Aspectos de la actual crisis económica internacional


Intervención en una mesa redonda organizada por la Cátedra de Economía para sociólogos de la facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (diciembre de 1997)


 


 


La crisis económica internacional que se está viviendo en la actualidad tiene una importancia muy grande, y va a tener con seguridad consecuencias muy profundas en el plano económico mundial, y en el plano ideológico y político. Estudiarla con cierto detenimiento nos va a ayudar a reconstruir el carácter del período histórico que estamos viviendo.


 


En primer lugar, hagamos una breve descripción del escenario de la crisis. Si la tomamos desde un período mayor, podemos decir que, desde aproximadamente fines del 80, hay una serie de estallidos económicos muy significativos que, en la estructura económica capitalista, tienen la importancia suficiente como para estar marcando una tendencia a una crisis general. No hace falta que les mencione, por ejemplo, la caída de una serie de casas bancarias muy importantes como la centenaria Baring, que desapareció como consecuencia de un aparente fraude financiero, en menos de 24 horas. O la crisis de las sociedades de ahorro y préstamo de los Estados Unidos, en la época del gobierno de Reagan, cuyo rescate le consumió al Estado norteamericano una cifra aproximada a los 500.000 millones de dólares, que tuvieron que pagar los contribuyentes norteamericanos. Y digo que no hace falta referirse a ésta y otras manifestaciones más, porque hay una que es la más importante de todas, que es el comienzo de la crisis en el Japón, en 1989, un fenómeno de una envergadura pocas veces vista en la economía mundial. La Bolsa japonesa, con 48 mil puntos en su índice de cotización en 1989, desciende a 15 mil puntos en 1997. Es decir que pierde el 70% de su valor de capitalización en menos de 10 años. Se esfuman exactamente 3 billones 200 mil millones de dólares de la circulación económica mundial.


 


Es decir que cuando decimos 1989, o fines de los 80, nos estamos quedando cortos, porque a principios del 80 se produce en los Estados Unidos una crisis de gran envergadura, porque la potencia económica más importante del mundo está a punto de caer en la hiperinflación, con la subida colosal de precios de finales del gobierno de Carter y principios del gobierno de Reagan, cuando la tasa de interés de los EE.UU. sube al 22% anual. Ustedes se dan cuenta que hay enormes síntomas, todos significativos, todos de conjunto, de una crisis que, más que localizada, es de sistema. Finalmente, tenemos la crisis de la deuda externa de América Latina, que le consume toda la década del 80, sin que aún se encuentre resuelta. Este es el escenario amplio en el cual se integra la crisis que comienza a principios de este año (1), que tiene su primera manifestación con la crisis tailandesa y va a arrastrar al conjunto de los países del Sudeste asiático.


 


Previsiones


 


Quiero destacar, porque ustedes verán la importancia que tiene para algunas conclusiones finales, que es absolutamente falso que alguna organización internacional, sea el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, o los grandes institutos de la banca internacional, haya previsto la crisis asiática. Y les voy a dar dos pruebas. Una que me consta personalmente, pero que se puede verificar objetivamente, y otra más objetiva todavía. La que me consta a mí es que cuando se produjo la devaluación en Tailandia me llegaron las publicaciones del FMI a las cuales estoy suscripto y una de ellas se refiere a Tailandia. El estudio demostraba, esto en abril, que Tailandia estaba irreversiblemente lanzada a convertirse en una gran potencia a finales del siglo XX y principios del XXI. Mientras leía el informe por un lado, y el Clarín por el otro, para decirlo en forma muy prosaica, el contraste no podía ser mayor, porque Clarín decía que nadie daba dos mangos por Tailandia.


 


Pero la prueba más interesante está en el hecho de que cuando los organismos internacionales abordan la crisis tailandesa, declaran que la crisis está confinada a Tailandia. El FMI organiza un préstamo internacional de 14 mil millones de dólares a condición de que el gobierno tailandés deje caer o declare formalmente en bancarrota a la mitad de su sistema financiero. Pero a caballo de estas medidas, la crisis se expandió a Filipinas, Malasia, Singapur e Indonesia. Para Indonesia no fueron ya necesarios 14 mil millones de dólares, sino 40 mil millones de dólares, y el reclamo de que se llevara a la quiebra al conjunto de las industrias indonesias ligadas al Estado y a la familia del presidente Suharto. Pero la crisis es hoy más profunda todavía. Ustedes pueden ver en este desarrollo la fenomenal imprevisión política y económica de los grandes institutos encargados de la regulación de la economía mundial. Y más allá de esto, cuando la crisis desborda a estos países y se traduce en un derrumbe en la bolsa de Hong Kong, en 24 horas la bolsa de Nueva York cae de una manera desconocida desde la crisis de 1987, ocasión en la que perdió medio billón de dólares en una sola jornada. Este es el escenario de la crisis mundial que estamos discutiendo ahora.


 


Caracterización oficial


 


¿Cuál es la interpretación oficial de este escenario? ¿Cuál es la interpretación de Roque Fernández, del FMI, del presidente de la banca central norteamericana, la Reserva Federal? La interpretación oficial de la crisis es que se trata de la crisis del llamado modelo asiático de capitalismo, por lo cual no tiene un alcance internacional, o como se dice ahora, no tiene un alcance sistémico. No solamente esto, sino que al atribuirle al capitalismo asiático características antagónicas al capitalismo central dominante, más que una crisis sistémica sería el equivalente a un derrumbe de la URSS en Asia, o sea, el último modelo que resistía al modelo norteamericano de acumulación capitalista.


 


No sería una derrota para el capitalismo, y aunque es una crisis, es más bien una oportunidad. ¿Cuál es este modelo asiático? ¿Qué es lo que simbolizaría? El entrelazamiento intenso entre la industria y la banca, la ausencia de separación entre el sistema bancario y financiero de un lado, y la industria, del otro. Y por otro lado, el entrelazamiento también profundo del Estado nacional con la banca y con la industria. La consecuencia de este entrelazamiento es que a través de los mecanismos del presupuesto, de los mecanismos de coacción económica del Estado, y de la canalización del ahorro por los bancos, el desarrollo industrial adquirió un ritmo vertiginoso y se transformó en una sobreinversión económica en gran escala. En una palabra, este modelo llevó a un nivel tal de sobreinversión, que el mercado no podía absorber la producción sin producir un derrumbe general de los precios y un derrumbe general de los beneficios y, por lo tanto, un derrumbe general del capital sobreinvertido.


 


Los capitalistas y los gobiernos de Inglaterra y los Estados Unidos dicen no, nosotros no operamos de esta manera. Tenemos por ahora separada a la banca comercial de la banca de inversión; tenemos separada por ahora a la industria de la banca y de las finanzas; se trata de una separación institucional, no económica, porque a través de la bolsa, por ejemplo, el sistema financiero invierte en el sistema industrial comprando acciones, y este último coloca sus excedentes de dinero en la especulación cambiaria. 


 


Pero esta interpretación no sirve. Primera objeción sobre la interpretación oficial. Durante 30 años esta misma interpretación explicaba porqué las naciones pobres y raquíticas del Sudeste asiático, violentadas por la Segunda Guerra, se habían transformado en tigres económicos. Adjudicaban ese crecimiento, precisamente, a la unidad entre la banca, la industria y el Estado. Destinan la plata a invertir, decían; no especulan, no andan timbeando en la bolsa, compran máquinas, luego exportan, es decir, es un capitalismo dinámico, mucho más dinámico que el norteamericano. Pruebas al canto, Japón crecía a una tasa anual del 9% y los EE.UU. lo hacían al 2%. Surcorea crecía por momentos a una tasa anual del 11% e Inglaterra crecía a una tasa vegetativa del 1 ó 2%. El mundo occidental estaba en decadencia, el mundo asiático estaba en ascenso. El capitalismo asiático había encontrado la llave de la valorización ininterrumpida.


 


Sin que se les mueva una pestaña, lo que era la llave del progreso económico la han transformado ahora en la causa fundamental del derrumbe económico. Lo cual no sería criticable, dialécticamente hablando, es decir, a condición de que se rescate la unidad. A ver si me explico. Si yo acepto esta explicación del modelo asiático, como unidad, tanto del ascenso como del derrumbe, estoy explicando sistémicamente que el ascenso conduce al derrumbe. Así sí. Pero esta explicación destruye el mito del capitalismo asiático y lo asimila al capitalismo en general. Pero si separo esta contradicción y destaco las virtudes del capitalismo asiático cuando va para arriba, y sus defectos cuando se derrumba, no estoy sacando ninguna conclusión de orden global, sino haciendo una manipulación ideológica.


 


Crisis internacional


 


La segunda reflexión es la sorprendente interpretación oficial de dar una explicación regional cuando se ha hecho una campaña feroz acerca de la globalización. Después de explicar durante diez años que estamos tan atados económicamente que nadie puede tomar una decisión sin mirar el movimiento de los mercados internacionales, cuando hay que explicar un derrumbe financiero-industrial de esta magnitud, dan una explicación particular, peculiar, regional o nacional, e incluso cultural, porque ustedes saben, se le atribuye al capitalismo asiático peculiaridades que tienen que ver con la historia y la cultura de Asia, y hasta con la religión y el modo de ser familiar …


 


Como ustedes pueden imaginar, ésta es una interpretación interesada, dirigida a velar el alcance de la crisis, y ya en función de intereses económicos en disputa, dirigida a hacer prevalecer una determinada salida. Es que aun si este modelo asiático está sobreinvertido, lo está como consecuencia de un gran endeudamiento en el mercado internacional. Si ellos están sobreinvertidos es porque alguien puso la plata para que sobreinvirtieran. Y con excepción de Japón, que es un país acreedor, las demás naciones del Sudeste asiático tienen colectivamente 890 mil millones de dólares de deuda externa. Es decir que la sobreinversión ha sido financiada en los mercados internacionales de capitales no asiáticos, y si esta sobreinversión financiada con deuda quiebra, naturalmente tiene que quebrar también el que ha financiado esta inversión. Donde quiebra un deudor quiebra un acreedor.


 


La prueba más rotunda de que no se trata de una crisis del modelo asiático es que la nación más sobreinvertida de todas, no sólo respecto a Asia, sino respecto a cualquier otro país, la que está más cerca del colapso característico de la sobreinversión, es los Estados Unidos. ¿Por qué? Porque mientras Japón tenía una bolsa que valía 48 y hoy vale 16, es decir que sufrió un proceso de volatilización del capital, la bolsa de Nueva York hizo el movimiento contrario, pasó, para mantener la analogía, de 16 a 48. En la actualidad, la bolsa de Nueva York está extremadamente sobrevaluada, lo que quiere decir que el rendimiento en la bolsa de Nueva York es una fracción ridícula del beneficio, el 2% anual, con tendencia decreciente.


 


No quiere decir que el rendimiento de las empresas norteamericanas no sea todavía alto, o que no crezca. Por ejemplo, una empresa norteamericana puede estar ganando, digamos, 20 dólares al año y no 2. Si el capital que tiene invertido en maquinarias, materias primas, recursos tecnológicos, trabajadores, le costó al momento de su instalación o al momento de su reposición, digamos 100 dólares, si gana 20, tiene un 20% de beneficio. Pero en la bolsa de Nueva York esa fábrica cuyo costo de reposición es de 100 dólares, está cotizando a 1.000 dólares. Por lo tanto, el que compra una acción en la bolsa y paga mil dólares, cuando le dan los 20 de beneficio al finalizar el año le están dando el 2% del capital y no el 20%. Es decir, el país que se encuentra más afectado por esta crisis de sobreinversión es los Estados Unidos. Esto explica que el día 27 de octubre, pocas horas después de la caída de la bolsa de Hong Kong, se produjera un derrumbe generalizado en la bolsa de Nueva York. En realidad, en Nueva York está el epicentro de la crisis, porque ahí se encuentra, además, la mayor parte de los accionistas y especuladores que le han prestado dinero a Asia, no solamente norteamericanos, sino también europeos y japoneses.


 


Por ejemplo, el Chase Manhattan Bank, uno de los que más mueve en la bolsa de Nueva York, le prestó dinero a Brasil, a la Argentina, al Sudeste asiático. En el balance de octubre de este año, el Chase registra una pérdida de 200 millones de dólares en un solo mes. Es decir, que como consecuencia de la crisis mundial, el Chase no les va a dar a sus accionistas ni el 2% de beneficios. Probablemente, los accionistas, en lugar de recibir un beneficio, vean una caída de las acciones del Chase Manhattan Bank, y por lo tanto una pérdida del capital invertido. Es decir, el epicentro de la crisis son los Estados Unidos. Eso es lo que le da a la presente crisis un carácter extremadamente ágil.


 


Que haya una crisis de sobreproducción y de sobreinversión, cuando los niveles de miseria y pauperización, anteriores a la crisis, se han extendido en el mundo (también en los EE.UU. y en Inglaterra), demuestra que estamos ante una gran crisis de sociedad, es decir, universal. En un período histórico en que se acrecientan las necesidades sociales, el capital mundial ingresa a una fase de aguda bancarrota. Mientras las masas del mundo viven la sequía, el capital mundial vive la inundación. Esta irracionalidad del sistema en su conjunto es naturalmente percibido por las distintas clases sociales.


 


Ideología


 


Otra conclusión importante de esta crisis.


 


Con el derrumbe asiático y la crisis de Nueva York se produce una crisis, también, en la apología o el fetichismo con que se ha presentado la cuestión del mercado en los últimos 20 años.


 


Porque, ¿qué es el mercado en la teoría económica vigente? La forma más racional de asignar los recursos. Y la crisis es la demostración de lo contrario. El que invirtió en acero se equivocó, porque hay demasiado acero; el que lo hizo en automóviles se equivocó, la oferta o la capacidad de producción de automóviles internacional excede en 30 millones de automóviles a la demanda mundial. La Renault acaba de cerrar, en Bélgica, en la ciudad de Vilvoorde, una de sus fábricas más modernas, que tenía dos años de vida. Nadie puede decir que la cerró por obsoleta, la cerró porque aunque es la más moderna, la más computarizada y la más robotizada, hay demasiados automóviles. Por lo tanto, el mercado no se ha revelado como un asignador racional sino irracional de recursos. Pero al mercado lo mueven capitalistas en búsqueda de la mayor tasa de lucro, es decir, que es el capitalismo el que asigna irracionalmente los recursos disponibles y el que obliga a destruir la riqueza que se ha creado, aun en forma capitalista.


 


La crisis monetaria


 


Pero esta crisis que se presenta como una sobreinversión ha sido detonada por otra circunstancia de la mayor importancia. Me refiero a la crisis de todo el régimen monetario internacional de los últimos 10 ó 15 años. Este régimen se caracterizó por la subordinación de todas las monedas nacionales al dólar en una escala nunca vista antes, es decir, por el sometimiento de los regímenes monetarios de cada país a la política de la Reserva Federal de Estados Unidos. Este régimen fomentó el gran período de especulación internacional, permitiendo, desde el punto de vista de la política monetaria, las subas de las bolsas, las deudas externas, la gigantesca ola de inversiones financiadas con créditos. La subordinación al dólar dio una relativa garantía internacional a la especulación en las diferentes monedas nacionales. Pero para que esto funcione adecuadamente, esta moneda que obra como garantía de valor de la circulación internacional tiene que ser una moneda realmente internacional. Y aquí sí, si ella fuera una moneda auténticamente internacional, la teoría de la globalización sería correcta. Pero el dólar es antes que nada la moneda de los EE.UU. de América, que es un arma de la burguesía norteamericana en la lucha y la concurrencia con los capitales de los demás países. No es una moneda universal.


 


Como consecuencia de esto, las monedas de los mercados donde la especulación se hizo más intensa empezaron a sobrevaluarse, a tener un valor que no les permitía realizar las exportaciones en el mercado mundial. La polarización entre Estados Unidos y Japón se acentuó al extremo: el dólar sobrevaluado y el yen subvaluado; la bolsa de Nueva York en ascenso, la de Tokio en picada con Europa partida por el medio: Francia, Alemania y los Países Bajos del lado de la moneda fuerte, el resto del otro lado. Esta contradicción quebró el proceso asiático, pues las monedas de estos países estaban atadas financieramente al dólar, pero su comercio está atado al Japón. Las devaluaciones asiáticas son la primera manifestación de una ruptura internacional de las monedas nacionales con el dólar, de una amenaza al recule del dólar como moneda que actúa ante la financiación internacional, por la competencia de los países que devalúan sus monedas. La especulación, en vez de valorizar los capitales, derriba las bolsas, derriba los capitales, produce un repliegue del capital especulativo, repliegue del dinero de la circulación mundial, y como consecuencia de esto, desarrolla una crisis industrial.


 


El capitalismo no puede darse a sí mismo esa universalidad a la cual pretende ficticiamente. El capital sigue siendo una forma de apropiación de la riqueza nacional y particular. No es ni colectiva, ni es internacional.


 


Quiere decir que las consecuencias más serias de este fenómeno se van a manifestar en los EE.UU., que se ha valido del hecho que el dólar es una moneda internacional, para subsidiar a todas sus industrias y pagar el déficit de cuenta corriente con emisión de dinero y la creación de una gigantesca deuda internacional en dólares. Asistimos a una crisis de consecuencias internacionales muy importantes, porque no ha sido fabricada en Asia el otro día, sino que es la consecuencia de un largo desarrollo que data desde la segunda guerra mundial.


 


La salida


 


¿Cuál es la línea de salida del capitalismo mundial a esta crisis? ¿Qué es lo que ellos piensan como salida? La línea que se han dado está en el acuerdo que han firmado con Corea. A Corea le han prometido 55 mil millones de dólares, pero se exige que separe a los bancos de la industria y que permita el derrumbe de la mitad del sistema bancario coreano. Y no sólo que la industria vaya a financiarse al mercado mundial (y no que sea financiada o subsidiada en el país), sino además exigir un corte drástico tanto de las inversiones coreanas en el país como en el exterior. Significa que el FMI, controlado por los EE.UU., plantea como una línea de salida eliminar a otro competidor en el mercado mundial, copar el mercado coreano, copar el mercado asiático. Por eso, otra medida del acuerdo es que en Corea se autorice el ingreso de capitales extranjeros en la Bolsa y en todas las áreas, para que ese capital extranjero se compre a los capitales que están en quiebra y se colonice a Corea en beneficio del capital norteamericano. Esta es la línea de salida de la crisis.


 


¿Cuál es la objeción a esta línea de salida de la crisis? Para Roque Fernández y el viceministro Carlos Rodríguez, esta salida sería una maravilla, porque sanea la situación coreana, sanea Singapur, Indonesia, y da al capitalismo un nuevo aliento, una nueva perspectiva. Es decir que, en el mismo momento que el capitalismo proclama sus límites, es decir, que no puede seguir acumulando sin hacer pasar a la humanidad por la experiencia de una gigantesca destrucción de riqueza, busca sobrepasar ese límite precisamente mediante esa destrucción.


 


Pero la otra cara de este problema es que llevar a la quiebra a los monopolios asiáticos significaría admitir la quiebra, parcial al menos, de sus acreedores internacionales. La consecuencia de semejante política, va a ser trasladar las quiebras a los EE.UU. Es decir, están jugando con fuego. Pero el capitalismo no puede actuar sino de esta manera; el capitalismo no puede, ante una crisis de la concurrencia, actuar de otra manera que procurar acelerar esa crisis y copar el mercado dejado por el concurrente. Y al actuar de esa manera, sin embargo, está poniendo en peligro el conjunto del sistema económico. Porque ese concurrente es un deudor de acreedores a los cuales, si deja de pagar, los va a llevar, a su vez, a la quiebra, y a una retracción del mercado mundial.


 


Del destino que tenga esta salida, que se dé parcial o totalmente la expectativa del FMI o que se dé éste u otro desarrollo, depende que sigamos en un período de inestabilidades crecientes o que entremos en una fase de deflación a largo plazo, como la de 1930, en donde las quiebras desencadenaban nuevas quiebras y ninguna medida económica que tomara el Estado lograba revertir la situación. Y una experiencia de crisis como la de 1930, con posterioridad a 1930, la constituye Japón. Desde 1990 se inició una crisis que se mantiene hasta hoy, habiendo fracasado todas las medidas de intervención económica drásticas que se tomaron para levantar la producción, en ocho años. Como consecuencia de esto, la deuda pública pasó de cero a 1 billón de dólares, a fuerza de inyectar dinero en la economía. Y el producto bruto interno japonés cayó, en el segundo trimestre de este año, en un 11,2%. Después de la caída de los EE.UU., en 1930, de un 25%, ésta es la caída más grande que haya conocido una nación capitalista industrializada. Como ven, un escenario fenomenal.


 


Conclusiones


 


Dos conclusiones para terminar. Primera conclusión, cuando uno mira todos los países que están en crisis, descubre que desde el punto de vista de lo que el FMI reclama como país estable, todos son diferentes. Y sin embargo, se cayeron igual. Brasil tiene un déficit fiscal descomunal. ¿Cuál es la causa por la cual Brasil va a devaluar y se va a ir a una crisis tremenda? El déficit fiscal. Eso dice el FMI. ¿Y Corea? Corea tiene superávit fiscal, y se fue a la crisis igual. ¿Cómo es esto? Ah, pero Corea tenía déficit comercial. Y Japón tiene superávit comercial. Entonces, hay que tener superávit fiscal y superávit comercial. ¿Y Chile? Porque una de las grandes mentiras que se dicen acá, es que Chile está ajeno a la crisis mundial. Es una mentira total, la moneda chilena, en los últimos 10 días, se ha devaluado un 15%. Tiene superávit fiscal y superávit comercial.


 


Marx tenía razón y el FMI está equivocado… La sobreinversión es una tendencia económica del capital, no una medición contable de las cuentas nacionales. Puede ser financiada desde el exterior y crear una deuda externa o puede ser financiada internamente y crear un endeudamiento interno. Por ejemplo, un país que tiene un elevado ahorro nacional, ¿no va a tener crisis? Sí, la puede tener. Tendrá una sobreinversión, superior o no al ahorro nacional, si después no puede colocar esa producción en el mercado mundial o interno. Por ejemplo, Chile tiene superávit comercial y fiscal, pero desde el momento que se cayeron todos los países de Asia, el precio del cobre bajó desde 1.100 a 700 dólares la tonelada, y Chile enfrenta ahora una crisis de sobreproducción aun antes de conocer un déficit del comercio exterior. Esto es muy significativo. Ustedes van a leer que uno de los grandes logros de esta Argentina menemista es que ahora Catamarca saca oro y cobre, y que la empresa de la mina de Bajo La Alumbrera va a batir todos los récords en materia de producción de oro y cobre, justamente ahora que está bajando el precio del cobre y del oro. Todo el mundo, ahora, quiere vender oro y cobre, en el preciso momento que cae la demanda de oro y de cobre.


 


Este desmentido completo del análisis macroeconómico oficial, del FMI, de la Cepal, va a producir una crisis ideológica descomunal a nivel de los organismos financieros internacionales, que deben pautar las regulaciones económicas. El FMI ha salido a rescatar un montón de economías y ha comprometido en ese rescate 150 mil millones de dólares, la casi totalidad de sus recursos. Si cae Brasil, el FMI no tiene más plata. Es decir que ahora hay que rescatar al equipo de salvamento. El FMI no puede operar ahora como organismo de rescate. La ficción de la comunidad internacional defendiendo la estabilidad de algunas economías, queda al desnudo viendo a los funcionarios de EE.UU. recorriendo todos los países en provecho de sus capitales monopólicos, para decirles directamente cómo deben actuar. Es decir que va a saltar toda esta ficción de democracia internacional que se pretendió montar luego del derrumbe del muro de Berlín.


 


Crisis políticas


 


Todas las naciones van a sufrir el tipo de crisis política que caracterizó a la década de 1930. Esto ocurre en Corea, o en Indonesia, donde se insinúan movimientos nacionalistas, al ver que desde el exterior les dicen que hay que cerrar fábricas, que hay que cerrar empresas y que hay que dejar a la gente en la calle, lo cual ya está llevando a un movimiento de huelgas generales, de incendio de fábricas, ocupaciones de características muy fuertes. Esta es una primera conclusión…


 


Pero para que en las últimas dos décadas pasadas se haya producido una expansión tan grande de la circulación internacional, no sólo fueron necesarios ciertos mecanismos económicos, sino que fue necesario, a su vez, que el capitalismo reforzara la confianza política en sí mismo. Sin confianza política no se habría podido asistir a tal expansión del capital especulativo internacional. Por lo tanto, uno puede fácilmente decir que la solución que se le dio a la crisis alemana, en 1990, cuando como consecuencia de la caída del muro de Berlín, Alemania occidental absorbe a Alemania oriental y el capitalismo mundial resuelve la crisis política más importante de la posguerra en beneficio suyo; esa solución es la base económica de la expansión especulativa de la última década.


 


No es que considere negativa la caída del muro de Berlín, lo considero un hecho maravilloso y auspicioso, rico para el futuro; lo que digo es que la crisis que abrió la caída del muro de Berlín, la aprovechó el capitalismo, no la clase obrera de Alemania ni del mundo. Era una oportunidad también para la clase obrera, pero no la aprovechó; lo cierto es que el capitalismo resolvió eso, y resolvió también el problema de los países del Este.


 


Entonces, al capitalismo se le presentó lo que para los marxistas fue siempre la gran salida para el capitalismo, la colonización de Rusia, de China y de Europa del Este, países que habían escapado al control de la economía mundial capitalista como consecuencia de los procesos revolucionarios que vivieron… El mercado ruso, en principio, resuelve la crisis capitalista de sobreinversión. Frente a la dimensión del mercado a abastecer, habría una subinversión. Habría que reconstruir las fábricas en Rusia, meter plata, hacer caminos, reconstruir la industria nuclear, hay un campo de inversión en Rusia que le podría dar vida al capitalismo muchos años más. ¿Y China? Otros muchos más. La liquidación de la Unión Soviética, de China, etc., se plantea como una salida para el capitalismo.


 


Pero claro que no es una salida indolora. Es una salida dramática, profunda. Requiere medios despóticos, brutales. Pero el imperialismo no cuenta, todavía, con los medios políticos para imponer esa salida. Y hoy, Rusia es de todos, el país más golpeado por esta crisis mundial, que sufre un retroceso económico de niveles espeluznantes. Después de una década en que se le abrió al capitalismo su mejor perspectiva del siglo, tenemos, no una salida al capitalismo, sino una situación de derrumbe económico de las plazas financieras más importantes del mundo y la perspectiva de una crisis mundial. Esta crisis mundial es uno de los elementos que marcan una reversión de la tendencia económico-política que se inició con la unificación de Alemania en beneficio del capitalismo mundial. Porque esta crisis demuestra la impasse de la restauración capitalista en Rusia, la impasse de la restauración en China y pone en movimiento a gigantescas masas humanas que en Asia y América Latina van a luchar contra las consecuencias sociales del capitalismo. Esta es una de las pruebas políticas más serias … va a producir, como consecuencia, toda una revisión de pautas culturales e ideológicas, de comportamientos, etc., porque los problemas de la historia los resuelve la propia historia. Es decir, no los resuelve el discurso …


 


La última conclusión tiene que ver con nuestro entorno próximo. La tentativa de abrir un desarrollo en nuestro país por medio del Mercosur ha fracasado. Porque el derrumbe de Brasil es inminente, 20 mil obreros de la Volkswagen en estado de asamblea, caída vertiginosa de la producción automotriz, crisis económica. Los capitalistas han concebido una salida nacional en términos puramente comerciales. Y lo que América Latina necesita para salir, es una planificación democrática, ordenada, rica, de la totalidad de sus recursos, y ésta es una tarea política. No es una tarea comercial, es política. Eso no lo puede hacer la burguesía que tiene rivalidades entre sí; la burguesía argentina y la burguesía brasileña no se animan siquiera a defenderse en común. Entonces, se plantea una audaz tarea en América Latina, porque como no se puede volver atrás de los mecanismos económicos que se han armado, no se puede volver a la Argentina pre-Mercosur, o al Brasil pre-Mercosur, y para la burguesía adelante no hay nada, no hay señalamiento alguno, esta crisis plantea el problema de la unidad política de América Latina, y ésta es una tarea de los trabajadores …


 


Al tomar estas dos conclusiones, les estoy señalando dos tiempos en el análisis de la crisis. El puramente económico, que depende de factores que tienen que ver con la especulación mundial, etc., pero que también tienen que ver con la política. Y otro más amplio, porque las consecuencias de esta crisis económica se van a hacer sentir a través de los años y, por lo tanto, tiene que ver con soluciones de tipo estratégico.


 


Seriamente les digo que, en la medida que puedan, hagan el esfuerzo de seguir la marcha de esta crisis mundial, porque realmente es una experiencia única para esta generación poder vivir tan al detalle, poder vivir como dicen ahora en tiempo real, el derrumbe capitalista. Los pueblos ya no aguantan vivir en este sistema, y aquí fueron señaladas una serie de cosas que limitan a esos pueblos para encontrar una salida.


 


Una verdadera crisis es cuando la crisis de los de abajo se conjuga con la de los de arriba, cuando los modos de articulación de los de arriba se quiebran y ello empuja a toda la sociedad a plantearse una salida, sí o sí. La gran apuesta de esta generación es encontrar esa salida.


 

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