En la crítica del POR de Bolivia al Partido Obrero1 (en respuesta a un artículo nuestro2 ), el articulista enuncia una palabra prohibida en el léxico porista: “ultimatismo”. Aunque parezca mentira, se trata de un término tabú: precisamente porque caracteriza, por lo menos, los últimos cuarenta años del POR. Un psicólogo podría decir que al admitir la palabra, la nueva generación del POR está intentando encontrar una salida.
Desde el inicio de la etapa actual (las rebeliones del agua de fines de los ’90 y la insurrección de octubre de 2003), el POR ha sido incapaz de levantar un programa de transición y se ha limitado a contraponer un objetivo estratégico – la dictadura del proletariado– a las acciones de las masas y a las circunstancias políticas en su conjunto. En realidad, en las últimas cuatro décadas ha embadurnado las paredes de Bolivia, día tras día, con una consigna invariable: “insurrección y dictadura proletarias”. Semejante conducta constituye no ya ‘ultimatismo’ sino la caricatura del ‘ultimatismo’.
A partir de 2005, cuando el MAS desplazó a las impotentes corrientes de izquierda y a la dirección de la central obrera de la atención y el interés populares, se fueron desarrollando fuertes ilusiones en Evo Morales de parte de las masas campesinas e indígenas urbanas, cuya culminación fue la victoria del MAS a principios de 2006. En estas condiciones, nuestro partido planteó un conjunto de reivindicaciones transicionales, como “Fuera la oligarquía fascista de la Constituyente, expropiación de los latifundios, nacionalización sin pago de los hidrocarburos, Asambleas Populares”, mientras el POR recurría a su eufemismo apolillado: “las masas superarán sus ilusiones y se ‘elevarán’ (¡!) al programa revolucionario”. El POR, por medio de la propaganda, debía esperar dulcemente a que se produjera esa ‘elevación’. En realidad, las masas no tienen que ascender a ningún lado, deben progresar por medio de la lucha; la acción política del partido revolucionario debe consistir en intervenir con consignas concretas en cada etapa de la lucha para conquistarlas para la dictadura del proletariado. Una de las mayores lecciones que dejó Trotsky fue la siguiente: “La historia puede saltar etapas, pero el partido no puede saltar las diversas etapas de la evolución de la consciencia obrera”.3
Desde hace cincuenta y nueve años, con una sola interrupción el POR ha llamado a votar nulo, en blanco o abstenerse en nombre de la “inviabilidad de la democracia burguesa” o de la “caducidad histórica del parlamentarismo”4 . Lenin advertía brutalmente sobre estas posiciones: “El parlamentarismo ‘ha caducado históricamente’. Esto es cierto desde el punto de vista de la propaganda. Pero nadie ignora que de ahí a su superación práctica hay una distancia inmensa… En efecto, ¿cómo se puede decir que el parlamentarismo ‘ha caducado políticamente’ si millones y legiones de proletarios son todavía, no sólo partidarios del parlamentarismo en general, sino incluso francamente ‘contrarrevolucionarios’?…”.5
El ultimátum como política es la negación de lo que León Trotsky consideró la tarea estratégica de este período, consistente en superar la contradicción entre la madurez de las condiciones objetivas de la revolución y la falta de madurez del proletariado y de su vanguardia, caracterizada por “la confusión y descorazonamiento de la vieja dirección (y la) falta de experiencia de la joven”. Para superar esta contradicción, para tender un puente entre los reclamos de la lucha cotidiana y el programa de la revolución socialista, se plantea “un sistema de reivindicaciones transitorias, partiendo de las condiciones actuales y de la conciencia actual de amplias capas de la clase obrera y conduciendo invariablemente a una sola y misma conclusión: la conquista del poder por el proletariado”.6
Por este mismo análisis, “es imposible rechazar pura y simplemente el programa democrático”; consignas como la de Asamblea Nacional Constituyente deben ir indisolublemente ligadas “a las tareas de la emancipación nacional y la reforma agraria”, oponiendo a los obreros a la burguesía ‘nacional’ y en la comprensión de que “a una cierta etapa de la movilización de las masas bajo las consignas de la democracia revolucionaria, los soviets pueden y deben surgir”.7
El POR y Lenin
En lugar de aguardar la “elevación” de las masas al programa revolucionario, un partido revolucionario participa en todas las fases de la lucha y de desarrollo de la consciencia de clase con un sistema de consignas transitorias que correspondan a cada etapa del desarrollo político.
Plantear – frente a las características diversas que asume la confrontación política contra el Estado y los partidos patronales, de acuerdo con las particularidades concretas que esta lucha adquiere en cada caso– el ultimátum de “nuestro programa o nada” es descender al nivel de una secta propagandística.
“¿No convendría que las aclamaciones entusiastas al poder de los soviets y a los bolcheviques fueran acompañadas con mayor frecuencia por un serio análisis de las causas que permitieron a los bolcheviques forjar la disciplina que necesita el proletariado revolucionario?”, se preguntaba Lenin en 1920.8 Su respuesta es un mazazo contra el ultimatismo: sostendrá que la verdadera originalidad del bolchevismo es que en un período relativamente breve, “sin parangón en el mundo por su riqueza de experiencias” intervino en todas las fases del movimiento de lucha: legal e ilegal, clandestino y abierto, de propaganda en los círculos y entre las masas, parlamentario y terrorista. Es decir: tuvo en cuenta (y agotó) todas las etapas que el proletariado tuvo que recorrer, entroncando su intervención con las características del Estado y el gobierno y las propias peculiaridades de la clase obrera rusa. El bolchevismo construyó un partido obrero defendiendo una organización conspirativa fuertemente centralizada, en un período de legalidad y libertades del movimiento obrero de Europa, no sometido al zarismo (“innovó” en este aspecto) y aunque refutó (en la práctica) la tesis de que el partido obrero sólo se construye en la legalidad, planteó siempre la conquista de la libertad política como un factor fundamental y aún decisivo para la educación en gran escala de los obreros y los explotados.
Las ilusiones democráticas
Dice el POR: “es mentira que el POR boliviano no haya analizado las expectativas que generaba en las masas la asunción de Evo Morales. Ha dedicado gran parte de su prensa a combatir las ilusiones democráticas, como le cabe a cualquier organización revolucionaria”.9
Efectivamente, quien lea el periódico Masas (www.por-bolivia. galeon.com) podrá encontrar una serie de denuncias, muchas de ellas correctas, sobre los límites insalvables del nacionalismo pequeño burgués indigenista. Pero se trata sólo de una política propagandística que contrapone abstractamente al periódico Masas con la actividad de las masas. El ‘ultimatismo’, precisamente.
Pero no sólo esto.
Las ilusiones democráticas tienen un carácter contradictorio: algunas son paralizantes, otras son un factor de impulso. Es necesario distinguir siempre lo que esas ilusiones tienen de progresivo para que puedan ser agotadas, no desde la contemplación sino por medio de la acción práctica. Las reivindicaciones de transición tienen precisamente la función de plantear una base programática firme para la intervención del partido en cada etapa de la lucha, o sea de la situación política y del estadio de conciencia de las masas. En ciertas circunstancias, la Asamblea Constituyente tiene este carácter y ni qué decir la intervención en ella. El programa de transición dice claramente que sobre la base de la reivindicación constitucional los soviets pueden y deben surgir. El POR es inmune a esta elaboración dialéctica: lucha por la dictadura del proletariado.
Pero hay más.
“Esto tendrá por de pronto una importancia decisiva en lo que concierne al campesinado – dice León Trotsky. Éste no puede acordar al proletariado su confianza a priori, aceptando como fianza verbal la dictadura del proletariado. Siendo el campesinado una clase numerosa y oprimida ve inevitablemente, en una cierta etapa, en la consigna democrática la posibilidad de dar preponderancia a los oprimidos sobre los opresores. El campesinado unirá inevitablemente la consigna de la democracia política al reparto radical de las tierras. El proletariado asume abiertamente el apoyo de esas dos reivindicaciones. En el momento oportuno los comunistas explicarán a la vanguardia proletaria por qué camino esas reivindicaciones pueden ser realizadas echando la simiente del sistema soviético futuro”.10
¿España 1930 o Bolivia 2003?
Las masas en Bolivia creyeron en su momento que podían expulsar a la oligarquía y concretar sus aspiraciones a la tierra mediante la Asamblea Constituyente. ¿Cuál es entonces la conducta a seguir? ¿Pontificar que la Asamblea culminaría en un fiasco para estas aspiraciones y esperar a que agotaran su experiencia por sí solas, y “se elevaran” hacia el programa de la dictadura del proletariado? ¿O actuar, para que las masas luchen en función de sus aspiraciones, choquen con la Constituyente y aprendan que lograrán la tierra sólo con los “soviets” o las Asambleas Populares?
Esta última política fue la que planteó el PO: “Evo Morales ya ha dicho que convocaría a la Asamblea Constituyente para resolver la cuestión de la soberanía energética y de las autonomías. Sin embargo, para que esta Constituyente pueda convocarse en una perspectiva revolucionaria sería necesario, en primer lugar, que el gobierno que la convoca tome de inmediato medidas revolucionarias – como nacionalizar realmente el petróleo, reestatizar la previsión social (‘capitalización’), aumentar salarios y jubilaciones, establecer un salario mínimo igual al costo de la canasta familiar, recuperar el servicio de agua. Como el MAS no tiene la menor intención de ejercer su mandato de este modo, la Constituyente podría servir para estrangular el proceso revolucionario. En cualquier caso, debemos criticar que se espere a la Constituyente para tomar medidas de confiscación de los pulpos y el control obrero, y sobre esta base preparar a las masas, mediante la agitación y organización, para actuar frente a una próxima Constituyente”.11
Es interesante apreciar la absoluta ausencia política del POR frente a los sucesivos desgarramientos que se procesaron en torno a la Constituyente, y de los cuales Masas fungió solamente como un cronista que además no entiende lo que relata. Veamos. “Una última reunión de ayllus y markas de las zonas altas del Departamento de Cochabamba han resuelto condenar a la Constituyente por su incapacidad para responder a las aspiraciones de los pueblos originarios, han exigido a sus constituyentes hacerse presentes en las bases para rendir cuenta de su trabajo en Sucre…”12 ¡Que los constituyentes bajen a rendir cuenta no es la dictadura del proletariado, es el proceso práctico de superación de la experiencia de la Constituyente pactada entre el MAS y la derecha! La consigna de los indígenas cochabambinos no es la del POR; la primera, “que bajen” es revolucionaria; la dictadura del POR es un saludo a la bandera.
Otra, relata Masas: “la tendencia a hacer concesiones, cada vez más francas, empieza a provocar fisuras entre los aliados del MAS. Los representantes del Cidob y del Conamac (Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia y Consejo Nacional de Ayllus y Markas de Qollasus y, ambas organizaciones campesinas) han expresado públicamente su decisión de alejarse del MAS porque se sienten engañados y traicionados por su aliado principal… sobre todo cuando se trata del problema de la tierra y de su representación política”.13 Pero “la tierra” y “la representación” política no son ni socialistas (tierra) ni dictadura del proletariado (representación en la Constituyente). Pero lo fundamental es que Masas no puede decir una palabra de que los campesinos hubieran llegado a esas conclusiones como consecuencia de las consignas o políticas del POR.
El propósito de los revolucionarios no es “torcer a la izquierda” a la Constituyente, sino desenmascararla frente a los campesinos, a los indígenas y a los trabajadores, abreviando el aprendizaje político de éstos y afirmando el liderazgo de la clase obrera. Pero no hay liderazgo posible de las más amplias masas sin desenvolver audazmente y hasta el fin, junto a las reivindicaciones de clase, las reivindicaciones democráticas.
El POR considera a la Asamblea Constituyente en Bolivia como el producto de una maniobra, eslabón de una política consciente de desvío de las masas.“Recordamos que en las jornadas de mayo/junio de 2005 la consigna del MAS de 50 por ciento de regalías había sido rechazada por las masas y su caudillo Evo Morales rechiflado por su posición timorata. Sin embargo el poder burgués logró salir del atolladero con el adelantamiento de las elecciones y el compromiso de convocar a la Constituyente y el referéndum autonómico vinculante”.14 Es la mitad de la verdad. La política de maniobras de la burguesía incluyó la convocatoria a una Asamblea Constituyente, pero ésta era reclamada por vastos sectores oprimidos que querían ver inscriptas en la estructura del Estado reivindicaciones de características indigenistas, agrarias o antiimperialistas, desde mucho antes que Evo Morales y el MAS se convirtieran en grandes protagonistas de la situación política: en 1996 la Marcha por la Dignidad y el Territorio tuvo tres reclamos principales: tierra y derechos culturales para los pueblos indígenas de las tierras bajas, Asamblea Constituyente; en 2000, con el inicio de las grandes movilizaciones por la “Guerra del Agua” y los bloqueos campesinos, estos reclamos se extendieron al movimiento indígena de las tierras altas y a los sectores afincados en las ciudades. Fueron, finalmente, junto al reclamo contra el saqueo del gas, las consignas motoras de la insurrección de 2003 y parte de la agenda pendiente que dejó el proceso revolucionario.
Por estas razones, la convocatoria a la Asamblea Constituyente fue un capítulo de la crisis política y abrió una situación peculiar. “Aunque la Asamblea sería convocada dentro del cuadro legal vigente, la consagración plebiscitaria de Evo Morales en la elección de diciembre pasado (2005) dejaba la posibilidad de que la Constituyente fuera efectivamente soberana en su capacidad de decisión política, con referencia a la oposición de la oligarquía de Santa Cruz y de los monopolios internacionales de los hidrocarburos. Admitidas todas sus limitaciones, esta Constituyente apuntaba a convertirse en un foro nacional obligado, en el cual confrontarían los planteos de los mas diversas clases y partidos”.15 No es que la Asamblea Constituyente dio “todo lo que podía dar”. El MAS y la derecha se dieron a la tarea de vaciar sistemáticamente a la Asamblea y quitarle todo rasgo de soberanía política, y tuvieron para esta faena sucia el auxilio del POR, que se limitó a proclamar las “verdades reveladas”.
En el inicio de la Asamblea, la única política del POR frente a la Constituyente fue denunciar su carácter reaccionario y llamar a “destruir la gran propiedad privada burguesa nativa e imperialista e instaurar la propiedad social sobre los medios de producción”. Un año y medio después, en agosto de 2007, sin variar un ápice sus consignas, dio por cancelado el proceso político de la Constituyente – “Réquiem para la Constituyente”, se llama el artículo– que, sostuvo,“nació como una farsa montada por los burgueses derechistas y reformistas y no podía ser otra cosa que un circo de comediantes politiqueros”.16
Qué gobierno es el MAS
“Rath se espanta por la caracterización del POR de Bolivia de que el gobierno del MAS es ‘gobierno burgués… lacayo del capitalismo mundial, del imperialismo’, dice Masas. “¿Será tal vez un gobierno obrero y campesino?…”. 17 Sorprende la mediocridad del planteo: ¿entre los gobiernos lacayos y el gobierno obrero no existen variedades infinitas de gobiernos burgueses y pequeño burgueses? ¿Entre los gobiernos de la Rosca boliviana hasta mediados de los ’30 o entre el ’46 y el ’52, no hubo ninguna otra variedad de gobiernos burgueses y pequeño burgueses – por ejemplo el de los generales Ovando y Torres, este último apoyado por Asamblea Popular y el POR?
Caracterizar al gobierno del MAS como un gobierno burgués ‘a la Sánchez de Losada’ raya en la estupidez. Revela una monumental ignorancia del marxismo renunciar a explicar los choques entre la Media Luna y el MAS con términos de un conflicto de clases. ¿O acaso se pelean por el puesto de Miss Universo?
El gobierno del MAS es un gobierno pequeño burgués indígena nacionalista, su régimen político combina rasgos de parlamentarismo y bonapartismo; el Estado que conduce tiene también características transitorias – entre la nueva burocracia del Altiplano y las clases terratenientes y los monopolios internacionales en el Oriente. Bolivia se encuentra en una transición histórica entre el imperialismo, de un lado; y la revolución obrera-campesina, del otro. Los definiciones sumarias del POR son incapaces de recoger la convulsión política sin precedentes de Bolivia en la última década y media.
Pero hay más. El gobierno del MAS es un producto deformado (contrarrevolucionario) de la insurrección de 2003. El MAS llegó al poder porque canalizó a las masas hacia una salida electoral, pactando con Mesa (y Kirchner, Lula y Bush) desde 2003 a 2005, y desbaratando el complot de Mesa y la derecha, en Sucre, a mediados de 2005.Todo esto mientras la izquierda y el POR estaban papando moscas en una competencia de radicalismo verbal.
El gobierno del MAS es el resultado de un compromiso con el imperialismo: el MAS mostró capacidad para domesticar la insurrección popular y el imperialismo fracasó en dictar su propia salida a la crisis revolucionaria. No es necesario esperar a la apertura de los archivos del Departamento de Estado, dentro de veinte años, para apreciar que las elecciones del 18 de diciembre de 2005 fueron expresión, por un lado, del desvío de la tendencia insurreccional del pueblo; y por otro, de la impotencia del imperialismo para imponer una salida propia.
“Votemos a Evo Morales y al MAS”
Las elecciones de 2005, en cuanto tales, fueron una confrontación deformada entre la pequeña burguesía campesino-indígena y la oligarquía. Las masas pusieron sus ilusiones en dos cosas: 1) derrotar a la oligarquía y 2) refundar Bolivia. La primera ilusión era altamente progresista; la segunda, no, y hasta podía convertirse en reaccionaria. En estas circunstancias de choque social y político, el Partido Obrero llamó a derrotar a la oligarquía, denunciando los límites insalvables de la Constituyente fundacional y el carácter conscientemente contrarrevolucionario (contener a las masas) de la dirección del MAS, y proponiendo un programa de reivindicaciones agrarias, democráticas y socialistas, y llamando a formar Asambleas Populares. El POR hizo lo de siempre, dijo: “no fumo”, “voto en blanco”. Si las masas no ‘se elevan’ al ‘programa’, que se jodan.
Señalamos entonces: “En el choque (…) entre la candidatura del MAS y el imperialismo y la oligarquía local, la única posición revolucionaria admisible es del lado del MAS contra el imperialismo, pero no con la política o la estrategia del MAS sino con una política y una estrategia realmente antiimperialistas (…) Ante la amenaza de que esta victoria sea desconocida por medio de fraudes o golpes, llamamos al armamento de los trabajadores para defender el resultado electoral”. 18
Al mismo tiempo, denunciamos el programa y los objetivos del MAS: “García Linera postula un capitalismo ‘andino’, lo cual es un contrasentido, porque anticipa que no pretende alcanzar al capitalismo desarrollado, pero tampoco escapar a la presión que éste ejerce por su monopolio mundial (…) Todo sumado, la arquitectura teórica de García Linera (o sea, el programa del MAS) apunta a justificar el abandono de la nacionalización del petróleo por una renegociación de los contratos con los pulpos petroleros (…) El confuso programa del MAS es la expresión de su impasse política, o sea de la pretensión de amalgamar las violentas contradicciones sociales del país”.19
Planteamos votar a Morales con un programa de movilización antiimperialista independiente: “Al ‘capitalismo andino’ del MAS hay que oponerle la confiscación de los pulpos petroleros y la gestión obrera de la industria; no la articulación del precapitalismo con el capital extranjero sino la asociación de las economías precapitalistas a través de un plan único articulado por un gobierno de trabajadores. En oposición al autonomismo, que en las presentes circunstancias sirve incluso a las pretensiones de las oligarquías petroleras, debería reivindicarse la formación de gobiernos locales y departamentales de obreros y campesinos”.20
de la industria; no la articulación del precapitalismo con el capital extranjero sino la asociación de las economías precapitalistas a través de un plan único articulado por un gobierno de trabajadores. En oposición al autonomismo, que en las presentes circunstancias sirve incluso a las pretensiones de las oligarquías petroleras, debería reivindicarse la formación de gobiernos locales y departamentales de obreros y campesinos”.20
¿Qué hizo el POR? Llamó a votar en blanco en nombre de la “dictadura del proletariado”.
La política de desvío de la insurrección popular llevada adelante por el MAS fue posible por la política de la izquierda, incluido el POR, que fue absolutamente incapaz de plantear la organización del derrocamiento del gobierno de Sánchez de Losada y la toma del poder. Con las masas insurrectas, el ejército fracturado y la política del Departamento de Estado (sostener al presidente “gringo” a cualquier costo) en ruinas, el POR (y el resto de la izquierda) fue un cero a la izquierda. Es notable que a la hora de defender su política en estos momentos cruciales el POR señale que “basta mirar algunas decenas de periódicos del POR… para ver cómo se planteaba la lucha por el poder”… en el periódico.
La revolución boliviana no fue un episodio que se gestó en 48 horas, tuvo un largo período de preparación y de intervenciones recurrentes y excepcionales de las masas – como la “guerra del agua”, hasta un punto que alcanza un nivel sin precedentes en octubre de 2003 y plantea la cuestión de la toma del poder como un problema inmediato y práctico. “Nuestro” Argentinazo estuvo varios pasos atrás del proceso político boliviano que coloca en un momento en debate quién gobierna, si las masas insurrectas o el poder oficial.
En Bolivia, debe volver a insistirse, uno de los polos del actual escenario político está conformado por el campesinado de las comunidades, el campesinado que ha emigrado a las ciudades y los obreros que se han reconvertido a la actividad agraria. Una situación original, que no es frecuente en la historia y que ha colocado a esta masa campesino indígena como protagonista político principal de las ciudades, desplazando al proletariado y a la pequeña burguesía.
¿Tiene importancia esta caracterización? El reconocimiento de que el nacionalismo campesino indígena es uno de los polos de la situación histórica (el más importante, desde el momento que agrupa a la mayoría del pueblo y, además, se encuentra en el gobierno) es el punto de partida insoslayable para los socialistas que se identifican con la estrategia de la revolución permanente, que plantea que las tareas agrarias, democráticas y nacionales sólo pueden se resueltas por la dictadura del proletariado. Más en concreto: en Bolivia se está desenvolviendo una rebelión agraria y nacional que crea la oportunidad histórica para que el proletariado minoritario de la nación atrasada se ponga a la cabeza de la revolución democrática y la convierta en socialista.
Nada de esto conmueve al POR.
El pez por la boca muere
En un reportaje a Guillermo Lora, el periodista pregunta: “El MAS es fruto de octubre de 2003, ¿usted, como bolchevique, no advirtió entonces una etapa prerrevolucionaria?”. El dirigente del POR responde: “No, no fue una etapa prerrevolucionaria. La etapa prerrevolucionaria tuvo su punto culminante aquí cuando los mineros dictaron la Tesis de Pulacayo”.21 Esa Tesis la escribió Lora en 1946; desde entonces, el mundo paró. Lora ni siquiera reconoce como prerrevolucionarias las situaciones de doble poder en 1971, con la Asamblea Popular, o en 2003.
La “política” es, una vez más, la espera profesoral de que las masas construyan el escenario ideal y se “eleven” al programa revolucionario. “Esperar” hasta que la historia se “normalice”.
Admítase una comparación. ¿Qué fue el Febrero ruso? Una enorme rebelión popular provocada por el hambre que se convirtió en huelga general y luego en insurrección, en la que el pasaje de los soldados (campesinos movilizados por la guerra) al campo de la revolución fue determinante. Se creó una situación política excepcional en la que las masas obreras y campesinas confiaban en la dirección conciliadora de los Soviets, que transfirió el poder al gobierno burgués provisional; la perspectiva de una segunda revolución estaba condicionada a un vuelco en la consciencia de las masas obreras y campesinas. Los líderes de la Revolución Rusa no se sentaron a “esperar” una nueva situación. Fueron un factor activo en su gestación, no sólo delimitándose del gobierno y de las corrientes obreras que lo apoyaban, sino desenvolviendo los consejos obreros para concretar los reclamos de las masas, planteando en su momento “fuera los ministros capitalistas”, llamando a los socialistas revolucionarios y a los mencheviques a tomar el poder para desenmascarar su política colaboracionista y convirtiendo, en definitiva, al partido bolchevique en el gran laboratorio de intervención política que llevaría a la Revolución de Octubre.
Lenin llamaba a “explicar” pacientemente a las masas los límites insalvables del gobierno provisional para impulsar a fondo la acción directa y la organización política independiente del proletariado, jamás a adormecerse en un propagandismo estéril.
Si realmente…
Si realmente el POR cree, como dice, que el ultimatismo es sífilis para un partido revolucionario estamos ante un caso de esquizofrenia, porque es el más ultimatista del mundo (de palabra), luego de Sendero Luminoso. Debe probar que no es ultimatista con el análisis concreto de situaciones concretas y con un programa; no pontificando las “diez verdades” del porismo. Mucho menos, adormecer la conciencia de los militantes con gestos grandilocuentes que resultan patéticos, como cuando se refieren a la experiencia de la izquierda latinoamericana: “La ausencia de partidos obreros revolucionarios políticamente fuertes en estos países (Bolivia es la excepción) no ayuda al proceso de diferenciación de las masas explotadas…”.22
Pero como solían decir nuestros abuelos, no se puede tapar el cielo con la mano. En una confesión brutal del resultado de su falta de política, el último periódico Masas que registra su sitio en Internet, dice: “Lo lamentable es que no se vislumbre el fortalecimiento político y organizativo de la dirección revolucionaria capaz de conducir a las masas hacia la victoria.”23
El ultimátum y el propagandismo han dado lo que podían dar.
Notas:
1. “POR de Bolivia: ‘No hay tercera vía al socialismo’ (Aunque le pese a PO)”; publicado en Prensa Obrera, 31 de enero de 2008.
2. Rath, Christian; "Gira en Bolivia: Los problemas de la revolución", en Prensa Obrera, 14 de noviembre de 2007.
3. Trotsky, L.: “Discusión sobre América Latina” (4 de noviembre de 1938), en L. Trotsky: Escritos Latinoamericanos, CEIP Ediciones, Buenos Aires, 1999, pp.112-113.
4. El POR se presentó a elecciones por última vez en 1985, hace 23 años, con Guillermo Lora como candidato; sacó poco más del 1 por ciento de los votos. Treinta y seis años antes, en 1949 había tenido su anterior presentación electoral, cuando el POR consiguió dos senadores (uno de ellos Juan Lechín, en ese momento militante encubierto) y 10 diputados (uno de ellos fue Lora).
5. Lenin, V.: La enfermedad infantil del ‘izquierdismo’, Editorial Anteo, 1964, página 43.
6. Trotsky, L.: El Programa de Transición, Ediciones El Yunque, página 19.
7. Trotsky, L.: ídem anterior, página 52.
8. Lenin, V.: Op. Cit., página 9.
9. “POR de Bolivia: ‘No hay tercera vía al socialismo’ (Aunque le pese a PO)”; publicado en Prensa Obrera, 31 de enero de 2008.
10. Trotsky, L.: Las tareas de los comunistas en España; La Verité (La Verdad) 13/6/1930.
11. “Llamamos a votar a Evo Morales y al MAS”; en El Obrero Internacional, diciembre de 2005.
12. Masas, 6 de julio de 2007.
13. Masas, 17 de agosto de 2007.
14. Masas, 10 de marzo de 2006.
15. “Bolivia: qué es la Constituyente”, en El Obrero Internacional, marzo de 2006.
16. Masas, 8 de diciembre de 2006.
17. “POR de Bolivia: ‘No hay tercera vía al socialismo’ (Aunque le pese a PO)”; publicado en Prensa Obrera, 31 de enero de 2008.
18. “Llamamos a votar a Evo Morales y al MAS”; en El Obrero Internacional, diciembre de 2005.
19. Idem anterior.
20. Idem anterior.
21. Los Tiempos, Cochabamba, 21 de enero de 2008.
22. Masas, 8 de diciembre de 2006.
23. Masas, 17 de agosto de 2007.