Gerardo Werthein, hasta ahora embajador argentino en los Estados Unidos, estará al frente del Ministerio de Relaciones Exteriores en reemplazo de la despedida Diana Mondino. Se trata de uno de los hombres de negocios más ricos del país, de aceitados vínculos con empresarios y funcionarios norteamericanos e israelíes, por lo que su designación busca ser una señal inequívoca de alineamiento con el imperialismo yanqui y el sionismo.
Mondino fue cesanteada por Milei tras una votación del embajador argentino en la Asamblea General de la ONU, en la que votó en contra del embargo estadounidense a Cuba… como casi todos los presentes salvo los representantes de Estados Unidos e Israel. Podríamos decir, la rajaron por asumir el precepto “libertario” del libre comercio, el cual parece que no aplica para la isla del Caribe. Los roces con la dueña del Banco Roela, sin embargo, venían de antes y su salida estaba sellada. Ya la habían bajado a último momento de giras internacionales como la cumbre del G7, le habían recortado funciones a la Cancillería y eyectado funcionarios.
El nuevo canciller es quien organizó a Milei sus giras a Estados Unidos, con agenda en Wall Street y reuniones con los altos funcionarios de Joe Biden para América Latina. Incluso antes de la asunción presidencial, Werthein habría pagado 250.000 dólares por la utilización del jet privado en el que Milei viajó a Nueva York para comer con el expresidente estadounidense y criminal de guerra Bill Clinton, y visitar la tumba del “Rebe de Lubavitch”, rama ultraortodoxa del sionismo en la que recalan magnates de la talla de los Rockefeller… y los Elztain en Argentina. La compra del avión había sido investigada por Ariel Lijo en 2022 por sobreprecios.
Junto a Eurnekian y Paolo Rocca, Werthein fue uno de los grandes sponsors privados de la campaña electoral de La Libertad Avanza. Es accionista del diario El Cronista y del multimedio uruguayo El Observador, y su familia es dueña del Banco Patagonia y de más de 100.000 hectáreas en la Argentina. El Grupo Werthein, abandonado por el ministro hace unos años, es uno de los holdings más grandes del país con empresas vinculadas a la agroindustria, la televisión, la energía, el mercado inmobiliario, los seguros, la tecnología, los alimentos, las bebidas, la salud. Varias de estas compañías operan también en Estados Unidos y Reino Unido.
Werthein hizo negocios con todos los gobiernos. Por eso las redes sociales se inundaron con recuerdos de fotos junto a Néstor y Cristina Kirchner. Muchos de sus convenios espurios siguen hasta hoy. Por ejemplo, mientras aplican la motosierra contra los trabajadores de Yacimientos Carboníferos Río Turbio, la empresa estatal paga sobreprecios a la aseguradora Experta ART, que pertenece a la familia Werthein. Ahora, sacará su tajada como político capitalista gracias a profundizar las relaciones coloniales de Argentina con Estados Unidos.
Como sea, este alineamiento explícito con el imperialismo tiene sus problemas, como sufrió en carne propia Mondino. Claramente no había diferencias ideológicas por parte de la ministra que llamó Falkland a las Islas Malvinas y que no cuestionó el desembarco del canciller británico David Cameron como si fueran un dominio de la corona. En realidad su paso por Relaciones Exteriores experimentó la inconsistencia de la dureza discursiva de Milei con el pragmatismo a la hora de los business, fundamentalmente con China.
Es que por más que despotriquen contra la “dictadura comunista” del gigante asiático, la burguesía argentina y varias multinacionales viven de lo que exportan a ese destino, empezando por la soja y el litio. Recordemos que, a poco de asumir, cuando Milei se hizo eco de las alertas yanquis sobre la presencia china en territorio nacional, Mondino tuvo que salir a aclarar que la base china de Neuquén no tiene fines militares. Tanto es así que el propio mandatario reemplazó sus insultos por el “asombro” para con China, a cuyo gobierno ahora considera un interesante socio que “solo quiere que no lo molesten”. Resulta que las molestias para Pekín son meterse con la cuestión de Taiwan, fijar barreras arancelarias, impedir la penetración en inversiones estratégicas; todo lo cual configura la agenda de Trump y tiene incidencia en América Latina. El cambio de canciller no despeja estas presiones cruzadas, pero busca disimularlas con un hombre de confianza.
Las consecuencias del peligroso alineamiento con la Otan y las masacres del imperialismo pone a Argentina como parte del tablero internacional de enfrentamientos económicos y militares. Los trabajadores no tenemos nada que ganar con eso. Tenemos que terminar con los gobierno del sometimiento nacional.