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Declaración de la Liga Obrera Palestina


¡Viva la Revolución Palestina!


¡Viva la Revolución Libanesa!


¡Unidad para luchar contra la guerra imperialista-fascista-sionista dirigida contra los pueblos palestino y libanés!


¡Viva la unidad revolucionaria de la clase trabajadora y los pueblos oprimidos del Medio-Oriente!


 


Declaración de la Liga Obrera Palestina – 20/6/82


 


La guerra lanzada por Israel el 4 de junio de 1982 -dirigida a liquidar a la OLP y a las milicias del “Frente Progresivo” libanés mediante la ocupación militar del Líbano y la instauración de un gobierno títere fascista allí infringió un golpe brutal a las masas palestinas y libanesas y a las masas oprimidas de toda la región. En esta guerra, planificada y dirigida con el estrecho control y el apoyo pleno del imperialismo yanqui, las fuerzas contrarrevolucionarias han demostrado una vez más sus métodos y tácticas: destrucción sistemática de ciudades, pueblos y campos de refugiados, masacre indiscriminada de la población civil, tortura y asesinato de prisioneros, centenares de miles de ciudadanos obligados abandonar sus hogares.


Los milicianos de la OLP y de la izquierda libanesa defendieron su causa valientemente y aún continúan luchando en Beirut y otras zonas del Líbano ocupadas por Israel. Sin embargo, el inmenso arsenal militar del sionismo, con sus centenares de miles de soldados y los millones de dólares del imperialismo que lo apoyan cada año, permitió a éste asestarle a la resistencia un duro golpe.


¡Abajo el genocidio!


¡No a los asentamientos políticos del imperialismo sanguinario!


Durante años el imperialismo condujo su política en la región bajo el lema de los "asentamientos políticos” y la "paz" El Plan Rogers de EE.UU. y su adopción por Egipto e Israel habían pavimentado el camino hacia la masacre de setiembre de 1970, en la que miles de palestinos fueron asesinados vilmente. Los acuerdos de Camp David sellaron la venta de Egipto al capital financiero yanqui y le otorgaron a Beguin la veña para establecer “la administración civil” encabezada por Milson en la margen occidental y en la franja de Gaza, permitiendo el asesinato de manifestantes indefensos y los secuestros impunes, a la par que fueron un antecedente fundamental en la actual ocupación del Líbano y la masacre de decenas de miles de palestinos y libaneses.


El único sentido de la política imperialista de los “asentamientos políticos" es el de consolidar el régimen sionista de represión, explotación y asesinato. Durante años advertimos que detrás de la cháchara de “resolver la cuestión de Palestina" se escondía el artero plan de infringirle un golpe mortal al pueblo palestino para impedirle cualquier tipo de expresión política. El apoyo pleno del imperialismo yanqui a la invasión sionista -sin el cual esta no podría haber sido posible— debe erradicar definitivamente la idea sobre la posibilidad de una dominación “democrática" del imperialismo en la región que respete el derecho a la auto-determinación. El cuchillo clavado en el corazón del Líbano debe recordarle continuamente a las masas de la región que el retomo, de los refugiados palestinos, de la paz, de la democracia y de la vida no podrá ser logrado sino a sangre y fuego hasta la extirpación del imperialismo y de todos sus agentes en la región entera.


Cualquier otra propuesta no es sino un adorno de la sangrienta dominación imperialista, montado para hacerla aparecer más aceptable y facilitar de esta manera la represión constante de las masas.


La continua miseria de las masas libanesas y palestinas es el resultado directo de la dominación imperialista en el Medio Oriente durante el período post-colonial. Para prevenir cualquier proceso de independencia nacional y económica en la región, los imperialismos francés y británico dividieron el mundo árabe y establecieron una serie de regímenes artificiales dirigidos por clases burguesa-feudales. En el Líbano el imperialismo consolidó su táctica de "dividir para reinar” y promovió la atomización mediante una constitución religiosa sectaria que buscó mantener la preeminencia dentro del estado del sector banquero Maronita, basada fundamentalmente en la constitución de falanges fascistas. Esta situación desencadenó la guerra civil en 1958 —con la consiguiente intervención de los marines norteamericanos- y su reedición de 1975.


La formación del Estado de Israel y la expulsión en masa de los palestinos- sin la cual la constitución de un estado sionista de mayoría judía no podría haber sido posible, no hizo más que agudizar las tensiones sociales dentro del Líbano. Desde 1967, cuando se desarrolló allí un renovamiento de la lucha palestina por su derecho a la autodeterminación, Israel se ha dedicado continuamente a bombardear poblaciones civiles de palestinos y libaneses, y a lanzar todo tipo de operaciones militares en su contra. Esta política de brutal agresión provocó la destrucción de toda la estructura social y económica en el sur del Líbano. Los sectores palestinos en lucha no hicieron más que inspirar a las propias masas del Líbano al resistir los ataques israelíes, mientras que el gobierno central mostraba una marcada ineptitud para defender sus ciudadanos y tierras. Hacia 1975, la unidad de los pueblos palestino y libanés se había sellado definitivamente en el combate contra las falanges y los ataques continuos del régimen sionista.


La posición revolucionaria de la izquierda palestina de claro rechazo a la política oficial de la OLP de “no interferir en las cuestiones internas de otros estados árabes" terminó consolidando la unidad con las masas libanesas y mostrando el camino para defender los intereses nacionales y democráticos de las masas palestinas y libanesas. Estas habían luchado contra la explotación impuesta por el imperialismo y sus aliados -banqueros y terratenientes- en su combate contra las bandas fascistas y la estructura anti-democrática del estado libanés, y demostrando una clara unidad en el rechazo de los ataques israelíes. Luego de una serie de batallas más del 80 por ciento del territorio libanés se encontraba ocupado por las masas palestinas y libanesas.


La intervención militar del régimen baasista sirio -en concordancia con Estados Unidos e Israel- salvó a las falanges derechistas del desastre militar. Esta unidad sirio-falangista dirigida a prevenir la revolución, en concordancia con las limitaciones impuestas por la propia dirigencia de la OLP y del "Frente Progresivo” quienes en todo momento se opusieron a dividir las tierras entre el campesinado pobre y a organizar la economía sobre una base socialista -lo que hubiera sin duda consolidado a las masas en su lucha contra cualquier tipo de opresión-, terminó debilitando el alza revolucionaria e impidió su victoria definitiva. Sin embargo, las masas, a pesar de sufrir golpes en TEL AZ-ZA’ATAR y VISSER EL-BASHA, no fueron derrotadas. Las organizaciones palestinas y de la izquierda libanesa mantuvieron su organización y armamento. El régimen sirio, de neto corte bonapartista que llevó adelante cierto tipo de reformas y mantuvo roces con el imperialismo, tampoco estaba interesado en permitir el advenimiento total del fascismo en el Líbano, para no exponer sus fronteras a la presión imperialista desde allí, en adición a la ya sufrida desde las militarmente ocupadas alturas del Golán. Una situación de constante guerra civil se estaba consolidando en el Líbano, y frente a la ineptitud de la burguesía local de reconstruir su propio estado, las organizaciones palestinas y libanesas continuaban fortaleciendo su poderío.


En este marco, y luego de desarrollado el acuerdo entre el sionismo y la burguesía egipcia, el imperialismo se decidió a liquidar la "cuestión libanesa” mediante la intervención militar del sionismo. Por primera vez desde 1948, el sionismo tomó el rol de ocupar un estado árabe para imponer el "orden” sobre la base de sus bayonetas, excediendo así el marco de la colonización sionista de Palestina. Los objetivos del imperialismo en el Líbano -establecimiento de un estado satélite administrado por una endeble burguesía nacional y dirigida a oprimir las masas libanesas e impedir cualquier tipo de expresión nacional de las palestinas no tienen asidero histórico. Estos objetivos difícilmente puedan ser llevados a cabo incluso en el corto plazo. Tanto en Beirut como en el resto de los territorios ocupados del Líbano, la decisión de las masas palestinas y libanesas por defender su revolución aparece como firme y decidida. La revolución popular en el Líbano, a pesar del limitado logro de sus conquistas sociales y de no haberse consolidado en el conjunto de la Nación, ha sentado fuertes raíces entre las masas- en su conciencia y organización- y no podrá ser derrotada incluso mediante una larga y cruenta represión. Un régimen fascista -basado exclusivamente en la represión y enteramente dependiente del apoyo militar israelí no podrá jamás consolidar una base social de sustentación estable y no logrará conquistar una estabilización de la dominación imperialista.


Cualquier intento por reconstruir el orden burgués en el Líbano sobre la base de una amplia coalición se expondrá fácilmente ante los ojos de las masas debido a la constante agresión militar israelí auspiciada por el imperialismo yanqui. La propia presencia siria, promovida por el régimen baasista para limitar la penetración imperialista, también limita los objetivos de todos aquellos que desean convertir a el Líbano en una suerte de "patio trasero” del imperialismo.


La estrategia imperialista en la región y el futuro de la revolución


La agresión militar al Líbano sólo pudo ser posible gracias al colaboracionismo de los regímenes árabes, el más favorable para el imperialismo desde 1948. El período que siguió a la Segunda Guerra mundial se caracterizó por el colapso de una serie de regímenes reaccionarios, y por un alza revolucionaria cuya máxima expresión se produjo en los años 1958-59. En ningún país, sin embargo, existió una dirección proletaria más allá de la instauración de regímenes de tipo bonapartista, consolidando de esta manera gobiernos socialistas que permitieran extirpar la dominación imperialista de Vaiz.


Las limitaciones de los regímenes bonapartistas quedaron ampliamente demostradas luego que —una vez diluida el alza revolucionaria— el imperialismo los derrotara mediante su perro guardián —el estado sionista— en la guerra de 1967. Desde entonces el imperialismo reasumió el control directo sobre Egipto, se fortaleció en Iraq, y gracias a la ayuda de la burguesía petrolera pudo consolidar su frente reaccionario en la región.


En contrapartida, la lucha revolucionaria palestina se proyectó a si misma como un símbolo para todas las masas explotadas de la región. Pero debe ser entendido que el "problema palestino” es el resultado directo del modo de dominación imperialista, y no podrá ser resuelto sin la liquidación de esta dominación en la totalidad de la región. El imperialismo, al dividir la región y prevenir la consolidación de regímenes genuinamente independientes, propició el fortalecimiento del estado sionista como una manera de mantener la dominación miliar sobre la misma. La constitución del estado de Israel no solo tuvo por objetivo la opresión de las masas palestinas, sino también —y fundamentalmente— la de constituir una amenaza militar directa contra todas las masas del Medio Oriente. Las masas palestinas fueron expulsadas justamente para que no pudieran minar desde adentro la constitución del estado sionista. Por sí solas, es evidente, no pueden derrotar el poderío militar israelí. Aquellos que las intenten lanzar aisladamente a luchar por sus derechos —política o militarmente— las envían a una trampa mortal y renuncian de esta manera a luchar efectivamente contra la dominación imperialista en Medio Oriente.


De la misma manera que el problema libanés no podrá solucionarse sin la victoria total de las masas libanesas y el establecimiento de la genuina independencia nacional respecto del imperialismo mediante la construcción del socialismo bajo el liderazgo de la clase obrera, tampoco las masas de la  región podrán liberarse sin desembarazarse del estado israelí o, lo que es lo mismo, solucionando el problema palestino y así desmantelando el letal aparato militar sionista y estableciendo un estado democrático en Palestina.


El silencio de las burguesías árabes respecto de la ocupación militar del Líbano, el abierto acuerdo y apoyo de la burguesía egipcia, la incapacidad del régimen sirio en repeler las agresiones israelíes, amén de la derrota del gobierno iraquí en la agresión proimperialista contra Irán, dejan entrever claramente la debilidad de los regímenes del Medio Oriente.


Las masas de trabajadores y campesinos egipcias, empobrecidas por el imperialismo, la clase obrera que ha surgido en los estados petroleros del golfo en condiciones de quasiesclavitud, las masas iraquíes lanzadas por su burguesía corrupta a una guerra suicida, las masas palestinas perseguidas y encarceladas por millares en las cárceles israelíes y jordanas, las masas yemenitas que continúan su lucha por la liberación en mancomunión con Yemen del Sur, ¡todas ellas garantizarán que el plan de aislar y masacrar a las masas palestinas y líbanesas no tendrá éxito!


¡Viva la unidad revolucionaria de todas las naciones de la región!


¡Viva la Federación de Estados obreros y campesinos en el mundo árabe!


El sionismo y las masas judías


La ocupación militar del Líbano expone a las claras, internamente también, la exclusiva dedicación del régimen sionista al rol de perro guardián de la contrarrevolución que juega en Medio Oriente. Durante esta guerra, el sionismo ya no pudo utilizar la excusa del "peligro de aniquilamiento” para las masas judías y así convertirlas en carne de cañón al servicio de los objetivos imperialistas. El sionismo se vio obligado a mentir una y otra vez acerca de los objetivos de la guerra y su alcance real. Por primera vez, se vislumbró un movimiento de oposición democrático masivo a la guerra sionista dentro del propio estado judío.


Paralelamente, la pseudo-oposición dentro del estado sionista mostró su verdadera cara y su subordinación al poderío militar, desde el mismo momento en que toda la partidocracia silenció cualquier expresión crítica una vez que el aparato militar comenzó su accionar.     


El estado sionista se encuentra en continua crisis económica y política. La constante oposición palestina contra la ocupación ha erosionado la fortaleza interna del régimen en sionista y ha comenzado a influenciar a las masas judías. Desde el vamos, la ocupación militar del Líbano descargo un duro golpe a la ya alicaída economía israelí, golpe que a su vez la burguesía israelí intentara descargar sobre las masas judías y árabes del país.


Mientras continúe al oposición a la represión y a los “asentamientos políticos” que Israel trata de imponer, se agiganta la posibilidad de que las masas judías se resistan a ser convertidas en carne de cañón y se fortalezca la oposición de la clase trabajadora israelí a la guerra paralizando de esta manera el imponente aparato de opresión que el estado sionista ha montado.


¡Ni un hombre, ni un centavo para la guerra sionista al servicio del imperialismo!


¡El enemigo común de las masas judías y árabes en este país es el régimen de la burguesía sionista y el imperialismo norteamericano!


¡Por la paz: guerra contra los responsables de la guerra! ¡La clase trabajadora vengará la sangre derramada por Beguin, Sharón y sus secuaces!


¡Viva la Revolución Socialista en Palestina, la revolución de los trabajadores árabes y judíos, junto a las masas empobrecidas de las ciudades y pueblos, como parte de la revolución en toda la región, para lograr un futuro de paz y prosperidad!

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