La dramática escalada de la crisis política y social de la zona euro, centrada en Grecia, marca, en junio-julio de 2015, una nueva etapa en la crisis mundial del capitalismo que estalló en los años 2007/8.
Los rápidos cambios en la situación y los agudos zigzags hacia la izquierda y la derecha manifiestan el abrupto deterioro de la crisis y la rápida aceleración de la confrontación entre fuerzas de clase irreconciliables. Lo que hemos experimentado en los últimos meses (y continúa) es una guerra de clases total implementada ferozmente por la Unión Europea imperialista encabezada por la Alemania de Merkel y Schauble, por el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional contra las masas populares griegas empobrecidas, como la primera batalla contra los pueblos de toda Europa, oriental y occidental.
En esta guerra de clases en desarrollo, el liderazgo de Syriza y el gobierno, retratado de forma equivocada, ensalzado o demonizado como “izquierda radical”, respondió levantando la bandera del compromiso de clase, y la paz de clases con la UE y la clase gobernante griega, la bandera blanca de la capitulación. Al aceptar de antemano los términos del enemigo para permanecer en la zona euro y en la UE, la derrota era absolutamente previsible desde el comienzo.
Los momentos cruciales de esta guerra social en su desenlace son:
-El colapso en junio, luego de cinco meses, de la farsa de “negociaciones” entre la troika y la coalición de gobierno griega -de Syriza con el partido de derecha Griegos Independientes- elegida para terminar con la austeridad y la catástrofe social.
-La presión popular que impuso el giro hacia un referendo el 5 de julio acerca del ultimátum presentado por la troika UE/BCE/FMI el 25 de junio, para imponer medidas más draconianas de “austeridad”,
-La gigantesca e inesperada movilización anti-troika en la Plaza Syntagma del 3 de julio.
-La igualmente inesperada y formidable victoria del NO del pueblo griego en el referendo del 5 de julio, en medio de una campaña de intimidación sin precedentes, a nivel nacional e internacional, con todos los bancos cerrados por orden del BCE y todos los medios de comunicación en una orgía de desinformación.
-Inmediatamente después, la miserable capitulación del gobierno de Tsipras a la misma troika para imponer un “programa de austeridad” incluso peor, condenado política y económicamente a fracasar. Ahora en la agenda están, luego del shock y la confusión inicial, nuevos levantamientos sociales y una desestabilización política completa, no solamente en Grecia sino también en Europa y a nivel internacional.
-Una mayoría de los diputados del gobierno, con el apoyo vital de la oposición burguesa proimperialista, vota en el parlamento griego, el 15 de julio, el tratado de capitulación solicitado por la UE contra el deseo del pueblo griego, contra la mayoría del propio Comité Central de Syriza y contra 39 de sus diputados, mientras la policía antimotines, siguiendo órdenes gubernamentales, lanzaba una represión brutal, utilizando en forma masiva gas lacrimógeno contra una poderosa marcha popular de decenas de miles de manifestantes frente del Parlamento.
Este golpe de Estado político-financiero manifiesta claramente la naturaleza imperialista de la Unión Europea y profundiza su proceso de desintegración y la declinación de la democracia burguesa.
Incluso la protagonista de esta contrarrevolución europea, la Alemania imperialista, con la demostración de todo su extremo sadismo político y social, sostenido por sus satélites en el norte y el este de Europa, y la complicidad de los otros países imperialistas de Occidente, no puede ser satisfecha o asegurada por esta victoria pírrica. Aplastar a un primer ministro griego débil y listo para capitular, no es lo mismo que romper la resistencia social potencial o la capacidad de lucha de un pueblo oprimido, pero todavía orgulloso, desafiante y valiente, como lo ha demostrado recientemente el pueblo griego los días 3 y de julio al humillar a la troika y las clases dominantes de Grecia y Europa.
El principal objetivo de la ferocidad imperialista alemana era precisamente este potencial de resistencia social del pueblo en Grecia y el peligro de un contagio político de esta manifestación de desafío y capacidad de lucha a toda Europa. Incluso analistas del pensamiento corriente como George Friedman, del Stratfor lo reconocen: “No era la posición del gobierno (griego) lo que preocupaba más a Alemania, sino el referendo griego. Si Alemania forzaba al gobierno griego a capitular era una negociación internacional convencional. Si forzaba al gobierno griego a capitular a pesar del mandato electoral del pueblo griego era, en muchas formas, un ataque a la soberanía nacional al forzar un acuerdo, no en oposición al gobierno sino una confrontación directa con el electorado” (George Friedman, “Un imperio contraataca: Alemania y la crisis griega”, Stratfor, 14/7). Condenan a la sumisión y el hambre eterna al combativo pueblo griego, para que sirva como un ejemplo aterrador para todos los pueblos europeos. Con este objetivo, Alemania, que lidera la UE, ha incluido en ese “acuerdo” de capitulación condiciones especiales que transforman a Grecia en un protectorado.
El director del Consejo Europeo, Donald Tusk, ha resumido perfectamente todos los temores de la burguesía alemana y europea. Como lo cita el Financial Times (ver entrevista a Donald Tusk: “El riesgo de ‘contagio político’ y las consecuencias financieras, 17/7): “La retórica febril por parte de los líderes de la extrema derecha, junto con el alto desempleo juvenil en varios países podría resultar una combinación explosiva. Para mí, la atmósfera es un poco similar a la época posterior al año 1968 en Europa. Puedo sentir, tal vez no una predisposición revolucionaria, pero algo así como una impaciencia extendida. Cuando la impaciencia pasa de ser una experiencia individual a un sentimiento social, es el prólogo de las revoluciones”.
Este temor era compartido por el mismo Tsipras y su círculo de líderes más cercano, como revela el ex ministro de Finanzas Yanis Varoufakis en su entrevista para la agencia de noticias australiana ABC, al describir la reacción del primer ministro el 5 de julio, en el momento de las celebraciones populares por el triunfo de No. “Entré en la oficina del primer ministro entusiasmado. Estaba viajando en una hermosa nube impulsada por los hermosos vientos del entusiasmo público por la victoria de la democracia griega en el referendo. En el momento en que entré en la oficina ministerial, sentí inmediatamente una cierta sensación de resignación, una atmósfera cargada negativamente. Me enfrenté con un aire de derrota, lo que se contraponía completamente con lo que estaba sucediendo afuera” (cor.to/varoufakis).
La firma por parte de Tsipras de un convenio de capitulación, caracterizado hasta por la revista alemana Der Spiegel como una “lista de horrores”, no se puede celebrar como el “fin de la Historia”, particularmente porque vivimos ahora el fin del último “fin de la Historia”, proclamado por el imperialismo en 1991. Se están preparando nuevas e inesperadas sorpresas.
La burguesía alemana, totalmente apoyada por la socialdemocracia, “tuvo éxito” en agudizar todas las rivalidades interimperialistas dentro y fuera de Europa.
Fuera de Europa, se expresó -aunque no se limitó al agudizamiento del conflicto entre el FMI y la UE (en realidad entre Estados Unidos y Alemania)- sobre la inviable deuda griega y la necesidad de “alivio de la deuda”, a pesar de que el FMI estuvo y está, incluso más que la UE, pidiendo la austeridad más draconiana en Grecia. El gobierno de Obama no ha ocultado su temor por el “riesgo sistémico global” (Jack Lew) que involucra una Grexit (salida de Grecia de la UE), particularmente para una economía estadounidense que todavía lucha contra la crisis y que se prepara para una posible alza de la tasa de interés.
El informe actualizado del FMI, fechado el 14 de julio, posteriormente al “acuerdo” forzoso al que se llegó en Bruselas, lo demuele realmente al rechazarlo, ya que aumenta la deuda griega al 200% del PBI y pide “una moratoria de los pagos durante 30 años para hacerlo sustentable”. Es una impresionante manifestación del agudo conflicto entre Europa y Estados Unidos.
Dentro de Europa, las protestas hipócritas de Matteo Renzi en la eurocumbre manifiesta el temor de que la sobreendeudada Italia capitalista se convierta en el próximo blanco de Berlín.
Lo mismo se aplica, de una forma diferente, a la Francia imperialista. El viejo eje franco-alemán de integración capitalista europea basada en el Tratado de Maastricht de 1991 hace mucho que se ha roto debido a la crisis post 2008, cuando Francia se sumerge en un sobreendeudamiento, desindustrialización y descontento social generalizado. A pesar de que Francois Hollande y su (anti) ‘socialista gobierno neoliberal funcionaron como otro instrumento de presión imperialista y chantaje a Grecia, a pesar de las ilusiones alimentadas por Tsipras y Syriza, han debido tomar distancias en un cierto punto de las torturas infringidas por Schauble a la delegación griega pidiendo una “Grexit temporaria”.
El euro como moneda común fue, desde el inicio, un proyecto presentado por la burguesía francesa, y que Alemania aceptó con reservas en base a su reunificación, aprovechando la zona de libre comercio absolutamente necesaria para una economía básicamente exportadora. Ahora, los franceses vieron a Schauble presentar de forma agresiva una “Grexit” como un primer paso para desmantelar la propia unión monetaria y, a la vez, mantener la UE como una zona de libre comercio. Aparentemente, bajo los impactos de la crisis mundial y de la nueva ola de recesión mundial, Alemania vuelve al viejo plan de Schauble de “una Europa de múltiples velocidades” alrededor de un núcleo duro al norte de los Alpes, una Europa alemana inaceptable para sus rivales imperialistas. En tales condiciones, círculos de gobierno francés han manifestado el desencuentro más brutal de las últimas décadas entre los intereses franceses y alemanes durante las últimas reuniones del Eurogrupo y de la Cumbre Europea (desde 1991, cuando Alemania promovió la separación unilateral de Croacia y Eslovenia de Yugoslavia, abriendo la caja de Pandora).
Incluso el incidente de Schauble gritándole a Mario Draghi, del BDE, muestra que se están acumulando rápidamente tensiones y que fuerzas centrífugas están destrozando todo el proyecto de la UE. Wolfgang Munchau, muy adecuadamente, pone como título a su comentario en el Financial Times (3/7): “Los brutales acreedores griegos han demolido el proyecto de la eurozona”.
En realidad, todo el proyecto de la UE está sujeto a la demolición. Este proyecto, luego del suceso memorable la desaparición de la Unión Soviética en 1991, tuvo como objetivo estratégico la expansión a Europa central y oriental y a los Balcanes, la re-colonización de todo el ex espacio soviético y, por ende, la integración capitalista de Europa alrededor del eje franco-alemán para hacer posible que la UE luchara por la hegemonía del caótico mundo posterior a la Guerra Fría. La unificación monetaria de países con estructuras socioeconómicas nacionales muy diferentes y desiguales fue un instrumento necesario para esta estrategia.
La implosión de la mundialización del capital financiero, en 20072008, hizo explotar todas las contradicciones internas acumuladas dentro de este proyecto y del espacio histórico, incluyendo todas las fisuras en la arquitectura del euro, reflejando en última instancia la contradicción fundamental entre la internacionalización de la economía y los Estados nacionales, insoluble sobre bases capitalistas.
La parte sur de la UE y su frontera oriental, las tragedias de Grecia y Ucrania, muestran el naufragio del grandioso proyecto del imperialismo europeo.
En cada aspecto, colocada dentro del cuadro mundial, la crisis griega, que está llegando ahora a su clímax, es la manifestación de que se está entrando en una nueva etapa en la crisis capitalista mundial.
El ex secretario del Tesoro de los Estados Unidos, Lawrence Summers, quien ha revivido la noción de “parálisis civil”, conecta los tres principales sucesos del reciente drama financiero internacional: la crisis griega-eurozona, la explosión de la burbuja de la Bolsa china y la bancarrota de Puerto Rico “el mayor defol de bonos municipales en la historia de los Estados Unidos” (La complacencia y el acrecentamiento son las trampas que deben evitarse”, Financial Times, 13/7).
Está claro que las tácticas y las políticas seguidas luego de la debacle de Lehman Brothers por todos los gobiernos y los bancos centrales, la inyección de ríos de liquidez junto a la austeridad draconiana para hacer al pueblo pagar por la crisis capitalista y salvar a los bancos con su sangre, no sólo han fracasado, sino que han preparado las condiciones para nuevas y más catastróficas explosiones. Las implicancias políticas para el gobierno de la burguesía en condiciones de crisis de régimen son enormes.
Lawrence Summers hace un paralelo entre las tácticas de corto plazo utilizadas por todos los gobiernos capitalistas durante la presente crisis, sin ninguna estrategia real para una salida de la impase, con la experiencia de Estados Unidos en la guerra de Vietnam: “En cada paso, los que implementaban las políticas hicieron lo suficiente para evitar el desastre, pero no lo suficiente para ofrecer una perspectiva de éxito, hasta el momento en que los helicópteros dejaron la embajada en Saigón y la política estadounidense terminó en un fracaso”.
Probablemente, será el gobierno griego el primero que trataría de escapar mediante el legendario helicóptero, pero la coalición Merkel-Schauble-Gabriel finalmente tampoco podría sobrevivir en su bunker de Berlín.
¿Y ahora qué? ¿Qué es lo que deben hacer inmediatamente la clase obrera y las masas pauperizadas en Grecia y Europa ante la guerra social que se está intensificando? Esta es la pregunta decisiva.
Superados la conmoción inicial, la confusión y los sentimientos agobiantes de traición de sus líderes, sentimientos incluso de desesperación, los contingentes más combativos del proletariado griego tienen la tarea de liderar, pero no en soledad: más que nunca son necesarios y vitales el apoyo activo y la participación en una lucha unitaria de todos los sectores destruidos por la crisis y la austeridad en Grecia y en toda Europa oriental y occidental, así como en una región más amplia, ante todo en los Balcanes, los países de la ex Unión Soviética y el Medio Oriente. Este es el mensaje de esta Tercera Conferencia Mediterránea.
Las lecciones de Grecia deben ser aprendidas por todos los trabajadores y el movimiento revolucionario, por todos los movimientos populares del mundo que luchan por emanciparse de la barbarie del imperialismo capitalista.
Para evitar la derrota y la capitulación es claro como el agua que no existe un camino reformista para reformar la Unión Europea imperialista y sus instituciones. Esta caja de hierro del capital, esta prisión de los pueblos debe ser destruida por la movilización de masas de todos los oprimidos y reemplazada por una verdadera unificación socialista del continente desde Lisboa a Vladivostok.
Para evitar la derrota, para avanzar hacia la victoria y la emancipación social, es claro que hoy no existe posibilidad para un compromiso de clase con el capital en crisis para “humanizar el capitalismo”, no existe un camino nacional, pacífico, parlamentario para salir del canibalismo social de la “austeridad”, el único camino hacia adelante es un frente único de clase de los oprimidos, organización, revolución social, el poder obrero sin burócratas y el socialismo internacional.
Apelamos a todos los que luchan contra el imperialismo y el capitalismo, provenientes de diferentes tradiciones políticas pero inflexibles en su lucha contra los explotadores y los opresores, todos los que rechazan seguir a una izquierda acomodaticia que se hunde en una verborragia hueca, propaganda abstracta, electoralismo, autoproclamación sectaria o sindicalismo apolítico: unamos nuestras fuerzas en una lucha internacional común para encontrar una salida revolucionaria al desastre social que alimenta la desesperación, a la vez que refuerza el autoritarismo y la brutalidad estatal, la amenaza del fascismo, la xenofobia y todas las formas de racismo.
Debemos elaborar en forma colectiva un programa de liberación social y un plan de acción para organizarlo e implementarlo. De nuestra parte, ahora más que nunca, vehementemente proponemos el siguiente curso de acción:
–El pueblo debe romper todos los tratados de capitulación a una “austeridad” permanente para salvar a los bancos y el capital mundial.
-El llamado “alivio de deuda” o “restructuración” propuesto por el FMI o Tsipras es una trampa. ¡Por la abolición unilateral de la deuda!
-Contra el terrorismo de los bancos, nacionalización del sistema bancario bajo el control de los trabajadores, en una banca pública independiente del BCE de Draghi.
-¡Expropiar a los expropiadores! ¡Los capitalistas y oligarcas deben pagar la crisis de su sistema! ¡Toda la producción en mano de los trabajadores!
-¡Abajo todos los gobiernos capitalistas de la UE, los instrumentos de la troika!¡Abajo el gobierno burgués de los capituladores en Grecia!¡Abajo los gobiernos de Renzi, Hollande/Vals, Rajoy, Coelo, Cameron, etc.!¡Quebrar la maquinaria estatal policial y todos los aparatos de represión, todo el poder político a los trabajadores, basado en concejos y asambleas de los trabajadores y el pueblo!
-¡Abajo la “Fortaleza Europa” que extermina a los migrantes que producen sus guerras y políticas de hambre, abajo todas las formas de racismo, populismo de extrema derecha y fascismo! ¡Explotados y oprimidos de todo el mundo, unámonos para luchar por la libertad y la justicia¡
-¡Abajo los imperialistas de la UE y Estados, la Otan y las guerras imperialistas¡ ¡Por pan, trabajo, paz y libertad!
-¡Construyamos organizaciones revolucionarias entre las masas, independientes de todos los burócratas y colaboradores de clase reformistas! ¡Construyamos una verdadera Internacional revolucionaria de los trabajadores y todos los oprimidos!
-¡Hacia el Socialismo mundial, por la emancipación universal del ser humano, una humanidad sin explotación, opresión, humillación del ser humano por los seres humanos!
Julio de 2015