Hace poco tuvo lugar una mesa debate respecto al rol que le cupo a Ernest Mandel, fundador del Secretariado Unificado (SU) de la IV Internacional, en ocasión de cumplirse cien años de su nacimiento. En él participaron Christian Castillo, Claudio Katz, Eric Toussaint, Martin Mosquera, Jorgelina Matusevicius y Eduardo Lucita. Todos ellos dirigentes reconocidos del PTS, Economistas de Izquierda, Poder Popular, Marabunta y el propio SU. Izquierda Diario publicó un artículo1, reseñando la intervención de Castillo, texto que -casi de inmediato- fue respondido críticamente por la prensa de Izquierda Socialista2. Llamó la atención la vigorosa acusación de IS al PTS por sus definiciones defendiendo la trayectoria de Mandel en dicho evento.
IS resalta las aparentes indefiniciones del PTS
“El documento tiene la particularidad de omitir sentar posición sobre la pregunta esencial: ¿su trayectoria militante (de Mandel) de más de medio siglo en el trotskismo y su legado, son esencialmente correctos y progresivos para seguir construyendo partidos revolucionarios trotskistas, o, por el contrario, representa un cúmulo de errores, capitulaciones y revisionismos de los que es necesario delimitarse tajantemente para impulsar la reconstrucción de la Cuarta Internacional?”.
IS señala que el PTS plantea que algunas posiciones políticas de Mandel “no estuvieron a la altura de las circunstancias” ocultando las capitulaciones que éste llevó adelante. También reseña que el PTS –en medio de desmedidos elogios a su prolífica obra- planteó que “se siente más cercano a los escritos de Mandel que quienes militan en lo que representaría el mandelismo oficial”.
A confesión de partes del PTS…. (Dejaremos el análisis crítico de las posiciones del PTS y de Mandel en otras notas próximas a aparecer).
IS hace un resumen de algunas de las capitulaciones históricas de Mandel.
“capitulación a las direcciones reformistas y traidoras; abdicación de la tarea de construir organizaciones políticas militantes basadas en el centralismo democrático a nivel nacional y mundial; renuncia a la pelea por el gobierno de trabajadores y un impresionismo metodológico que también lo llevó a embellecer al sistema capitalista en su época de decadencia…”. IS llega la conclusión “que tomado globalmente su legado (el de Mandel) aporta coordenadas equivocadas para la construcción de organizaciones revolucionarias en el presente”.
Y jugó un papel liquidacionista en el pasado, insistimos nosotros.
Lamentablemente, IS no extiende el balance genéricamente correcto del mandelismo a su propia historia pasada, impidiendo realizar un análisis crítico de las políticas mandelistas que la corriente morenista llevó adelante y parte de las cuales aún hoy siguen practicando.
El morenismo es colocado –en el artículo de IS- como el que se opuso categórica e históricamente al mandelismo, cuando en realidad durante largos períodos elaboraron y aplicaron el mismo tipo de políticas oportunistas y liquidacionistas.
Se trata de ocultamientos groseros, que encubren vasos comunicantes con los planteos de Mandel y el SU.
Aunque Nahuel Moreno se había enfrentado a Mandel cuando encabezó la SLATO (Sección Latinoamericana del Trotskismo Ortodoxo), no tardó en unirse a él en 1963 en el Secretariado Unificado, junto al S.W.P (Socialist Workers Party de los Estados Unidos). Muy lejos de las afirmaciones de IS respecto a su lucha principista contra el guerrillerismo foquista, Moreno junto a Mandel y todo el Secretariado Unificado se hicieron castristas. Cabe mencionar, y no como una anécdota circunstancial, que Moreno envió a un representante suyo a entrevistarse con Fidel en Cuba con la finalidad de organizar el foco guerrillero en Argentina. Nos ocuparemos de esta cuestión en particular en otra parte de este artículo en el que damos cuenta con algunos detalles de estas posiciones del morenismo.
Corresponde haber aclarado en el párrafo precedente las afinidades políticas de Nahuel Moreno con Mandel (que también se expresaron desde el punto de vista organizativo integrándose al Secretariado Unificado) debido a que Izquierda Socialista señala que Castillo desenvuelve una suerte de apología de Mandel al elogiarlo porque “desarrolló una obra prolífica”, pero “no estuvo a la altura”, como si se hubiera tratado de ciertas limitaciones parciales de Mandel. Añade de un modo tajante, y a nuestro juicio acertado, que Mandel “rompió con los pilares del marxismo”.
Acordamos con esta crítica de IS al PTS, enunciamos de un modo breve las razones de esta coincidencia, ya que hay otros artículos reservados a una crítica más extensa y desarrollada a Mandel y al SU. Mandel abandonó por completo la lucha por la dictadura del proletariado y la construcción de un partido marxista revolucionario para abrazar el punto de vista de la defensa de la democracia y consecuentemente de formación de “partidos amplios”. En esa misma perspectiva abandonó la caracterización de la burocracia de los estados obreros como contrarrevolucionaria, y como consecuencia de ello la lucha por la revolución política en los mismos, como parte de la lucha por la revolución socialista mundial. Tal punto de vista llevó al mandelismo a hacer entrismo en los partidos socialdemócratas y stalinistas en Europa. Llegó a ponerse del lado de la burocracia stalinista al producirse el levantamiento obrero de Berlín en 1953. En resumen, el secretariado unificado llevó adelante una política oportunista que planteó la liquidación de los agrupamientos trotskistas y revolucionarios. ¿Pero Nahuel Moreno cómo actuó en ese período?
El entrismo morenista
IS, en su crítica al PTS, va a intentar defender la política morenista de entrismo en el peronismo, diferenciándola del entrismo por períodos prolongados en los partidos comunistas stalinistas durante la década del 50 que implementó la dirección pablista-mandelista. Lo que terminó llevando a la disolución y casi extinción de las organizaciones trotskistas europeas. “Una cosa es la breve (entre 2 y 3 años) experiencia morenista de entrismo en las organizaciones sindicales peronistas, en el marco de un movimiento político burgués proscripto que no contaba con ninguna centralización política, de forma que la táctica para ligarse a la clase obrera peronista se aplicó sin tener que adoptar ninguna definición política impuesta por ningún jerarca peronista ni por Juan Domingo Perón , sobre la base de seguir editando publicaciones propias y sosteniendo en forma independiente la construcción del propio partido revolucionario”.
Pero esto no es cierto: se trata de una falsificación histórica por parte de IS. El entrismo de la corriente morenista –entonces Palabra Obrera- en el peronismo duró desde 1957 a 1964, más del doble de lo afirmado por IS. Las definiciones políticas en el transcurso del desarrollo del entrismo morenista tuvieron contenidos de sometimiento a la dirección burguesa de Perón. El periódico Palabra Obrera tenía una leyenda que lo definía: “Bajo las órdenes del General Perón y el Comando Superior Peronista”. Moreno desde sus páginas defendía su fanatismo peronista de esta forma: “Solo un loco puede discutir el formidable rol que Perón juega dentro de nuestro movimiento. Cuando Palabra Obrera asegura estar bajo la disciplina del General Perón y el Comando Superior, no hace más que constatar un hecho histórico, la dirección indiscutida, el líder inefable del peronismo, es el general Perón. El mismo nombre del movimiento lo indica. De toda la historia argentina es el caso más acusado de personalismo, un movimiento con el nombre de su líder y con una influencia total sobre el movimiento..”
Pero el entrismo fracasó. Siguiendo las “órdenes de Perón”, Palabra Obrera llamó a votar al candidato gorila, Frondizi, cuando una masa importante de trabajadores rompió y votó en blanco. Aún así el morenismo continuo en el peronismo varios años más, retirándose sin pena ni gloria en el 64. Moreno entonces se justificó: “La crisis del peronismo consistió en haberse transformado en la oposición burguesa al régimen y no como era antes de hecho en oposición de clase revolucionaria” (Palabra Obrera 388 y La Verdad Nº4). A partir de aquí, vamos a ver una serie de capitulaciones cuya característica es el abandono de la construcción de un partido revolucionario. Cada una de ellas, del mismo modo que el entrismo en el peronismo, expresan a una concepción política que sistemáticamente ha buscado un “atajo”, para construir una dirección para el movimiento obrero, como un sustituto del trabajo sistemático de agitación, propaganda y organización revolucionaria de la clase obrera sobre la base de su independencia política y organizativa del estado burgués y sus partidos. Fracasado el intento de entrismo al peronismo, que Moreno intentó justificar con la caracterización -ridícula- de una súbita conversión del peronismo de obrero a burgués, buscó en la burocracia de la CGT otro “atajo”: “Que la CGT se transforme en un partido político de los trabajadores(…)Este nuevo partido no va a ser un partido “burgués nacionalista como el peronismo- no existe la menor posibilidad de que ello ocurra sino en un partido de nuevo tipo”. Desde luego que esta afirmación no encontraba ninguna justificación ni argumento real.
Él mismo se corporiza en una carta abierta al “compañero Vandor”, burócrata del sindicato metalúrgico (UOM) con un enorme dominio sobre el aparato de la CGT y las obras sociales, “para formar un partido obrero”. La carta fue enviada siendo Vandor el máximo dirigente del partido Unión Popular, que (apoyado por sectores burgueses) sostenía una disputa con Perón, pero que negociaba con él, y al que nunca dejó de reivindicar. Vandor era convocado por el morenismo a formar un partido obrero mientras éste formaba parte de la conspiración “cívico-militar” para dar el golpe del 28 de junio de 1966 que destituyó a Illia e instauró la dictadura militar de Onganía. ¿No era esto el abandono de la construcción del partido obrero revolucionario? Similar a la política mandelista en Europa. La burocracia sindical peronista ha sido (y es) correa de transmisión de los intereses del capital al interior de las organizaciones obreras.
El foquismo guerrillerista de Moreno
También respecto al foquismo el morenismo compartió camino con el mandelismo. La llamada reunificación de la IV Internacional de 1963. en la que Nahuel Moreno se integró al SU se hizo sobre la base de una capitulación ante el foquismo castrista. Moreno, en su texto “La Revolución latinoamericana” escrito en 1962, abandona el trotskismo y se echa en los brazos del castrismo. Con posiciones ajenas a la construcción de un partido obrero militante. Moreno afirmaba: “Las revoluciones cubana y china comenzaron en circunstancias que los clásicos marxistas caracterizan como “objetivas desfavorables”; no hay grandes luchas sociales y un puñado de hombres empieza la lucha armada. Sin embargo este grupo de hombres transforma las condiciones en favorables”. Porque (según Moreno) la guerrilla “incorpora a la lucha de clases un factor nuevo, algo que le es específicamente original: la geografía (…) Cualquier región es apta para la revolución permanente”. Moreno nos ha planteado la lucha armada permanente. De tal modo que desprecia la evolución política de la clase obrera, deja de lado las crisis y divisiones al interior de la burguesía y de sus fuerzas armadas, y sostiene la equivocada tesis (castrista-foquista) de que la acción de un foco puede transformar la conciencia de los explotados. Parte de una premisa revisionista de que el marxismo “clásico” ha olvidado como factor de la revolución la lucha armada. En primer lugar, cabe señalar (algo que deliberadamente omitió Moreno), que en la etapa imperialista del capital, considerada como su fase de descomposición (y última etapa) el capitalismo está agotado y objetivamente va planteando las condiciones para la revolución socialista. Hace falta crear el Partido de la clase obrera para poder intervenir en la lucha por el poder.
En consecuencia el apoyo al foco guerrillero aparece en sustitución de la construcción del partido obrero revolucionario. No se puede dejar de señalar que el revisionismo morenista en relación al foco guerrillero se complementa con la negación de la clase obrera como caudillo nacional de las masas oprimidas, en cuya sustitución Moreno ubicó a los campesinos. En la obra a la que acabamos de hacer referencia, Moreno desarrolla esta idea: “Se impone revisar someramente la historia del movimiento revolucionario marxista mundial (…) “la vida ha puesto en evidencia las lagunas, omisiones y errores del programa de la revolución permanente”. ¿En qué consisten esos errores? se interroga el propio Moreno. Y afirma: “El dogma de que la única clase que puede cumplir las tareas democráticas es la obrera es falso. Sectores de la clase media urbana son en ocasiones, los caudillos revolucionarios. La historia le ha dado un mentís a la teoría de que el proletariado en los países atrasados es la dirección revolucionaria (…) Cualquier país, cualquier clase brutalmente explotada puede por el programa plantearse la acumulación primitiva socialista y adquirir el desarrollo cultural y técnico moderno”. Y añade: “… así como hemos descubierto que no solamente la clase obrera puede acaudillar la revolución, lo mismo podemos decir de los movimientos políticos; no solo los obreros pueden dirigir y organizar las primeras etapas revolucionarias, pueden hacerlo los movimientos y organizaciones democráticas y agrarias”. Para completar la idea Moreno plantea que China y Cuba eran ejemplos de dictaduras democráticas revolucionarias, y en esos países “el proletariado no dirigió ni llevó a cabo la revolución democrática, ni inició la socialista” (La revolución democrática, Nahuel Moreno). Moreno había abrazado la revolución por etapas, primero la democrática, sin la clase obrera como caudillo de las masas oprimidas y más tarde la socialista, lo cual lo convertía en un menchevique.
La tesis de Moreno sobre las posibilidades del campesinado nos hacen retroceder a la época pre-marxista de la Rusia zarista en la que los populistas (narodniki) reivindicaban al campesinado como una fuerza transformadora. Nahuel Moreno omitía, en primer lugar, que el campesinado no es una clase, y que el mismo también está dividido en clases. Entre las que existen los obreros rurales, los pequeños propietarios, los capitalistas y los terratenientes. Y que el pequeño campesino puede ser una potente fuente revolucionaria, pero no logra unirse para acaudillar a la nación. Eso también obedece en una parte fundamental a que el progreso productivo agrario está atado al desarrollo industrial, y es allí donde incide el proletariado, que luchando por expropiar a la burguesía, se apropia como clase dirigente de la industria e interesa a las capas explotadas y oprimidas del campo en superar el atraso bajo la dirección de la clase obrera. El planteo de Moreno sobre el rol del campesinado, tiene también relación con su desvío foquista, en la medida en que conlleva la ilusión de que el foco guerrillero podía arrastrar a los campesinos a jugar un rol revolucionario. Para llevar adelante esta concepción guerrillerista el morenismo constituyó el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) uniéndose con el movimiento pequeño burgués que acaudillaba Santucho.
Pero el reflujo latinoamericano del foquismo llevó a Moreno a desandar el camino, propugnando que el inicio de las acciones armadas se desarrollará en Bolivia. Llevando así a la ruptura del PRT. Demás está decir que en Bolivia la concepción guerrillerista-foquista del morenismo, resultó fatal. Desde luego el rol del estalinismo del altiplano, que traicionó a la guerrilla del Che fue uno de los factores de la dolorosa derrota. La irrupción del proletariado minero de Bolivia puso blanco sobre negro en la década del 70 con la Asamblea Popular boliviana el papel dirigente de la clase obrera, derrotando en la práctica los planteos foquistas y dejando en ridículo las tesis morenistas.
Los brazos armados de la OLAS
En 1967 la clase obrera argentina sufre un relativo reflujo como consecuencia del fracaso relativo del paro nacional del 1º de marzo de ese año, que produce el fortalecimiento de la dictadura de Onganía. El impresionismo de Nahuel Moreno, sumado a su planteamiento guerrillerista y a un incorrecto balance de la revolución cubana y su seguidismo a la dirección castrista –como planteaba el SU mandelista- lo llevó a plantear en las tesis del congreso del PRT de marzo de 1967 el llamado a formar “los brazos armados de la OLAS” (Organización latinoamericana de solidaridad cuyo propósito declarado era extender la revolución mediante el foco guerrillero). Las tesis afirmaban que “la construcción del partido revolucionario está históricamente superada y los intentos de Política Obrera (nombre de nuestro Partido Obrero en ese momento) condenados al fracaso”
¿No encontramos en estas afirmaciones un calco de las posiciones de Mandel en materia de subordinación al castrismo?
Moreno repitió los planteos liquidacionistas del mandelismo –disolución/entrismo en el peronismo, impulsó al foquismo guerrillerista- al trabajo de construir un partido revolucionario de la clase obrera. En la historiografía morenista se embellece las rupturas que Moreno tuvo con Mandel después del fracaso de las políticas oportunistas-liquidacionistas.
Sobre la dictadura del proletariado y la defensa de la democracia
En agosto de 1978 Nahuel Moreno, ya fuera del SU, publicó un extenso texto llamado La dictadura revolucionaria del proletariado”, cuyo propósito parecía ser una crítica principista y ortodoxa, desde el punto de vista marxista a las afirmaciones oportunistas del Secretariado Unificado en un documento denominado “Democracia Socialista y Dictadura del Proletariado”. El mismo era coincidente con el auge del Eurocomunismo, corriente que abandonó hasta de palabra la dictadura del proletariado. Se trató de una completa adaptación del SU, ahora al eurocomunismo. El Secretariado Unificado sostenía que la dictadura del proletariado consistía “en la extensión de las libertades democráticas y el aplastamiento de la contrarrevolución está limitado al respeto de las libertades individuales”. Una posición neo kaustkista, quién en su momento se opuso a la revolución bolchevique con el planteo de que en plena guerra civil, había que convocar elecciones “democráticas” con participación de los partidos burgueses.
Es indudable que esta concepción sobre la dictadura del proletariado implica ceder libertades a la burguesía contrarrevolucionaria, en el sentido de permitir que siga conspirando, de publicar su prensa, y de preparar la contrarrevolución. Lo cual constituye lo contrario de una dictadura proletaria, cuya característica central es que la mayoría impone despóticamente a los representantes de la vieja sociedad y a la vieja clase social dominante, su voluntad: expropiándola, destruyendo su aparato represivo y sus instituciones. Para Lenin, la destrucción del estado Burgués y su reemplazo por un Estado proletario que extiende los derechos a los trabajadores (milicias obreras, etc.) es el comienzo de la disolución histórica del Estado como órgano de represión de los explotados.
Moreno, en su obra de 300 páginas, choca con las posiciones del Secretariado Unificado. Pero desvirtúa las conquistas políticas y teóricas del leninismo trotskismo, introduciendo una enorme confusión en torno a la cuestión de la dictadura del proletariado. Moreno nos dice que “Debido a la existencia del imperialismo, no bien el proletariado toma el poder tendrá que fortalecer su dictadura revolucionaria extendiendo y profundizando la revolución y para ello tendrá que fortalecer su estado” (pág 135 de la obra citada). Nahuel Moreno introduce una enorme confusión. Las tareas de aplastamiento de la contrarrevolución no están en contradicción con el proceso objetivo de extinción del estado. Existe una diferencia histórica entre la represión estatal de la clase obrera contra sus enemigos y otras formas precedentes de estado y la represión estatal ejercida por ellos. La represión de la dictadura proletaria responde a la mayoría de la población: forma parte del cese de la represión a las masas explotadas y en tal carácter del comienzo del proceso de la extinción del estado. Desde luego que la extinción total del estado está vinculado a la victoria de la revolución mundial. Sin embargo, el triunfo revolucionario en un país atrasado, puede llevar a que triunfe una ofensiva contrarrevolucionaria , o de lugar la degeneración burocrática del estado obrero (si éste se aísla en un solo o en pocos países).
Moreno, en la obra que nos ocupa, no solo falsifica a Lenin y Trotsky, sino que embellece a Stalin: “En esta conclusión – que es inevitable el fortalecimiento del estado proletario- hay una coincidencia entre Stalin y Trotsky” (…) “mientras Trotsky planteaba un fortalecimiento revolucionario Stalin propugnaba uno burocrático” (pág 265).
La lucha contra Stalin por parte de Trotsky consistió en la lucha por la industrialización del nuevo estado obrero para superar la escasez y el atraso, y con ello las tendencias a la burocratización. Y para superar el aislamiento del nuevo estado obrero enfrentando a Stalin y su “socialismo en un solo país”, impulsando la lucha por la revolución socialista mundial.
La burocracia presidida por Stalin desarrolló una despiadada represión contra la oposición de izquierda y la vanguardia obrera revolucionaria para aplastar la revolución de octubre (en eso consistió su dictadura, opuesta por el vértice a la dictadura del proletariado). Trotsky luchaba por la extinción del estado aumentando la intervención de las masas trabajadoras, entendiendo que esa era la función de la dictadura del proletariado. Stalin en cambio lo fortalecía, reforzando los instrumentos de represión contra las masas con la finalidad de defender los intereses y privilegios de la burocracia que él encarnaba y que se oponía al desarrollo de la revolución mundial.
Contra las milicias obreras y el régimen soviético dentro de las fuerzas armadas, Stalin fortaleció organismos de represión contra las masas trabajadoras y la oposición de izquierda.
En el libro mencionado, en el que IS ve una expresión de fidelidad al marxismo revolucionario, en oposición al abandono de Mandel y el Secretariado Unificado, no solo encontramos una adaptación y coincidencia con el estalinismo, sino que, y de un modo complementario, una defensa de la democracia burguesa. Moreno sostiene: “Es muy posible que, por todo un período del proceso revolucionario, la defensa de la democracia burguesa, justamente a causa de los prejuicios democráticos de las masas europeas, y si la contrarrevolución imperialista se vuelve el peligro más inmediato, sea una gran consigna transicional”. Se trata de un abandono del leninismo trotskismo cuya concepción del estado burgués, aun en su forma más democrática, es una dictadura de la burguesía. Moreno confunde libertades democráticas con democracia burguesa. El partido revolucionario debe defender y conquistar libertades democráticas enfrentando al estado burgués, que las viola y ataca sistemáticamente, y al alcanzarlas obtiene un terreno ganado en el campo enemigo de la sociedad capitalista.
Las catástrofes que nos amenazan bajo el capitalismo
IS también critica correctamente al PTS que este se adapta al embellecimiento que hace Mandel del progreso que aún puede desarrollar el capitalismo. Mandel -como se sabe- había planteado que se había entrado en una nueva etapa de desarrollo capitalista: el neo capitalismo. El PTS adhiere a esta tesis vergonzantemente, hablando de un “desarrollo parcial de las fuerzas productivas”. Pero IS no saca todas las conclusiones de su crítica. No ve que estamos en una época de catástrofes descomunales. De “guerras y revoluciones” al decir de Lenin. En oportunidad de la Conferencia Latinoamericana que impulsó el FIT, fue IS la que salió a enfrentar la necesidad de que la izquierda llamara a las masas a movilizarse contra la amenaza de guerra. Y lo hizo planteando la convergencia, el acople, entre el imperialismo yanqui y China. No es un problema subjetivo de políticas de los diversos gobiernos. Es la crisis capitalista la que empuja a la guerra y transforma esta tendencia en políticas de estado. Hoy estamos plenamente sumergidos en la guerra imperialista entre EEUU-OTAN contra Rusia. No se trata de una medida aislada, sino de una tendencia reaccionaria que está llevando a la humanidad a una guerra mundial nuclear.
Comentario final
No estamos desarrollando una historia crítica del morenismo, sino fijando posición sobre la lucha que hay que culminar contra el liquidacionismo oportunista del SU.
Aspectos críticos de IS, como su concepción de “revolución democrática”, su confianza en la institucionalización burguesa que los llevó en la Argentina a frentes con la burguesía, electoralistas, etc no lo desenvolvemos en este texto. Tenemos fuertes divergencias respecto a los “partidos amplios” como el PSOL en el que está incluido la organización hermana de IS en el Brasil, respecto al apoyo al imperialismo yanqui-otan en la guerra en curso, etc.
Abramos el debate, impulsemos el frente único en la lucha y en ese marco desenvolvamos una discusión y clarificación política que contribuya a avanzar por el camino de la refundación de la IV Internacional que ayude a superar la crisis de dirección de un proletariado revolucionario.