El avance de la guerra comercial entre Estados Unidos y China
¿Es apropiado hablar de “guerra” para referirse a la creciente disputa comercial entre estos países? Estados Unidos se encuentra con una falta de inversión en sectores claves y estratégicos como los semiconductores, los “chips” que ahora se encuentran en todos los dispositivos electrónicos, desde un lavarropas hasta los misiles más avanzados, en los sistemas antimisilísticos de última generación que se están usando en la guerra Rusia-Ucrania y en Israel en su “Cúpula de Hierro”; o en el espionaje satelital que usan las grandes potencias. Y cuanto más avanzados sean los “chips”, más precisos los medios de transporte y las armas utilizadas o más “inteligentes” los teléfonos móviles de última generación que los usan.
Es una “guerra” porque la organización encargada de regular el comercio internacional, la Organización Mundial de Comercio, no juega ningún papel relevante entre ambos países y está mostrando no ser el ámbito adecuado para la resolución de los conflictos “comerciales” entre ellos.
Estados Unidos comenzó una serie de sanciones a empresas chinas para proteger a sus industrias, que se iniciaron con los neumáticos en el gobierno de Barack Obama y con Donald Trump se sumaron nuevos sectores a una suba arancelaria. En mayo de 2019 Trump ordenó aumentar los impuestos del 10% al 25% para importaciones chinas valuadas en 200.000 millones de dólares. China respondió con tasas aduaneras a productos de Estados Unidos valoradas en 60.000 millones de dólares.
Desde el gobierno de Trump al gobierno de Biden las sanciones, listas negras y subas arancelarias se agravaron
Donald Trump también denunció al gobierno chino de “manipulación de divisas”, es decir de mantener “baja” la moneda china con el fin de facilitar las exportaciones a Estados Unidos.
Bajo el presidente Biden las sanciones dieron un salto, Washington ha tomado las medidas más serias hasta el momento para debilitar el desarrollo económico de China. Ha mantenido aranceles por valor de unos 360 mil millones de dólares, así como muchas sanciones aplicadas por Trump a individuos chinos. Ha introducido controles de exportación sin precedentes que restringen la capacidad de Beijing para adquirir tecnología en semiconductores y ha prohibido inversiones estadounidenses en tecnologías de China, que los legisladores aducen que pueden ser usados para ayudar a las fuerzas armadas de China. También, gobernadores de varios estados impulsaron leyes que impiden que dinero de las pensiones estatales se inviertan en acciones de sociedades controladas por el Estado chino.
Se sancionaron a centenares de empresas para impedir que utilicen productos producidos o con partes fabricadas en Estados Unidos con el argumento de que pueden ser usados con fines militares o de espionaje. Esto avanzó ante el aumento del déficit del comercio de Estados Unidos con China, con subas de aranceles, sanciones a empresas, “listas negras” y prohibiciones de uso o venta a China de tecnología, que incluye a terceros países, como Japón, Países Bajos y Corea del Sur.
Desde que China ingresó a la Organización Mundial de Comercio (2001), el comercio con Estados Unidos tuvo un crecimiento sin precedentes. Y paralelamente fue produciendo un déficit comercial para Estados Unidos ya que sus exportaciones nunca lograron la magnitud de las importaciones desde China. En 2001 era de 100 mil millones de dólares y fue ampliándose año tras año hasta superar los 300 mil millones en 2023.
La guerra para impedir que China avance en la producción de semiconductores, involucra a Países Bajos, Japón, Corea del Sur…
Al déficit comercial se agregó la “guerra tecnológica” cuando las fuerzas armadas de Estados Unidos advirtieron al gobierno de Biden que la producción de armamento no podía depender de la fabricación de “chips” producidos en Taiwán, sobre la que China reclama su soberanía y está a más de 10 mil km de Estados Unidos.
Estados Unidos pasó de ser el origen de la fabricación de chips en la década de los setenta a estar relegada al diseño y encargar la fabricación a TSMC de Taiwán.
La prevención sugerida por las fuerzas armadas hizo sonar todas las alarmas y se inició una campaña de prohibiciones para bloquear el desarrollo tecnológico de semiconductores de China. La prohibición incluyó a empresas de terceros países como TSMC la fábrica más avanzada y de mayor capacidad de producir semiconductores de alta tecnología. Y a productores de semiconductores de otros países, como Corea del Sur, Japón, Europa.
TSMC está abriendo algunas instalaciones en el extranjero, incluidos Estados Unidos y Japón. “Pero mantiene la mayor parte del desarrollo de sus capacidades de fabricación de chips más sofisticadas, en Taiwán. Así que la importancia de Taiwán no va a disminuir pronto”. Es la opinión de Cris Miller uno de los mayores especialistas del sector.
La declinación de Estados Unidos en esta industria que tiene creciente importancia en el dominio de la inteligencia artificial, las supercomputadoras y el armamento es el fracaso de las empresas de ese país por postergar inversiones y desarrollo de tecnología para destinar fondos a la recompra de acciones y elevar sus precios para beneficiar a sus grandes accionistas. Esto es lo que ha hecho que Intel haya quedado relegada en su desarrollo tecnológico y dependa de los subsidios del Estado para poder mantenerse en pie.
Otros sectores de la industria del acero, paneles solares, vehículos eléctricos, etc., reclaman protección arancelaria y subsidios ante la incapacidad de poder competir con productos chinos.
A pesar de los bloqueos y prohibiciones la producción de chips en China sigue avanzando
Un caso emblemático comprende a la empresa ASML, radicada en los Países Bajos, que es la principal empresa que produce máquinas utilizadas para la fabricación de “chips”. Fabrica máquinas de litografía que imprimen en silicio en gran escala circuitos de alta precisión de semiconductores o circuitos integrados.
Estados Unidos ha prohibido a ASML vender las máquinas de última generación a China, porque en alguna parte de su fabricación se usan productos hechos en Estados Unidos, aunque las máquinas no son producidas ni diseñadas en ese país. Es la forma de bloquear el desarrollo de China en la producción de semiconductores de alta tecnología.
Las prohibiciones también incluyen importar chips fabricados en China, empresas de Estados Unidos no pueden usarlos. Apple fue impedido de usar chips producidos por Yangtze Memory Technologies Co. (YMTC) para cortar la dependencia de productos fabricados en el país asiático, después de las últimas sanciones de la administración Biden a la industria tecnológica de ese país según informó Nikkei Asia.
Todas las trabas no han logrado el objetivo de detener el avance y progreso de la producción de semiconductores de alta tecnología. “China en la cúspide de la producción de chips de próxima generación a pesar de las restricciones de Estados Unidos” titula el Financial Times (6/2/24) sobre los avances de SMIC y Huawei que ya fabrican un procesador de 7 nm y planean fabricar uno nuevo de 5 nm, respaldando el objetivo de Beijing de avanzar en la producción de semiconductores avanzados.
El gobierno de J. Biden subsidia a la industria de semiconductores para frenar el retraso tecnológico de Estados Unidos
El mayor reconocimiento de la decadencia de la industria y la tecnología de Estados Unidos es la declinación de la “iniciativa privada” en la producción de semiconductores y el reclamo de subsidios. Un masivo apoyo está siendo otorgado a las empresas productoras de semiconductores que construyan plantas en territorio estadounidense.
En este año el gobierno anunció 6.600 millones de dólares en subsidios para TSMC de Taiwán para la construcción de tres nuevas fábricas en Arizona y 6.400 millones de dólares a Samsung de Corea del Sur para construir fábricas en Texas.
Las medidas se enmarcan en su Ley de Ciencia y chips de 280.000 millones de dólares, una política industrial introducida en 2022 que incentiva la creación de fábricas y la formación de personal para ellas.
También en el conjunto de herramientas de Estados Unidos se encuentra la Ley de Reducción de la Inflación (IRA), un paquete de subsidios ecológicos de 369 mil millones de dólares aprobado en 2022 que apoya la producción nacional de equipos ecológicos (paneles solares, equipos eólicos, etc.) a través de créditos fiscales. Mientras tanto, Estados Unidos mantiene aranceles elevados sobre los paneles solares y los vehículos eléctricos chinos, del 14,25% y el 25% respectivamente.
Ante la declinación de la industria del acero impulsa la suba de aranceles a la importación
Desde que el gobierno de Donald Trump comenzó a levantar barreras comerciales contra importaciones desde China varias empresas usan esa protección a la producción local para construir empresas en Estados Unidos y beneficiarse de los aranceles a los productos chinos. Tenaris del grupo Techint ha comprado una productora de caños, del grupo Benteler Steel & Tube Manufacturingen Louisiana, Estados Unidos, cuyos productos están protegidos por los aranceles al acero proveniente de China. Ahora las acerías están solicitando que los suban al triple desde los actuales niveles para enfrentar los bajos precios del acero chino.
US Steel, que fuera la empresa más valiosa del mundo cuando en 1901 fue creada por poderosos capitalistas del acero como John Pierpont Morgan, Andrew Carnegie y Charles Schwab, hoy no puede seguir funcionando ante la necesidad de nuevas inversiones y está en venta. El gobierno de Biden impulsa rechazar la oferta de compra que presentó Japan Steel para impedir que una industria de “defensa” pase a manos extranjeras.
El retroceso de US Steel se inscribe en el declive de la economía del país. Desde 2008 la producción de acero en Estados Unidos cayó de 91,4 hasta 80,5 millones de toneladas en 2022. Ese año China produjo 1.018 millones de toneladas y pasó a ser el principal productor global hasta llegar al 54 por ciento del total, mientras que Estados Unidos participa en el 4,27 por ciento y es el quinto productor global.
El segundo lugar es India con 8,2 % de la producción total, sigue Europa con 7,2 por ciento, el cuarto lugar se encuentra Japón.
La falta de inversiones en la industria de Estados Unidos, Europa y Japón la llevó a un retroceso en la participación global y ahora no tiene capacidad de competir con los precios del acero chino.
La industria del acero es uno de los ejemplos del crecimiento arrollador de la industria pesada de China y del declive sin freno de Estados Unidos que dominaba la producción de acero cuando fue creada US Steel en 1901.
Hoy cinco empresas chinas se encuentran entre las 10 mayores acerías globales. La primera es Corporación China Baowu Steel Group luego Ansteel; le sigue Shangang; luego HBIS y finalmente Shougang.
Los paneles solares chinos ponen en crisis la transición a las energías no contaminantes
Los paneles solares representan las tres quintas partes de la nueva capacidad de generación de electricidad renovable en todo el mundo. Según la Agencia Internacional de Energía, la energía solar es la única tecnología renovable que se está implementando a un ritmo capaz de alcanzar los objetivos de cero emisiones netas para 2050.
Quien está liderando este cambio son los paneles solares que produce China que hace diez años suministraba el 40% de los paneles del mundo siendo hoy en día su cuota de mercado global mayor al 80% .
China impulsó empresas de energías renovables, centrándose en tres sectores: vehículos eléctricos, baterías de litio y células solares, donde logró importantes progresos. Cuenta además con una capacidad de producción de paneles solares cuatro veces mayor que la de Estados Unidos y sus exportaciones aumentaron un 34% en el primer semestre de 2023 en comparación con el año anterior.
Las mayores empresas estadounidenses de fabricación de energía solar, “exigen medidas agresivas contra las importaciones baratas” y quieren que el gobierno bloquee la importación de paneles solares chinos. En una petición presentada ante el Departamento de Comercio dicen que los países asiáticos “están inundando ilegalmente el mercado estadounidense” con paneles subsidiados por China. El bloqueo de la importación, dicen los desarrolladores de grandes parques solares, perjudicará a los consumidores y aumentará los precios de la energía.
En Europa la situación no es distinta: la Comisión Europea que preside Von der Layen está ampliando protecciones comerciales de importaciones de paneles solares y torres de turbinas eólicas subiendo aranceles del 7,2 al 19,2 por ciento, superando la duplicación a los productos chinos. También han decidido subsidiar al sector: Siemens Energy, el mayor fabricante de turbinas eólicas de la UE, recibió un rescate de 7.500 millones de euros (8.090 millones de dólares) de Alemania después de experimentar pérdidas significativas en su unidad de fabricación de turbinas eólicas.
Los gobiernos de Europa, liderados por Alemania han aumentado su endeudamiento para subsidiar a la industria en crisis, tanto como para aumentar el armamentismo y ayudar a Ucrania en la guerra contra Rusia.
La guerra comercial entre Estados Unidos y China sigue en escalada y bloquea la reducción de la inflación
La guerra comercial que inició el gobierno de Donald Trump y que Biden intensificó está lejos de atenuarse y se amplía en sectores involucrados y en intensidad.
Un factor que está presente es el enfrentamiento por las guerras en Ucrania desde la invasión de las tropas de Rusia y el escaso avance de las fuerzas de la OTAN en expulsarlas, así como las tensiones en Medio Oriente con la guerra de exterminio de Israel en Gaza. Eso ha aumentado la presión sobre China en bloquear su desarrollo tecnológico con escaso o nulo resultado.
La campaña electoral en Estados Unidos entre D. Trump y J. Biden estimula la competencia por propuestas y avances para endurecer sus posturas contra China. Adicionalmente las medidas proteccionistas son contrarias a la lucha contra la inflación ya que facilitan que los productores locales no tengan que buscar reducir costos por la barrera arancelaria.
El WSJ informa que las exportaciones de China en los primeros tres meses de este año aumentaron 1,5 por ciento respecto de los tres primeros meses del año anterior, mientras que el volumen aumentó en 4,4 por ciento, lo que revela que han bajado 2,9 por ciento sus precios. Un efecto deflacionario que, aunque beneficioso para bajar la inflación, globalmente puso en alerta por una avalancha de productos chinos.
China también responde con prohibiciones y sanciones a las empresas de Estados Unidos
China anunció que los microprocesadores de las empresas de Estados Unidos, Intel y AMD serán eliminados de las PC y servidores gubernamentales, en una campaña para reemplazar tecnología extranjera con soluciones locales. También decidió reemplazar el sistema Windows de Microsoft y todo software fabricado en el extranjero en favor de opciones chinas.
En unaestrategia nacional para la autarquía tecnológica en los sectores militar, gubernamental y estatal. La decisión es una señal en apartarse del vínculo con empresas de Estados Unidos, cuando varias empresas tienen una alta dependencia en sus ingresos y en la elaboración de partes y ensamblaje en China y en Taiwán lugar donde se localiza TSMC la fábrica de semiconductores en la isla de Taiwán clave de la disputa entre ambos países y en escalada de sanciones cruzadas.
La medida del gobierno de China afectará en sus ventas e ingresos a las empresas involucradas, a las radicadas en China y a las que venden sus productos a China , empezando por los fabricantes de procesadores de PC. China fue el mercado más grande de Intel el año pasado, origen del 27 por ciento de sus ventas y del 15 por ciento de AMD. Para Microsoft el golpe es menor con ventas marginales del 1,5 por ciento, pero ha sido desalojado del mayor mercado del mundo fuera de Estados Unidos y señalando la independencia de su tecnología que será sustituida por código abierto.
No es la única decisión sobre productos de Estados Unidos. En septiembre pasado el gobierno de China prohibió el uso de teléfonos celulares de APPLE a los funcionarios públicos como parte de la campaña de Beijing para reducir la dependencia de la tecnología extranjera y mejorar la ciberseguridad, obligando a todos además a bajar sus aplicaciones.
Apple dominaba hasta fines del 2023 el mercado de teléfonos inteligentes de alta gama en China y es uno de sus mercados más grandes,del que depende alrededor del 19% de sus ingresos totales. Y China es el lugar donde se fabrica y ensamblan más del 90 por ciento de la totalidad de sus productos.
La guerra comercial y tecnológica lleva a la guerra abierta
Un agravamiento del enfrentamiento tendrá repercusiones en ambos países y en la economía global. El creciente impulso al enfrentamiento entre las dos mayores economías del planeta, en un marco signado por las guerras en Ucrania y en Gaza en pleno desenvolvimiento son un impulso hacia el enfrentamiento bélico explícito.