Al finalizar la concentración del miércoles 2, luego de que Diputados aprobara la negrera ley laboral, usted le dijo a la concurrencia que "esto lo van a pagar en las urnas".
El motivo de esta carta abierta es, precisamente, pedirle que nos aclare lo que esto significa. ¿Ha querido usted decir, acaso, que la salida contra estos atropellos es votar en el 99 a la Alianza?
Pero la Alianza es, en lo que respecta al movimiento obrero, lo mismo o peor que Menem. La mayor parte de la Alianza, y en especial del Frepaso, intentó que no se formara quórum para tratar la ley negrera, porque están en contra, al igual que Techint y la UIA, de la eliminación de algunas variantes del contrato basura y porque son partidarios de la atomización de los sindicatos. Si hubiera sido por ellos, la ley negrera habría sido todavía peor.
¿Es necesario acaso que le recordemos que la Alianza va a dar su participación y su voto al proyecto de ley impositiva de Menem? ¿Que quiere sustituir el aporte a las Cajas de jubilación que todavía realizan algunas patronales, por mayores impuestos al consumo que pagarán los trabajadores? ¿Que esta ley impositiva, además, significará aumentar la carga de los impuestos al consumo en las provincias?
La Alianza no le oculta a nadie que pretende gobernar para la oligarquía, ni tampoco oculta que su intención es que los trabajadores paguemos la crisis mundial capitalista. Fernández Meijide fue tan franca recientemente, que hasta abogó por la liquidación del Estatuto del Docente como lo reclama el Banco Mundial. Pertenece ya a la historia la adhesión de Alvarez a la ley de convertibilidad que ata la economía argentina a los intereses de la especulación capitalista internacional.
Por un partido de la clase obrera
No, ningún diputado negrero va "a pagar" nada si los trabajadores lo castigamos votando a la Alianza. Ocurrirá exactamente lo contrario: seremos los trabajadores los que recibiremos una gran paliza si, como en el 89 y en el 95, volvemos a votar por nuestros verdugos.
Moyano: el motivo de la presente carta, así como las consideraciones anteriores, es que su planteo signifique una mínima posibilidad de que usted pueda estar pensando en presentar candidatos de la clase obrera en todo el país. Esto sí que haría "pagar" caro a los negreros que votaron la ley laboral y tantas otras leyes antiobreras, como a sus cómplices que fingen oponerse. Esto significaría un paso revolucionario para nuestro sindicalismo, porque por fin habría roto políticamente con los partidos patronales.
Si no se da este paso, el movimiento obrero oficial corre el riesgo de dividirse todavía más. Porque aunque usted habla de castigar al justicialismo y sus aliados y deja entrever que apoyaría a la Alianza, los diarios informan que Palacios, el máximo dirigente de UTA, que co-dirige con usted el MTA, estaría apoyando la precandidatura del ministro de Gobierno de Duhalde, a la gobernación de la provincia de Buenos Aires. La precandidatura de Bancalari ya está arreando a toda una tropa de autodenominados combativos, que arriman de este modo a la candidatura del propio Duhalde. Creemos firmemente que quienes apoyen a Duhalde o a la Alianza quedarán condenados a permanecer en la prehistoria de las peores derrotas obreras.
Por un plan de lucha
Para impulsar una alternativa de candidatos obreros es necesario también un enérgico plan de lucha, para que la crisis la paguen los capitalistas. Es necesario señalar rotundamente, en este sentido, que la política seguida por el MTA, la CTA y la CCC frente a la ley laboral ha concluido en un enorme fracaso, porque puso la colosal fuerza del movimiento obrero detrás de la absurda posibilidad de que los patrones se fueran a perder una oportunidad de superexplotación por una cuestión de quórum. ¿No es este fracaso una buena lección para concluir que no hay salida en el campo patronal y que hay que estructurar una fuerza obrera independiente?
Para enfrentar la crisis mundial, Roque Fernández acaba de postergar la cancelación de las deudas del Estado con los jubilados. Los pulpos automotrices están suspendiendo y van a despedir. El Congreso va a incrementar los impuestos al consumo. Para que los capitales no se vayan, están aumentando los intereses. Si no queremos esta solución (¡y no la queremos!) necesitamos una fuerza política de la clase obrera. Aliancistas y duhaldistas están, en ésta como en crisis pasadas, en la vereda de enfrente.
Por nuestro programa
Que la crisis la paguen ellos, por supuesto! Que se abran las cuentas de monopolios y bancos para impedir que saquen plata del país; para impedir que especulen contra el bolsillo del pueblo; para darles una orientación popular a la producción y a la economía nacionales. ¡Control obrero!
Que se aumenten los salarios y las jubilaciones y se repartan las horas de trabajo disponibles para que no quede ningún desocupado.
Que se ponga fin al pago de la deuda externa, para evitar la bancarrota nacional.
Paremos la sangría que los Fondos de Pensión están haciendo con nuestros aportes y que ya nos ha provocado una pérdida de dos mil millones de pesos. Por una jubilación financiada por los patrones, estatal, bajo el control de obreros y jubilados.
Por un plan político y económico de los trabajadores elaborado por un congreso de delegados obreros.
Para enfrentar en serio la crisis mundial y las tentativas inevitables de los capitalistas de descargarla contra el pueblo, levantemos las alambradas que separan a las naciones de América Latina y propongamos a sus pueblos y organizaciones de masas la inmediata unidad política de nuestros países.
Para realizar estos anhelos, que pondrán fin a tanto sufrimiento y miseria, es necesario dar un paso de una sencillez extraordinaria: romper con los partidos patronales, romper con la obediencia al explotador, romper con la superstición que dice que los políticos patronales saben más, romper con los burócratas sindicales que quieren que sigamos atados a los capitalistas.