La perestroika y América Latina


Se le ha dado el término de Perestroika, o mejor dicho, se ha elegido, la expresión mistificadora de Perestroika, a lo que, al cabo de muy pocos años, no ha resultado otra cosa que una política de restauración capitalista por parte de la burocracia de la Unión Soviética. Detrás del término Perestroika ha estado presente una capa parasitaria, expropiadora de las conquistas de la Revolución de Octubre, que habiendo llegado a un estadio determinado de desarrollo intenta convertirse en una clase explotadora de tipo tradicional. En la actualidad el poder político en la Unión Soviética, que desde el punto de vista del personal ha cambiado muy poco, se encuentra francamente en manos de una burocracia restauracionista. Las evidencias en este sentido son innumerables, tanto en el plano de la política internacional como en el plano de la política interna. Se encuentra muy avanzada, desde hace un cierto tiempo, la llamada política de desestatización, que ha convertido a los gerentes, administradores o burócratas económicos de los grandes grupos empresariales de la Unión Soviética en titulares formales de sus empresas, esperando un acuerdo con el gran capital, un desarrollo del mercado, un sistema de precios, para convertirse, en alianza con el capital extranjero, en una nueva clase explota dora. Este es el contenido social de la Perestroika. Este es el contenido que inevitablemente, quedó planteado desde un comienzo y que se ha desarrollado al cabo de los cinco o seis años que se encuentra en curso. Son numerosas las informaciones periodísticas que demuestran el papel excepcional de los grandes capitanes de la industria ‘soviética en la formulación de esta política. Un hecho muy interesante, es ver, por ejemplo, cómo el presidente de la Unión de Empresas Soviéticas, un señor llamado Volsky, se transforma en el curso de los primeros meses de este año en el principal abogado de una salida pinochetista dentro de la Unión Soviética, para poder concretar la política de economía de mercado y transferir las empresas a los gerentes y de ahí en más transformarlos en una clase capitalista; procesos de este tipo han tenido ya su banco de ensayo en Hungría y en Polonia, donde la vieja “nomeklatura” del Partido Comunista se ha quedado con las principales empresas del país en sus manos buscando una asociación con el capital extranjero. Esta misma política de desestatización, es decir,  convertir primero, a las empresas en propiedad de los gerente, de las empresas, y supuestamente también de los trabajadores para pasar a hacer una política luego de privatización directamente, es la política que aboga e FMI en su último y gran informe sobre la URSS, de enero de este año.


¿Cuál es la conclusión de este análisis? La conclusión es que como acertadamente lo señaló Trotsky, como lo señaló el trotskismo y como lo señaló la IV2 Internacional, en la Unión Soviética no existía de ningún modo un régimen socialista.


En su famoso libro “La Revolución Traicionada”, Trotsky explica con absoluta claridad que el carácter social de la URSS “aún no ha sido zanjado por la historia44: de un lado, se encuentra una burocracia que procura afirmar la desigualdad social y sus propios privilegios, y que está empeñada en producir la mayor derrota del proletariado, en el marco de una tendencia que eventualmente debe conducirla al capitalismo; del otro lado, están las masas proletarias, que no Vían perdido las grandes conquistas de la Revolución, que tienen la propiedad estatizada, y que se verán obligadas a enfrentar esta situación, dejando planteada la alternativa de la contrarrevolución burocrática en el campo de la propiedad (y en ese caso el régimen social se convertirá en capitalista); o, por el contrario, el proletariado derrocará a la burocracia y tomará el poder político, restableciendo los principios socialistas de gestión de la economía y las relaciones con el movimiento obrero internacional.


La Perestroika y el proceso de restauración capitalista en Europa Oriental y en la Unión Soviética, son una confirmación extraordinaria de esta tesis, lo cual nos permite decir a nosotros que en la persona del trotskismo, el marxismo ha nuevamente salido airoso de una experiencia histórica tremendamente importante. ¿Qué explicación encuentra cualquier otro sector ideológico para la circunstancia de ver a la burocracia rusa, siempre embanderada detrás del socialismo, hablando del comunismo todos los días, con las banderas rojas y los desfiles del Primero de Mayo … qué explicación le encuentra para este hecho de que se transforma en clase capitalista?


¿O de que procura seguir ese proceso de transformación en clase capitalista? Si el socialismo ha triunfado, si realmente la forma de propiedad y el régimen de distribución socialista se han afirmado históricamente y, por lo tanto, se ha demostrado como un régimen social superior al capitalismo, un proceso de reversión de este carácter no se puede dar … ¿cuál sería la base social para esta restauración, si no es la burocracia dominante que ha logrado el monopolio completo del poder político, la atomización de las masas y alejarse en un grado extremo de la presión de su propio medio social? Solamente la caracterización histórica dada por el trotskismo, sobre la naturaleza contradictoria de la URSS, sobre su carácter social indefinido, desde el punto de vista histórcom permite interpretar esta inmensa situación revolucionaria que se ha creado en la Unión Soviética en la actualidad y, como consecuencia de esto, en el conjunto de Europa Oriental. Y a la burocracia, que antes se la envolvía con las banderas del liberalismo, de la economía de mercado y hasta el anticomunismo… En realidad la burocracia soviética, ha destruido al Estado Obrero, el cual sólo permanece como tal en la conciencia política que aún deberán manifestar los trabajadores en esta lucha contra la burocracia.


En el curso de los últimos años, el movimiento obrero de la Unión Soviética se ha reconstituido en forma bastante acelerada. Se ha producido aquella famosa huelga minera del año 1989, que todas las investigaciones que se hicieron sobre ella revelan hasta qué punto adquirió la forma histórica, claro que no en el distorsionado lenguaje oficial sino en el revolucionario, la forma histórica de los soviets. En un relato muy interesante sobre las huelgas mineras en Ucrania y también en Siberia, se señalaba que la población de las zonas mineras concurría a los comités de huelga en búsqueda de solución de sus problemas cotidianos más elementales, incluso de las pendencias entre vecinos y hasta problemas de divorcio… una característica típica de una autoridad política que también conocieron los soviets en 1905 y en el curso de la revolución de 1917. Este es un hecho notable de la transformación política de la clase obrera que, negada como sujeto político y atomizada por el stalinismo a través de la estatización completa de sus organizaciones, y la persecusión de su vanguardia, es decir, la atomización completa como clase, ha llevado adelante un proceso extraordinario de reconstitución. Y, recientemente, hemos recibido testimonios a través, incluso, de la prensa argentina y de sus corresponsales internacionales, sobre el hecho llamativo de que en la Unión Soviética, luego de la última huelga minera de 1991, los comités de huelga no se han disuelto y que se han constituido comités de huelga en fábricas en las cuales no se han producido siquiera las huelgas! En una declaración muy importante de un conjunto de comités de huelga, éstos se arrogan para sí el derecho de veto sobre cualquier privatización. Asistimos realmente a una confrontación revolucionaria sin precedentes, en la que, evidentemente, los revolucionarios deben desarrollar la tendencia de las masas trabajadores a su constitución como clase y al derrocamiento de la burocracia.


Naturalmente que este proceso es un proceso complejo y extremadamente doloroso por varios motivos: el primero es que el stalinismo ha prostituido la idea del comunismo y del socialismo, ha procurado erradicar de una forma realmente sin precedentes la conciencia histórica de las propias masas; en segundo lugar, ante la desesperante situación económica, estos mismos trabajadores han sido inducidos a tomar el camino de la autogestión, es decir, a resolver sus problemas mediante el autogerenciamiento de sus fábricas. Así se ha visto en el caso del petróleo, que se ha inducido a los trabajadores a una política de autogestión de la empresa, a buscar la venta de los productos y a autofinanciarse, como una forma de dislocar la unidad del conjunto de la clase obrera de la Unión Soviética. En un reciente artículo de Le Monde Diploma-tique, se dice que el ala más reaccionaria de la burocracia (los conservadores o “duros”) impulsa esta política, en la certeza de que el fracaso de la experiencia de autogestión en una gran cantidad de industrias va a facilitar el cierre de las empresas y el despido de los trabajadores. Es decir, es un intento de producir una rápida desmoralización de las masas. La masas son inducidas a resolver sus problemas en términos de salvación individual, no en el marco de una acción colectiva. Se aprecia aquí, evidentemente, la ausencia de un partido revolucionario, de un partido bolchevique, de un partido que hubiera recogido a través de la resistencia a la burocracia las tradiciones de la Revolución de Octubre y el programa internacionalista. Pero muchas de estas experiencias de autogestión han quedado anuladas a poco de andar, (por ejemplo, es el caso de los mineros, obligados nuevamente, a emprender grandes acciones colectivas contra este régimen burocrático).


Entonces, es importante señalar que el intento de la burocracia a través de Gorbachov, de la reforma por arriba del Estado burocrático, ha fracasado en forma miserable y se ha revelado solamente como el período transitorio de una política de restauración capitalista que ahora es proclamada en forma abierta. ¿De dónde nace esto? Para eso hay que interpretar la formación social de la Unión Soviética a partir de la contrarrevolución stalinista, a partir de la destrucción de la dictadura del proletariado y de su reemplazo por una dictadura burocrática que se separa de las masas, que se aleja de ellas, que se independiza en un grado extremo, para caer simplemente bajo la influencia del capital mundial.


Como el tema de la charla de hoy es LA PERESTROIKA Y AMERICA LATINA, tenemos que decir que el primer problema que se ha enfrentado aquí en América Latina es que, ninguna corriente política, con excepción del trotskismo, ha podido hacer una caracterización adecuada de la Perestroika. Para la inmensa mayoría de las corrientes izquierdistas, pertenezcan al Partido Comunista, al partido Socialista, al Frente Sandinista, o cualquier otra variante democratizante, lo que simplemente había en la URSS era nada menos que el socialismo. Esto nos estaba diciendo que para todas estas corrientes, el régimen burocrático de la Unión Soviética era, como se dice ahora, “el paradigma del socialismo”, y no podían encontrar la explicación de cómo el socialismo se hubiera hundido sólo. Por ejemplo, algunos pretenden explicar este hundimiento por el carácter de la industrialización de Stalin, que al hacerla extensiva con privilegios en la industria pesada, condenó más o menos rápidamente a la Unión Soviética a un cierto límite en su desarrollo. Se olvidan sin embargo de que la dictadura stalinista y el régimen burocrático, el aplastamiento de las masas, la destrucción de toda forma de organización independiente, son muy anteriores a los primeros planes de industrialización. Aún así tampoco se entendería la preferencia por la industria pesada hasta hipertrofiar la economía, sino como resultado de la estrategia del “socialismo en un solo país”, la que respondía al interés de un statu-quo con el imperialismo y a empobrecer al proletariado en beneficio de la burocracia. Entonces no es en la industrialización staliniana que se encuentra la explicación para esta deformación histórica. De otro lado, quiero señalar que en la formación de esta burocracia stalinista y en la formación de un partido único se ponen de relieve dos cosas: en primer lugar, que si la existencia de la dictadura del proletariado ya está revelando que los antagonismos de clase no han sido eliminados, y por sobre todo no ha sido eliminada la necesidad de los individuos de luchar por la existencia, y por lo tanto la competencia entre ellos, y por lo tanto la necesidad de un Estado que regule esa lucha por la existencia; la existencia de un partido único es una señal segura, no sólo de la existencia de un régimen burocrático sino de que las contradicciones sociales han llegado al paroxismo y de que la clase obrera es semi-oprimida en su propio Estado. Ustedes eso lo pueden ver perfectamente en un sindicato: cuando ese sindicato tiene un desenvolvimiento progresivo, con grandes luchas y movilizaciones y se apoya en las masas, impera en ellos la más amplia libertad de tendencias. Cuando una burocracia se apodera de él y lo transforma en una base de privilegios, aparecen las elecciones con listas únicas, la burocracia ya no tolera ninguna clase de oposición y debe eliminarla. Ninguna corriente izquierdista logró dar una explicación científica del derrumbe de la burocracia y de la aparición de proletariado como clase en la lucha contra este régimen burocrático. Ninguna corriente de izquierda. ¿Por qué? Porque todas las corrientes de izquierda han sido tributarias del stalinismo, tanto desde el punto de vista ideológico como desde el punto de vista de su concepción de la revolución en general, que era concebida como una revolución en un país que sobreviviría por la importancia militar que tenía la Unión Soviética. Entonces, eran todos planteamientos revolucionarios que giraban no en la destrucción del orden mundial actual (idea leninista: la revolución en un país es un paso en el proceso de la revolución mundial, es decir, en la destrucción del orden mundial capitalista), sino que eran planteamientos, ustedes los pueden leer en las distintas corrientes, que por el contrario, veían en sus victorias incluso una afirmación de ese orden mundial, respaldándose en el llamado poderío militar de la Unión Soviética.


El tema éste de la crisis enorme de la burocracia y de su bancarrota ya fue objeto e estudios en América Latina. En un es u io académico que se haga, en una investigación, habrá que estudiar todos los pronunciarmen os, y posiciones que se fueron tomando en a izquierda latinoamericana, desde el debut de a Perestroika. Pero desde ya se puede señalar que han habido dos grandes reuniones internacionales, una en San Pablo y otra en Méjico, que tuvieron por eje obligado esta crisis, y en las cuales la izquierda no pudo ofrecer una explicación. Simplemente, habiéndose caído el paradigma” que defendían hasta el día anterior, de la noche a la mañana pasaron a negar ese “modelo” de socialismo y a discutir sobre la construcción de otro “modelo” que debería tener características “democráticas”, El planteamiento es desde ya profundamente idealista, uno no puede reemplazar una experiencia histórica y las consecuencias o resultados de gigantescas luchas nacionales e internacionales, por el descubrimiento de un “modelo”. La humanidad entera estaría obligada a plegarse a ese “modelo”, concebido por un conjunto de izquierdistas. En realidad, el socialismo no ha modificado su carácter desde la época en que Marx lo definió; no es otra cosa que el movimiento histórico real de la clase obrera en la lucha por su emancipación, es el producto de la lucha de clases y de la actividad creadora del proletariado en esa lucha de clases. A Marx se le reprocha no haber definido un modelo de socialismo; ¡el hombre ni siquiera lo había intentado! Iba en contra de su propia doctrina, que era la crítica al régimen capitalista, que era descubrir las leyes de su movimiento, es decir de nacimiento, desarrollo y muerte y, por lo tanto, la obligación para el proletariado de fundar sobre la base de su supremacía política, un nuevo régimen social que, para el marxismo, iba a ser en el curso de los años un régimen sin explotadores ni explotados. A Marx jamás se le hubiera ocurrido colectivizar a 80 millones de campesinos en un año a punta de bayoneta. Para Marx, que era un profundo conocedor de la formación histórica de las sociedades, el pasaje de la economía campesina a una economía socialista requería todo un proceso de transformación en el orden político, social e internacional de las fuerzas productivas. Para la burocracia esta colectivización fue un expediente para afirmar su dominación política, y condujo a la alienación por un larguísimo período de las masas agrarias de Rusia respecto al Estado soviético, y al estancamiento crónico de la agricultura soviética. Cuando las tropas hitlerianas ingresaron en la URSS, en su primera etapa, los campesinos de Ucrania saludaban a los hitlerianos como liberadores: esto es lo que había creado el monstruo de Stalin; solamente cuando vieron actuar al monstruo de Hitler, es que tomaron el camino de las armas, las guerrillas contra los alemanes y esa gigantesca lucha que fue la defensa de la Unión Soviética.


La izquierda latinoamericana ha llegado a la conclusión de que hay que construir un socialismo con democracia, que significa: llegar al socialismo por medio de la democracia, llegar al socialismo ahorrándose el camino del derrocamiento del Estado burgués, ahorrándose el camino de la revolución, y llegar al socialismo por una vía constitucional. Esta es la respuesta confusa, esta es la respuesta derechista, esta es una respuesta que en el campo de América Latina reproduce ideológicamente la política de restauración capitalista de la burocracia gorbachiana.


Por eso fue imposible, en estos encuentros, conseguir un principio de solidaridad internacional con la clase obrera de la Unión Soviética. ¿Y cómo se puede reconstituir en el plano político el internacionalismo proletario si no comienza por expresarse como la solidaridad con la lucha de la clase obrera en los distintos países? En el último Encuentro de Méjico, esta evolución de la izquierda frente a los acontecimientos mundiales, si se puede decir así, dio un paso más allá, al defender abiertamente la política de integración latinoamericana, que es la que en este momento está impulsando el imperialismo norteamericano.


Y entonces cuesta distinguir en los planteamientos de la inmensa mayoría de la izquierda latinoamericana qué es lo que la diferencia efectivamente del liberalismo o que és lo que la diferencia desde el punto de vista estratégico de la Iniciativa de Bush, como también cuesta distinguir qué diferencia a un Yeltsin y a un Gorbachov de los planteos del imperialismo norteamericano o del imperialismo alemán.


Esta es la consecuencia de un periodo histórico muy prolongado en que el movimiento obrero mundial, sus organizaciones y la propia izquierda, fueron colonizadas ideológica y políticamente por el stalinismo. Por eso, también en el plano latinoamericano, en el plano mundial, hay que poner en pie a la clase obrera, como se pone en pie en la Unión Soviética, reconstituir sus organizaciones, reconstituir el internacionalismo proletario, para unir al movimiento obrero mundial en una lucha común contra la burocracia stalinista en descomposición y procapitalista, y contra el imperialismo mundial en su conjunto.


 


 


Perspectivas de la Revolución Cubanas (*)


El medio apropiado para responder a eso hubiera sido que en esta mesa se hubiera desenvuelto un debate o un desarrollo amplio de las alternativas que se discuten en Cuba, de su situación social, porque de los contrario, extrapolar aquí un punto de vista sumario sobre una cosa que no se discutió, suena a una receta que es impropia de los trotskistas o de cualquier persona que considere seriamente el punto de vista de la Revolución. Pero, naturalmente, como no voy a rehuir a la pregunta, no está en el hábito nuestro, quería señalar simplemente lo siguiente: me llamó la atención la observación del compañero J. Valdez sobre el tema de la historia universal. Yo siempre había tenido la impresión de que Cuba era uno de los países que más había marchado bajo el látigo de la historia universal; porque siendo una isla, siendo un pequeño territorio, habiéndose emancipado de España con tanta demora con respecto al resto de América Latina, conoció con una rapidez extraordinaria, por la presión del imperialismo yanqui, un desarrollo capitalista deformado, dependiente, pero espectacular, y uno de los movimientos obreros más vigorosos y comunistas, y dió a (*) Respuesta de Jorge Altamira en el debate sobre “Perestroika y América Latina” a una pregunta sobre Cuba.


América Latina, por ejemplo, a uno de los tres grandes líderes marxistas que conoció el continente en el pasado: está el peruano Mariátegui, el chileno Recabarren y el cubano Mella. Y esa impresión también la tuve porque uno de los procesos históricos más impresionantes —y que es una pena, nosotros como latinoamericanos casi lo desconocemos— fue la revolución cubana contra Machado, y que en cierto modo es el verdadero origen histórico que marcó a la generación que luego haría la Revolución Cubana de 1959 y que para el New York Times de entonces era lo más parecido al Palacio de Invierno, es decir, constitución de comités obreros, grandes huelgas generales, una relativa destrucción del ejército, una insurrección popular de características inusitadas para América Latina.


Y ahora nuevamente, Cuba vive el impacto de la historia universal; porque de golpe, el destino de la isla aparece convulsionado por conmociones de alcance mundial. La impresión que yo tengo es la siguiente: si de los diseños que hizo el compañero cubano, sobre la rearticulación internacional, etc., surge algo es que Cuba va a enfrentar por un largo período una extraordinaria presión del medio capitalista. Y el compañero dejó insinuar, y eso se ve en otros textos, incluso cuando habló de las capacidades productivas, las reservas productivas del país, una política de rearticulación económica con el mercado mundial. Eso se aprecia en las grandes inversiones o en algunas inversiones que se realizan dentro de Cuba. Si esto es así, y hay una economía de escasez, el desarrollo social probable de Cuba será el de una agudización de la diferenciación social. Acá tengo por ejemplo, un estudio que presentó la chilena Marta Hannecker a un Congreso de partidos de izquierda en San Pablo —ella vive en Cuba y es conocedora del medio cubano— en donde ella establece con claridad el desarrollo importante de la burocracia en Cuba. Y es de Marta Hannecker, no es La Revolución Traicionada de Trotsky… que, naturalmente, no podría haber hablado nunca sobre Cuba.


Entonces, tenemos ya un marco de creciente diferenciación social. Aquí es donde aparece relevante el problema de si en Cuba se debe hablar o no se debe hablar del proletariado y de distintas clases sociales, porque como lo demuestra la experiencia rusa, marca los puntos de vista con que se abordan estas crisis. Los obreros industriales de las grandes fábricas soviéticas, por ejemplo, adoptaron resoluciones de veto a las privatizaciones. El punto de vista de otras capas sociales más ligadas a la burocracia, más ligadas al pequeño comercio, etc., no es ese: ¡es el de la vía libre a las privatizaciones! Entonces, nuevamente, el concepto o la categoría histórica del proletariado y la lucha de clases es relevante para apreciar esta situación. Si nos encontramos con una perspectiva de creciente diferenciación social, y por lo tanto de agudización de luchas internas como consecuencia de esta diferenciación social, sería fundamental que el proletariado cubano y los trabajadores en general tengan la posibilidad de organizar sindicatos independientes, que tengan sus instrumentos de lucha para defenderse en esa diferenciación social. Quiero recordarles que en una vieja polémica sobre los sindicatos soviéticos, en vísperas de la Nueva Política Económica y, precisamente, frente a la perspectiva de diferenciación social, Lenin defendió agudamente la posición de que los sindicatos soviéticos debían ser independientes del Estado y que debían ser un medio de defensa frente a su propio Estado por las presiones hostiles, capitalistas, internas y externas que sufría ese Estado. Pienso también que debe existir completa libertad política para todas las tendencias que defienden la Revolución.


Pregunta del público:¿Y la infiltración del imperialismo?


Jorge Altamira: La infiltración del imperialismo, los cubanos la han combatido todo este tiempo, no nace de las posibilidades de libertad política “para las tendencias que defienden la Revolución”; nace, sí, de las tendencias Violeta Chamorro o de las tendencias que defienden a la contrarrevolución.


Estamos hablando de la defensa de la Revolución Cubana y nos colocamos sólo y exclusivamente en el terreno de la defensa de la Revolución Cubana, no de los gusanos de Miami; nosotros no somos partidarios de la democracia en general, somos partidarios de la democracia proletaria como instrumento de la defensa de las conquistas de las masas contra el capitalismo. De lo contrario, en un proceso de diferenciación social, el papel de arbitraje del Estado va a tender a volcarse hacia los sectores más poderosos. Desde el punto de vista internacional, la izquierda democratizante nos debe todavía un balance del proceso de Nicaragua y de sus responsabilidades… No tenemos que olvidarnos que la orientación de la inmensa mayoría de la izquierda latinoamericana durante el proceso de la revolución sandinista, fue la defensa de la revolución. ¿Por medio de quién? Del grupo de Contadora, de la alianza con las burguesías nacionales de América Latina. Tal como lo previeron los trotskistas, eso se transformó en el estrangula-miento de la revolución nicaragüense.


Entonces, me pareció muy acertada la observación del compañero Valdez de que no es él quien tiene que decir, que no son los cubanos los que tienen que decir cómo América Latina defiende la Revolución Cubana … Como yo no soy cubano, quiero señalarlo siguiente: la política de seguidismo a las democracias burguesas de América Latina,» que son el pilar del imperialismo, debilita mortalmente las posibilidades de defensa de la Revolución Cubana contra el imperialismo yanqui. Realmente, sigue planteado aquel problema: hay que luchar por la independencia de las masas frente a esta burguesía democrática, señalar su carácter pérfido y contrarrevolucionario, y preparar a los-trabajadores para esa lucha decisiva que va a ser la defensa de la Revolución Cubana porque la derrota de la Revolución Cubana a manos del imperialismo, va a ser una derrota del conjunto de las masas de América Latina. Cuba es una revolución de los explotados cubanos que expropiaron al capital, es el único país que se ha mantenido independiente del imperialismo hasta la fecha. La condición para la defensa de Cuba es la separación completa de las masas latinoamericanas de sus burguesías democráticas, que en Nicaragua han demostrado que son los enterradores de la revolución. Eso es todo lo que puedo decir por ahora.


 


Notas:


(*) Exposicion efectuada en una mesa redonda sobre “La Perestroika y América Latina”, en la cual participan también J. Valdéz del PC Cubano, y Beba Balve, socióloga de la UBA, realizada en el marco del Simposio sobre “El pasado, presente y futuro del socialismo” patrocinado por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires y el Departamento de Historia –  FELCH de la Universidad de Sao Paulo, realizado en Buenos Aires entre el 30 de septiembre y el 3 de octubre de 1991.


(*) Respuesta de Jorge Altamira en el debate sobre “Perestroika y América Latina” a una pregunta sobre Cuba.

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