamente la consigna que rechazaban todos los promotores del mencionado Encuentro de Atlanta. Nuestro método es el desarrollo de una conciencia y organización de clase que prepare a los trabajadores para asumir su propio poder. La política electoral está subordinada a este objetivo y a la comprensión de las condiciones políticas que permiten efectivizarlo. En la agenda de discusiones con quienes se acerquen al Frente de Izquierda o busquen colaborar con el Frente de Izquierda, éste debiera ser el punto central.

Los planteos del “Perro” Santillán inauguran una nueva etapa para el Frente de Izquierda, porque destacan su rol de polo de atracción política. Refuerza la necesidad de actuar como un frente único político contra las fuerzas políticas del capital y de los explotadores.

Conclusiones del encuentro entre “Perro” Santillán y Jorge Altamira 6

En el marco de la organización de la mesa debate acerca de “los desafíos de la izquierda en la Argentina”, tuvo lugar un encuentro entre Jorge Altamira, Claudio Del Plá y dirigentes jujeños del Partido Obrero , con Carlos “Perro” Santillán y dirigentes del SEOM (Sindicatos de Empleados y Obreros Municipales de Jujuy), del que también tomaron parte dirigentes del Movimiento Popular La Dignidad / Tupaj Katari (Christian Romo), y del Movimiento Justicia y Libertad (Cristóbal “Toto” Marcioni), ambos integrantes del Frente Nacional Pueblo Unido.

En el desarrollo del debate se arribó las siguientes conclusiones:

1) Para avanzar en el acercamiento formulado por el “Perro” Santillán y un conjunto de organizaciones referenciadas en ese espacio político al Frente de Izquierda es necesario pasar, en primer lugar, a la discusión del programa del Frente de Izquierda, con objetivo de una clarificación de las posiciones políticas en presencia y, en segundo lugar, a partir de esa delimitación política, determinar el método de participación y colaboración con las iniciativas del Frente de Izquierda.

2) El Frente de Izquierda se distingue por el reconocimiento de sus raíces históricas en el movimiento obrero combativo y es la expresión política independiente de la clase obrera. La reunión coincidió en que la participación en las elecciones y los parlamentos no es un fin en sí mismo, sino que apunta a la preparación de la clase obrera y el pueblo para la conquista del poder político mediante el desarrollo de una conciencia de clase.

3) Los participantes defienden el frentismo de la izquierda como un frente único que debe servir al desarrollo de la lucha de clases de los trabajadores en todos los terrenos.

4) Los participantes coincidieron en la urgencia de realizar una reunión de las organizaciones vinculadas con el compañero Santillán, incluido el SEOM de Jujuy, con la mesa nacional del Frente de Izquierda, con vistas a una acción común electoral y reivindicativa en el tiempo más breve.

5) A partir de la caracterización sobre la coyuntura política en Jujuy ofrecida por el compañero Santillán, donde se destacó el proceso actual de lucha contra el intento de aprobación de una ley que restringiría el derecho de huelga y también el desarrollo de paritarias libres en Jujuy, y en donde se detallaron los intentos de cooptación estatal hacia organizaciones gremiales y sociales por parte del gobierno de la provincia, es que se acordó discutir un llamamiento programático que convoque a dar la batalla política y electoral, en el marco del Frente de Izquierda, para frenar esas iniciativas antipopulares.

El parazo y su significado político 7

El paro del 31 fue el más grande de la era K y ha sido un golpe demoledor al sindicalismo kirchnerista. La oficialista UOM tuvo que declarar la “libertad de acción” a sus afiliados. Lo mismo ocurrió en el sindicato del subte, con una dirección cooptada a la CTA Yasky. Semejante actitud es una contradicción en sus términos, porque un sindicato es justamente la representación de la acción colectiva, en este caso a favor o en contra del paro -para la acción individual no hace falta sindicato. Ocurre que tanto Antonio Caló como Alberto Pianelli se enfrentaron al hecho consumado de que sus bases pararían masivamente, al margen de la dirección sindical. En la UOM se destacó el paro patagónico resuelto por un congreso zonal, a partir de una asamblea de Aluar. Otro tanto ocurrió con Acindar, cuyo sindicato es oficialista por partida doble -por la UOM de Caló y por pertenecer a una regional de la CTA Yasky. La misma adhesión se registró en la regional San Miguel de la UOM y en varias otras de la zona norte.

El vuelco al paro de bancarios, ya de cierta data, de Alimentación Buenos Aires de Daer y de varias seccionales de Luz y Fuerza son otros ejemplos de la disgregación de la CGT oficial. Agreguemos que la Federación de Luz y Fuerza ha prometido un paro mensual por ganancias y por el pase a planta de 6 mil tercerizados. Grandes plantas gráficas se adhirieron a partir de sus asambleas fabriles. En el caso de la docencia bonaerense, entre la FEB y los Suteba combativos volvieron a parar a la docencia en masa, porque las escuelas abrieron pero no hubo clases. La UBA, de la mano del sindicalismo clasista de la AGD, no funcionó. Fate, la principal fábrica del neumático, también escapó al control de Wasiejko, que revista en las filas de Yasky. Los ferroviarios del Sarmiento decidieron en asamblea adherir contra la conducción heredera de Pedraza.

De manera que a los gremios del transporte como UTA y Fraternidad, que se abrieron del gobierno kirchnerista a pesar de su dependencia de los subsidios, se sumó una enorme fracción del resto de los trabajadores. Hasta los taxis de Viviani estuvieron menguados en la Capital. El paro en el interior fue muy fuerte, a diferencia de ocasiones anteriores. La primera conclusión de este gran paro nacional es el acta de defunción del sindicalismo kirchnerista.

No sólo por ganancias

La masividad del paro derrumbó la cantinela oficial de que se trató de una imposición de una “aristocracia obrera” que tributa ganancias. El impuesto al salario, que atraviesa a más de un millón de trabajadores de numerosos gremios, terminó abriendo una grieta en la extendida tregua de la burocracia sindical de todo signo, incluidos Moyano y Barrionuevo. Convocado 40 días antes para “negociar” y levantarlo, el paro tuvo que ser concretado como consecuencia de la intransigencia oficial. Pero detrás del resquicio abierto por el paro, la adhesión masiva puso de manifiesto una agenda bien más amplia: principalmente, el deterioro de salarios y jubilaciones por la inflación, así como la cuestión de los despidos y la precarización laboral. Kicillof se ha sentado sobre una exacción a los trabajadores -“ganancias”- que alcanzará los 140 mil millones este año, para pagar una deuda usuraria y sostener el festival de subsidios al capital. La inflación es el otro mecanismo de confiscación salarial y jubilatoria del “modelo”.

El paro y la transición política

El gobierno se ha apresurado a sumar al paro a la lista de agravios que atribuye a las “corporaciones”, a los Massa, Macri o Sanz. Lo cierto es que unos y otros se colocaron en la vereda de enfrente, sí, pero de la huelga. Las asociaciones patronales criticaron, mientras que “sus” candidatos lo ignoraron cuando no lo atacaron directamente. Los principales postulantes a suceder al kirchnerismo condicionan cualquier reforma del impuesto al salario a otra variante de confiscación a los trabajadores, sea por la vía de una devaluación o de tarifazos masivos. Pero la burocracia sindical que ha convocado al paro del 31 responde, precisamente, a esos “mosqueteros del ajuste”. La “paz social” que la burocracia sindical le ha prometido a los candidatos del gran capital incluye a la transición política entre este gobierno y el que vendrá.

La ausencia de un planteo de lucha para terminar con el impuesto al salario ayuda también a explicar la intransigencia oficial. Si CFK y Kicillof no sueltan la mano del impuesto es porque saben que los arrestos de lucha de la burocracia duran un suspiro.

En oposición a la perspectiva de una nueva tregua, la adhesión masiva al paro es un anticipo del carácter explosivo que podrían revestir las próximas paritarias. Como resultado de la carga del impuesto al salario, en varios gremios se debaten aumentos del 40 al 50%, así como se refuerza el reclamo para que las patronales lo absorban. Los convocantes al paro del 31 creen que han descomprimido una olla a presión, como si la clase obrera no estuviera cada vez más sacudida por reivindicaciones acuciantes. El paro refuerza las luchas paritarias en curso -por caso, los aceiteros de San Lorenzo acaban declarar la huelga indefinida por un salario mínimo de 14.931 pesos, la verdadera canasta familiar. Lo mismo vale para la lucha de grandes plantas gráficas que han declarado la quiebra como WorldColor, y así con el conjunto de luchas obreras planteadas.

En este cuadro se destaca el acierto del plenario clasista convocado por el Sutna San Fernando, donde 400 delegados y activistas de la izquierda prepararon, con un programa y una política, la intervención frente al paro -incluso, frente a la alternativa de su eventual levantamiento. Los piquetes y movilizaciones quebraron el carácter matero que intentaron imprimirle Moyano y Micheli, lo cual se notó no sólo en Buenos Aires, sino también en Santa Fe y en Mendoza, donde la CTA clasista se apartó por completo de la orientación nacional de esa central.

Otra polarización

El paro devuelve protagonismo a un movimiento obrero que había sido sacado de la escena nacional en la crisis Nisman, y a quien se pretendió colocar como furgón de cola de las variantes patronales en pugna. El gobierno ha recibido otro golpe descomunal, pero esta vez por parte de los trabajadores. En medio del esfuerzo tenaz para polarizar la transición política entre los candidatos del gran capital, el paro deja planteada otra polarización -la que opone a la clase obrera y sus reclamos contra los representantes sociales y políticos del ajuste. Esa polarización debe ser desarrollada, con una orientación sindical y política definidas.

El debate de un plan de lucha para darle continuidad debe ser una prioridad para la izquierda y el clasismo. Este reclamo no puede ser el pretexto para una confraternización con la burocacia opositora, sino, por el contrario, la oportunidad de un mayor desarrollo y delimitación del activismo clasista. Que la alternativa de un paro de 36 horas con movilización a Plaza de Mayo sea elaborada en asambleas y plenarios con mandato para arrancar las reivindicaciones planteadas. Todo gran paro nacional es siempre nuestro paro, pero en este caso coloca a la clase obrera en el centro de una gran crisis política. Desarrollar esa perspectiva es la gran tarea que debe abordar el Frente de Izquierda, el único bloque que apoyó y militó sistemáticamente por el parazo del 31.

De Nisman a Scioli

Una transición política plagada de crisis 8

El cortesano Verbitsky dedicó su columna dominical en Página/12 a ofrecer tranquilidades al pejotismo tradicional. Como quien tiene información confidencial, sostuvo que las versiones que circulan afirmando que Scioli sería dejado fuera de las Paso del Frente para la Victoria son inventos sin asidero que provienen de usinas duhaldistas. Además, descartó que la Presidenta digite el vicepresidente y negó las versiones de que Scioli se vería obligado a compartir fórmula con Kicillof. Más aún, afirmó que Cristina Kirchner no apoyará a ningún candidato en particular o, lo que es lo mismo, que respaldará a todos por igual. Esta neutralidad significa en los hechos un apoyo a Scioli, pues quienes compiten con él sólo pueden aspirar a ganarle en una interna del FpV si cuentan con el respaldo inequívoco de todo el gobierno.

Verbitsky se declara optimista sobre las posibilidades electorales del oficialismo, aunque no puede pasar por alto el ‘detalle’, que el triunfo ya no será del kirchnerismo, sino de Scioli. Su consuelo es que Cristina Kirchner seguirá manejando un bloque legislativo importante y posiciones en el aparato del Estado. De este modo, parece no haber aprendido de la transición entre el duhaldismo y el kirchnerismo, donde el segundo terminó deglutiendo al primero. En la política burguesa, la dosis de corruptela es tan alta que es casi imposible rechazar la tentación de compartir los beneficios del manejo de los fondos públicos. Página/12, que vive de la pauta oficial, lo sabe de sobra.

Después de Nisman

El optimismo de los lacayos oficiales, sin embargo, parte de un hecho objetivo. Luego de la crisis desatada por la muerte violenta de Nisman, parecía que el gobierno se asomaba al precipicio. A la quiebra de su aparato de espionaje se le sumó un choque de enormes dimensiones con la mayoría del Poder Judicial. Esta quiebra del aparato estatal detonó en la masividad del #18F, convocado por un grupo de fiscales con el respaldo indisimulado de la oposición patronal, el grupo Clarín, el sionismo y de al menos un sector del imperialismo yanqui. Otra vez, como ya había ocurrido en la crisis con el capital agrario, la derecha superaba ampliamente al kirchnerismo en su capacidad de movilización callejera. Para un movimiento que se jacta de “nacional y popular” es lo más parecido a un certificado de defunción.

Sin embargo, pasados ya tres meses de la muerte de Nisman, el gobierno no cayó y hasta muchos piensan que retomó la iniciativa. ¿Cómo se explica este hecho? Antes que nada, esto se debe a las concesiones realizadas por el propio gobierno. El aparato justicialista, que actúa como un factor de orden, se quedó del lado del gobierno porque recibió garantías adicionales. No sólo se viabilizó la candidatura de Scioli a la presidencia, sino que se habilitó a los gobernadores a separar sus elecciones locales para que puedan tener mejores posibilidades de preservar sus distritos. La burocracia sindical, incluso la opositora, realizó un paro aislado como un factor de aliviar la presión, pero sin la menor predisposición de realizar un plan de lucha real. También entró en acción el “cuidemos a Cristina” del Papa, que fue recompensado con la desautorización de Aníbal Fernández al nuevo ministro de Salud, que ‘osó’ decir que se debatiría la legalización del aborto. La camarilla judicial opositora también recibió lo suyo, al archivar Gils Carbó el nombramiento de nuevos fiscales. La ‘recuperación’ del gobierno no se hizo sobre la base del “vamos por todo”, sino de concesiones a sus adversarios, externos e internos.

La impotencia de la ‘opo’

La crisis abierta por la muerte de Nisman expuso, como nunca antes, la debilidad de la oposición política patronal. Concurrió al #18F a montarse sobre una movilización convocada por otros, ya que ella carece por completo de las condiciones necesarias para reunir una verdadera multitud. Su debilidad congénita se prueba en que ningún candidato de los principales posee una estructura nacional, y mucho menos un peso importante en las organizaciones obreras y populares. Esto explica el interés de Macri y Massa por ganarse el apoyo del aparato de la UCR, que -sin embargo- no pasa de un grupo de punteros devaluados, que está a años luz de lo que supo ser. A tal punto ha llegado esta crisis que los intendentes radicales quieren ir pegados a las Paso de Macri, cuando se suponía que serían el recurso del que se valdría Sanz para disputar en las internas.

La disputa que parece fraticida entre Macri y Massa no ha sido obstáculo para que armen listas conjuntas o apoyen a los mismos candidatos en al menos diez de las 24 provincias. Para ambos son recursos de emergencia para encubrir su carencia de candidatos y de partidos propios en la mayor parte del país. Esta situación se combina con el carácter de camarilla que adopta toda la política patronal. Macri no ha podido procesar una interna en su distrito fuerte sin provocar una crisis entre Larreta, el garante de los negocios, y Michetti, que tenía mejor posición ante el electorado. Otro tanto le ocurre a Massa, que no deja de sufrir deserciones permanentemente porque el Frente Renovador es un sello de ocasión a quien nadie le debe lealtad.

Entre los distintos partidos, el libro de pases está abierto todo el año, aunque se intensifica con la proximidad de las elecciones. El “sálvese quien pueda” es la moral que emerge de una disgregación política fenomenal, la cual está en la base de la crisis política actual. La misma incluye al oficialismo, que ha sido el lugar de donde partieron muchos de los actuales opositores. De aquí se desprende un escenario de una transición política general, en la cual la clase capitalista está buscando por qué vías reconstruye el régimen que se ha ido quebrando con la disolución de los partidos tradicionales y con la intervención de las masas (Argentinazo). El establecimiento de las Paso, que fueron concebidas para una reorganización política general, se han mostrado claramente insuficientes. La transición política debe ser definida como una etapa de crisis y choques, en la cual la clase capitalista pretende reestablecer las bases de un régimen estable.

Los ferrocarriles

Pero no sólo la crisis del régimen político actúa como un obstáculo para establecer un cuadro de polarización electoral. También juegan aquí los intereses sociales comunes que defienden los K, Massa y Macri. La votación común en el Congreso de una cuestión tan estratégica como es la administración de los ferrocarriles ha sido, en este punto, reveladora. Detrás de la ley Randazzo no sólo se esconde un objetivo privatista, sino -por sobre todo- sentar las bases para el ‘modelo sojero’ que requiere asegurarse el transporte de la cosecha hasta los puertos, en especial los ubicados sobre el Río Paraná. La votación favorable del PRO se comprende mucho más si se sabe que entre los consorcios que exportan a China hay fuertes inversiones de Franco Macri, el padre de Mauricio. El respaldo del PS de Binner y de Stolbizer responde a los mismos intereses sociales.

Mientras los diferentes bloques políticos consensúan la ley ferroviaria, siguen los choques en otros puntos importantes. Los acuerdos con China han generado resistencias fuertes entre una parte de la Unión Industrial. Massa, que responde más directamente a los intereses de Techint, ha sido el más fuerte opositor. Techint es perjudicado por la venta de acero de China a precios de dumping. Otros sectores industriales, como el calzado, textiles o el juguete, podrían también ser mandados a la quiebra por la importación de productos de origen chino. El ajuste que se viene no será sólo contra los trabajadores, sino que afectará a un sector de la clase capitalista.

Como ocurriera en la década del ’40, cuando Argentina era el escenario de una disputa entre Estados Unidos en ascenso e Inglaterra (la potencia que había dominado al país durante más de un siglo) en retroceso, hoy asistimos a una lucha de intereses que enfrenta a varios países y potencias, entre ellas Estados Unidos y China. Un ejemplo es que la empresa estatal china Cofco ha comprado Nidera, que en la Argentina maneja una parte sustancial del negocio de granos y semillas. Se establece un cuadro de disputa que enfrenta a China con los grandes monopolios internacionales yanquis y europeos que manejan el negocio de granos (Cargill, Bunge y Dreyfus). La burguesía argentina y sus partidos oscilan entre estos intereses, pero lejos están de poder postular un plan de desarrollo nacional autónomo. Pero si en la década del ’40 la disputa entre Inglaterra y Estados Unidos llevó a un cuadro de polarización política en la clase capitalista, ahora los intereses se encuentran entremezclados en todos los partidos y bloques. Esto agrega a la política capitalista en crisis un factor adicional de confusión y explica los permanentes cambios de bando. El ejemplo extremo de esta situación lo encarna De la Sota, un representante de los intereses agrarios e industriales de los grupos económicos establecidos en Córdoba, que a meses de las elecciones, no sabe si cerrará un acuerdo con Massa, con el kirchnerismo o con Macri, e incluso si arma su propia candidatura.

Fracaso de la polarización

La campaña electoral actual es el escenario en el que se desarrolla esta transición política. Los elementos de crisis que se han acumulado, la disolución de los partidos tradicionales, los permanentes saltos de los candidatos de un lado al otro y los intereses capitalistas comunes que están presentes en todas las coaliciones en formación impiden que se pueda avanzar en una polarización política entre kirchneristas-PJ, de un lado, y el macrismo-UCR del otro. El solo hecho de que todos voten una misma ley ferroviaria prueba que no están reunidas las condiciones para una polarización, que, sin embargo, se quiere fingir para atraer el apoyo del electorado.

La campaña electoral del Frente de Izquierda debe partir de la explicación de esta situación, para mostrarles a los trabajadores que la crisis de los partidos y políticos tradicionales muestra su incapacidad para dirigir el país en función de los intereses populares mayoritarios. La crítica política es un instrumento para refutar las veleidades ‘nacionales y populares’ del kirchnerismo, así como la supuesta ‘defensa de la república’ de la oposición patronal. De este modo, la campaña electoral se transforma en un instrumento de capacitación política de los trabajadores para luchar por su propio gobierno. Una campaña que no parta del análisis de la situación está condenada al electoralismo vacío y, en definitiva, a la esterilidad.

La crítica a los intereses sociales que representan los Kirchner, los Scioli, los Macri y los Massa sólo puede hacerse a través del desarrollo de un programa integral, que postule al Frente de Izquierda como un polo capaz de ofrecer un plan de salida nacional ante una bancarrota que se arrastra. La industrialización del país requiere una transformación social integral que sólo puede ser llevado adelante por un gobierno de los trabajadores.

Están las premisas para una gran campaña electoral del Frente de Izquierda.

Las votaciones del Frente de Izquierda 9

Las elecciones provinciales realizadas han mostrado un patrón común en lo que refiere al voto al Frente de Izquierda. En la totalidad, la comparación con los comicios de 2011, en los que se votaron los cargos ejecutivos y legislativos provinciales, marca una sostenida tendencia alcista. En Salta, por ejemplo, la comparación 2011-2015 arroja una triplicación de nuestra votación, y en Mendoza una cuadruplicación. Un crecimiento de magnitudes similares se dio en Santa Fe, Neuquén y la Ciudad de Buenos Aires (aquí pasamos de un 0,77 a un 2,23%).

Si la comparación de los resultados obtenidos se hace en relación a las elecciones parlamentarias de 2013 y no a las ejecutivas provinciales de 2011, el balance arroja un retroceso. Con la excepción de Santa Fe, donde hemos avanzado; en Salta, por ejemplo, bajamos del 11 al 7,5%; en Neuquén, del 9% a una cifra que ronda el 4%; en la Ciudad, del 4,18 al 2,23%; en Mendoza, la baja es más leve. La diferencia que arroja la comparación entre 2011 y 2013 se explica en gran medida por la naturaleza distinta de las elecciones que se realizaron. Mientras en 2013 se eligieron en la mayor parte de los distritos sólo cargos parlamentarios nacionales, en 2011 y ahora se votaron cargos provinciales. Cuando esto ocurre la dificultad de la conquista del voto no está dada sólo por el carácter “ejecutivo” de la elección, sino también porque se votan la totalidad de los concejos deliberantes, así como también diputados y senadores provinciales, lo que produce la movilización de todo el sistema de punteros en cada provincia, interesado en mantener sus posiciones en el aparato del Estado. Estos punteros, en cambio, suelen mirar pasivamente las elecciones parlamentarias nacionales, en las que suelen elegirse tres o cuatro diputados.

Esta dinámica electoral no es fatal. Un ascenso obrero sostenido y una intensificación de la lucha de clases en todos los planos podrían producir un crecimiento electoral, sin importar las características de cada elección. Pero ésta no es la situación actual. Por eso mismo deben valorarse aún más los resultados obtenidos por el Frente de Izquierda y el PO en esta ronda de elecciones provinciales. Cuando en centros obreros fundamentales, como el cordón industrial de San Lorenzo o el departamento de Orán en Salta, o la zona de Confluencia de Neuquén e incluso Andacollo o en los municipios de Guaymallén y Las Heras de Mendoza, se obtienen cifras electorales de dos dígitos queda claro que el ascenso del Frente de Izquierda responde a una tendencia de fondo de la clase obrera que busca, a través de la fusión con la izquierda, transformarse en una clase social con intereses perfectamente delimitados de los capitalistas y sus partidos. Este voto en la clase obrera es el salto más significativo que registra el Frente de Izquierda desde su fundación.

La Ciudad de Buenos Aires requiere un párrafo propio. En el distrito se concentra quizá la militancia más significativa del Frente de Izquierda (al menos si se la compara con la cantidad de electores), pero la votación está por detrás de los parámetros nacionales. Esto se debe a las características propias del distrito. No puede pasarse por alto, por ejemplo, que buena parte de la actividad de la izquierda se concentra en los lugares de trabajo y en las universidades, donde una parte considerable de las personas votan en la provincia de Buenos Aires. Este fenómeno agrava la atomización, que ya es propia del sistema electoral burgués. También en la Ciudad de Buenos Aires se concentra el peso del llamado ‘progresismo’ o centroizquierda que, aunque en un brutal retroceso, sigue operando como bloqueo a la izquierda. En este cuadro, la votación obtenida por el Frente de Izquierda es un hecho político significativo.

¿Cuáles son las perspectivas de ahora en más? Dependerá del cuadro de la crisis política, pero se pueden hacer precisiones: 1) el adelantamiento de varias elecciones provinciales quitará la presión de los aparatos locales al momento del voto; 2) la izquierda democratizante y el centroizquierda llegará en condiciones calamitosas; 3) las candidaturas de los partidos tradicionales tendrán un sesgo claramente derechista; 4) la impresión popular sobre los resultados del Frente de Izquierda son claramente positivos.

La explotación sistemática de estos elementos a favor será fundamental para afrontar una elección presidencial, que por su propia naturaleza tiende a la polarización entre las listas con mayor caudal electoral. Las características transicionales de la situación nacional anticipan crisis políticas y fragmentaciones de los bloques capitalistas. El Frente de Izquierda ha logrado una base de apoyo importante para terciar en las elecciones que se vienen.

Preparemos a fondo las Paso del Frente de Izquierda 10

El adelantamiento de los comicios en las provincias ha corroborado la consolidación electoral del Frente de Izquierda y tiene lugar luego de una confrontación política creciente con los gobiernos y partidos de la burguesía, incluida la creciente actividad legislativa y municipal. Este desenlace es la victoria de un método político que consistió en luchar por separar a los trabajadores y a la juventud del nacionalismo burgués decrépito, como el que se manifiesta en el kirchnerismo. Esta ha sido la estrategia del Partido Obrero desde mucho antes del ciclo político actual, al cual encaró sobre esta base desde su nacimiento mismo. Fue derrotado en la izquierda el seguidismo al peronismo, que aniquiló la posibilidad de una lucha revolucionaria en los ‘70 y continuó como un cáncer luego de la dictadura militar. El desarrollo del Frente de Izquierda, que sorprende a muchos, tiene el significado histórico de encarnar un principio de desplazamiento de las masas del nacionalismo patronal hacia la izquierda obrera.

En estos términos caracterizamos los resultados obtenidos en Orán y El Bordo, en Salta; en el cordón industrial de San Lorenzo, Rafaela y Villa Constitución, en Santa Fe; en los municipios mendocinos de Guaymallén, Las Heras o Luján de Cuyo, o en el centro minero de Andacollo en Neuquén.

Campaña presidencial

La separación de varias elecciones provinciales de la nacional no ha alcanzado para ocultar el lugar central de la disputa presidencial, donde la mayoría de los sondeos de opinión ubican a Altamira en el quinto lugar, disputando el cuarto al centroizquierdismo en extinción, cuya última tabla de salvación encabeza Margarita Stolbizer.

Enfrentamos la situación inédita de que a la candidatura única de la patronal (dividida en tres variantes) se proyecta como oposición el Frente de Izquierda, con un piso electoral que podría estar cercano al millón y medio de votos. En estos términos, 2015 podría convertirse en el escenario de la etapa política que se inicia a fin de año -con la izquierda revolucionaria como alternativa para millones de trabajadores. La repetida batalla contra los ‘ajustes’ de los gobiernos capitalistas tendría un nuevo protagonista en el campo político, ni qué decir de los temblores que provocaría en el seno de los sindicatos. Una polarización entre la izquierda y los partidos capitalistas en la escena política refleja el hundimiento del llamado progresismo, tanto en el campo centroizquierdista como en el kirchnerista. Stolbizer se ha sumado como cuarto violín a la coalición política armada entre el PRO y la UCR en varias provincias; el ‘paladar negro’ de los K se encamina detrás de Scioli, uno de los candidatos alternativos del imperialismo. En oposición a esto, el Frente de Izquierda ha atraído a numerosos agrupamientos combativos, muchos de los cuales se referencian críticamente en el chavismo y en el indigenismo altoperuano. Así quedó en evidencia en el reciente acto del 1° de Mayo.

En este cuadro, las encuestas de opinión registran una intención de voto para Altamira que duplica los resultados legislativos de 2011 y recoge el pleno de los de 2013. Refuerzan estos datos los que recoge Néstor Pitrola, en la provincia de Buenos Aires, que llegan a veces al 8%. En el territorio bonaerense, el retroceso del centroizquierdismo es absolutamente completo.

A partir de esta caracterización, nuestro partido ha desarrollado una enérgica campaña presidencial, incluso antes de que la multitud que se reunió en el Congreso del movimiento obrero y la izquierda, en noviembre pasado, en el Luna Park, proclamara a Altamira como candidato a la Presidencia, con el apoyo de Izquierda Socialista. El registro relativamente elevado de los sondeos refleja esta campaña política, más allá de la condición del liderazgo nacional de Altamira.

Altamira ha participado en forma intensa en las campañas locales de los últimos meses, en esa condición.

Mandato

Para dar un impulso decisivo a la campaña específicamente presidencial, llamamos a desarrollar a fondo las Paso del Frente de Izquierda. Es necesario que vayamos a las elecciones generales con un mandato masivo y definido por la candidatura presidencial de Altamira, más allá de su participación en el apoyo al Frente de Izquierda y al PO en las elecciones provinciales. La unidad política revolucionaria de la izquierda es siempre poderosamente positiva porque desarrolla un polo contra el capital y el Estado. Pero puede poner de manifiesto un aspecto negativo cuando la diversidad de ese polo actúa como un factor de freno y como neutralización de suma cero. Esto es lo que se ha venido acentuando en el último tiempo, incluido un faccionalismo exacerbado, que llega hasta la usurpación de la representación política común. Tolerar esto, siquiera un minuto más, sería sinónimo de sabotaje a la campaña presidencial. Las manifestaciones acerca de que “tenemos hasta julio para acordar”, conducen a un inmovilismo inaceptable.

Tampoco es aceptable que no se defina el marco de integración de organizaciones como Pueblo en Marcha y a los compañeros de Pueblo Unido que lidera el “Perro” Santillán, sobre una base estricta de principios, cuando, por el contrario, se había organizado con estos grupos políticos el Encuentro Sindical Combativo -sin ninguna clase de principios. El acta acordada entre Altamira y el “Perro”, en enero pasado, debe servir como marco para acuerdos electorales entre el Frente de Izquierda, por un lado, y las numerosas organizaciones que se acercan al Frente, por el otro. Estas organizaciones vienen hacia el Frente de Izquierda bajo la presión política creada, por un lado, por el conjunto de la crisis y el desmembramiento de las fuerzas patronales y, por el otro, por el desarrollo de un canal electoral obrero y socialista por parte del Frente de Izquierda.

La clase obrera

La campaña por las Paso del Frente de Izquierda debería estar acompañada por la convocatoria a un gran encuentro sindical, que conjugue la lucha política de los tribunos del Frente de Izquierda con el activismo obrero que lidera las luchas contra el ajuste y por la continuidad de la huelga nacional del 31 de marzo pasado.

Las Paso del Frente de Izquierda deben seguir un método político. El adversario a vencer son los Scioli, Macri y Massa -o sea, los candidatos y los partidos capitalistas. La regla número uno de un frente único de la clase obrera es la defensa de la discusión y el repudio al faccionalismo. El objetivo es proyectar ya la campaña presidencial y la de todas las candidaturas ejecutivas y legislativas en todo el país, y obtener para ellas un mandato de base. Una campaña de suma cero está excluida para nuestro partido. A partir del apoyo inequívoco que Izquierda Socialista ha dado a la candidatura de Altamira, le hemos propuesto compartir la fórmula presidencial para las Paso del Frente de Izquierda.

Como señaló Altamira en el acto en la Plaza de Mayo, la campaña electoral debe impulsar la participación del activismo obrero, que pelea en los sindicatos y en las fábricas. De otro modo, la campaña está condenada al electoralismo vacío. Sin esta participación, el Frente de Izquierda no podrá desarrollar la agenda de los trabajadores en el debate nacional, que está promovida por toda la crisis económica y social y por el cuadro de bancarrota financiera. Para ello, proponemos la realización de un Congreso obrero convocado por el Frente de Izquierda.

Organicemos las Paso del Frente de Izquierda: vamos con “Altamira presidente” contra los tres mosqueteros del ajuste.

Un nuevo turno para el viejo régimen 11

Urtubey se impuso con un 51%, 3 más que en las Paso, 8 puntos por debajo de su elección en 2011. Se apoyó en unas siete colectoras, desde Libres del Sur, que volvió al gobierno con la excusa de que había que evitar la vuelta de Romero, hasta los ex romeristas del Frente Salteño, que llevaron como candidato al cura Crespo; y el Partido de la Victoria, que sumó con el cantante de cumbia, David Leyva.

Romero perdió por más de 20 puntos. Asiste a un éxodo de dirigentes y candidatos hacia el oficialismo, que comenzó luego de las Paso, especialmente con algunas intendencias en el interior.

La elección salteña se caracterizó, por sobre todo, como un episodio de la disputa política nacional. La diferencia principal de estas elecciones en relación con las parlamentarias de 2013, es la recuperación del kirchnerismo, que parecía marchar a una bancarrota financiera que solamente ha dilatado. Urtubey gana en la provincia y también en la capital, aunque pierde en la categoría a intendente, esta vez ante el candidato de Massa, Sáenz, y ante un ascenso del macrismo, incluida potencialmente la UCR. Sáenz recibió el apoyo de una parte sustancial del PJ que está en el gobierno de la ciudad.

La UCR, financiada generosamente por Urtubey (al decir de numerosos periodistas) como una oposición “deseable” quedó tercera en la provincia, dos puntos por encima de nuestro partido. El centenario partido ha sido siempre una pata del régimen oligárquico, prestando ministros, tanto al gobierno de Romero como al actual. Ahora se debate ante el dilema de ir con Macri o no en la elección nacional. En la campaña denunció que el PO “propone una revolución que nunca llega”.

Pasada la elección, radicales, macristas y massistas, con el derrotado Romero a la cabeza, se pronunciaron rápidamente por la necesidad de un frente opositor unificado. Si esto no ocurre, Sáenz se prestará a los cantos de sirena de Urtubey.

Nos consolidamos

Si se tiene en cuenta la serie histórica de las elecciones ejecutivas desde la fundación del PO en Salta, ésta es la mejor elección para cargos ejecutivos y la mejor para cargos legislativos en una elección ejecutiva. Triplicamos la votación a gobernador obtenida en 2011, al igual que para la intendencia de la ciudad de Salta, donde pasamos de menos de un 4% en 2011 al 12,5% en esta elección, ocupando el tercer lugar.

Sumamos un diputado más a la bancada de cuatro, con lo que pasamos a tener el mayor bloque de diputados -cinco integrantes-, desde siempre. A esto hay que sumarle la presencia de la compañera Gabriela Cerrano en el Senado.

Ingresamos por primera vez al Concejo Deliberante de El Bordo con el 15% de votos, como producto de la lucha contra el régimen del patrón de estancia oficialista, Mazzone.

Hemos conquistado una convencional constituyente en el municipio de Aguaray. Las conquistas parlamentarias se completan con tres concejales en Salta capital y uno en Orán, donde las votaciones para senador y diputados fueron más del 8% y en el caso de Yrigoyen, pueblo de los obreros del Ingenio Tabacal, del 14,5% para diputados.

Sin embargo, no pudimos defender varias bancadas del interior. En el caso de San Lorenzo nos faltaron sólo 40 votos para retener la banca y en Tartagal quedamos a décimas debajo del piso proscriptivo del 5% para acceder al cargo.

Retroceso en la capital

La caída que sufrimos desde 2013, en donde salimos primeros con el 29% a concejales, está relacionada con la recuperación del kirchnerismo y el ascenso del romerista-massista Sáenz, que le permitió ganar la intendencia. Los partidos patronales unificaron un discurso provocador contra nuestra representación en el concejo. Al respecto, dijimos en un boletín partidario posterior a las Paso que la burguesía, y a la rastra de ella, las sectas de izquierda, concentraron su ataque sobre nuestra bancada en el concejo. Es que desde el triunfo en el 2013, y la conquista de los nueve concejales, allí se concentró una batalla estratégica.

Se instaló una crisis en el concejo desde la misma instalación de la presidencia del cuerpo, que tuvo por jefe de campaña a Miguel Isa, el intendente, luego vice de Urtubey. Estableció un llamado “Pacto por Salta” que sólo el PO se negó a suscribir. Luego operó el veto contra las pocas ordenanzas que logramos sancionar y el bloque de todos contra el PO, que sumó 11 votos contra nuestros nueve concejales para bloquear la mayoría de nuestras iniciativas.

Esta reacción en bloque de la totalidad de las facciones burguesas ya la habíamos vivido con el intento de sanción a nuestra concejala de Orán, Josefa Cardozo, por denunciar el trabajo infantil en el ingenio o en los ataques en regla a nuestras bancadas de Colonia Santa Rosa e Yrigoyen. Se puso a prueba la conciencia que el propio Partido Obrero tiene de este enfrentamiento de alcance estratégico. Por eso, nuestro partido se ha desarrollado como nunca antes, incluido 2013, en esta campaña electoral.

En las legislativas de 2013, todo el Frente de Izquierda asistía a un ascenso que nos permitió llegar al Congreso. En las elecciones recientes en Neuquén, Ciudad de Buenos Aires (Paso), Mendoza (Paso) retrocedemos respecto a 2013, pero superamos a las de 2011. Sólo se registra un avance en Diputados y gobernador de Santa Fe, y en una de las elecciones de la capital de Mendoza, que es de todos modos un distrito pequeño (votaron poco más de 50 mil electores). En este balance de conjunto caracterizamos la consolidación del PO en Salta, con niveles muy altos de votación.

Desafíos

De las Paso a las generales, hemos mantenido nuestros votos a intendente, a pesar que quedamos lejos de la polarización entre los dos primeros candidatos. Al contrario, hemos obtenido un voto compacto del 12% promedio, completo en su mayoría, al Partido Obrero, en una elección caracterizada por los múltiples “cortes” o combinaciones de las más diversas en las distintas categorías. Dijimos en aquel Boletín Interno que no estamos ante la perspectiva de una conquista mecánica de votos después de las Paso, porque en 2013 estábamos en ascenso y ahora hay una contención de ese ascenso -aunque no en todos lados, porque es claro que hemos mejorado en Orán.

Desarrollamos una gran movilización política y dimos una batalla estratégica en toda la provincia. Nuestro “Manifiesto al pueblo de Salta” con 15 puntos para poner fin al Estado oligárquico y abrir paso a los reclamos populares, fue debatido en infinitas reuniones. Hemos instalado en la opinión pública, a través de numerosas entrevistas, el vaciamiento de la municipalidad a manos de un puñado de empresas parásitas con la complicidad del régimen de Isa y Urtubey. Hemos llevado a una gran cantidad de hogares nuestro planteo de uso del suelo priorizando el interés público contra los especuladores inmobiliarios. Hemos explicado que la causa de la inseguridad hay que buscarla en el entramado entre las fuerzas de seguridad, el poder político, el judicial y las redes de narcotráfico. Ese programa constituye un instrumento de acción y organización en toda la próxima etapa, en donde enfrentaremos, primero, la batalla por las elecciones nacionales, y de conjunto, las políticas de ajuste capitalista.

El debate que iniciaremos ahora es cómo afrontamos, desde esta consolidación política, las elecciones nacionales de agosto y octubre próximos. El año recién empieza.

Discutamos el contenido de la decisión de ir a las Paso en el Frente de Izquierda12

La decisión de recurrir a las Paso para resolver las listas del Frente de Izquierda entraña una paradoja. De un lado, el Partido Obrero e Izquierda Socialista hemos manifestado nuestra oposición a las Paso en forma recurrente, porque además de un fraude institucional privilegia una lucha faccional al interior de la izquierda y desvirtúa el frente único contra los candidatos capitalistas. Por el lado del PTS es al revés. Desde 2012 ha reclamado “internas” e incluso presentado un “reglamento” tramposo para ellas (que rechazaba la representación proporcional). En la misma línea, en noviembre pasado, anunció una candidatura con la intención de atacar el enorme Congreso del movimiento obrero y la Izquierda que realizamos en el Luna Park13. Ahora, cuando -para sacar al Frente de Izquierda de un inmovilismo de carácter faccional- nuestro partido e IS han decidido ir a las Paso, con el apoyo de numerosas organizaciones que se han acercado al Frente de Izquierda en el último tiempo, el PTS recula en cuclillas. Luego del adelanto de Altamira, en el acto del 1° de Mayo, de que el PO tomaría medidas para sacar al Frente de la parálisis, los dirigentes del PTS habían señalado a los medios de prensa y por las redes sociales que hasta junio no tomarían decisiones, confirmando esta línea inmovilista.

Estas posiciones enfrentadas deben entenderse en el marco de una caracterización política de conjunto, cuestiones de método, y tienen un alcance estratégico. Para nuestro partido, el Frente de Izquierda se ha desarrollado como una forma concreta de la unidad de clase contra el capital en el terreno político. Lo defendemos como un canal de movilización y una herramienta de la lucha por la independencia política de la clase obrera. Cumple una función histórica progresiva para los objetivos de la revolución socialista. No dejamos en ningún momento de lado la defensa y propaganda de nuestro programa, pero la subordinamos y complementamos al desarrollo del frente único. Para el PTS, en sus propias palabras, el Frente de Izquierda es un campo de disputa, de confrontación a la cual subordina los intereses del frente único. Es lo que en la jerga corriente se llama ‘autoproclamación’. Los intereses generales de la independencia de la clase obrera son sacrificados a los intereses particulares de un aparato político (de una cuantía modesta).

Partido de trabajadores

No bien superadas las Paso de 2011 y las elecciones generales, el PTS pasó a oponer la formación de un partido de trabajadores al desarrollo del Frente de Izquierda. Trató de cambiar de montura. El planteo era manifiestamente regresivo porque buscaba reemplazar con una construcción amorfa a un frente que reunía a las fuerzas políticas más avanzadas en el movimiento obrero. No respondía a ninguna tendencia visible o manifiesta al interior de la clase obrera. Se trataba, entonces, de un planteo artificial que solamente podía apuntar a la liquidación del Frente de Izquierda. En este caso no importaba, como parece importar ahora, si los eventuales convocados a ese partido eran peronistas, chavistas o centroizquierdistas. La consigna no era entonces “la renovación generacional”, sino los “candidatos obreros”. Como se ve, los compañeros dirigentes del PTS tienen un manual de uso para cualquier operativo. El PTS dio comienzo a esta política antagónica al Frente de Izquierda con un acto en el miniestadio de Ferro. Lanzó incluso una campaña internacional en apoyo a un PT de corta vida, dominado por la burocracia de la Central Obrera Boliviana.

Lo que hoy discutimos en las Paso es, en esencia, si el Frente de Izquierda se desarrolla como frente único, sobre la base de la independencia política de los trabajadores y, de ese modo, crece como canal político de la vanguardia obrera, o es un terreno de pendencias de alcance liquidacionista. La usurpación de la banca conquistada por el Frente de Izquierda de Mendoza, por parte del PTS; la aparición de un “FIT de Del Caño”; y el reclamo ahora de que Del Caño no rote su banca, constituyen las expresiones más provocadoras de este emprendimiento destructor.

Las Paso que impulsamos numerosas organizaciones expresan la conciencia de que es necesario poner fin a una tentativa tan nociva.

Atlanta

Cuando el Frente de Izquierda emergió fortalecido de las elecciones de 2013, propusimos que tomara la iniciativa de convocar a un Congreso de trabajadores y la izquierda. Fue rechazada con el argumento que dejaba afuera “a los compañeros peronistas”. En oposición a este planteo fue impulsado, también por IS, un Encuentro Sindical Combativo, que implicaba el desarrollo de un polo político diferenciado del Frente de Izquierda y potencialmente antagónico.

El PTS fue el que más avanzó en esta orientación. Lo caracterizó como la vía para la formación, de nuevo, de “un partido de trabajadores”. El Encuentro dejó afuera, en su plataforma, tanto la independencia política de los trabajadores como el gobierno de los trabajadores. Sin independencia de clase, sin embargo, el sindicalismo no trasciende las fronteras de la burguesía. Mientras el Frente de Izquierda arañaba un millón y medio de votos, y conquistaba autoridad política para impulsar un movimiento sindical clasista, el Encuentro reunía activistas conocidos con referencias políticas contradictorias y sin una base de masas. El potencial liquidacionista del Frente de Izquierda que contenía esta propuesta fue advertido por nosotros oportunamente. El Encuentro tampoco era un frente único, sino una asociación de agrupaciones que rivalizan en los sindicatos en que actúan, en lugar de unirse. ¡El Encuentro se convirtió, él mismo, en “un campo de disputas”! El PTS no aprendió nada de sus experiencias fracasadas. Ahora atribuye a un reflujo de la clase el fracaso de estas tentativas14, y de ninguna manera a una metodología que rebaja la política socialista al sindicalismo, y que privilegia la confrontación al frente único y las construcciones artificiales al Frente de Izquierda.

El Encuentro murió sin obituario; los activistas empeñados en su construcción no fueron notificados de que se había evaporado.

Luna Park

La convocatoria a un Congreso del movimiento obrero y la izquierda en el Luna Park ofrecía una salida al impasse del Encuentro de Atlanta. Propusimos a los partidos del Frente de Izquierda convocarlo en común, en forma reiterada. Concurrieron 10.000 luchadores luego de deliberaciones y plenarios a lo largo y ancho del país. La iniciativa despertó el interés de muchos grupos, que participaron en las deliberaciones, en especial la dirección de Izquierda Socialista.

Como ya señaláramos, el PTS no sólo decidió sabotear la iniciativa; días antes anunció en una conferencia de prensa su candidato a presidente y nominaciones para otras categorías, y reclamó las Paso. El Congreso del Luna Park rechazó esta posición, y le opuso la defensa del Frente de Izquierda como frente único contra los partidos y políticos representantes de la clase capitalista.

Frente único

El desmentido más contundente a la política contra el Frente de Izquierda, promovida por el PTS, vino del norte, cuando el “Perro” Santillán, la figura de mayor relieve del Encuentro, declaró su apoyo al Frente de Izquierda, al cual reconoció como el canal político de la clase obrera. Fue la refutación más contundente del planteo que sostenía que el Frente de Izquierda no podía unir a la izquierda con el movimiento obrero, y que una iniciativa obrera y clasista debía desarrollarse al margen del Frente de Izquierda. Junto al “Perro” se acercaron numerosos movimientos sociales ajenos hasta el momento a la lucha política y a la electoral. ¡Ahora el PTS los rechaza descubriendo tardíamente sus tendencias chavistas e indigenistas! El PTS tiene varas y medidas diferentes, según las maniobras que esté impulsando. El PO procedió de otra manera y acordó con el “Perro” un acuerdo político de absoluta claridad: se abre con todos ellos un período de debates, ¿pero el Frente de Izquierda no debería hacer, como Frente de Izquierda, un frente único con todos aquellos que considera reales luchadores contra el régimen imperante? El PTS ha actuado en todo este proceso como una retaguardia, rebajando los programas y las definiciones y bloqueando las acciones de lucha en común. El método de una línea de principios y de frente único ha acercado a un importante conjunto de tendencias populares.

En el acto del 1° de Mayo, del que participaron por primera vez muchos de estos grupos, Altamira trazó un balance. La presencia de nuevos grupos apoyando al Frente de Izquierda corroboró el acierto de una política socialista para reagrupar fuerzas. Llamó a quebrar el inmovilismo e iniciar una fuerte campaña presidencial contra los Scioli, Macri y Massa. Al ser consultados por los medios, los dirigentes del PTS respondieron que se podía continuar con el inmovilismo hasta el 20 de junio, cuando vencen los plazos legales para inscribir candidaturas ¡sin ninguna evidencia de querer acuerdos! Las organizaciones que nos hemos unido para las Paso hemos rechazado esta invitación al suicidio de la mayor experiencia política de la izquierda en el último cuarto de siglo, y la más avanzada desde hace mucho más que eso.

Conclusión

A la luz de lo expuesto surge que hemos llegado a las Paso como un recurso último de defensa del Frente de Izquierda y de la política de frente único. Nuestro partido ha sido el único que ha señalado, más de una vez, las limitaciones del frentismo, que es su falta natural de homogeneidad política y de acción centralizada. Pero también hemos explicado que todavía no hemos llegado a esa situación. Un frentismo de lucha política de clase, con los métodos del frente único, sigue siendo la vía positiva y eficaz para separar a las masas de la burguesía, ampliar el campo de experiencias para una clarificación política y fortalecer el partido revolucionario.

NOTAS

1. Marcelo Ramal, Prensa Obrera N° 1.347. 15 de enero de 2015.

2. Declaración política del Comité Nacional del Partido Obrero (24 de enero de 2015), Prensa Obrera N° 1.348. 28 de enero de 2015.

3. Declaración del Partido Obrero, Prensa Obrera N° 1.350. 9 de febrero de 2015.

4. Gabriel Solano, Prensa Obrera N° 1.351. 19 de febrero de 2015.

5. Jorge Altamira, Prensa Obrera N° 1.347. 15 de enero de 2015.

6. Prensa Obrera Nº 1.352. 26 de febrero de 2015.

7. Nestor Pitrola, Prensa Obrera N° 1.357. 1 de abril de 2015.

8. Gabriel Solano, Prensa Obrera N° 1.359. 16 de abril de 2015.

9. Gabriel Solano, Prensa Obrera N° 1.361. 30 de abril de 2015.

10. Gabriel Solano, Prensa Obrera N° 1.362. 6 de mayo de 2015.

11. Claudio Del Plá, Prensa Obrera N° 1.364. 21 de mayo de 2015.

12. Gabriel Solano, Prensa Obrera N° 1.364. 21 de mayo de 2015.

13. El PTS realizó una conferencia de prensa el 4/11/14 para anunciar la candidatura presidencial de Del Caño, a sólo cuatro días del Congreso del Luna Park.

14. Resolución del Comité Central del PTS, 7 y 8 de febrero de 2015.

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