Hacia el Congreso Internacional de abril próximo en Buenos Aires
"La crisis histórica de la humanidad se reduce a la crisis de la dirección revolucionaria" (Programa de Transición, León Trotsky)
A 65 años de aquel septiembre de 1938, fecha de adopción del Programa de Transición, si bien en una situación en diversos aspectos muy diferente, la crisis de dirección del proletariado está lejos de haber sido resuelta.
Contra cualquier ilusión reformista o movimientista, ésta, a nuestro parecer, es, ayer como hoy, la cuestión decisiva; es la lección de la cual ningún revolucionario puede apartarse: una dirección revolucionaria es necesaria no sólo porque el movimiento comunista se construyó desde sus orígenes, con la Liga de los Comunistas de Marx y Engels, como un movimiento internacional organizado. Sino sobre todo porque el capitalismo mundial y su crisis vuelven a ofrecer a la humanidad todo lo peor del siglo precedente: miseria, guerras, racismo, reacción, devastación ambiental. Cada vieja ilusión reformista es por lo tanto negada desde la raíz por las condiciones objetivas de escenario mundial. Sólo una revolución socialista internacional que reoriente la producción y los recursos naturales bajo el control consciente de las masas laboriosas puede liberar a la humanidad de la barbarie, abrir un nuevo horizonte, ofrecer un futuro digno a las nuevas generaciones.
Aunque si bien, por un lado, el continuo derrotero de fracasos y desastres del capitalismo ha producido en estos años reacciones espontáneas que frecuentemente se han colocado en un terreno más avanzado en relación a aquel que las diferentes burocracias han tratado de imponer; y, por otro, hoy tanto la socialdemocracia como el stalinismo (y el nacionalismo burgués en los países dependientes) no tienen ciertamente la capacidad de control de las masas de antaño, el elemento esencial que ha llevado a todos los movimientos a la derrota, si bien con modalidades diversas, ha sido la ausencia o la debilidad del factor consciente: una dirección revolucionaria internacional que sepa trabajar en el corazón de la joven generación para desarrollar su conciencia política. Contrastar las viejas y nuevas direcciones es, por lo tanto, luchar por la hegemonía de un programa revolucionario mundial.
La Refundación del Partido Mundial de la revolución socialista es el deber, tan difícil como necesario, al que son llamados los marxistas revolucionarios de todo el mundo: sin Internacional, con un "sucedáneo" (quizás centrista) de Internacional, se condenan las mejores energías, en particular de la joven y la muy joven generaciones, protagonistas de las movilizaciones de los últimos años, al enésimo fracaso sin gloria.
En esta tarea los marxistas revolucionarios no parten de cero.
Creemos que la refundación de la Internacional revolucionaria significa hoy la Refundación de la Cuarta Internacional; porque no hay refundación de una internacional revolucionaria sino sobre la base programática del marxismo revolucionario.
Los principios de independencia de clase del movimiento obrero de cada gobierno burgués, de la vinculación constante entre los objetivos inmediatos y los fines generales, de la dictadura del proletariado como poder de los consejos, han marcado el hilo rojo del marxismo a través del pensamiento y la política de Marx, de Engels y de Lenin.
La Oposición de izquierda liderada por Trotsky y la IV Internacional de los orígenes han defendido y desarrollado el programa contra la socialdemocracia y el stalinismo, sufriendo por esto la persecución conjunta de la burguesía y de la burocracia staliniana.
Hoy sólo la recuperación y la reactualización de aquel patrimonio programático puede relanzar el futuro del comunismo como movimiento revolucionario internacional. A la inversa, por fuera y contra la recuperación de aquellos fundamentos, cualquier intento de refundación está destinado a volver a recorrer senderos ya utilizados y fracasados.
En este sentido al refundación de la Internacional Comunista es, programáticamente, la refundación de la IV Internacional. No se trata de la celebración religiosa de la "infalibilidad" de Trotsky. Se trata, en cambio, del reagrupamiento político alrededor de los principios marxistas revolucionarios, de la vanguardia de clase internacional, de todas las fuerzas y tendencias de vanguardia que, más allá de las diversas procedencias, estarán en condiciones de converger en el programa de la revolución.
No es por lo tanto una idealización del "movimiento trotskista", en realidad atravesado en la larga historia de la posguerra por un proceso de fragmentaciones organizativas y desviaciones políticas (hoy por ejemplo expresadas con el ingreso en el gobierno de Lula de la tendencia brasileña del Secretariado Unificado), sino una real recomposición revolucionaria de clase capaz de capitalizar la crisis profunda de las viejas fuerzas reformistas y centristas y de responder a la exigencia decisiva de una nueva dirección internacional.
Durante diversos años las organizaciones firmantes de la declaración que reproducimos en estas páginas (1) han lanzado una campaña internacional por la Refundación de la Cuarta Internacional. Hoy el Movimiento por la Refundación de la Cuarta Internacional (MRCI) no es más una simple expresión de deseos, sino una realidad: un sujeto político internacional que, más allá de sus límites, hoy mismo trabaja en diferentes países y a escala mundial en pos de este ambicioso proyecto.
En América Latina (por ejemplo, que se vea el resultado positivo del Partido Obrero en las elecciones locales con picos extraordinarios del 10-12% en la región de Salta en el norte de Argentina), en Europa occidental y Oriental, en los Estados Unidos, en Medio Oriente y en Asia, esta presencia vive y este trabajo ya ha comenzado.
La Asociación Marxista Revolucionaria Proyecto Comunista adhiere al Movimiento por la refundación de la IV Internacional, llevando consigo el bagaje de su propia experiencia y posiciones, y se propone construir alrededor de éste el más amplio reagrupamiento de comunistas revolucionarios italianos.
El Congreso de delegados marxistas revolucionarios, que se llevará a cabo en Buenos Aires en la primavera (boreal, N del T.) del 2004, no es sólo el registro de este importante paso adelante en la construcción de una tendencia marxista revolucionaria consecuente. Ni quiere ser la consagración sectaria como un fin en sí mismo del MRCI, que por el contrario sufre inevitablemente los límites producidos por de la sustancial ausencia por 50 años de una dirección política marxista revolucionaria internacional. Tampoco es un "atajo" que, evitando el reagrupamiento revolucionario, caiga en estériles tentaciones autoproclamatorias. El Congreso, por el contrario, pretende, por un lado, relanzar el sendero difícil, pero necesario, del reagrupamiento revolucionario; y por otro contribuir a incidir de una manera mayor en la lucha de clases actual.
Por esto sobre la base de los principios políticos señalados (actualidad de la dictadura del proletariado, rechazo de la colaboración de clases, actualidad del programa de transición y de su método, necesidad de la revolución política en los estados obreros degenerados) el MRCI convoca a los militantes de vanguardia y a las organizaciones revolucionarias de todo el mundo a construir juntos el partido mundial de la revolución socialista: es decir la IV Internacional Refundada.
1. "Llamamiento a un Congreso Mundial por la Refundación de la IV Internacional" (Resolución del Comité de Coordinación del Movimiento por la Refundación de la IV Internacional), aprobado en Atenas, junio de 2003. Ha sido reproducido en En Defensa del Marxismo, N° 31, agosto de 2003.