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Táctica y estrategia: divergencias  marxistas con ultraizquierdistas y anarquistas (1era parte)

Ponencia en la mesa "Trotsky y los debates con los comunistas de izquierda y los anarquistas" del III Evento Internacional León Trotsky

Ponemos a disposición del compañero lector una reseña de una de las mesas iniciales: “Trotsky y los debates con los comunistas de izquierda y los anarquistas”. Junto con ello, acompañamos la primera parte de la ponencia presentada en dicha mesa, por Roberto Gellert: “Táctica y estrategia: divergencias marxistas con ultraizquierdistas y anarquistas”. 

Reseña: Esta mesa estuvo integrada por el historiador argentino  Marcelo Novello, quien abordó el tema “La larga sombra de Bordiga” que se ocupó de abordar los debates de Bordiga al interior del Partido Comunista italiano, realizando aportes además acerca de Gramsci en esa etapa, a partir de una frondosa bibliografía.

Por otra parte, Gerardo Uceda, dirigente del MST, se refirió a “Trotsky y los anarquistas, vigencia de viejos debates ante nuevas situaciones”, estableciendo un paralelo entre el anarquismo del pasado y las nuevas corrientes contrarias a la construcción de partidos revolucionarios, citando especialmente al Movimiento Zapatista de México. Agregamos nosotros que el aspecto común entre el viejo movimiento anarquista y el zapatismo está constituido por la inexistencia de la finalidad estratégica de destruir el estado burgués e instaurar un gobierno de trabajadores (dictadura proletaria). Esto, siempre según nuestro punto de vista, es lo que ha hecho que el zapatismo haya coexistido con el régimen capitalista sin ninguna pretensión de tomar el poder. Por otra parte, es sabido que el zapatismo nunca pretendió disputar la dirección de la clase obrera a los partidos tradicionales, ni a la burocracia sindical mexicana, lo cual pone de relieve su estrategia ajena al gobierno obrero.

Néstor Videla Cortez, militante del Partido Obrero, habló sobre “Observaciones  sobre los diferentes aspectos de la crítica de Trotsky al anarquismo en la guerra civil española”.

Roberto Gellert, de Tribuna Docente y el Partido Obrero, e integrante de las coordinadoras interfabriles de la huelga de junio- julio de 1975, como secretario general de la Comisión Interna de Editorial Abril, se refirió en su exposición a Trotsky, los anarquistas y los ultraizquierdistas.

El debate tiene gran actualidad: allí se señalaron temas como el agotamiento histórico del régimen capitalista, aunque se puntualizó la existencia de iniciativas contrarrevolucionarias por parte de la clase capitalista, mucho más cuando se encuentra acorralada.

 En ese sentido, se señaló, cobra una fundamental importancia los problemas de la táctica revolucionaria. Que los partidos que se reclaman de la revolución socialista intervengan en las organizaciones de masas, en especial en los sindicatos y el movimiento piquetero. Se trata, con esta intervención, además  de tomar el pulso del estado de ánimo de las masas, de luchar por la conquista de las  direcciones  de los cuerpos de delegados y sindicatos.


El socialismo científico, además de ser un instrumento para interpretar la realidad social y política y el pasado histórico, mediante el materialismo histórico y el materialismo dialéctico, es una herramienta viva para intervenir en la  lucha de clases tomando los datos de la realidad. Con la finalidad de caracterizar las crisis del capital, establecer pronósticos y dotar al partido de la revolución socialista de los instrumentos que esa interpretación le brinda para actuar en cada etapa de la lucha de clases del proletariado, definiendo la táctica y estrategia,en función de la victoria de la clase obrera sobre la clase capitalista. En menos palabras, es una guía para la acción revolucionaria.

Pero las tácticas  de la clase obrera no han sido un rayo en cielo sereno estuvieron vinculadas, y siguen estándolo, entre quienes consideran que aun el régimen capitalista tiene la posibilidad de ofrecer progreso a la humanidad  y quienes plantean que el capitalismo ya dio todo lo que podía dar, que sus relaciones de producción constituyen una barrera al desarrollo de las fuerzas productivas,  que su permanencia lleva a la barbarie y que se ha abierto una época de revolución social. Todo el esfuerzo de los partidos obreros que sostienen esta última caracterización estarán volcados a la lucha por la destrucción de este régimen para sustituirlo por el socialismo.  Esto de ninguna manera  suficiente, aunque sí ,determinante y necesario.

Lenin y Trotsky,  han dado  importancia fundamental a  las cuestiones tácticas(huelga general, lucha al interior de los sindicatos, intervención electoral y parlamentaria, etc.), siendo implacables en el combate político con sus ocasionales adversarios. Consideraban que de ello iba a depender la derrota o victoria de la clase obrera. Trotsky dedicó una prolongada intervención en su discurso “Una escuela de estrategia revolucionaria”.  Partía de  una cita de Marx  en su “Contribución a la Crítica de la Economía Política”: “Ninguna formación social  desaparece antes  de que se desarrollen las fuerzas productivas que caben dentro de ella, y jamás aparecen más elevadas relaciones de producción  antes de que las condiciones materiales para su existencia hayan madurado dentro de la propia sociedad antigua”.

Esta acertada conclusión ha sido tomada de forma mecánica por quienes sostienen que el agotamiento objetivo del régimen capitalista trae como consecuencia ya resuelta el triunfo de la clase obrera sobre la burguesía sin más trámite.  Y Trotsky se pregunta: “¿Quiere decir esto que  el fin de la burguesía  llegará automática y mecánicamente?” y la respuesta es concluyente: “De ningún modo. La burguesía es una clase viva  que se ha sostenido sobre determinadas bases económicas productivas. Esta clase no es un producto pasivo del desarrollo económico  sino una fuerza económica activa y enérgica. Esta clase ha sobrevivido como el más terrible freno a la evolución histórica. Lo cual no quiere decir que la burguesía esté dispuesta a cometer un suicidio histórico ni que se disponga   a decir: “Ya que la teoría científica del desarrollo histórico me considera reaccionaria abandono la escena”.  “…Más  aún , se puede decir que, en el momento  en que se ve amenazada por la ruina de manera más inmediata, alcanza políticamente su máxima potencia, su mayor concentración de esfuerzos y recursos, de medios políticos y militares, de engaño, de coacción  y provocación , es decir, la sofisticación  de su estrategia de clase”. Sin embargo, hay quienes siguen sosteniendo que la burguesía carece de iniciativa ,basados en caracterizaciones genéricas que  han sido objeto de lapidarias críticas por Trotsky. Se trata de sectarios charlatanes a quienes Trotsky criticaba impiadosamente en “Los ultraizquierdistas en general y los incurables en particular” (año 1937): “Es el sectarismo quien se sirve ahora de las tendencias y factores más importantes: el declive del capitalismo, el descenso en el nivel de vida de las masas, la descomposición de la democracia, etc. Pero,lo  mismo que el reformismo de la época precedente, el sectarismo transforma las tendencias históricas en factores omnipotentes y absolutos. “Los ultraizquierdistas” detienen su análisis justo donde este comienza. Oponen a la realidad un esquema prefabricado. Ahora bien, las masas viven en la realidad. Y por esto el esquema sectario no tiene la menor influencia en la mentalidad de los obreros.  Por su misma esencia, el sectarismo está  consagrado a la esterilidad”.  En el contexto de este texto escrito en relación al desarrollo de la revolución española, Trotsky polemiza con el Poum y con los ultraizquierdistas: “El Poum dice: “Pero los bolcheviques luchaban junto a Kerensky. Los ultraizquierdistas responden: “Pero los bolcheviques negaron , hasta la amenaza de Kornilov, toda  confianza en Kerensky”. Los dos tienen razón…a medias, es  decir los dos  se equivocan completamente. Los bolcheviques  no permanecieron neutrales en el campo de Kerensky y el de Kornilov. Aceptaron el mando oficial, mientras no fueron suficientemente fuertes para  derribarlo.” Luego, se refiere a las jornadas  de agosto en   el que los bolcheviques se ponen a la vanguardia  del  combate, mostrando a un Kerensky capitulador, preparando el crecimiento del bolchevismo para desembarazarse de  él, y crear las premisas para el triunfo de octubre.

Por eso Trotsky defendía estar dentro del campo republicano, planteando la necesidad en su interior de desarrollar una lucha para independizar a las  masas de la tutela del gobierno del  Frente Popular y lo  expresaba así: “El gobierno Negrín-Stalin es un freno cuasi democrático   en el camino del socialismo, pero es también un freno ciertamente ni seguro ni perdurable, pero por lo menos un freno, en el camino del fascismo. Mañana, pasado mañana, el proletariado español quizá pueda romper  este freno para apoderarse del poder”. Como podemos observar Trotsky apreciaba muy cuidadosamente la situación concreta que atravesaba la lucha de clases en España. No basta simplemente con caracterizar la inviabilidad del régimen capitalista y su descomposición. Es preciso terminar con él, construir un partido, intervenir en la lucha de clases caracterizando en forma concreta los factores en juego, penetrar entre las masas y ofrecerles una táctica acorde a la realidad, siempre teniendo especial atención a sus opiniones y estado de ánimo. Esa es la razón que nos obliga a nuestra intervención en las organizaciones de masas, para que el partido actúe como un laboratorio que tamice la experiencia del proletariado y los oprimidos, junto a la caracterización   de la etapa de crisis del capital.

Acerca de la participación de los revolucionarios  en los sindicatos reaccionarios

Los sindicatos, que surgieron como herramientas de combate contra la clase capitalista, con la finalidad de luchar por el salario, las condiciones laborales, la reducción de la jornada, etc, fueron sufriendo la injerencia del estado a partir del ingreso del régimen capitalista en su fase imperialista, y se fueron burocratizando, perdiendo su independencia organizativa y política. La burocracia sindical a la cabeza de las organizaciones sindicales se convirtió en una correa de transmisión de los intereses de los explotadores, diferenciándose del resto de los trabajadores.  Reemplazaron la acción directa de la clase obrera por la conciliación  de clases, siendo responsable como capa diferenciada de origen obrero y ajena y contraria a  sus intereses, del agravamiento de sus condiciones de existencia, y también   de sus derrotas. La cuestión sindical para los socialistas revolucionarios es una cuestión vital.                  

La Argentina no ha sido ajena a este fenómeno.  Es del todo  inocultable que los sindicatos y las centrales obreras en la Argentina están dirigidos por una burocracia sindical que hace ya mucho tiempo se ha enquistado en ellos buscando el entrelazamiento con el estado burgués desde Yrigoyen,  pasando por Perón  desde la secretaría de trabajo a partir de 1943, y prolongándose en el transcurso de los sucesivos gobiernos que le sucedieron. Mediante la burocratización de los sindicatos, los mismos pretenden ser  convertidos en correas de transmisión de la clase capitalista y de su estado, maniatando la acción independiente de  la clase obrera, sustituyendo la acción directa, que era característica en sus orígenes por la conciliación de clases. En otras  naciones ,imperialistas, los sindicatos están y estuvieron dirigidos por  burocracias sindicales que expresan  los intereses de una “aristocracia obrera”, defensora de una política de conciliación de clases. Lenin y Trotsky, conscientes de los defectos  y obstáculos que presentaban estos sindicatos, defendieron su intervención en ellos frente a la “izquierda” que sostenía que había que abandonarlos para dar lugar a la organizar de otros “revolucionarios” en forma paralela. En “El Izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo”, Lenin  señalaba: “No actuar en el seno de los sindicatos reaccionarios  significa abandonar a las masas insuficientemente desarrolladas o atrasadas, ala influencia de los lideres reaccionarios, de los agentes de la burguesía, de los obreros aristócratas, de los obreros “aburguesados” “. Y agregaba: “Precisamente la absurda “teoría”  de la no participación de comunistas en los sindicatos reaccionarios demuestra con evidencia, con que ligereza estos comunistas de izquierda” consideran la cuestión de la  influencia sobre las masas y de que modo abusan de esta palabra. Para  saber ayudar a la masa, para adquirir su simpatía y su apoyo no hay que temer las dificultades, las zancadillas ,los insultos, los ataques, las ofensas, las persecuciones de los jefes (que, oportunistas y social chovinistas, están en la mayor parte de los casos en relación directa o indirecta con la burguesía  y la policía) y trabajar obligatoriamente allí donde esté la masa. Hay que hacer toda clase de sacrificios, vencer los mayores obstáculos para entregarse a una propaganda y agitación  sistemática, tenaz, perseverante, paciente en las instituciones, sociedades, sindicatos, por reaccionarios que sean, donde se halle la masa proletaria o semiproletaria”.

Trotsky, bajo otras circunstancias, defendió también el trabajo de los militantes revolucionarios al interior de los sindicatos en momentos en  que el stalinismo (a partir de 1928)  inauguraba el “tercer periodo” stalinista ultraizquierdista,  con una política de organización de sindicatos paralelos. Al referirse a ese periodo, Trotsky escribió en 1932, durante su exilio en Prinkipo, un texto titulado “¿Y ahora? -Problemas vitales del proletariado alemán”, que contenía en un capítulo llamado “La estrategia de las huelgas”, en el que señalaba: “El curso general del “tercer período”     se orientaba sobre los sindicatos paralelos. Se suponía que el movimiento de masas sobrepasaría las viejas organizaciones   y que las organizaciones de la ROO (Oposición Sindical Roja) se convertirían en comités de iniciativa de la lucha económica. Para realizar este plan  no faltaba más que una cosa insignificante: el movimiento de masas.” La ironía de  Trotsky no era gratuita. Hacía alusión a una cuestión nodal en la organización de los sindicatos y del mismo partido: las masas.  A ellas había que dirigirse y ganarlas, en el estado de su conciencia, a las posiciones de la revolución y el socialismo, huyéndole como a la peste al aislamiento. Por eso agregaba: “Y sin embargo es en los sindicatos reformistas donde se encuentra un terreno particularmente partidario de la acción. Si el Partido Socialdemócrata tiene todavía una posibilidad de engañar a los obreros por medio de la politiquería, para los sindicatos el callejón sin salida del capitalismo equivale a un muro infranqueable: los doscientos, trescientos mil obreros organizados en la actualidad en los sindicatos independientes pueden convertirse en un germen inapreciable  en el seno de los sindicatos reformistas”. En rigor, aunque este era un capítulo especial estaba escrito en el contexto de un combate político en el que Trotsky bregaba por producir un viraje en la política sectaria del stalinismo, tendiente a un frente único con la socialdemocracia con la finalidad de derrotar al nazismo cuyo crecimiento a esa altura, en gran parte era el resultado de la política sectaria que asimilaba a la socialdemocracia con el fascismo, y que además llevó a la Internacional Comunista y al Partido Comunista alemán a hacer, incluso, frente con el partido nacional socialista. Trotsky enfatizaba  de que independientemente de que la política de la socialdemocracia reformista alemana había sido responsable del crecimiento del fascismo, no debía cometerse el error grosero de confundirlo con él, dividiendo al proletariado alemán y confundiéndolo.     

Trotsky otorgaba una importancia decisiva a la penetración sindical y  la conquista de posiciones en las organizaciones obreras. Por eso su lucha contra el sectarismo era inflexible.En ese mismo texto decía: “Si el Partido Comunista es débil en los sindicatos y en las fábricas, su fuerza numérica no resuelve nada. En una nación devorada por la crisis y las contradicciones, el partido de la extrema izquierda puede encontrar decenas de miles de nuevos partidarios, sobre todo cuando su aparato está orientado hacia la atracción individual  de miembros  por el método de la emulación. Todo depende de las relaciones del partido con la clase. Un solo obrero comunista elegido para el comité de fábrica (cuerpo de delegados), o para la dirección de un sindicato, tiene mucha más importancia  que conseguir mil miembros nuevos recogidos por doquier, que entran al partido para dejarlo mañana”.    Trotsky insistió una y otra vez, bajo diversas circunstancias históricas  acerca de la necesidad de intervenir en los sindicatos. En un texto publicado en The Militant (agosto 1933), pero escrito un año antes en el Boletín Interno de la Liga Comunista  de Norteamérica, Trotsky decía: “La Comintern debe sacarse de encima los últimos restos de la teoría del “tercer período”, tiene que comenzar a investigar concretamente el terreno económico y social de la lucha y dejar de impartir órdenes dictatoriales a la vanguardia proletaria en vez de orientar el proceso real  de la lucha de clases”. Y añadía: “En primer lugar está el trabajo en los sindicatos.

Hay que descartar el tercer periodo de Lozovski, igual que el de Manuilski, y terminar con la política de aislamiento. Se debe plantear con todo rigor la restauración de unidad  del movimiento sindical alemán mediante la afiliación de todos los afiliados de la RGO (Oposición  Sindical Revolucionaria), a la mesa de los “ sindicatos libres”. Hay que obligar a todo miembro del partido  que esté en condiciones de hacerlo a que entre en un sindicato.” “El desarrollo de la lucha económica  le planteará enormes tareas a la burocracia reformista. Se pueden explotar mejor sus dificultades con una política  enérgica  y flexible de frente único”. Párrafos más adelante concluye: “Todo bolchevique leninista debe estar afiliado a una u otra organización  de masas, sobre todo a un sindicato. Solo de esta manera podrá nuestra organización  tomar el pulso del proletariado y cumplir su papel de vanguardia.” Préstese atención a este concepto central,  “TOMAR EL PULSO AL PROLETARIADO”, muy lejano y ajeno a las organizaciones que no tienen en cuenta y hasta critican que se le de relevancia el estado subjetivo de las masas, su ánimo revolucionario y su preparación. No está de más señalar que la RGO, fue fundada en 1929 para competir con la Federación Sindical de Alemania o sindicatos libres. A fines de 1930 esta última contaba con  casi 5 millones de afiliados, mientras que la creada por el Partido Comunista, orientada por la política de sindicatos paralelos del stalinismo contaba con apenas 150.000. Un dato lapidario que daba la razón a la insistencia de Trotsky. Cabe decir algo más: Trotsky hablaba en un tono imperativo (hay que obligar) porque de eso dependía la suerte del proletariado alemán en las vísperas del aluvión nazi.  

Un aspecto central de la lucha política de Trotsky, que podemos hallar en  “¿Y Ahora?” es la relacionada con la unidad entre obreros ocupados y desocupados : “La crisis presente del capitalismo traza en el seno del proletariado la línea de separación más dolorosa y más peligrosa: lo divide en obreros ocupados y obreros en paro forzoso. El hecho de que seanlos reformistas los que dominen las obras y los comunistas entre los obreros parados, paraliza las dos partes del proletariado. Los obreros  que trabajan pueden esperar más tiempo ,mientras que los parados son más impacientes. Actualmente la impaciencia tiene un carácter  revolucionario. Pero si el Partido Comunista no sabe encontrar la forma y las consignas de lucha que puedan unir a los obreros que trabajan con los sin trabajo y abrir la posibilidad de la salida revolucionaria, la impaciencia de los sin trabajo se dirigirá inevitablemente  contra el Partido Comunista.”  Agregando una reflexión a modo de balance, que debe servir como  contribución a los socialistas revolucionarios del presente contexto histórico,  en especial en Argentina: “En 1917, a pesar de la política justa del Partido Bolchevique y del desarrollo rápido de la revolución, las capas del proletariado menos favorecido y más impaciente comenzaron entre septiembre y octubre a volver la espalda a los bolcheviques para acercarse a los sindicalistas  y anarquistas. Si la revolución de octubre no hubiese estallado a tiempo, la desmoralización  del proletariado hubiera adquirido un carácter agudo y hubiera conducido a la descomposición de la revolución. En Alemania no hay cuestión con los anarquistas; pueden ser reemplazados por los nacionalsocialistas que unen la demagogia anarquista con fines conscientemente reaccionarios.”  ¿Qué debe concluirse de las conclusiones del fundador de la IV Internacional? En primer lugar la reivindicación del trabajo político y organizativo entre los desocupados;  segundo,  la necesidad imperiosa de unir a obreros ocupados y desocupados sobre la base de un programa común. Y algo decisivo e imprescindible: sin esta unidad está cuestionado el triunfo de la clase obrera sobre el capital, con el agravante de que una franja de la clase obrera desocupada, puede ser ganada por la desesperación al fascismo.  Hay partidos en Argentina, cuya reivindicación del trotskismo se encuentra en este aspecto renga.  Tanto el PTS como Izquierda Socialista no consideran a los obreros desocupados organizados en  las organizaciones piqueteras como trabajadores, dejándole una franja fundamental del proletariado a las maniobras del estado y los partidos burgueses. Algo similar a la socialdemocracia alemana de la década del 30”. El papel del Movimiento piquetero en las luchas de los obreros desocupados ha sido relevante y hasta decisivo, como en el caso de las huelgas de los trabajadores del subte y del neumático, en los que los piquetes  contribuyeron a fortalecerlas y hasta impidieron la acción policial.  Y, tener presente el rol fundamental del movimiento piquetero en el estallido del argentinazo contra De la Rúa.  

Sobre la huelga general

Las huelgas  y la huelga general son tácticas cuya implementación merece un análisis concreto. No corresponde a los revolucionarios repetir la consigna de huelga general como un slogan abstracto, una expresión de deseos o un ultimátum a las masas, que estas pasarán por alto.  Trotsky fue muy agudo al criticar al Partido Comunista alemán durante el “tercer período cuando hablaban de “electrizar” a las masas con la finalidad de impulsarlas a la huelga, tomando como pretendido ejemplo el de los bolcheviques  antes de la revolución de 1905.

Trotsky señala : “Pero es que los obreros no tienen necesidad de que se los “electrice”. Lo que quieren es que se les dé una visión clara y que se les ayude a crear las premisas para un movimiento de masas.”  Y continúa ilustrando acerca de esa etapa histórica:

“En efecto, hubo un período  en que los mencheviques lucharon contra el “huelguismo”, mientras que los bocheviques, por el contrario se colocaron a la cabeza de cada nueva huelga que estallaba, atrayendo masas cada vez mayores al movimiento. Esta táctica correspondió a un periodo de nuevas capas de la clase obrera. Tal fue la táctica de los bolcheviques en 1905, durante la expansión industrial de los años que precedieron a la gran guerra y durante los primeros meses de la Revolución de febrero.”(¿Y ahora?) “Pero en el periodo que precedió a octubre, a partir de las jornadas de julio de 1917, la táctica de los bolcheviques tuvo un carácter completamente diferente: no impulsaban las huelgas, las frenaban, en cambio porque cada huelga importante tenía la tendencia a transformarse en un combate decisivo, cuando las premisas políticas no estaban todavía maduras.” “A pesar de todo, aun en estos meses, los bolcheviques  continuaron a la cabeza de las huelgas que estallaban, a pesar de sus advertencias, en las ramas más atrasadas de la industria (textil, cuero, pieles).

 “Si en determinadas condiciones los bolcheviques dirigían  con todo ardor las huelgas en interés de la revolución, bajo otras circunstancias contenían  a los obreros para que no fueran a la huelga, por el propio interés de la revolución. En esta cuestión  como en tantas otras no puede haber una receta preparada de antemano. Pero la estrategia de las huelgas de los bolcheviques respondía y formaba parte siempre, en cada periodo de la estrategia general y los obreros avanzados comprendían claramente a cada parte del todo”. (Idem ).   Trotsky   contemplaba en ese sentido la situación objetiva, el ánimo de la clase obrera, el nivel de desocupación existente,etc. Se ocupó minuciosamente de la situación de la clase obrera alemana en 1932.Decía. “Los obreros que trabajan no se oponen a la reducción de salarios, porque temen a los obreros sin trabajo. No tiene nada de sorprendente; con la presencia de varios millones  de obreros sin trabajo, la lucha huelguística, organizada sindicalmente, ha sido siempre desesperada. Y todavía más desesperada si existe un antagonismo entre los obreros que trabajan y los que están en paro forzoso. Esto no excluye la posibilidad de huelgas parciales ,sobre todo en las ramas de las industrias menos adelantadas y menos centralizadas. Pero esque son precisamente los obreros de las industrias más importantes los que en una situación  de esta clase están dispuestos a escuchar a los jefes reformistas. Las tentativas  del Partido Comunista de resolver la lucha huelguística sin cambiar la situación general en el seno del proletariado,  no conducen más que a pequeñas campañas de partidarios, que aun en el caso de éxito, quedan sin porvenir.”     Trotsky hará un esfuerzo para ilustrar con otros ejemplos  históricos que acción correspondía llevar adelante para superar los obstáculos planteados: “En ocasión  de la táctica de las jornadas de marzo de 1921 en Alemania (electrizar la minoría del proletariado en vez de conquistar la mayoría), el autor de estas líneas decía en el lll Congreso de la COMINTERN: “Cuando la mayoría aplastante de la clase obrera no comprende el movimiento, no simpatiza con él o duda del éxito, y cuando al mismo tiempo la minoría se lanza hacia adelante y ensaya por procedimientos  mecánicos hacer que los obreros se lancen a la  huelga, entonces esta pequeña minoría personificada por el partido puede chocar con la clase obrera y romperse la cabeza”. E interrogaba: ¿Es pues necesario renunciar a la lucha huelguística? No, no hay que renunciar, pero hay que crear para esta lucha premisas políticas y organizativas indispensables. Una de estas premisas es la unidad de las organizaciones sindicales.”   Este llamado lo hacia Trotsky, a sabiendas de la existencia del peligro fascista, y a pesar de la resistencia de la burocracia sindical de la socialdemocracia alemana a concretar esa unidad, afirmaba que el peligro que ella misma corría podía empujarla al frente único. Planteaba un método: “Sin una amplia campaña contrala vida cara, para la reducción de la semana de trabajo, contra la disminución de salarios, sin haber sabido llevar a esta lucha a los obreros sin trabajo mano a mano con los obreros que trabajan; sin la aplicación coronada por el éxito de la política de frente único, las huelgas improvisadas no despejarán el  largo camino del movimiento.” Y realizaba una afirmación en que relativizaba la posición de Rosa Luxemburgo referida a la huelga general: “Si Rosa Luxemburgo sobreestimó la importancia propia de la huelga general para la cuestión del poder ,ella comprendía muy bien que no se puede provocar arbitrariamente la huelga general, que esta debe estar preparada por toda la marcha anterior del movimiento obrero, por la políticadel partido y de los sindicatos”. Ni el Cordobazo, ni la huelga general de junio-julio de 1975,fueron el resultado del voluntarismo de ningún  partido, sino de la combinación de la maduración de la vanguardia obrera y del conjunto de las masas combinada con la crisis del capital, cuya expresión fue, en el Cordobazo, la supresión del sábado inglés y de las quitas zonales y la maduración especialmente de los obreros mecánicos, mientras que la huelga general del 75 combinó el ataque general a las masas (tarifazos, anulación de las paritarias) con la conquista de posiciones sindicales por parte del activismo antiburocrático, precedido por la gran huelga de Villa Constitución, proceso que dio lugar a las coordinadoras inter fabriles.  

En el mismo texto, Trotsky descartaba la huelga general como un recurso absoluto y también en  situaciones muy especiales: “La huelga general es un  medio de lucha muy importante, pero no un medio universal. Hay casos en que la huelga general puede debilitar a los obreros mucho más que su enemigo directo. La huelga debe ser un elemento muy importante de cálculo estratégico, y no un impulso en el cual  se ahoga toda estrategia”. Y luego resalta su importancia, no sin advertir los límites que tiene: “La huelga general se manifiesta como un medio de lucha particularmente eficaz cuando las masas trabajadoras no se mueven más que por la cólera revolucionaria; pero carece  de organizaciones y de un estado mayor de combate y por lo tanto no puede ni estimar por adelantado la relación de fuerzas ni  elaborar un plan de operación.”

Tan relativa es la consigna de huelga general, que no siempre los revolucionarios la llevaron adelante, ya que podía resultar un escollo a la estrategia general de la clase obrera. Trotsky en este texto hace referencia a un caso ejemplificador: “La marcha de Kornilov sobre Petrogrado, ni los bolcheviques ni los soviets en su totalidad soñaron  ni por un momento declarar la huelga general. Los obreros y los empleados  tenían que utilizar los ferrocarriles para el transporte de los ejércitos revolucionarios y para bloquear a las tropas kornilovianas. Las fábricas no dejaban de trabajar más  que en la medida en que los obreros  tenían que partir para el frente. Las empresas que proveían el frente revolucionario trabajaban con energía redoblada.” Y lo mismo ocurrió en la insurrección  de octubre. “Las fábricas y los regimientos estaban en su mayoría, la víspera de la insurrección, sometidos a la dirección bolchevique del soviet. Convocar a la huelga general a las fábricas  hubiera significado, en estas condiciones debilitarse a sí mismos y no debilitar al adversario.” Por eso, a pesar de la situación desesperante que atravesaba la clase obrera rusa debido a la inflación de esos días previos a julio, el partido bolchevique intervino para frenar cualquier intento huelguístico que pudiera precipitar la insurrección, tal como había ocurrido en la gran fábrica Putilov. En esas circunstancias, los anarquistas tenían un terreno fértil para estimular un levantamiento insurreccional prematuro que desembocaría en una derrota  (Historia de la revolución rusa) 

Y en relación a la situación particular que atravesaba Alemania a principios de 1932 fue muy minucioso.  “La huelga general significa, ante todo, aislar una ciudad de otra, un barrio de otro, y al mismo tiempo, una fábrica de otra.  Es pues, más difícil encontrar y reunir a los obreros que no trabajan. En estas condiciones, los fascistas, que no carecen de estado mayor, puedentener, gracias a la dirección centralizada, una cierta ventaja.” En otro párrafo señala: “La cuestión de las vías  de comunicación, por ejemplo, debe ser enfocada, no desde el punto de vista del “prestigio”  de la huelga general, que exige que todos paren,  sino desde el punto de vista de organizar el combate: ¿a quién y contra quien servirían las vías de comunicación  durante el conflicto? Y sacaba la siguiente conclusión práctica: “Hay pues, que prepararse, por consiguiente, no para la huelga general, sino para derrotar a los fascistas, lo cual significa: crear por todas partes bases de apoyo, brigadas de choque, reservas, estados mayores locales  y centros de dirección, con una buena ligazón entre ellos, y planes elementales de movilización”, dando como ejemplo a los obreros de Bluchsal y Klingental, y añade que la ventaja con la que contaba la clase obrera alemana eran sus sindicatos, clubes, etc, que la unificaban, más allá de la característica burocrática y reformista de su dirección socialdemócrata, y algo muy importante:  “el sistema de comités de defensa sobre la base del frente único podría provocar la huelga general con un éxito que se podría garantizar por adelantado”.

Rosa Luxemburgo también ha sido muy educativa en lo que hace a la huelga general. En un texto escrito en 1906 llamado “Huelga de masas, partido y sindicatos”, ajusta cuentas con el punto de vista anarquista: “Pues el modo de pensar anarquista es la especulación directa sobre “la gran hecatombe”, sobre la revolución social simplemente como característica externa y no esencial”. Para este modo de pensar lo que es esencial es una concepción abstracta y ahistórica de la huelga de masas, y de todas las condiciones en que  generalmente se libra la lucha proletaria. Para el anarquista existen solo dos cosas como supuestos materiales de sus especulaciones revolucionarias: primero la imaginación, y segundo, la buena voluntad y el coraje para rescatar a la humanidad del valle de lágrimas del capitalismo. A partir de la pura imaginación,  este modo de razonar, desde hace sesenta años,dio como resultado que se concibiera la huelga de masas, como el camino más breve, seguro y fácil  para saltar a un futuro social mejor”. “Lo fatal para el anarquismo siempre ha sido  que los métodos de lucha improvisados sobre la marcha, no solo toman  a las masas como convidados de piedra, es decir, terminan siendo puras utopías, sino que al no tener en cuenta en absoluto la despreciada  y fastidiosa realidad, es en esa fastidiosa realidad que, de puras especulaciones revolucionarias que eran en un principio, pasan a transformarse en un servicio práctico de ayuda a la reacción . Sobre la misma base de un enfoque abstracto y ahistórico hoy se encuentran  aquellos que quieren organizar  la próxima huelga de masas  en Alemania en un determinado día del calendario mediante una resolución de la dirección, así como aquéllos ,que al igual que quienes participaron del congreso de  Sindicatos de Colonia, quieren eliminar el problema de la huelga  de masas  mediante la prohibición de la propaganda”. Párrafos después señala una conclusión a partir de la experiencia rusa: “Por lo tanto, si algo nos enseña  la revolución rusa es que la huelga de masas no se “fabrica” artificialmente  de lanada, que no se propagandiza; es un fenómeno histórico que, en un momento dado, surge delas condiciones sociales  como una inevitable  necesidad histórica. Por lo tanto no se puede entender ni discutir el problema basándose en especulaciones abstractas sobre la posibilidad ola imposibilidad, sobre lo útil o lo perjudicial de la huelga de masas. Hay que examinar los factores y las condiciones sociales que originan la huelga de masas  en la etapa actual de la lucha de clases. En otras palabras, no se trata de la crítica subjetiva de la huelga de masas  desde la perspectiva de lo que sería deseable, sino que no se puede comprender y discutir el problema sino por medio de la investigación objetiva de las causas de la huelga de masas desde la perspectiva de la necesidad histórica”. Y va más allá, desafiante: “Si alguien se dedicara a hacer de la huelga de masas en general – como forma de acción proletaria- el objeto de una agitación metódica y fuera de casa en casa  solicitando apoyo para esta idea a fin de ganar gradualmente para ella a la clase obrera, resultaría una ocupación tan vana, inútil y absurda como lo sería  la de hacer una agitación especial alrededor de la revolución o de la                                                                                                                                                                                                                                                                        lucha de barricadas”. La polémica con el anarquismo instalada por Luxemburgo obedece además a que en un congreso de sindicatos de Colonia “quieren eliminar el problema de la huelga de masas  mediante “la prohibición de su propaganda”. Y ridiculiza tanto esa prohibición como el impulso en abstracto y sin las condiciones necesarias de maduración para llevarla adelante. Es decir, que aun prohibiéndose hablar de la huelga de masas, si la situación ha madurado desde el punto de vista objetivo y subjetivo, la norma prohibicionista será derogada por la acción histórica resuelta de las masas. Dicho esto, lo señalado por Rosa Luxemburgo, bien entendido, no implica que un partido revolucionario se abstenga de la agitación política en torno a la huelga general. Antes bien, esta agitación debe estar precedida de la caracterización sobre el momento político, el ataque a las condiciones materiales de vida de las masas, y particularmente a su estado de ánimo. Y esa agitación debe estar dirigida a la ruptura con la burocracia sindical que actúa como enemiga de los intereses de la clase obrera ,y a su organización independiente. Pero, es necesario insistir sobre lo dicho por Rosa Luxemburgo en nuestro contexto presente, en el sentido de que la agitación sobre la huelga general debe hallar un terreno fértil para su progreso y ejecución en el movimiento obrero. Las huelgas generales que ya hemos mencionado (Cordobazo, junio-julio de 1975) así como otras relevantes, tales como la  semana roja de 1909, la del centenario (1910) o la gran huelga de1936, no fueron lanzadas en cualquier situación. Quienes las encabezaron no lo hicieron haciendo abstracción de la combinación de factores objetivos y subjetivos para hacerlo. Por eso pudieron desenvolverse, con independencia de sus resultados. La situación presente en

Argentina, cuyo ingrediente central  está constituido por el ataque despiadado a las condiciones de existencia de las masas ocupadas y desocupadas, la salud, la educación pública ,el salario las jubilaciones, ha comenzado a tener una respuesta que cobra cada vez más masividad, y está provocando movimientos de lucha crecientes (Garrahan, Hospital Bonaparte ,Posadas, huelgas y ocupaciones de universidades, movilizaciones y plenarios  piqueteros),  pero también la conquista de centros de estudiantes por parte de la izquierda, como el del Joaquín V. Gonzalez de terciarios, así como la conquista de sindicatos docentes (UEPC en  Córdoba Capital y Rio IV, ADOSAC Santa Cruz), huelgas docentes como en Misiones, La Rioja, la huelga aeronáutica, etc. Se trata de un cuadro que presenta una progresiva y creciente maduración, que el Partido Obrero se empeña en promover y desenvolver, sobre la base de la caracterización de que la tendencia a la huelga general está  creciendo y hay que prepararla a partir de  las luchas y huelgas particulares en curso. Tiene una finalidad central que es FUERA MILEI, porque es el que concentra el poder del estado, y porque debe desenvolver el conjunto de las reivindicaciones en curso como respuesta a los ataques del gobierno de Milei, haciendo de ella una huelga política contra el poder estatal de la burguesía. En ese sentido es que debe dársele  formas organizativas consistentes en un congreso obrero que vaya preparando la dirección que la encabece. La función de esta consigna es contribuir a madurar y organizar la dirección que garantice y concrete la tendencia a la huelga y su triunfo.   La concepción marxista de la huelga de masas: convertirla en una huelga política por el poder de la clase obrera y la revolución socialista. 

(continúa la 2da parte en el próximo número de En Defensa del Marxismo)

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