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Mandel, el PTS y la crisis de dirección revolucionaria

Nuestras posturas a la luz de un panel debate a 100 años del nacimiento de Ernest Mandel

En oportunidad del 100° aniversario del nacimiento de Ernest Mandel, dirigente histórico del llamado Secretariado Unificado (SU) de la IV Internacional, se realizó un panel de debates, donde intervino Christian Castillo, dirigente del PTS. El órgano vocero de este Partido (Izquierda Diario) ha publicado una nota que es “el desarrollo de las ideas planteadas en esa intervención”1https://www.laizquierdadiario.com/A-proposito-de-los-100-anos-del-nacimiento-de-Ernest-Mandel. A ella nos referiremos.

La misma plantea una cantidad de problemas estratégicos para la izquierda trotskista que se reclama revolucionaria. Entra –aunque no es el propósito del autor de la nota- en el problema central del fracaso del movimiento trotskista mundial y de la crisis de dirección revolucionaria existente en la actualidad.

El PTS coloca una serie de puntos positivos y otros negativos en la trayectoria militante de Mandel. En esas sumas y restas, no define claramente un balance.  Habría aciertos y desaciertos de Mandel. Como casi todo ser humano en su vida.

Pero Ernest Mandel no es un dirigente más. Fue, después de la segunda guerra mundial, EL dirigente de la IV Internacional. Responsable, más o menos, directo de su desarrollo o fracaso.

Mandel jugó un papel liquidacionista en la IV Internacional. 

Junto con Michel Pablo, dirigieron la IV hasta 1965, cuando este último fue excluido. Desde entonces y hasta casi su fallecimiento, fue uno de los máximos dirigentes del SU. 

En calidad de tal impulso la orientación de la disolución de las organizaciones trotskistas existentes haciendo “entrismo” en los partidos comunistas stalinistas. Para ello planteó como caracterización de fondo la emergencia inmediata de una tercera guerra mundial del imperialismo contra los Estados Obreros, que obligaría a la burocracia stalinista a defenderse impulsando “indirectamente” la revolución socialista en el mundo. En los países atrasados también había que hacer “entrismo” en los movimientos nacionalistas burgueses y pequeños burgueses. No había tiempo para construir partidos revolucionarios, planteaba. Había que empujar a una radicalización del stalinismo y los movimientos nacionalistas de los países atrasados. Con esta caracterización se opusieron, por ejemplo, al levantamiento de los obreros de Berlín Oriental contra la burocracia stalinista, en 1953.

Esta orientación liquidadora llevó a una de las primeras divisiones de la IV Internacional, cuando la mayoría de la sección francesa resolvió rechazar la disolución en el PC stalinista.

A partir de aquí podemos recorrer un largo rosario de capitulaciones y adaptaciones de la IV Internacional dirigida por Mandel frente al titoismo yugoslavo, el maoísmo y el castrismo. En cada caso, subordinó la IV a la adaptación a estas direcciones. Aunque después que las mismas hubieran tomado el poder. 

Sin embargo, uno de los puntos más desastrosos a destacar es la capitulación frente al foquismo castrista. Luego del triunfo de la revolución cubana de 1959 el SU se lanzó a construir focos guerrilleros en América Latina para emular la revolución de Fidel Castro y el Che Guevara. Liquidando el trabajo de poner en pie partidos revolucionarios militantes trotskistas, basados en el programa de la IV Internacional. Una gran parte de la generación revolucionaria trotskista de la época fue llevada a la construcción de aparatos militaristas, al aventurerismo y al matadero.

Esto está continuado con capitulaciones y adaptaciones frente al eurocomunismo; ante la burocracia stalinista restauracionista (Gorbachov, etc.) renegando de la revolución política en los estados obreros burocratizados; frente al sandinismo en su fase antirrevolucionaria; ante el democratismo proimperialista que usa la bandera de la democracia como ariete contra los movimientos de lucha de las masas y/o los gobiernos que osan enfrentarse a sus designios imperialistas, etc.

Es infantil u oportunista hablar de “errores” de caracterización y/o posiciones equivocadas. La dirección mandelista de la IV Internacional tiene una tendencia abierta a la capitulación frente a los grandes aparatos y las presiones de la lucha de clases. Y lo hace teorizando al respecto, renegando del Programa de Transición de la IV Internacional (sobre el papel de las “nuevas vanguardias”, etc.). Aspectos de estas críticas son tocados por el PTS, pero como políticas separadas sin poder caracterizar a Mandel y a la IV mandelista.

¿Qué es hoy la “crisis de dirección”?

Mandel y el SU son responsables directos de la crisis de la IV Internacional. Ellos llevaron adelante políticas oportunistas y liquidacionistas. 

Frente a la capitulación directa de la socialdemocracia internacional -agrupada en la II° Internacional-  ante sus burguesías imperialistas con el inicio de la primera guerra mundial, Lenin y Trotsky llamaron a construir una nueva Internacional revolucionaria: la Internacional Comunista. Dieron un paso trascendental en la superación de la crisis de dirección del proletariado mundial, producto de la debacle socialdemócrata.

A su término, Trotsky impulsó la IV Internacional frente al pasaje abierto de la burocracia stalinista al campo de la contrarrevolución. El Programa de Transición rescata las banderas revolucionarias incorporando el nuevo fenómeno de la burocratización de la URSS, la constitución del stalinismo y las tendencias a la restauración capitalista que ésta desarrolla. 

Pero después del asesinato de Trotsky, la dirección pablista-mandeliana de la IV abandono el Programa y se empeño en encontrar “atajos” a la construcción de partidos obreros revolucionarios. El stalinismo dejó –para ellos- de ser contrarrevolucionario para transformarse en instrumentos revolucionarios capaces de modificarse frente al ascenso revolucionario de las masas. La burocracia podía auto reformarse de su rol histórico contrarrevolucionario y restauracionista. Con la caída del Muro de Berlín y el avance directo de la restauración capitalista, el SU abandonó abiertamente las formas revolucionarias: declaró cerrado el período revolucionario abierto con la revolución rusa de 1917. Mandel, en particular, defendió a Gorbachov y su glasnot-perestroika, insistiendo en que el mismo no iba a marchar hacia la restauración capitalista, sino a democratizar la URSS. Y llegó al grado máximo de su política liquidacionista, disolviendo directamente a la Liga Comunista Revolucionaria (LCR) de Francia, la histórica y principal sección del SU. Creando en su lugar el Nuevo Partido Anticapitalista (NPA) que rechazó en su congreso fundacional llamarse Revolucionario y renunció definitivamente al planteo estratégico de luchar por la dictadura del proletariado, por el gobierno de los trabajadores. Para fijarse como objetivo la “profundización” de la democracia (imperialista). Renunciaba directamente a la lucha por poner en pie un partido militante revolucionario, constituyendo en cambio un “partido amplio” apto para maniobras frentepopulistas y electoralistas. De 10 mil militantes con que se fundó el NPA hace más de una década terminó con 1000 en la actualidad y se ha vuelto a dividir. ¡Liquidacionismo total!

La crisis de dirección para los bolcheviques era superar a la histórica dirección socialdemócrata devenida en chauvinista imperialista en 1914.

La crisis de dirección para Trotsky -cuando fundó la IV Internacional en 1938- era la superación de las direcciones socialdemócratas y stalinistas que con su política habían llevado a la derrota del proletariado revolucionario, al ascenso de fascismo y marchaba a la catástrofe de la segunda guerra mundial.   

Hoy la crisis de dirección del proletariado pasa por el fracaso de las fuerzas que se reclamaban de la IV Internacional en superar las traiciones contrarrevolucionarias del stalinismo y la socialdemocracia.

La responsabilidad del pablismo-mandelismo es, en este punto, esencial: desarrollo una orientación liquidacionista tanto política, organizativa y hasta físicamente, saboteando los esfuerzos para construir partidos revolucionarios cuartainternacionalistas. 

Por eso es una barbaridad la posición de embellecimiento del PTS cuando afirma que “Mandel fue parte de quienes intentaron  mantener la continuidad de la IV Internacional en una situación muy particular caracterizada por el fortalecimiento del stalinismo a la salida de la guerra en vez de su hundimiento -como había previsto Trotsky- basada en el prestigio de haber derrotado a la Wehrmaht en manos del Ejército Rojo…”.

O cuando afirma, después de alabar los trabajos teóricos de Mandel, que “este reconocimiento a la envergadura de su obra y al prestigio y la influencia lograda por Mandel, así como a los hilos de continuidad revolucionaria presentes en sus escritos, en nuestro caso está acompañada de una visión crítica de gran parte de su trayectoria política como dirigente de lo que fue la principal tendencia dentro de las corrientes en que se dividió el movimiento trotskista en la posguerra, el SU de la IV Internacional, y de parte de sus reflexiones teóricas”.

¿“Hilos de continuidad revolucionaria”?

Lo que el mandelismo anudo es una soga que estranguló la potencialidad revolucionaria del trotskismo.

La catástrofe de la segunda guerra mundial y el ascenso de las luchas de masas que se fue creando en el transcurso de la misma, brindó oportunidades para que los trotskistas disputarán la conducción revolucionaria. Bolivia en 1952, en la primera revolución obrera triunfante de Latinoamérica, la gran influencia del trotskismo (Tesis de Pulacayo, etc.) fue desviada al apoyo al  gobierno nacionalista burgués del MNR. Viet Nam (ver notas en Prensa Obrera), Ceylan, etc., fueron todos ejemplos donde el estalinismo estaba desprestigiado por su apoyo a las potencias imperialistas que oprimían a la colonia y el trotskismo había ganado un importante desarrollo. No es una fatalidad objetiva que el stalinismo se fortaleciera, sino parte también de una lucha política, donde la IV Internacional pablo-mandelista fue incapaz de jugar un papel de orientación revolucionaria y, por el contrario –manejado por sus teorías liquidadoras- llevó adelante políticas capituladoras.

Insistimos sobre la “liviandad” del PTS cuando benévolamente concluye que “las respuestas dadas (por el mandelismo) a nuestro entender, no estuvieron a la altura del desafío planteado”.

No se trata de desarrollar solo un balance “histórico”: tiene que ver con el debate sobre la estrategia (y las tácticas) que se derivan de ella. La “liviandad” del PTS respecto a la reivindicación de Mandel tiene que ver con la benevolencia con que trata su propio balance. Por ejemplo: cuando critica la táctica “entrista” en los PC stalinistas desarrollada por el pablo-mandelismo. A diferencia de lo que Trotsky planteaba en la década del 30 sobre un “entrismo sui generis” -excepcional- en el Partido Socialista francés, en momentos de una evolución centrista y “por un período limitado”, el mandelismo lo derivo en política permanente y universal. El PTS nos dice: “Pero lo que en Trotsky fue una táctica episódica, aquí se convirtió en una política duradera, con una década o década y media de una militancia ‘tapada’ en estas organizaciones y con pocos resultados fructíferos”. El PTS reconoce que esto diezmó las filas del trotskismo: “Esta táctica de entrismo prolongado puede señalarse como una de las causas que llevó a que las organizaciones trotskistas llegarán debilitadas al período de ascenso revolucionario internacional iniciado en 1968…”. En la Argentina, el morenismo que integraba el SU de la IV, llegó al “Cordobazo” del 69 completamente esmirriado, sin ninguna participación física en las jornadas revolucionarias cordobesas, producto de haber atravesado primero la experiencia del entrismo en el peronismo y después la del foquismo con Santucho y el PRT (que fue la sección reconocida por el mandelismo como representante oficial de la IV Internacional). 

Insistimos, no debemos reducir el problema a un error ‘táctico’ del que –aún costosamente- se aprende y supera, tras una estrategia revolucionaria. 

Porque: ¿qué aprendió el PTS respecto al entrismo pablista? ¿No estuvo acaso esta última década haciendo “entrismo” en el NPA de Francia? Defendiendo el criterio de formar un “partido amplio”, de “tendencias”, en una organización que –a diferencia del PS de los 30 que tenía un giro a la izquierda como reacción frente al ascenso del nazismo- el NPA, por el contrario, surgía como un giro a la derecha, abandonando definitivamente la bandera de la lucha por el gobierno obrero. (Lo mismo sucedió respecto al PSOL de Brasil, corriente pequeño burguesa oportunista-electoralista,  subsidiaria del lulismo, donde el PTS hizo ingentes y denodados esfuerzos para integrarse). 

Respecto al legado teórico de Mandel, el PTS comparte parte fundamental de su caracterización de la evolución del capitalismo.  

Mandel -corrigiendo a Trotsky- afirma que el capitalismo avanza -con crisis y recuperaciones- en el desarrollo de las Fuerzas Productivas. Rechaza el planteo de que este ha cesado en su rol progresivo de hacerlas crecer, tomando en cuenta las sumatorias de la evolución de los Productos Brutos mundiales y el desarrollo técnico. Mandel en sus textos caracterizó en los 60 que estabamos en una etapa de “neocapitalismo”. Reniega así del planteo de Lenin, de que el Imperialismo es la etapa superior y última del capitalismo. Y de que lo que abre, mientras se sostenga el régimen capitalista, es una época de catástrofes, guerras y revoluciones. Mandel, por el contrario, contra los planteos de Lenin y Trotsky, se oponía a lo que llamó “la teoría del derrumbe”, del catastrofismo. Esta caracterización está en la base de sus políticas donde, “previo”, por ejemplo, una larga etapa (de siglos) de confrontaciones entre las burocracias de los Estados Obreros y el Imperialismo. Y adaptó sus planteamientos políticos a este cuadro de potencial desarrollo capitalista casi in eternum.

Ya Marx había llegado a la conclusión (“Prólogo a la Contribución a la Crítica de la Economía Política”, 1859) que: “Al llegar a una fase determinada de desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes o, lo que no es más que la expresión jurídica de esto, con las relaciones de propiedad dentro de las cuales se han desenvuelto hasta allí. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en trabas suyas, y se abre así una época de revolución social”.

¿No hemos entrado en un agotamiento del capitalismo, lo que abre una “época de revolución social”?

¿O Lenin y Trotsky se equivocaron y no vieron que se venía una nueva época de “neocapitalismo”? ¿Tenían razón los reformistas socialdemócratas (y Kautsky) sobre el apresuramiento ultrista de plantear la revolución y que había que seguir profundizando un desarrollo democrático del capitalismo por una larga etapa?

Entre los aportes de Mandel, el PTS rescata “parcialmente” este, respecto al desarrollo de las Fuerzas Productivas en la actual etapa capitalista. En su texto el PTS afirma: “En nuestro caso, para dar cuenta del boom de la posguerra hemos hablado de un período de ‘desarrollo parcial de las fuerzas productivas’ (a falta de un nombre mejor) para diferenciarlo del ciclo inicial de desarrollo capitalista…”.

¿Cuán parcial es el desarrollo del capitalismo, según el PTS? ¿50%, 10%, 90%?

No es algo que se pueda medir simplemente con una sumatoria de PBIs u otra estadística. El Capital se ha transformado en un obstáculo no solo al desarrollo de las Fuerzas Productivas, sino al futuro de la humanidad. Hace más de un siglo, Rosa Luxemburgo concluyó que la disyuntiva planteada era “Socialismo o Barbarie”. Estamos en una época no de desarrollos capitalistas, sino de catástrofes capitalistas. El “desarrollo” capitalista cada vez más lleva a la destrucción-pauperización del principal factor que es la clase obrera. Cada vez se degrada más la naturaleza lo que ha llevado –de acuerdo incluso a los gobiernos capitalistas- a caracterizar que estamos frente a catástrofes ambientales que ponen en peligro la vida en el planeta. Cada vez más el “desarrollo capitalista” tiene un tramposo y alto exponente de “capital ficticio” que crea situaciones de bancarrota, destrucción de fuerzas productivas y miseria para los pueblos. Cada vez más, el Capital desarrolla “fuerzas destructivas”: los presupuestos destinados a la producción armamentística. Que como es sabido, no es gracioso, sino que crea los instrumentos para la guerra y la destrucción.    

Este cuadro: ¿no significa que el capital se ha vuelto un límite al desarrollo de las fuerzas productivas?

Socialismo (Revolución) o Barbarie (Guerras).

No se puede seguir abusando históricamente –como hace el PTS- de caracterizar que atravesamos “equilibrios inestables” que permiten a su manera el desarrollo capitalista, oponiéndose a la perspectiva catastrófica que se abre todos los días.  ¿O acaso la guerra de la OTAN contra Rusia no solo es un formidable aspecto de la barbarie capitalista, sino que abre la urgencia de una guerra mundial atómica? Con una perspectiva de destrucción de la humanidad nunca antes conocida. ¿O confiamos que la “sensatez” de los estadistas capitalistas evite cruzar esta frontera barbárica? Si eso es parte de un pensamiento (subconsciente) tenemos la desmentida del ejemplo de los campos de concentración y el aniquilamiento industrial de millones de seres humanos y el lanzamiento de las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki.

¿O cuando vuele la primera bomba atómica el PTS declarará entonces que estamos frente a una catástrofe capitalista?

Trotsky no se equivocó cuando planteó que “los requisitos previos objetivos para la revolución proletaria no sólo han ‘madurado’; empiezan a pudrirse un poco” (Programa de Transición 1938). 

Sería infantil pensar que esto era un proceso puramente objetivo, que producto de un derrumbe final del sistema capitalista surgirá automáticamente el socialismo. El Programa de Transición está elaborado, especialmente, para ayudar al desarrollo de una dirección revolucionaria, superando la crisis existente de dirección del proletariado, que es lo que retrasa el desarrollo y triunfo revolucionario.      

El PTS siempre ha hecho gala en su trayectoria de una posición pseudo “realista” atacando la concepción marxista sobre el catastrofismo y la necesidad imperiosa de la revolución socialista. Maneja una concepción neo mandeliana. Con el planteo de que las fuerzas productivas crecen parcialmente bajo el capitalismo, la revolución –para el PTS- es una posibilidad muy difícil de concretarse, no una necesidad imperiosa. Sus análisis “concretitos” frente a cada catástrofe generada por el capitalismo se orientan en tratar de demostrar que no es para tanto, que se puede llegar a un nuevo “equilibrio inestable”. Por eso, SIEMPRE en sus “pronósticos” se le escapan las grandes crisis capitalistas y los procesos revolucionarios que plantean. 

En diciembre del 2020, en oportunidad de una Conferencia partidaria realizada por el PTS, le hicimos llegar una colaboración para el debate escrita por nuestro compañero Pablo Giachelo2https://www.laizquierdadiario.com/Aporte-del-Partido-Obrero-sobre-las-Tesis-del-PTS-y-la-critica-de-Altamira donde señalába que “en referencia al cuadro internacional, el documento (oficial del PTS) comienza señalando que los pronósticos más optimistas prevén una “recuperación limitada luego de la gran caída”, y que se auguran “mayores tendencias a los choques entre las clases y los Estados”. De conjunto, la caracterización del PTS no rompe con los moldes de su vieja concepción teórica anticatastrofista, que pondera los “equilibrios inestables” y las supuestas “tendencias contrarrestantes” del capital para pilotar su tendencia al colapso. Lo demuestra el hecho de que en toda la Tesis, que cuenta con una extensión de 44 mil caracteres, ni siquiera figuren los conceptos “crisis capitalista”, “bancarrota capitalista” y “guerra comercial”, ni tampoco las palabras “depresión” y “guerra”. Es una verdadera hazaña literaria que en la Tesis de un partido que se reivindica del marxismo revolucionario se pase por alto que asistimos a la mayor crisis del capitalismo en toda su historia, solo comparable a la crisis de la década del ’30. Como se sabe, aquella crisis fue la causa última de los numerosos procesos revolucionarios que tuvieron lugar durante esa década y, a su turno, de la Segunda Guerra Mundial. La comparación con la actualidad no es antojadiza. En la presente crisis se está poniendo en evidencia el fracaso de los paquetes de estímulos, el cuadro de extenuación en el que se encuentran las arcas fiscales, el crecimiento sin precedentes del endeudamiento público y privado, lo que redunda en una depuración masiva de capitales con sus respectivos despidos en masa y cierres de empresas, la intensificación de la guerra comercial y monetaria entre los Estados con el consecuente recrudecimiento de las tendencias belicistas…”. 

¡Ni una palabra sobre la amenaza de la guerra imperialista, hoy hace más de un año en curso! En su mérito no solo el PTS descreía de la catástrofe de la guerra que crecía día a día: en la Conferencia Latinoamericana que realizamos conjuntamente, Izquierda Socialista señalo abierta y claramente por la voz de su dirigente la imposibilidad que se concretara porque más allá de circunstanciales choques comerciales había un acople estratégico entre el capital yanqui y el chino.

No pretendemos en esta nota hacer un balance general de la política del PTS, sino intervenir concretamente en esta polémica. A pesar de que las caracterizaciones que aquí se debaten se transmiten directamente en la política cotidiana de esta corriente.

El homenaje del PTS a Mandel no solo es erróneo, sino antirrevolucionario. El PTS ensalza en la nota a la que hacemos referencia sobre lo extraordinario de la obra de Mandel “llena de aportes y enseñanzas para cualquiera que quiera desarrollar la teoría marxista”. Pongamos que fuera así. No podemos separar la obra intelectual de Mandel de su práctica política. El liquidacionismo de la IV Internacional que llevó adelante Mandel, no es contradictorio con su obra literaria académica. El panegírico del PTS es un grave error academicista antimilitante. Pero ha servido para evidenciar su tendencia neo mandelista. No casualmente en muchos aspectos se subordinó a las orientaciones del SU (integración y defensa del NPA como “partido amplio”, etc.).   

Karl Kautsky, fue durante largo tiempo el máximo dirigente del Partido Socialdemócrata Aleman y de la Internacional Socialista. Escribió muchos trabajos históricos y teóricos de importancia. Fue considerado el “maestro” de generaciones de dirigentes revolucionarios: Lenin así lo consideró casi hasta el inicio de la primera guerra mundial, cuando abandonó las tesis revolucionarias de la Internacional, para colocarse en el campo del chauvinismo imperialista guerrero. En esa oportunidad Lenin rompió directa y claramente con Kautsky . Después del triunfo de la revolución rusa, Lenin sacó directamente un libro contra él (“La revolución proletaria y el renegado Kaustky”). Más que nunca se empeñó en combatir al destructor de la Internacional que se  había convertido en defensor de la “democracia” burguesa e imperialista. Para separar a las nuevas generaciones militantes de este dirigente devenido en agente del capital contra la revolución. Trotsky también lo enfrento abiertamente en su libro “Terrorismo y Comunismo”. Cuando falleció Kautsky (1938), Trotsky sacó una pequeña nota señalando que “se apartó de la revolución proletaria y, en consecuencia, tuvimos que apartarnos de él”.

Kautsky fue uno de los artífices de la destrucción de la II Internacional, Mandel fue uno de los principales liquidadores de la IV.

El Programa de Transición de la IV Internacional sigue teniendo vigencia. No ha sido superado por el desarrollo histórico de la lucha de clases. Es necesario avanzar en resolver la crisis de dirección del proletariado, apoyándonos en las premisas de ese programa: refundando la IV Internacional. La catástrofe capitalista amenaza con llevarnos a la más absoluta barbarie, pongamos en pie una Internacional Revolucionaria. Abramos el debate internacional entre las corrientes que se reclaman del trotskismo  y revolucionarias. Mientras impulsamos un frente único contra la guerra y la crisis capitalista, en defensa de las condiciones de vida de las masas y la lucha por gobiernos de trabajadores y el socialismo.

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1 comentario en «Mandel, el PTS y la crisis de dirección revolucionaria»

  1. Me pregunto: tan importante ha sido Mandel que, ante su liquidacionismo, no habido ninguna organización capaz de resolver la crisis de dirección del proletariado ? Lo mismo se podría decir del PTS. Son sus errores los que debilitan la conciencia revolucionaria del proletariado argentino?

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