Mientras transcurre el debate congresal, el partido aborda todos los desafíos de la etapa. Las movilizaciones por el 8 de Marzo, el 24 de Marzo, las luchas obreras como en Textilana y Fate, la jornada de lucha del Polo Obrero, las huelgas docentes y de docentes universitarios, etc. Las campañas electorales provinciales y las campañas políticas apoyadas en la declaración nacional “Que la crisis la paguen los capitalistas”, la carta al FIT y, más recientemente, el manifiesto electoral y la campaña de instalación de la candidatura de Romina, que fue resuelta como una campaña central en la Conferencia Electoral Nacional del 16 de marzo. Como ha sido dicho, esta campaña, reflejada también en el editorial de la Prensa Obrera, “A la arena electoral con Romina Del Plá a la cabeza”, tuvo un gran impacto mediático, y en particular en la izquierda. Tanto el PTS como el MAS reaccionaron rápidamente para tratar de instalar a sus voceras públicas. El MAS pagó una encuesta telefónica para medir a Manuela Castañeira contra Pitrola, Del Caño, Bregman, Zamora y Heberling y, ¡oh casualidad! no contra Romina Del Plá. El PTS inundó las redes con publicidad paga de Myriam Bregman.
Acorde con lo resuelto por amplia mayoría en la Conferencia Electoral, todo el partido salió a militar esta campaña. En este marco, llamó poderosamente mi atención la entrevista realizada por Radio Cooperativa al compañero Jorge Altamira, el 21 de marzo, en la que el compañero, pasados cinco días de la conferencia, no sólo no nombra a Romina Del Plá, sino que su intervención prácticamente no tiene puntos en común con el manifiesto electoral aprobado. El propósito de esta minuta es analizar y someter a crítica este accionar, que considero equivocado, para que colectivamente mejoremos nuestras intervenciones públicas y mediáticas.
Los militantes del PO que, en alguna oportunidad, oficiamos de voceros tenemos que aprender rápidamente -y lo hacemos de compañeros con la experiencia y solvencia de dirigentes como Altamira- a “meter” la línea del partido en los escasos minutos de televisión o radio que los medios nos otorgan, a veces batallando contra la línea editorial de dichos medios y, por supuesto también, contra adversarios políticos. Sin embargo, en esta oportunidad el único invitado al programa fue Altamira, y la entrevista duró más de una hora. Más aún, el periodista quería que Altamira hablara de la campaña electoral y los candidatos.
Para que se aprecie la crítica que estoy haciendo, doy algunos detalles: antes de llegar a la mitad de la nota, el periodista se va a la tanda publicitaria diciendo “Seguimos en un ratito charlando con Altamira y nos metemos de lleno en lo que se viene en este año 2019 electoral, tan fuerte, tan importante. ¡Tiene candidata el PO! Lo vamos a estar charlando con él en un ratito nomás”. Al volver de la pausa, Altamira ignora esto por completo. Más avanzada la nota, el entrevistador pregunta: “Jorge, ¿vos te imaginás un socialismo en la cercanía, con el Frente de Izquierda gobernando o teniendo la presidencia o creés que el capitalismo tiene para rato?”. Altamira contestó sobre Trump sin mencionar la flamante conferencia ni sus resoluciones. Al final, ya con un tono de frustración, el periodista arremete: “Me hubiese encantado hablar un montón de otras cosas… Se nos come el programa. Es un placer tenerte Jorge acá. Me quedo con la duda de qué hacer con los venezolanos que se están muriendo”. Ahí Altamira responde: “Tenemos una cuenta pendiente entonces. Y otra que es la campaña electoral del FIT y el Partido Obrero, pero nos invitás para otra oportunidad”. Esta respuesta indica que la omisión de Altamira en una hora de entrevista radial es consciente y premeditada.
Cabe recordar aquí las palabras de Altamira en su documento del BI Congresal N° 10: “Se ha escrito que quienes someten a una crítica la posición oficial (aprobada en una tarde, recordemos), pretenden sabotear la campaña electoral. Dejando de lado la obsesión electoral, la denuncia es falsa”.
Pero, entonces, inesperadamente, el periodista interesado en la cuestión electoral extiende la entrevista diciendo: “Te pregunto, cortita, la última: se vienen las elecciones, se está polarizando o se quiere polarizar. Macri y Cristina. Lo veo a Felipe Solá… ¿Cómo está esto que se viene?… Esta política, bien lo dijiste vos, no va más. ¿No? ¿Cómo se derrota esta política? ¿Con quién se derrota está política?”. Y entonces, Altamira contesta que en medio de semejante crisis tal vez no lleguemos a las elecciones de octubre, y luego introduce las consignas propuestas por él en el Boletín Interno N° 2: “Fuera Macri. Fuera el FMI. Asamblea Constituyente”. Sin mencionar a la oposición patronal, sin postular a Romina Del Plá, sin mencionar la conferencia. Incluso, ante la repregunta final del entrevistador sobre cómo se hace para que se vaya Macri, Altamira no desarrolla el tema fundamental de la intervención de los trabajadores en la crisis, con un plan de lucha que parta de un paro activo nacional de 36 horas, congreso de bases para darle una salida positiva a la crisis, que la paguen los capitalistas, y lograr que se vaya Macri, y la Asamblea Constituyente soberana. En cambio, cierra la nota con “Los trabajadores tienen que votar por el Frente de Izquierda. Nosotros, a segunda vuelta”. Es decir, el título de la declaración propuesta por él (y no aprobada) en la conferencia del partido.
A la luz de estos ejemplos, se ve claramente que la omisión de Altamira es deliberada y hasta conseguida trabajosamente. Esquivando con esmero las inquietudes de los periodistas.
El delito de opinión y la unidad de acción del partido
En este punto, me parece pertinente retomar lo planteado por Altamira en su minuta del BI Congresal N° 10, donde dice que “En el bolchevismo no existe el delito de opinión, por la simple razón de que nadie puede opinar o pensar como opina otro, si no fue persuadido de ello, ni menos está obligado a hacerlo. El lavado de cabeza es incompatible con un socialista. Debe respetar, sí, la unidad de acción; ‘estoy en contra de esta huelga, pero vengo al piquete que la garantiza porque lo votó la mayoría de la fábrica’. ‘No acompaño la posición que votó mi partido, pero no la ataco en público -sólo defiendo mis argumentos y mi posición, y apoyo disciplinadamente la acción del partido’”.
La omisión de Altamira sobre las resoluciones de la Conferencia Electoral y en particular la no postulación de Romina Del Plá no es exclusiva de esta entrevista. Al día de hoy, Altamira no ha hecho la menor alusión a esto en su Facebook ni en su Twitter, a pesar de la salida de un manifiesto, un comunicado de prensa y el editorial de la Prensa Obrera. Cabe que nos interroguemos: ¿estas omisiones de Altamira entran dentro del supuesto de no acompañar la posición votada, apoyando “disciplinadamente” la acción del partido?
Supongamos que tengo una diferencia con la caracterización votada por el CC, por ejemplo, sobre el gobierno de Uruguay. En tanto esta divergencia no obstaculice ninguna campaña del partido, puedo no sólo omitir, sino incluso polemizar con la caracterización oficial. En cambio, en torno de la candidatura central del partido se desenvuelve una campaña -valga la redundancia- central. En esta etapa sirve para instalar a Romina Del Plá y abortar las tentativas de polarización del escenario político electoral; para reforzar las campañas electorales provinciales; sirve para presionar por el acuerdo integral en el FIT (programa y candidaturas, y que se enlaza con la propuesta de Congreso del FIT); juega un rol en la pelea por sacar de la parálisis al FIT y lograr que actúe en todos los terrenos de la lucha de clases en el marco del frente único. Como se ve, estamos ante una omisión que boicotea campañas importantes votadas en los organismos partidarios. De ahí que me parece dudoso que este accionar pueda ser considerado aceptable y, en el mejor de los casos, está lejos de ser recomendable.
Deliberar y actuar como un sólo puño
En el congreso partidario se presentan dos propuestas de acción: A y B. Se produce un debate, donde se advierten las ventajas y desventajas de votar cada una de ellas. Finalmente se vota y la campaña A resulta victoriosa. ¿Es admisible en el partido que los defensores de la campaña B no se sumen a la campaña A resuelta por el congreso? Si no lo hacen, ¿no están propiciando que se potencien todas las desventajas de la campaña A y se minimicen todas sus ventajas? ¿Cómo es posible hacer luego un balance común de la campaña resuelta colectivamente?
Como plantea Altamira, nadie está obligado a cambiar de pensamiento, y a todos los militantes nos cabe apoyar disciplinadamente la acción del partido. Más a sus dirigentes, que conocen las resoluciones de primera mano y deben orientar la acción del partido. Mucho más a los dirigentes más conocidos por la militancia y que tienen acceso a los medios de comunicación, porque su inconducta siembra la confusión generalizada y la parálisis en la militancia.
Vamos con todo a la arena electoral con Romina Del Plá a la cabeza, la mejor candidata a presidente de la Argentina.
25/3/19